BerroAnotaciones/Tomo1/Libro3/Cap19

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CAPÍTULO 19 Del final con que Dios castigó A los calumniadores

No me parece fuera de lugar poner aquí las cualidades y el final que tuvieron los principales calumniadores del honor paterno, que fueron sólo dos; aunque Su Divina Majestad le diera durante algunos años tiempo de corregirse, y uno ya esté fuera.

Estos dos nuestros, lo eran más de hábito que de voluntad, y de malas costumbres. Se dejaron vencer por el demonio, que les cegó también el entendimiento. Por respeto y temor no se aprovechaban de la mala voluntad, realizaban con las obras lo que concebían con la mente; por eso, aprovecharon esta ocasión para tener mayor libertad. Les parecía que si conseguían hacer sospechoso a N. V. P. General y Fundador, conseguirían su intento.

Para que se vea que no fue celo, sino deseo de libertad, yo sé de uno de ellos dos, el más antiguo en edad y Profesión, que se deslizó hasta una situación lastimosa, y perdió la cabeza. Escalando de noche muchas veces hasta su ventana, iba adonde una señorita a hacer el mal con ella. Lo prefirió a ser malherido; y, en efecto, lo hubiera sido, si uno de aquellos que debían matarlo, llevado del afecto y devoción que le unía a nuestro Instituto y hábito, no hubiera venido a hablar conmigo. Me dio tales señales, que vi era cierto. Me mostró el lugar y la forma como salía de noche, y me dijo la hora en la que se habían citado para volver adonde aquella señorita a la noche siguiente. Y que si iba allí, a toda costa sería acribillado. Inmediatamente comuniqué el hecho con nuestros Padres Juan Bautista [Andolfi] de la Virgen del Carmen y Miguel [Bottiglieri] del Rosario. Se pusieron por la noche al acecho a la hora de la cita, y lo vieron sin el hábito, en el momento en que escalaba a la ventana. Lo cogieron, y enviado a otros lugares, él escapó de la muerte, y todos nosotros del deshonor. Cuando supo esto N. V. P. General y Fundador, le puso tanta vigilancia, que buscó el camino para salirse de nuestra Orden.

El otro tenía también el mismo defecto. Una vez, bajo pretexto de que lo había llamado un gran personaje, durmió en un establo para conseguir su intento en semejante materia. El Superior que lo vio, me lo mostró cuando salía, y luego se enteraron todos. Pero Su Divina Majestad que, bajo el manto purísimo de María, Nuestra Señora siempre Virgen, no quería soportar tales individuos, hizo que, con pretexto de ayudar a su padre natural, que era viejo, saliera ad tempus de la Orden, con Breve Apostólico; y se enlodó tanto en aquella basura, que, al cabo de algunos años, murió tan putrefacto por la peste negra, que no se encontraba quien quisiera enterrarlo en su iglesia. N. V. P. Fundador y General, movido esta situación, hizo todo lo posible para que fuera enterrado en el camposanto que está detrás de San Pedro, en el Vaticano, consiguiendo para ello el favor de los Señores Diputados; devolviendo con esto bien por mal, y sin tener en cuenta los muchos y graves disgustos que le había dado, ni las injurias que, hasta con palabras y escritos, le había hecho. Como el hecho fue público, diré el nombre del delincuente, que fue el P. Juan Bautista [Carletti][Notas 1] de San Bernardo, nacido en Roma, de padre lorenés, que era pastelero.

El susodicho Memorial o conjura estuvo también el P. Mario [Sozzi] de San Francisco, natural de Montepulciano; pero como de él se hablará más adelante, por ahora lo dejo en este lugar.

Notas

  1. Autorizado por el Cardenal Antonio Barberini para vivir 10 años fuera del claustro, murió en un hospicio el día 23 de febrero de 1641, abandonado de todos, menos de Calasanz.