BerroAnotaciones/Tomo1/Libro3/Cap05

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CAPÍTULO 5 Del modo de estudiar De nuestros Religiosos [1627-1635]

N. V. P. Fundador y General tuvo siempre a pecho que nuestros Religiosos se dedicaran al estudio de todas las ciencias, pero de manera que primero hicieran óptimo acopio de virtudes Cristianas y religiosas, sobre todo de mortificación y de oración, como se ve en nuestras mismas Constituciones, Cap. X de la 2ª parte, en estas palabras: “Et postquam in his qui ad professionem admissi sunto, apparebit in variis virtutibus non nihil proferisse, de fundamento litterarum, et de modo eas proponendi cogitandum erit, etc.” Y poco más adelante dice “Advertat autem Superior ne illi qui studiis vacant, tempus aliquod extra recreationes ordinarias otio absumant, neque orationis assiduitate et animi modestiam negligant. Verum ita studia cum pietatis ardore coniungant ut alterum alteri emolumentum esse possit. Curabir ut bis in singulis anni ante Resurrectionem per quinque vel sex dies, et ante festum Onmium Sanctorum per decem dies ad novitiatum, vel aliquem commodatiorem locum se conferant, ut exercitiis spiritualibus, et votorum renovatione spiritus fervorem recuperent et augeant”.

Más aún, yo mismo estaba presente y oí con mis propios oídos que, reflexionando el Sr. Laercio Cherubini, aquel gran Jurista, que ha compuesto el Bulario, reflexionando digo, con N. V. P. Fundador sobre el estudio de los nuestros con cierto ardor, porque tenía allí un hijo suyo, después de una larga conversación y variadas razones, oí que N. V. P. le respondió: “Señor Laercio, yo quiero que mis Religiosos tengan antes tres grados de virtud y de mortificación que diez de letras. Y luego hemos encontrado escrito de su mano estas bellísimas sentencias a este propósito: ´Religiosum ornat quidem scientia, sed virtus coronat´. ´Vae¡ tibi qui alios verbo instruis, et exemplo destruis´”.

De esta manera, siempre procuró llevar adelante a los clérigos en los estudios. Por ejemplo, en las mismas Constituciones, Cap. 2 de la primera parte, dice que también a los novicios se les pueda dar estudios después del primer año de prueba. Escucha sus palabras: “Cum illis vero novitiis, qui primo provationis anno in variis mortificationibus, et singulariter in studio orationes, notabiliter profecerint, ne eorum quae antea didicerunt obliviscantur, circa studium poterit Provincialis dispensare”.

Por eso, al principio del noviciado de Roma se daba en invierno por la tarde alguna hora de estudio, bien disertando, o bien componiendo.

En San Pantaleón se fundó en 1627 una “Academia de los Abyectos”, y como emblema, una mano que con la escoba juntaba un montón de inmundicia, y como lema: “Facti sumus ómnium peripsema usque adhuc” (I Cor, 4).

En aquella Academia todos nosotros nos ejercitábamos en verso y en prosa con demostraciones públicas al menos una vez al mes, y con más frecuencia aún, con composiciones también griegas; y ortros estudiaban hebreo.

Abierto el Colegio Nazareno, N. V. P. Fundador envió allí al Sr. Andrés Bayano[Notas 1], para que explicara a algunos de los nuestros la Lógica y la Retórica; y también iba un Lector de lengua griega de la Sapienza, para enseñar a los nuestros. Así que N. V. P. procuró siempre sacar adelante a los clérigos en los estudios. Pero nunca consentía que se abandonaran por el estudio los ejercicios habituales de oración y mortificación; como también quería que los mismos estudiantes fueran a acompañar a los alumnos a sus casas; y cuando tenía necesidad les mandaba que ayudaran en las clases durante muchos días, e incluso meses, según lo consideraba conveniente y necesario. Pero sobre todo en la humildad. Los hacía lavar las cuadras una semana cada uno; y barrer la casa, el patio y las escaleras. Por eso, eran pocos los que se dedicaban sólo al estudio sin otra ocupación, a no ser que fueran muy jovencitos en estatura y en edad.

Cuando alguno de nosotros le pedíamos permiso para no ir a la cama al toque de campana, él, antes de todo, miraba la complexión y la edad, y según ésta les daba licencia, pero sólo por poco tiempo y pocos días. Quería que para este permiso fuéramos siempre a él. Y nunca quería que no estuviéramos al menos cinco horas en la cama, ni que se dejaran los ejercicios espirituales; porque quería que pusiéramos el corazón en esto más que en las letras. A uno que en esto se mostraba muy tibio, y, por el contrario, muy diligente en la dedicación al estudio, después de haberlo reprendido muchas, muchas veces, le amenazó con que Dios lo castigaría; como sucedió, porque poco después pasó a la otra vida.

Notas

  1. Sacerdote portugués, gran humanista. Vivía en S. Pantaleón, como profesor de los jóvenes clérigos escolapios.