1696EuropaCentral/3. Las parroquias y templos

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La base económica: las fundaciones.
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3. Las parroquias y templos

Las parroquias eran un ministerio ajeno a las Escuelas Pías en el primer siglo de su historia. Calasanz pudo admitir colegios o internados, porque estaban relacionados con la educación, pero difícilmente hubiera aceptado una parroquia. Otra cosa, naturalmente, era la posibilidad de que todas las iglesias escolapias (en cada fundación debía haber una, para el culto propio de los estudiantes) estuvieran abiertas al culto público, y que de hecho se administraran normalmente los sacramentos (Eucaristía y Confesión), pero no las cargas parroquiales ordinarias.

Tampoco a los fundadores nobles de nuestros colegios en Germania y Polonia se les hubiera ocurrido ofrecer una parroquia, puesto que ellas dependían de la autoridad eclesiástica, que normalmente las reservaba para el clero secular. Sin embargo los nuestros llegaron a ejercer el ministerio parroquial en varios casos, a veces de manera provisional (durante unos meses, por muerte del párroco u otras causas, hasta que venía nombrado su sucesor), o de manera permanente. En el año 1696 había un Padre de la Comunidad de Horn que era el administrador de la parroquia de Mödrigen.

El obispo fundador de Chelm concedió a nuestros Padres una parroquia, con todas sus propiedades, rentas y fincas. Naturalmente era con la intención de que fundaran allí unas escuelas.

El caso de Podolín en el condado de Szepes era especial. Los Padres, sin tener a su cargo la parroquia de la ciudad, eran solicitados a veces para ocuparse de varias parroquias pequeñas de los alrededores, donde vivía una mayoría de población protestante que había que convertir. En ellas trabajaron duramente los escolapios; recordamos el incidente de Olas mencionado más arriba. El Príncipe Lubomirski, administrador de la zona, consiguió de las autoridades civiles y eclesiásticas que se concediera a los escolapios de manera perpetua la parroquia de Bela, cercana a Podolín, como compensación económica por los servicios hechos, y para ayuda del mismo colegio.

La situación más compleja y discutida era la de Brezno, en Hungría. Los escolapios habían aceptado la oferta del Coronel Collalto de algunas iglesias que iba a “liberar” de los luteranos. Los escolapios la aceptaron con la intención de hacerse cargo de las escuelas, pero interesados al mismo tiempo en mantener la parroquia (y otras vecinas más pequeñas) como fuente de ingresos para su mantenimiento, pues la parroquia recibía los diezmos, y no había ningún capital de fundación.

Vimos también que algunos escolapios colaboraban con los párrocos locales en zonas de Bohemia sobre todo en la conversión de protestantes. También debieron hacerlo a veces movidos por la necesidad, como dice el cronista de Straznice en 1696: “Necesitamos al menos 56 metretas[Notas 1] de centeno y 30 de trigo, y tal cantidad no pueden lograrse sólo con limosnas, pues el cereal es tan caro que sólo lo podemos conseguir sirviendo en dos o tres parroquias que puedan dar cereal”.

El P. General Foci no ve con buenos ojos que se trabaje en parroquias, lo que sin duda era una excepción en la Orden en aquellos tiempos. Por eso dice en sus ordenanzas (a la Provincia de Germania y Hungría; no lo dice a la de Polonia): “Del mismo modo pedimos que, poco a poco, se vayan abandonando los servicios en parroquias y palacios”.

Sin embargo era mucho más normal un servicio sacramental abundante en nuestros templos, con misas, confesiones y sermones, además de catequesis, etc.; y en no pocos de ellos se establecían cofradías de hombres y mujeres, una actividad pastoral muy en boga en aquella época. Según los documentos de que disponemos, encontramos que en buena parte de nuestros colegios existían cofradías para laicos (los “oratorios” de los escolares son a veces considerados como cofradías; sin duda eran un espacio de aprendizaje desde el cual muchos estudiantes se incorporarían luego a las cofradías de los adultos). Las cofradías normalmente llevan un título mariano, pero hay excepciones. Algunos títulos:

  • Nikolsburg: Cofradía Mariana, de los Fieles Difuntos, del Santísimo Nombre de María (fundada en 1694)
  • Lipnik: del Santo Escapulario
  • Podolín: Cofradía Mariana
  • Lowicz: Cofradía Mariana
  • Varsovia: Santa María de las Gracias, Sagrado Corazón de Jesús
  • Prievidza: Santo Escapulario, de la Asunción de la Virgen
  • San Jorge: de la Anunciación
  • Rzeszów: Santo Escapulario
  • Schlackenwerth: de la Santa Cruz
  • Brezno : de la Anunciación

Las cofradías eran erigidas con permiso de la Santa Sede. En el caso del Santo Escapulario (Virgen del Carmen), había que contar con el permiso de los Carmelitas, que tenían la titularidad. Las cofradías consistían en un camino de santificación personal, y en algunos casos de distinción social: eran admitidos a ellas gente de un cierto nivel social, y el presidente era un miembro destacado de la nobleza. Las cofradías solían tener un altar propio en las iglesias, privilegiado con indulgencias especiales en determinados días, ofrecidas en primer lugar a los miembros de las mismas. Cada cofradía tenía su reglamento, con las reuniones y prácticas que debían llevar a cabo los cofrades, como procesiones, flagelaciones públicas en algunas ocasiones, etc. Debían pagar sus cuotas, con las que adornaban su altar y hacían celebrar las misas correspondientes. Un escolapio era el consejero o director espiritual de la cofradía, que era gobernada por los miembros elegidos en la asamblea anual.

Pero las cofradías podían ser también el origen de rivalidad con el clero local, que controlaba las ya existentes en la parroquia, por lo que en algunos casos de fundaciones (como en Horn) se pone la condición de que los escolapios no funden ninguna cofradía. En la breve historia (1694-1696) de Freiberg se mencionan diversas veces los conflictos entre el párroco a causa de la cofradía de San Valentín, que tenía su sede en la iglesia que el Obispo Carlos de Liechtenstein había concedido a los escolapios en el momento de la fundación, pero que el párroco quería seguir controlando.

De un Padre poco conocido, Nicolás de la Inmaculada Concepción, que falleció joven, se dice en la crónica de Prievidza lo siguiente, entre otras cosas: “Predicador ferventísimo, gran impugnador de los herejes, varón de celo apostólico y extremo defensor de la Orden. Experto en todo tipo de artes liberales y ciencias, honor de nuestra Orden, y en primer lugar de la casa de Prievidza, donde era infatigable enseñando a nuestros jóvenes y a los de fuera. En procurar el bien del prójimo, en la catequesis, en los sermones y promoviendo las cofradías marianas”. No cabe duda de que, a pesar de que el apostolado de los laicos no era la prioridad de los escolapios, trabajaron mucho por ello. El mismo P. General Foci, en su Visita, es consciente de la importancia del trabajo que se hace en las cofradías, y establece lo siguiente en sus Ordenanzas: “En la primera Congregación de los estudiantes cada mes se cante el Oficio de Difuntos por los hermanos de la misma que han fallecido. Del mismo modo, en las demás congregaciones se diga al menos el rosario de la B.V.M. En las cofradías, tanto de estudiantes como en las dirigidas a otras personas, nadie introduzca nada nuevo en relación con la forma aprobada, sin el permiso del Superior Provincial o Local”.

En todas las iglesias adjuntas a los colegios los escolapios tenían un importante culto público. Para no entrar en conflicto con las parroquias había algunas normas precisas. Así, por ejemplo, en el documento de fundación de Kremsier se establece lo siguiente: “Y como desde antiguo se ha introducido en la dicha colegiata de S. Mauricio, así como en la parroquia de la Virgen, tener misas desde las 8 hasta las 10 de la mañana, para que los dichos padres no quiten gente a las dos iglesias citadas, en su iglesia los días de fiesta y los domingos podrán tener misas desde las 6 hasta las 8 con toque, y desde las 8 hasta las 10 sin tocar, siempre sin sermón (exceptuadas las fiestas de la dedicación, del patrocinio y de la Orden), podrán decirla sin cantar después de las diez, cuando las misas de las otras dos iglesias hayan terminado”.

Entre los templos administrados por escolapios, sin ser parroquias, hay dos que merecen especial atención: uno es la capilla-mausoleo de los Duques de Sajonia en Schlackenwerth; otro es el de Santa Ana de Altwasser. Al hablar de estas casas ya dijimos que la primera debía su origen al deseo de la fundadora Ana Magadalena Popplin de tener una congregación religiosa para ocuparse del culto en esa iglesia. Y, de paso, dedicarse a la predicación de la fe católica para la conversión de los protestantes del entorno. Al hablar de Altwasser ya dijimos que el obispo fundador Carlos de Liechtenstein, gran amigo de los escolapios, había querido confiarles el templo de Santa Ana y Santiago que gozaba de una fama regional como centro de peregrinaciones, y que la ha mantenido hasta nuestros días, guardando las proporciones. Los escolapios de Altwasser, además de ocuparse de las escuelas, tenían como principal misión acoger a los peregrinos, brindándoles todo tipo de asistencia espiritual. Se trata de un ministerio excepcional dentro de la tradición escolapia.

Notas

  1. La metreta, medida de capacidad griega y romana, equivalía a 38,88 litros.