Copiapo (CL) Colegio-seminario

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Argentina - Chile

(1888-1902)

Primeros pasos en la fundación.

En 1896 escribía el P. Vidaller: «En 1724 el corregidor D. Juan Antonio González Granizo dejó en su testamento para que se fundara el convento de La Merced en Copiapó cuatro cuadras de tierra, un trapiche de oro, un molino de pan, dos esclavos y la estancia de la costa llamada del Obispo, con cargo de decírsele nueve misas cantadas anualmente. La Orden aceptó y estableció un hospicio que después se elevó a comandatura. Más tarde adquirieron otros bienes los PP. mercedarios. Establecido el hospicio se trató de construir el templo, cuya madera se contrató por 600 pesos. Se construyó en el mismo lugar que hoy ocupa la iglesia. Tres veces fue destruido por los temblores. Los mercedarios tenían también escuelas gratuitas. En 1732 fue elegido el primer comendador, Fr. Diego de Frías. En 1817 fue nombrado el último comendador, Fr. José Tomás Lagos. En 1848 al no habitar los mercedarios este convento lo cedieron en arriendo a los PP. franceses de la Congregación de los Sagrados Corazones, quienes lo abandonaron en 1869. Durante su permanencia tuvieron colegio, escuelas gratuitas, explicación pública del catecismo los jueves y domingos, confesiones, predicación,... La iglesia gótica actual fue levantada por ellos en el lugar que ocupaba la antigua con limosnas de los fieles recolectadas principalmente por el P. Donato Loir. En 1872 no había más que dos religiosos en el convento. El limo. Sr. obispo, D. Manuel Orrego, obtuvo permiso de la Santa Sede para comprar convento e iglesia a los mercedarios y entonces fue cedido todo a los PP. escolapios. Por otra parte se sabe que D. Guillermo Juan Cárter fundó el 16-3-1872 un colegio, que por razones administrativas funcionaba como seminario, y llamado «Colegio católico de Atacama». El mismo lo dirigía, aunque dependía del prelado diocesano; pretendía contrarrestar la irreligiosidad de la ciudad. El edificio había sido cedido por D. Agustín Edward al obispo: una casa propia ubicada en la calle O’Higgins. Al Sr. Cárter le era difícil llevar adelante la obra educativa y buscaba una Congregación religiosa que se hiciera cargo del colegio. Se puso al habla con Mons. Domingo Cruz, deán de Concepción, amigo de los escolapios de su ciudad; éste le convenció de que la Orden de las Escuelas Pías podría ser muy útil para sus aspiraciones y le indicó los pasos que debería seguir para que la solicitud fuera escuchada por el Superior Mayor, Vicario general de España en Madrid. Más, el propio Sr. Cruz cuando el 27-4-1887 escribía al P. Manuel Pérez, Vicario general, dándole las gracias por las fundaciones realizadas en su diócesis, recomendó la nueva fundación de Copiapó. El Sr. Cárter comenzó a actuar; solicitó del obispo de La Serena, D. José Manuel Orrego la posibilidad de ceder en uso y usufructo a la Orden calasancia la iglesia y el convento de la Merced. El P. Sors, Vicario en Sudamérica, conoció todas esas diligencias y envió al P. Mariano Guíu para que se informase detenidamente; era finales de 1887. La información que éste pudo recabar fue positiva. De ahí que el día 1-4-1888 se firmara el documento por el cual se nombraba rector de la nueva fundación al P. Esteban Terradas y se le encomendaba su puesta a punto. Fue enviado como ayuda el H. Juan José Laborda. El 1-5-1888 el presbítero D. Guillermo Cárter hacía donación oficial de la iglesia y convento a la Orden en nombre del Sr. obispo. La designación del P. Terradas para esa tarea provocó serios disgustos al P. Sors, pues era muy apreciado en Concepción. Cuando la población de Copiapó conoció la llegada de una Congregación religiosa para hacerse cargo de la instrucción de los niños y jóvenes, se alegró y creó un comité de personas potentes e influyentes que aportaron dinero a fin de que el grupo escolapio pudiera trasladarse desde Madrid. De ese modo el 17 de noviembre llegaba el primer grupo: PP. Lostalé, Collel, Girbau, Olmos y el H. Zacarés, que con los dos presentes constituían una comunidad de cinco sacerdotes y dos hermanos operarios. El 23 del mismo mes se firmaba el contrato de fundación por parte del Sr. Cárter y del P. Sors: colegio-seminario Atacama, sito en la calle O'Higgins, iglesia y convento de La Merced, sito en la calle Yerbas Buenas, la escuela parroquial «Emeterio Goyenechea» aneja al seminario, y el funcionamiento económico-pedagógico-administrativo. El 7 de enero siguiente, la admisión de los escolapios en la diócesis y la entrega de facultades, por parte del Sr. deán y Vicario capitular de La Serena, Bartolomé Madariaga. Y el 11-3-1889 se abren las Escuelas Pías en Copiapó».

Actividad educativa y pastoral.

El nuevo colegio fue siempre un centro escolar pequeño; en su mayor esplendor apenas contó con 300 alumnos. El grupo de escolapios era grande para tal tarea; pero pronto sirvió la nueva casa para reponer y descansar enfermos y especialmente para atender a las necesidades pastorales de la diócesis. A los dos años de abierto el colegio estalla la guerra civil: D. Guillermo Cárter es deportado a la Argentina por sus implicaciones políticas, la ciudad se empobrece, el edificio seminario lo convierten en cuartel, las clases han de impartirse en el convento La Merced. El año 1892 celebró Visita general el P. José Dónate, quien al concluir la misma el 22 de octubre partió para Panamá llevándose consigo al P. Terradas. Es nombrado rector el P. Leandro Cuixart, quien no sólo modernizó el colegio sino que le imprimió un talante distinto: preparó un aula para niños gratuitos pobres, se deshizo de la estructura seminario y equiparó el centro a los liceos estatales, abrió internado y, consecuentemente, hubo de renovar y ampliar locales. Y todo con gran desembolso económico. Pero todo se consiguió con los permisos y aportaciones del Sr. obispo, de personas adineradas y de amigos y bienhechores. A pesar del gran esfuerzo el colegio no iba a más; se cita como causas: el ambiente poco religioso de la ciudad, la juventud e inexperiencia de los miembros de la comunidad, las dificultades económicas de los patronatos e instituciones que financiaban la obra; el número de alumnos seguía en baja, los resultados eran escasos y deficientes y hubo que cambiar los estudios de humanidades por los del comercio. También habría que añadir que se trataba de una comunidad muy joven, con poco trabajo, que se estaba viendo la posibilidad de fundar en Pontevedra (Argentina) y debió existir algún otro tipo de causas internas: el P. Mirats giraba visita en el mes de marzo de 1899 y ahí mismo firmó cuatro destinos, de los nueve religiosos existentes, incluyendo al P. rector, Domingo Urdániz, quien llevaba en el cargo menos de un año. Esto fue el principio del fin. Poco a poco fueron dándose los pasos para el cierre. Con fecha 29-8-1901 el P. Provincial de Aragón, Joaquín Campos, escribe al obispado de La Serena comunicando la intención de la Orden; el 7 de diciembre se celebraron los últimos exámenes públicos y comenzó el éxodo de los primeros religiosos; el 19-1-1902 fue el último día de estancia de los escolapios en Copiapó y la despedida del P. rector, Genaro Arauz. La iglesia y el convento fueron entregados a los PP. del Verbo Divino, el colegio al obispado, con un exhaustivo inventario de bienes. Conviene añadir y subrayar la gran acogida y recuerdo tenido siempre por la ciudad a los PP. de las Escuelas Pías, que todavía perdura; los apoyos incluso económicos dados, y en estos capítulos debe citarse a D. Celedonio Sangüeza, a doña Juana Ross de Edward e hijo, a las Srtas. Francisca Ossa y hermana, y otras muchas personas. Las citadas recibieron en su momento la carta de hermandad.

Por su parte los escolapios trabajaron en la pastoral diocesana, pues era notoria la falta de sacerdotes: atendieron capellanías, fundaron cofradías y las atendieron espiritualmente, restauraron materialmente la iglesia y en el culto la destacaron entre todas las de la diócesis, salieron a atender las poblaciones vecinas, actuaron de pacificadores de la ciudad y crearon la «olla del pobre». Y toda esa actividad y el agradecimiento de los fieles y de los responsables se manifestaron en los discursos de despedida.

Superiores

Persona Año
Esteban Terradas 1888
Leandro Cuixart 1893
Domingo Urdániz 1898
Genaro Arauz 1899

Bibliografía

  • Maeztu, F. Historia de la Escuela Pía en Chile. I. Santiago 1972, pp. 109-158.

Redactor(es)

  • Fermín Maeztu, en 1990, artículo original del DENES I