ViñasEsbozoGermania/Cuaderno06/Cap36

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Capítulo 36º. Sobre los progresos de los nuestros en los estudios y disciplina religiosa en este tiempo en Germania.

En el año 1672 el P. Nicolás Hausenka de la Inmaculada Concepción de la B.V.M. creó la primera casa de estudios de letras humanas para los nuestros en Prievidza, y luego añadió matemáticas, de donde salió el P. Benito Scholtz de Sta. Catalina V. y M., insigne matemático, que luego fue durante muchos años profesor de Filosofía y Teología especulativa en Varsovia; sacerdote digno de alabanza por la rectitud de sus costumbres, y por promover los estudios en nuestra Orden, además de ser famoso por sus conocimientos científicos. Había nacido en Podolín el 5 de febrero de 1656, e ingresó en la Orden el 14 de junio de 1671. Partió de los vivos en Dabrowica el 8 de octubre de 1696.

El año 1675, después de las vacaciones de otoño se instituyeron en Prievidza los estudios de Filosofía para los nuestros siendo profesor el P. Joaquín de la Natividad de a B.V.M., que fue luego el primero de los nuestros en enseñar públicamente en Varsovia teología especulativa, y estableció las ciencias en Polonia. En este curso de filosofía había en total 14 de los nuestros, de los cuales luego salieron insignes profesores de filosofía y teología. Además del ya citado P. Benito Scholtz, el P. Andrés de la Conversión de S. Pablo, el P. Gabriel del Ángel Custodio y el P. Feliciano de la Asunción de la B.V.M. El P. Joaquín de la Natividad de a B.V.M., en el siglo Adalberto Goralewicz, había nacido en Sokolovia de Polonia, diócesis de Przemysl el 13 de abril de 1643. Tomó el hábito escolapio en Rzeszów el 14 de septiembre de 1660; hizo la profesión en el mismo lugar el 15 de diciembre de 1661. Fue ordenado sacerdote en Cracovia el 29 de septiembre de 1667 por el Ilmo. D. Nicolás Oberski, sufragáneo de Cracovia. Estuvo un tiempo en Italia, principalmente como maestro de nuestros neoprofesos en Chieti. Fue un hombre que sobresalió por su mansedumbre. Durante dos años sufrió pacientemente la parálisis, y salió de entre los vivos en Lubieszow el 6 de junio de 1711.

Andrés de la Conversión de S. Pablo, en el siglo Pablo Alejo Baiar, de Straznice fue un eximio miembro de nuestro instituto, que desempeñó durante muchos años cargo de rector, viceprovincial de Hungría (1698-1709) e incluso comisario provincial. Cuando se hizo mayor durante todo un año estuvo privado de sus sentidos. Al final practicaba en privado los ejercicios de piedad, y deseaba a menudo disolverse en Cristo. Sufrió una apoplejía, y tras dar claros signos de contrición, y recibir la Extremaunción, se durmió piadosamente en el Señor en Prievidza el 20 de octubre de 1716. El Ven. P. Juan Crisóstomo Salistri describió del siguiente modo al P. Andrés de la Conversión de S. Pablo en el librito “Miembros y descripción de las casas de Brezno, Podolín etc. 1690 (Archivo General: Provincia de Polonia, nº 46): “P. Andrés de la Conversión de S. Pablo, superior, de 48 años de edad y 17 de religión, moravo, de Straznice, teólogo, predicador en lengua eslavona y alemana. De estatura mediana, flaco, de pelo castaño, se le empieza a poner blanco el cabello, activo, poca barba en las mejillas, piel clara, ojos hundidos y claros, frente prominente. Recto de costumbres, es tenido como severo por los ciudadanos, porque defiende como párroco los derechos de la Iglesia. Es pariente suyo el P. Francisco, que está en Prievidza. Atiende diligentemente el bien de la Orden”[Notas 1].

En el mes de agosto de 1676 los juniores defienden ante el Capítulo Provincial la Lógica de la filosofía y los ocho libros de física, en especial el H. Gabriel Sczacomicki del S. Ángel Custodio. Había nacido en la diócesis de Cracovia el 17 de enero de 1652; tomó nuestro hábito en Podolín el 24 de febrero de 1671. Después de enseñar en todas las escuelas, enseñó los cuatro cursos de filosofía y el bienio de teología especulativa, y preparó excelentes profesores de filosofía. Enseñó filosofía a los nuestros durante muchos años en Prievidza. Era un hombre bueno y un religioso ejemplar, egregio celador de nuestro instituto. Fue incansable en escuchar confesiones hasta el final de su vida, hasta que desgastado por los trabajos se durmió en el Señor en Nitra el 11 de mayo de 1723, siendo el decano de la provincia de Hungría.

El año 1677 se completó la construcción de nuestra casa de Prievidza, y durante los años de obras se gastaron más de 60.000 florines renanos. Al llegar las vacaciones de otoño se terminó también el curso de filosofía, y se defendieron las tesis en presencia del P. Miguel Krausz de la Visitación de la B.V.M., Provincial.

Al año siguiente de nuevo bajo el rectorado del P. Esteban Kinzel de la Anunciación de la B.V.M. se volvieron a comenzar los estudios de filosofía, siendo profesor el P. Juan Mudron de Jesús María, quien después de haber enseñado en todas las clases en Podolín, había sido enviado de esta casa con el P. Juan Martín de la Natividad del Señor a Horn, y allí enseñó con alabanza de todos filosofía y teología. Volvió luego a Prievidza y enseñó teología moral y luego filosofía, y finalmente enseñó teología especulativa durante muchos años en Varsovia. Fue nombrado rector de esa casa, y en 1692 fue como vocal de la provincia al Capítulo General de Roma, y allí se quedó. Aprovechó de sus enseñanzas en Prievidza el que sería egregio profesor de filosofía y teología en Polonia, el P. Bartolomé de la Purificación de la B.V.M., religioso insigne. El P. Mudron había nacido en Podolín de Szepes el 12 de marzo de 1647; ingresó en la Orden allí mismo el 12 de abril de 1665, y emitió su profesión en Rzeszów el 12 de abril de 1667. Fue ordenado sacerdote en Viena el 30 de septiembre de 1673 por el Ilmo. D. Wilderico, obispo de Viena. Murió en Iglov de Szepes el 4 de abril de 1705. En el Hemerologio se dice lo siguiente de él: “Falleció el P. Juan de Jesús María, sacerdote, famoso profesor de filosofía y teología, y que brilló como erudito. Desempeñó con gran alabanza el cargo de misionero apostólico en estas regiones”.

El año 1679 se creó en Varsovia la primera clase pública de teología especulativa de la provincia, para la cual el P. Miguel de la Visitación de la B.V.M., Provincial, llamó al P. Joaquín de la Natividad de la B.V.M., a quien había enviado a enseñar ese curso a Prievidza y luego a Podolín. Terminado el curso de filosofía, fue llamado como segundo lector de teología de Prievidza a Varsovia el P. Juan de Jesús María.

No se le ocultaban al Rvmo. P. General el progreso de los estudios en Germania, de lo que recibía mucho gozo, pues con paterna solicitud se esforzaba por que nuestros juniores recibieran una recta y sólida formación.

“Me alegré mucho al recibir las últimas noticias de Vuestra Reverencia sobre la conclusión en los pasados cuatro meses de los cursos de humanidades y filosofía, así como de la promesa de comenzar el próximo año los cursos de filosofía y teología. Encomendamos a V.R. que prepare para ellos profesores y lectores sólidos y aptos. Ojalá oyéramos lo mismo de todas las provincias. Lo único que deseo es la óptima educación de los jóvenes en las letras y las costumbres religiosas. Si estando aún calientes las cenizas de nuestro Venerable Fundador perdiéramos en fervor y piedad, ¿cuánta sería la pérdida para nuestros sucesores, si disminuyera en la misma proporción nuestro cuidado? Por lo tanto le recomiendo encarecidamente el máximo esfuerzo en estas cosas…”

Así escribía el Rvmo. Padre al Rvdo. P. Ambrosio Prachowsky de Sta. Luzmila, provincial de Germania, el 29 de septiembre de 1679. También dirigió sus ojos vigilantes a la provincia de Polonia el Rvmo. Padre vigilante:

“26 de abril de 1681. P. Francisco (Haligowski) de Jesús. Varsovia.
Nunca es tarde para expresar el gozo por la filial observancia con que V.R dirige esa casa. En cuanto a las vísperas que cantamos en esta casa, como usamos diversos modos según los tiempos litúrgicos, elegimos el más apto según el tiempo y las personas. El Capítulo General alabó y confirmó el uso de las casas en que se había introducido la costumbre de cantarlas. No se prescribe un modo concreto de hacerlo, sino que depende del lugar y las personas. Aquí nosotros, para no ir cambiado de modos, cantamos devotamente según la manera de los capuchinos. Ahí podrían hacer lo mismo, o usar el tono gregoriano, si les parece más fácil y adecuado.
A los niños les acompañan dos de los nuestros, uno al principio y otro al final; en tiempo de lluvia suspendemos el acompañamiento; acomoden ahí esta práctica a su discreción. Si tienen la costumbre de acompañarlos, sigan; si quieren dejarla, sería suficiente con que el prefecto, estando a las puertas de la iglesia, los despida, y les mande ir con orden, y nombre algunos censores que denuncien las insolencias, para contenerlos en el temor. El prefecto debe también cuidar que todos acudan a la doctrina cristiana, castigando la siguiente semana a los que faltaron sin causa justificada. Para todas estas cosas puede ponerse de acuerdo con el P. Provincial, para discernir en el Señor lo que conviene hacer en ese lugar.
En el último Capítulo General se estatuyó que cada superior experimentara en su provincia y casa los cánones penales, de modo que en el siguiente capítulo se pueda discernir qué conviene adoptar, qué abrogar, qué añadir. Así que nadie podrá quejarse con razón de su observancia.
Desearíamos, querido padre rector, que uniera la suavidad al celo, para no hacer pesado y odioso el yugo suave del Señor para los súbditos, a quienes debemos gobernar como hombres formados, como los padres a los hijos, no como dioses ni como tiranos. A los que vea que trabajan loablemente en la viña del Señor, déles muestras de aprecio y anímelos; a los que fallen por debilidad, aconséjeles paternalmente, y si no, de vez en cuando enséñeles el palo para enmendarlos. Pero que no vean en ello los súbditos venganza, ni una naturaleza feroz, ni piensen que su enfado habitual esté motivado por el deseo de mortificarles, sino por el celo, la prudencia y el deseo de enmienda. Enseñamos más rápidamente con el ejemplo que con las palabras. Pues si vieran que somos impotentes para controlar nuestras emociones y los impulsos de naturaleza animal, ¿cómo iban a escuchar lo que dijéramos acerca de dominar las emociones? Decae el ánimo de aquel que intenta cumplir su tarea con todas sus fuerzas y se ve recompensado con injurias e insultos, y se desespera el débil si cree que el superior no compadece sus debilidades. No tiene celo quien corrige sin mansedumbre y caridad. Y si todas estas cosas son válidas dentro del claustro, ¡cuánto más en relación con los seglares, cuando alguno se siente increpar amargamente! Nosotros los superiores debemos actuar como quisiéramos que nuestros superiores actuaran con nosotros si fuéramos súbditos. Escribo estas cosas no porque haya que ahorrar la vara cuando sea necesaria, pues es imposible gobernar una comunidad humana sin alguna severidad, sino para que se haga con suavidad, con palabras medidas, con lengua religiosa, y para que no se exceda en el modo ni se deje de tener en cuenta la persona concreta. Deseo que estos consejos paternos que le doy sirvan para la paz común y el incremento de esa casa. Por lo demás, el Señor, que es lo único necesario, se digne inspirarle…”

La razón para estos avisos paternales al P. Francisco Haligorski, rector, la dio una carta de un religioso al que alaba por su mérito en el Hemerologio el P. Rodolfo Brasavola de S. Jerónimo: “Falleció en Varsovia de Polonia el 9 de agosto de 1703 el P. Benito de S. José, sacerdote famoso por su piedad y erudición, y famosísimo en el reino por sus sermones”. Benito de S. José, en el siglo Estanislao Zawadzki, había nacido en Varsovia el 26 de septiembre de 1652. Después de tomar el hábito de nuestra Orden de las Escuelas Pías el 19 de marzo de 1668, desde su juventud se dedicó totalmente al cultivo de las letras humanas, y brilló tanto en ellas que después de ser experto en todas las historias, se convirtió en célebre orador e insigne poeta, como certifican las obras que deja en poesía lírica, graciosos epitafios y elocuentes sermones. Durante seis años desempeñó el cargo de rector con grandes elogios, y lo dejó para dedicarse de buena gana a la oratoria sagrada. Enfermó de una fuerte tisis intestinal, e informado por el médico de su muerte inevitable antes de las tres semanas de agonía, resignado ante la voluntad de Dios y preparado con todos los sacramentos, y diciendo con su último aliento las palabras de San Agustín: “Tú que me creaste, ten compasión de mí”, invocando a Dios, falleció piadosamente edificando a los que estaban presentes.

Como hemos copiado la carta dirigida al superior, copiaremos ahora la dirigida por el mismo al súbdito:

“Nos preocupó mucho vuestro dolor por las quejas que indiscretamente hace de su P. rector, pues no queremos que nuestros hijos que se esfuerzan ardientemente por cumplir las tareas de nuestro ministerio se sientan oprimidos por las molestias y abusos de los superiores. Insinuamos a su padre rector que debe gobernar con mansedumbre y suavidad, y en relación con algunas cosas que usted dice, sin nombrarle, le recomendamos en general que aunque actúe con celo, lo mezcle con suavidad y dulzura. A usted por otra parte le exhortamos para que con el mismo ánimo soporte las cosas que Dios le envíe, para no caer en tentación. El superior debe portarse como un padre, y el súbdito como un hijo; si él debe cumplir su parte, usted no debe descuidar la suya, lo mismo que un hijo debe compadecer a un padre airado o delirante, en lugar de despreciarlo y pisotearlo. Espero que la llegada próxima del Padre Provincial, con su presencia y residencia ahí, y los consejos que he dado sirvan para crear un ambiente mejor ahí. Así que no decaiga el ánimo, ni se entibie el fervor en el trabajo, sino más bien mire que la plenitud de la medida de nuestros trabajos está en el cielo; Dios suele asperger nuestros méritos en esta tierra con aflicciones y tribulaciones, para que no recibamos nuestra recompensa aquí, sino que sea tanto mayor en el cielo cuanto menos pago humano hayamos recibido. Que Dios le acompañe, y le dé las fuerzas necesarias”.

Aprovecho la ocasión para recordar a un hombre muy meritorio de la provincia de Germania, del cual se ha hecho mención muchas veces, y al cual deben no poco las Escuelas Pías tanto en letras como en piedad como en el aumento de casas fundadas. Me refiero al padre Wenceslao Opatowski del Stmo. Sacramento quien por estas fechas, el 22 de agosto de 1680, cambió la vida mortal por la inmortal en Varsovia, a los 54 años de edad y 40 de vida religiosa. Había sido rector de Varsovia y provincial durante un sexenio, bien calificado, como muestra claramente la carta que le envió el P. General el 24 de agosto de 1680 por medio del P. Juan Casimiro de Juncza Bukar de S. Teófilo, que dice lo siguiente:

“P. Wenceslao del Stmo. Sacramento, Rector, Varsovia.
Atribuiría el largo silencio de Vuestra Reverencia a la desconfianza si no hubiera sido informado esta semana por el P. Juan Casimiro que la causa de ese silencio es una grave enfermedad que le aflige, por lo cual siento no poca preocupación, ya que siempre he admirado tu virtud y tus méritos en la Orden, por lo que deseo mucho que te cuides. Hace ya varios meses que te digo estas cosas por medio del H. Modesto Genuino de la Orden del B. Juan de Dios, pero estoy asombrado de no recibir respuesta de ninguno de los dos. Le escribí para que cuidara tu salud, y así evitarte los daños y conocer los beneficios, para que no dejes de dedicarte al servicio de la Orden, por la que siempre trabajaste, y para que veas que yo me preocupo con amor por los religiosos beneméritos, como es mi obligación. Si crees que conviene que dejes esas regiones por el bien de tu salud, escríbemelo libre y confiadamente. Por lo demás no dejaremos de rogar a Dios para que te conceda una edad floreciente y longeva. Deseo que mientras tanto te conformes animosamente a la voluntad divina. Cuídate”.

Esta carta, que llegó cuando ya el P. Wenceslao se había ido gloriosamente del mundo de los vivos, fue seguida de otra del mismo P. General al P. Miguel Krausz de la Visitación de la B.V.M. a Cracovia, enviada con fecha 5 de octubre:

“La carta de Vuestra Reverencia con fecha de 28 de agosto me causó un profundo dolor a causa del fallecimiento del P. Wenceslao, al que siempre aprecié como religioso, y a quien pocos de esa provincia se le pueden comparar; puesto que fue la voluntad de Dios, nos conformamos con ella. Quiera Dios recompensar a su alma por los trabajos hechos por la Orden, y confirmar en lo posible a los supervivientes, Vuestra Reverencia en primer lugar…”

El P. Andrés Baiar de la Conversión de S. Pablo dijo del P. Wenceslao Opatowski del Stmo. Sacramento que había sido el confesor ordinario del Ilmo. Nuncio Apostólico de Varsovia, Francisco Martelli, y que a él acudían a pedir consejo magnates tanto del estado eclesiástico como del político, y que después de su muerte aquél dijo: “las Escuelas Pías han perdido una columna de la Orden”[Notas 2].

Notas

  1. P. Emerico Csösz de la Inmaculada Concepción de la B.V.M., Vida y hechos del P. Andrés Baiar de la Conversión de S. Pablo, publicada en Nitra en 1876.
  2. Archivo General, casa de San Jorge.