General29/Periodo español

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Periodo español

José Calasanz Casanovas nació en Sabadell (Barcelona) el 12 de abril de 1815[Notas 1]. Estudio en el colegio de Sabadell, que había sido fundado siendo él niño, en 1818. En Sabadell vistió el hábito escolapio el 12 de febrero de 1829, y allí hizo el noviciado. Seguía los pasos de su hermano Agustín (1809-1889), que había ingresado al noviciado en 1823 en la misma casa de Sabadell. Continuó sus estudios eclesiásticos en Igualada, defendiendo en 1833 unas «Conclusiones filosóficas». Estudió luego griego en Mataró, logrando notable dominio del mismo. En Moyá (1835-1836) inició los estudios teológicos, y al sobrevenir la supresión de las Órdenes Religiosas (de la que fueron exceptuadas las Escuelas Pías), los terminó en el Seminario de Barcelona en 1840, año en que se ordena sacerdote. En este mismo año hizo un viaje a Italia, según cuenta él mismo en una carta escrita al P. Wenceslao Profilo de Nápoles el 8 de octubre de 1868, al poco de su llegada definitiva a Roma[Notas 2]: El año 40 estuve en Roma, donde era prepósito General el P. Inghirami, de gloriosa memoria; por él y por su Secretario Olivieri conocí el estado floreciente de las Escuelas Pías en Toscana[Notas 3]. Desde entonces he prestado siempre en España una gran atención a esa provincia y a sus religiosos, de los cuales muchos nombres me son conocidos, tanto por lo que he dicho más arriba como por los catálogos de las comunidades que me llegaban cada año. Así que no me resultan desconocidos el P. Zini, el P. Antonelli, el P. Bianchi, el P. Cucci, el P. Cecci y otros bravos personajes.

Estudió matemáticas en la Escuela de la Junta de Comercio de Barcelona, en 1837-1839. Fue miembro y luego Presidente de la Academia Filomática de Barcelona. Mientras tanto residía en el colegio escolapio de San Antón, el único de Barcelona en aquella época, y estaba a cargo de su internado. Ejerció durante trece años la enseñanza primaria; fue director de colegiales mayores seis años por lo menos; Consultor Provincial durante trece; Secretario Provincial del P. Tarter durante diez (1852-1863). En esta época alcanzó fama como orador sagrado, y fue nombrado Predicador Supernumerario de S. M. Isabel II, título al que no renunció al trasladarse a Roma. En una carta que escribe al P. Mauro Ricci el 26 de abril de 1872[Notas 4], le dice: Incluso ahora, si vuelvo a España, soy predicador de Su Majestad, porque no he renunciado al nombramiento ni me ha sido retirado; y, si la ocasión se presenta, haré oír la Palabra de Dios a la corte de Amadeo con la misma libertad con que la anunciaba a Isabel y su Corte.

El 19 de marzo de1863 tomó posesión de la Presidencia del colegio de Mataró; realizó en él notables mejoras y acrecentó su fama. De aquella época guardaba muy buenos recuerdos un escolapio notable, el P. José Draper[Notas 5], quien en un frecuente intercambio postal con el P. Casanovas, ya General, le recuerda las partidas de ajedrez que jugaban, y le daba noticias de una magnolia: Hoy es el primer día que he visto florecer la magnolia aquella… ¿sabe? La que compramos cuando V. era Rector, como que había de ser árbol que tenía que marcar época (…)[Notas 6].

En mayo de 1865 recibió el nombramiento de Asistente General de España por voluntad de Pío IX, con residencia oficial en el colegio de San Antón de Madrid. En 1866 actúa de Visitador Provincial Delegado de los colegios de Cataluña y luego en 1867 como Secretario del Rvmo. P. Ramón del Valle, Vicario General de España. En noviembre del mismo año, es designado Preceptor de Religión del duque de Maqueda y conde de Cabrera. Por aquellas fechas el Papa Pío IX, exalumno de los escolapios de Volterra, y que mantenía una excelente relación con los superiores de la Orden (como la mantendría luego con Calasanz Casanovas) debió tratar con el P. General Juan Bautista Perrando sobre la reunificación de las Escuelas Pías de España y las de Italia. La situación de la Orden en los dos países era muy diferente: mientras en Italia se habían suprimido las Órdenes religiosas por decreto del gobierno italiano en 1866, en España las cosas iban bien para los escolapios desde hacía una veintena de años, y la Orden gozaba de una estructura sólida y autónoma. Por eso la opción lógica era traer de España un Superior que en Roma intentara restablecer la unidad. Y la persona en la que pensaron fue el P. Ramón del Valle (1801-1891), que había sido Provincial de Castilla de 1852 a 1858, y a la sazón era, desde 1864, Vicario General de las Escuelas Pías de España. Fue sondeado sobre su disponibilidad, bien directamente por el P. General Perrando, bien por medio del Nuncio en Madrid. En una carta al P. Perrando, fechada el 28 de febrero de 1868[Notas 7], le dice: Si queréis que haya un General español, propongo a mi Asistente por Cataluña y Pro-general José Calasanz Casanovas. Es un hombre 15 años más joven que yo, muy docto y religioso, serio y amable, ingenioso y hábil, conocedor de nuestras cosas y experto. El P. Ramón alega para no aceptar el cargo de General, además de su edad, sus problemas de vista, a los que se referirá luego en su correspondencia con el P. Casanovas. Estaba además el hecho de que, objetivamente, consideraba que el P. Calasanz era más idóneo que él para el cargo. Ya anteriormente, en una carta al P. Perrando, le expresaba la alta estima que sentía por su Asistente el P. Calasanz[Notas 8]: Estoy enfermo de la vista. Con el calor voy peor. Si no he dimitido del cargo es porque tengo al lado al Asistente Pro-general de la provincia de Cataluña, P. José Calasanz Casanovas, que es mi cabeza, mis manos y mi espalda. Él es más joven y más experto, y lleva casi todo el peso del cargo. Yo casi tengo 70 años, y veo mal; lo único que tengo sano es la voluntad.

Eran muchos los escolapios españoles, según consta por la correspondencia recibida, que confiaban en que en el Capítulo General de 1869 el P. Calasanz Casanovas sería elegido Vicario General de España. Era un hombre cordial, que tenía muchos amigos (y, por la abundante correspondencia conservada, no vemos que tuviera ningún enemigo); estaba muy preparado, tenía fama de gran trabajador y enamorado de las Escuelas Pías… Era el candidato ideal. Pero el deseo del Papa de tener un español al frente de las Escuelas Pías en Roma, y el dedo del P. Ramón del Valle frustraron esas esperanzas: un año antes del Capítulo General, fue llamado a Roma, y allí aceptó el nombramiento de General de la Orden. El mismo P. Ramón del Valle, como superior suyo, le da un certificado el 16 de junio de 1668, en el que dice[Notas 9]: Sale para Roma, llamado por Pío IX, confirmado por el Nuncio, nuestro Asistente por Cataluña P. José C. Casanovas, que no está sujeto a ninguna censura, y puede celebrar los sacramentos, y al que recomendamos.

Notas

  1. Tomamos estos datos de DENES, entrada del P. C. Vilá, y también de su obra citada más arriba.
  2. Reg. Gen. 246 f 2, 23-12. Ofrecemos la traducción del italiano. Omitimos citar AGSP (Archivo General de San Pantaleo), pues todas las citas, mientras no se diga lo contrario, se refieren a él; indicaremos simplemente la sección del Archivo General. Todas las traducciones, mientras no se diga lo contrario, han sido hechas por el autor del artículo.
  3. Aquí le falla a memoria al P. Casanovas. El P. Giovanni Inghirami (1779-1851) fue Provincial de Toscana de 1826 a 1844. Ese año fue nombrado Vicario General de la Orden (no Prepósito General), cargo que ejerció hasta 1848, cuando fue elegido General el P. Genaro Fucile. Por lo tanto, o confunde el lugar (Florencia en lugar de Roma) o confunde a fecha.
  4. Reg. Gen. 242 B b, 134.
  5. Natural de Mataró (1832-1889). Fue Provincial de Cataluña de 1875 a 1878.
  6. Reg. Gen. 243 A b, 95. La magnolia acabó muriendo unos años más tarde, al quedar colocada en el centro de patio donde jugaban los niños.
  7. Reg. Prov 63 A, 220. Original en latín.
  8. Reg. Prov 63 A, 221. Fechada el 28 de noviembre de 1867.
  9. Reg. Prov 63 A, 240.