BerroAnotaciones/Tomo1/Libro3/Cap15

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CAPÍTULO 15 De un fuego aparente En el Noviciado de Roma

Estaba en el Noviciado de Roma de Maestro de Novicios y Superior de dicha Casa el M. R. P. Juan [García del Castillo] de Jesús María, llamado comúnmente el P. Castilla, español, de la ciudad de Segovia, que ha muerto siendo el 2º General nuestro (no recuerdo qué año precisamente), y era cocinero de dicho noviciado el H. Ludovico de San Bartolomé de Brescia.

En un momento[Notas 1], pues, estando todos reunidos en el coro, el Maestro y todos los demás de la Casa, tanto novicios como profesos, haciendo oración, o alguna otra función espiritual, estando, digo, en tan santa ocupación, sonó la campanilla de la puerta. Salió el Portero para ver quién llamaba y, pasando junto a la cocina, vio un gran resplandor. Pero no lo dio importancia, y siguió su viaje hacia la portería. Llegado allí, no vio a nadie. Se volvió por el mismo camino, para ir al coro de donde había partido.

Al llegar a la puerta de la cocina vio un rojo vivo todo de fuego, y que las llamas salían de la puerta, como si fuera la boca de un horno incandescente.

Corrió el Hermano al coro, contándolo todo al P. Superior, el cual, acudiendo él mismo con el H. Ludovico, vieron toda la estancia llena de llamas de fuego, y viendo que entre ellos tres no podían apagarlo, tocaron con fuerza la campanilla; vinieron todos los demás del coro, y comenzaron a cargar agua en grandísima abundancia, arrojándola sobre las llamas, que habían invadido ya toda la cocina y la despensa allí contigua. Cuanta más agua llevaban y arrojaban, mayores se manifestaban las llamas y crecía el fuego

Mandó el P. Juan, el Maestro, a dos jovencitos adonde N. V. P. Fundador y General a contarle la noticia del suceso. Mientras tanto, ellos continuaban llevando y arrojando agua al fuego; pero cuanto más se fatigaban, más crecía el fuego, en medio del terror de todos.

Llegaron los dos jovencitos a San Pantaleón, y se lo contaron todo a N. V. P. Fundador, y la voz de la noticia del suceso se extendió por nuestra casa. N. V. P. Fundador les respondió con éstas o semejantes palabras: “Marchaos de aquí, que no es nada. Si hubierais hecho oración, el demonio no se hubiera reído de vosotros, como lo ha hecho. Decidle al P. Castilla que vayan todos a hacer oración, que no se preocupen del fuego, que no es fuego”. Retornaron al noviciado los jóvenes, se lo contaron al P. Maestro, e hicieron lo que les había dicho N. V. P., y todo desapareció.

No se supo en San Pantaleón ni la respuesta, ni la orden dada por N. V. P., ni la desaparición del fuego. Pero, al día siguiente yo mismo, con otros de los nuestros, fuimos al noviciado[Notas 2], para ver el daño que se había producido; y, entrando en la cocina, cuando creíamos ver todo quemado, no vimos ninguna señal de fuego; las mesas de la despensa, la puerta de la cocina, y todo lo demás, igual que antes; hasta las cosas de papel en su mismo estado. Al preguntar al H. Ludovico, que hacía la cocina, qué se había quemado, nos dijo sonriendo: “El demonio se ha burlado de nosotros”. Luego se supo que había sucedido como se ha descrito arriba. Y, además, que se había visto al demonio guiñar y reírse, pujes no habían conocido su engaño, más que cuando fue descubierto por N. V. P. Fundador.

En otras ocasiones, una o más veces se oyó girar aquella gran rueda de madera que está en el huerto del noviciado, y duraba horas. Yendo a ver de qué dependía, no se encontraba nada; sólo se oía el girar de la rueda. Se creía era cosa del demonio, que lo hacía para distraer a los novicios y al noviciado, para impedir o entibiar en el servicio de Su Divina Majestad[Notas 3].

Vicente [Berro] de la Concepción.

De propia mano.

Notas

  1. Dice al margen: “Fue entre el año 34 y 35, porque en el 36 murió el H. Ludovico”.
  2. Nota al Margen: “El P. Vicente, que escribe, salió de Roma en mayo de 1635, como antes se ha dicho, en T. 2, 1.3, y 35, p. 228”.
  3. Dice una nota: “Quizá a esto alude el V. P. Pedro [Casani], y el V. P. Fundador, como se verá más adelante”.