HB23B/1694Cosmonos
[1694]
El 3 de mayo de 1694, finalmente, después que los nuestros residieran desde 1688 en la vivienda junto a la iglesia de San Martín, por fin el Excmo. Sr. Fundador se decidió a introducirnos en el nuevo colegio e iglesia de la Santa Cruz. Para ello, llamado el R. P. Provincial de Nikolsburg a finales de abril, lo envió a Praga para que le concediera el permiso para la introducción. Al principio la negó, no se sabe por qué. Pero luego accedió a que se hiciera, pero sin solemnidad. Y así el 3 de mayo, hacia las 8 de la mañana, subimos desde la residencia, sin llevar la cruz delante, hasta la puerta de la iglesia, en este orden:
- H. Fernando de Santiago, clérigo profeso
- H. Bernardo de SS. Simón y Judas, clérigo profeso
- P. Ladislao de S. Vito
- P. Mateo de S. Francisco Javier
- P. Florián de Sta. Bárbara
- P. Samuel de la Madre de Dios.
- P. Valentín de Sta. María Magdalena
- P. Alberto de S. Miguel Arcángel
- P. Cristóbal de S. Carlos Borromeo, Superior
- R.P. José de Sta. Catalina, Provincial
- Con su secretario P. Martín de S. Bruno.
Vinieron también los que habían sido invitados de Litomysl, como huéspedes: el P. Bernardo de S. Felipe Neri, Rector, y el P. Victorino de S. Alberto.
Reunidos todos allí, y también otros muchos eclesiásticos, regulares y seculares, en la puerta de la iglesia, el R.P. Provincial dijo unas palabras en alemán al Excmo. Fundador que se encontraba en el umbral de la iglesia, aludiendo a las abejas. Luego le respondió punto por punto el Excelentísimo, y le dio permiso para recibir la posesión, a lo cual el R.P. Provincial respondió con unas palabras de agradecimiento más amplias, y se dirigió a bendecir la iglesia y el nuevo colegio. Una vez terminada la bendición, dijo un sermón el bohemo el P. Victorino de S. Alberto a la numerosísima concurrencia, sobre la Santa Cruz, en cuyo honor, y en alabanza del Excmo. Fundador, y de toda su Familia, dijo muchas cosas hermosas.
Después de esto siguió la misa cantada, que celebró el R.P. Provincial, ayudándole el P. Bernardo, Rector de Litomysl, como diácono, y el P. Martín, su secretario, como subdiácono. Mientras tanto celebraban sus misas privadas tanto nuestros sacerdotes como los de fuera en los altares laterales. Terminado esto hacia las 2 de la tarde, se pasó al refectorio, donde el Excmo. Fundador había mandado preparar un banquete magnífico para los numerosos huéspedes, que eran Ilustrísimos Condes, Barones, Ilustres Caballeros, Nobles, famosos doctores, Muy Rev. Sres. Decanos, párrocos y superiores religiosos próximos, y fueron opíparamente tratados, junto con todos nuestros religiosos. Terminada la comida, se cantaron las vísperas, presididas por el R.P. Provincial, ayudándoles los Padres citados, y tras dar la bendición el R.P. Provincial se dio fin a esta solemnidad.
Como corona, el 5 de mayo durante la comida el R.P. Provincial mandó que se leyera la patente nombrando Rector de esta casa al P. Alberto de S. Miguel Arcángel.
Al tercer día, cuando el R.P. Provincial se preparaba para irse de Cosmonos, y también el Excmo. Sr. Fundador preparaba su partida, fue a despedirse de él. Este le pidió que mandara celebrar el número de misas, leídas y cantadas, de acuerdo con el número de signos (x), según el nº 13 del Proyecto de Fundación. Contra toda expectativa, le entregó una cifra de 2129, calculadas según el número de 18 personas que formarían la fundación completa. Aterrorizado el P. Provincial por esta cantidad, de ningún modo quiso dar su acuerdo, hasta que, dando vueltas arriba y abajo el secretario del Excmo. Sr. Fundador, al final fueron reducidas a 569, y pidió al P. Rector, cuyo nombre estaba inserto en el instrumento preparado con este objeto, que firmara también. Es de creer que el Excmo. había escrito primero ese número de misas para ser dichas y cantadas en la Fundación de acuerdo con el número de personas que vivirían allí. Si las cosas eran así, no veo de qué manera en el proyecto de fundación se podía hablar de una limosna gratuita, cuando más bien parece que merecía el título de estipendio de misas, y tal carga perpetua de misas es diametralmente opuesta a nuestras Constituciones. Y parecía que la manutención se debía no al ejercicio de nuestro ministerio (como está escrito: “no pongas el bozal al buey que trilla”), sino que se debía totalmente a la carga de las misas. Así que se estableció el siguiente documento con la lista de misas a celebrar: