BartlikAnales/PRIMERA PARTE/Al lector

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Al benévolo lector de las Escuelas Pías

Dedico mi humilde esfuerzo a escribir los Anales de nuestro santo Instituto de las Escuelas Pías con gran ánimo, porque me consta la alegría y consuelo con que son deseados y esperados con avidez por todas las Provincias. Hay que confesar que hace ya tiempo que para responder a tantos deseos se esforzaron dos de los nuestros, merecedores de todo honor, los dignos padres Vicente de la Concepción y Juan Carlos de Santa Bárbara, de eterna memoria, hombres de gran ingenio y muy laboriosos, reuniendo los sucesos de nuestra Religión; aquél escribió tres tomos en cuarto, y este casi diez en folio, ambos en lengua italiana. En realidad ninguno de los dos escribió siguiendo un orden, y como luego se dedicaron a otras cosas de la Procura General de la Religión, les faltó tiempo para expurgar el cúmulo de material, y la obra de ambos quedó en una especie de parto informe. Y aunque en ocasiones se ha votado en nuestros Capítulos Generales que algunos Padres de los más capaces se dediquen a redactar una obra en forma de Cronología, estos, no tanto desanimados por la labor cuanto impedidos por asuntos de oficios más importantes, tampoco han podido hacer nada nuevo, ni sacar de sus meandros lo anterior.

Yo también era de los que esperaban ávidamente ese consuelo, habiendo superado por la gracia de Dios los siete lustros en la orden, y había previsto que pasarían muchos años antes de que nuestras provincias pudiesen lograr el objeto de sus deseos; pero siendo el encargado de nuestro Archivo General en Roma, no quise permanecer ocioso, sino que quise dedicarme a trabajar en la redacción de estos Anales, para que al menos la próxima generación, y los hijos que nacerán durante los siglos venideros, aprendan de nuestro Venerable Padre Fundador y de sus seguidores la santa práctica, el celo por el honor de Dios, y en particular la dedicación a instruir a los niños pobres; y cuando observen aquellas cosas menos afortunadas que en ocasiones ocurrieron a la Religión, al verlas representadas como en un espejo, sepan si deben imitarlas con esfuerzo religioso, o deben evitarlas con generosa audacia.

Y puesto que tales sucesos ocurrieron en diversas etapas del creciente Instituto, por la misma razón también voy a dividir esta obra en diversas partes que se correspondan respectivamente con aquellas etapas. En esta primera parte me limitaré a contar el nacimiento del Instituto de las Escuelas Pías, desde la primera infancia hasta que cumplió los 17 años: aquí la pluma se ve obligada a ser simple, a causa de las pocas noticias que encontramos de esos tiempos, y sin elocuencia; pero las pocas que encontramos son gratas y nos deleitan. Así, pues, benévolo Lector, te cedo el derecho y te invito cordialmente a corregir, ordenar y adornar lo que en esta obra te parezca menos acertado.

Notas