1696EuropaCentral/Podolín (1642)

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Podolín (1642)

La casa de Podolín también fue fundada en 1642, bajo el patrocinio de la poderosa familia de los Lubomirski, que aceptaron hacer una fundación suficientemente importante como para mantener también en ella a los novicios.


Esta casa se encontraba en una situación geográfica muy particular: en un terreno húngaro (actual Eslovaquia) empeñado a Polonia a cambio de una deuda. En una población de mayoría católica, pero en un contexto mayoritariamente protestante. En 1772 volvió la zona al reino de Hungría, y la casa escolapia pasó de Polonia a Hungría en 1782.

El Conde Estanislao Lubomirski comenzó la fundación con un capital de 11.500 táleros imperiales que producían una renta de 800 taleros[Notas 1]. A la muerte del Conde Estanislao le sucedió su hijo Jorge, que aumentó la fundación en 12.000 florines polacos, de los que procedía una renta anual de 840 florines. Se añadieron con el paso de los años otras fundaciones o rentas, que en 1696 daban un interés anual próximo a los 4000 florines polacos, que permitía mantener en una situación cómoda a una numerosa comunidad.

Otro Lubomirski, Heraclio, concedió a los escolapios la administración de la parroquia vecina de Bela en 1674, en parte para compensar la disminución de los ingresos de las fundaciones debido a diversas contrariedades económicas y políticas, y en parte para recompensar su empeño en el trabajo de evangelización (para convertir protestantes a la Iglesia Católica) en la zona.

La casa era importante para la Provincia por su carácter de noviciado, y primer juniorato donde los profesos estudiaban la retórica o humanidades. Pero era también importante por la escuela. En 1690 había en Podolín 5 clases, a las que asistían “300 alumnos, a veces más, y a veces menos”.

Por otra parte, sufrió varias veces el azote de la peste en el periodo que estudiamos; en una ocasión fue devastada por el desbordamiento del río Poprad el año 1662, que pasa al lado, y en dos ocasiones sufrió las consecuencias de incendios que afectaron a la ciudad, una en 1669 y otra en 1684. De esta segunda dice el P. Chojnacki: “Tan sólo se salvaron de las llamas dos cuadros de nuestro Santo Padre, uno grande que solía estar colgado en el comedor (y que después de su beatificación se puso en el altar de la iglesia), y el otro pequeño, de papel, que quedaron intactos en medio del incendio, y que por ello se conservan reverentemente ahora”.

Como casa de formación que era, en Podolín debió reinar siempre la observancia religiosa. El P. Foci, que había visto cosas que no le gustaron en la Visita a Polonia, en sus Ordenanzas para la Provincia cita como modelo la comunidad de Podolín, hacia la que muestra auténtico entusiasmo: “Nos parece que no será difícil que en el futuro se adapten a las normas de esa comunidad, en la cual se enseñan los rudimentos a la santa milicia. Donde, según lo prescrito en nuestras Constituciones, ninguna conversación en alta voz turba las ocupaciones; se llevan a cabo los ejercicios cotidianos fielmente según el horario establecido; se hacen descansos cantando; se ora con talento; hay decoro en la iglesia, soledad en las celdas, limpieza en las habitaciones, el mobiliario es conforme a las Reglas, y se aplican los decretos en relación con el vestido; los talleres están ordenados, el huerto cultivado, y todavía más cultivada la urbanidad, la modestia, y la diligencia en cumplir cada uno su tarea en las Escuelas Pías. Todas esas cosas son como una tropa ordenada de un campamento, sumamente eficaz para derrotar y triunfar sobre las turbas de pasiones y vicios. Me agrada presentar ese resumen de nuestro colegio de Podolín, para que todas nuestras demás casas se esfuercen por ajustarse a esa forma de vivir y orden de cosas, tal como lo ordenamos. Para que se cumpla lo que se dice del templo de Salomón al final del capítulo 6 del tercer libro de los Reyes: ‘Perfecta es la casa del Señor en todas sus obras’”.

En ese año 1696 la comunidad de Podolín, la más grande de la Provincia contando juniores y novicios, estaba formada por los siguientes religiosos:

P. Bernardo de la Madre de Dios, Rector y Maestro de Novicios, párroco de Bela

P. Miguel de la Visitación de la B.V.M.

P. Sebastián de Sta. Apolonia, confesor de los nuestros, presidente de la Cofradía de laicos

P. Domingo de la Santa Cruz, vicario de Bela

P. Gregorio de Sta. Bárbara, confesor

P. Ramón de Sta. Catalina V. y M., ayudante del Maestro de Novicios, predicador, confesor también de los nuestros
P. Casimiro de San José, prefecto de las escuelas, maestro de humanidades, predicador, confesor también de los nuestros
P. Bernardo de la Asunción de la B.V., maestro de la escuela de alemán, catequista en alemán, vice prefecto de la Congregación de laicos.
H. Basilio de S. Andrés, maestro de retórica y poesía, presidente de la congregación de jóvenes
H. Teodoro del Stmo. Nombre de María, maestro de gramática, estudiante de humanidades
H. Mateo del Sto. Ángel Custodio, ayudante del maestro de la escuela de alemán, estudiante de humanidades
H. Luis de la Madre de Dios, estudiante de humanidades
H. Agustín de S. Daniel, estudiante de humanidades
H. Casimiro de S. Alejo, estudiante de humanidades
H. Lorenzo de S. Esteban, estudiante de humanidades
H. Ladislao de S. Pablo, estudiante de humanidades, maestro de ínfima, presidente del Oratorio de pequeños
H. Carlos de la Sta. Cruz, estudiante de humanidades, maestro de escritura alemana
H. Luis de S. Jacinto, maestro de la escuela de pequeños, y escritura, estudiante de humanidades
H. Antonio de S. Vicente, estudiante de humanidades
H. Narciso de S. Florián, estudiante de humanidades
H. Edmundo de S. Celestino, estudiante de humanidades
H. Pablo de S. Andrés, estudiante de humanidades
H. Felipe de la Asunción de la B.V.M., maestro de sintaxis y catequista
H. Juan de S. Antonio, operario
H. Pedro de S. Pablo, operario
H. José de S. Leonardo, novicio de 1er año
H. Simón de S. Pablo, idem
H. Mariano de S. Venancio, idem
H. Alberto de S. José, idem
H. Nicolás de S. Francisco, idem
H. Leopoldo de S. Juan B., idem
H. Florián de S. Jerónimo, idem

Podemos ver que todas las clases estaban dirigidas por juniores, que al mismo tiempo estudiaban Humanidades o Retórica.

Notas

  1. El tálero, moneda de plata grande, equivalía a un florín imperial y medio. El florín polaco equivalía a medio florín imperial o renano.