BartlikAnales/1655
Año 1655 de Cristo. Último de Inocencio X y primero de Alejandro VII. 19º de Fernando III. 58º de las Escuelas Pías
Elección de Alejandro VII
Este año nuevo comenzó con un luto común para toda la ciudad a causa de la muerte del Sumo Pontífice Inocencio X, que tuvo lugar el 7 de enero, después de ejercer el pontificado durante diez años, tres meses y 23 días.
Después de tener lugar las exequias a los nueve días, el 18 de enero los padres purpurados entraron al cónclave, y retrasaron la elección del nuevo pontífice durante 80 días. Pues el día 7 de abril y no antes fue elegido por votación Fabio Chigi, cardenal presbítero con el título de Sta. María del Pueblo, y aclamado pontífice con el nombre elegido de Alejandro VII.
A quien, después que le presentaran la felicitación las órdenes religiosas, también fueron nuestros padres por consejo del Sr. Cristaldi, y después de besarle devotamente el pie le desearon salud y felicidad en el nuevo gobierno de la Iglesia Santa de Dios, y le rogaron que favoreciera con su gracia a la Orden, mortificada durante tantos años.
Los que fueron a mostrarle reverencia fueron los PP. Juan de Jesús María, Francisco de la Purificación, José de la Visitación, Camilo de S. Jerónimo y Carlos de S. Antonio de Padua. Lo grato que resultó este primer obsequio de saludo puede entenderse por la respuesta de Su Santidad. Pues se lee que este les dijo: “Nos agrada vuestra felicitación por la dignidad recibida. Orad a Dios por nos y nuestro feliz gobierno. Cuando llegue el momento, procuraremos acordarnos de vuestro instituto.” Eso dijo el Sumo Pontífice. Entonces se dice que habló en particular el P. Carlos, quien presentó con reverencia unas estrofas que había compuesto con artificio poético para felicitarle, las cuales no sólo fueron aceptadas con gozo, sino también alabadas, según cuenta el historiador Tuldeno.
Después de esto se enviaron inmediatamente cartas a nuestros padres en todas las provincias en las que se les pedía que consiguieran de los próceres cartas de recomendación para el Pontífice a favor del instituto. ¿Cuánto se realizó en este asunto? Dentro de poco lo mostraremos. Pues el serenísimo Rey de Polonia y luego la Reina escribieron a Su Santidad y a algunos cardenales a favor del instituto. También el príncipe Dietrichstein envió cartas de recomendación a varios cardenales. También Florencia hizo lo necesario en esta ocasión. Nos complace copiar todas estas cartas, comenzando por la de su Real Majestad.
Carta del Rey de Polonia
“Santidad,
- No es otra cosa sino el fruto producido por el Instituto de las Escuelas Pías promoviendo el celo por el honor divino y el bien común lo que nos mueve a desear la restauración de dicho instituto a su situación primera. Y como a nosotros se nos ha indicado que Vuestra Santidad tiene hacia el mismo instituto no poca inclinación y afecto, de modo que tenemos esperanza de conseguir la gracia que intentamos obtener cuanto antes, también por nuestra parte nos apresuramos a suplicar para obtenerla, deseando tanto nosotros como los súbditos de nuestros reinos disfrutar y gozar con el fruto abundante, laudable y necesario para la sociedad cristiana. Con el fin de obtener de vuestra clemencia, lo que tanto se esfuerzan estos padres, que es verse libres después de tantas aflicciones y calamidades, los recomendamos a Vuestra Santidad con la debida y filial sumisión, inclinados ante la bendición paterna, y besamos los santos pies de Vuestra Santidad con veneración. En Varsovia, a 20 de mayo de 1655. Juan Casimiro, Rey.”
- “Santidad,
- Los Padres de las Escuelas Pías nos exponen que aparece la esperanza a causa de la exaltación de Vuestra Santidad al pontificado, por vuestro gran afecto e inclinación hacia su instituto. Puesto que<ref group='Notas'>Original: proinde. ASP: poinde. </ref> todo el mundo se alegra y regocija porque el sufragio de los padres purpurados haya puesto a Vuestra Santidad en un tal honor, también nos deseamos unir nuestras súplicas al deseo de nuestro Rey y consorte, para conseguir esa gracia, esperando el fruto que redunda del citado instituto para el bien común; pues son merecedores de nuestro favor por la vida tan ejemplar que llevan en esta ciudad nuestra de Varsovia, dedicados a la educación de la juventud pobre en el catecismo, las letras y en las buenas costumbres, por lo que deseamos que sea confirmada y establecida por la autoridad de Vuestra Santidad, prostrada a vuestros pies, que besamos con los deseos de un largo y feliz gobierno, y pedimos la bendición. En Varsovia, a 20 de mayo de 1655. Luisa Renata, Reina.”
Al Cardenal Orsini
“Eminentísimo Señor,
- Aquella esperanza que se alimentaba en el ánimo de los padres de las Escuelas Pías de ver devuelto su instituto a su honor primero crece y aumenta con la elección del pontífice actual, según nos dicen. Sabiendo lo mucho que necesitamos este instituto en estas tierras septentrionales nuestras, como nunca dejamos hasta ahora de desear su promoción, nos sentimos singularmente movidos a expresar a Vuestra Eminencia, por medio del P. Onofre del Stmo. Sacramento, que sale hacia Roma con nuestro encargo de recurrir a la protección de Vuestra Eminencia. Le rogamos, pues, que le favorezca con la interposición y mediación de su autoridad en el momento oportuno, que usted conoce bien, para que no se tarde en obtener el esperado fin suyo y de todo el instituto, y a cambio nosotros no dejaremos de favorecer a Vuestra Eminencia en lo que podamos con la real gracia en estas partes. Mientras tanto oramos por que todo le vaya bien. En Varsovia, 30 de marzo de 1655. Juan Casimiro, Rey”.
Al Cardenal Santa Cruz
- “El conocimiento que tenemos del beneficio que redunda en nuestras tierras septentrionales a favor de la sociedad cristiana del instituto de los Padres de las Escuelas Pías, ha mantenido en nosotros hasta ahora el deseo de que vuelvan a su decoro original, con la categoría de Orden religiosa. Y como ahora la nueva elección de Pontífice permite esperar a este Instituto que el Electo escuchará su deseo, por esta razón sale hacia Roma con nuestra real recomendación el P. Onofre del Stmo. Sacramento que comparecerá también ante Vuestra Eminencia para suplicarle que apoye su causa. Recomendando, pues. La persona de dicho padre enviado para atender a los negocios de su Orden según las instrucciones recibidas, rogamos a Vuestra Eminencia le ayude, y se digne promover la causa en la Curia Apostólica. Por tan buena obra quedaremos en deuda con nuestra real gracia. Varsovia, 30 de marzo de 1655. Juan Casimiro, Rey”.
Del Príncipe Leopoldo a los Cardenales Médicis
- “Eminentísimos y Reverendísimos tío y hermano en el Señor.
- Los padres de las Escuelas Pías han recibido siempre hasta ahora mi protección, y me suplicaron humildemente que los recomendara a Vuestras Eminencias. Desde hace muchos años (como es sabido) que han gemido afligidos por el yugo de una grave represión, pero ahora brilla la esperanza de que serán ayudados por el Pontífice reinante. Por esa razón ruego amistosamente a Vuestras Eminencias que no desdeñen decir una buena palabra a favor de ellos ante la Sede Apostólica cuando se presente la oportunidad, o hacer cualquier acción a favor suyo. Lo cual lo consideraré un consuelo para ellos y un especial favor para conmigo. Confiando mucho en ello, besos sus manos en Florencia, a 8 de junio de 1655.
- De Vuestras Eminencias hermano y siervo, Príncipe Leopoldo.”
Del Gran Duque de Florencia al Cardenal Médicis
- “Eminentísimo y Revmo. Sr. Hermano de toda consideración.
- Por larga experiencia se ha mostrado que los Padres de las Escuelas Pías hasta ahora han sido muy útiles y provechosos en nuestros territorios para la educación de la juventud, y son dignos de todo favor y promoción tanto por la enseñanza de la doctrina cuanto por el buen ejemplo. Me he enterado de que se han confiado los asuntos de dicho instituto al Sr. Fagnano, y aunque no dudamos de su prudencia y destreza, sin embargo apelo para mayor recomendación a favor de dichos Padres a la intercesión de Vuestra Eminencia. Deseando que estén recomendados de manera óptima, beso afectuosísimamente la mano derecha de Vuestra Eminencia. En Florencia, a 10 de julio de 1655. Hermano y siervo, Gran Duque de Florencia.”
Del mismo a Próspero Fagnano
- “Ilmo. y muy Rvdo. Señor,
- Puesto que los Padres de las Escuelas Pías hasta ahora han demostrado mucho, tanto por su buen ejemplo como por la diligente instrucción de la juventud, y han merecido por tanto conservar nuestro afecto, confiamos a vuestra ilustre señoría que se encargara de sus negocios ante la Sede Apostólica, no sólo para que los revisara, sino también para que tomara decisiones, de modo que obtengan un buen fin, para que los mismos padres puedan tener consuelo después de tantas angustias. Por las presentes enviamos con nuestra autoridad la recomendación a favor suyo, y rogamos que pueda discernir y decidir en el asunto de ese instituto de manera que no falte el esperado y fundado fruto de estos padres en nuestra república, por lo cual permaneceremos siempre obligados a vuestra señoría, y siempre afectos. En Florencia, 10 de julio. Gran<ref group='Notas'>Original: Magnus. ASP: Mangus. </ref> Duque de Florencia.”
Al mismo, del Príncipe Leopoldo
- “Con especial gozo me he enterado que se ha decidido confiar a Vuestra Señoría los negocios de las Escuelas Pías ante la Sede Apostólica. Puesto que esos padres confían mucho en la destreza y el juicio de Vuestra Señoría para obtener el fin esperado, de buena gana añado mis ruegos para que Vuestra Señoría defina y discierna el negocio de ellos, de modo que puedan respirar libres de tantas angustias que les oprimen, y no falte a nuestra república el fruto tan laudable, necesario y útil de este instituto. Y por ello siempre tendrá nuestro afecto pronto y seguro. Florencia, 10 de julio de 1655. Príncipe Leopoldo.”
Del Príncipe Dietrichstein al Pontífice
- “Santidad,
- El celo pastoral para promover la fe católica en su amplia y extensa diócesis de Olomuc, y el cuidado por la salvación de las almas confiadas a él, que tenía mi tío de feliz memoria el Cardenal Dietrichstein, le animaba a buscar continuamente maneras para lograr sus deseos. Entre los principales medios casi fue el principal el llamar a los padres de las Escuelas Pías, que introdujo en su dominio hereditario. Y no fue en vano, pues ellos hicieron tanto en la educación de los niños pobres en el temor de Dios y en las rectas costumbres cristianas, enseñándoles los fundamentos de la lengua latina, catequizando a los herejes, y convirtiéndolos con sermones al mismo tiempo que con la ejemplaridad de su vida regular, que muchos príncipes se han hecho amigos de este pobre instituto, y algunos de ellos ya lo fundaron en sus dominios, y otros tienen ganas de hacerlo. Sin embargo plugo a Inocencio, predecesor de Vuestra Santidad, disponer de otro modo con dichos religiosos, y reducir la Orden formada a simple Congregación, lo cual recibimos en nuestros territorios con gran dolor, pues nos parece que tal estado es impracticable entre nosotros, sobre todo porque un cuerpo con tantos miembros permanece acéfalo; pues los miembros así separados de la cabeza carecen de vigor vital, y por consiguiente pierden su primer impulso para trabajar en la viña del Señor. Estimulado por el celo por el mejor bien común, que consiste en que este instituto de la Iglesia de Dios pueda crecer, por las presentes me atrevo a rogar a Vuestra Santidad para que por su solicitud pastoral, que abraza todo el orbe, se digne recibir bajo su paternal protección el instituto de que hablamos, y lo restituya a su prístino estado, para que sus profesores, animados por el bien de la república cristiana, laboren para obtener el fruto según la profesión de su regla. No hay duda de que actuarán así, pues incluso estando reducidos y mortificados siempre lo hicieron, para admiración y edificación incluso de los que nos son católicos. No aduzco sus méritos en particular, pues ya son conocidos por la sagrada Congregación de Propaganda Fide, confirmados por testimonios, también el mío, que heredé de mi tío el cardenal la preocupación y me atrevo a esperar un resultado eficaz, para el mejor fin de este Instituto, con el cual una y otra vez me encomiendo al don de la gracia de Vuestra Santidad, inclinado a sus pies, los que beso con el debido respeto, y quedo el 13 de agosto de 1655 de Vuestra Santidad, humildísimo siervo, Maximiliano de Dietrichstein.”
Del mismo a un Cardenal
- “Eminentísimo Señor,
- Es tanto y tal el fruto que los Padres de las Escuelas Pías producen en estas partes, tanto educando a la juventud, como convirtiendo herejes y otras buenas obras, que se puede creer que cuando mi tío el Cardenal Dietrichstein los llamó de Italia a estas partes no fue inspirado por nadie sino por el Espíritu Santo; la invitación tuvo éxito cuando el instituto se encontraba en su honor, y se recordaba consiguientemente la ejecución de sus buenas obras. Sin embargo plugo después a Inocencio X humillarlo reduciéndolo de su estado primigenio a simple congregación (lo cual a ellos les produjo dolor, y a nosotros compasión), con lo cual gran parte de su buen obrar se vio impedido con disgusto de nuestros próceres, a los cuales su manera de actuar les edificaba sobre manera. Como ahora vuela la fama pública, con gran consuelo, de que la Santidad reinante mira con buen ojo a este instituto, y hay esperanza de que vuelva a su prístino estado, por ese motivo nos atrevemos a suplicar a Su Santidad que se digne coronar urgentemente con el efecto resultado los deseos y anhelos de los pobres religiosos. Estoy seguro de que Vuestra Eminencia puede hacer mucho con su autoridad ante el Sumo Pontífice, y por ello no puedo dejar de recomendar este santo instituto al patrocinio de Vuestra Eminencia, deseando y rogándole que interponga su autoridad. De este modo se dignará hacer algo grato para mí y para ese pobre y deprimido instituto, y yo estaré dispuesto y listo a agradecérselo en toda ocasión que se presente. Nikolsburg, 13 de agosto de 1655.
- Maximiliano, Príncipe de Dietrichstein.”
Hasta aquí las recomendaciones y súplicas a favor de nuestro instituto de tan insignes y principales personas, que sin embargo fueron poco eficaces para conseguir nuestro intento. Tan sólo conmovieron a Su Santidad para preguntarse en el secreto de su corazón qué iba a hacer con nuestro instituto tan recomendado. Pero el caso es que no se obtuvo lo que se esperaba. Después se presentó un memorial por parte de los nuestros que dice como sigue.
Memorial de nuestros padres
- “Los suplicantes infrascritos, sabiendo que Vuestra Santidad no quiere elevar su instituto reducido al grado original de Orden, sin embargo desean les garantice alguna gracia. Después de haber insistido mucho para lograr esta restitución al grado original, desisten ahora de ello, poniéndose humildemente a los pies de Vuestra Santidad, para que por medio de su benignidad esta congregación nuestra reducida vuelva al estado primero en el nació y creció y se puso en pie bajo Paulo V, y no siga reducida, por las razones que aducimos.”
Escrito al mismo
- “Santo Padre,
- El Instituto de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías es necesario en la Iglesia de Dios para el servicio divino, como muestra en el ejercicio de diversas obras buenas, como son ayunos, abstinencias, mortificación del cuerpo, oraciones tanto mentales como bucales, ofrecimientos de sacrificios de la misa y otras funciones clericales; y también para e bien de la sociedad cristiana, según su propio ministerio, que consiste principalmente en la buena educación de la juventud y en la disciplina en lo que concierne a costumbres, piedad, culto de Dios y observancia de los mandamientos divinos, y en el conocimiento de las cosas que hay que creer. En todo lo cual han trabajado hasta ahora en los más remotos lugares con un provecho tal que no sólo los ordinarios del lugar, sino también los políticos, incluidos príncipes y reyes dan evidente testimonio de ello y muchos desean intensamente que se funde en sus tierras. El cual instituto, como necesita que haya muchos sujetos en una casa, parece imposible que en el estado de reducción en el que ahora gime pueda subsistir, sin el vínculo ni siquiera de los votos simples, sin una cabeza que rija todo el cuerpo, sin un protector, sin comunicación entre las comunidades y además sometido totalmente a los ordinarios.
- Lo primero que demuestra esto es que, como este instituto es pobre en comida y vestido, áspero en las mortificaciones, continuo en los ejercicios, no es fácil encontrar quienes, sin el vínculo de los votos, se dediquen a él perpetuamente; más bien serán muchos los que al mínimo disgusto dejarán la escuelas y los demás ejercicios acostumbrados, y despidiéndose, se irán por donde vinieron.
- 2. La comunicación entre las comunidades es necesaria, porque todas las casas no siempre están provistas de sujetos cualificados, por lo que conviene que aquellas en las que sobran los envíen a las otras donde faltan. Tal comunicación también puede ser saludable cuando en alguna casa ocurren escándalos, se puede enviar a alguien de la casa en la que se conocen<ref group='Notas'>Original: nota. ASP: nora.</ref> a otra en la que no.
- 3. Fundamentalmente hace falta una Cabeza General, una especie de espíritu que descienda de la cabeza y anime y riegue todo el cuerpo. Pues si en esta casa se viviera así, y en aquella de otro modo, y los súbidtos fueran guiados según la manera de entender de cada superior, ¡cuánta deformidad se generaría por los diversos lugares de la congregación!
- 4. Finalmente, se ha comprobado que la dependencia de los ordinarios perjudica más que beneficia. Pues algunos ejercen su derecho sobre los pobres de nosotros, como si se les debiera entregar lo conseguido cada día con limosnas; y en muchos lugares tienen a los religiosos como siervos suyos, y los llaman de las aulas para que sean aguadores y cocineros. Otros los dejan vagar libremente; otros, sin conocimiento de la autoridad, vuelven al siglo o para conseguir algún beneficio; o incluso para contraer matrimonio (¿con qué derecho? Verdaderamente, no lo sabemos). Todas estas incomodidades y otras semejantes podrían evitarse si se volviera al estado primero del instituto. Cosa que parece tenía pensado hacer Inocencio en el breve que redujo nuestro instituto, según puede leerse en un parágrafo que suena así: Reducimos la Orden citada a Congregación que debe ser regida, dirigida y gobernada según las Constituciones del principio del instituto citado, que se editarán por orden nuestra.
- Por lo cual, postrados a los pies de Vuestra Santidad, los humildes peticionarios infrascritos suplican a a Vuestra Santidad les conceda la gracia de poder disfrutar lo que sumisamente le ruegan en su memorial. Humildísimos siervos de Vuestra Santidad,
- Los Padres de las Escuelas Pías.”
Hasta aquí las razones de nuestros padres en el escrito para lograr una mejor forma de reducción, que fueron llevadas por el Excelso Príncipe Leopoldo, hermano carnal del Duque de Toscana, y presentadas personalmente y recomendadas a Su Santidad, según escribe alguno de los nuestros, quienes atribuyen totalmente la gracia del honor del efecto logrado al mismo Príncipe. Sin embargo el memorial entregado sobre esto al Eminentísimo Cardenal Juan Carlos de Médicis parece mostrar otra cosa. Cuál fue el efecto que siguió a estas recomendaciones a favor nuestro, se hará público el año próximo, y reservándolo hasta entonces, continuamos con las cosas que corresponden a este año.
Cura parroquial
En Litomysl de Bohemia, el 4 de junio, después que el Rvdo. D. Juan Gierove, originario de Lotaringia, fuera privado de la administración del decanato de aquel lugar por el venerable consistorio de Praga a causa de insolencias intolerables, en parte para con nosotros y en parte para con los ciudadanos, la autoridad arzobispal nos confió de nuevo la administración de la ciudad. Así dice el texto en el que se nos confiere:
- “Por autoridad arzobispal y ordinaria se concede facultad y licencia al religioso P. Superior de las Escuelas Pías para administrar los sacramentos en el decanato de Litomysl, y para que pueda atender lícitamente y libremente a las demás tareas parroquiales, hasta que se provea de otro sujeto a dicho decanato; ya que el decano ha sido privado ipso facto de su beneficio por contumacia. En Praga, en la cancillería arzobispal, el 4 de junio de 1655. Francisco Visiteiner, asesor y canciller.”
Castiglione Fiorentino
Eso ocurrió a favor de la casa de Litomysl, de la cual ese mismo año se despidió el muy meritorio P. Juan Jacobo de S. Francisco, con cuya trabajo tantas almas habían pasado del error y las tinieblas heréticas a la luz de la verdad católica, abandonando nuestro hábito y tomando el del clero secular. Aceptó un beneficio parroquial en Moravia, en Trebitz, y se cree que allí se durmió en el Señor.
En la provincia de Toscana nuestros padres llevaron a cabo una fundación en Castiglione Fiorentino, y se establecieron el oratorio de S. Miguel Arcángel según la provisión hecha por D. Nicolás Advisti. Al principio se opuso vehementemente a su ingreso el obispo de Arezzo, como ordinario del lugar, considerando que nosotros éramos unos religiosos cuyo convento había sido suprimido poco antes de nuestra reducción. Pero después de recurrir a la Sagrada Congregación para consultarles, y de recibir una respuesta a su duda favorable a nosotros, se mostró afable con el instituto, y accedió de buena gana a que fuéramos a habitar allí. ¿En qué día, en qué mes? No se sabe seguro cuándo fueron a tomar posesión del lugar el P. Nicolás de Santiago con el H. Andrés de Santiago. Pero la Sagrada Congregación dio un rescripto con fecha 20 de junio del presente año.
Mientras tanto en Pieve di Cento se colocó una lápida de mármol en la cripta sepulcral para los nuestros con la inscripción siguiente:
- “D.O.M.
- D. Francisco Mastellani mandó dedicar este sepulcro para los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, como un monumento para que su religión y su piedad brille más en ellos, en el año 1655 del parto de la Virgen.”
Casas de Génova y de Varsovia
En Génova, de la provincia de Liguria, este año se pagó la casa de nuestra vivienda a la noble Sra. Dña. Battina Rivarola, por obra del P. Gabriel de la Anunciación, procurador, pero no un censo más elevado de 8.000 liras que aquella provincia había acordado pagar desde hacía 20 años a dicha Dña. Battina.
En Varsovia del reino de Polonia, no sé por medio de quién, fue dado a nuestros padres un diploma público de la Real Majestad con el derecho de abrir escuelas, y enseñar. Dice como sigue:
- “Juan Casimiro, Rey de Polonia por la gracias de Dios, Gran Duque de Lituania, Rusia, Prusia, Masovia, Samogicia, Livonia, etc.
- Hacemos saber mediante las presentes a todos y cada uno de los interesados.
- Para que la augusta fortuna de los reinantes avance hacia la altura de la felicidad, de modo que sea empujada por la virtud para llegar a la luz, suma de todos los deseos, nada hay que ayude más fácilmente que los apoyos ilustres de la piedad. Pues con cuanta mayor tenacidad y capacidad de mente y voluntad se entreguen, mayor y más fecundo es el fruto que florece del culto divino propagado. Esta noble virtud arraigó profundamente en el ánimo de nuestros serenísimos antecesores, que no sólo favorecieron ardientemente con derechos y fundaciones a los religiosos antiguos, sino que trajeron nuevas comunidades a este reino, convencidos de que los ilustres acuerdos de su generosa voluntad alabarían su fama eterna no durante años sino durante siglos, de modo que la niebla del silencio ingrato nunca pudiera oscurecerla. Y así en otro tiempo nuestro querido hermano el serenísimo Ladislao IV puso el fundamento de la introducción del instituto de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, y Nos hemos enriquecido la real fundación de nuestro serenísimo hermano con un nuevo beneficio a favor de los citados religiosos para que en los lugares en los que han fijado su sede puedan educar a la juventud en las letras y la piedad, según la esperanza y los deseos de la sociedad, y para ello hemos hecho oportunamente gastos importantes a cobrar fácilmente en Varsovia y en otras ciudades vecinas si son llamados a hacerse cargo de la parroquia y abren un colegio. Y los citados padres religiosos según la norma de su instituto, para no ser sobrecargado de trabajo por muchos nobles y habitantes de nuestro reino que les invitan de continuo, nos han pedido nuestro permiso y autoridad real para poder abrir un colegio o escuelas pías en donde mejor promover el bien común. Nos, considerando los frutos que la Iglesia y toda la sociedad recibe de la cuidada educación de la juventud, y que es perceptible hasta ahora, hemos decidido dar y conceder a dichos religiosos Padres de las Escuelas Pías junto a la iglesia de SS. Primo y Feliciano que existe en el suburbio de Varsovia nuestro acuerdo y facultad, y por las presentes se lo damos y concedemos para que puedan y sean capaces de erigir y abrir unas Escuelas Pías en nuestra ciudad de Varsovia según su instituto, para cuyo ejercicio fueron llamados y recibidos por nuestro serenísimo hermano y predecesor, para enseñar a los niños desde los primeras letras hasta la retórica inclusive, y también dar clases de teología moral, ejercicios de matemáticas y escritura. Estas escuelas, tantos las de aquí en Varsovia, como las que se erijan en el futuro en otros lugares de nuestro reino y provincias anejas, las tomamos bajo nuestra real protección, y prohibimos que se les moleste en el ejercicio de su actividad literaria, en toda la república, y confiamos que nuestros serenísimos sucesores harán lo mismo. Por lo que informando sobre esto a todos los interesados mandamos que a los padres religiosos citados más arriba les respeten y observen el permiso de abrir escuelas aquí en Varsovia para enseñar a la juventud, lo hagan respetar y observar, y procuren que bajo ningún pretexto se les impida por parte de quienes tuvieran intereses, por gracia nuestra. En fe de lo cual firmamos las presentes con nuestra mano y añadimos el sello del reino. En Varsovia, el 23 de julio del año del Señor 1655, 7º de mi reinado en Polonia y 8º en Suecia.”
Hasta aquí el derecho real para abrir las Escuelas Pías en Varsovia, cuya ejecución se pudo llevar a cabo este año cuando el sueco aún no había hecho irrupción en Polonia, que luego puso totalmente bajo su control cuando los sármatas le juraron como jefe; y con ocasión de estos disturbios nuestro edificio y la iglesia se fueron en cenizas.
Dos difuntos nuestros
Por lo demás el año presente no es memorable por muchas noticias en otros lugares. En consecuencia cerramos este año y esta parte de la historia con el H. Marco Antonio de la Cruz, que fue asesinado por bandidos en Campania, y el H. Juan de S. Peregrino, que vio el final de sus días en la casa de San Pantaleo el 11 de octubre, para comenzar a escribir una parte nueva y un nuevo año.