BartlikAnales/QUINTA PARTE/PREFACIO

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PREFACIO

Como el hombre nacido de mujer, que vive durante un breve tiempo, nunca permanece en el mismo estado, sino que a veces disfruta de la prosperidad, y a veces es maltratado por la adversidad, lo mismo ocurrió a nuestra pobre Orden. Después de ascender a su estado eminente, a su más alta grandeza, en los tiempos prósperos del Papa Gregorio XV de santa memoria, bajo Urbano VIII fue sacudida, y comenzó a experimentar las adversidades como la navecilla de Jonás, que era quebrantada; y cuando podía esperar mejores tiempos con Inocencio X, en realidad experimentó los peores, pues justamente gimió hundida en lo más profundo, a causa de la autoridad de aquellos que no se compadecieron de la contrición de José y de su gente. ¿Cómo se mantuvo en un estado en el que no tenía existencia como tal? ¿Con qué ayudas se esforzó para emerger? En esta parte me esforzaré[Notas 1] por dar a luz, y haré bastante si lo hago, y lo termino, por dignidad y por exigencia.

El cardenal Ginetti

Una vez publicado el tan odiado e inesperado breve apostólico y reducida la Orden, alegrándose los que nos odiaban y llorando los auténticos hijos con el Padre, el eminentísimo cardenal Ginetti, en tanto que Vicario General de Su Santidad, tras presentar sus condolencias al Padre Fundador, y excluir al visitador Pietrasanta y su compañero el P. Esteban según la intención del citado breve apostólico, tomó la casa de San Pantaleo bajo su autoridad, cuidado y jurisdicción, y para proveerla de superior envió a su secretario D. José Palamolla el día 27 de marzo para pedir a nuestro P. Fundador que le diera dos o tres nombres de los cuales uno sería elegido por votación de todos como superior de dicha casa. Tan pronto como le oyó el P. Fundador quiso satisfacer de buena gana el deseo del eminentísimo, y nombró al P. Juan Esteban de la Madre de Dios, al P. José de la Visitación y al P. Francisco de la Anunciación, considerándolos aptísimos para ese oficio, y convocada la comunidad con el toque de campana en el oratorio, tras una breve explicación sobre la necesidad de un superior, en presencia del citado Sr. Secretario, propuso que se votara para elegir como superior a uno de los tres padres candidatos para el cargo.

Como en la primera votación muchos votos fueron por el P. Juan Esteban, fue nombrado superior no por el secretario, sino por el mismo eminentísimo, que al día siguiente vino al oratorio común, y en presencia de toda la comunidad lo proclamó superior, y a continuación en signo de obediencia todos le besaron la mano con reverencia.

Dispuesta esta casa de S. Pantaleo en orden, el eminentísimo también dispuso con respecto a la del Borgo, pero no se hizo cargo del Colegio Nazareno, sino que lo remitió a los auditores de la S. Rota, tal como había dispuesto el breve apostólico.

La Sagrada Rota

Aunque el P. Esteban pretendía el rectorado de este colegio en virtud de su bula subrepticia, con el nuevo documento, como hemos visto, el suyo quedó derogado. Puesto que según la intención del testador el gobierno de dicho colegio debía permanecer a cargo de nuestro instituto, tras pedir consejo al P. Fundador acerca de algún sujeto hábil para dirigirlo, el P. Camilo de S. Jerónimo, asumió la dirección de dicho colegio Nazareno bajo la autoridad de la S. Rota. Y esto son las cosas que se refieren a Roma.

Fuera de Roma, los Rvmos. Sres. Ordinarios de los lugares donde había casas nuestras no dejaron de ejercer su jurisdicción. Así en relación con el superior de Poli, el Cardenal Roma, como había demostrado tener jurisdicción sobre nuestro colegio y las personas, expidió la siguiente patente:

“Julio Cardenal Roma, Obispo de Tívoli, a nuestro querido hijo en Cristo el sacerdote Francisco de la Corona de Espinas, de la diócesis de Parma.

Teniendo que nombrar un superior para el colegio de S. Esteban de nuestra diócesis de Tívoli, que presida a los sacerdotes y demás operarios, hemos decidido nombrarte a ti, a nuestro beneplácito, como superior de dicha casa, concediéndote autoridad para gobernar dicha casa y las personas que habitan allí, que desempeñabas antes en el tiempo en que dicha casa estaba bajo el gobierno general de la llamada antes Orden de las Escuelas Pías. Te ordenamos que no abandones el lugar, sin pedir permiso a Nos o a nuestro Vicario General, y sin obtenerlo por escrito bajo las penas que nos parezcan bien al Vicario y a Nos. En fe de lo cual firmamos la presente con nuestra propia mano, y le ponemos el sello en Tívoli, 4 de abril de 1646. Julio Cardenal Roma, Obispo.”

Por el mismo tipo de provisión fue declarado superior de nuestra casa de Frascati el P. Pedro de S. José, de Bolonia, por el Eminentísimo Cardenal Montalto.

El P. Fundador pedía al obispo de Sabina quedarse con la casa de Moricone por algunas razones con fecha 20 de mayo, pero no pudo obtener esta gracia porque según el tenor del Breve apostólico cada casa y cada religioso de las Escuelas Pías debían estar sometidos al Ordinario. En virtud de dicho Breve, más tarde el Vicario General Brandimates Tomasi envió al arcipreste D. Rubén Nerolano a tomar posesión o manifestar la jurisdicción, y a hacer una visita. Pero no tenemos ninguna noticia sobre quién nombró superior.

En Nursia el Ilmo. Obispo de Spoleto, tras publicar el Breve apostólico el 29 de mayo, con lo que comenzaba su jurisdicción en nuestra casa, mandó que se eligiera superior por votación en una reunión presidida por su Vicario General. Resulta que el P. Santino de S. Leonardo había venido de improviso de Ancona, y la gente le votó a él. Él se oponía con energía, pero como el obispo estuvo de acuerdo con la elección y la confirmó, fue declarado y aceptado como superior.

El Rvmo. Ordinario local de Narni vino a nuestra casa el 30 de mayo e hizo publicar el breve, y en virtud de él declaró tener derecho sobre nuestros padres. Parece que confirmó como superior de la casa al P. Glicerio de la Natividad, pues no consta que nombrara uno nuevo.

En Nápoles algunos de los nuestros hacían duelo a causa del infortunado acontecimiento de la Orden, mientras que otros, que tenían intención de salirse, se alegraban de que estuviera la puerta abierta. El Rvmo. Vicario General con la autorización del Obispo tomó posesión de las dos casas, la profesa y la de formación, y declarando terminado el provincialato del padre Vicente María de la Pasión, mandó que los superiores actuales siguieran en el cargo hasta que se dispusiera otra cosa. Así lo cuenta el P. Carlos de Sta. María con fecha 29 de mayo. Luego el 4 de junio al atardecer el mismo Rvmo. Sr. Vicario vino a la casa noviciado, y tras hacer una votación secreta, nombró superior al P. Domingo de la Madre de Dios. Y el día 8 del mismo mes en presencia de todos los de la casa de la Duchesca nombró y constituyó superior al P. Marcos de la Ascensión del Señor.

Después que la Marquesa de Campi recibió la orden, y fue informada de nuestro común infortunio por rivales nuestros, intentó expulsar a nuestros padres de la casa de Campi, pero habiendo recibido información por parte de nuestro P. Fundador, cambió de opinión, y deseó que ellos gozaran de su protección.

El gobierno de la casa de Turi fue entregado al P. José de S. Francisco de Paula, quien el 17 de junio informó a Roma que el día de la fiesta de S. Bernabé se abrieron las escuelas con aplauso de toda la ciudad estando presentes el mismo obispo de Conversano y un clero muy numeroso. Como dicha función agradó a dicho obispo, después de celebrar la misa, hizo un sermón en latín recomendando los estudios, y decidió invitar nuestro instituto también a Conversano, a pesar tantos y tantos disturbios y calamidades nuestras.

Génova, Cárcare

¿Qué ocurrió con el instituto en Génova y en la provincia de Liguria? Será bueno leer la misma carta del P. superior nuevamente elegido, quien escribe al P. Fundador estas palabras:

“Bendición.

Bendito sea Dios, que nos sacó de las tinieblas y nos guió a su luz admirable. El pasado jueves (que era el 22 de junio) vino a nuestra casa el Rvmo. Vicario de nuestro Arzobispo el Eminentísimo Cardenal Durazzi, muy amigo nuestro, quien después de reunirnos a todos nos hizo público el Breve apostólico, y nos exhortó a seguir con paciencia la vida religiosa y las actividades escolares, y después de que todos votaran, me nombró superior, etc.”

Así lo cuenta él, es decir, el P. Juan Lucas de S. Francisco, con fecha 24 de junio de 1646. El cual, aunque ya se había procurado el Breve para salirse, sin embargo, como testifica el P. Pablo de Sta. Mª. de los Ángeles, se tomó en serio el cuidado del instituto. De qué modo continuó su gobierno, lo contaremos a su tiempo.

En Cárcare el Ilmo. Sr. Obispo de Alba, sin publicar el Breve pero en virtud del mismo, y en señal de haber tomado la jurisdicción, pidió ver las cuentas y que le entregaran un inventario de la casa y de la iglesia, lo cual se hizo sin oposición. Como vio que había buena disposición por nuestra parte, dejó en su cargo de superior al P. Ciriaco, y prometió todo tipo de ayuda a nuestra casa. Así lo cuenta el P. Ciriaco al P. Fundador con fecha 28 de junio de 1646.

En Sicilia y Cerdeña

Sin duda el Breve de nuestra reducción llegó al arzobispo de Palermo en Sicilia, pero sólo como a persona privada; por lo cual él prefirió mejor dejarlo dormir como un conocimiento privado mejor que hacerlo publicar, aunque el P. Clemente de S. Carlos le pidió con insistencia[Notas 2] que lo publicase movido por su propio interés. Lo cierto es que como quizás le parecía que perjudicaba el bien común y público, eligió ciertamente al P. Baltasar como superior de la casa. Pero temiendo él la jurisdicción del ordinario, se puso bajo el patrocinio de la monarquía, a la cual le gusta cumplir su oficio y cumplirlo sin que haya disturbios externos; como aumentaban las murmuraciones de los envidiosos que decían que había conseguido el cargo mediante una cierta suma de dinero, renunció al superiorato a favor del P. Jerónimo de S. José.

En Mesina se ve que los padres hicieron lo mismo que en Palermo en cuanto al patrocinio. El citado P. Baltasar escribió que había disputas en la casa; pero se pidió a conciencia el patrocinio.

En Cagliari de Cerdeña fue enviado el Breve al arzobispo por orden del cardenal Roma, pero oponiéndose la ciudad, no lo hizo publicar; sin embargo en lo que concernía a su jurisdicción, no dejó de cumplirlo. Llevó a cabo un serio y severo examen acerca de algunos novicios prófugos, y además puso un pleito al P. Superior de la casa profesa acerca de una querella enviada por la Sagrada Congregación de la ciudad santa con amenaza de cárcel para conseguir información sobre los hechos. Se trataba de una querella porque contra el expreso mandato de la Sagrada Congregación, como lo había aprobado el P. Pietrasanta en sus últimos momentos, había aceptado novicios; el cual, lo mismo aquí ante el arzobispo, como en Roma a la Sagrada Congregación, se declaró inocente en uno y otro fuero de lo ocurrido. Se defendió diciendo que no sólo había recibido una carta de Génova, sino que también le había dado permiso para dar el hábito, por escrito, el P. Nicolás María, cuando hizo la visita general.

En Etruria

Tan pronto como llegó a Florencia la noticia de la reducción de la Orden y que debería someterse a la jurisdicción de los Ordinarios, nuestros padres suplicaron a Su Serenidad ducal que los tomara bajo su protección, y que negociara con Su Santidad para que uno de sus serenísimos príncipes pudieran ocupar el lugar del ordinario, que según las exigencias de tiempo y lugar pudiera disponer con los religiosos de esa Provincia como General de la Orden, según la información que uno de los nuestros, como si fuera el Provincial, daría al Serenísimo del estado de las casas. No tenemos noticia del efecto que produjo esta súplica, pero es de suponer que su intento no logró el fin deseado, pues consta que el 22 de mayo se celebró en Florencia la elección de superior, y unánimemente votaron al P. Pedro de la Anunciación, que también habían pedido los de Pisa y los de Ancona, pero los de Florencia no le dejaron ir. Así el P. Pedro de S. Antonio en el día de más arriba.

Acontecimientos de Germania

Digamos ya qué ocurrió en Germania y qué en Polonia en la ocasión presente.

De la mima manera que ocurrió en Roma y en otros lugares, que los malévolos se alegraron con la desgracia de la madre, y los benévolos se echaron a llorar, igual ocurrió en Polonia y en Germania, aunque aquí fueron muchos menos los que rieron que los que lloraron.

Para evitar mayores agitaciones, disturbios y escándalos que podrían ocasionarse fácilmente entre la gente, el P. General, tras pedir consejo fuera y en casa, envió a estas regiones al P. Onofre del Stmo. Sacramento para que explicara las dificultades presentes y procurara conservar el patrocinio de los Sres. Fundadores para con la Orden. Y se vio que este padre no hizo el viaje en balde[Notas 3]. Pues su presencia, que era deseada desde hacía[Notas 4] dos años en todos los lugares por los Magnates, hizo tanto que no sólo logró que se mantuvieran casi todas las casas fundadas, sino que con su habilidad consiguió que el Breve Apostólico hecho contra el instituto no fuera publicado. A este fin, en Moravia se sirvió de nuestro Príncipe Dietrichstein, del Príncipe Gundákero y del Conde de Magnis. En Bohemia, del príncipe Lobkociz, que después de la piadosa muerte de la fundadora de Litomysl había sido hecho su heredero, y del arzobispo de Praga Cardenal de Harrach. En Austria del Conde de Kurz, y del Rvmo. Abad Plagenti, entre otros, que habían recomendado en la corte imperial el Instituto. Y así sucedió que, gracias a lo que ellos hicieron, el Breve inocenciano no se publicó nunca.

Lo mismo en Polonia

Por lo demás el P. Onofre no tenía intención de quedarse mucho tiempo en Moravia, así que de Nikolsburg por Strasnize y Lipnik se dirigió hacia Cracovia solo, y llegó a salvo el 18 de junio, sin ningún compañero. Se le había asignado como compañero el H. Agapito de la Anunciación, pero como este salió tarde de Roma, y llegó aún más tarde a Venecia, no quiso esperar al hermano a causa de la urgencia de los negocios, y en consecuencia por el Tirol llegó a Lintz, de allí a Viena y luego a Nikolsburg sin este hermano, y de la misma manera continuó su viaje solo hasta Cracovia (como se ha dicho antes), y viniendo se desvió para visitar a D. Rafael de la Paz. Donde, antes de dirigirse a Varsovia, tuvo la suerte de hablar cerca de allí con Su Real Majestad, y encomendar el instituto a su patrocinio. Lo cual no[Notas 5] sólo resultó muy agradable al Rey, sino que consiguió que nos mostrara su real afecto hacia nosotros, y se aseguró toda asistencia y mantenimiento del Instituto, si no en todas las partes, al menos en el Reino de Polonia. Y lo probó escribiendo a Su Santidad no una, sino muchas veces, cartas a favor del instituto, como veremos al año siguiente.

Otro efecto semejante es que con la autoridad del Rey, el Breve Apostólico entregado por el Nuncio Pontificio no fue publicado en aquellas partes, aunque nuestros adversarios insistían con fuerza, como el P. Onofre les oyó charlar mucho ante su cara, tal como se ve que se queja al P. Fundador. Le escribió el 22 de junio estas palabras: “Lavaron completamente mi cabeza con sus lenguas; no me molestaría si fuera sólo contra mí; pero me dolió que charlaban contra toda la Orden”. Así lo cuenta.

Preocupación del Fundador por el Instituto

Entre estos preámbulos del nuevo estado en las Escuelas Pías, y los consiguientes disturbios, el P. Fundador estaba muy atento, y hacía lo que podía para que las nuevas Reglas, que había prometido el Breve, no se publicaran, para lograr que el Instituto no fuera reducido al estado anterior de congregación que se había obtenido bajo Paulo V.

Y por ello el doctísimo P. Marqués en el tomo 9 de la Biblioteca Pontificia, parr. 5 defendió que el instituto de las Escuelas Pías no había sido completamente suprimido. Escribe estas palabras: “Los cambios que ocurrieron a la Orden de las Escuelas Pías no fueron cambios en cuanto a lo esencial de la Regla, de modo que la Regla confirmada primero como buena fuera suprimida como mala; sólo hubo un cambio en cuanto a los privilegios e indultos, y el estado de Orden perfecta.” El cual estado, otros de otras órdenes insistieron con todas su fuerzas en que se redujera al estado de los sacerdotes seculares, y siguieron muy constantes en su propósito, asunto y posición jurada, no dejando de causar confusión[Notas 6] aduciendo beneficios, breves y procuraciones apostólicas . Por lo que el P. Fundador se vio en la necesidad de acudir de nuevo a la Sede Apostólica, y suplicó que se pusiera algún término de una vez a este estado de incertidumbre. Su Santidad, inclinado a sus súplicas, hizo expedir una carta en forma de Breve del tenor siguiente.

Breve Apostólico

“Inocencio X, Papa.

Después de que Nos, movido por justas causas, concedimos la facultad de pasar a cualquier otra religión, incluso más laxa, aprobada por la Santa Sede Apostólica a los religiosos, tanto sacerdotes como seglares u operarios como los llaman, de la Orden de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, con tal que encontrasen receptores, y de que pusimos a dichos religiosos, sus casas, escuelas y cualquier tipo de locales totalmente bajo la jurisdicción de los Ordinarios locales, y de que redujimos la Orden citada a una Congregación similar al instituto de la Congregación del Oratorio erigida en la iglesia de Santa María en Valicella de la ciudad, sin emisión de ninguna clase de votos, algunos de esos religiosos nos han expresado en sucesivas ocasiones que tenían dónde poder mantenerse fuera de las casas regulares de dicha Orden, y por esta razón deseaban tomar el hábito secular y permanecer bajo la obediencia del respectivo ordinario fuera de la casa y de la Orden citada. Nosotros dimos la orden a los ordinarios de donde eran originarios los religiosos que nos lo habían expuesto, y a los de otros lugares, que después de haberse informado, que si algunos de esos religiosos tenían, como se ha dicho, algún lugar donde vivir fuera de dicha Orden y de las casas en las que habían vivido bajo la obediencia de los ordinarios del lugar en el que estaban viviendo entonces, les concedieran licencia con nuestra autoridad para residir, y otras cosas según diversas cartas en forma de Breve que queremos que sean consideradas como suficientemente expresadas y plenamente contenidas.

Los religiosos de la citada casa regular de S. Pantaleo de la ciudad en nombre de los religiosos nos han expuesto que por el bien de la Orden ordene que aquellos religiosos que han obtenido el permiso para tomar el hábito de sacerdote seglar según la carta nuestra en forma de Breve citada más arriba, que se les pida que lo lleven a cabo cuanto antes o que renuncien a ello; por ello esos religiosos de la casa de la orden citada humildemente nos presentaron una súplica, para que nos dignemos proveer con apostólica benignidad en relación con la cuestión.

Nos deseamos acoger favorablemente estos buenos deseos de los exponentes y distinguirlos con especiales gracias y beneficios. Y así, por las presentes absolvemos y declaramos absueltos a cada uno de ellos de toda sentencia de excomunión, suspensión, entredicho y demás sentencias eclesiásticas, censuras y penas, a iure o ab homine, originadas por cualquier motivo o causa, si acaso han incurrido en ellas y tan sólo para obtener el efecto de esta Carta; y atendiendo a las peticiones que humildemente nos han presentado, por las presentes y con nuestra autoridad apostólica mandamos y ordenamos que todos y cada uno de los religiosos de dicha Orden que han obtenido nuestro permiso para tomar el hábito de sacerdote seglar según nuestra citada carta en forma de breve, como se ha indicado más arriba, en el plazo de cuatro meses a partir de la fecha en que se haga esta publicación, se sirvan efectivamente de nuestra carta y pidan que sea puesta en práctica, o de otro modo pasados los cuatro meses la carta citada será revocada, nula y sin valor, y así será considerada.

Decretamos que este Breve sea y permanezca válido, firme y eficaz, y que surta y obtenga efecto pleno e íntegro, y que en conformidad con este Breve deberán juzgar y sentenciar los jueces ordinarios y delegados, incluso los auditores de las causas del Palacio Apostólico; y será nula y vana toda acción atentatoria interpuesta por cualquier autoridad, con deliberación o por ignorancia. No obstan todas y cada una de las cosas que en la misma carta quisimos que no obstaran; ni disposición ninguna en contrario.

Queremos que esta carta sea publicada y fijada en las puertas de la Iglesia de Letrán, en la basílica del Príncipe de los Apóstoles y en lugar habitual del Campo de las Flores de la ciudad, de modo que una vez publicada y fijada de este modo, todos y cada uno a los que ella concierne, tanto en la curia romana como fuera de ella, la sigan y actúen conforme a ella, y que si fueren intimadas personalmente por alguno de ellos, se presente impresa con el contenido expresado, firmadas por la mano de algún notario público y provista con el sello de alguna persona con autoridad eclesiástica, para dar fe en cualquier lugar. En Roma, en Santa María la Mayor bajo el sello del Pescador, el 4 de diciembre de 1646, 3º de nuestro pontificado. M. An. Maraldi.”

Hasta aquí Inocencio X a favor de nuestro instituto, que en modo alguno había sido suprimido, como prueba Pedro Piferi, jurista romano, a partir de las palabras usadas en este Breve, particularmente “En nombre de los religiosos de la casa de S. Pantaleo de la ciudad de la Orden citada”, etc. Lo mismo “que todos y cada uno de los religiosos de dicha Orden”, etc., prueba que el Pontífice nunca había intentado suprimir, sino que permaneciera, y con el Breve prometido lo que quiso fue que no se llevara a cabo lo que habían intentado nuestros díscolos. Por lo demás, ¿cuántos fueron los que volvieron al siglo abandonando la Orden aprovechándose del Breve apostólico? No puedo hacer un cálculo exacto porque no tenemos noticias seguras de aquellos tiempos. Sólo en el catálogo de la Provincia de Liguria, donde están anotados los que hicieron la profesión en dicha Provincia, se cuentan 22.

Desertores del Instituto en Germania

En Germania, en todo el tiempo de la reducción inocenciana se fueron en total 24. En este año, siete, de los cuales el líder y primero fue el superior de mi patria Strasnize llamado Glicerio de S. Carlos, también llamado Carlos Mazara, originario de Chieti. Este, por más que con fecha 4 de febrero había anunciado que había sido milagrosamente liberado de la peste (reinando la cual yo vine al mundo después de que hubieran fallecido siete de mi familia a causa de ella), sin embargo, sin tener mucho en cuenta el beneficio recibido, después de despojar nuestra caja de 350 florines ajenos depositados en ella, se fue con nuestro hábito hasta Viena, y luego, en hábito seglar (quizás vestido con la sotana de sacerdote seglar) se volvió a Italia. Así se cuenta en el archivo de Nikolsburg.

Sobre este robo también escribió a Roma quejándose el P. Juan Jacobo de S. Francisco, vicerrector de la casa de Strasnize. Y el P. Alejandro de S. Bernardo añade a la citada suma 30 imperiales, entregados no mucho antes por alguna bienhechora a la casa, y que también se llevó el P. Glicerio.

El segundo, que siguió al primero, es el P. José de Sta. María, superior de la casa de Lichtenstein, de origen silesio, de Nissen, que dirigía aquella casa con el hermano Lucas de S. Luis. A causa de ello, como estaba ausente el superior, y no se veía manera de sustituirlo, aquella casa se cerró y abandonó con gran descrédito nuestro y no poco daño para el excelentísimo Príncipe Gundákero, óptimo bienhechor y protector nuestro, por los gastos de la construcción; la cual más tarde benefició a los Padres Eremitas de S. Pablo, que llamados de Hungría vinieron a ocupar esta casa abandonada por nosotros, y allí viven hasta ahora, practicando su propio ministerio además de las actividades escolares.

El tercero fue el P. Juan Esteban de S. Cirilo, llamado en el siglo Felipe Filípide, moravo de Cremsier, varón ilustre, que publicó un librito de poemas de un estilo alegre, epigramático, titulado Iris Poëtica.

De los demás, no tenemos especial recuerdo, pero no queremos dejar de lado al H. Bartolomé de S. Lorenzo, alabándolo porque cambió nuestro hábito por el de S. Francisco, de más estricta observancia, y perseveró hasta la muerte como siervo constante de Dios en la Provincia de Hungría.

Hasta aquí los nuestros que salieron en Germania. Los que volvieron de Italia a Nikolsburg y a otros lugares de la Provincia que les esperaban son el P. Miguel de Sta. María, el P. Nicolás de la Sta. Cruz, el P. Pedro Pablo de la Madre de Dios, el P. Juan Francisco de la Asunción, el H. Gregorio de S. Juan, el H. Agapito de la Asunción (de quien se ha hablado antes).

De ellos el P. Pedro Pablo fue nombrado superior de Nikolsburg, y con fecha 17 de septiembre escribió a Roma estas palabras: “Vivimos aquí en suma paz y unión fraterna, esforzándonos al máximo para mantener nuestro instituto. Somos 11. Desde hace dos años no hemos recibido los 1500 florines de la fundación; sin embargo nos encontramos casi mejor que en los cinco años antecedentes. Los mismos seglares nos admiran, y creen que es obra de la Divina Providencia.” Así se expresa él.

Pero escribiendo antes al P. Fundador le anunció la muerte del P. Francisco de Jesús María, moravo de Nikolsburg, que se llamaba antes Martín Keffer. Murió a causa de una fiebre maligna el 6 de abril a los 29 años de edad. El P. Superior recuerda a este varón con la frase que escribió: Nuestra Provincia ha sufrido una gran pérdida con este sujeto. Añadió el P. Alejandro, Provincial: porque era un buen religioso.

El catálogo de difuntos alaba a otro que falleció el 15 de mayo en Génova con estas palabras: El P. Ignacio del Ángel Custodio fue un hombre de gran virtud y ejemplaridad.

Como no ha nada especial que decir de los otros tres que fallecieron este año, ni hay más cosas que podamos decir del mismo, lo cerramos y pasamos al siguiente.

Notas

  1. El autor usa un juego de palabras: satagam, et sat agam.
  2. Original: urgerit. ASP: noscerit
  3. Falta una línea del original: Nec frustraneum visus est hoc iter praedicti Patris.
  4. Original: abhinc. ASP: adhinc.
  5. Original: non. ASP: si.
  6. Original: confusionem. ASP: …