Demarcación Aragón

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Demarcación Aragón
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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Ver Presencias (52) / Religiosos (212) / Cartas de hermandad

Datos

Provincia escolapia (1742- )

Antecedentes históricos.

Las Escuelas Pías de España se gobernaron en el siglo XVIII por una Comisaría general (1707-1711), por un Viceprovincial o Vicario general (1711-1731) y por un Provincial (1731-1742). El 14-11-1741, dio comienzo en Madrid el segundo Capítulo provincial y en él se aprobó la petición a Roma para la reorganización jurídica en dos circunscripciones de las casas existentes. Fueron a Roma el Provincial Agustín Paúl, y los vocales Tomás Plana y Juan García. El Capítulo general dio comienzo el 25 de abril de 1742, terminó el 11 de mayo. En su última sesión el Capítulo dejó en manos de la Congregación general «la facultad de dividir la Provincia de España». El 17 de mayo se reunió la Congregación general, bajo la presidencia del P. José Oliva y el resultado lo recogió así el libro de actas: «Nueva Provincia de Aragón. Habiéndose ya tratado en precedente Capítulo general el asunto de dividir la Provincia de España en Provincia de Aragón y Viceprovincia de Cataluña, que quede inmediatamente sometida al Padre General, conforme al deseo de toda la Provincia de España, según decisión de su anterior Capítulo provincial, la Congregación general divide dicha Provincia del modo siguiente con el consentimiento del predicho Capítulo general: es elegido por votación unánime primer Provincial de la Provincia de Aragón, el P. Tomás (Plana) de San José, de la estirpe y sangre de nuestro venerable Fundador por parte de madre». A continuación se designa al P. José Caballol «en primer Viceprovincial de la ahora erigida Viceprovincia de Cataluña».

Con verdadero fundamento histórico pudo concluir el P. Leodegario Picanyol: «La Provincia de Aragón, en cuanto tal, nació el año 1742». Y pudo afirmar Claudio Vilá: «...así resultó ser la primera (Provincia) de las que actualmente se hallan con vida» en España. Histórica y canónicamente es, pues, la Provincia de Aragón la primera Provincia escolapia de España. Así figuró en la documentación oficial de la Orden -circulares, actas de Capítulos, catálogos- hasta 1861. En esa fecha, según las pruebas del P. Calasanz Bau, unos años antes según argumenta el P. Rabaza, dejó Aragón de figurar la primera y ocupó el puesto la Provincia de Cataluña. Bau apunta las razones para el cambio, y concluye: «Era naturalísima la tentación de trocar el hecho en derecho». Y así continúan editándose todavía los documentos oficiales.

Desarrollo histórico.

El desarrollo histórico de la Provincia de Aragón puede seguirse de manera clara y sistemática con sólo atender a los periodos marcados por el nacimiento de las nuevas Provincias de Castilla, Valencia, Vasconia y Argentina. Estos nacimientos marcan, a la vez, un ritmo de alternancia a la Provincia de Aragón.

En 1742 la nueva Provincia contaba con 150 religiosos, dos noviciados en Peralta y Madrid, y 13 casas: Barbastro (1677 y 1721), Peralta de la Sal (1695), Daroca (1729), Benavarre (1729), Alcañiz (1729), San Fernando en Madrid (1729), Albarracín (1731), Zaragoza (1731), Almodóvar (1732), Jaca (1735), Getafe (1736), Valencia (1738) y Tamarite (1740).

En 1746 se añade el colegio de Villacarriedo, tras años de tentativas. Y empiezan a llover peticiones, que no pudieron aceptarse: Alicante en 1749, Játiva en 1752 y tres más en 1753, Alcalá de Henares, Casas de Ves y Vélez Málaga. La Provincia de Aragón trabaja, pues, en estas cinco regiones: Aragón, las dos Castillas, Valencia y Cantabria. Sus colegios quedan preferentemente abiertos en pequeñas poblaciones, pero hay tres en grandes ciudades y de verdadero prestigio: Madrid, Valencia y Zaragoza.

La misma extensión de la Provincia y la diferencia de regiones originó la creación de la Provincia de Castilla en 1753. Aceleró el problema el cierre del noviciado de Madrid en 1746, que obligaba a los novicios castellanos a desplazarse a Peralta. El noviciado se volvió a abrir en Madrid en 1752 por imposición directa del padre General.

El Capítulo general de 1754, que confirmó la erección de la Provincia castellana, autorizó a la de Aragón para fundar una casa en Madrid y mientras tanto, a que el Procurador de Aragón y su secretario residieran en el colegio de San Fernando. De momento ninguna de ambas cosas pudo realizarse. Desde el 1-1-1756 vivieron en una casa arrendada, con todas las «garantías de disciplina, orden y moralidad» el Procurador, su secretario y un hermano. La experiencia no fue larga y el colegio de San Fernando acogió fraternalmente a sus hermanos aragoneses.

Separada Castilla, Aragón centró sus fuerzas en la buena formación sus vocaciones. Siguieron lloviendo peticiones de fundación y únicamente pudieron atenderse cuatro: Sos del Rey Católico (1760), Albelda (1786), Gandía (1807) y Fraga (1827). No se pudieron aceptar las de Belchite en 1756, Cervera del Río Alhama en 1756, Mora de Rubielos en 1756, Vinaroz en 1759, Borja en 1760, Epila en 1760, Moyuela en 1762, Villafranca de Navarra en 1762, Escatrón en 1767, Cascante en 1772, Lérida en 1788, Calatayud en 1793, Viana en 1803, Cullera en 1804, Alpuente en 1805, Durango (México) en 1809, Teruel en 1814, Ejea de los Caballeros en 1816 y Tauste en 1819. Es decir, cuatro fundaciones nuevas en los reinos de Aragón y Valencia, y diecinueve rechazadas: diez en Aragón, cuatro en Valencia, tres en Navarra, una en Cataluña y una en México. En este período pasó la Provincia por la dura prueba de la guerra de la Independiencia y vio constituida la Viceprovincia de Valencia en 1826, luego Provincia en 1833.

El tercer período abarca un siglo exacto, desde 1833 a 1933. La Provincia, sin los colegios de Valencia, Gandía y Albarracín, queda recortada y anclada en tierra exclusivamente aragonesa. Vienen los años duros de 1834 a 1845. El Gobierno, por decreto del 22-4-1834 cerró los noviciados. Una ley del 29-7-1837, que suprime las instituciones monásticas, hizo una excepción con las Escuelas Pías. Pero sólo el 28-2-1845 firmó la reina un nuevo decreto que permitía a la Orden abrir los noviciados de España. El de Aragón se abrió el 24-8-1845 y, de momento, en el colegio de Zaragoza.

Después de esta prueba durísima, la Provincia surge con renovado vigor y procura buscar horizontes nuevos. Se fundan los colegios de Caspe (1858) y Molina de Aragón (1867) dentro de un área geográfica tradicional. Pero enseguida Navarra y Vascongadas y se fundan sucesivamente los colegios de Tolosa (1878), Tafalla (1883), Vera de Bidasoa (1891) y Pamplona (1894).

Algunos religiosos aragoneses colaboraron en las primeras fundaciones de Cuba y Puerto Rico y, en mayor número, en las de Sudamérica. En Chile: Concepción (1886), Yumbel (1886), Copiapó (1888) y Providencia de Santiago (1896). En Argentina: Buenos Aires (1891) y Santo Tomás de Córdoba (1894). Un decreto de la Congregación general de España erigió con estos colegios la Viceprovincia de Chile-Argentina el 25-5-1896. El 18-6-1896 la misma Congregación nombró al P. León Vidaller primer Vicario provincial con facultades especiales para posibles nuevas fundaciones. Y mediante otro decreto del 7-6-1897 quedaron incardinados los colegios a la Provincia de Aragón y, en consecuencia, la Viceprovincia. Desde ese momento el Provincial se llamará de Aragón, Argentina y Chile. Dos años más tarde, el 23-6-1899 queda también unido a la Provincia de Aragón, el colegio de Estella, fundado en 1893. De esta manera, antes de finalizar el siglo XIX contaba la Provincia con casas en Aragón, Castilla (Molina), Navarra, Vascongadas, Argentina y Chile. No había podido complacer en esos años las peticiones de fundación en Huesca (1856), Graus (1858) y Guernica (1863) más otros dos, apenas insinuados, en Pedrola (1828) y Tarazona (1878).

Agregados los colegios americanos, Aragón mandó a Chile y Argentina un contingente numeroso de excelentes religiosos, que pudieron potenciar muy pronto la Viceprovincia con nuevas obras: colegios de Pontevedra (1902), General Paz en Córdoba (1904), San Juan de Santiago de Chile (1904), Hispano Americano de Santiago de Chile (1917), Río Cuarto (1927), Rosario (1931), Trenque Lauquen (1931) y la parroquia de San José de Calasanz en Buenos Aires (1915). En España se fundó el colegio de Logroño (1927) y no pudieron aceptarse otro en Monzón (1925) y un generoso ofrecimiento al P. Narro en Calamocha. En 1922 Antonio Bartolomé y Barreneche intentó fundar en Burgos, un colegio de primera enseñanza y un seminario de vocaciones escolapias misioneras. Contó con la ayuda del cardenal Juan Benlloch y con el visto bueno del P. Tomás Viñas, General de la Orden. El Provincial de Aragón apenas intervino. Todo quedó paralizado por la visita de monseñor Pasetto.

La implantación de la República en España cortó toda iniciativa para otras fundaciones. Además, en 1933 nace la Provincia de Vasconia, y Aragón se queda sin las casas de Chile, Navarra y Vascongadas.

Se abre ahora un nuevo período, que abarca los treinta años que van desde 1934 a 1964. Empieza de manera sangrienta con los años finales de la República y los tres de la guerra civil (1936-1939). En 1935 se aceptó la parroquia de Peralta. Terminada la guerra, hubo que reconstruir las casas destrozadas. Ni caso se hizo de un nuevo intento del ayuntamiento de Ejea de los Caballeros en 1940, de una solicitud del párroco de Almazán en 1951 y, más tarde, del ofrecimiento para dirigir un colegio en el barrio de Las Fuentes en Zaragoza. Pudieron, sí, fundarse el colegio Calasancio de Zaragoza (1941) con su parroquia en 1955, el de Soria (1953) el de Santa Isabel de Logroño (1962) y el de Cristo Rey en Zaragoza (1963).

A finales de 1948 había llegado desde Argentina el primer religioso aragonés a Nueva York y de aquel primer impulso surgieron las casas del mismo Nueva York (1950, aunque sin precisión jurídica) la de Salinas (1956) y Residencia universitaria de Ponce (1960) en Puerto Rico. Con las fundaciones de Nueva York y Ponce quedó erigida en octubre de 1960 la Delegación Provincial de Nueva York-Puerto Rico.

También en Argentina se habían dado pasos positivos, abriendo el noviciado de Villa Warcalde en 1954, que fue traslado definitivamente a Villa Allende en 1957, y unos años más tarde la casa de Mar del Plata (1964). El 11-8-1964 un rescripto de la Sagrada Congregación de Religiosos elevó la Viceprovincia de Argentina al rango de Provincia independiente, la primera del continente americano.

Tras este nuevo alumbramiento, la Provincia de Aragón queda constituida por diez casas en España y las dos de la Delegación.

El período último y actual da comienzo en 1965, terminado el Concilio. La crisis vocacional, vivida por la Iglesia y por las Escuelas Pías, restó fuerzas para nuevas empresas. Pero algo se ha ido haciendo en la península y en América. Aquí se abre la residencia de Madrid (1966), se acepta regentar las parroquias de Peralta, Gabasa y Calasanz (1970), se inaugura la parroquia de Soria (1971), y se funda la Residencia Calasanz de Zaragoza (1974).

En América se fundan la parroquia del Salvador en San Juan (1966), el colegio Calasanz (1968) y el colegio Ponceño (1969). El 12-6-1971 la Delegación es elevada a Viceprovincia. Y acepta la parroquia de la Resurrección en Ponce (1976), la de la Anunciación en Nueva York (1977) y abre sucesivamente casas de formación en Ponce el año 1978 y poco después en San Juan. Por último la Provincia abrió una residencia en Brooklyn (1983).

Evolución y desarrollo.

Además de la evolución de las fundaciones y de la expansión geográfica de la Provincia en los distintos períodos de su historia, interesa ver su vida interna, reflejada en sus casas, en sus religiosos y en sus alumnos. La Provincia ha sentido en siete sucesivos momentos cortes repentinos en el catálogo de sus religiosos: separación de la Provincia de Castilla (61 religiosos menos); durante la guerra de la Independencia (40 religiosos murieron); creación de la Viceprovincia de Valencia (se queda Aragón sin 49 religiosos); durante el decenio difícil (1835-1845) se pierden 65 escolapios aragoneses; 100 religiosos se incorporan a la Provincia de Vasconia; mueren asesinados 30 religiosos durante la guerra civil (1936-1939); y al ser erigida la nueva Provincia, 63 religiosos quedaron en Argentina.

Estas disminuciones imprevistas, con ser notables -408 religiosos en un espacio de 211 años-, no expresan la gravedad del problema. Porque cuando la causa es externa, y han sido tres en estos años, el problema se agrava si se añade el cierre de las casas de formación, puesto que desaparecen los jóvenes y no pueden entrar nuevos novicios. Pero la Provincia ha reaccionado en todos los casos; lo prueban estos datos estadísticos, sacados de los libros del archivo provincial y de los catálogos manuscritos e impresos. Se seleccionan, para mayor claridad, cuatro períodos de los siglos XVIII, XIX y XX, que rimen con los cortes arriba citados:

Años Casas Religiosos Alumnos
1742 13 150
1751 14 180
1757 10 154
1790 11 179 5.554
1808 12 179 5.581
1815 12 148 7.763
1870 11 163 3.650 1
1899 13 219 4.014
1903 19 329 4.873
1909 20 374 5.611
1922 20 377 6.648
1931 23 439 8.546
1941 13 189 5.198
1964 18 350 10.338
1974 14 205 8.738
1980 15 209 7.008

El máximo de alumnos figura en 1964, cuando Argentina volcaba los suyos en la única Provincia de Aragón y Argentina. Se nota luego la disminución de alumnos, en parte aparente, porque bastantes religiosos trabajaban en obras con características especiales y que no pueden sumar sus alumnos a la estadística de la Provincia: Universidad, COU, escuelas estatales. Pero se advierte con esperanza una ascensión lenta de religiosos y comunidades. De un centenar y medio de religiosos en 1742 se llegó en dos siglos a 439, no obstante las hemorragias sufridas. De un mínimo de 189 religiosos en 1941 se vuelve, con la separación de Argentina por el medio, a 209 a finales de 1980. Ese número ha disminuido después, a la vez que ha crecido el número de laicos «escolapios», comprometidos en la obra y el mensaje calasancios.

Casas de formación.

Un capítulo importante en la historia de la Provincia es el de sus casas de formación. En síntesis, es como sigue. El noviciado se abrió en Peralta de forma definitiva en 1741.

Unos días antes de quedar constituida canónicamente la Provincia, el 13-6-1742, se abrió otro en Madrid. También, antes de crearse la Viceprovincia de Valencia, se abriría un segundo noviciado en Valencia el 13-1-1826. El de Peralta ha permanecido abierto de forma permanente, a excepción de los diez años que duró la supresión de las Congregaciones religiosas y los tres de la última guerra civil. Al reabrirse los noviciados en 1845, el de Aragón quedó instalado en Zaragoza por falta del número suficiente de sacerdotes en Peralta, pero debiendo pagar Peralta a la casa de Zaragoza dos reales diarios por cada novicio. Fue cuestión de meses solamente. Con razón puede decirse que en Peralta, junto a la cuna del Fundador, se han formado todos los religiosos de la Provincia. En algunos períodos ha sido el noviciado de Peralta también interprovincial.

El juniorato tuvo durante todo el siglo XVIII tres fases: un bienio humanístico, otro bienio filosófico y tres años de teología. Después se hablará solamente de primero y segundo juniorato. El juniorato humanístico, inmediato al noviciado, se instaló primeramente en Peralta. El Capítulo provincial de 1873 aprobó una proposición para poder abrirlo en otra casa. Hasta 1833 el juniorato filosófico tenía su sede principal en Daroca y el teológico en Valencia. Pero no de forma exclusiva, porque hay júniores cursantes de filosofía en Sos y Alcañiz y de filosofía y teología en Zaragoza. Entre 1833 y 1879 los júniores se distribuyen en grupos reducidos en varios colegios, estudiando la teología en Zaragoza. En 1871 el gobierno retiró la subvención que entregaba a las Provincias escolapias de España para pagar los alimentos de júniores y novicios. Un oficio del 25-4-1871 impone una contribución proporcionada a las casas para mantener a los 15 cursantes de Peralta y a los 7 de Zaragoza: cuesta cada unos tres reales y medio diarios.

Al abrirse las casas centrales, Aragón mandó a ellas sus júniores. Cerrada la de Tarrasa en 1904, los teólogos aragoneses vivieron en Alcañiz (1905-1915), en Cascajo (1915- 1922) y en Tafalla (1922-1927). En 1927 se pensó transformar Peralta en juniorato interprovincial, el 20-7 la Congregación provincial de Aragón aprueba entregar la casa de Peralta al Vicario general; el 20-8 se lee un «oficio del Rvmo. P. Visitador, en el que se manda la erección en Peralta del juniorato central». Un año más tarde quedaba inaugurado el juniorato de Albelda. Terminadas las experiencias de las casas centrales, Aragón ha concentrado sus júniores en Zaragoza donde alcanzan sus títulos civiles universitarios.

El postulantado es relativamente moderno. Lo creó el P. Manuel Gazo en 1912 y lo estableció en el colegio de Tafalla. El 18-8-1922 es trasladado a Cascajo. Crecieron las vocaciones. En 1931 tenía la Provincia 72 júniores, 28 novicios y 34 postulantes. Aparecieron las dificultades económicas y el 8-2-1932 se acordó «reducir el número de novicios y postulantes, haciendo una selección acertada». En agosto de 1932 el postulantado pasaba a la casa de Peralta.

Al terminar la guerra de 1936-1939 el postulantado pasa por Barbastro, Peralta, de nuevo Barbastro y en noviembre de 1953 se establece definitivamente en Cascajo. En los últimos años se ha dividido en dos grupos: el postulantado propiamente dicho, que reside en Cristo Rey, y el prenoviciado en la Residencia Calasanz.

La preocupación por la buena formación de las vocaciones ha sido una constante en las circulares de los padres Provinciales. El primer plan de estudios para los júniores lo estableció Ambrosio Lasala. El Capítulo provincial de 1771 mandó que se respeten y practiquen las disposiciones de la Sinopsis. En 1790 se determina la duración de los cursos de humanidades, filosofía y teología. La filosofía se estudió por los textos de Corsini primero y luego por los cuatro volúmenes de Porquet, que se utilizaban también en la Universidad de Zaragoza. En 1790 el texto de teología era el de Gotti. Pasada la guerra de la Independencia, se nota un fuerte declive en los estudios de los júniores, por tener que utilizarlos antes de tiempo en las escuelas. En 1829 el P. Mariano Bayod habla de «jóvenes destituidos de la ciencia y prudencia necesarias», metidos a maestros. Un siglo más tarde, el P. Patricio Mozota organizó de manera más pedagógica y con categoría universitaria los estudios de sus júniores. Hoy la formación sigue las líneas trazadas en el FIES.

Gracias al entusiasmo y habilidad del P. Narciso Monfort, la Provincia ha contado con dos revistas vocacionales: Calasanz, entre 1963 y 1971, y el suplemento de Vínculo Escolapio, entre 1975-1977. Las dos contribuyeron al aumento y mejor formación calasancia de las vocaciones.

Hechos históricos destacables.

Aunque la vida de la Provincia se desenvuelve dentro del ámbito normal de la vida de la Orden y, muy en concreto, de las Escuelas Pías de España, hay algunos hechos típicos que conviene recordar.

El 17-8-1766 fue consagrado arzobispo de Manila el P. Basilio Sancho. Era el primer escolapio español elevado a la dignidad episcopal. Al acto acudieron desde Zaragoza a Madrid el Provincial Feliciano Molina y el anterior Procurador de la Provincia Juan Crisóstomo Laguerri. Con el nuevo arzobispo se fueron a Filipinas varios escolapios aragoneses, entre ellos el célebre Joaquín Traggia, deseosos de establecer el Instituto en las islas.

El gozo de la elección del P. Sancho se vio aumentado al ser proclamado el 2-5-1772 General de toda la Orden el P. Cayetano Ramo. Era bien conocido en la Provincia por su magisterio con los júniores, por sus rectorados de Alcañiz, Madrid y Zaragoza, por sus seis años de provincialato y por su catecismo, aceptado en todo Aragón y buena parte de España. El nombramiento de General representaba un alto honor para él y para su Provincia. Al conocer su nombramiento celebraron los colegios actos religiosos y académicos, destacando algunos certámenes públicos, especialmente en Zaragoza y Daroca. Crecieron la alegría y el prestigio al conocerse la carta de Carlos III, fechada en Aranjuez el 9-6-1772, en la que el rey alaba al P. Ramo y al «utilísimo instituto» de las Escuelas Pías.

Triste acontecimiento fue el famoso pleito de la gramática. Afectó directamente a los colegios de Zaragoza y Valencia, pero lo vivió y sufrió la Provincia entera. Fueron años amargos, que comienzan en 1741. Fernando VI firmó el 23-2-1747 un decreto que prohíbe la enseñanza de la gramática. Así, hasta que Carlos III firma un nuevo decreto el 7-5-1760, que permite se abran de nuevo las aulas de gramática en Zaragoza y Valencia. El júbilo de ambas ciudades fue sincero y espontáneo. De manera especial se distinguió en sus manifestaciones festivas la parroquia de San Pablo en Zaragoza. Contribuyó al triunfo escolapio ante el rey la habilidad y tacto diplomático del P. Juan Miguel Casajús, Procurador de Aragón en Madrid, y que él mismo ha relatado minuciosamente en el primer tomo del Lucero.

La guerra de la Independencia sacudió fuertemente a varios de los colegios de la Provincia. De manera especial al de Zaragoza, donde permaneció la comunidad gracias al ejemplo de su rector, Camilo Foncillas. Cuando se estudia la historia de los dos Sitios de la ciudad, puede comprobarse que un buen número de los jefes que dirigieron la defensa eran exalumnos de los escolapios. Lo prueba suficientemente el académico Mariano de la Sala Valdés en su Obelisco Histórico. El más célebre de esos exalumnos es, sin duda, José Palafox. La Provincia sufrió durante la guerra la pérdida de cuarenta religiosos, algunos a causa de las penurias y privaciones, otros víctimas de la violencia. Entre los últimos figura Basilio Boggiero, maestro de Palafox y redactor de sus proclamas, asesinado por orden del mariscal Lannes la mañana del 23-2-1809 en el puente de piedra y arrojado luego al Ebro. Tardó la Provincia en recuperarse de tantas pérdidas humanas y materiales y se notó de manera muy particular en las casas de formación.

El siglo XX se abrió para la Provincia con un hecho doloroso. El Provincial P. Casimiro Gil, empeñado en dar soluciones prácticas a las dificultades políticas en materia de enseñanza y elevar, a la vez, el nivel cultural de sus religiosos, acompañó a once de éstos a la ciudad de Teruel, donde debían hacer sus exámenes y sacar el título de maestros nacionales. La experiencia resultó un éxito. Pero al volver perdieron la vida el P. Provincial y los PP. Juan Francisco Calleja y Ramón Capalvo en un accidente ferroviario. La muerte del P. Casimiro Gil afectó seriamente la precaria salud del P. Eduardo Llanas, Vicario general de las Escuelas Pías de España y que se encontraba en Zaragoza. Completó el trienio José Godos. Y la Provincia siguió la línea trazada por Casimiro Gil.

Probablemente el hecho más característico en la historia de la Provincia ha sido el de su fecundidad escolapia. De ella han ido brotando las Provincias de Castilla, Valencia, Vasconia y Argentina. A excepción del nacimiento de Valencia, bien dispuesto por los mismos religiosos de Aragón, especialmente Mariano Bayod, Joaquín Este ve y Lorenzo Ramo, los demás resultaron dolorosos. Hoy, valoradas las especiales circunstancias de cada momento y con la seguridad que da la perspectiva histórica, las decisiones parecen acertadas.

Las circunstancias del nacimiento de Vasconia fueron algo más delicadas. A principios de 1933 Roma aceptó la renuncia del P. Patricio Mozota y su Congregación, nombra Comisario provincial y Visitador general de la Provincia al P. Valentín Caballero, hijo de la misma Provincia de Aragón. Terminado el curso, otro decreto generalicio agregaba a la Provincia de Vasconia los colegios de Tolosa, Tafalla, Vera y Estella, en España, más las tres casas de Chile. Un tercer decreto felicita en julio al P. Caballero, quien cesa en su cargo de Comisario, pero sigue como Visitador. A la vez se nombra Vicario provincial hasta el próximo Capítulo al P. Félix León, que tomó posesión el 21 de julio. Respetado y querido por todos, «nadie le dio la enhorabuena por las tristes circunstancias en que nos hallamos», dice el cronista de la comunidad de Zaragoza. Esas circunstancias eran las internas, pero también las sociales y políticas que vivía España en ese momento. Sólo unas semanas más tarde de estos acontecimientos, Aragón y Vasconia, establecían un convenio de sufragios mutuos para sus religiosos difuntos. Igual que en 1826 se había hecho con la Viceprovincia de Valencia.

Durante la última guerra civil, la Provincia sufrió en los primeros meses de la contienda el asesinato de treinta de sus religiosos: nueve de la comunidad de Alcañiz, ocho de Barbastro, seis de Peralta, cinco de Tamarite, uno de Zaragoza y otro de Logroño. Para no perder su memoria, José Beltrán escribió su Crónica. Las Escuelas Pías de Aragón y la tragedia española. Valentín Aísa completó la historia escrita por aquél con unas Notas a la Crónica, extensas y precisas. Apoyándose en este doble testimonio y con nuevos datos, redactó el P. Claudio Vilá otro volumen: Escolapios Víctimas de la persecución religiosa en España, volumen III, Aragón (1965). Quedaron cerrados en ese período los colegios de Tamarite, Peralta, Barbastro y Alcañiz, que perdieron en gran parte sus bibliotecas y archivos. El golpe mayor descargó sobre la casa de Peralta, pues tuvo que cerrar el postulantado y noviciado, vio quemada su iglesia y destruida la estatua del Fundador. Terminada la guerra, comenzó el trabajo lento de restauración. Poco a poco se fueron habilitando los colegios, menos el de Tamarite. El esfuerzo principal se centró en Peralta, tras la publicación del folleto del P. Félix León Restauremos la casa nativa de San José de Calasanz (1940). Ese mismo año fue elegido Provincial Valentín Aísa. Durante los quince años de su mandato (1940- 1955) no cesó hasta ver restaurada la casa. Colaboraron, de alguna manera, todos los escolapios de España, incluidos alumnos, exalumnos y amigos. Para que hubiera un órgano de comunicación entre todos, se fundó la revista Peralta de la Sal. Favorecieron la obra de Peralta el Vicario general de España, José Olea, y el General de la Orden, Vicente Tomek. Peralta volvió a ser el corazón de la Provincia.

En 1949 se introdujo el proceso ordinario para la Causa de beatificación de los cinco «mártires» de Peralta: David Carlos y Florentín Felipe, Dionisio Pamplona, Faustino Oteiza y Manuel Segura. El 11-7-1952 aprobó sus escritos la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos. Sigue el proceso en Roma.

Al cumplirse en 1981 los 250 años de la llegada a Zaragoza de los primeros escolapios, la Provincia procuró celebrar con sencillez, pero adecuadamente, el acontecimiento. Se nombró para ello una comisión ejecutiva, compuesta por religiosos, exalumnos y padres de familia. La crónica de los actos realizados y de los artículos y notas de prensa publicados en periódicos y revistas quedan recogidos en una Memoria, presentada y editada por José P. Burgués. Cabe destacar entre los logros prácticos de las celebraciones un acto cultural en el Ateneo, dos celebraciones eucarísticas en la basílica del Pilar, la concesión por parte de la Diputación Provincial de Zaragoza de la medalla de plata de la provincia, entregada el 28-2-1983, y el rey don Juan Carlos concedió la Corbata de Alfonso X el Sabio el 23-6-1982, que fue entregada el 29-11-1982 en el marco de un segundo acto académico, organizado por la Institución Fernando el Católico. En el terreno de las publicaciones, la aparición de un calendario con las fotografías de todos los centros escolapios de Zaragoza, del libro de Jesús López Medel ¿A dónde va la educación? y del libro de Errazu-Burgués San José de Calasanz, el amigo de los niños (con una primera edición de 10.000 ejemplares, y de una hermosa carta de Ángel Ruiz, General de la Orden). Los actos terminaron con una numerosa peregrinación a Roma, que pudo escuchar en la audiencia papal del 21-7-1982 palabras de orientación y cariño del Papa y recibir su bendición.

Notas peculiares de su pedagogía.

La línea pedagógica de la Provincia de Aragón ha sido la tradicional escolapia. El escolapio aragonés ha centrado su quehacer profesional en la escuela y en la buena formación cristiana de sus alumnos, poniendo en práctica el lema «Piedad y Letras» del Fundador. Este trato diario con los niños y jóvenes ha dado al escolapio una fisonomía típica, caracterizada por la sencillez, la honradez en el trabajo y un cierto matiz conservador en la guarda de las tradiciones y en una sutil desconfianza frente a experiencias marginales a la escuela. Esto explica las numerosas fundaciones en zonas rurales y su permanencia prolongada en ellas, la abundancia de maestros en las clases de primera enseñanza y una real encarnación entre el pueblo sencillo. En Aragón ha perdurado la costumbre calasancia de acompañar a los niños a sus casas, terminada la escuela, hasta el año 1970; es un dato que prueba todo lo afirmado arriba. El trabajo callado y constante en la escuela ha rebajado el tono de sus ingenios, pero no lo ha quemado. La Provincia puede presentar una larga serie de hombres, que brillaron en el arte de educar.

La Provincia nace a mediados del siglo XVIII. Trabajan sus religiosos en centros muy diferenciados por las distancias geográficas y por la categoría de las escuelas y de las mismas ciudades. Se empiezan a experimentar nuevas técnicas en la transmisión de saberes y nuevos métodos de ordenación escolar. Esto obliga a buscar un camino válido para todos. Y surgen los métodos uniformes. El primero de estos métodos fue el publicado por el P. José Jericó en febrero de 1754 y en cuya redacción habían colaborado los PP. Ambrosio Lasala, Agustín Paúl y Pedro Celma. Consta de cuatro apartados: ejercicios de piedad, ejercicios literarios, vacaciones y horarios escolares. El segundo apartado se estructura en trece puntos y resulta un verdadero tratado pedagógico, moderno y muy avanzado en cuanto a las normas para la enseñanza del latín y humanidades. En 1762 se volvió sobre el problema de una enseñanza cualificada, hasta dar con un «método breve y fácil». Pedro Celma encargó de su redacción a los PP. Ambrosio Lasala y Cayetano Ramo. Aprobó el borrador la Congregación provincial y lo completó el mismo P. Celma, que lo hizo público y obligatorio en su circular del 3- 12-1762. El Capítulo provincial de 1771 ordenó que el método del P. Celma se leyera en el refectorio al principio de cada mes. El Provincial, Cayetano Ramo, editó en un folio el método de 1762 y ordenó el 20-11-1771 que se observe puntualmente, igual que el anterior de Jericó y que ambos se fijen en público «para el buen orden de las escuelas». Estos dos métodos rigieron la enseñanza en los colegios aragoneses durante todo el siglo XVIII y principios del siglo XIX.

En 1817 el Capítulo provincial pide que se redacte un plan moderno, «porque el antiguo estaba superado». El P. Rafael Paracuellos y su Congregación rogaron a todos los profesores en diciembre de 1817 que manden sus observaciones; y en una circular de 1818 el Provincial se detiene en la organización de la primera enseñanza y en la renovación metodológica: hay que abandonar los métodos rutinarios de enseñanza y sustituirlos por otros más modernos y científicos.

Entre la fecha de creación de la Provincia (1742) y ésta, de 1818, debe colocarse el «siglo de oro» humanístico aragonés. No son fechas tope, pero marcan bastante certeramente los límites. El período entero se apoya en la gramática del P. Agustín Paúl, editada en 1744 y a la que dará nueva redacción Benito Feliu, en los métodos de 1754 y 1771 y en la colección de autores selectos latinos de Celma, preparada desde 1753, publicada en 1757 y que, perfeccionada después por Cayetano Ramo, tuvo numerosas ediciones en dos volúmenes con el título Exemplorum latinae linguae in iuvenum gratiam, qui Scholas Pias fraequentant, selectorum.

En gran parte, con estos instrumentos se consiguió formar en la cultura humanística a los alumnos de los colegios y sobre todo a los futuros maestros escolapios. El clérigo castellano Felipe Scío, estudiante en Villacarriedo, deseó pasar a Aragón, atraído por la bondad de su enseñanza, y, más tarde, al hacerse cargo de la escuela de gramática en Madrid su primera decisión fue seleccionar el texto más perfecto. Lo encontró en Aragón: «Institutionum grammaticarum libellum, quo utitur Aragoniae Provincia reliquis duco praeferendum».

Esta influencia se detecta algo más tarde en Cataluña y Castilla. En Cataluña los escolapios adoptaron en 1768 los textos que utilizaban en Aragón desde hacía bastantes años y les van a servir para preparar los suyos propios en 1772. En Castilla se adoptan oficialmente también esos textos en 1768. Es el año de la real orden de Carlos III, que manda se enseñe en toda España y sus dominios latinidad y retórica en lengua castellana. En 1769 el P. Calixto Hornero publica su completo Arte de Gramática latina, siguiendo los textos de Paúl, Celma y Benito Feliu, por considerarlos «más claros y metódicos». Años más tarde, el 6-10-1776, pasaron de Aragón a Castilla los PP. Hipólito Lereu, Joaquín Ibáñez y Joaquín Traggia, para dar impulso a los estudios de humanidades. Joaquín Traggia colaborará con Merino en la preparación de los Autores selectos y Lereu se quedará para siempre en Castilla.

El prestigio alcanzado por los colegios fue notable. Se sucedieron en ellos Academias públicas, que honraban a los alumnos y a sus profesores. Sólo en el siglo XVIII se han catalogado 133 de éstas, impresas, de las cuales 66 son de latinidad y 18 de primeras letras. Las restantes se distribuyen así: 20 de filosofía, 20 de teología y 3 de matemáticas superiores. El P. Leodegario Picanyol en su obra Rerum latinarum scriptores pone como modelo a la Provincia de Aragón y enumera a 66 de sus hijos con más de 133 títulos publicados. Don Félix Latassa, en su Biblioteca de Escritores Aragoneses (1802) trae la biografía y títulos de 43 escolapios. Hay que advertir que a las obras de autor conocido hay que añadir numerosos trabajos anónimos, que se publicaron con la sola indicación de un sacerdote de las Escuelas Pías de Aragón, como el Breve resumen de Historia sagrada, griega y romana (1800), o el Diálogo para las clases de sintaxis y humanidades en que se resumen los más elegantes idiotismos de la lengua latina (1838), por citar dos ejemplos aparecidos en Zaragoza.

Desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX y principios del XX, los sistemas pedagógicos se van acomodando a los progresos de la ciencia y a los programas impuestos por los gobiernos. El 12-3-1795 el P. Joaquín Ibáñez estableció una medida de notable valor pedagógico e histórico: mandó que en todas las escuelas, incluido el internado, se ponga o conserve un libro de registro, que anote la entrada y salida de cada alumno y que se guarden luego en el archivo, para dar los certificados de estudio a quienes lo pidieren. El 7-9-1818 el P. Tomás Miret, Procurador de Cataluña y Aragón, consiguió para ambas Provincias la validez universitaria de los cursos de filosofía que se impartían en los colegios.

A finales del siglo XIX las escuelas de primera enseñanza se desdoblaron en elementales y superiores. Las primeras siguieron su estructura clásica, de leer, escribir y aritmética, con las correspondientes secciones. Para ellas publicó el P. Ollé el Nuevo silabario español y el Método de lectura (1880). Las segundas se convirtieron en un bachillerato anticipado, con fuerte carga científica. Para éstas se prepararon y editaron textos especiales, como las Nociones generales de física y química (1886) de Blas Aínsa y las Nociones generales de historia natural (1888) de Casimiro Gil.

Por esas mismas fechas aproximadamente publicó el P. Melchor Ollé su Nueva gramática latina para uso de los alumnos que frecuentan las Escuelas Pías de Aragón (1880-1881), que suplió con creces el tan acreditado Arte escolapio de la misma Provincia; supo recoger los adelantos filológicos, fue adoptada por numerosos seminarios e institutos y sirvió de texto hasta pasada la guerra civil española. Paralelamente se publicaba, en edición muy cuidada tipográfica y científicamente, la Colección de autores selectos latinos y castellanos para la Escuelas Pías de Aragón (1882). El siglo se cerró con el Programa de latín y castellano (1894), muy completo y exigente, del mismo Ollé.

La Provincia de Aragón hizo todavía un esfuerzo didáctico para elevar el nivel de la primera enseñanza. En los meses de julio y septiembre de 1912 y 1913 se celebraron en Zaragoza cursillos de especialistas, «a fin de uniformar la primera enseñanza». El resultado inmediato fue la preparación del famoso Estudio cíclico de primera enseñanza, editado por E(scuelas) P(ías) A(ragón). Trabajaron en él de manera especial, Félix León, Federico Ineva, Joaquín Perdices y Patricio Mozota. El Estudio cíclico comprendía tres grados: Primer grado (1913), Segundo grado. Ciencias (1913), Segundo grado. Letras (1916) y Tercer grado. Ciencias exactas y aplicadas (1914). El P. Silvino Pulpón alabó en «Revista calasancia» la aparición del Estudio cíclico y quedó impresionado ante el Tercer grado por el tino en la exposición y por la categoría científica y objetivos prácticos de los tratados dedicados a la aritmética aplicada y comercial, a la contabilidad, a la teneduría de libros y a los elementos de topografía. Estos textos fueron bien acogidos, y reeditados al menos cuatro veces, primero en Madrid y luego en Zaragoza. Es más, algunos de sus autores ampliaron considerablemente el tema preparado y lo editaron en volumen aparte, de manera que sirviese a los alumnos de bachillerato. Así nacieron la Historia natural (1928) de Félix León, los Elementos de física (1927) de Federico Ineva, la Aritmética elemental (1927) y la Química (1927) de Patricio Mozota. Por esos mismos años se edita también un preciso Libro de lectura en dos pequeños volúmenes: Primera parte (1924 y 1930) y Segunda parte (1929 y 1930).

Coincidiendo con la terminación de la guerra europea, surgió en los colegios un fuerte movimiento ecologista de amor a la naturaleza, a las plantas y a las aves. Empezó a celebrarse con cierta solemnidad el día del árbol, con sus correspondientes composiciones en prosa y verso en las aulas y los discursos de rigor en el campo, mientras los niños plantaban nuevos árboles. Fueros años positivos, que se reflejan en una educación de respeto al medio ambiente y de aprecio a la obra de Dios. El P. Pedro Serrate fue quien mejor supo orientar los esfuerzos de alumnos y profesores. Para ellos escribió su libro Amor a los árboles y a las plantas (1924).

Esta sucinta enumeración de orientaciones y publicaciones pedagógicas empalma con los años de la guerra civil y la sucesiva preparación de los «Textos E. P.», en los que colaboraron con las demás Provincias de España, escolapios de Aragón.

El arte de enseñar comprende una extensa variedad de recursos. Y el primero, la formación religiosa de los alumnos. Desde la fundación de la Provincia utilizaban los maestros varios catecismos manuscritos. Cayetano Ramo, con mayor sentido didáctico y mejor orientación teológica, consiguió la uniformidad con su Explicación de la doctrina cristiana según el método con que la enseñan los Padres de las Escuelas Pías a los niños que frecuentan sus escuelas. Dispuesta en forma de diálogo entre maestro y discípulo (1759). Una edición abreviada apareció más tarde con el título de Compendio de la doctrina cristiana por el Padre Cayetano Ramo de las Escuelas Pías (s/f). Tanto la Explicación como el Compendio han tenido innumerables ediciones, desde su publicación hasta 1941 por lo menos. Al catecismo de Ramo hay que sumar la Historia Sagrada en tres grados (s/f) y, sobre todo, el volumen titulado Ejercicios de piedad cristiana (1857), que contiene las prácticas piadosas de los alumnos y que se ha ido actualizando y editando, con ese mismo título o con otros, varias veces, en Zaragoza y Buenos Aires.

En los siglos XVIII y XIX, sobre todo, y en las primeras décadas del XX, tuvo especial importancia la enseñanza y aprendizaje de la caligrafía. Uno de los mejores tratadistas del tema fue, sin duda, el P. Marcos Navarro con su Defensa de la forma de letra que hasta ahora se ha enseñado en la Provincia de Aragón de las Escuelas Pías. Método breve para enseñar a escribir a los niños (1788). De las escuelas de escribir empezaron a salir buenos calígrafos, que encontraban con facilidad un seguro puesto de trabajo en secretarías, oficinas y ayuntamientos. Quedan en los archivos muestras de los adelantos logrados por los alumnos y por los júniores escolapios. Se puede citar, por ejemplo, la Colección de muestras de letra bastarda que presentan a sus Reyes y Señores los colegiales de las Escuelas Pías de Zaragoza (1828) y la doble colección de composiciones en prosa y verso y de caligrafía, ofrecida por los júniores filósofos de Zaragoza y teólogos de Valencia en 1833 a Lorenzo Ramo, con motivo de su consagración episcopal.

Como servicio educativo, pocos tan completos como el internado, en su momento. Prácticamente, todos los colegios de Aragón, a excepción del noviciado, tuvieron internado o seminario. Algunos han sido como un colegio dentro del colegio, por su propio reglamento y por el número de sus alumnos. Especialmente hay que afirmarlo del internado de Zaragoza.

No ha prosperado, en cambio, la atención a los universitarios. Los tuvo dos años (1933 y 1934) el colegio de Zaragoza y durante otros siete la residencia de Madrid. Y en ambos casos con número muy reducido.

Mejor resultado ha tenido el movimiento scout. Prendió enseguida en los colegios y ha sido atendido con verdadero esmero. Han sido y siguen siendo potentes los grupos de los colegios de Alcañiz, Barbastro, Logroño, Soria y Calasancio de Zaragoza.

Más que hablar con detalle de otras ciencias y servicios educativos, será necesario citar aquí sólo algunos nombres de escolapios aragoneses, destacados en esas ciencias y servicios. Como catequistas, además de Cayetano Ramo, a Marcelino Boira, Benito Feliu y Antonio Castillo. Como humanistas, a los nombres ya citados hay que añadir los de Mariano Bamala, Miguel Bañólas, Juan Antonio Jaraba, Onofre Carrera, Joaquín Ibáñez. Como filólogos, a Benito Feliu, Ildefonso Ros, Joaquín Traggia, Eugenio Sabarrullana, Miguel Villalta, Hipólito Lereu, Dionisio Fierro y modernamente Buenaventura Mínguez y Pedro Recuenco. Como calígrafos, a Marcos Navarro, ya citado, Agustín Pueyo, José Ezpeleta, Ignacio Herrera, Mariano Moreno, Miguel Romeo, Atanasio Ruesta, Eugenio Torrente, Melchor Ollé, Adulfo Villanueva. Como musicólogos, a Melchor Ollé. Como historiadores, a José Jericó, Joaquín Traggia, Pío Cañizar, Bernardo Ariño, Manuel Hernández, Ángel Clavero, José López Navio y Manuel Ovejas. Como oradores y predicadores, a Antonio Caxón, Gabriel Hernández, (tan alabado por el P. Isla), Marcelino Boira, Basilio Boggiero, Camilo Foncillas, Bartolomé Miralles, Pedro Capalvo, Ángel Pastor y Antonio Roldan. Como poetas, a Tomás Báguena, Gaspar Bono Serrano, Vicente Mielgo, José Gistau, Teodoro Palacios, José Beltrán y Liborio Portolés. Como filósofos, a Mariano Bayod, Pantaleón Blanquer, Antonio Porquet, Pedro Navarro y Saturnino Muruzábal. Como teólogos, a Basilio Sancho, Melchor Serrano, Enrique Brumos, Feliciano Molina, Ignacio Romance, Juan M.ª Jiménez. Como matemáticos, a Francisco Alfonso, Isidoro Griava, José Pérez, Miguel Sánchez, Juan José Soriano, Juan Manuel Palacios. Como científicos, a Blas Aínsa, Tobías Domenech, Antonio Ridruejo, Patricio Estevan y José Antonio Gimeno. Como educadores de nobles, a José Jericó, Narciso Coll, Tomás Plana, Juan Miguel Casajús, Bartolomé Labarca y Basilio Boggiero. Como pedagogos, a quienes compusieron los métodos uniformes y a los siguientes: Matías Julbe, Ignacio Romance, Eugenio Torrente, Joaquín Esteve, José Pérez, Ángel Rojí, Pedro Serrate, Nicolás Yábar, Justo Blanco, Patricio Mozota, Pedro Diez.

No quedaría completa esta síntesis pedagógica sin citar, al menos algunas revistas de orientación formativa y juvenil o de intercomunicación provincial. Por orden de aparición son las siguientes: La Aurora del Pirineo (1912), escrita por los mismos alumnos; Horizontes Calasancios (1916), órgano cultural y juvenil de los colegios de Argentina; Revista Cultural (1922), escrita para los exalumnos, que se llamará definitivamente Juventud Calasancia (1924) y tendrá ya una línea marcadamente joven; Peralta de la Sal (1941) nacida para colaborar en la reconstrucción de la casa nativa del santo Fundador en Peralta, fue un lazo de unión para la gran familia escolapia de Aragón y, en parte, de España; Vínculo Escolapio (1956) brotó entre las manos de los exalumnos del colegio Escuelas Pías de Zaragoza y en sus manos sigue floreciente; Clima (1965) quiso ser medio cultural y comunicativo de los religiosos de la Provincia; Peralta (1976) es la última revista existente y va logrando sus objetivos: intercambiar ideas y noticias y hacer así más viva y presente la comunidad provincial.

Superiores

Persona Año
Tomás Plana 1742
Ambrosio Lasala 1748
José Jericó 1751
Tomás Plana 1754
Cayetano Ramo 1757
Pedro Celma 1760
Feliciano Molina 1766
Cayetano Ramo 1769
Pedro Piquer 1772
Ignacio Romance 1774
Benito Feliu 1778
José Jericó 1781
Ignacio Romance 1784
José Samper 1785
Gabriel Hernández 1787
Cayetano Ramo 1790
Joaquín Ibáñez 1794
Gabriel Hernández 1796
Tomás Báguena 1801
Marcelino Boira 1804
Braulio Cavero 1807
Camilo Foncillas 1814
Rafael Paracuellos 1817
Joaquín Esteve 1823
Mariano Bayod 1826
Femando Moliner 1833
Cosme Valles 1845
Francisco Martínez 1854
Juan Crisóstomo Sena 1858
Alejandro Masetti 1865
Eugenio Torrente 1869
Manuel Acero 1884
Eduardo Tomabells 1893
Joaquín Aguilar 1899
Casimiro Gil 1902
José Godos 1904
Joaquín Campos 1906
Manuel Gazo 1912
Agustín Narro 1915
Patricio Mozota 1925
Félix León 1933
Valentín Aísa 1940
Moisés Soto 1955
Teófilo López 1961
Benito Pérez 1967
Antonio Roldan 1973
Dionisio Cueva 1976
Cecilio Casado 1982

Obras

Obra Años Años en Demarcación
BARBASTRO (1677-1680; 1721- ) (1742- )
PERALTA DE LA SAL (1695- ) (1742- )
DAROCA (1729-1970) (1742-1970)
ALCAÑIZ (1729- ) (1742- )
BENAVARRE (1729-1842) (1742-1842)
MADRID (Coleg. S. Femando) (1729- ) (1742-1753)
ALBARRACÍN (1731-1976) (1742-1826)
ZARAGOZA (Coleg. Escuelas Pías) (1731- ) (1742- )
ALMODÓVAR DEL PINAR (1732-1856) (1742-1753)
JACA (1735- ) (1742- )
GETAFE (1736- ) (1742-1753)
VALENCIA (Coleg. R. S. Joaquín) (1738- ) (1742-1826)
TAMARITE DE LITERA (1740-1947) (1740-1947)
ZARAGOZA (Torre Cascajo) (1743-1978) (1743-1978)
VILLACARRIEDO (1746- ) (1746-1753)
SOS DEL REY CATÓLICO (1760-1962) (1760-1962)
VALENCIA (Escuelas de la Plaza) (1763-1968) (1763-1826)
GODELLETA (Masía del Pilar) (1770-1958) (1770-1826)
ALBELDA (1786-1808) (1786-1808)
GANDÍA (1807- ) (1807-1826)
FRAGA (1827-1883) (1827-1883)
CASPE (1858-1888) (1858-1888)
MOLINA DE ARAGÓN (1867-1935) (1867-1935)
TOLOSA (1878- ) (1878-1933)
TAFALLA (1883- ) (1883-1933)
VERA DE BIDASOA (1891-1943) (1891-1933)
ESTELLA (1893- ) (1899-1933)
PAMPLONA (1894- ) (1894-1933)
LOGROÑO (Coleg. Sagrada Familia) (1927- ) (1927- )
ZARAGOZA (Esc. Delicias) (1934-1939) (1934-1939)
ZARAGOZA (Coleg. Calasancio) (1941- ) (1941- )
NUEVA YORK (Res. Calasanz) (1950-1976) (1950-1960)
SORIA (1953- ) (1953- )
SALINAS (1956-1961) (1956-1960)
LOGROÑO (Coleg. Santa Isabel) (1962-1973) (1962-1973)
ZARAGOZA (Coleg. Cristo Rey) (1963- ) (1963- )
MADRID (Res. Embajadores) (1966-1977) (1966-1974)
ZARAGOZA (Res. Calasanz) (1974- ) (1974- )
NUEVA YORK (Res. Brooklyn) (1982- ) (1982- )

Bibliografía

  • Archivo Provincia Aragón

Redactor(es)

  • Dionisio Cueva, en 1990, artículo original del DENES I