BerroAnotaciones/Tomo1/Libro3/Cap11

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CAPÍTULO 11 De la ida de Nuestros Padres A Moravia y a Germania [1632]

En el Libro 2º, Capítulo 14 toqué esta misión de Germania, y que para llevarla a cabo, N. V. P. Fundador ordenó venir de Génova a Roma su primer Asistente, el V. P. Pedro [Casani] de la Natividad; pero después no se efectuó, por voluntad de Dios, porque el P. Pedro fue enviado a Nápoles y a Sicilia, donde se habían abierto las Escuelas Pías.

Monseñor Ilmo. Gramay[Notas 1] no cesó de hacer gestiones cada vez más calurosas para que nuestros Padres fueran a Moravia, a la ciudad de Nikolsburg, Estado del Emmo. Y Revmo. Señor Cardenal Dietrichstein. Para ello, hicieron que Monseñor Ilmo. y Revmo. Auditor de la Rota de aquel país insistiera extraordinariamente muchas veces[Notas 2]. Dichos Ilmos. Monseñores intercambiaron diversas cartas sobre este particular, y, finalmente se decidió la ida.

N. V. P. Fundador y General, deseando ayudar a aquellos países, para convertir a tantos herejes como allí abundan, accedió a tantas instancias, aunque estaba escaso de individuos, y para tal misión eligió al venerable P. Pelegrín [Tencani] de San Francisco, de Módena (creo), más a los siguientes: P. Ambrosio [Leailth] de Santa María, alemán, P. Lucas [Agresta], romano, Clº José [Apa] de San Nicolás de Tolentino, napolitano, y H. Juan [Verdun] de Santa María, suizo. No recuerdo si eran más.

Después de muchos sufrimientos de tan largo viaje, llegaron sanos y salvos a Nikolsburg, adonde el Emmo. Cardenal Francisco Dietrichstein, Obispo de Olmütz y Verrey de Moravia. Y aunque él no había sabido nada de la salida de de Roma de nuestros Padres, y por eso no los había provisto como hubiera hecho su magnificencia, sin embargo, los abrazó con gran afecto, y les hizo la acogida que de su caridad se podía esperar. La verdad es que, si hubiera visto tantos ángeles del cielo llegar a su casa, no podría haber hecho más.

Los tuvo en descanso muchos días; los mimó con todo afecto; los convidó muchas veces a comer con él; y otras muchas veces él mismo los servía a la mesa. Conversaba con ellos muy a gusto, con toda familiaridad; sobre todo se explayaba durante horas, disertando con el P. Peregrín.

Escribió a Roma a N. V. P. General y Fundador cartas extraordinarias de agradecimiento, sintiéndose obligadísimo por el favor que le había hecho, enviándole a los Padres, a los que recibió como hijos, y a quienes siempre les trataría así, como en efecto hizo mientras vivió; y como siguen haciendo también los Excmos. Príncipes, sus sobrinos.

Su Eminencia Revma. Pensó dar a nuestros Padres la iglesia de la Santa Casa de Loreto, mandada construir por él en Nikolsburg, a imitación de la de La Marca, en Italia. Pero, como causaría algún impedimento a nuestro Instituto, decidió no hacerlo, sino dedicar a nuestros Padres a cosas de mayor importancia.

Fundó un Seminario de jovencitos, con el título de Colegio Lauretano, del que dio la dirección de lo espiritual y de lo temporal a nuestros Padres, que debían ir todos los días a una Misa cantada en dicha iglesia de la Santa Casa de Loreto, y también a las Letanías de Nuestra Señora Siempre Virgen.

Fundó también otro lugar; una especie de orfanato u hospicio para todos los jovencitos forasteros que quisieran ir a las Escuelas Pías, a aprender letras y, mucho más, las cosas relativas a la fe católica, lo que tanto le apremiaba. Además del lugar o residencia, se les daba también un panecillo y una menestra al día.

Como residencia de nuestros Padres, el Emmo. Y Revmo. Príncipe Cardenal ordenó, de momento, arreglar un gran edificio que antes era de los anabaptistas, y lo acomodó de forma que en él habitaran muchos Religiosos, con los locales necesarios, y huerto contiguo.

Adosado a éste había una iglesia muy cómoda, provista de todo lo necesario, y muy frecuentada por el pueblo, dada la facilidad de confesarse, y por la limpieza con que se mantenía. Pegado a ella estaban las escuelas, para que los Padres no tuvieran que estar en su claustro y celda.

Hizo también un dormitorio separado, para los alumnos del Colegio Lauretano, al que nuestros Padres iban con toda facilidad, para la buena dirección de los jovencitos, pero estaban cuidados por un clérigo secular, para mayor consideración de nuestros Padres. De todas estas cosas se podrá tener más información en dicha Provincia[Notas 3].

Notas

  1. Monseñor Juan Bautista Gramay, Arzobispo titular de Upsala, a quien el Cardenal Dietrichstein confió en 1632 la dirección de su Seminario Lauretano a los escolapios, manteniendo él mismo su administración, tanto de las escuelas como de los mismos Religiosos.- La biografía de Monseñor Juan Bautista Gramay, su contorno histórico y relación con las Escuelas Pías en Nikolsburg, está estudiado minuciosamente por el P. Jorge Sántha en la nota correspondiente de las cartas a Calasanz desde Europa Central, en las pp.482-485
  2. Ante Calasanz, para que enviara escolapios a su anhelada fundación.
  3. Ver Diccionario Enciclopédico Escolapio, DENES, ICCE, Salamanca 1990, pp. 627-628.