BerroAnotaciones/Tomo1/Libro1/Cap12

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CAPÍTULO 12 De cómo…por primera vez Las Escuelas Pías en el Trastevere. [1597-1599]

Con ocasión de haber visitado nuestro Don José, durante seis o siete años, toda la Ciudad de Roma varias veces, como Visitador, estando de Visitador en la Confraternidad del Santo Apóstol, -como arriba se ha dicho, y él mismo me escribió en una carta suya-, habiendo encontrado cantidad… de niños que, por la pobreza, no podían ser enviados por sus propios padres a las escuelas, y por eso perdían el alma y el cuerpo, dándose a todos los vicios que las necesidades y el ocio suelen enseñar; además de que muchos ni siquiera sabían el Padrenuestro y el Avemaría, ni las demás cosas necesarias a la salvación… Y por otra parte, viendo que había muchos de magnífico ingenio, y sabiendo que, si lo empleaban en el bien conseguirían óptimos resultados, con grandísimo provecho de su almas, impulsado (como él mismo me dijo) por esta tan extrema necesidad de los pobres; viendo también que en los Barrios o Distritos los Maestros no tenían gratis a más de 6 u 8 cada uno, excusándose por que el Senado y el Pueblo Romano no les pagaban para mantener mayor número; y comprobando también que los Padres de la Compañía de Jesús no los admitían en sus escuelas, si antes no sabían bien los Impersonales, haciendo él mismo todas aquellas diligencias de hablar con los Padres jesuitas, para que abrieran escuela más elemental. Compareció también en el Capitolio ante el Senador y los Curadores, para hacer que dieran algo más a los Maestros de los Barrios, para que enseñaran a más pobres; no habiendo causado ninguna impresión en ningún sitio, ni siquiera con el favor del Emmo. Colonna, y visto que en Roma, entre tantas obras de caridad no se encontraba medio de ayudar a los niños pobres, pensó que Dios le había dejado a él este encargo. Y confiando en Su Divina Majestad, se sometió a su divina voluntad con tal afecto, que pensó hacer cosa muy agradable a Dios…ayudando a los niños pobres, y…educándolos en la piedad Cristiana. Para eso, se decidió a abrir las escuelas. Y así lo hizo, con licencia del Sumo Pontífice Clemente VIII, en el año 1597, en el Trastevere, en los propios locales de la Parroquia de Santa Dorotea.

El Párroco de dicha escuela ya tenía una escuela, y era pagado a prorrata por la mayor parte de los alumnos de su Parroquia; porque le servían, ayudándole, dos sacerdotes seculares, operarios de la Doctrina Cristiana en San Martín, del Monte de Piedad, aunque no iban de continuo…una casa vecina a aquellos locales…que a tal precio en aquéllas…

Comenzó nuestro Don José en aquel Barrio, el más pobre de Roma, llamándolas Escuelas Pías, porque de ellas no pretendía ningún emolumento, sino sólo la gloria de Dios y la salvación de las almas. Comenzó con tanto entusiasmo esta santa obra que,…tal empresa, aunque los compañeros…con frecuencia faltaban y él debía ir mañana y tarde desde el Santo Apóstol hasta Santa Dorotea, y tener otros compromisos.

Dividió primero las escuelas con tanto…bello orden y comodidad, que los niños hacían notable provecho en poco tiempo, por lo que crecieron tanto en número los alumnos, que los Maestros no podían atender a todos…él con lo suyo mantener a más Operarios, porque veían…multiplicar los alumnos, tanto más él buscaba Maestros.

A los dos años, o cerca de 30 meses del comienzo de las Escuelas Pías, murió el Párroco de Santa Dorotea, con lo que algunos pensaron e hicieron gestiones para que le fuera cedida a Don José la Parroquia, quien no quiso aceptarla de ninguna manera, ni este cargo, ni un canonicato en la ciudad de Sevilla, de mil doscientos ducados de ingresos, respondiendo que para la Parroquia le sería necesario dejar las Escuelas Pías; y al secretario del embajador del Rey Católico, agradeciéndole la oferta, le dijo: “He encontrado en Roma mejor camino para servir a Dios, ayudando a estos pobres niños, y no lo dejaré por nada del mundo”

Notas