BartlikAnales/1600

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Año 1600 de Cristo. Cuarto de las Escuelas Pías. Noveno de Clemente VIII.

El año presente fue año jubilar, año santo, en el que una increíble cantidad de peregrinos de todo el mundo no sólo honró la ciudad santa, sino que también la enriqueció; y dio ocasión de practicar muchas obras buenas al Santo Pontífice, a los Cardenales y a todos los hombres de toda edad, condición y estado[Notas 1].

Nuestro José por su parte colaboró con las archicofradías de la Santa Trinidad y del Sufragio (a la cual se inscribió también este año), según lo atestigua el testimonio fiel del proceso de su vida.

En lo que se refiere a las Escuelas Pías, es de recordar que después de que removiera cada piedra para poder trasladarse con las Escuelas Pías del barrio del Trastévere a un local más capaz, se vino a uno en la zona del Campo de las Flores, detrás de la posada del Paraíso, alquilado a expensas suyas, y allí trasladó a sus alumnos, quienes ascendían ya a la cifra de quinientos, y poco después añadió otro local, por el cual se comprometió a pagar 156 escudos anuales.

Arreglado lo anterior de la manera dicha, como ya no esperaba la venida de Su santidad, aprovechó la ocasión para ir a besarle el pie, y darle cuenta de la marcha de las escuelas, e informó ampliamente a Su Santidad sobre ello. Por lo cual, una vez ofrecido su humilde obsequio, el Sumo Pontífice aprobó su pío intento, y de viva voz le dijo que si se unieran otros hombres para este pío propósito, podría y querría aprobar una Congregación de las Escuelas Pías. Y para el feliz progreso de la dicha Congregación, no sólo prometió su patrocinio en cualquier eventualidad (como ya se ha dicho antes), sino que también ordenó clementísimamente a la Reverenda Cámara Apostólica que entregara una ayuda de doscientos escudos romanos anuales para su alimentación y la de sus compañeros.

Nuestro José, enriquecido con tales promesas y con tan magnífico permiso, y satisfecho con el decreto pontificio que se haría, estuvo atento en cuanto pudo y convenía para añadir otros hombres que por amor de Dios y la salvación de la gente, y preocupados en especial por los niños pobres, quisieran unirse a las Escuelas Pías, y en especial miraba desde entonces para añadir consigo a este fin a Don Gaspar Dragonetti, que era conocido y amigo suyo desde hacía ya cuatro años.

Este Dragonetti era siciliano, y su pueblo era Leontino; había recibido la tonsura del estado clerical, y cuatro órdenes menores, siendo maestro de pago (aunque moderado) de muchos alumnos en la ciudad durante cerca de cuarenta años. Era de tal virtud y erudición que Pedro della Valle lo nombra es sus cartas, e incluso lo contrató San Ignacio al principio de la Sociedad para que enseñara en su casa. A este hombre, pues, es de los primeros a los que José intentó agregar para el ejercicio de las Escuelas Pías, y principalmente en el tiempo en el que tuvo que estar prostrado en el lecho con la pierna rota.

Ocurrió que José, para llamar a los discípulos y a los maestros que no vivían en la misma casa, se subió a lo alto del tejado de la casa para colgar una campana bendecida por el Sufragáneo de Sidonia, y cuando todavía no estaba colocada la campana como era necesario, una fuerza oculta aunque sensible lo empujó y lo hizo caer al suelo, siendo no pocos los que fueron testigos de lo ocurrido.

Se piensa que este daño fue causado por el enemigo del Averno con astucia y engaño, porque apenas fue visto subido a lo alto del tejado con la mano puesta en la campana para sujetarla, se vio una especie de nube espesa que le envolvía, y poco después, envuelto en ella, cayó al suelo. Y a causa de ello, como la fractura de la pierna había sido grave, le fue necesario permanecer en cama, hasta que pudiera recuperarse de la operación hecha por los médicos. Mientras tanto estaba más angustiado por la preocupación que le daba el funcionamiento de las escuelas que por el dolor causado por la pierna. Cuando más tarde Dragonetti se enteró del triste accidente sufrido por nuestro José, lleno de compasión se acercó rápidamente al lecho del enfermo, y a pesar de que había sido nombrado y publicado Prefecto de las escuelas Don Mateo Real mientras durase la enfermedad, Dragonetti también se ofreció para trabajar en las escuelas, con gran satisfacción de José, integrándose poco a poco a la perpetuación de la obra.

Ephemerides Calasactianae I (1932, 243-247)

Sin embargo Dragonetti no abandonó completamente la atención a sus alumnos, sino que ayudaba en las Escuelas Pías cuando podía, pues tenía que continuar manteniendo su propio horario.

Mientras tanto ocurrió que José, encomendándose a sí mismo y a sus escolares asiduamente a la gloriosa Reina del Cielo con píos afectos, tan pronto como se recuperó completamente, se reintegró al trabajo con más ganas. Lo cual redundó en bien de los estudiantes, a la vez que en consuelo y agrado para el magistrado romano (que al principio, como vimos, era casi contrario sin razón). Pues era abundante el número de estos jóvenes pobres, y el ejercicio escolar cotidiano con fruto evidente no podía dejar de ser aplaudido. Por lo que, sabiendo que José se mantenía con su propio peculio a sí mismo y a sus maestros, y además pagaba el local de las escuelas, para promover que tan pía obra siguiera con más facilidad, se acordó contribuir con limosnas del erario público. De lo cual no se derivó sino que José encontró un estímulo más para poner toda confianza en Dios con respecto al futuro, porque aquel que le había dado una inspiración buena para comenzar una obra humilde pero grande en virtud, no dejaría de ayudarle para mantenerla en el tiempo[Notas 2].

Notas

  1. Falta un párrafo: E pluribus non est disimulandum illud opus, quod Sua Sanctitas ad instantiam Cardinalis Baronii et Fulviae domicellae de Comitibus Sfortiarum instituerit Monasterium Clasutralium Virginum Ordinis Stae. Clarae, S. Urbani ab Ecclesia, qua illis attributa est, nuncupatarum pro receptione pauperum puellarum dispersarum accipiendarum, in eum modum, ut quadriennio ante providit egenis pueris, itidem per urbem dispersis, et vagabundis Leonardus Cerosus, vulgo Litteratus dictus. Tales enim ille collegit et in unum quasi corpus magna sollicitudine redegit, a quo etiam communiter Litteratorum cognomenta retinuerunt, et ad praesens eorundem supersunt reliquias in Hospitali Apostolico invalidorum ad Rippam grandem, ntrae. Scholarum Piarum curiae comisso. Traducción: Entre muchas otras, no hay que dejar de lado la obra que llevó a cabo Su Santidad a instancia del Cardenal Baronio y de Fulvia, una señorita de la familia de los condes Sforza, creando un monasterio de religiosas de clausura llamadas de la Orden de Sta. Clara, junto a la iglesia de S. Urbano, que les fue confiada a ellas para que acogieran a niñas pobres abandonadas, de la misma manera que cuatro años antes había hecho Leonardo Ceroso, llamado por la gente Literato, a favor de los niños huérfanos, dispersos y vagabundos por la ciudad. El reunió a tales niños y los convirtió en una especie de centro, con gran solicitud, y de él retuvieron el nombre de literatos, y actualmente quedan restos de ellos en el Asilo Apostólico de Ripa Grande, confiado a nuestra curia de las Escuelas Pías.
  2. Falta un párrafo: Exemplo sine dubio edoctus, Scholarium Canonicorum, qui ante trecentos et amplius annos e scholis coadunati prope Bononiam Congregationem instituerunt, et quamvis propter bella, et varios casus, vicissitudinesque temporum, iam ille exoloverit solo nomine in libris perennante, in principio tamen, ac progressu eiusdem providentiam Dei magnam eluxisse, testis est Cardinalis de Vitriaco in sua Historia Occidentali cap. 27. His quae subnectamus praesenti anno, quo ad res nostras non occorri quidquam. Pro colophone, ex Historia Romana, relatione digna est Inventio Reliquiarum S. Joannis Calybitae. In insula Tyberina Urbis, extat Ecclesia S. Joannis Calybitae, quam Pancirolus ait donatam esse Congregationi, a Sº Joanne de Deo Institutae, ubi erectum spectatur insigne pauperum nosocomium. Cum igitur isti Religiosi sub annum praesentem 1600, hanc suam Ecclesiam instaurarent, teste praemorato Pancirolo, repertum est cum Reliquiis SS. Marii, et Marthae, Corpus S. Joannis Calybite, idest corporis partes aliquas. Ita Bolandus Tom. I Januarii. Que traducimos: Adoctrinado sin duda por el ejemplo de los Canónigos de las Escuelas, que reunidos más de trescientos años antes, habían creado una congregación en Bolonia para tener escuelas, y a queiens, aunque a causa de las guerras y diversos acontecimientos y vicisitudes de los tiempos habían desaparecido, hasta no quedar otro recuerdo que su nombre en los libros, la providencia de Dios les había ayudado mucho en el comienzo y en su desarrollo, como atestigua el Cardenal Vitriaco en su Historia Occidental cap. 27. Añadimos estas cosas en el año presente porque, en cierto modo, están relacionadas con nosotros. Para colofón, vale la pena contar el hallazgo de las reliquias de san Juan Calibita. En la isla Tiberina de la ciudad se encuentra la iglesia de S. Juan Calibita, que Panciroli dice que fe entregada a la Congregación instituida por S. Juan de Dios, donde se espera que se erija un gran hospital para los pobres. Cuando estos religiosos renovaban esta iglesia suya en el presente año 1600, como atestigua el citado Panciroli, se encontró, junto con reliquias de S. Mario y Santa Marta, el cuerpo de S. Juan Calibita, o sea, algunas partes de su cuerpo. Según Bolando, tomo I, enero.