Córdoba (AR) Colegio Escuelas Pías y parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Argentina

(1904- )

Antecedentes históricos.

El actual barrio de General Paz, antiguamente era un pueblo con gran número de familias inglesas, por estar próximo al ferrocarril, entonces empresa británica, fuente de trabajo de la zona; los empleados y trabajadores de máquinas eran, en su mayoría, de origen inglés, y a pesar de vivir aislados del criollo en el lugar, su influencia no era poca.

Sin integrarse a éstos, los ingleses lanzaron a principios de siglo una ofensiva proselitista para conseguir adeptos para la religión protestante. Esto incitó a los católicos, a pesar de su inferioridad de condiciones (sólo existía la capilla del colegio de las Hermanas esclavas del Sagrado Corazón). El futuro obispo fray Zenón Bustos y Ferreyra planteó esta situación en la asamblea anual de 1901 del «Consejo de la conferencias vicentinas de señoras», denunciando la falta de instrucción religiosa de los niños en ese pueblo, siendo así fácil presa de los protestantes. Propuso como remedio la fundación de una «escuela cristiana».

Pocos días después, doña Tránsito Cáceres de Allende, dama de la alta sociedad cordobesa, tras conversaciones con el señor obispo, pidió a préstamo una mansión para abrir allí el colegio proyectado. Una vez conseguido esto, doña Tránsito habló con el P. Antonio Martínez, escolapio del colegio Santo Tomás, quien quedó en consultar con sus superiores el plan. Aprobada la idea, se decidió asumir la escuela bajo el cuidado de la comunidad.

El colegio Santo Tomás está distante dos kilómetros y medio de la nueva escuela. Desde marzo de 1903, dos religiosos de la comunidad abrieron las clases todos los días; fueron ellos los PP. Manuel Armendáriz y Juan Antonio Bueno; comenzaron con dos grados; era mucho el sacrificio y abnegación, en jornadas agobiantes de once horas.

Los frutos no se dejaron esperar; el progreso religioso-moral de los niños comenzó a hacerse patente en la vida del pueblo y sus costumbres, como en las relaciones con los protestantes quienes cada vez perdían más terreno.

Para consolidar estos logros, los superiores decidieron destinar al barrio de General Paz a tres sacerdotes y dos hermanos, sin formar comunidad canónica, sino siendo una filial de Santo Tomás del cual dependía aún económica y administrativamente. El P. Vicario provincial, Antonio Ridruejo, envió para esto a los PP. Antonio Martínez como presidente, Felipe Ortigosa pro-procurador y Manuel Armendáriz pro-ecónomo, y a los HH. Marcos Álvarez y Marcelino Miguélez. El 5-3-1904 estos cinco escolapios van a comenzar una nueva vida para ellos que, según crónicas del colegio, escritas por el P. Antonio Martínez, debería consignarse con letras de oro en los anales de la Congregación y agrega «no recuerdo que en la historia de nuestros colegios, se haya llevado una fundación en tales condiciones de pobreza, pues carecemos de todo, pero en breve tendremos un gran colegio». En poco tiempo el aumento de escolares fue mayor que la capacidad de la escuelita donada. Esta situación llevó a solicitar un terreno de don Augusto López, quien había prestado la escuela que estaba en funciones, pues era propietario de la mayoría de las tierras de General Paz. El señor López donaría media manzana en favor de las Escuelas Pías, según escritura del 27-2-1903, después de colocar la primera piedra. Las condiciones fueron: que se erigiera en ese solar un colegio; que no se destinara a otro objeto; que no se traspasara a otra comunidad religiosa o a particulares; que si dejasen de funcionar las escuelas, todo volvería al donante o a sus herederos o al prelado diocesano; y que desaparecidas estas circunstancias, pasara a las Escuelas Pías.

El 3-1-1904, tras una solemne y popular ceremonia, se colocó la primera piedra y comenzaron las obras del colegio. En dicha fiesta, Mons. Cabanillas, Vicario general de la diócesis, glosó la misión del escolapio en favor de los niños ignorantes del poblado que peligraban por el proselitismo protestante; el periodista Dutari Rodríguez, pintó con hermosas palabras la situación de miseria de la sociedad de General Paz y los problemas graves y urgentes que demandaban solución; el doctor Julio Echegaray exaltó la misión de los hijos de San José de Calasanz educando en la piedad y en las letras.

Desarrollo histórico y pedagógico.

Inauguración de las aulas. Un año justo después de la colocación de la primera piedra, comenzaron las obras; esta demora se debió a la falta de recursos materiales para realizarlas ya que las Escuelas Pías no estaban en condiciones de afrontar su construcción. A esta causa se sumaba la indecisión de los Superiores de encarar este colegio sin ninguna otra seguridad que la experiencia del año anterior como filial de «Santo Tomás». Por eso prefirieron obrar con prudencia para no retroceder una vez comenzada la edificación, a pesar de las insistencias del P. Antonio Martínez, quien estaba empeñado en que el colegio se hiciera lo más pronto posible. El P. Martínez buscó arquitectos que le hicieran los planos del futuro colegio. El primero, diseñado por el mismo que hizo el «Calasanz» de Buenos Aires, fue rechazado por su gran costo de materiales a necesitar y mantenimientos; en cambio un segundo plano hecho por D. Rafael Aranda Montano, fue aprobado por reunir las condiciones que se buscaban.

Lo más urgente era la construcción de las aulas para trasladar a los niños de las estrechas habitaciones en que se encontraban a unos amplios y cómodos salones. Todas las fuerzas de los religiosos estaban tras este objetivo, a tal punto que aceleraron la marcha para ponerlas en funcionamiento a principios de septiembre de 1905. El 3 de septiembre tuvo lugar la ceremonia de inauguración de dicho cuerpo de aulas con la presencia de autoridades provinciales y eclesiásticas y de una nutrida concurrencia.

La escasez de fondos continuaba, pero generosas limosnas hacían posible la edificación a ritmo lento, con suspensiones más bien largas de los trabajos, pero con constancia y esperanza de ver algún día terminado el colegio con sus aulas, dormitorios, salones e iglesia bien construidos.

Junto con el crecimiento material crecía el número de alumnos. La capacidad del colegio terminado era de 100 internos, 50 medio pupilos y un total de 500 escolares. Las estadísticas de esos años nos muestran la acogida que en el pueblo de General Paz tuvo el nuevo centro, contra todo cálculo optimista. Familias del centro de Córdoba confiaban también la educación de sus hijos a estos escolapios. La inspección que el Gobierno de la época llevó a cabo en esos días, dejó datos sobradamente elogiosos de la educación que se impartía, sobre todo porque venían de autoridades liberales y anticlericales; tan satisfechos quedaron que aumentaron la subvención estatal que recibía el colegio por «los beneficios que viene haciendo a la sociedad». Incrementaban, a medida que las circunstancias lo permitían, las categorías y secciones del alumnado; hasta una escuela nocturna, para adultos, fue comenzada por una iniciativa del P. Antonio Martínez y una generosa colaboración de las hijas de don Augusto López, en 1916.

Mayoría de edad del colegio.

Paralelamente a este resurgir escolar, se daban pasos hacia la estabilidad religiosa y la autonomía respecto al colegio Santo Tomás de quien era «filial» desde sus comienzos; la prudencia de los superiores no precipitaron este momento y prefirieron esperar. Mientras tanto en 1912 fue nombrado Vicario provincial el P. Victorio Marzo quien realizó las Visitas canónicas a las casas, compartiendo la vida de las mismas. También estuvo en General Paz y allí decidió independizar el colegio por creer que ya estaba en condiciones de afrontar por sí mismo todos los problemas, avalado por una rica experiencia de nueve años. Comenzaron los trámites ante la Congregación general de Roma. El P. General, Tomás Viñas, nombró vicerrector in capite de la casa, al propio P. Antonio Martínez, quien tomó posesión en marzo de 1914. En el siguiente Capítulo de 1915, fue nombrado rector siguiendo en la orientación dada hasta ese momento.

Los estudios secundarios. Dada la primera experiencia de escuela primaria y viendo que los alumnos no tenían continuidad debido al cupo limitado en otros colegios de secundaria, para poder ingresar luego en la Universidad, se decidió crear la sección secundaria en 1915 e incorporarla al colegio nacional de Montserrat, dependiente de la Universidad nacional de Córdoba, como lo estaba el Santo Tomás. Desde el año 1934 se cambió el plan de estudios de esta sección; en lugar de los primeros años de bachillerato clásico se optó por el bachillerato común, incorporándose al colegio nacional Dean Funes. La incorporación de los cursos fue sucesivamente: segundo año, en 1935; tercer año, en 1936; cuarto año, en 1937; quinto año, en 1938, en que se tuvo la primera promoción de bachilleres nacionales.

Inauguración de la Iglesia.

La única iglesia que había en esa zona de la ciudad era la de las religiosas esclavas, pero al ser insuficiente para la población, preferían algunos participar en las celebraciones de los protestantes. Ir a la capital, Córdoba, era difícil para la clase popular. Ayudó un poco a aliviar esta situación el adaptar como capilla uno de los salones del colegio nuevo. El ideal era la construcción de una iglesia amplia que se erigiera en parroquia. Y ya, más o menos terminadas las edificaciones más urgentes, se podía comenzar una nueva obra que tardó 7 años en llevarse a cabo. Fue inaugurada el 27-8-1911, domingo, solemnidad de San José de Calasanz, con la presencia del obispo de Córdoba, Mons. fray Zenón Bustos y Ferreyra. Pese a inaugurarse todavía estaba desmantelada y había que dotarla de los objetos del culto necesarios para las ceremonias litúrgicas del nuevo templo consagrado a la Virgen del Perpetuo Socorro, titular de la parroquia. En otra fiesta popular, fue colocado el cuadro de Nuestra Señora junto al cual estaban imágenes de San José de Calasanz, San Vicente de Paúl y San Antonio de Padua. Desde entonces, su actividad no ha cesado nunca, tanto a nivel escolar como posteriormente a nivel parroquial, convirtiéndose en el centro de la vida religiosa del pueblo y en hogar común para todos. En ese ambiente, se realizaron los festejos del tricentenario de la Orden, en 1917.

Acción pastoral anterior a la parroquial.

La acción en el pueblo, como se puede deducir de lo escrito arriba, tenía un vasto campo. La miseria y la ignorancia eran compartidas tanto por los niños como por los adultos. Así comenzó a explicarse el catecismo para niños de ambos sexos los domingos, porque la distancia a la parroquia era causa suficiente para que los pequeños no asistieran a tales clases y quedaran sin conocimiento de la religión.

Un colaborador eficaz del P. Martínez, el P. Domingo Jordán, tuvo una importante labor en este crecimiento educativo del actual barrio del General Paz. La catequesis dominical fue muy bien vista en toda la población y en la Iglesia. El P. Vicario provincial en su Visita canónica de 1914, dejó constancia de este apostolado escolapio. Alrededor de 700 niños asistían en 1916 a la enseñanza religiosa.

En 1912, a raíz de la inauguración de la iglesia, se estableció el «Apostolado de la oración». Esta actividad reunió a cerca de 400 señoras y acercó muchas personas a la iglesia. Se organizó en comisiones, con celadoras que hacían más seguros y asequibles los objetivos.

También desde el colegio se visitaban las casas más pobres para interesarse por sus necesidades y ayudarlos en la medida de lo posible, sobre todo a los enfermos. Se organizaron las «Conferencias de damas y caballeros vicentinos», dirigidos por los PP. Domingo Narcué y Domingo Jordán que desplegaron una intensa acción apostólica, dejando todas sus fuerzas en ella.

En 1919 se producen cambios en el colegio. El P. Antonio Martínez termina su rectorado y es trasladado al colegio Hispanoamericano de Chile, en su lugar es nombrado el P. Justo Blanco Ochoa, escolapio joven que había estado en Chile. La situación de la comunidad va a cambiar con el nuevo rector ya que sus líneas de acción van a ser distintas a las del P. Martínez.

El P. Blanco Ochoa era un estudioso incansable, amante de las bellas artes; ya lo había demostrado en Santo Tomás; otro tanto se proponía hacer en Escuelas Pías, algo inédito para el barrio. Organizó junto al P. Mariano Gutiérrez veladas literarias y representaciones teatrales con las cuales atraían al vecindario del colegio y lograban un fin educativo interesante. Estos actos causaban muy buena impresión en la población.

El P. Justo fue también el iniciador de concursos entre los alumnos del Santo Tomás y de las Escuelas Pías, sobre temas históricos y otros. Otra creación del nuevo rector fue la «Academia calasancia» para la formación de los mismos alumnos, preparándolos para la futura vida profesional con la adquisición de una oratoria elocuente y una capacidad de crítica bien fundada. Los frutos reales de esta Academia no se conocen, pero no pudieron ser muy buenos porque el alumnado no estaba preparado aún para semejante estudio, pues sólo había tres cursos de un bachillerato que se estaba consolidando.

Bodas de plata.

En marzo de 1928 se cumplían los 25 años del colegio y era el momento del reconocimiento a la labor ejercida por los escolapios en esa población cordobesa. Una calurosa acogida tuvo tal acontecimiento. Distintos tipos de actos tuvieron lugar en aquellos días. La ceremonia de clausura fue el día 27 con una misa oficiada por el obispo Ramón Harrison. El día anterior había sido cantado un solemne «Te Deum» y un acto literario, con la presencia de Mons. Fermín Laffitte, obispo de Córdoba, el intendente de la ciudad y otras personalidades.

En 1967 hubo renovación de aulas y material escolar de secundaria y la biblioteca; en 1972 se comenzó el patio cubierto junto con la renovación del resto de aulas y las galerías; últimamente se reconstruyeron totalmente las habitaciones de los religiosos (1981-1982).

La parroquia del perpetuo socorro.

Una de las razones por las cuales se construyó la iglesia, fue para convertirla en parroquia. Desde su inauguración, este deseo se acentuó cada día más. Mientras tanto los religiosos seguían perteneciendo a la parroquia del Pilar, situada en Córdoba, del otro lado del río Primero, cuyo párroco no podía llegar a esos lugares de General Paz. Como es natural, había división de opiniones en torno a su independencia. Entre quienes no querían estaba el P. Victorio Marzo, Vicario provincial, por la situación en Europa con la guerra del 1914. Mons. Bustos, obispo de Córdoba sí quería la parroquialización de la nueva iglesia. Catorce años pasarán hasta que se obtenga el anhelado propósito. El 1-2-1927, el P. Justo Blanco Ochoa, Vicario provincial, comunica a la casa de Escuelas Pías la aceptación de erigir la parroquia del Perpetuo Socorro, nombrando párroco al P. Rogelio Lafiguera y ayudantes a los PP. Eusebio Ilzarbe y Ramón Pascual. Dirigía la diócesis de Córdoba Mons. José Antonio Luque, quien firmó el decreto el día 30-12-1925, pero el nombramiento del párroco fue posterior. La primera misa parroquial fue celebrada el 27-2-1927 ante un numeroso grupo de gentes del lugar.

Entre las renovaciones más interesantes de estos últimos tiempos, siendo párroco el P. Francisco Encuentra (1965-1970) fue la ampliación y embellecimiento de la iglesia. Como resultaba muy estrecha al ser de una sola nave, el P. Encuentra tuvo la feliz idea de agregarle dos naves laterales en las que se pudieron ubicar cómodamente los confesionarios y además se facilitaba el movimiento de los fieles.

Desde los primeros tiempos se establecieron las cofradías del «Santísimo Sacramento» y la «Congregación de la Doctrina Cristiana» canónicamente, si bien funcionaban desde que el colegio tenía locales adaptados y en condiciones para las reuniones de los centenares de niños. Las catequistas fueron las que formaron la Cofradía de la Doctrina Cristiana, aumentando su número rápidamente.

Los miembros del Apostolado de la Oración serán los de la Cofradía del Santísimo Sacramento, dedicados a la adoración de Jesús en la Eucaristía. Numerosas y fervorosas personas se comprometieron a esta actividad, aumentando la devoción en el barrio. El P. Ángel M. Pallares fue promotor de los «Jueves Eucarísticos» como una continuación de la Cofradía antes nombrada.

No habían pasado 15 meses de la erección y se encomendó una misión a los redentoristas; fue todo un acontecimiento en el barrio; la gente respondió siempre positivamente.

Hacia 1931, los obispos argentinos organizaron una campaña para dar a conocer la Acción católica a todos los laicos. Era párroco del Perpetuo Socorro el P. Demetrio Velasco, quien se preocupó de ello convencido del servicio que prestaba a la Iglesia y a la sociedad. Se dedicó entonces a instaurarla instruyendo a grupos de señoras interesadas en el asunto, quienes formaron posteriormente el «centro de señoras de la Acción católica», el primero en la diócesis en hacerse oficial. Después se formaron las otras ramas, que funcionan hasta hoy (1983). También estaban las «Hijas de María», y junto a éstas se fundó la cofradía de la Virgen del Perpetuo Socorro.

Datos complementarios.

Material didáctico, biblioteca y museos. El primer material usado en el nuevo colegio era, como es lógico, pobrísimo: «una docena de bancos viejos, sus sillas y una pequeña mesa», según figura en las crónicas de la casa. Esta situación fue cambiando paulatinamente. Ninguna familia seguiría mandando a sus hijos a un centro sin condiciones y el ministerio de educación lo hubiera cerrado. Colaboraciones de distintas familias allegadas hicieron posible la renovación del material.

Se crearon también museos y gabinetes para una más pedagógica enseñanza de las ciencias. Cuando llegó el momento, se edificó la biblioteca. Sencilla y elemental, bastaba para el momento que estaba pasando el instituto. Posteriormente, durante el rectorado del P. Bernardo Lacuey, con la colaboración de la «unión de padres de familia», se amplió el local, se le dotó de estanterías metálicas y en ese y otros períodos rectorales, se amplió en cuanto a la cantidad y calidad de los libros.

Bienhechores del colegio. El colegio fue fruto de la generosidad de personas pudientes que quisieron entregar algo de lo que tenían al servicio de los demás, en alguna obra pía. Tal es el caso de doña Tránsito Cáceres de Allende y de don Augusto López. A partir de ello se comenzó la obra que desde entonces contó con el apoyo de casi todo el barrio. Pero quien dio el primer paso fue fray Zenón Bustos y Ferreyra, con su idea de fundación de una escuela católica. Posteriormente, siendo obispo de Córdoba continuó lo empezado apoyado en Mons. José A. Luque, Vicario capitular, quien erigió la parroquia del Perpetuo Socorro.

Superiores

Persona Año
Antonio Martínez 1904
Justo Blanco 1920
Eusebio Ilzarbe 1925
Rogelio Lafiguera 1925
Demetrio Velasco 1928
José Brualla 1931
Gabriel Fuster 1934
Carmelo Otal 1939
Lucio Goñi 1941
Ramón Pascual 1943
Valentín Gallo 1945
Marcelino Merino 1947
Patricio Esteban 1950
Bernardo Lacuey 1951
Claudio López 1958
Félix Moreno 1959
Bernardo Lacuey 1962
Ángel Romeo 1965
Juan Langan 1966
Mariano Pardos 1968
Juan Langan 1971
Luis Tremosa 1977
Pedro Formai 1980
J. Antonio Kinderknecht 1982

Bibliografía

  • Historia de Colegio General Paz en Archivo Argentina

Redactor(es)

  • Juan Langan, en 1990, artículo original del DENES I