General33/Prepósito General
Prepósito General
En su circular a toda la Orden, fechada el 21 de noviembre de 1906[Notas 1], se presenta:
Tras completar nuestro Bienio como Asistente, esperábamos confiadamente volver a nuestra tranquilidad, cuando el Capítulo General quiso levarnos al Supremo Magisterio de la Orden. Aunque es un máximo honor, es una pesada carga, y uno y otra sin ninguna duda muy superior a nuestros méritos y nuestras fuerzas.
Presenta unas consideraciones generales sobre la importancia de nuestro ministerio, la enseñanza, en especial en estos tiempos difíciles, en que la sociedad se aparta de Dios. en la escuela estamos preparando la sociedad de mañana. Hay que seguir esforzándose, y actuar con prudencia. Tiene confianza en la Orden, que por primera vez desde hace muchos años ha elegido, todos juntos, al General. Ha creado una comisión para revisar las Constituciones, con los PP. Cianfrocca, Vary (Asistentes Generales por la P. Romana y las Provincias Centroeuropeas, respectivamente), Homs (Procurador General), Baisi (Provincial de la Romana), Salarrullana (Secretario General) y T. Viñas (Archivero General). Ha creado otra comisión para revisar los ritos: PP. Tarín (Asistente General por España), Homs.
Quiere terminar la casa de Vía Toscana, que no se terminó por falta de dinero. Pide contribuciones voluntarias. Encargados: PP. Cianfrocca, Bertolotti (Asistente General por Italia), Homs, Baisi, Morelli (rector de la casa), Viñas. Manda imprimir un catálogo y los documentos más importantes del Archivo. Se enviará un volumen trimestral a cada casa, que deberán pagar. Todo esto es para fortalecer la unidad entre todos.
Y de este modo comienza su mandato, marcado por sus esfuerzos por consolidar la unidad entre todas las provincias, que existe ya sobre el papel; y acortado por la enfermedad que le crea no pocas dificultades para llevar a cabo su misión, y que, finalmente, lo llevará a la tumba sin poder terminar su sexenio, en 1910. Él era consciente de su estado, como lo eran también sus Asistentes Generales, que junto con el Procurador General le escribieron una carta respetuosa al respecto[Notas 2]:
Esta Congregación General se ha enterado con sentido pesar de que las condiciones de la salud de V.P. Rma. suscitan serias aprensiones, y que su enfermedad, en lugar de estacionarse, empeora, como se desprende los datos del último análisis que nos ha comunicado. Ante un fenómeno tan alarmante, la Congregación General, que tiene sumo interés en la salud de su Rmo. Prepósito, cree que la causa eficiente de la lamentable gravedad es el ímprobo trabajo que conlleva la Visita, y haciendo uso de sus derechos de aconsejar, además del afecto sincero del que Usted se hace acreedor, entendiendo que cuando nuestras Constituciones imponen al General la obligación de visitar los Colegios de nuestra Orden no restringen esta obligación a la persona del Prepósito, sino que la consideran válida cuando él la ha delegado, en la Sesión General del 12 de los corrientes determinó dirigirse a V.P. Rma. aconsejándole si no el reposo total, al menos el suficiente como para que se reponga y recupere las energías perdidas; y en el caso de que persista la debilidad física, suspenda la Visita y nombre un Delegado suyo o Visitador General que tenga su representación, y que continúe el trabajo que V.P. Rma. ha emprendido con óptima voluntad. Mientras comunicamos a V.P. Rma. el acuerdo de esta Congregación General, reciba nuestros mejores deseos en cuanto a su salud, y bendiga a sus devotísimos hijos en Cristo.
No hizo mucho caso a las sugerencias: quiso cumplir su tarea, y llevar a cabo personalmente las visitas generales, al menos a las provincias españolas; para las de Europa Central, nombró visitadores. En cuanto a las de América, dejó que se encargara de ello el Vicario General de España.
Cuando el P. Mistrangelo cesó en su cargo de General de la Orden en 1904, el Papa Pío X le nombró Visitador Apostólico de la Orden (con autoridad, como tal, por encima del General). En 1907, cumplido el trienio de su cargo, lo devuelve al Papa, dejando de este modo al P. Manuel Sánchez, nuevo General, completamente al frente de la Orden. Esta es la carta que escribió el P. Mistrangelo[Notas 3]:
Santo Padre. Cuando en 1900 León XIII me nombró General de la Orden de las Escuelas Pías, solo estaban sujetas a mi jurisdicción las cuatro provincias italianas. España y América, por una Bula de Pío VII; Austria, Bohemia, Moravia, Silesia, Hungría y Polonia por las leyes Josefinas, no tenían ninguna relación con la Cabeza de la Orden y gozaban de autonomía. Pero las consecuencias de la división se hacían cada vez más desastrosas para la vida y la prosperidad del cuerpo. El Santo Padre me expresó el deseo de que se restaurase la unidad, pero sin aquellos problemas que por parte de los gobiernos y de los religiosos habían tenido lugar en la unión de las diversas ramas de los Frailes Menores.
Acepté el encargo. Partí hacia España, núcleo más numeroso y fuerte de la Orden, como simple hermano y amigo, y `pude preparar el terreno disponiendo los ánimos de los religiosos y ganando la benevolencia de la Reina Regente. Viajé por las Provincias austrohúngaras; visité al Emperador y rey suyo; conseguí el apoyo que me salvaguardase de las hostilidades que sabía me tenían preparadas; procuré evitar los choques y ganarme las simpatías y la confianza, y ver finalmente por medio del Motu Propio de V.S. coronados mis esfuerzos y cumplido el deseo de dos Santos Pontífices.
Cesado mi oficio de General en 1904, y nombrado por Vuestra Santa Benevolencia Visitador apostólico, con el encargo de poner en obra la unión decretada, y con facultad de nombrar a mi sucesor en el Generalato y los cuatro Asistentes Generales para estar en el cargo durante un bienio, es decir, hasta el año 1906, tiempo establecido para el Capítulo General, creí oportuno nombrar General al P. Adolfo Brattina, pues siendo de origen germánico, parecía capaz de soportar los largos viajes que se creían necesarios para que las provincias lejanas, separadas de la Orden desde hacía un siglo, y capaz, con sus demás dotes, poner los preliminares para el no tan lejano y temido Capítulo General. Mientras tanto, me esforcé por disipar las sospechas y reticencias, en especial de los húngaros; establecí, no sin grandes dificultades, pero sin inconvenientes, la Curia en Roma; y, en la medida de lo posible, eliminé los abusos; introduje la regla de observancia; cuidé los noviciados y junioratos, y cuanto me pareció conveniente para la prosperidad de las Escuelas Pías, sin que se produjeran muchos choques ni defecciones.
Es sabido a V.S. que en 1906 se celebró con intervención de todos los representantes de las Provincias, con común satisfacción, el Capítulo General, y que actualmente la Orden procede con regularidad bajo la dirección sabia y prudente del P. General Manuel Sánchez, que ya ha visitado este año con mucho fruto las casas de Italia y se prepara a visitar las extranjeras en los años que vienen.
Al final de julio cesa mi mandato de Visitador Apostólico. Lo devuelvo, pues, agradecido, a las manos de Vuestra Santidad, con la conciencia de haber hecho cuanto me ha sido posible, de manera compatible con el peso de mi vastísima diócesis, correspondiendo a la santa memoria de León XIII y de V. Santidad que Dios haga próspero, bendiga y conserve en su Iglesia por muchos años. Inclinado al beso del S. Pie, me profeso…
El Papa, por medio del Cardenal Secretario de Estado Merry del Val, acepta su renuncia[Notas 4]. El remite esta carta a la Congregación General, para información de toda la Orden, y agradeciendo la cooperación de todos[Notas 5]. La Congregación General, por su parte, responde lamentando que cese su mandato como Visitador General, pues se sentían muy apoyados por él. Agradecen sus servicios[Notas 6].