Tarrasa (ES) Real colegio Tarrasense y casa de formación
Contenido
Datos
Demarcación Cataluña
(1864-1868; 1901- )
Antecedentes y colegio primitivo.
Tarrasa contaba con escuelas de primera enseñanza, pero no tenía una comunidad religiosa que cuidara de la formación y educación en la moral cristiana de la niñez. Por ello el ayuntamiento, en 1828, junto con el Sr. prior del Santo Espíritu, Francisco Casáis, solicitaron de Fernando VII una fundación escolapia que no pudo llevarse a efecto en aquellos momentos. Nuevamente, en sesión municipal del 10-9-1848, los regidores Domingo Ventalló Llobateras y Serafín Sanmartí propusieron instar en favor de una fundación escolapia, que tampoco se consiguió. Finalmente el 21-12-1853 comienzan nuevos tratos y tras largas dilaciones se llegó a firmar un contrato el 22-8-1864 por el que se cedía a la Orden de las Escuelas Pías el antiguo convento de San Francisco, que perteneció a los Padre recoletos y propiedad del ayuntamiento desde 1859; hoy es el actual hospital de San Lázaro. Los escolapios al llegar se instalaron provisionalmente en la calle Sant Pau, en unos locales que luego fueron el «circol Egarenc». Un documento de 1865 describía el edificio con estas palabras: «distribuido con oportunidad en dormitorios, salón de estudio y de visitas, escuelas, comedores, pórticos y lavatorios; todo elegante, sumamente higiénico y bien proporcionado a las necesidades de los señores colegiales». Se impartía primera y segunda enseñanza con alumnos externos e internos. El ayuntamiento lo subvencionaba con 11.916 reales y 67 céntimos anuales. El profesorado estaba compuesto por diez religiosos a más de un rector, el P. Gaspar Comas, que había realizado los últimos trámites. El primer curso se inició el 8-9-1864.
Tras la revolución de septiembre de 1868 se posesionó del ayuntamiento la Junta revolucionaria; algunos de sus miembros quisieron hacer desaparecer a los escolapios. Ante tal situación el rector comunicó a la Junta por medio de carta fechada el 17-10-1868 la retirada de los religiosos, no de forma definitiva, sí hasta nuevo aviso; el 23-1-1869 el ayuntamiento se incautó del edificio, del mobiliario y del material del centro, con lo cual daban por cerrado el colegio y finalizados los compromisos mutuos.
Segunda fundación.
Un grupo de tarrasenses de la alta burguesía liberal quería un centro educativo para sus hijos, en ambiente selecto; se constituyó una sociedad comanditaria «Vinyals, Rovira, Ullés y Cía». El que se llamó «colegio Tarrasense» fue inaugurado el 1-9-1865, un año más tarde que la primera fundación escolapia. Se construyó en la llamada «era de Dalt», en un pequeño alto o colina; fue arquitecto D. Daniel Molina y maestro de obras D. Pedro Comerma. Amadeo I, rey de España, lo visitó y dijo del colegio «Ni en Italia, ni en España hay otro igual». Una real orden del 31-8-1889 concedía el título de «Real colegio Tarrasense». A finales de siglo cayó en decadencia, se puso en venta y el ayuntamiento entró en tratos con el fin de comprarlo e instalar en él la sede municipal; era el 13-12-1900.
El alcalde, José Ventalló Vintró, quiso que los escolapios regresaran y se puso en contacto con ellos. En los primeros días de enero de 1901 el Vicario general, Eduardo Llanas, desestima el traslado del juniorato de San Pedro de Cárdena a Valls y se decide por Tarrasa; el Provincial de Cataluña, Antonio Mirats, se encargó de los trámites. El colegio será de la Provincia, pero el Vicario instalará en él la casa de estudios; por eso debe controlar las bases de fundación. El 3-7-1901 los regidores republicanos solicitan en sesión municipal que se subvencione a los religiosos de las Escuelas Pías con 10.000 pesetas anuales, si vuelven; y se aprueba. El 30 de agosto del mismo año se firma la escritura de compra del «Real colegio Tarrasense» por la Provincia de Cataluña por 195.485 pesetas; la finca tenía 18.400 metros cuadrados, de los cuales estaban edificados 3.550; el edificio en forma de escuadra, tenía una fachada de 64,5 metros en un ala y 57,5 en la otra.
El 15-9-1901 comenzaba el primer curso tanto para el colegio como para el juniorato; dieciséis sacerdotes, tres hermanos operarios y setenta y cinco estudiantes, clérigos, formaron la primera comunidad, presidida por el P. Pablo Gene, como rector, y el P. Salvador Coch, maestro de jóvenes. Era y nacía el «Real colegio de las Escuelas Pías».
La subvención municipal a la segunda enseñanza se elevó de 10.000 pesetas iniciales a 12.500, hasta que en la II República se suprimió. En 1942 el ayuntamiento volvió a subvencionar la segunda enseñanza con 1.500 pesetas que fueron elevándose hasta 15.000 en 1953. El «Instituto industrial de Tarrasa» entregaba al colegio 3.000 pesetas mensuales hasta el 1-7-1955 que lo canceló. Hoy la EGB está totalmente subvencionada por el Estado, así como la formación profesional.
El colegio mantiene prácticamente la misma estructura que tenía en el momento de ser adquirido por las Escuelas Pías; las obras más importantes realizadas, además de las reestructuraciones internas de no gran importancia, se llevaron a cabo a partir de 1944. En esta fecha la empresa Segués y Donadeu, S. A. comenzó la extracción de tierras del montículo y huerta; el 14-2-1948 se firmó otro contrato con la misma empresa para allanar el espacio que debía convertirse en iglesia y, posteriormente, un gran campo de deportes. El 25-1-1945 se colocó la primera piedra del «templo de los niños»; las obras, según el proyecto del arquitecto José Pratmarsó, se paralizaron durante algunos años; fue el 7-6-1952 la fecha de la inauguración solemne del nuevo templo, construido en lugar distinto del previsto inicialmente. Ambas efemérides constituyeron hitos en la historia del colegio por las celebraciones que acompañaron a los actos. El 2-4-1956 se terminan las obras de pavimentación y alumbrado del paseo central -del portal a la puerta del edificio-; más tarde en verano, las realizadas en el interior, en el espacio situado sobre el templo y destinado a vivienda de comunidad e internado.
El colegio contó desde el primer año de su fundación — 1901— con todos los grados o niveles de enseñanza: parvulario, primaria completa, comercio y bachillerato; en 1906-1907 contaba con 325 alumnos matriculados; en ese mismo curso se inician las clases nocturnas para obreros y asistieron 250 de éstos, siendo el profesorado de las mismas algunos escolapios con jóvenes de la «Juventud católica».
En 1933, para afrontar la ley antirreligiosa que prohibía la enseñanza a instituciones de la Iglesia, se creó la «Mutua escolar Cade valí» a semejanza de tantas otras, que presidió el señor Pi de la Serra; la persona que trabajó para regular la situación fue Francisco de Paula Badía Tobella, abogado y notario, que por su dedicación y empeño las Escuelas Pías le concedieron la carta de hermandad en 1935. Al llegar la guerra civil, en 1936, los escolapios se vieron obligados a abandonar el colegio, que pasó posteriormente por varias manos, hasta que el 6-2-1939 el P. José Riba y el P. Antonio Porredón volvieron a él; unos días antes lo visitaron y vieron el mal estado en que se encontraba; hasta el 11 de abril no fue posible reanudar las clases; el primer curso terminó el 15 de agosto y asistieron 465 alumnos, repartidos en tres grupos de encomendados y tres de vigilados, todos de enseñanza primaria, un grupo de comercio y algunos muchachos de bachillerato quienes prepararon los exámenes de las asignaturas que habían comenzado en el instituto de segunda enseñanza de la ciudad.
En el verano de 1939, tras la renuncia del P. Riba al rectorado, le sucede el P. Porredón que reestructura totalmente la organización del colegio: desaparece la denominación de encomendados y vigilados; la primera se divide en dos secciones, una de permanencias (parvulario y tres clases, que al poco tiempo se aumentan a cuatro) y otras de no-permanencias (con cuatro clases); alternan escolapios con profesores seglares, siendo aquéllos los responsables de las dos aulas-secciones; se abren los siete cursos de bachillerato; la sección de comercio queda dividida en dos cursos de permanencias y otros dos de no-permanencias. El internado estuvo a cargo del P. Martirián Masmitjá. Al comenzar el curso 1939-1940 se contaba con 900 alumnos. Al poco tiempo las clases de comercio se volvieron a dividir en oficial (es decir, aquéllas cuyos alumnos deseaban examinarse en escuelas especializadas) y no oficial. El 27-1-1940 el colegio fue legalmente reconocido gracias a las gestiones realizadas en Madrid por el antiguo alumno Pedro Matalonga Feliu. Poco a poco las Escuelas Pías fueron abriendo sus aulas a todos los alumnos que llamaban a sus puertas. Cuando en Tarrasa se levantaron colegios más elitistas se permitió a los escolapios atender mejor a las clases populares y no ligarse a la alta burguesía, cosa acontecida tras la guerra civil. Durante el rectorado del P. Juan Trenchs se comienza una andadura progresista y dinámica, que bajo la dirección del P. José Almirall, primeramente, y luego del P. José M. Oller, abrió el camino a la escuela abierta, participativa, personalizada por la que ha luchado la dirección del P. Carlos Marcaré.
El desaparecido comercio, en el año 1960, dio paso, poco después, a la enseñanza profesional en las especialidades de administración y electrónica. En julio de 1979 se suprime la comunidad religiosa, que era la titular del colegio y se creó en 1981, después de unos años de experiencia, la «Corporación Calasanz» formada por un grupo de padres de familia, quien ostenta la titularidad delegada del P. Provincial; la dirección es llevada por un equipo de tres personas, dirigido por un escolapio en el trienio 1979-1981, y posteriormente por un seglar.
Sucursal.
En 1910, en la calle de la Paz, después «García Humet», se abrió un parvulario por iniciativa del P. Carlos Espasell y Juan Cornelias; con esa escuela quería evitarse el inconveniente de los alumnos pequeños para desplazarse al «Real colegio» que se situaba en el otro extremo de la ciudad. Se inauguró el 10-1-1910. Desde el curso 1912-1913 se encargó de la misma el P. Valentín Soler, inventor del Pentábacus, hasta 1936. A partir de 1915 es una sección del colegio, es decir, se une a la primera enseñanza, aunque en forma unitaria. Después del paréntesis de la guerra civil se volvió a abrir el 15-9-1939 a cargo del P. José M. Ullastres; el último escolapio encargado de la sucursal fue Angelín Tomás, que la vio cerrar en 1969. Desde 1939 llevaba el nombre de «Valentín Soler», tenía dos aulas con maestros para el parvulario y los cuatro primeros grados de primaria.
Desarrollo pedagógico y pastoral.
El P. Llanas quiso que el «Real colegio de Tarrasa» fuera un ejemplo de pedagogía práctica, y siempre se ha distinguido por el empeño de hacerlo realidad, aunque se ha evolucionado en las formas de acuerdo con los tiempos. En los primeros años de la fundación brillaron, según consta, los estudios mercantiles, gracias a los PP. Jaime Torres y Tomás Garí-Montllort, muy versados en los conocimientos de tales ciencias. También los estudios de ciencias naturales que inició el Dr. Jaime Almera, canónigo de Barcelona, usando las salidas al campo en la vacación del jueves por la tarde. Gracias a estas actividades se descubrieron diversos objetos, como la urna cineraria encontrada por los PP. Jaime Subirana y Pedro Rimblas. Estos estudios de investigación científico-histórica los continuó el P. Juan Sola Corominas de modo sistemático y, en parte, fueron el origen del «Centre excursionista de Catalunya» en Tarrasa. Por todo ello el colegio poseyó unas interesantes colecciones de historia natural, en especial una de zoología, pintada por D. Pedro Viver, además de laboratorios que posteriormente se han modernizado y acomodado.
Además de las salidas vespertinas del jueves se hicieron excursiones, festivales deportivos-gimnásticos, paseos de estudio y deportes; en 1912, mes de mayo, se creó el llamado «batallón infantil» de enseñanza premilitar, para que los alumnos pudieran reducir el servicio a filas.
Entre los deportes destacó el hockey sobre hierba; un grupo de internos que lo conoció en un viaje a Inglaterra lo introdujo en el colegio de 1910, y del colegio se ha ido extendiendo a otros lugares y poblaciones; los alumnos de este colegio fueron los primeros jugadores en España. Otro evento deportivo fue la celebración de los «VI Juegos deportivos escolapios» en 1968, con afluencia de alumnado de todos los colegios escolapios de la Provincia de Cataluña. Los PP. Jaime Muixi y Marcos Lliró destacaron en Tarrasa como maestros de esperanto y crearon allí su escuela.
La educación musical también ha sido atendida. El primer rector, Pablo Gene, distinguido compositor, dirigió un coro infantil que actuaba en los actos públicos. Posteriormente cabe distinguir la labor del P. Miguel Altisent que creó los «amiguets de la liturgia» en el curso 1927-1928 con un boletín y una formación litúrgico-gregoriana que aún perdura, y con la schola cantorum del colegio y de la ciudad. En la década de los años setenta se formó el grupo actual de los pueri cantores; en abril de 1981 se celebró en el colegio escolapio de Tarrasa la VI trobada de pueri cantores de Cataluña. En los años después de la guerra los PP. Juan Padrós y Miguel Portóles crearon y dirigieron un coro infantil o una escolanía.
En el capítulo de la formación religiosa hay que destacar la solemnidad dada a la celebración de la primera comunión de alumnos y la procesión del Corpus por los jardines del colegio, dentro de la formación eucarística; y en la misma línea, la creación en 1913 de los turnos eucarísticos siguiendo las normas llegadas de Roma. Otros actos se venían celebrando en torno a la Navidad: los belenes del P. Martirián Masmitjá, las conferencias del P. Font sobre la Navidad y la solemne celebración de la misa del «gallo» desde 1939. Y dentro de la formación religiosa que se quiso dar a los alumnos destaca el interés y la preocupación por el acontecimiento eclesial, Vaticano II, con información sobre el desarrollo y estudio de la temática del mismo. Fruto sin duda, de esta tarea pastoral pudieron surgir las numerosas vocaciones consagradas al servicio de la Iglesia en distintas Congregaciones religiosas y, particularmente, escolapias. La primera fue del P. Felipe Benicio Cardellac, quien conoció la Orden siendo interno en el colegio San Antón de Barcelona.
Otro aspecto formativo lo constituye la fundación el 24-10-1908 del «Ateneo calasancio», aprobado un mes más tarde por el P. Vicario general de España. Su finalidad era conservar la piedad adquirida en las aulas calasancias y saber defender con la pluma y con la palabra la fe religiosa y la Iglesia. Como puede verse estaba destinado a los exalumnos. Tuvo dos clases de socios: numerarios y supernumerarios. Organizaba concursos, conferencias y actos culturales.
Internado y casa de formación.
En 1902 Se inaugura en Tarrasa la «escuela superior de industria»; algunos creyeron precipitada la idea porque los alumnos no podían contar con alojamiento adecuado. Las Escuelas Pías salieron al paso de la necesidad abriendo en el colegio un internado (llamado «pupilaje»), en 1907, donde se hospedaron jóvenes de todas las provincias de España, de América y de la entonces Guinea española. Esta obra se cerró en 1969, aunque quedaron algunos muchachos para poder terminar sus estudios; algunos pasaron a la residencia universitaria de San Antón de Barcelona. En 1924 se fundó la «asociación de antiguos alumnos del pupilaje».
Uno de los motivos por los cuales el P. Eduardo Llanas fijó el juniorato central en Tarrasa, sustituyendo al de San Pedro de Cárdena, fue querer tenerlo en un centro que funcionase en totalidad de posibilidades para que los jóvenes escolapios pudieran hacer prácticas en su último año de estudios; podría decirse que Tarrasa quiso ser una «escuela Normal» con aneja. Este juniorato sólo duró hasta la muerte del P. Llanas en 1904; luego quedó como juniorato provincial hasta que en 1914 fue trasladada la institución a Moyá.
De 1967 hasta 1970 volvió a Tarrasa el juniorato provincial a fin de que los júniores asistieran a las clases de Sant Cugat del Valles, tanto a la escuela del profesorado de la Universidad Autónoma, como a la facultad de teología «San Francisco de Borja». En esa fecha, 1970, al trasladarse el juniorato a Barcelona, la casa de Tarrasa se convirtió en postulantado y preño viciado hasta 1976, asistiendo los muchachos de tales centros a las clases del colegio.
Datos complementarios.
La singularidad del colegio escolapio tarrasense se puso de manifiesto por las muchas visitas de personalidades, en especial, en los años inmediatos a su fundación. Se puede destacar la del cardenal de Barcelona, Casañas, en mayo de 1903; la del rey Alfonso XIII en abril de 1904; la del musicólogo y compositor Felipe Padrell, quien permaneció unos días viviendo en el colegio para entrevistarse con el P. Gene sobre asuntos musicales.
La Provincia escolapia de Cataluña celebró en dicho colegio los Capítulos provinciales en los años 1906, 1909, 1912 y 1915.
Durante la semana trágica -julio de 1909- religiosos y júniores se vieron precisados a abandonar el edificio y distribuirse por las casas de distintas familias de la ciudad; un grupo de requetés carlistas custodió el edificio 3 ó 4 días.
Celebraciones especiales, además de las citadas, han sido: en marzo de 1927, las bodas de plata de la fundación del colegio; en 1933, la canonización de San Pompilio María; el 15 y 16 de diciembre de 1948, la presencia de las Reliquias de San José de Calasanz en la ciudad; los funerales celebrados en 1939 por los diez religiosos muertos por causa de la guerra civil española.
El 27-11-1944 se fundó la «asociación de antiguos alumnos»; el primer presidente fue José Ventalló Mesa, descendiente familiar del alcalde que apoyó la fundación escolapia en 1901.
De 1961 a 1972, la Provincia instaló en un piso de la comunidad la enfermería provincial, cuidada por unas religiosas; antes había estado en Alella y después fue trasladada a Barcelona, a Sarria.
El 25-9-1962 la comarca del Valles y, en concreto, la ciudad de Tarrasa, sufrió unas terribles inundaciones que causaron gran destrucción y muertes; la comunidad, en cuanto se percató del siniestro, colaboró todo lo posible; los religiosos más jóvenes prestaron ayuda humanitaria y espiritual a los damnificados; el colegio albergó a unos 180 refugiados, al quedarse sin hogar, hasta el 15 de octubre en que se reemprendieron las clases y el ayuntamiento encontró las soluciones pertinentes a cada caso; y esta tarea fue apoyada por el personal de servicio del centro (especialmente cocinero y portero) así como por el alumnado, dando gran testimonio de altruismo y solidaridad.
Los escolapios han recibido distinciones por las actividades realizadas, cuando éstas han sido sobresalientes; así: en 1952 se dedicó una calle al H. Joaquín Martí, la medalla de Alfonso X el Sabio fue concedida al P. Adolfo Roger, el ayuntamiento otorgó al colegio en sesión del 6-6-1952 el título de «Entidad cultural benéfica de la ciudad» y, finalmente, el mismo ayuntamiento impuso al colegio la medalla de oro de la ciudad.
Entre las obras que hay que en la casa y que poseen un valor cabe mencionarse: la colección zoológica, pintada por Pedro Viver; el pergamino que se colocó en la primera piedra del «templo de los niños», obra del artista R. Avellaneda; la estatua del Fundador esculpida por Francisco Juvanteny; los mosaicos que decoran los tres ábsides de la nueva iglesia, obra del exalumno Santiago Padrós.
Del colegio han salido las siguientes revistas: La Inmaculada (1904), Butlletí (1921-1922), Indicador mercantil (1903-?), CNK (sin fecha), Daily Preu (1970-1971), Ecos (1953-1954), Escola Pia (1969-1970), La huella de 5.° (1971), J’aula (1971), Proa (1950-1951), L’Escola (1981- ), Carta a la comunitat (1981-1982), Fent camí (1970-1973), El templo de los niños (1945-1957), Títol (1984- ), Els revolucionaris (1974-1975), Xut (1974-1975).
Superiores
Bibliografía
- AnC (1984), 170-184, 186-194, 202-204, 394-397
- Alcaraz, J. Terrasencs i terrassenques, Tarrasa, 1982
- Id. Un pupilaje al servicio de las enseñanzas técnicas, en «Boletín de la Cam. Of. de Comercio e Industria de Tarrasa», junio, 1957
- V 2, 249-252
- Ventalló Vitro, J. Tarrasa, antigua y moderna, Tarrasa, 1879, p. 330
- Cabanes, I. Crónica del colegio tarrasense
- Comas, G. Prospecto del colegio de las Escuelas Pías de Tarrasa, Sabadell, 1865
- Breve reseña sobre la utilización del establecimiento de primera y segunda enseñanza a cargo de los PP. escolapios, Barcelona, 1882
- Ventalló Verges, L. Evocación histórica de las Escuelas Pías en Tarrasa, Tarrasa, 1952
- B 2, 465-468
- R 2, IV, 161-166
- VA 1,1 y II
- Memoria escolar del colegio de Tarrasa (cursos 1908-1909, 1909-1910, 1910-1911)
- Asociación del Real Pupilaje de las Escuelas Pías de Tarrasa, Memoria, (años 1924 a 1927 y 1942).
Redactor(es)
- Juan Florensa, en 1990, artículo original del DENES I