Posilipo (IT) Residencia, colegio y casa de formación

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Datos

Demarcación Campania

(1630-1808)

Historia

Don Santiago Bertea de Cuneo donó (28-8-1630) a las Escuelas Pías un terreno con una casita en Posilipo frente al mar. Calasanz la aceptó con documentación legal (9-11-1630). El donante, antes de morir (1631) confirmó la donación, añadiendo dos cláusulas: que su hermano Pedro tuviese el uso del inmueble mientras viviera; y que los escolapios, dentro del bienio de la muerte del fundador, levantasen iglesia contigua a su casa. La segunda condición fue cumplida y la iglesia se dedicó a la Asunción; también la primera, pero ocurrió que Pedro se retiró a vivir en el colegio de Porta Reale, donde murió en 1640. Dos sobrinos suyos impugnaron donación y testamento. En 1637 se decretó abandonar Posilipo. Pero no se cumplió, pues los pretendientes no querían abonar los 2.000 escudos que los escolapios habían gastado en Posilipo. Así surgió pleito y, lo que es peor, estallaron contiendas entre el colegio de la Duquesca, sede del Provincial, a quien correspondía la administración de Posilipo y el colegio de Porte Reale que alegaba que Pedro Bertea había vivido y muerto en el colegio. Se precisaron decenios para que la tempestad amainase. Entre tanto la hermosa finca servía para el descanso, reposo, y no rara vez, para diversiones discutibles de los religiosos. En 1657 vivía en Posilipo un solo hermano, Juan Bautista Bonifate. La casa se clasificó como residencia y dependía de la Duquesca. Sólo después de 1696 se halla un vicerrector. El más activo de éstos resultó el P. Domingo Cellamari, que la gobernó de 1706 hasta su muerte. Quien supo valorar la casa fue el P. Gesualdo Palmisano, superior de 1719 a 1733, excepto el trienio 1727-1730 en que fue Provincial. Palmisano abrió por primera vez una escuela para externos y luego un internado para aumentar el alumnado, ya que Posilipo se hallaba fuera de la ciudad. Desde 1721 es casa formada y tiene su rector propio. En 1736 lo es el P. Nicolás Severino, quien no juzgaba conveniente tener internado en Posilipo ya que no se podía desarrollar según sus ideales. Así se lanzó a construir en Nápoles lo que llegaría a ser el Colegio Real de San Carlos alle Mortelle. Pensaba convertir Posilipo en casa de noviciado. Esto lo obtuvo fácilmente; lo difícil fue llevar allí los novicios por la oposición que hacían los religiosos del colegio de Caravaggio. Sólo cuando el P. Severino gobernó como Provincial pasó a Posilipo el noviciado y permaneció allí casi 30 años, regresando de nuevo a Caravaggio (seguramente antes de 1774). Entonces en Posilipo se abrió de nuevo la escuela para los externos. Los alumnos no podían ser muchos, pues la comunidad era exigua: tres sacerdotes y un hermano operario. La casa funcionó normalmente hasta el período napoleónico, en que fue abandonado. En 1859 Francisco II la restituyó a los escolapios, si bien por poco tiempo. Después pasó a manos del franciscano P. Ludovico de Casona que la convirtió en un centro de aprendices, que aún subsiste: el cadáver del Siervo de Dios P. Ludovico descansa en su iglesia.

Bibliografía

  • P IX, passim
  • S 5, 375, 992, 1910-1971
  • Coniglio, G., Ludovico de Casoria: en «Bibliotheca Sanctorum», vol. VIII (Roma 1967) 307-311
  • ReSB 2 f. 18 r, 3-8, 37 n. 3
  • MO 126-128.

Redactor(es)

  • Giovanni Ausenda, en 1990, artículo original del DENES I