LituaniaMateriales/Lubieszow1770

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1770

En el mes de febrero terminó su vida el Supremo Pastor de la Iglesia Católica Clemente XIII. Tres meses después fue elegido como sucesor suyo Francisco Lorenzo Ganganelli, Cardenal de la Orden de los Franciscanos Conventuales, que tomó el nombre de Clemente XIV. Para obtener la gracia de Dios para su reinado declaró un jubileo universal con indulgencias. En Lubieszow fue celebrado entre nosotros a finales de septiembre, y se terminó a principios de octubre. Cada día antes y después de mediodía se decían oraciones con introducciones y sermones, a los cuales asistía el piadoso José Rej, Canónigo de Przemysl. Su hermana la Condesa Krasicka, esposa del Prefecto de Merecz, residió en nuestro internado e hizo ejercicios espirituales durante ocho días. El Canónigo Rej inscribió con su hermana 5000 áureos a favor del colegio, al 5% de interés, con la carga de que mientras viviera él se celebraran 200 misas anuales por los fieles difuntos, y después de su muerte se ofrecieran cuanto antes 5000 misas por su alma.

Nuestras fincas sufrieron mucho este año, pues los nuestros se vieron obligados a entregar trigo y heno a las tropas rusas de Olyka y Rozanas. Además hubo que darles dinero. Lo más grave de todo fue que nuestros súbditos fueron obligados a ir con los carros no sólo hasta Olyka y Polona, sino hasta Jassas, y en el camino los de Pniove perdieron 34 bueyes, y los de Karac, 16.

Volviendo de la frontera turca, gentes de Moscú trajeron una peligrosísima peste a la Rusia Roja y a Volinia, que causo estragos en esas regiones no distantes de nosotros, como Rovne, Mederecz, Luck. Amenazaba llegar hasta nosotros. Por eso se puso una guardia en la frontera con Volinia, para que nadie de Volinia pasara a nuestras tierras.

Como hemos dicho, el Prefecto Czarnecki de Dimitrov no dejó de causar molestias y daños a los nuestros. En invierno cazaba en nuestros bosques, agredía nuestras fincas con gente armada, molestaba a los trabajadores lanzándoles perros de caza. En una ocasión se atrevió a violar a una mujer que volvía a casa, y luego la arrojó a un profundo hoyo. Mortificada por el miedo y el frío, apenas pudo venir a refugiarse a nuestra casa. Sus cosacos recorrían y devastaban nuestra propiedad, y a un judío lo azotaron cruelmente; a un siervo nuestro lo hirieron gravemente con la espada. Ni siquiera en verano se abstuvo de causarnos este tipo de daños. Se presentó un recurso contra estos crímenes de Czarnecki al tribunal de Lutsk, pues nos amenazaba con destruir con el fuego nuestras casas y fincas. Nos vimos obligados a acudir al Ilmo. Príncipe Radziwill, Capitán de Vilna, cuya esposa tenía el título de fundadora, que en aquella época residían en Bialykame, el cual atendiendo a nuestras peticiones dio dos órdenes, una a su comisario universal, llamado Sokolski, y la otra a Litynski, su delegado con todas facultades, para que pidieran al Príncipe Porebecki, guardián de los bosques, que tenía soldados a sus órdenes, que protegiera de Czarnecki nuestros bienes si era necesario, y cuidaran de nuestras casas y fincas. Nadie se atrevió a enfrentarse a Porebecki, ayudado con tantas fuerzas, y así se restauraron los límites de nuestras propiedades. Sin embargo luego surgió otro problema. Cinco prófugos del ejército ruso invadían las tabernas de su territorio, robaban el dinero a los judíos, los maltrataban y los despojaban. Porebecki intentó capturarlos, y se dirigió hacia Olyka, donde habían sido vistos primero. Y allí los capturó, en una taberna de Hryve, e inmediatamente se puso a interrogarlos, de dónde venían, quién era su jefe, qué hacían por estas partes. Uno respondió que había intentado matar a un criminal confederado, y cuando lo perseguía, murió su caballo. El segundo fue también interrogado, y quiso herir a Porebecki, pero este, esquivando el golpe, lo mató. A dos de ellos, denunciados por el tercero, los envió a Olyca, estando la cosa totalmente clara. En lugar de ser reprendido por el militar muerto, recibió alabanzas, pero le dijeron que se esforzara por capturar a los dos que habían huido, y los trajera a juicio. Sin embargo poco después el mismo Porebecki falleció en un funesto accidente. Cuando en invierno estaba cazando a pie un alce herido, cuando iba a matarlo con la espada el alce le dio una patada tan fuerte en el vientre que lo dejó exánime. Encontrado más tarde por unos cazadores, falleció pocos días después.

Notas