General36/Estudios y formación de los juniores. Tensiones en Albelda.

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General36/Estudios y formación de los juniores. Tensiones en Albelda.
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Estudios y formación de los juniores. Tensiones en Albelda.

El P. Tomek había sido maestro de juniores en Hungría, y sabía muy bien lo importante que es la buena formación de los religiosos jóvenes. Era además un exacto cumplidor de las normas emanadas por el Vaticano sobre la formación de los futuros religiosos, y procuraba seguirlas estrictamente. No intervenía directamente en las casas de formación interprovinciales, que estaban bajo su jurisdicción (Monte Mario en Roma; Irache y Albelda en España, y Padre Scío de Salamanca más adelante), sino que confiaba en los superiores intermedios (el Rector de Monte Mario, el Delegado General en España). Pero estaba muy bien informado de todo lo que ocurría en cada casa. Estaba además el Juniorato Internacional de San Pantaleo, con unos 15-20 estudiantes provenientes en general de demarcaciones españolas y americanas, a los que conocía personalmente.

Los juniores de San Pantaleo formaban un grupo selecto, que estudiaban la teología en la Universidad Gregoriana de Roma, y luego eran destinados generalmente como profesores a los junioratos. A cada uno de ellos insistía el P. Tomek para que obtuvieran el título académico superior e hicieran la tesis doctoral. Ya el P. Giuseppe Del Buono había creado el Juniorato Internacional con la misma intención. Sin embargo, no era favorable a que los escolapios, especialmente jóvenes, enseñaran en la Universidad. El P. César Aguilera, joven escolapio de Castilla, le escribe el 20 de julio de 1956 que se le ha presentado la oportunidad de enseñar en la Universidad; seguirá con la tesis y con Revista Calasancia, de la que era editor[Notas 1]. El P. Tomek le responde con la negativa el 5 de agosto. Este permiso se concede cuando el escolapio ha ejercido ya en colegios escolapios varios años. Primero, le dice, saca el doctorado, y enseña en algún colegio nuestro. Y luego prepárate como especialista. Además, se te considera relacionado con escolapios que querían cambiar la teología tradicional por otra moderna; si enseñas en la universidad debes romper esos puentes. Y además, añade, Revista Calasancia debe mejorarse: temas más escolapios, mayor difusión, puntualidad, etc.

El Calasanctianum de Roma, que recibía a los filósofos, teólogos y durante años a los novicios italianos, tenía, incluso en sus mejores tiempos, menos juniores que Irache o Albelda. El Maestro enviaba semestralmente (como los de los otros junioratos, incluido el de San Pantaleo) informes sobre los juniores, y no parece que en este juniorato hubiera problemas de importancia. Con el tiempo se constituyó allí la Banda Musical de los Escolapios (30 juniores que tocaban diversos instrumentos), que adquirió una cierta notoriedad[Notas 2]. Lo curioso de esta banda es que se creó como alternativa a jugar al fútbol…

Tampoco el juniorato de Irache creó especiales problemas. Allí llegaban muchachos jóvenes, que acababan de hacer la profesión simple, y que debían enfrentarse a los estudios que les permitirían obtener el título de Magisterio, mientras estudiaban otras materias de filosofía, preparándose para los estudios de teología. El problema más común eran los frecuentes abandonos, que el Maestro justificaba diciendo que habían llegado allí sin vocación sólida, y sin un discernimiento serio por parte de los maestros de novicios.

En cuanto al Magisterio, ya desde 1948 se habla de crear escuelas de Magisterio, en Albelda o en Irache[Notas 3]. Se trataría de una Escuela de Magisterio de la Iglesia, aprobada por el Obispo del lugar. Se trata de una muestra de las excelentes relaciones que en aquellos años existían en España entre Gobierno e Iglesia, y que permitió obtener el título de Maestro a muchos jóvenes escolapios, sin excesivo esfuerzo suplementario. Los jóvenes más dotados eran orientados hacia los exámenes de reválida de Bachiller en centro oficiales, que les permitirían luego seguir estudios universitarios. El proyecto de Escuela de Magisterio en Irache se presenta al Obispo de Pamplona, que lo aprueba en mayo de 1950. Existen un par de problemas: el primero es que hacen falta cuatro profesores licenciados; el segundo es que el programa duraba tres años, y los juniores solo estaban dos en Irache, y luego pasaban a Albelda. Se modifica el plan de estudios de los juniores escolapios: estudiarán 3 años en Irache (Magisterio y Filosofía) y 4 años en Albelda (Teología). En el curso 1950-51 comienza a funcionar la escuela de Magisterio en Irache. Los estudiantes, después de examinarse en Irache, deberán pasar otro examen en la Normal de Pamplona. Intentan que algunos juniores de Albelda obtengan el título de magisterio estudiando en Irache durante el verano.

El juniorato de Albelda es más complicado. Los juniores que llegan allí son mayores y más formados; a veces tienen ideas modernas (¡leen a escondidas a Ortega y Gasset, filósofo prohibido por la Iglesia!), y sus actitudes liberales chocan con las más tradicionales de sus formadores. Por unos motivos u otros, son también abundantes las peticiones de dispensa de votos, problema que preocupa mucho al P. Tomek y a los Superiores españoles. El cargo de Maestro de Juniores en Albelda es muy complicado. Durante un tiempo intentan desdoblarlo en dos cargos: el Prefecto de Estudios y el Director Espiritual. Pero no funciona. Se decreta que junto al Maestro existan los Ayudantes, encargados de grupos concretos de juniores (piénsese que en Albelda había normalmente hasta 300 juniores de las 5 provincias españolas, y las demarcaciones americanas). Pero tampoco eran compatibles las mentalidades más modernas de los ayudantes con la más tradicional del Maestro… Otro intento, posterior, es que haya un maestro por curso, tres, cuando el P. Ángel Ruiz se queja de que él solo no puede conocer y acompañar a 180 juniores. Los tiempos preconciliares eran difíciles en todas partes. Algunos juniores (especialmente catalanes) estaban más al corriente de las nuevas tendencias en la Iglesia y, con su mejor fe, originaban problemas ideológicos de los que los Superiores informaban al P. Tomek. Él recomendaba siempre prudencia y seguimiento; no era amigo de decisiones radicales como algunos superiores proponían. De este modo salvó, sin duda, algunas vocaciones muy valiosas para las Escuelas Pías.

En las casas de formación, y en especial en Albelda, se presentaba a menudo un problema: los Provinciales no sabían cómo resolver situaciones urgentes de falta de personal, por enfermedad de algún religioso o por nuevas fundaciones, y recurrían a pedir algunos religiosos del último año de estudios, que estarían un año trabajando en la Provincia y luego volverían a terminar los estudios a Albelda. Al principio el P. Tomek daba permiso para estas salidas, pero luego, viendo los resultados (que le referían el rector o el maestro) en aquellos jóvenes, cuya actitud era diferente al volver para terminar los estudios a cuando se habían ido a la provincia, más desafiantes y “enterados”, a partir de 1952 el P. Tomek prohibió que nadie saliera del juniorato sin haber terminado los estudios, salvo raras excepciones.

El P. Tomek era particularmente exigente en lo referente a la observancia en los junioratos y casas de formación en general. El P. Claudio Vilá, rector de Albelda, tenía buenas ideas para la formación de los juniores. En 1951 propone un campamento de verano para los juniores de Albelda en la zona de Piqueras (entre La Rioja y Soria). Y no se trata solamente del bienestar de los juniores, sino de que se vayan capacitando para dirigir campamentos juveniles, cada vez más frecuentes. Pero el P. Tomek, después de consultar al Delegado General y otros Superiores Mayores de España, no lo aprueba. Veían muchas pegas, de todo tipo. ¿No sería mejor quedarse en Albelda?, le dicen. ¿No querrán lo mismo los de Irache? ¿Qué pensarán los padres jóvenes, que no van de vacaciones? ¿Qué es eso de dormir juntos en barracones, bañarse juntos…? Ante las dudas, la negativa es lo más prudente. El P. Vilá vuelve a insistir al año siguiente, y obtiene la misma respuesta. El P. Tomek solo está dispuesto a permitir tales campamentos si los juniores están alojados en una casa nuestra. Con el tiempo el P. Tomek (que había practicado el escultismo en Hungría) va cediendo: en 1957 el P. Samuel García, maestro de Albelda, le informa que los juniores van de veraneo al colegio de Soria; otros al campamento scout. Es ya durante su segundo mandato como General. El P. C. Vilá comunica al P. Tomek el 3 de marzo de 1956 que han excavado una piscina en Albelda, que quiere concluir. Será más discreto bañarse allí en verano que en el río Iregua. Por otra parte, se está completando la biblioteca. Para hacerla bien, habría que preparar un local adecuado, y buscar muchos libros para la Facultad de Teología prevista. Se podía pedir a algunos colegios que enviaran libros que no usan aquí. Pide instrucciones precisas[Notas 4]. El P. Tomek le responde el 12 de marzo que no está contra la construcción de la piscina, pero antes, por razones económicas, hay que montar la biblioteca. Y la piscina tuvo que esperar varios años más.

A propósito de la “Facultad de Teología” de Albelda, hay que decir que durante un tiempo se especuló con la posibilidad de establecer allí una facultad de teología asociada a la Universidad Pontifica de Salamanca. Pero el 18 de julio de 1959 el P. Laureano Suárez Informe al P. Tomek[Notas 5]. No es fácil conseguir la afiliación de Albelda a la Pontificia, pero pueden venir algunos estudiantes a la Pontificia después de Irache, y en 4 años sacar la licencia en teología. Le informa también sobre los planes de construcción del juniorato de Salamanca para 220-230 personas, modo de pago, etc.

Es muy estricto también el P. General con el permiso para tener televisión en las casas. El 6 de marzo de 1954 escribe una circular a los Superiores Mayores sobre el uso de la televisión: se prohíbe absolutamente en escuelas, internados y comunidades. Se está estudiando la cosa en la Sagrada Congregación de Religiosos; cuando digan algo, ya veremos.[Notas 6] La prohibición intenta cortar los “abusos” que se estaban produciendo ya en algunas casas, concretamente en Los Ángeles y en Cuba. Desde Guanabacoa, el P. Modesto Galofré, siempre respetuoso con el P. General, escribe una breve apología de la televisión: las demás congregaciones la ven, los padres mayores se aburren…[Notas 7] El P. Tomek escribió el 1 de septiembre de 1954 al futuro Cardenal Arcadio Larraona (a la sazón Subsecretario de la S. Congregación de Religiosos) sobre el uso de la televisión. Propone que se permita un aparato por casa, bajo el control del superior[Notas 8]. No era el P. Tomek el único contrario al uso de la televisión. En abril de 1952 le escribe el P. Julián Centelles, Provincia de Cataluña y futuro Asistente General, que ha escrito una circular sobre el uso de tabaco y radio. Ha prohibido radios particulares; en Cuba prohibió la televisión, más peligrosa[Notas 9]. Se trata de un tema importante en aquel momento: lo tratan los Superiores Generales en su reunión de junio de 1952. Proponen que se pueda tener un televisor y un aparato de radio por comunidad[Notas 10]. El peligro principal no es la inmoralidad, sino la pérdida de tiempo. Como los escolapios saben que el P. General es contrario al uso del televisor por la comunidad, piden que se tenga para uso del internado. Para que los muchachos internos no se aburran los domingos, para cuando hace mal tiempo y no se puede salir de paseo… En otros internados lo tienen; los escolapios no pueden quedarse atrás en cuestión de ofertas “educativas”. El P. Galofré pide de nuevo permiso desde Cuba[Notas 11]. Y el P. Tomek responde dando permiso, con el televisor bajo el control del Rector. Había que evitar que el aparato fuera un obstáculo para las actividades normales, y que se vieran programas inadecuados. Debería apagarse después de rezar la Letanía de los Santos por la noche.

El P. Tomek no quiere dar un permiso general para el uso de la televisión: exige que cada rector pida el permiso justificado, y luego lo concede con las condiciones señaladas. De ningún modo permite, al principio, que en la comunidad haya un televisor para uso de los internos y otro para la comunidad.

El P. Salvador Pascual, Superior de la Comunidad de Los Ángeles, informa ingenuamente al P. Tomek que ha intentado sabotear el televisor de la comunidad, porque los jóvenes escolapios pasan demasiado tiempo delante del aparato, pero no lo ha conseguido. Le da miedo. Dice que la televisión tiene sus ventajas (así no van los jóvenes al cine), pero también cosas peligrosas. La gente va mucho menos a las funciones religiosas de la noche. Le pide consejo, y sugiere que se limite el uso al tiempo de recreo tras la comida o tras la cena, no los dos[Notas 12]. El P. Tomek le responde que, aunque el Capítulo Provincial de Cataluña ha prohibido el uso del televisor, él dispensa de la prohibición por seis meses a su comunidad, porque ve que es un instrumento útil para que los jóvenes que estudian en Los Ángeles aprendan inglés.

Desde Pinar del Río el P. J. Bassols presenta una bonita argumentación para que se compre un televisor para la escuela, pues hay programas escolares interesantes. El P. Tomek le responde que se espera un decreto de la S. Sede sobre el uso de la televisión. De momento, paciencia[Notas 13].

Con el paso del tiempo, y la llegada del Concilio Vaticano II, los colegios donde no había internado encuentran una estupenda justificación: quieren seguir los programas religiosos que se emiten con motivo de las sesiones conciliares[Notas 14]. Poco a poco se va introduciendo el uso del televisor en todas las casas, pero siempre, hasta los últimos años del generalato del P. Tomek con las condiciones marcadas: uno por casa, uso restringido, control del Rector. Más tarde abrirá la mano, considerando que la comunidad religiosa y el internado son dos entidades distintas.

Antes ya el P. Tomek se las había tenido que ver con el uso de la radio. Radio Vaticano se creó en febrero de 1931. Curiosamente, el primer aparato de radio que entra en San Pantaleo es uno enviado por los escolapios de Hungría (¡incluso es posible que lo hubiera enviado el mismo P. Tomek!) por medio de la Embajada Húngara ante la Santa Sede, el 7 de marzo de 1933[Notas 15]. Se coloca en la galería del P. General. El P. J. Walter, Asistente General que estaba de visita en su país, escribe al P. Del Buono el 22 de febrero que “es un aparato de gran valor, finísimo, que costó 3000 liras hace algunos años”. A partir de entonces en San Pantaleo se escucha la radio con moderación, especialmente los radiomensajes del Papa. Y como se usa en San Pantaleo, se puede usar también en las demás casas. Pero solo se permite tener una radio comunitaria, nada de radios personales.

El P. Tomek escribe una circular a toda la Orden en abril de 1952. Recuerda las normas de la S.C. de Religiosos sobre el uso moderado de tabaco, que atenta contra la pobreza. Los superiores deben controlar. Y también el uso de la radio, que es un peligro contra la castidad[Notas 16]. Cuando el P. Valentín Aísa, provincial de Aragón, realiza la visita canónica a Argentina, informa al P. Tomek que en Argentina casi todos tiene radio. ¿Qué hacer? ¿Incautarlas? El P. Tomek le responde que se deshagan de las radios en Argentina[Notas 17]. En una circular a toda a Orden, de 1955, todavía recuerda que solo se permite un aparato de radio por casa[Notas 18]. Hay que recordar que las normas sobre el uso de radio y televisión venían dictadas por la Santa Sede, y que de vez en cuando los escolapios recibían advertencias oficiales sobre abusos al usar estos aparatos[Notas 19].

El P. C. Vilá, rector de Albelda, escribe al P. Tomek diciendo que los Reyes Magos les han traído una máquina de cine y una radio[Notas 20]. Con altavoces, amplificador… Se nota el sentido pedagógico del P. Vilá: no consideraba el cine como un simple pasatiempo, sino como un instrumento cultural y pedagógico. El P. Tomek deja a la discreción del Provincial el uso de radio en casos particulares (padres enfermos, estudiantes de idiomas…), pero la norma de un aparato de radio por casa la mantiene hasta el final, fiel a las normas vaticanas.

Notas

  1. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1101/1956.
  2. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 535/1960.
  3. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 76/1949.
  4. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 295/1956.
  5. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1005/1959.
  6. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 360/1954
  7. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1032/54.
  8. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1106/54,
  9. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 687/52.
  10. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1106/1952.
  11. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1509/52.
  12. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 92/1953.
  13. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1032/1953.
  14. Yo era alumno interno de Soria durante el último trienio de gobierno del P. Tomek. También el P. Rector había pedido permiso para tener un televisor para el internado en septiembre de 1963 (éramos 210 internos en tres salas), pero la televisión solo la veíamos en el salón de actos cuando el Real Madrid jugaba un partido de Copa de Europa, reservando la primera fila de butacas para los Padres…
  15. Diarios del P. G. Del Buono.
  16. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 649/1952.
  17. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 30/1952.
  18. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1327/1955.
  19. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 1327/55. El P. Provincial de Vasconia F. Leorza informa de las quejas recibidas en relación con el uso de estos aparatos en algunas casas de América. El P. Tomek le dice que retire las radios particulares que tenían algunos escolapios en Chile, cosa que el P. Provincial hace.
  20. AGSP, Fondo Tomek, Prot. 60/1958.