BerroAnotaciones/Tomo2/Libro1/Cap23
- CAPÍTULO 23 De las injurias hechas Por el P. Visitador jesuita y el P. Mario A otros tres Asistentes Compañeros
Por pereza de no llevar conmigo tantas cosas, o por tantos viajes como he hecho, y mucho más por haber dejado en Roma dos cajas con muchas escrituras, la mayor pare de las cuales las han quemado en estos años, desde 1656 hasta hoy, no puedo afirmar tantas cosas como están confusas en mi memoria, ni puedo poner nada que no esté fundamentado. Excusadme por ello, mis queridísimos lectores.
Fueron de verdad grandes los desprecios que hicieron con los susodichos Padres Asistentes, el P. Santino [Leonardi] de San Leonardo, el P. Juan Estaban [Spinola] de la Madre de Dios, y el P. Juan Francisco [Bafici] de la Asunción. Tantos, que, el primero, poco a poco se alejó de Roma, retirándose a Moricone, aunque buenas maneras, porque no podía ya aguantar. Los otros, se quedaron en Roma, más para dar gusto a los nuestros, que no querían ver de aquella manera gobernada la pobre Orden, y abandonado a N. V. P. Fundador. Por darles gusto, pues, se quedaron. Pero tuvieron que soportar tanto, tanto, que, después, aunque pidieron con insistencia salir, ya no les concedieron más que unos pocos días para ir a Frascati y a Poli, como se puede ver mejor aquí, en una copia de su carta.
Fragmento de la carta:
“Nosotros, los abajo firmantes, de la Orden de los Pobres, etc., elegidos por Breve Apostólico de N. S. el Papa Urbano VIII para gobernar la misma Orden con voto determinante, -junto con el M. R. P. Silvestre Pietrasanta, Visitador- P. Santino de San Leonardo, ahora ausente de Roma, … etc. Éste, hace pocos días, en vez de defendernos, -ex abrupto<ref group='Notas'>De manera brusca.</ref>- nos envió un papel, en el que ordenaba que no nos ingiriéramos más en el gobierno, ni en nada referente a él, -sin escuchar nuestras razones, ni mostrarnos con qué autoridad nos priva de nuestro Oficio-. Nosotros, no obstante, lo hemos cumplido rápidamente porque deseamos la paz, y porque veíamos no poder competir con quien despachaba la suprema autoridad. El Visitador nos obligó, además, –o al menos permitió que otros nos obligaran- a pedir permiso al Superior cada vez que quisiéramos salir de casa, tratándonos como a meros súbditos. Incluso, aunque el P. Santino [Lunardi] y yo,- Juan Francisco [Bafici] de la Asunción- le insistimos para salir de Roma a cualquiera otra casa de la Orden, él siempre nos prohibió la salida, diciendo que no era lícito que los Asistentes se ausentaran de Roma por largo tiempo; y apenas nos concedió ir hasta Frascati y a Poli, casas bastante cercanas, durante algunos días. Y habiéndole nosotros pedido residir en lugares privados suyos (quizá para rendirlos), no lo permitió nunca, pues decía que, siendo Asistentes, no era conveniente, etc.
Yo, Juan Esteban [Spinola] firmo esto con mi propia mano.
Yo, Francisco [Bafici] de la Asunción firmo esto con mi propia mano.
En medio de tantos engaños, ¿quién no ve la intención del Revmo. Visitador Pietrasanta, jesuita?. Si estos tres Padres eran Asistentes ¿cómo gobernaba la Orden él solo con el P. Mario? Y si lo eran por Breve Apostólico, ¿cómo los quitó? ¿Quizá únicamente a sabiendas de Monseñor Ilmo. y Remo. Asesor [Albizzi]?