GinerMaestro/Cap15/05

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15.05. Satisfacción y optimismo

El breve de unión llevaba fecha del 1 4 de enero de 1614. Tres días después volvió a reunirse en Santa Maria in Pórtico la Dieta extraordinaria, interrumpida desde mediados de diciembre, y después de leído el breve por el secretario, P. Pedro Casani, fue unánimemente aceptado por los tres capitulares que la componían, esto es, el P. General Bernardini, el Rector de Roma, P. Matraia, y el Vicerrector de Luca, P. Cioni, 'en quienes reside -dice el decreto capitular- la plena e independiente autoridad de toda nuestra Congregación'[Notas 1]

El P. Bernardini no tuvo paciencia para esperar la publicación del breve apostólico, y apenas supo que el papa había aceptado la unión propuesta en el memorial y ordenado que se expidiera el breve adecuado, cogió la pluma y empezó a escribir una larguísima carta a los padres de Luca, comunicándoles el fausto acontecimiento y dando rienda suelta a sus sentimientos de gozo, de satisfacción, de agradecimiento al Señor, de esperanza en un porvenir glorioso y de exaltación y alabanzas a las Escuelas Pías y a su P. Prefecto. Firmó la carta 'el día último de 1613'.[Notas 2] El lema latino que la encabeza da el tono de todo el escrito: ‘Benedictus Deus in Israel, qui fecit mirabilia magna solus’. Y empieza así:

Verdaderamente tenemos sobrada razón para alabar y bendecir al Señor, que con su brazo fuerte ha levantado en estos días a nuestra Congregación, que por espacio de muchos años había tenido humillada hasta el polvo de la tierra, con grandísimo provecho nuestro; y tanto mayormente le debemos bendecir y darle gracias, pues sin ninguna cooperación nuestra, cuando le ha parecido bien ha hecho cosas grandes en beneficio nuestro… Ya he escrito al P. Rector, que les haga saber la gracia recibida de Su Santidad en estos días con mucho honor nuestro y de las Escuelas Pías… y aunque otros iban a la zaga de obtenerla, no obstante, habiendo llegado a oídos del Papa informes muy honrosos de la Congregación, dados por el Card. Millini y otros, Su Santidad se ha complacido en colocarla enteramente bajo nuestro cuidado y hacernos patronos y administradores de este asunto [de las Escuelas Pías], para él y para toda la Ciudad tan querido y tan estimado por la gran utilidad que.se ve y que se espera aún mayor. Es cierto que considerada la obra a primera vista podría parecer a alguien pequeña y despreciable, mas les puedo decir a VV. RR. que los que tienen juicio y práctica de las cosas del mundo dicen que son como el grano de mostaza, que aun siendo el más pequeño de todas las semillas produce luego árbol frondoso. Quiero que sepan que hoy día, para abrirse camino en todos los países, habiéndose multiplicado tanto los religiosos y las Religiones, sobre todo en esta ciudad, no parece quedar lugar para nosotros… Mas el sumo y piadosísimo Dios, cuando parecía que todos los caminos estaban cerrados para dar paso a nuestra Congregación, ha abierto uno ancho y espacioso por el que nos hemos encaminado, y si no queremos renunciar a nosotros mismos, veremos por experiencia que nos llevará a grandes cosas… (Dios) ha empezado en verdad este asunto… y lo ha llevado a término, sirviéndose de nosotros en una obra para él tan querida y acepta… Sólo les diré que Cardenales importantes la tienen en altísimo concepto y el Card. Millini me ha dicho que ésta será la segunda Obra de Roma… Del Card. Giustiniani no digo nada, dado que es afectísimo a la Congregación y a la obra misma [de las Escuelas Pías] que le cuesta muchos escudos al año… Aquí se trata de un negocio suyo [de Dios] importantísimo, del cual, siendo bien llevado, se espera una grandísima reforma de la República Cristiana. Quizá parezca que he dicho demasiado, pero les aseguro que no hubiera nunca hablado de este modo, si eclesiásticos de gran virtud y santidad de vida no lo hubieran dicho y pronosticado... Ahora bien, si Dios nos favorece tanto, mostrando querer servirse de nosotros en cosa tan querida para él y tan necesaria hoy en la Santa Iglesia, ¿cómo permitiríamos nunca tratar el honor de Dios con negligencia, pues ‘Maledictus homo qui facit opus Dei negligenter?’'.[Notas 3]

Larga ha sido la cita, pero magnífica. No se puede poner en duda la espontánea sinceridad con que se expresa el P. Bernardini, tanto al manifestar la estima personal que siente por las Escuelas Pías, y la que sienten en Roma eclesiásticos de virtud y santidad de vida, muchos cardenales, el Papa y Dios mismo, como las fundadas esperanzas que tenía en el porvenir de su Congregación por haberse unido con las Escuelas Pías. En todos esos elogios se percibe el espíritu de Calasanz y su inmensa capacidad de persuasión, como ocurrió antes y ocurrirá después. Y Bernardini no pudo menos de reconocer y confesar públicamente en su carta que el P. Prefecto era 'un gran siervo de Dios', y que “el pensamiento tenido por este santo varón nos estimula tanto a abrazar esta obra con tal alacridad y a corresponder a la buena esperanza que ha puesto en nosotros, que no sé cómo explicarlo con palabras”. ¡En realidad, se había explicado muy bien!

El secretario de la Dieta, P. Pedro Casani, antes de entrar en escena como otro protagonista privilegiado en la historia de Calasanz y de su Orden, escribió una carta íntima a su propio padre, que era Hermano lego de la misma Congregación y vivía en la casa de Luca. La fechó eI 25 de enero de 1614 y en ella resonaba la misma satisfacción y esperanza que en la del P. General, con muchos detalles de lo que había ocurrido al recibirse el breve. Y entre otras cosas dice:

¿No os dije en días pasados que antes de morir veríais cosas que os gustarían? Ya habréis sabido por el P. Rector la gracia que ha hecho Nuestro Señor a nuestra Congregación, moviendo Ia mente de dos cardenales principales de la Corte, esto es, Giustiniani y Mellini, Vicario del Papa, para conseguir que N. Sr. Pablo V confíe al cuidado de nuestra Congregación aquella gran obra de las Escuelas Pías de Roma, de la que dijo Millini a nuestro P. General y al P. Juan B. [Cioni], que si ésta no era la primera obra buena de Roma, seguro que era la segunda…, así que Giustiniani dijo que de esta obra saldría la reforma de la lglesia… [Todos] dan felicísimos augurios a nuestra mínima Congregación, que en tan breve tiempo y tan al improviso ha levantado tanto la cabeza, Bendito sea Dios, de quien son ciertamente estos modos de obrar. La alegría que sienten ambas partes, esto es, nosotros y los de las Escuelas Pías y sus protectores, es de estupor. Apenas se recibió el Breve del Papa… todos los alumnos de las escuelas cantaron el ‘Te Deum’, y un gran siervo de Dios, Prior de los PP. Carmelitas Descalzos [P. Ruzola], al enterarse por nuestro P. General y el P. Juan B., sin decir palabra, en su presencia, se arrodilló y levantando los ojos y las manos al cielo bendijo a Dios afectuosamente, y alzándose se congratuló infinitamente con los Padres… Deberían ponerse todos sinceramente en manos de Dios, fiándose sin tregua de S. D. Majestad, pues hombres así son necesarios para esta obra altísima y sobre todo utilísima no sólo para Roma, sino para el mundo entero'.[Notas 4]

No hay documento alguno que nos diga lo que sintió y lo que hizo Calasanz al recibir el breve apostólico. El P. Casani dice que los alumnos cantaron un ‘Te Deum’, y que eran entonces unos 800. No cabe duda de que fue el P. Prefecto quien ordenó que lo cantaran a todo pulmón. Y en aquel mar de voces blancas apenas si podría apreciarse la voz grave del P. Prefecto. Pero seguro que cantaba también.

Notas

  1. Cf. el texto latino del Decreto en C. VILÁ, o.c., p.235-236, y su traducción castellana en ib., p.204-205
  2. Existen dos copias del original perdido. El P. Vilá publicó íntegro por dos veces el texto en italiano, sin dudar de la fecha: 'Di Roma a di ultimo d'anno 1614' (cf. C. VIlÁ, o.c., p.240-244; PosCas, p.192-198. Pero por criterios internos se concluye que debe ser 1613 y no 1614. Y serían entre otros: todo el tono y contenido no tienen sentido alguno después de casi un año de publicado el breve, pues la carta es para comunicar la feliz noticia de la unión, ocurrida 'in questi giorni'; no nombra ni alude siquiera al breve que concede la unión, lo cual sería absurdo si la fecha fuera 16I4, mientras es obvio si es el 31 de diciembre de 1613, dos semanas antes de su datación. El 9 de diciembre de 1613 el papa dio su aprobación y en el memorial se escribió en esa fecha: 'Sanctissimo placet' (cf. n.26 anterior). Bernardini habla en sus Crónicas de los trámites e informes de Giustiniani, 'si come per via secreta intesimo', y que 'havuta il Papa la relatione che aspettava ci diede subito la cura delle Scuole Pie e commandó che se spedisse breve apostolico' (cf. PosCas, p.263). Y precisamente después de saber esto y antes de la expedición del breve, escribió Bernardini su carta. ¿Qué sentido tendría decir en ella, en diciembre de 1614, 'per I'avvenire la Congregazioné si chiamerá della Madre di Dio' (ib., p.198), cuando hacía casi un año que ya se la llamaba así en los documentos?
  3. Cf. PosCas, p.193-194.
  4. Ib., p.160-162.