ViñasEsbozoGermania/Cuaderno05/Cap30
Capítulo 30º. Sobre la vida del P. Francisco Hanak de S. Wenceslao.
Este es un hombre de gran mérito en las misiones de las Escuelas Pías en Germania, que aunque no fue consumado por el martirio, sufrió la gloriosa pasión del martirio. Conviene insertar un relato más largo de su vida, a partir de los documentos del Archivo General de Roma: Trabajos espirituales para la conversión de las almas del P. Francisco de S. Wenceslao etc., desde el año 1668 hasta el año 1677”, de Domesticis Ephemeridibus Calasanctianis (año III, bim. II y III) y de otras fuentes de la provincia de Germania.
Francisco de S. Wenceslao, llamado en el siglo Juan, había nacido en Kelcz, en Moravia, en la diócesis de Olomuc, el 11 de marzo de 1637, y sus padres se llamaban Juan Hanak y Ana. El 4 de octubre de 1656 recibió la confirmación en Szuticz de Bohemia, del Emmo. Cardenal Francisco de Harrach, y se le añadió en nombre de Juan Alejandro. El 4 de octubre de 1657 tomó el hábito de las Escuelas Pías en Lipnik de Moravia, con el nombre de Juan Francisco de S. Wenceslao. Hizo allí el primer año de noviciado, y el segundo en Podolín, con el P. Domingo de la Cruz, Provincial. Al terminar el noviciado en Podolín, el 4 de octubre de 1659 hizo la profesión.
Nos toca decir algo de su niñez. Antes de cumplir los ocho años, fue enviado a casa de unos amigos de Straznice, donde frecuentó durante dos años las Escuelas Pías aprendiendo las primeras letras y los fundamentos de la piedad. Vuelto con sus padres, enfermó gravemente, pero de manera casi milagrosa se restableció. Tuvo un hermano primogénito, todavía niño, que fue secretamente capturado por los judíos en Kelcz, para sacarle la sangre, y que fue cruelmente asesinado, herido cruelmente en las venas y en todo el cuerpo con cuchillos y punzones, en el otoño de de 1635. Cuando apareció el cadáver de este niño inocente tirado en un pozo, tres días después de su muerte y se vieron las cicatrices, todos los judíos fueron detenidos, algunos pagaron con la vida y los demás fueron expulsados de Kelcz. El principal autor de esta crueldad erró durante tres días con su mujer y sus hijos por los bosques, y como un perro rabioso, murió de la rabia con los suyos. También el mismo P. Francisco, siendo niño, fue capturado dos veces por los judíos, y se escapó las dos de entre sus manos; estuvo durante un mes sufriendo de una herida infectada, y dos veces a punto de ahogarse. Hizo un voto, y la divina Providencia lo libró.
Estudió entonces dos años en Lipnik, y luego en Litomysl durante seis, para hacer los estudios de letras y humanidades.
Cuando hizo su profesión en Podolín, como hemos dicho, enseñó en la clase elemental, y luego enseñó seriamente gramática y poesía durante cuatro años. En el año 1663, el día de Sábado Santo recibió en Cracovia la primera tonsura y las cuatro órdenes menores del Rvmo. D. Nicolás Oborski, obispo de Laodicea, sufragáneo de Vacov. A pesar de que estaba autorizado por sus superiores para recibir las órdenes mayores, a imagen de su santo de religión se excusaba humildemente de recibirlas, hasta el año 1668. Fue enviado a Rzeszów a enseñar poesía, y durante dos años trabajó gloriosamente supliendo a todos los que faltaban en las escuelas, siendo director de la cofradía y prefecto de las escuelas, mientras trabajaba infatigable e insaciable en libros sagrados y escolares.
De Polonia fue enviado a la nueva fundación de Prievidza con el P. Pablo Francovics de la Natividad de la B.V.M., donde educaba a la juventud escolar en las letras y las buenas costumbres, pero los días de fiesta y los domingos, con permiso y licencia de misionero dada por el ordinario del lugar, iba a catequizar Bojnice, Prievidza y los pueblos vecinos, y en caso de necesidad bautizaba, introducía, casaba, bendecía y enterraba, y llevaba a cabo los demás servicios de la misión, durante tres años, siendo aún clérigo de órdenes menores, y esto lo atestiguan el citado P. Pablo Francoviks, el P. Mateo Sobel de S. Francisco, el P. Francisco Hulinski de S. Jorge, los hermanos operarios Agustín y Simón, el señro Medianski, encargado de las compras y Wolmulth, racionero. Después en el año 1668 por obediencia a los superiores recibió las órdenes mayores de las manos del Ilmo. y Rvmo. D. Thomas Palffi, obispo de Agri, en la iglesia de Jasov, distante dos millas de Kosice, y celebró la primera misa el día de la fiesta de Sta. Catalina Virgen y Mártir.
El año 1669 se dedicó a actividades espirituales en Prievidza, Bojnice, en pueblos mayores como Lehotka, Sebredaz y Restruicz, y en otros menores como Vhrowecz; sumando los de los diversos lugares, convirtió más de cuarenta herejes. Al año siguiente aumentó en Prievidza el número de maestros y padres, con lo que fue enviado otra vez a Podolín, y de allí a otros lugares de Hungría, a una población llamada Smolmok o Smelnice, junto al magnífico D. Silvestre Joamelli, italiano y pariente del Papa Inocencio XI, hombre realmente apostólico, nuestro cofrade y bienhechor sumamente generoso. Allí, por obra del citado señor y de los encargados polacos y eslavos actuó como capellán para los católicos y misionero para los luteranos, y sufrió mucho por culpa de los impíos herejes. Desatada la rebelión de los húngaros contra el emperador, en el mes de abril por tres veces los herejes invadieron los lugares sagrados de Smelnice, robaron los bienes de los Joamellis, y causaron muchos daños. El 12 de abril el P. Francisco fue capturado tres veces, torturado, quemado, colgado de los abrazos atados atrás, e incluso lo pusieron de rodillas sobre el altar para decapitarlo. Por gracia admirable de Dios llevaba dos meses alimentándose de pan y ciruelas secas, cuidándose de la iglesia del Espíritu Santo de la corte para que los herejes no la violaran. Al final fue liberado por la llegada de las tropas del emperador. Conservó esta iglesia, y después el celoso señor citado antes confió todo el pueblo de Smelnice y aldeas vecinas al P. Francisco, y pronto con otros sacerdotes de las Escuelas Pías llevaron a la fe católica más de quinientas almas, y ya no fue invadido por ningún otro ejército de herejes.
Mientras tanto, ya desde el principio de la llegada de las Escuelas Pías a Szepes, el 20 de noviembre de 1642, nuestros religiosos conservaron la fe católica en los lugres próximos, y la propagaron por aquellos lugares, principalmente y en primer lugar por los celosos Ven. Siervo de Dios P. Juan Domingo Franco de la Santa Cruz y P. Glicerio Nayman de todos los Santos, y otros padres que había enviado el P. Wenceslao Opatowsky del Stmo. Sacramento. El Excelso príncipe Estanislao Lubomirski, capitán de Szepes, de acuerdo con la orden del rey de Polonia Miguel II, y con la aprobación del capítulo provincial celebrado en agosto de 1670, ofreció a los padres de las Escuelas Pías algunos de los trece pueblos luteranos en los que había iglesia y cómoda habitación. Nuestro Francisco fue llamado de Smelnice, y se encargó de la tarea misionera, y allí introdujo la fe verdadera por amor de Dios y de la Santa Madre Iglesia. Antes el Ilmo. y Rvmo. D. Jorge Barsony, obispo de Varad y presidente de dicho cabildo, presentó al venerable cabildo de Szepes el mandato del Rey de Polonia, y el acuerdo de sus superiores para que llevara a cabo esa piadosa misión. Después de dar su bendición, el presidente mandó al venerable Cabildo que de la iglesia entregaran lo necesario para celebrar la misa, y los ornamentos para el lugar sagrado y todo lo demás que hacía falta. También el Excelso Príncipe Jorge Szelepeseny, arzobispo de Esxtergom, le concedió amplísimas facultades.
Obtenidas estas, el P. Francisco fue a Olas, y convocados los católicos, se reunieron al principio alrededor de cuarenta, a las afueras, cerca del pueblo, en la casa honrada y noble del generoso señor Esteban Roskowany, en una habitación de la planta baja, y de acuerdo con el ordinario del lugar, erigió un altar, bendijo el lugar, oyó confesiones, celebró la misa y exhortó con un sermón lleno de celo a los católicos a que trabajaran por la mayor gloria de Dios, después de esta feliz reunión. Al cabo de poco tiempo todos los católicos relajados volvieron al seno de la Santa Madre Iglesia, y en espacio de medio año se reunían más de cien, que venía también de las aldeas vecinas: Varalli, Klokony, Leibiz, Bela, a los cuales se unieron muchos del pueblo luterano de Olas, y se convirtieron a la verdadera fe.
Los luteranos que vivían en los trece pueblos de Szepes, viendo el aumento de los católicos en Olas, temiendo que se propagasen también a otros pueblos, se reunieron en los montes de Jorge para celebrar un consejo, y queriendo que el P. Francisco fuera expulsado de Olas y para impedir ulteriores progresos, escribieron un memorial suplicatorio en nombre de los trece pueblos a Lancut, en Polonia, al Excelso Príncipe Estanislao Lubomirski. Francisco ni dormía ni era perezoso, y cuando se enteró de los esfuerzos de la facción herética, viajó día y noche hasta Lancut, y llegó un día antes que los delegados luteranos, y no sólo informó a su Excelencia de lo que se tramaba, sino que, con la ayuda de Dios, obtuvo todo lo que pidió, con lo que los luteranos perdieron el aceite y el trabajo. El Príncipe les respondió en pocas palabras que aprobaba lo que hacían los católicos, y que les animaba a extenderse no sólo en Olas, sino es su treces pueblos, y en todo el orbe de la tierra, y les rogó que pidieran a la Divina Majestad la gracia del Espíritu Santo para regresar al verdadero rebaño de Cristo, para que todos pudieran sentirse unidos. Esta respuesta tanto como entristeció a los delegados de los sectarios, alegró a nuestro Francisco, y promovió celosamente la causa de la práctica católica, y obtuvo el privilegio por mandato de la Sagrada Real Majestad para que los Padres de las Escuelas Pías construyeran una capilla en Olas, en la que poder practicar y ejercer todas las devociones para los católicos. Para este fin fueron designados cuatro comisarios de la fortaleza de Lublo y dos del venerable Cabildo de Szepes, que fueron a Olas, y después de celebrar la misa en honor del Espíritu Santo, en presencia del juez de Olas Valentín Schnel, y de unos asesores jurados elegidos entre los católicos maduros y nobles, según lo ordenado por el Serenísimo Rey y Su Excelencia, salieron al centro del pueblo, y con el acuerdo de todos y sin ninguna contradicción, designaron un terreno para iglesia y cementerio, de trescientos codos de largo y cincuenta de ancho. En el lugar plantaron una cruz alta y grande con el crucifijo, que había llevado el P. Francisco sobre sus hombros desnudos. Finalmente el Rvmo. Martín Szolcany, Abad mitrado y Canónigo del venerable Cabildo de Szepes, vestido de Pontifical, bendijo solemnemente aquel lugar para iglesia y cementerio para los fieles.
Cuanto más progresaba la fe verdadera en Olas, tanto más sufría persecuciones de todo tipo Francisco por parte de los herejes. A menudo, fingiéndose campesinos, soldados y valacos, invadían su residencia por la noche, y le rompían las ventanas, golpeaban las puertas, sacudían las tejas del tejado, proferían palabras y gritos ignominiosos. A menudo le amenazaban por los caminos, y le tiraban nieve o bloques de hielo; molestaban a los católicos, les disuadían de convertirse, impedían que visitara a los suyos, obstaculizaban los entierros en el cementerio, y hacían todo el mal que podían, bien a él directamente, bien a otros. Incluso lo acusaron inicuamente de beber demasiado vino los predicadores luteranos de Olas y Varalla, ante los jueces y el comité de los trece pueblos en la fortaleza de Lublo, en presencia del magnífico vice capitán, cuando lo cierto era que en el primer año de su misión se había abstenido de beber vino y comidas delicadas, y se había contentado con agua y con cerveza de la más sencilla, y de hecho pasó la cuaresma con sólo pan y cerveza. Pero estas calumnias no conmovieron en absoluto al hombre justo y tenaz, y para que no hubiera ningún escándalo y vergüenza para su Orden, se presentó con testimonios de su abstinencia a la fortaleza de Lublo y al colegio de Podolín, y así probó su inocencia, y los mendaces herejes fueron castigados severamente, y sufrieron las penas de los calumniadores.