Alcañiz (ES) Colegio San Valero y casa de formación

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Mapa de la demarcación
Patio y galería del colegio de Alcañiz
Aviso de contenido

Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Aragón

(1729- )

Primeros pasos fundacionales.

El Colegio Valero, en honor a su fundador, comenzó en 1638, cuando D. Miguel Valero hace donación de sus bienes para dotar a 12 estudiantes pobres, naturales de Alcañiz, a fin de que se dediquen a aprender la gramática, las artes y la teología. Deberían llevar una disciplina estricta durante los cinco años de estudios. Había pensado encomendarlo a la tutela de los PP. dominicos, del convento de Santa Lucía de la ciudad. Se les asignaba una buena dotación. Cuando su viuda, doña Petronila Peralta, rehizo el testamento, junto con D. Francisco Ram de Viu, ejecutor del mismo quedaron las cláusulas principales en el mismo estado; pero se tardó mucho en llevarlo a la práctica, de modo que desde Zaragoza, D. Lázaro Romeo, juez de causas pías del arzobispado de esa ciudad, urge el cumplimiento de aquella testamentaria. Habían pasado, y no en vano, sino con una fuerte mengua del patrimonio, más de 20 años. Se puso en marcha, y el 11-11-1659 el Sr. arzobispo sancionó con su autoridad el dicho internado-colegio. Las rentas a esas alturas no daban más que para cuatro colegiales. A lo largo de los años, el administrador fue el ayuntamiento. Nunca fue buena su gestión, pues dispuso a su libre antojo de los bienes y rentas fundacionales, desviándolos de sus objetivos y juzgándose él mismo árbitro y ordenador de todo. No se rindieron cuentas, salvo los primeros años, de modo que el patrimonio quedó reducido a la nada. A los pocos años de llegados los escolapios, hacia 1736, las rentas eran tan pequeñas que apenas aportaban nada para los becarios. Los colegiales nunca pasaron de 6, e incluso hubo años en los que no quedó ninguno. De 1752 data el último colegial «valero». De este modo feneció lo que tan lánguidamente había pervivido y a costa de recaer en los últimos años en la comunidad escolapia. Los últimos becarios fueron: D. Manuel Rebullido, de la Ginebrosa, D. Ramón Vicent, D. Rafael Albera, a quien no se le concedió a pesar de haberla solicitado, y D. Pablo Buil. Se adjudicaron los bienes de la fundación, por pleitos llevados en razón de parentesco con los fundadores, a D. Juan Antonio Millán.

Cuando llegan los escolapios, una de las cláusulas que ellos admitieron fue que el rector sería también del director del colegio; se disponía de edificio-local reducido, puesto que del edificio antiguo no quedaba para el nuevo más que unas paredes, la entrada por un arco -tapiado hoy día- a la capilla de la familia Valero; otro arco -tapiado también-por el que se accedía al colegio con una pequeña hornacina que cobijaba la imagen de San Valero, presidiendo la entrada y el año de fundación. Dichas paredes han quedado incorporadas a la actual iglesia. Pero la fundación hay que buscarla en una solicitud por parte de la población, apoyando la demanda D. Martín Altarriba, baile de Aragón. Estaban a favor: el cabildo eclesiástico, los PP. dominicos y capuchinos, aunque había algunas voces contrarias. Asimismo eran partidarios el corregidor D. Francisco Rubio de Colín y hasta el Sr. arzobispo de Zaragoza, D. Tomás Crespo de Agüero. Alcañiz, en la voz de su procurador D. Francisco Martínez, se había inclinado mayoritariamente a la petición, y ofrece al P. Vicario general las escuelas de gramática y de primeras letras; pide cinco religiosos: dos para escuelas de niños y tres para las de gramática, con las condiciones normales que se habían exigido por parte de otros lugares, especialmente de Daroca. Se firman la capitulación y concordia el 30-7-1729. Llega la aprobación arzobispal el 19 de agosto, y el 1 de septiembre se dio carta y real provisión. El 27 de julio de ese mismo año, había tenido el ayuntamiento de la ciudad sesión plenaria: D. Joaquín de la Torre, regidor decano, D. José Ardid, teniente corregidor (el titular era D. Antonio Pérez Rubio de la Celis) y los regidores o concejales: D. Antonio Vélez, D. Pedro Estrada, D. Antonio Bodón, D. Juan de Santapau, D. Miguel Celarreta, D. Antonio Serra. Don Antonio Montañés era el procurador general síndico de la ciudad. Todos ellos comisionaron a D. Joaquín de la Torre y a D. José Ardid para que llevaran a cabo las capitulaciones y concordia. Se escribieron ante el notario D. José de la Figuera, y fueron testigos D. Martín de Altarriba y D. Joaquín de la Torre. Se desconoce por qué razón se volvieron a escribir nuevas capitulaciones, que, de modo similar, se firmaron el 11- 9-1731, ante el mismo notario. Siendo los comisionados en esta ocasión por parte del ayuntamiento, D. Juan de Santapau y D. José Ayerbe, y testigos D. Francisco Montañés y D. Joaquín de Pedro. Tal vez, algunos puntos no habían quedado suficientemente precisados y hubieron de ser tratados de nuevo.

La primera comunidad escolapia estuvo constituida por: PP. Agustín Paúl, rector, y Tomás Calle; H.° José de San Miguel, y los clérigos Juan Antonio de Andrés y Juan Antonio Benito. Todos ellos provenían de Basbastro. A ellos se les agregó el compaisano P. Pascual, que era de Valdealgorfa, y que venía desde Daroca. Llegaron el 20 de septiembre y 10 días más tarde comenzaba el curso.

Historia y crecimiento.

A los 3 años los locales resultaron pequeños; se comenzó a adquirir las casas y corrales contiguos: a D. Bruno Santapau el 4-11-1732; a D. Tomás Zapater, el 8-4 del mismo año; a D. Pedro Ricart, el 18-6-1734; a D. Jacinto Pastor, el 9-6-1744; en 1736, ya estaban bastante adelantadas las nuevas aulas para las que el ayuntamiento iba allanando todas las dificultades que surgían. La última adquisición fue a D. Pedro Juan Barberán, de 1270 metros cuadrados, fruto del testamento de D. Francisco Puy de Orfila.

Desde 1763 a 1767 se presentaron los planos de la iglesia, que fueron desestimados en primera instancia; pero corregidos los defectos que se les imputaban, fueron aprobados por la Congregación provincial. El diseño fue del H. Andrés Vidal, constructor y del H. Victorino Navarro, carpintero; las obras concluyeron en 1872; tiene planta de cruz latina, cúpula elíptica, sobre pechinas con los cuatro profetas mayores en ellas y frases alegóricas a la educación en la leyenda de cada uno de ellos; 8 ventanas bajo la cúpula, con 8 pares de nervios concurrentes en la clave, de estilo rococó; 6 capillas laterales sobre las que corre una amplia galería que forma el coro. El retablo tenía cuatro hornacinas con los Santos Valero, Santo Ángel, Andrés y Lorenzo. Poseía un hermoso órgano para las celebraciones litúrgicas. El actual retablo es de los hermanos Navarro, en madera dorada. Tiene la iglesia, como complemento, una torre mudejar de imitación, muy elegante, y que conjuga maravillosamente con la fachada del ayuntamiento. Ha sido recientemente restaurada.

La actividad académica se daba en doble enseñanza. La primera enseñanza constaba de dos clases: una de leer y otra de escribir, aunque los contenidos eran: catecismo, doctrina sagrada, urbanidad, gramática, aritmética, historia griega y romana.... Le seguían las escuelas de gramática, que solían durar cinco años, y que comprendían: retórica, traducción, comprensión y exposición de los clásicos, cosmología, historia griega y romana, histología, improvisación en latín en prosa y verso, historia de las antigüedades romanas, historia de España... Y, finalmente, la filosofía, que no tuvo permanencia duradera en este colegio, sino tan sólo en algunos momentos como 1847, 1853, 1883.

La lectura pública de la filosofía y teología para alumnos de la ciudad, fue siempre de proporciones reducidas. Se hizo de modo ocasional, según las capitulaciones de fundación. Y el mayor número de defensores de tesis filosóficas y teológicas o fueron escolapios o aspirantes al clero secular, como D. José Cid (1764), o D. José Francia (1769). Albergó también, ya en el año 1747, una casa de formación y estudios para los candidatos a escolapios, según la programación que hizo el Capítulo provincial de ese año. A Alcañiz le correspondió la formación de los jóvenes teólogos a quienes acompañaban como maestros los prohombres de la Provincia, supliendo de este modo las deficiencias económicas que se padecían.

Lo mismo que fueron de gran renombre las academias que se celebraron en la Colegial de la ciudad, y donde se demostraba la preparación de los alumnos en los diversos temas, con un perfecto dominio del latín. Fue famosa, entre otras, la dirigida por el P. Marcelino Boira en 1779, dedicada a las alabanzas de Alcañiz. Hubo otras dirigidas por el P. Andrés Cros y Ballano; por el P. Ramón Rajade y por los PP. Miguel Bañolas y Matías Lasarte.

Cabe mencionar entre los contenidos que se desarrollaban en las clases los estudios de historia local: debieron tener una entidad propia, a juzgar por la cantidad de exalumnos eminentes que brillaron en este campo de la cultura; por citar tan sólo algunos: Nicolás Sancho, Mariano Ardid Plano, Eduardo J. Taboada Cabañero, Evaristo Cólera, Joaquín Buñuel...

En mayo de 1846, por sugerencia de la Excma. Diputación de Teruel y en su nombre D. José Soto y D. Pedro Valero, propusieron la creación de un Instituto de segunda enseñanza para Alcañiz, que sería llevado por los PP. escolapios; pareció bien al ayuntamiento, y así se hizo. En un principio duraban cuatro años los estudios que se impartían; luego sólo tres... hasta 1856. Se desplazaban a Zaragoza para los exámenes. En 1859, el colegio es inscrito en Teruel, a efectos de enseñanza y exámenes.

El 27-5-1871, en sesión del ayuntamiento se expuso la conveniencia de crear un Instituto libre de segunda enseñanza, acogiéndose al decreto de 25-10-1868. En esta empresa hubieron de juntarse religiosos y seglares para el desarrollo de las materias docentes; esta mezcla no resultó positiva. No obstante, se consiguió de la Universidad de Zaragoza el reconocimiento. Siguió como Instituto libre hasta 1883, pues en ese fecha -y puede que antes- ya aparecen en actas los examinadores que venían de Teruel. Se recibía, además, de la Diputación provincial de Teruel 2.000 ptas. anuales, que ayudaban al erario del ayuntamiento.

Siendo Instituto libre hubo de equiparse con los gabinetes de física, química e historia natural que se prepararon con la ayuda de todos. Los señores Palo enriquecieron la colección de animales disecados con unos cuantos ejemplares de Filipinas; preparados con todas las exigencias, eran mostrados a los que visitaban el colegio. Y eran punto de trabajo para los estudiosos de España y del extranjero que se desplazaban a hacer sus trabajos de ciencias naturales. Estos gabinetes fueron totalmente destruidos durante la guerra civil española. Idéntico camino siguió la espléndida biblioteca de que disponía el colegio, enriquecida a lo largo de los años con buenos manuscritos, de los que no quedan más que unas mínimas señales. Había, al decir de testigos oculares, incunables, manuscritos y auténticas joyas bibliográficas, piezas todas ellas de gran valor, además de los libros que se manejaban en las exigencias pedagógicas.

Había reunido las donaciones de algunos personajes notables por su cultura, o testamentos de ciertos prohombres de letras de la localidad: D. José Tomás Fuertes, deán que fue de la Colegial; la de propiedad de D. José Benito Bielsa, sacerdote del cabildo, especializada en manuscritos de tema regional, pasó a su sobrino, D. Pantaleón Egea, quien, a su muerte, la donó a los escolapios. Y la propia del P. Enrique Labrador que era rica y buena.

Una de las instituciones de más solera en el colegio fueron las escuelas de adultos, que se iniciaron en 1862, fecha en que el ayuntamiento las solicita instado por el gobernador civil de la provincia; tal vez respondiera a la necesidad de cultura dominante en toda España. Se avinieron las partes y el funcionamiento fue rápido y correcto: el 16-1-1863 comienzan las clases más elementales: lectura, escritura, aritmética, sistema métrico, gramática, dibujo lineal. Y una clase semanal de religión y moral. Por los avatares políticos, en algún año se interrumpieron, como por ejemplo en el trienio 1874-1877, al ser convertido el colegio en hospital. El rector, P. Pantaleón Blanquer, en 1878, solicita que se dividan en tres grupos y que se rebajen de 5 a 4 los meses de duración del curso, porque de ese modo se podría atender mucho mejor a los alumnos, de forma más individualizada y por poder componer más adecuadamente las tareas escolares con las laborales. Hubo de nuevo interrupción de las mismas en 1886, y reinstauradas en 1869. En esta ocasión se matricularon más de 200 personas; trabajaban tres escolapios; no consta fecha de supresión; sí consta en el ayuntamiento que, pasada la contienda nacional de 1936, el ayuntamiento se preocupa del asunto, por demanda del pueblo sencillo. Eso significa que hasta momentos inmediatamente anteriores a la guerra venían funcionando, y la gente asistiendo con asiduidad.

El alumnado se distribuyó del siguiente modo:

Año Internos 1.ª ens. 2.ª ens. Gratuitos Adultos Total
1659 6 6 6
1729 6 ? ? 6 - ?
1780 40 115 90 ? - 245
1785 45 320 120 ? - 485
1796 40 195 140 40 - 375
1801 42 230 130 40 - 402
1805 42 210 130 40 - 382
1808 ? 238 157 40 - 395
1809 ? ? ? ? - 600
1826 20-40 277 91 ? - 398
1878 ? ? ? ? 120 ?
1889 ? ? ? ? 200 ?
1910 60 341 64 70% ? 465
1911 40 181 35 70% ? 256
1936 40-50 414 86 ? ? 545

Puede observarse cuánto y cómo ha supuesto el internado a lo largo de la historia del colegio, ayudando a muchachos de pueblos cercanos. Desde 1771 a 1817 existen listas de pueblos que colaboraban mediante una asignación estipulada para que los hijos de dichos municipios pudieran asistir al colegio de escolapios. Eran 30 poblaciones que aportaban 3.000 reales por año, de modo proporcional a la población de censo. Esto contribuía también a que la asignación del ayuntamiento de Alcañiz fuera menos onerosa.

La guerra civil española (1936-1939) interrumpió la marcha ascendente que el colegio llevaba y la normalidad con que se desarrollaban las actividades escolares.

El 14-3-1938 se liberó la ciudad. Vinieron pronto los PP. escolapios, pero no se quedaron. El ayuntamiento fue el encargado de gestionar su vuelta, pero aún hubo de pasar bastante tiempo, en tanto se disponían el edificio y los medios a utilizar para vivienda y enseñanza. Murieron asesinados los PP. Saturnino Lacuey, rector, Ramón Royo, Pedro Serrate, Dionisio Pintado, Domingo Jordán, Domingo Blanch, Manuel Guíu, Ramón Encuentra y Tomás Lacarra, en los meses de julio y agosto de 1936.

El 10 de octubre de 1940 falleció en la ciudad doña Concepción Faci Usón, quien había donado su cuantiosa fortuna para erigir y fundar en Alcañiz escuelas profesionales que habían de regentar, en principio, los PP. salesianos. Consultados éstos por la corporación municipal, rehusaron; y los albaceas testamentarios del patronato Faci-Santa Pau encaminaron los fondos a la reconstrucción del colegio de los escolapios. La comisión la formaban: D. Rafael Gal ve, párroco; D. Emilio Díaz, alcalde; D. Leandro Palomar y D. José M.ª Gracia. La determinación la juzgaron acertada. Visitaron al P. Félix León, Vicario provincial, quien, en fecha 25-4-1944 les devolvía la visita, junto con el P. Patricio Mozota; quedaron en volver cinco religiosos para reemprender la tarea docente en el curso entrante. Las obras de adecentamiento se realizaron en lo más fundamental durante el verano. Tuvieron que sortearse muchos obstáculos. El 12 de septiembre llegaron los PP. Francisco Rubio, rector; PP. Pascual Ferrer, Buenaventura Mínguez, Fernando Negrillos, Manuel Zaera y Hermano Facundo Rodellar. Se les añadió D. Ireneo Bueno, como profesor de primaria. Las clases empezaron el 15-10-1944.

Con la llegada de los escolapios se disolvía la academia «José Antonio», con la que se había pretendido no dejar abandonados los estudios de los niños durante la guerra y posterior posguerra. Tenía esta academia su residencia en el colegio, con el visto bueno del ayuntamiento, en la planta primera y bloque central, después de haberse mudado de unos sencillos locales en la calle Mayor. La plantilla de profesores de esta academia tenía un alto grado de cualificación, pero, en su mayoría, estaban carentes de pedagogía en la docencia. Ellos eran: D. Luis Colubi, juez de primera instancia, responsable, D. Juan Serna, interventor del ayuntamiento; D. Joaquín Buñuel, ex-escolapio y D. Francisco Albalá, ambos del clero secular; D. Joaquín Foz Serrano y D. Leandro Palomar, quien seguiría durante nueve años dando clases en el colegio. Esta academia había funcionado desde 1939 hasta 1944.

No fueron tampoco fáciles aquellos momentos; las condiciones de trabajo eran duras; sin las aportaciones del ayuntamiento no podían sufragarse los gastos que generaban las escuelas. El P. Provincial pide al alcalde D. Emilio Díaz un aumento de la subvención para que el colegio no se ahogara por la penuria económica. Esta petición fue tan sólo verbal y hecha a título personal. Pero de ella tomó nota el pleno del ayuntamiento cuando autorizó el incremento de la subvención desde 14.000 hasta 30.000 ptas. anuales, si las condiciones lo permitían (14-9-1945). El pueblo colaboraba con pequeñas aportaciones. En enero de 1949 se crea la asociación de exalumnos, con la finalidad de que el colegio «San Valero» creciera con la ayuda de quienes en él se habían formado. El 23, se elige a la primera junta rectora y se comprometerá en la empresa.

Actividades educativas y pastorales.

A lo largo de la historia del colegio, se ha distinguido la continua actividad en favor de las gentes de la ciudad y de la comarca. Volcado siempre hacia ella, son incontables las que han nacido en él, o han sido desde él notablemente potenciadas; desde las Cofradías del Santísimo ya en 1754, pasando por las novenas de las ánimas, o la atención a los presos de la cárcel... hasta los actuales grupos de matrimonios o de rendimiento escolar, o escuelas de padres. Citando algunas funcionó la Acción católica, la Congregación mariana, los Tarsicios, los grupos del Rosario, una academia de música en 1965; ha sido animador de publicaciones regionales; escuela nocturna de adultos con una duración de más de 50 años, adelantándose a las necesidades de la sociedad; banda infantil de trompetas y tambores, cuya existencia se remonta a 1908; grupo scout que cumple las bodas de plata en el colegio y que surgió de él; museo arqueológico.

Pero, sobre todo, han pasado por sus aulas 125.000 alumnos y 5.000 adultos en las jornadas nocturnas. Si se quiere citar a algunos, nunca excluyendo, se pueden agrupar entre: Eclesiásticos: Tomas Bardavío Ponz, Tomás Barrera Artal, José Benito Bielsa, José Estrada, Valentín Gómez Pueyo. Historiadores: Mariano Ardid Plano, Evaristo Cólera, Nicolás Sancho, Eduardo J. Taboada Cabañero. Naturalistas: Francisco Lóseos Bernal, José y Salvador Pardo Sastrón, José Antonio Dosset, Tomás Antón Bayod Cólera. Profesores de Universidad: Fernando Alonso Lej, José Andrés Moros Morellón, Pascual Capdevila Sancho, Andrés Cabañero Temprado, Luis Mendizábal. Médicos: Nicolás Ferrer Julve, Epifanio García Ibáñez, Manuel Simeón Pastor, Galo Leoz. Humanistas - escritores: Vicente Alcober, Gaspar Bono Serrano, Andrés Gimeno García, Francisco Mariano Nipho, Tomás Cañizar Juan, Rafael Fuster Camprovín, Juan Miguel González de Crosellas, Sebastián Monserrat Bondía, Joaquín Ollés de Regales, Juan Pío Memorado, José Antonio Royo, Miguel Valles Rebullida. Abogados: Rafael Ardid, Jerónimo Blasco, Casimiro Cabañero Magallón, José Millán Carnicer. Militares: Lucas de Abinaja, Manuel Benedicto Temprado, Serapio de Pedro, Rafael Estrada Casanova, Antonio Faci Carrera, Francisco Garcés de Marcilla, Fernando y Mariano Pascual de Torla Gasque, Manuel Anón, Manuel Carnicer, Rafael Ram de Viu. Políticos y diplomáticos: José Lorenzo Prades, José María Torrecilla González, Gregorio Millaruelo Clemente. Artistas: Ramón Capdevila Sancho, Antonio Ejarque Cólera, Juan de Sesé y Balaguer, Joaquín Cólera, Ceferino Cabanas Palomar, Cristóbal Sierra Plano, Germán Gil Losilla.

Superiores

Persona Año
Agustín Paúl 1729
Pascual de Jesús 1739
Cayetano Ramo 1742
Rafael Fraguas 1751
José Mójica 1757
Juan José Soriano 1760
Tomás Mateo 1763
Buenaventura Sánchez 1766
Tomás Mateo 1769
Pantaleón Blanquer 1772
Esteban Stevanius 1781
Baltasar Carnicer 1784
Fulgencio Mártires 1790
Pío Cañizar 1794
Jerónimo Polo 1804
Enrique Brumos 1807
Ramón Polo 1814
Alejandro Lacosta 1817
Benito Esteban 1823
Bartolomé Miralles 1826
Matías Lasanta 1829
Demetrio Ricarte 1833
Alejandro Masetti 1853
José Balaguer 1858
Benito Palomar 1858
Vicente Lajusticia 1859
Benito Peralta 1865
Luciano Naval 1872
Miguel Espada 1875
Eugenio Ortega 1878
Antonio Sabaté 1885
Joaquín Campos 1897
Francisco del Carmen 1900
Marcos Quibus 1902
Nicasio Domínguez 1906
Jacinto Berberena 1909
Manuel Pazos 1919
Gregorio Moreno 1922
Félix León 1925
José Bielsa 1928
Saturnino Lacuey 1934
Francisco Rubio 1944
Jesús Vallejo 1949
Antonio Senante 1952
Félix López 1955
Manuel Ovejas 1961
Alejandro García 1967
Benito Aranda 1970
Antonio Alconchel 1973
Sidonio Mañero 1976
Benito Forcano 1979
Olegario Aranda 1982

Bibliografía

  • Ovejas Martínez, M.: El Colegio de las Escuelas Pías de Alcañiz, Rev. Teruel (1964). LEC, pp. 63-70; 201-206; 365-367; 484-485; 526.
  • García Marrodan, A.: El Colegio de las Escuelas Pías de Alcañiz, (mecanografiado) R 2, I, pp. 79-82
  • II, p. 252. Taboada Cabañero, E.: Mesa revuelta (Apuntes de Alcañiz), Zaragoza, 1969, pp. 128-134. Zapater, P.: La Thesorera descubierta y vengada de las injurias del tiempo, copia de manuscrito, 1704. Cólera, E.: Descripción de Alcañiz y su partido, manuscrito, pp. 239. Idem: Colección de noticias de Alcañiz y su comarca, manuscrito, 1802-1814, 3 tomos
  • Regales, J.: Descripción general y particular del partido de Alcañiz, manuscrito, 1790, pp. 328. Buñuel Lizana, J.: Galería de alcañizanos ilustres y de destacadas personalidades populares, El Noticiero, S. A., Zaragoza, 1959. Sancho, N.: Descripción histórico- artístico, detallada y circunstanciada de la ciudad de Alcañiz y sus afueras, Alcañiz, 1860, espec. pp. 473.476; 494-506.
  • Anuario parroquial de Alcañiz, años 1946-1950, especialmente el del año 1950.
  • Hoja parroquial de Alcañiz, números de la época.
  • Archivo administrativo de la ciudad de Alcañiz: XVIII, 1.1; 1.3; XX, 1.18; XXI, 2.25; 5.32; XXII, 4.11; 3.26.
  • Archivo histórico de la ciudad de Alcañiz: 7.3.0 - K.93; 1.131. 7.3.1. - 1.137. 7.3.2. - K.91; 1.116; 1.117. 7.3.6. - B.3; 1.134; 7.4. - B.29; 7.3.6. -A.35; N.121; 5.0.3. - C.44; B.41; 5.3. - P.3; 1.5.2. - C.69.
  • Archivo notarial de la ciudad de Alcañiz
  • Archivo parroquial
  • Archivo Aragón

Redactor(es)

  • Primitivo Arnáez, en 1990, artículo original del DENES I