Campi Salentina (IT) Colegio, casa de formación y santuario
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Contenido
Datos
Demarcación Nápoles
(1628- )
Historia
La casa de Campi es la única que queda de la Provincia escolapia de Nápoles entre las fundadas en tiempos de Calasanz. Se debió a la generosidad de los cónyuges Juan Henríquez y Juana M.ª Paladini, marqueses de Campi. A su indicación el P. Casani les envió al P. Pedro Maldis y al H. Francisco Rubio, quienes llegaron a Campi el 16-9-1628. Escogieron un lugar contiguo a la iglesia del Espíritu Santo, atendida por el cabildo de Campi, el cual permitió su uso, reservándose ciertos derechos. Hubo oposición de otras Órdenes religiosas. Llevó mucho tiempo la preparación de los locales. En enero de 1631 empezó a funcionar el colegio, que contó con maestros de valía. En ese mismo año la comunidad se componía de trece religiosos, cinco de ellos sacerdotes. El rector, Pedro Maldis fue óptimo superior y gobernó la casa de 1628 a 1638, con breve paréntesis (1635-1636); de nuevo la rigió desde 1645. Campi fue un centro de atracción vocacional, que dio a la Orden numerosos y buenos religiosos, cuya lista ocuparía páginas. Los religiosos eran celosos de la buena marcha del colegio. En el período de la reducción inocenciana, la marquesa Paladini intentó quitar el colegio a los escolapios y entregarlo a los agustinos; luchó especialmente para impedirlo el P. Tomás Simone. En 1656 hay en Campi ocho religiosos; es rector el P. Francisco Amalfa; contaba con buenos profesores de teología de los que aprovecharon mucho algunos clérigos, si bien, no hubo casa de estudios para ellos. La comunidad oscilaba entre diez y catorce religiosos en la primera mitad del siglo XVIII. Su economía se desarrollaba sin dificultades antes de 1700; algunos bienhechores la mejoraron con sus donaciones en este período. Después de 1740 la cosa anduvo mal por diversas causas, si bien se inculpa al P. Buenaventura Camino, rector de la casa de 1743 a 1748. A la falta de harina se unía la mohína: la pugna de pulieses contra la intromisión de los napolitanos. Las cosas mejoraron tras la creación de la Provincia de Apulia (1754). Campi se convierte en la casa noviciado y lo será, con breves interrupciones, hasta finales del siglo XIX. La presencia en ella de óptimos religiosos, como los PP. Vito Antonio Colapinto y luego San Pompilio ayudó al colegio mucho más que la buena administración implantada tras la muerte de Pirrotti. Este sabía vivir y tocaba con los pies en tierra como se ve en un precioso documento de 1766 en que escribe de su propia mano el balance que debía presentarse a la Curia generalicia. Parece que siguen años de bonanza y prosperidad y de muy buena formación de los novicios. Los componentes de la comunidad en 1778 eran ocho sacerdotes; tres hermanos, y tres novicios. Durante el período napoleónico hubo nombramiento normal de rectores hasta 1808. En 1818 comienza la nueva serie de superiores y maestros de novicios. Despertó gran entusiasmo en la comunidad el hallazgo de los documentos del proceso de beatificación de Pompilio Pirrotti. Esta causa hizo cada vez más populares a los escolapios. Dañó, en cambio, a la casa el traslado del noviciado a Nápoles, ocurrido hacia 1845; y no le favoreció su retorno provisional una decena de años después. Tampoco supuso ninguna ayuda económica la creación del internado en 1851; en 1860 los colegiales eran 19 y los externos 62; bien pocos, si se recuerda que en 1646 sólo los externos pasaban del centenar. Llega ahora el período más oscuro de la casa de Campi: su confiscación por el gobierno italiano, que implantó en él escuelas comunales. Según el profesor Pedro de Simone, en 1876 las escuelas de los escolapios debían hallarse en estado lamentable. Pero esto debe limitarse a las elementales; en modo alguno puede aplicarse a las gimnasiales. En 1865 los religiosos ocupaban aún una parte del colegio, pero muy pronto debieron abandonarlo del todo. El P. Alejandro della Corte (1890-1893) se hizo nombrar custodio de la iglesia. Con este cargo, quedó en Campi, promovió la devoción al Venerable Pompilio, informando de todo con frecuencia al P. General. Entre tanto se trabajó, aunque sin éxito, por recuperar el colegio. En la noche del 12-11-1895 se derrumbó de improviso parte de la bóveda y de la fachada de la iglesia. El municipio reparó la obra con ayuda de los fieles. Por otra parte la junta comunal no lograba los medios para llevar adelante todas las escuelas heredadas de los escolapios y por lo mismo pensó llamarlos, confiándoles el gimnasio. Los tratos con el P. Provincial de Nápoles, Francisco Gisoldi, se concluyeron con éxito en 1898. Así en el otoño de aquel mismo año el P. José de Pace, que había sucedido al P. Alejandro della Corte en la custodia del antiguo colegio, lo recibe. Se abrió seguidamente el internado que, en ciertos períodos ha tenido numerosos colegiales: se completó el gimnasio con el liceo y las escuelas obtuvieron el reconocimiento oficial. Hoy la casa de Campi continúa su vida renovada y, fiel a su más gloriosa tradición, sigue aportando vocaciones a las Escuelas Pías y es Santuario.
Bibliografía
- Regestum ReL, 6
- Regestum Provincia, 17
- Regestum General, 10-12, 21-22, 128 ss. 239; 242-247; 249-251
- Rassegna di Storia e Bibliografía scolopica 2, f. 16 r., 3-8, 37 n. 3
- Ephemerides Calasanctianae. desde 1893 frecuentes crónicas; 3 (1940) 104, 1 (1941) 5
- PICANYOL, L.: Epistolario di San Giuseppe Calasanzio, Roma, 1950-1956. 16, nn. 3, 6, 18, 21, 32
- Picanyol, L., Memorie storiche della Casa di Campi: en «Boíl. S. Pompilio» (Lecce 1942)
- Serio, P. Actraverso dieci secoli di storia patria. Appunti per la storia di Campi Salentina Lecce, 1967, 622
Redactor(es)
- Giovanni Ausenda, en 1990, artículo original del DENES I