1696EuropaCentral/Anejo 2. Los lugares donde estaban presentes los escolapios en 1696 en Europa Central, hoy día

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Anejo 1. Algunos escolapios de mayor relieve en Europa Central en el siglo XVII.
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1. Nikolsburg (Mikulov, Rep. Checa, 7.485 habitantes)
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Anejo 2. Los lugares donde estaban presentes los escolapios en 1696 en Europa Central, hoy día

Cuando llevaba ya bastante avanzado este trabajo, un día comenté al P. General que después de haber visitado con la imaginación todos estos lugares, me encantaría poder visitarlos realmente, para recoger más material fotográfico e histórico. “Eso puede arreglarse”, me dijo Pedro. Y en efecto, lo arregló, y por ello le estoy infinitamente agradecido. Pero no estoy menos agradecido al P. Mateusz Pindelski, porque fue él quien organizó minuciosamente el viaje, y luego me acompañó como chófer y como traductor. Sin él este viaje no hubiera sido posible: gracias, Mateusz. Nos acompañó en el viaje el Dr. Marius Ausz, historiador de las Escuelas Pías de Polonia y profundo conocedor de nuestra historia en Europa Central, además de amigo, quien nos ilustró con sus informaciones durante el viaje.

En cierto modo me he sentido como el P. Foci cuando hizo el viaje en 1696, pero disfrutándolo más sin duda, pues no tenía sus muchas preocupaciones ni sufrí las múltiples incomodidades propias de su época, en carreteras y alojamientos. Hemos hecho más kilómetros que él, y hemos visitado más lugares en mucho menos tiempo (menos de dos semanas). Estoy seguro de que los hermanos nos han acogido con tanto cariño como a él y sus acompañantes (aunque sin ninguna pompa, con puro afecto fraterno), tanto en las comunidades herederas de las que él visitó como en la nuevas. A todos ellos también mi agradecimiento. A los hermanos de Viena, Horn, Straznice, Cieplice, Cracovia, Rzeszów, Varsovia, Lowicz, Prievidza, Trenzin, Svaty Jur, Milán…

Por mi parte, sentí que el contacto establecido no era sólo con los escolapios vivos, sino con tantos hermanos que vivieron en estos lugares durante siglos. Especialmente lo sentí en Warez, el lugar más dramático, por su desolación, de toda la visita: no sólo está destruido el colegio y la iglesia, sino incluso la cripta en la que los que allí fallecieron serían enterrados. Me pareció oír una voz que me decía: “Gracias, hermanos, por vuestra visita. Gracias por recordarnos. Hace tanto tiempo que no venía nadie por aquí a visitarnos… Gracias, gracias. Dios os bendiga, y que tengáis buen viaje”.

En efecto, nuestro viaje no se desarrolló solamente en el espacio, sino también, en cierto modo, en el tiempo. Los escolapios están vivos en la memoria histórica de la gente, que conserva por ellos un sentido aprecio, incluso en lugares en los que hace muchos años que desaparecieron físicamente. El espíritu escolapio está presente en tantas iglesias donde Calasanz tiene aún un altar, en tantos edificios en los que nuestros hermanos vivieron y trabajaron y han sido reconvertidos (apenas) en escuelas, museos y centros culturales. Basta con acercarse a estos lugares para sentir muy profundamente la intensidad escolapia del ambiente. Los escolapios siguen muy presentes, en todos los lugares en los que vivían en 1696.

Notas