1696EuropaCentral/Altwasser
Altwasser
Altwasser, “Agua Antigua”, es un lugar famoso por sus fuentes medicinales. Era una aldea propiedad de la diócesis de Olomuc, cerca de la frontera de Silesia. En el lugar había una humilde capilla dedicada al Apóstol Santiago, y en su proximidad se encontró en tiempo inmemorial una estatuilla de madera representando una mujer con una criatura en brazos. Se dudaba sobre a quién podría representar, y aunque todo parecía favorecer a la Virgen María, el juez del lugar determinó que era Santa Ana. Quizás fue motivado por la proximidad espacio-temporal con Santiago y su fiesta; así se harían las dos fiestas juntas. La estatuilla comenzó a ganar fama de milagrera. Al principio se veneraba la imagen en un simple nicho de madera colocado sobre una columna también de madera; más tarde construyeron otra capillita semejante a la de Santiago. El culto a Santa Ana se siguió extendiendo, hasta el punto de que el mismo Cardenal Dietrichstein hizo la peregrinación a pie a Santa Ana de Altwasser en 1617. Y no sólo eso, sino que además fue favorecido con un milagro: libró del demonio a un energúmeno que se había acercado por allí. El Cardenal pensó en construir una basílica sustituyendo las dos capillitas, totalmente insuficientes para acoger a todos los peregrinos que cada año, y especialmente en las fiestas de los dos santos a finales de julio, iban al lugar.
No fue el Cardenal quien llevó a cabo la empresa, sino un sucesor suyo, el obispo Carlos de Liechtenstein, el fundador de Kremsier. Construyó primero una hermosa iglesia en el lugar de las dos capillas de Santiago y Santa Ana, dedicada a los dos santos, que fue terminada en 1688. Era el párroco de Libava, la población a la que pertenecía el lugar, el encargado del culto a Santa Ana. Pero el Obispo se dio cuenta de que un solo sacerdote no podía atender a los numerosos peregrinos que acudían a Santa Ana, y además cuidarse de su parroquia, por lo que decidió crear una casa religiosa al lado de la iglesia, y confiarla a una Orden religiosa. Y como estaba en excelentes términos con los escolapios, en 1690 contactó al P. Provincial Alejo Eder, quien inmediatamente aceptó la idea, unos meses antes de morir ahogado cuando iba a encontrarse con el Obispo, seguramente para tratar el asunto de la fundación. En marzo de 1690 llegaron los dos primeros escolapios, que comenzaron a ocuparse de la iglesia, mientras se hospedaban en una casita de madera que les habían construido para residencia provisional mientras se construía el colegio nuevo para la comunidad.
En principio el Obispo creó una fundación para mantener tres sacerdotes y un hermano lego, que se ocuparían fundamentalmente de atender a los peregrinos. De hecho en 1696 la comunidad estaba formada por sólo cuatro religiosos:
P. José de S. Juan, superior, confesor
P. Fernando de Todos los Santos, maestro de escribir y leer, predicador, confesor
P. Sebastián de S. Roque, catequista, maestro de aritmética y latín, confesor
H. Lorenzo de S. Pedro, cocinero y panadero
Como puede verse, dos de ellos trabajaban ya en las escuelas. Pero la idea del obispo era ampliar la comunidad, para garantizar su continuidad, pues según los decretos pontificios las comunidades debían tener al menos doce religiosos, y ese criterio lo siguieron los escolapios siempre que pudieron. Así que el Obispo aumentó progresivamente la dotación, primero para 8, y luego para 12 religiosos, pensando ya no sólo en la atención a los peregrinos, sino también en las escuelas. Las obras del colegio estaban ya bastante avanzadas cuando el Obispo falleció en 1695; a causa de su muerte los escolapios se inquietaron acerca de su futuro, pero no hubo ningún problema. El colegio se terminó de construir en 1700, y su iglesia en 1705. Por esas fechas cuenta el cronista de la casa que acudían más de 30.000 peregrinos al año a Santa Ana, y sólo en las fiestas de Santiago y Santa Ana se daban unas 12.000 comuniones. Al cabo del año se celebraban más de 3400 misas.
Tenemos en Altwasser un tipo nuevo de ministerio escolapio: la atención al peregrino en un santuario de mucho culto. Nótese, sin embargo, que incluso allí había escuelas, aunque no fueran muchos los alumnos: no se concebía entonces una casa escolapia sin ministerio escolar.