BerroAnotaciones/Tomo3/Libro3/Cap04

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CAPÍTULO 4 Observaciones Del Ilmo. y Revmo. Obispo Maranta

“Observaciones que se hicieron al Breve de Nuestro Smo. Señor el Papa Inocencio X, sobre la reducción de la Orden de las Escuelas Pías a Congregación de votos simples, según la Congregación del Oratorio de Santa María in Vallicella, fundada por San Felipe Neri.

Se afirma en dicho Breve que el Sumo Pontífice llegó a esta determinación a causa de graves perturbaciones que surgieron en esta Orden, y que continúan todavía. Y, para mitigarlas llegó a esta determinación.

Nunca, desde el principio de la Iglesia, la Religión Cristiana estuvo sin perturbaciones. Léanse los Hechos de los Apóstoles, y hágase un recorrido de la Historia de la Iglesia.

Las perturbaciones la sugiere el diablo, sembrador de cizañas, que deambula y recorre la tierra, buscando a quién devorar, de entre que siguen a Jesús crucificado. Ésta, por consiguiente, es la señal de que esta Orden no teme, ya que fue erigida con gran Prudencia por Paulo V y Gregorio XV contra las huestes diabólicas. Ella tiene, en efecto, este Instituto para instruir a los niños desde los mismos tiernos años; para educarlos en los rudimentos de la fe católica; para imbuirlos en las más intachables y piadosas costumbres; y , además, para arrancarlos de las fauces del lobo infernal.

¿De qué admirarse, por consiguiente, si ha provocado tal violencia contra ella aquél que “circuit quaerens quem devoret”, pues le ha arrebatado la presa de sus fauces? Si esta Orden no luchara contra el diablo, y le produjera tanto daño, no lucharía para que fuera humillada y abolida.

Y es que, si fuera abolida, esta Orden que tan valientemente lucha contra él, se envalentonarían las huestes del diablo. Estos Religiosos no son del mundo, por eso el mundo los persigue. Si fueran del mundo, el mundo los amaría; por eso los odia, porque no son del mundo. En otro tiempo, la Orden de aquel Francisco de Asís, tanto durante su vida, como después de subir al cielo, sufrió no pocas perturbaciones por los mismos particulares de la Orden, que querían vivir poco religiosamente. Pero los Sumos Pontífices se enfrentaron a las perturbaciones, sin destruirla a ella, con lo cual obtuvo el ciento por uno.

En este momento, los ardides de los malos luchan contra la Iglesia, para destruirla, suplantarla, perturbarla y erradicarla. ¿Se combate, por eso, a las legiones de Eclesiásticos, para que ellos no combatan contra los malignos y los inicuos, porque se debaten en medio de tales perturbaciones? No, ciertamente. Sino que deben ser protegidas, para que salgan vencedoras contra el enemigo, aun en un mal momento.

¿Acaso si se reduce a Congregación, sin que emitan votos, no van a existir perturbaciones? Las habrá, ciertamente; y, además, esta Congregación no dará los mismos frutos que produce ahora la Orden. Cada día se saldrían de ella los que forman grupos, tanto los buenos como los malos.

Según las Reglas o Estatutos de la Orden, en tres casos pueden ser expulsados los que profesaron en ella. De la misma manera también, incluso en la Compañía de Jesús…..que la perturban, cuando son depurados éstos, solamente quedan los demás (¿?).

La navecilla de Pedro en medio del mar chocaba contra las olas, pero no se hundió. ¡Y esta Orden, que está en la misma nave, erigida, instituida y consentida por el mismo patrón de la nave ¿no va a verse turbada, con peligro de perecer? Nunca faltaron perturbaciones en la Iglesia, suscitadas por los malévolos y los perversos; porque nunca está quieto su adversario, el diablo. Por lo tanto los soldados deben aumentar, no disminuir.

El Sumo Pontífice quiso defender la tranquilidad de esta Orden mediante el Breve, pero no se ha producido ninguna tranquilidad, porque la abolición de la Orden es la mayor perturbación

Nuestro Señor Jesucristo logró la tranquilidad cuando mandó al mar que embistiera contra la nave con las olas, y se produjo la mayor tranquilidad. ¿Acaso se hubiera producido la tranquilidad si el Señor hubiera ordenado que la nave fuera sumergida por las olas? A causa de la nave surgieron las ola, para absorberla. El Señor ordenó al mar, cesaron las olas, y se produjo una gran tranquilidad.

Su Santidad ha permitido a los Religiosos hasta ahora Profesos en esta Orden, poder pasar a otra Orden aún más laxa, en la que encuentran benévolos receptores. Pero, los que no quieren emitir una nueva profesión ¿qué otra profesión emitirán en la nueva Orden, a la que quizá se pasen? ¿Qué tendrán que hacer?

La profesión es un acto de libre voluntad; sin libre voluntad no puede existir aquélla. Se obligaría a hacerlo, no der haría con libertad. Porque si se fuerza la voluntad, ya no es libre, ni puede producir el efecto, que pende de la libre voluntad.

La profesión es un contrato obligatorio por ambas partes, con el cual la Orden se obliga para con el que profesa, para aceptarlo y a alimentarlo, según el instituto de la Orden; y a la inversa, el Profeso se obliga con la Orden a servir según el instituto de la misma Orden. Si la Orden no cumple, tampoco puede retener al profeso, ni alimentarlo según el instituto de la Orden. ¿Por qué, pregunto yo, no puede un Profeso ser liberado igualmente del nexo, con el que se obligó con la Orden perpetuamente, al faltar una obligación de las principales? Por qué ha de permanecer sólo la otra, y no romperse? ¿Qué pasa, pregunto, por que el Religioso no esté, en general, con el hábito clerical?

Se pasa a otra Orden, se requerirá nueva profesión, la cual procede de la libre voluntad del que profesa, si es libre de verdad; por lo tanto, no si lo es por necesidad. Lo mismo que haría falta una nueva aceptación por parte de la Orden, y una nueva obligación, mediante la cual se obliga con el que profesa a tenerlo y alimentarlo, según el instituto de la Orden. De la misma manera la otra Orden está obligada a recibirlo, no porque el otro tenga obligación en general hacia la Orden. Pues no se encuentra obligada a ninguna obligación en general para con él, como si le hubiera admitido a la profesión, ya que entonces permanecería obligada con él específicamente, para tenerlo y alimentarlo; y no lo podría echar, a no ser que hubiera alguna causa legítima.

Pero la Orden ya está extinta. Por consiguiente no tiene ninguna obligación de tener a los profesos y alimentarlos, porque no existe. Por esta razón, no existe, pues, la obligación. No existirá tampoco por parte de la otra, para que esté obligado con la Orden el que ha profesado. Igual que aquélla se ha disuelto, del mismo modo también éste; porque, como la obligación fue de una y otra parte, así también la ruptura.

Por consiguiente, no estará obligado a la Orden que profesó, ni en general, pues profesó en ella en especial y en número; ni a otra, que ya no existe y falta. Pues, si falta la causa, no hay efecto. La mujer está obligada al varón en el matrimonio mientras vive el varón; lo mismo el varón a la mujer; pero, si uno u otro muere, la mujer queda libre por la ley del varón, y el varón queda libre por la ley de la esposa, lo que equivale a decir que uno u otro superviviente puede volver a casarse. El Matrimonio es espiritual, porque entre el que promete…, se contrae.

La Orden está extinguida, ha muerto, ha expirado. ¿Por qué, me pregunto, el profeso no está libre por la ley de la Orden, cuando por la muerte de uno queda extinguido el matrimonio, cuando se ha roto el vínculo al que estaba ligado? Existiendo paridad entre un caso y otro, no se juzgue como si fueran cosas desiguales.

Esta Orden está fundada en estricta pobreza, y vive de las limosnas obtenidas. Una vez que la Orden está desaparecida, los que están en la Congregación no deben recibir ninguna limosna. No tendrán pues de dónde vivir, porque nadie se lo dará; ya que los que tenían gran afecto a la Orden…. no darán más limosnas en el futuro. El muerto desaparece del corazón. Si la Orden ha muerto, también desaparece su recuerdo, igual que desaparece del corazón un muerto. Aquélla ya no puede dar lo que prometió a los profesos, ni tampoco mantenerlos.

¿Por qué, te pregunto, pueden ellos [exigir algo a una Orden] que falta y no [puede cumplir] con las promesas? ¿Qué pasa, si se van? ¿Quién…los irá a buscar? Porque los que en otro tiempo fueron profesos, no se irán ya como tales.

Será una nueva Congregación, un nuevo Instituto, una nueva agrupación. Si quieren pertenecer a esta nueva Congregación, pueden, sin que se les pueda obligar a quedarse, pero deben cambiar el hábito”.

Notas