Chieti (IT) Colegio y casa de formación

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Nápoles

(1636-1861)

Historia

Esta casa muy importante, especialmente para la Provincia escolapia de Nápoles, tuvo su origen en la donación de D. Juan Francisco Vastavigna, quien dejó todos sus bienes para la fundación de dos conventos, uno de escolapios y otro de teatinos. Habiendo éstos renunciado a su parte, todo pasó a los escolapios según cláusula testamentaria. Se le añadieron otras donaciones, como la pingüe herencia del Dr. Antonio Valletta. Ya en 1636, por orden de Calasanz, tomaron posesión de los bienes el P. Gaspar Sangermano y el H. Donato Fratesio. En 1638 el P. Cherubini, Procurador general, bendijo el salón principal del palacio Vastavigna que serviría de iglesia. Primer rector: Juan Bautista Adolfi que gobernó de 1638 a 1647. Se iniciaron las escuelas en noviembre de 1640 en locales provisionales mientras se construía colegio de planta. Para las obras se mandó allí al P. Ángel Morelli. La iglesia fue dedicada por deseo del testador a Santa Ana y a la Virgen María. Inicialmente esta casa perteneció a la Provincia Romana; desde 1641 se adjudicó a la de Nápoles. Además de atender a los niños de la población, esta casa se trocó en juniorato o centro de estudios para los clérigos escolapios. Vistieron allí novicios aún en el período 1646-1656. En este último año sobrevino la peste; entre el mes de octubre del año 1656 y el de marzo del siguiente murieron los once religiosos de la comunidad, por lo que D. Antonio Valignano, arcediano de la catedral e insigne bienhechor de las Escuelas Pías, hizo custodiar la casa por dos personas de su confianza, y avisó de la desgracia al General, P. Juan García. Este envió inmediatamente al P. José Rossi y el H. Bartolomé como simple postulante, quienes residieron desde el 5-4-1657. Luego llegaron otros y el 3-4-1659 el P. Ángel Morelli con patente de rector; reemprendió los trabajos de construcción del colegio y lo acabó. Entre tanto en junio de 1660 se iniciaba en Chieti un auténtico juniorato con doce clérigos. Junto con el juniorato funcionó varios años el noviciado, o mejor, uno de los noviciados de Nápoles. El primer maestro de júniores era un júnior más adelantado, el futuro General de la Orden, P. Juan Carlos Pirroni. El P. Morelli estuvo de hecho al frente del juniorato y del colegio aún siendo Asistente general. Todo procedía con orden y disciplina, a pesar de las deficiencias que acompañan las cosas humanas. Se trabajaba en serio y se formaba bien a los jóvenes. Pero falló en una cosa: se había ideado como juniorato interprovincial pero no pasó de serlo tan sólo para Nápoles. Se enseñaba allí retórica, filosofía y teología. Esta, en 1705, pasó a la casa Duquesca de Nápoles hasta cerca de 1730. Hacia 1754 todo el juniorato se trasladó al colegio de Caravaggio, con gran desagrado del colegio de Chieti. Este debía pagar anualmente al de Caravaggio una fuerte suma para la manutención de los clérigos; nunca quiso saber nada del asunto, si bien declaraba siempre estar dispuesto a mantenerlos en Chieti, pues tenía rentas para ello, pero no dinero, a base de las fincas. En 1768 retornó el juniorato a Chieti. El colegio prosperó en los años sucesivos; la población estaba satisfecha de la enseñanza y de las múltiples actividades de los escolapios. Cuando en 1809 Joaquín Murat suprimió los conventos, exceptuó el de Chieti reconociendo los muchos beneficios que reportaba a la población. No obstante en 1817 el gobierno de los Borbones lo transformó en un colegio nacional, con internado. Se le reconoció como rector al P. Pablo Aquila, que regía de años el colegio escolapio. Desde aquel momento los religiosos quedaron privados del centro. Pero en 1854 el gobierno de Nápoles les confiaba, de nuevo aquel colegio nacional y lo elevaba de grado, equiparándolo a la universidad. El primer rector, de esta época, Salvador Nisio, estuvo a la altura y supo dar al centro el tono adecuado. Pero fue un renacer efímero: en 1861 el gobierno italiano, que sustituyó al de los Borbones, despachó a los religiosos y entregó el colegio al municipio, que instaló en él escuelas técnicas de nueva creación. Pronto el edificio fue sede del liceo clásico «Gian Battista Vico», que aún funciona hoy. Casi cien años más tarde, octubre de 1956, los escolapios regresaron a Chieti, inaugurando una obra diversa: aceptaban el «Instituto Santa María Magdalena» con obligación de ocuparse de los huérfanos allí recogidos y la facultad de acomodar en el orfelinato un pequeño aspirantado. Más tarde, de acuerdo con el arzobispo se unificaron las escuelas del seminario arzobispal con las del aspirantado y del orfelinato.

Bibliografía

  • Regestum Religiosos, 6
  • Regestum Provincia, 10, 14-16
  • Regestum General, 8-16, 129 ss., 236
  • «Boíl. San Pompilio» (1939)
  • Travaglini, G., I Padri delle Scuole Pie (Chieti 1898) separata de «Abbruzzo Cattolico», V., n. 10.

Redactor(es)

  • Giovanni Ausenda, en 1990, artículo original del DENES I