Barbastro (ES) Colegio San Lorenzo

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Mapa de la demarcación
La misma fachada del colegio de Barbastro: del tiempo de la fundación (arriba) y su última remodelación (abajo)
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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Aragón

(1677-1680; 1721- )

Antecedentes históricos y primera fundación.

En febrero de 1677 se dirige el ayuntamiento de la ciudad de Barbastro a las Escuelas Pías pidiendo una fundación. Había promocionado la petición D. Bartolomé Luis Pilares de Argensola, casado con doña Catalina Calasanz Bardají, de la familia del Fundador; también el obispo y el cabildo dirigieron, separadamente, respetuosas instancias al Papa; D. Iñigo Royo, obispo de Barbastro, conocía muy bien a los escolapios, pues había sido antes obispo de Sassari, en la isla de Cerdeña. El 10-3-1677 el Papa Inocencio XI autorizaba la proyectada fundación; el P. Carlos Juan Pirroni, recién nombrado General, concedió la autorización al P. Luis Cavada, Provincial de Cerdeña, a mediados de mayo de 1677. Dos meses más tarde, el 22 de julio, llegaban a Barbastro los dos primeros escolapios: Luis Cavada y Gabino de Todos los Santos. El 10 de agosto de ese mismo año se firmaron las capitulaciones. Según ellas, «se comprometía la ciudad a cederles las casas denominadas del "Estudio mayor" con el menaje preciso para las cátedras, alhajas de sacristía y ajuar para ocho religiosos que la población juzgaba indispensables; y, para su subsistencia, 236 libras jaquesas anuales, un quintal de aceite, diez cahíces de trigo y diez metras de vino. La Institución se comprometía a dedicar a las escuelas, por lo menos, el número de maestros necesarios para las clases de deletrear, leer, escribir y contar y gramática y retórica; a no mendigar de puerta en puerta y a exhibir cuanto antes la sanción del P. General». En el mes de octubre, el día siguiente «después de San Lucas del mismo año abrieron los escolapios sardos las escuelas públicas para la enseñanza de la juventud de esta ciudad; y el día de Todos los Santos el P. Provincial (Luis Cavada) predicó un grave, docto y elocuente sermón, ponderando en él que la enseñanza de la juventud es uno de los más principales y esenciales caminos para llegar a la bienaventuranza, que poseen los justos del cielo». No se sabe con certeza donde estuvieron ubicadas estas primeras escuelas. Cierto es que se asentaron en el antiguo «Estudio general». Este se encontraba en lo más alto de la ciudad, desde donde se divisaba todo el campo. Parece ser que estaba al norte de la catedral, en la calle de la Peña, junto a lo que hoy se llama la «Peñeta». La ciudad de Barbastro costeó con 400 escudos el viaje de los restantes religiosos sardos. A comienzos de 1678 ya funcionaban plenamente las escuelas según las condiciones capituladas. Pronto surgieron problemas. Los franciscanos y mercedarios de la ciudad pusieron pleito ante la curia diocesana y apelaron al arzobispo de Zaragoza. En ambos casos perdieron. Pero lo ganaron ante la Justicia de Aragón. Por otra parte, el P. General para reforzar la fundación, mandó cinco religiosos más, napolitanos. El P. Domingo Prado venía al frente del grupo y como nuevo comisario del P. General para las fundaciones de España. De estos cinco napolitanos, uno, Gaspar de las Peñas, era español; Domingo Prado y Agustín Passante eran oriundos españoles. Los opositores ganaron al rey Carlos II, que con un decreto revocó la fundación. El P. Luis Cavada emprende viaje a España. Va a Madrid, en la corte se ganó a la marquesa de Aytona, cuyo señorío comprendía Peralta de la Sal y su hijo Guillen Ramón de Moneada, cuarto marqués de Aytona, pertenecía al Consejo de regencia de Carlos II. Con su poderosa intervención obtuvo del rey español el decreto de fundación. Pero incluía una cláusula que el «exequátur» debía realizarlo el Justicia de Aragón. El Fiscal de Aragón exigió Consejo general de Barbastro para formalizar la fundación. Se componía de 75 ciudadanos. Esta medida no satisfizo al P. Luis Cavada, que pedía Consejo ordinario, compuesto por los Jurados de la ciudad y 25 ciudadanos de los más ancianos. El Fiscal, ganado por los mercedarios y los franciscanos, se mantuvo impertérrito en la convocatoria de Consejo general. La retrasó cierto tiempo, mientras iba alejando los posibles miembros favorables a la fundación. En octubre de 1680 se reunió el Consejo general según el agrado de los opositores y acordó expulsar a los escolapios de la ciudad, pues no se necesitaba en ella la fundación de las Escuelas Pías «y dándoles 400 escudos para que se volviesen a su provincia, los despacharon». A las causas de este fracaso hay que añadir la diversidad de Provincias, sardos y napolitanos, que originó una división interna. Esto mermó la eficacia del trabajo escolar. Tal situación trascendió a la ciudad y fue aprovechada por los opositores. Durante este período se llegó a tener 300 alumnos. La tarea escolar fue eficaz, pues al marcharse los escolapios, su ausencia y necesidad será el argumento esgrimido para pedir su regreso. La buena preparación pedagógica de algunos de ellos era tal, que más tarde serán nombrados maestros de los hijos del conde de San Esteban y muy estimados de los duques de Escalona y Medinaceli.

El 20-12-1680 el P. Marino Spina era ordenado sacerdote en Barbastro, siendo el primero de España, excepción hecha del Fundador, que ya lo fuera casi un siglo antes. En 1679 moría en Barbastro el P. Gabino de Todos los Santos que fue el primer escolapio muerto en España.

Decretada la desaparición de la fundación, tuvieron que marchar, unos a Benabarre, donde intentaron realizar una fundación. Otros se detuvieron en Barcelona, con el ocasional encuentro con D. Jaime Boxó, que daría lugar a la fundación de Moyá en 1683. Los más regresaron inmediatamente a Italia.

Antecedentes de la segunda fundación.

En 1699, D. Jaime Antonio de Pueyo, infanzón de la ciudad, dispuso en su testamento que todos sus bienes fueran dedicados para establecer una residencia de la Compañía de Jesús. Tal disposición debía realizarse en el plazo de cuatro años. De no verificarse, sería el obispo quien dispusiera del testamento en favor de otra fundación piadosa. Pasaron los cuatro años sin realizar la disposición: el obispo, D. Francisco Garcés Marcilla, se interesó en dar la fundación a los escolapios. Los Jurados de la ciudad escribieron al General de la Orden. La prudencia por los acontecimientos anteriores y la guerra de Sucesión en España impusieron un compás de espera.

En 1719 murió D. Manuel Pilares Calasanz. En su testamento dejó todos sus bienes para fundar las Escuelas Pías en Barbastro. Quedaba como usufructuaria su esposa, Manuela Franco Portolés. No quiso retrasar la fundación, e hizo donación «inter vivos» mediante escritura, el 16-11-1720. Este hecho fue de capital importancia. Coincidió la donación con la renuncia del maestro de gramática por no pagarle y estando en la ciudad el P. Antonio Ginés, Vicario general de las Escuelas Pías en España, dos representantes del ayuntamiento le propusieron que enviara dos maestros asalariados. No aceptó, pues quería una fundación en serio que el ayuntamiento concedió. No faltaron los opositores: franciscanos y mercedarios. El obispo D. Carlos Alemán Ferrer puso en conocimiento público la nueva fundación, dando paso a posibles recursos. Acudieron los de siempre. Todos los recursos propuestos fueron considerados sin fundamento. Se pasó a tratar las capitulaciones con la ciudad. Los escolapios se comprometían a poner cuatro religiosos para las clases; no pedir de puerta en puerta; a salir todos los domingos con los alumnos a una de las plazas de la ciudad para explicar la doctrina cristiana y caso de aplicárseles los bienes de D. Jaime Pueyo, se agregaría una cátedra de filosofía. El ayuntamiento, por su parte, ayudaría y subvencionaría al colegio con 160 libras jaquesas anuales, para manutención de los religiosos.

El 19-10-1721 se inauguró el colegio en la casa de la fundadora. Formaban la comunidad ocho escolapios, presididos por el P. Antonio Ginés de S. Medardo. Una dependencia de la casa se habilitó para oratorio. Dos años más tarde se construyó la iglesia costeada por D. Pedro Ferraz. El testamento de doña Manuela Franco cede y dona su casa situada entre la calle Mayor (hoy Argensola) y el río. Coincide plenamente con el actual emplazamiento del colegio. Si bien, con menor extensión; en 1731 y 1735 se compran las casas contiguas de los señores Bardazul, Garuz y Sarvisé; y hacia 1740 se pide al ayuntamiento poder abrir una ventana de ventilación, para evitar la humedad.

Desarrollo histórico.

En 1727 se inaugura la primitiva iglesia. Pronto se consideró insuficiente; en 1779, se comenzó a construir la nueva, según los planos de D. Antonio Perallón, aprobados por la Academia de San Fernando. Se diseñó con estilo neoclásico, según los dictámenes de dicha Academia. De ese modo el antiguo palacio donado por la fundadora se fue habilitando para clases e internado.

En 1808 Barbastro cae en manos de los franceses; parece ser que no influye en el colegio. En 1820, tras el golpe de Riego, se implanta de nuevo la Constitución de 1812; se suprimen los «diezmos y primicias» en 1823. Esto repercutirá gravemente en el colegio, basado en gran parte, según las capitulaciones en los diezmos. Por lo tanto, hay que cobrar cierta cantidad a los niños que asisten a sus escuelas. El decreto (1820) de supresión de las Órdenes monacales y las leyes de desamortización apenas tuvieron incidencia. En 1837 de nuevo se habla en las Cortes de supresión de las Escuelas Pías; en el debate de esta ley intervino el discípulo barbastrense, Pascual Madoz. Cosa curiosa y contradictoria, le responde el señor García Blanco abogando persistentemente por la supresión. El colegio de Barbastro pudo respirar desahogadamente cuando, el 1-3-1845, una nueva ley le devolvía la libertad, al quedar sin vigor el decreto de 1834 y la ley de 1837. Con la ley Moyano, 1857, el colegio tuvo que reestructurar sus aulas entre la primera y la segunda enseñanza. El ayuntamiento venía demorando año tras año el pago de lo pactado; el edificio se deterioraba enormemente; y en 1924 se rompe el contrato con el ayuntamiento. La Provincia de Aragón intentó reparar el inmueble para poder ofrecer un colegio digno. Se hicieron tres clases de primera enseñanza y cuatro de segunda enseñanza. A la portería se le dio luz. En 1936, todo el colegio quedó convertido en cárcel. Aquí estuvieron los benedictinos del Pueyo, los claretianos y los mismos escolapios. Varias dependencias quedaron totalmente despojadas. La iglesia se llevó la peor parte. El 4-4-1938 tomaron de nuevo posesión del colegio los escolapios. Se emprende una restauración larga y costosa. Se comienza con la iglesia. Los altares laterales son costeados por las cofradías, animadas y mantenidas por el P. Benito Otazu; el altar mayor es costeado por la asociación de exalumnos; el sagrario es regalo de los postulantes; la limpieza de la bóveda, el repaso del tejado y cubiertas y la corrección del deterioro sufrido fue a cargo del colegio; el pavimento se hizo de madera de roble de Holanda de cinco cubas viejas que llevaban 20 años sin usarse; los frescos de la bóveda los realizó el pintor barbastrense Francisco Zueras.

El colegio, aunque se había acomodado para dar clases, necesitaba una restauración profunda. En 1953 se hacen los planos. El proyecto afectará a la zona de la calle Argensola y la plaza de los Mártires (hoy plaza de la Constitución). El ayuntamiento contribuye con una pequeña cantidad; y le cede los ladrillos del antiguo seminario, sito en lo que hoy es parque y estación de autobuses. Durante el curso escolar 1953-1954 se siguieron las clases con normalidad, a pesar de las continuas molestias de las obras. En junio de 1955 se inauguraba el colegio restaurado; varias personalidades asistieron al acto. La fachada del ayuntamiento y las nuevas clases resultaban amplias, luminosas y acogedoras. La educación física y las competiciones deportivas exigían amplios campos de deportes; en 1963 la comunidad votó la adquisición de nuevos terrenos y en febrero de 1964, el rector P. Augusto Subías, firmaba el contrato por el que se adquirían los campos en el paraje llamado «La Millera», junto al camino Real de Zaragoza y al hospital de San Julián. Su extensión, una hectárea, 76 áreas y 40 centiáreas; en los años siguientes se prepararon para su cometido. En 1968 se llevó a cabo otra reforma profunda: la iglesia fue pavimentada con terrazo, el presbiterio con terrazo especial de color negro jaspeado y se modificó la posición del altar. Al realizar esta obra han quedado al descubierto los buenos mármoles de la pared del fondo, recobrando el bello sagrario una mayor preponderancia. Se inauguró el día de la Inmaculada de 1968. Con la visita del P. General, en noviembre de 1983 se urgió el saneamiento de la llamada «parte vieja»; propone la permuta del solar o un colegio nuevo junto a los campos de deportes. Desde este momento, se buscan posibles compradores, llegando más tarde a la conclusión del derribo y transformación en patio.

Algunos aspectos especiales.

Siglo XVIII: El colegio contó con las clases de leer y escribir, gramática y retórica, según las cláusulas de las capitulaciones. También tuvo cátedra de filosofía. He aquí el siguiente cuadro indicativo:

Año 1781 1788 1793 1796 1798
Escuela de Leer 200 180 160 200 230
Esc. de Escribir 75 100 120 100 100
Esc. de Gramática 46 38 60 65 35
Esc. de Retórica 36 30 40 106 81
Esc. de Filosofía - - - - 13
Internado - - 32 - 15
TOTAL 357 356 412 471 474

Aunque no constan internos, fueron admitidos muy pronto, si bien pocos; procedían de la ribera del Cinca, del Somontano pirenaico, de la comarca de Litera, de los campos de Selgua, de la montaña pirenaica oscense, y hasta de Navarra y Cataluña, sobre todo de la provincia de Lérida. Se celebraban certámenes públicos, además de la catequesis en la plaza los domingos, según las cláusulas de las capitulaciones. Los certámenes se realizaban con motivo de una fiesta, se hacían en latín y solían versar sobre autores clásicos latinos, retórica y filosofía. La biblioteca del colegio poseía interesantes volúmenes, muchos de ellos fueron del P. Onofre Carrera; hoy, al reordenarla, se han conservado 4.000.

La comunidad estaba formada por 12 ó 14 religiosos; 8 ó 9 eran sacerdotes y el resto hermanos operarios. En un primer momento se admitían novicios en el colegio, pero en 1741 se suprimieron los noviciados dispersos y se concentraron en Peralta de la Sal. Se registran 30 profesiones en 20 años.

Fueron alumnos en este siglo: fray Bartolomé Altemir Paúl, catedrático de la Universidad de Huesca y Alcalá y General de la Orden franciscana; D. Dionisio Crespo, abogado de la Audiencia de Aragón y canónigo de la Metropolitana de Zaragoza; D. Domingo Traggia, zaragozano, padre del escolapio Joaquín Traggia, coronel de Caballería, académico de la sociedad de Ciencias de Barcelona, de la Historia y escritor; D. Pedro María Ric, presidente de la Audencia de Zaragoza, rector de la Universidad de Huesca y caballero de Montesa.

Siglo XIX

En este siglo se da una de las mayores cifras registradas de alumnos: 582. Los acontecimientos políticos le afectaron como antes ha quedado reseñado. Hay que destacar 3 alumnos en este siglo: Pascual Madoz (en 1837, siendo ya diputado en las Cortes, defendió a los escolapios contra el decreto de supresión; en 1855, como ministro de Hacienda, dio la controvertida ley de desamortización civil); Beato José Mañanet, que en 1865 funda la Congregación de la Sagrada Familia, cuya finalidad es atender a la juventud desvalida en zonas rurales y en barrios obreros; P. Juan Crisóstomo Sena que gobernó la Provincia escolapia aragonesa desde 1858 hasta 1865.

Siglo XX.

El número de alumnos ha oscilado mucho desde 1900; no hay datos concretos hasta después de la guerra civil: 158, en el año 1943, y 334, en el año 1983. Hasta 1920, la primera enseñanza era de carácter nacional. La segunda enseñanza era subvencionada por el ayuntamiento, juntamente con una escuela de «cultura general y comercio». Al no pagar el ayuntamiento su parte en 1923 se rompe con él y el colegio se convierte en centro privado. Los alumnos de bachillerato tienen que examinarse en un Instituto: Lérida, Zaragoza, Huesca y otra vez Lérida. En el curso 1935-1936 se adscribió a la SADEL, con el nombre de «Colegio Hermanos Argensola». Después de la guerra de 1936 funcionó sólo la primera enseñanza hasta 1950. En agosto de ese año se reestructura el bachillerato de una manera progresiva, de tal modo que en 1956 estaba completo. Se necesitaba un nuevo profesor y se pensó en D. Adolfo Franco, profesor en la academia Cerbuna lo que motivó luego la fusión del colegio-academia. Los niños vendrían al colegio de escolapios y las niñas irían al colegio de San Vicente Paúl; los profesores de aquélla impartirían clases en el colegio de escolapios y en el de San Vicente. Esto supuso un aumento de alumnos. Hasta 1968 los alumnos de bachillerato fueron a examinarse a Lérida; el 11-4-1969 llegó el reconocimiento oficial del bachillerato elemental. No duró mucho esta situación. Un año más tarde se impuso el nuevo cambio en la enseñanza; desde 1971 cada año se suprimió un curso. Hoy el colegio es reconocido con ocho unidades de E.G.B., todas subvencionadas. No viendo posibilidad de impartir bachillerato se optó por pasar los niños al seminario, centro que era reconocido para tales estudios.

En 1920 se constituyó una «asociación de teatro», formada por alumnos y exalumnos; funcionó tres años. Los niños han participado en certámenes y concursos. En 1960, el P. Víctor Conde fundó una rondalla. El P. Juan José Garralda estructura la tuna. Desde que en 1964 se compraron los campos de deportes, las actividades deportivas han tenido gran auge; se ha creado el club de atletismo que ha permitido celebrar el «Cross Calasanz». En 1980 se implantó la «Olimpiada escolar de Barbastro»; se celebra a final de junio, consta de muchas y diversas pruebas y participan todos los alumnos de los centros docentes de la ciudad. En el rectorado del P. Benito Forcano se organizaron cursillos de cine infantil; posteriormente varios niños asistieron a las sesiones celebradas en Gijón con carácter nacional. En la década de los 70, se organizan cursillos de esquí, viajando todos los domingos a la estación invernal de Cerler en Benasque. En 1970 se funda el movimiento «scout» y en la noche de Navidad de dicho año se inaugura el «Salón scout». En 1920 se había formado la asociación de exalumnos y en 1975 surge la asociación de padres de alumnos.

En el colegio hubo internos ordinariamente hasta 1936. El número no consta. Después de 1939 se emplearon los locales para postulantado. A partir de 1950, renace el internado y fue en aumento para volver a decrecer; así en el curso 1976 sólo hubo 13 internos, por lo que en el mes de agosto se votó por su supresión.

Entre las muchas actividades educativas, además de las ya citadas arriba, cabe recordar cómo en 1930 se creó la Acción católica; tuvo mucha actividad; se interrumpió con la guerra civil y en 1956 surgió de nuevo. Entre los años 1945 y 1950 se forman varias cofradías: «Nuestra Señora de la Merced de excautivos y excombatientes», «San Antonio» y «Virgen de los Dolores». Todas tuvieron gran vitalidad en ese momento.

Como alumnos distinguidos de este siglo hay que destacar los siguientes: Mons. José María Escrivá fundador del Opus Dei; D. Luis Coscojuela Montaner, ministro de Administración Territorial en 1982; y los alcaldes: Leopoldo Puig, José M.ª Nerín, Manuel Gómez Padrós.

Desde 1900 hasta 1936 la comunidad osciló entre los 12 y 15 religiosos; después hasta 1955 tuvo tan sólo de 6 u 8 escolapios, número que se incrementa al implantarse el bachillerato. Al quedar reducida su actividad a la educación general básica vuelve a disminuir.

Desde 1941 hasta 1953 tiempo en que estuvo el postulantado, osciló el número de alumnos entre 25 y 50. Se encargaron de ellos sucesivamente los PP. Valentín Hombrados, Benito Otazu y Augusto Subías.

Otros datos de interés.

Es necesario reseñar cómo en el siglo XVIII y en la primera parte del siglo XIX el juniorato o casa de estudios y formación se estableció en el colegio de Barbastro; se impartía retórica y filosofía. Entre los religiosos que se distinguieron en esta tarea conviene citar a los PP. Antonio Canales, Pío Cañizar, Onofre Carrera y Enrique Brumos. De esta época data la gran y rica biblioteca, citada arriba que en los últimos años se ha intentado reordenar, aunque ha quedado bastante deteriorada.

Se ha hablado de las dotaciones de fundación, asimismo de los compromisos del ayuntamiento. Pero en el tema de la economía hay que citar la finca, también llamada «torre», que tanto ha ayudado para el sostenimiento del colegio, del internado, del postulantado. Aunque, a decir verdad, los beneficios conseguidos nunca fueron tan magros como los deseados o necesitados. Y referente a esta finca se debe añadir cómo en la mitad del siglo XIX fue puesta en venta para resolver las dificultades económica por las que pasaba el colegio; un grupo de amigos de la ciudad tendió su mano con el fin de evitar una dilapidación tal.

También hay que consignar la amargura que sembró en la comunidad la contienda civil de 1936-1939. Los religiosos fueron apresados en su propia casa y de ella sólo saldrían para la muerte, ocurrida en diversas fechas, aunque la mayor parte el 8-9-1936. Se salvaron el P. Félix Álvarez, que debido a su avanzada edad fue internado en la casa de las hermanitas de los ancianos, donde murió al poco tiempo; y el Cl. Santiago Mompel, librado por no haber alcanzado el sacerdocio. (Este dejó una extensa crónica de los acontecimientos ocurridos en aquellas fechas). Murieron los PP. Mariano Tabuenca, Valero Tejel, Rafael Cólera, Pedro Cester, Eulogio Malo, Isidro Parido, Julián Domínguez y Crisanto Domínguez (hijos del pueblo) y Pompilio Torrecilla.

Superiores

Persona Año
Luis Cavada 1677
Antonio Ginés 1721
Juan Crisóstomo Plana 1722
Agustín Paúl 1727
Ambrosio Lasala 1729
Tomás Calle 1736
Lorenzo Barutel 1737
Tomás Calle 1739
Rafael Fraguas 1742
Pedro Valero 1745
Alejandro Castellazuelo 1751
Juan José Soriano 1754
Alejandro Castellazuelo 1760
Juan José Soriano 1763
Alejandro Castellazuelo 1766
Ramón Baquero 1769
Mariano Bamala 1778
Ambrosio Claramunt 1784
Anselmo Estevan 1787
Domingo Hernández 1790
Onofre Carreras 1794
Enrique Brumos 1801
Ildefonso de Ros 1804
Mariano Perallón 1814
Alejandro Lacosta 1823
Cosme Valles 1829
Teodoro Pérez 1845
Cosme Valles 1865
Francisco Baraja 1869
Juan Manuel Palacio 1877
José Sin 1882
Eduardo Tornabells 1885
Casimiro Gil 1890
Antonio Ridruejo 1900
Joaquín Campos 1904
José Godos 1906
Manuel Coll 1912
Manuel Ramírez 1919
Juan M.ª Jiménez 1925
Felipe Pinedo 1926
Saturnino Lacuey 1929
Clemente Merino 1931
Eusebio Ferrer 1936
Eusebio Pera 1946
Benito Otazu 1949
Narciso Monfort 1955
Augusto Subías 1961
Valentín Lamba 1964
José Luis Mallagaray 1967
Ángel Alegre 1970
Narciso Monfort 1971
Benito Forcano 1973
Luis Domeño 1976
Vicente Moreno 1980
Gregorio Landa 1982

NOTA: Aparecen desordenados en la edición original. Aquí han sido reordenados

Bibliografía

  • Archivo Aragón
  • Archivo de la casa
  • Peña, J. J. Primeras fundaciones de España ReC (1888)

Redactor(es)

  • Martín Sobrino, en 1990, artículo original del DENES I