General34/Intento de reducir la observancia regular a su primitivo estado.

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Primer septenio del generalato del P. Tomás Viñas (1912-1919)
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General34/Intento de reducir la observancia regular a su primitivo estado.
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Reforma y restauración de la Provincia de Polonia
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Intento de reducir la observancia regular a su primitivo estado.

Casi todos los religiosos, unidos a su Supremo Moderador, tienen en primer lugar ante la vista y buscan su paterna solicitud para restaurar cuanto antes la observancia regular, aquí y allá degradada por el paso del tiempo y por una cierta ley fatal de la inercia, de modo que sean como un ejército bien ordenada bajo su gobierno y perfectamente preparada para obtener los fines propios del Instituto. Y eso es lo que principalmente hizo el P. Viñas, que conocía muy bien el verdadero estado de nuestra Orden después de doce largos años de servicio en la Curia General, como Secretario, Comisario, Visitador y Delegado General, compañero asiduo de los Padres Mistrangelo y Brattina en sus largos viajes de Visita, y se dolía vehementemente de las plagas que herían a causa de la negligencia en la observancia el cuerpo de nuestro Instituto[Notas 1].

La Provincia de Austria había sido ya separada de la cabeza de Roma en tiempos del Emperador José II (1782); pasado un siglo, en 1871, fue maltratada violentamente con inicuas leyes escolares y religiosas[Notas 2] y privada de muchas casas en otro tiempo florecientes, a pesar de la Visita Apostólica hecha en 1854 por el Cardenal Federico Schwarzenberg, arzobispo de Praga, por orden del Papa Pío IX, y de los decretos particulares dados por la S. Congregación de Religiosos el 13 de mayo de 1859[Notas 3]. Poco apoco fue decayendo, y abandonando el auténtico espíritu calasancio, de modo que a principios de nuestro siglo el P. Antonio Brendler, su Prepósito Provincial (1896-1904) casi desesperaba de su restauración. Manifestó su estado de ánimo a los superiores romanos en numerosas cartas[Notas 4]. En el mes de julio de 1901, el P. Juan Borrell, de la Provincia de Cataluña, que se encontraba temporalmente en Austria estudiando alemán, envió una triste información sobre el estado de la Provincia de Austria al Prepósito General, pidiendo su intervención inmediata, instaurando el noviciado en Krems cuanto antes, incluso con ayuda de los Padres de España[Notas 5].

En el mes de diciembre de 1902, cuando iba a visitar Cracovia, el P. Viñas visitó Krems, además de Viena, e hizo una relación semejante a los Supriores Romanos sobre nuestras cosas en Austria, de modo que la Congregación General, reunida en Florencia el 27 de diciembre de 1902, decidió pedir inmediatamente dos religiosos al Vicario General de España, para que los mandara cuanto antes a Krems para establecer el noviciado para restaurar la Provincia de Austria, bajo la guía del Maestro P. Francisco Mestan, de quien el P. Viñas había dado ya las informaciones oportunas a los superiores[Notas 6]. Antes de concluir el bienio, en el mes de abril de 1904, queriendo cumplir la orden recibida de restaurar la unión jerárquica de la Orden, decidió visitar las provincias ultramontanas[Notas 7], entre ella Austria, y de este modo llevó a cabo la Visita los días 21-26 de abril de 1904, protegido por la benevolencia tanto del Emperador Francisco José como del Nuncia apostólico, Jenaro Granito Pignatelli di Belmonte, que deseaban ardientemente la pronta restauración de la en otro tiempo floreciente Provincia de Austria, tanto en los asuntos de disciplina regular como en el eficaz ejercicio del ministerio escolar, y una vez terminada vio inmediatamente la necesidad de llevar a cabo una reforma integral de la provincia, y de iniciar un noviciado rectamente organizado[Notas 8].

Pocos meses después, el Cardenal Rafael Merry del Val, en una carta del 19 de julio de 1904, a la que añadía el decreto pontificio Singularitas regiminis, en el punto 5 expresaba el vehemente deseo del mismo Papa Pío X de que los escolapios del Imperio Austriaco volvieran a la disciplina escolapia primigenia, y al verdadero espíritu religioso y sacerdotal, cuya falta nunca podría suplir la mera ciencia humana[Notas 9]. Por ello la nueva Congregación General, bajo la dirección del P. Adolfo Brattina, ya en su primera sesión del 8 de septiembre de 1904, estando presente el P. Mistrangelo como Visitador Apostólico, para poner en marcha algo de la reforma pedida, decidió enviar a P. José Soler Biel de la Provincia de Cataluña a Krems en Austria, para ejercer allí el cargo de Maestro de Novicios[Notas 10]. Sin embargo, esta decisión no se llevó a cabo.

Para ayudar un poco a la provincia, el año 1908 fue enviado el P. Tomás Garí-Montllor, de la Provincia de Cataluña, que no gozaba de buena salud, y fue nombrado Rector de Horn en 1909, cargo en el que permaneció loablemente hasta el año 1912, y después de una breve permanencia en Krems, donde fungió el cargo de Maestro de Novicios[Notas 11], regresó a su patria[Notas 12]. Mientras tanto vino también a Austria el P. Álvaro Monfil de la Virgen del Pilar de la Provincia de Valencia, para ayudar al P. Garí-Montllor en la casa de Horn[Notas 13].

El 9 de abril de 1911, el P. Vicario General Egidio Bertolotti nombro al Prepósito Provincial P. Francisco Mestán Visitador General, para que hiciera en nombre suyo la Visita canónica a toda la Provincia[Notas 14]. El P. Mestán llevó a cabo diligentemente la Visita durante los meses de mayo y junio, y en el informe que envió a Roma el 31 de julio, pidió de nuevo que se enviara a Austria ayuda personal, para poder restaurar poco a poco el noviciado y la observancia regular[Notas 15].

Apenas terminada esta Visita, la Congregación General, en sesión celebrada el 3 de agosto de 1911, tras leer antes la carta del P. Tomás Garí-Montllor escrita a Roma sobre el deplorable estado de la Provincia de Austria, determinó enviar al P. Antonio Gandolfi, de la Provincia de Liguria, como Delegado General a Austria, para que informara sobre los remedios necesarios[Notas 16]. El cual llevó a cabo la visita encomendada en el mes de septiembre, y no pudo dejar de ver allí el escaso número de nuestros Padres, que no había ningún colegio propio abierto, y finalmente el rechazo casi absoluto de la vida regular en lo referente a la clausura, los actos comunes de piedad, la perfecta vida común, el hábito de los religiosos, etc.[Notas 17] El Excmo. y Rmo. D. Francisco Nagl, Arzobispo de Viena, compartía el punto de vista del P. Gandolfi en cuanto a la manera de vivir de los nuestros. Tanto el Arzobispo como el Delegado General indicaron que el remedio a tantos males consistía en crear cuanto antes el noviciado y en avanzar en la reforma de la Provincia comenzando por los jóvenes. Además, el P. Gandolfi propuso que las tres Provincias de Austria, Bohemia y Polonia fueran puestas bajo el cuidado y gobierno de un Delegado General, que tuviera la tarea de instaurar la necesaria reforma con autoridad generalicia[Notas 18]. Se leyó su informe en la 178ª sesión de la Congregación General, celebrada los días 12 y 16 de noviembre de 1911, junto con el informe de la Visita del P. Mestán, pero no se tomó ninguna decisión, sino que se dejó todo el asunto para ser tratado en el próximo Capítulo General[Notas 19].

Los días 8.9 de abril de 1912, en el Capítulo Provincial de Austria, el P. Tomás Garí-Montllor hizo varias propuestas útiles para la reforma de la Provincia, tanto acerca de la formación de los juniores como de la vida común, pero todas ellas fueron sometidas al juicio del próximo Capítulo General[Notas 20]. Sin embargo, el Capítulo General, celebrado en julio de 1912 en Roma, al cual asistieron de la Provincia de Austria los PP. Francisco Mestán, Provincial, y Juan N. Frank y Teodoro Till, Rectores-vocales, aparte de los estudios que deberían seguir los juniores de Austria en el futuro, no decidió nada acerca de la restauración de la provincia de Austria[Notas 21], y así toda la reforma de la Provincia de Austria quedó para el nuevo Prepósito General es decir, para el P. Tomás Viñas.

Pero el P. Viñas, impedido por otros asuntos más urgentes, no puso mano inmediatamente a la reforma de Austria. Por lo cual conservó en su puesto al P. Mestán, el cual en una carta enviada a Roma el 8 de octubre de 1912, aunque admitía la necesidad de la reforma, afirmaba que “no se pueden cambiar con golpes y violencia las cosas, costumbres y tradiciones antiguas”. Por otra parte, el P. Garí-Montllor pedía la rápida intervención de Roma y que se enviara un Delegado General a Austria[Notas 22]. También el Excmo. y Rmo. D. Rafael Scapinelli, conde de Laguinia, Arzobispo de Laodicea y Nuncio apostólico en Viena, en una carta enviada al Cardenal Merry del Val, Secretario de Estado, le informaba sobre el verdadero estado de la Provincia de Austria y pedía la pronta intervención de la Santa Sede[Notas 23]. Informado de lo cual por medio del Procurador General[Notas 24], el P. Viñas volvió de Polonia a Viena el 19 de noviembre, e inmediatamente puso en marcha la reforma por tanto tiempo deseada y, tras tener conversaciones con las personas interesadas, reunidas la Congregación Provincial y los religiosos de las comunidades de Viena, tras admitir un compromiso de no poca importancia acerca de la pobreza y la clausura, les propuso 12 puntos o artículos de reforma, que luego sometería a la S. Sede para su aprobación. Estos puntos son los siguientes:

1.Se hará oración en común por la mañana a las 6 ½; examen de conciencia antes de la comida; oración por la tarde a las 7 ½; después de la cena, las letanías de los Santos.
2.Reconozcan todos los religiosos ordenados la gravísima obligación que tienen de recitar el Oficio divino.
3.Todos tendrán las comidas en común; se preparará desayuno, almuerzo y cena para todos los religiosos; por lo tanto, los religiosos no recibirán ninguna cantidad en concepto de alimentos.
4.Todas las pensiones que reciban los religiosos del gobierno en concepto de enseñanza o por cualquier otro ministerio, las entregarán a la caja común.
5.Cada religioso recibirá 1000 liras al año para vestuario, lavado de ropa, etc.
6.Cada religioso trabajar, enseñando o en otro ministerio al que hubiera sido asignado por los Superiores.
7.Todos los religiosos sacerdotes celebrarán cada mes, según es costumbre, 21 misas al mes a intención del Superior de la Casa.
8.Fuera de casa los religiosos lleven el hábito talar, o al menos el eclesiástico; en cas vistan todos el talar.
9.Todos los religiosos deben estar en casa antes de la oración de la tarde, y no salgan después sin grave necesidad y con el permiso expreso del Superior.
10.De ningún modo y bajo ningún pretexto entren mujeres en las habitaciones de los religiosos; destínese un lugar conveniente para las visitas. Permítase el ingreso tan solo a las mujeres que están sirviendo actualmente, y todas de edad avanzada, para que no sufran la miseria por la pérdida de trabajo después de muchos años de servicio. Pero si fallecen, o dejan el trabajo, o son despedidas, no se les remplace con otras mujeres.
11.Sobre el trato con seglares, los religiosos observen las normas contenidas en nuestras Constituciones. A los religiosos que actuasen de otro modo, se les aplicará el decreto de nuestro Capítulo general de 1912, que dice lo siguiente: “Aunque se recomienda encarecidamente la caridad con respecto a los súbditos reos de alguna culpa, aplíqueseles la máxima severidad a quienes puedan manchar a la Orden con el mínimo escándalo frecuentando indignamente las casas de los seglares y lugares públicos de recreo, o usando signos y cartas. A estos se les reprenda primero inmediatamente con severidad, y se les castigue con alguna pena; si no se corrijan, que tengan por seguro que se les aplicarán las penas señaladas por el Decreto dela Sagrada Congregación de Religiosos, de fecha 12 de mayo, acerca de la expulsión de religiosos (pág, 37, prop. 7).
12.Los religiosos que han emitido la profesión simple o solemne desde hace algunos años según la fórmula de vida común, y que la emitan en lo sucesivo, no están comprendidos en los artículos 5º y 7º; para ellos se aplican las Constituciones de los SS. Pontífices y las de nuestra Orden[Notas 25].

Más tarde, vuelto a Roma el P. Viñas, el 1 de diciembre de 1912 sometió estos puntos a la Santa Sede[Notas 26]. La S. Congregación de Religiosos, reunida el 12 de diciembre, aprobó los puntos de la reforma y mandó observarlos. Sin embargo, los puntos 5, 7, y sobre todo el 10, que podían causar no poco perjuicio a la vida común perfecta y a la clausura, solamente “los toleró temporalmente por gravísimas causas”. La Sagrada congregación emanó un decreto sobre este asunto el 18 de diciembre de 1912[Notas 27]. Tras recibirlo, había que proceder a la pronta ejecución de dicho decreto. Por lo cual el P. Viñas mandó venir de Cataluña al P. José Soler Biel, futuro Delegado General para Austria y Polonia, y dio pasos ante el Secretario de Estado para que él intercediera ante el Nuncio Apostólico de Viena para que el Delegado General fuera reconocido por la Corte Imperial[Notas 28].

A principios del mes de febrero de 1913 salió hacia Cracovia con el P. Soler Biel, y una vez arregladas las cosas allí, a finales de mes regresó a Roma. En la carta circular del 24 de febrero, dirigida al Provincial y a los demás religiosos de Austria les informó sobre el citado Decreto de la S. Congregación de Religiosos, y les exhortó a acoger la reforma como verdaderos hijos de S. José de Calasanz, y se mostraran obsequiosos a la Santa Sede por su gran benignidad[Notas 29]. El 26 de febrero salió de Roma y el 28 llegó a Viena, y tras realizar los saludos de urbanidad y de información tanto al Nuncio Scapinelli (el 28 de febrero) como al Sr. Obispo Joseph Pfluger, Vicario Capitular de Viena (el Cardenal Francisco Nagl había muerto poco antes), los días 2 a 5 de marzo tuvo muchos diálogos con los Padres de las tres casas de Viena sobre las dificultades para instaurar la reforma, sobre todo en cuestiones de pobreza y clausura[Notas 30].

Luego, después de pasar siete días en Cracovia a causa de asuntos urgentísimos de nuestra casa de Cracovia, y porque quería darles suficiente tiempo a los Padres de Viena para que se lo pensaran, el 13 marzo el P. Viñas volvió a Viena, y el 16 de marzo, en cartas oficiales enviadas a los tres Rectores de Viena, mando a todos los religiosos que vivían en ellas, que en el plazo de los días 17 y 18 de mayo declararan individualmente y por escrito si se sometían por completo a los artículos de reforma aprobados por la Santa Sede; en caso contrario, debían pedir, también por escrito y separadamente, la secularización perpetua[Notas 31]. Pero a esta intimación sólo respondieron unos pocos tal como se les había pedido, pues la mayor parte ni respondieron sometiéndose a la reforma, ni quisieron pedir la secularización. Entonces el P. Viñas escribió al Cardenal Vives y Tutó, Prefecto de la Sag. Congregación de Religiosos, con fecha 20 de marzo, pidiendo la facultad para expulsar a cinco religiosos de la Orden[Notas 32], aunque podrían celebrar misa, con permiso del Ordinario. De Roma se concedió esta facultad al P. General con fecha 3 de abril de 1913, pero para ejercerla con el conocimiento y consentimiento del Nuncio Apostólico de Viena[Notas 33]. Así, pues, tras informar el 7 de abril al Vicario Capitular de Viena el 7 de abril, reunió en el Oratorio Josefino a todos los padres residentes en Viena el 8 de abril a las 6 de la mañana y les dirigió un discurso sobre la reforma que debía ser acogida inmediatamente. Al día siguiente, 9 de abril, entregó decretos de expulsión a los Padres Johan Berner, Karl Till, Robert Novak, Johan Frank y Ludwig Kurane, e informó al P. Provincial el mismo día 9 que les había dado el decreto a cada uno. El P. Francisco Wurzner simplemente pidió la secularización, y le fue concedida[Notas 34]. Los Padres expulsados intentaron incitar la opinión pública contra la reforma comenzada por medio de artículos en varios diarios, pero tras la respuesta del P. Mestán a las acusaciones y exageraciones poco a poco se calmaron los ánimos[Notas 35].

En las dos casas fuera de Viena, Krems y Horn, fue mucho más simple aplicar las decisiones del P. Viñas. En una carta con fecha 28 de marzo enviada desde Viena mandaba que los religiosos se rigieran de acuerdo con los artículos de la reforma a partir del 1 de abril, y les proponía incluso el horario cotidiano[Notas 36].

Como la casa de Löwenburg después de la expulsión del P. Johan N Frank, su rector, había quedado sin dirección, fue confiada al mismo Provincial, hasta que el P. Soler Biel obtuviera la facultad para ser su rector, o al menos de Director[Notas 37]. Mientras tanto en Roma la Congregación General, a propuesta del mismo P. Viñas por carta, el 14 de abril nombró al P. José Soler Biel Delegado General para Austria y Polonia[Notas 38]. El P. Viñas firmó su patente en Viena el 20 de abril de 1913[Notas 39].

El P. Viñas informó sobre las disposiciones con respecto a la reforma al Cardenal Merry del Val, Secretario de Estado, en una carta con fecha 26 de abril[Notas 40], quien le respondió benignamente el 5 de mayo en nombre del Papa Pío X, alabando todo lo que se había hecho por la reforma de la Provincia de Austria hasta entonces[Notas 41].

Después de poner, no sin prisa, algunos fundamentos para la futura reforma, después de hacer un nuevo viaje rápido a Polonia, en la segunda mitad de mayo de 1913 el P. Viñas volvió a Roma[Notas 42], donde, tras informar a la Congregación General sobre el estado de la Provincia de Austria en la sesión del 25 de mayo[Notas 43], para dar una última mano a esta primera fase de la reforma de Austria que él había comenzado, el 8 de junio de 1913 envió una Circular, impresa en Viena, a los superiores y Religiosos de aquella Provincia, en la que alababa el camino recorrido hasta ahora, y marcaba los pasos a seguir dando, concretamente la creación de un postulantado y un noviciado, con una cuidada y diligente selección y formación de los candidatos, y finalmente la apertura de escuelas propias en Santa Tecla[Notas 44]. Y no en vano, pues según la idea común de casi todos los que conocían el estado de las Escuelas Pías desde el comienzo de siglo, sólo de este modo se podría remediar válidamente la enfermedad de la Provincia, y proveer eficazmente para su futuro.

Aunque el P. Viñas escribió palabras de alabanza por la reforma comenzada en esta circular, lo hizo movido más por el deseo de animarles que por íntima convicción, pues él vio y comprendió sagazmente los gravísimos problemas para la reforma de Austria, y dudó que pudieran resolverse sólo con intervenciones desde fuera[Notas 45]. Los que tuvieron la oportunidad de ver los acontecimientos de esta primera fase, no dejaron de ver una cierta innata vehemencia en el P. Viñas, que a menudo obraba movido más por los preceptos formales del derecho que por los dictámenes de la psicología y el corazón humano, y, cohibida la bondad del corazón paterno, usaba más bien amenazas y sanciones contra aquellos a los que habría podido reducir a la senda de la perfección evangélica más bien de manera más clemente con arte psicológica, pedagógica y diplomática. De modo que esta primera fase de la reforma dejó en los corazones de los Padres más heridas que gérmenes de futura resurrección. Pues de los pocos religiosos con que contaba la provincia en aquel tiempo, ni uno solo quiso aceptar la reforma propuesta por el P. Viñas; la mayoría callaban a causa del miedo; algunos otros, como los expulsados, continuaban como antes viviendo en nuestras casas con gran confusión de los nuestros y los de fuera. Casi ninguno de los nuestros quería abrazar la vida común, poniendo sus estipendios en la caja común…

Probablemente el hecho más afortunado de esta primera fase de la reforma fue el nombramiento de un Delegado General, tan deseado también por el Nuncio Scapinelli. De este modo el Delegado General, ejerciendo la autoridad concedida por el Supremo Moderador, poco apoco pudo poner en práctica varios de los artículos de la reforma. Sin embargo, es de lamentar que el cargo de Delegado General lo asumiera el P. José Soler Biel, que tenía más bien vena poética que el arte de gobernar enérgica y eficazmente. A pesar de ello, este hombre verdaderamente religioso y piadoso, amantísimo de la observancia religiosa, a pesar de que a menudo estaba enfermo, sobre todo en el último trienio de su residencia en Viena (1916-1919), residiendo en el internado de Löwenburg, conferido a la ciudad austriaca[Notas 46], como en un arca de Noé dela reforma[Notas 47], por medio de su ejemplo y de la familiaridad que gozaba tanto como el General como con el Nuncio Scapinelli[Notas 48], introdujo poco a poco muchas cosas, referentes a la formación de los juniores, a los actos comunes de piedad, a la clausura, a la caja común dela provincia, etc.[Notas 49]

Así que en el mes de junio comenzó la que se puede llamar segunda fase de la reforma de la provincia austriaca, que duró hasta el comienzo de la guerra de 1914-1918. En los 12 a 13 meses de este segundo periodo de la reforma, el P. Soler Biel, pudo instaurar fielmente el aspirantado en Horn[Notas 50], con la ayuda total del P. Mestán, y procuró establecer el programa de estudios para nuestros juniores, que irían a Horn, tomándolo de las reglas del P. Anton Schwartz[Notas 51], y creó la Caja común de la Provincia[Notas 52].

Sin embargo, los asuntos de la reforma no iban como era de desear. Por esta razón, el P. Soler Biel, advertido también por el Ordinario del lugar, en una carta al P. Provincial con fecha 5 de abril de 1914, le mandó que ordenara aplicar cuanto antes los artículos de la reforma aprobados por la S. Sede el 18 de diciembre de 1912. Y él, en una carta circular de fecha 1 de mayo, propuso en 7 puntos a los religiosos de la Provincia lo que consideró más oportuno para aplicar la reforma acerca de ejercicios espirituales, recitación del Breviario, apartarse de los seglares, uso del hábito clerical y perfecta vida común. Sin embargo, no hizo ninguna mención del delicado artículo 4 de la reforma, en el que se ordenaba se depositaran en la Caja común las pensiones[Notas 53].

Por aquel tiempo en Roma el Sumo Pontífice, habiendo sido informado favorablemente por nuestro amigo el Nuncio, en una audiencia concedida al P. Viñas el 11 de julio de 1914 le manifestó que estaba satisfechos de los primeros frutos de la reforma[Notas 54].

Sin embargo, tanto la citada carta circular como las palabras laudatorias de Pío X apenas tuvieron efecto para el progreso ulterior de la reforma. De hecho, tal progreso, iniciada la guerra europea de 1914.1918, y estando enfermo durante mucho tiempo el P. Delegado General, se redujo a casi nada. En este tercer periodo de la reforma y restauración, aunque aumentó algo el número de postulantes[Notas 55], el noviciado estuvo a menudo vacío[Notas 56]. El regreso de 5 Padres austriacos de la Provincia de Cataluña para cumplir el servicio militar apenas mitigó esta gran penuria de personal[Notas 57], ni el desesperado intento de agregar algunos religiosos de otras Congregaciones, con la aprobación de la Santa Sede[Notas 58]. Así, pues, el número de religiosos fue disminuyendo poco a poco, y en el mes de septiembre toda la Provincia sólo tenía 13 sacerdotes, 2 juniores profesos de simples, 1 novicio y 5 aspirantes[Notas 59]. Pero, desgraciadamente, no sólo iba lenta la cuestión vocacional; también el asunto de la vida común perfecta y los de disciplina regular comenzaron a languidecer, tanto por el lamentable efecto de la guerra como por la debilidad del P. Delegado General y su enfermedad. El lamentable estado de esta Provincia lo muestra claramente las actas de los Capítulo Provinciales de 1915 y de 1918/19, que, solo viendo las candidaturas personales presentadas, más se pueden considerar pobres simulacros de Capítulos que verdaderos Capítulos[Notas 60].

Así pues, nos parece que se puede decir que al final del primer septenio del Generalato, el P. Viñas apenas se consiguieron sus sublimes y nobles objetivos de restaurar la Provincia de Austria. Aunque en parte ello se debió a los tristes efectos de la guerra, en parte debe atribuirse también al poco feliz comienzo de la reforma, que se hizo con mucha publicidad y sin la debida psicología humana, además de la escasez de personas aptas para seguir la reforma. Pues ni el P. Delegado General, ni el P. Provincial, óptimos religiosos, fueron capaces de llevar a cabo una tarea de tanta importancia, de manera firme en el fondo y suave en las formas. Por lo demás, los rectores y religiosos eran ajenos desde hacía mucho tiempo al conocimiento o práctica de cualquier tipo vida religiosa[Notas 61].

Pero ¿qué más podía hacer el P. Viñas? Es en efecto difícil, si no imposible, corregir rápidamente costumbres que habían durado más de 50 años, especialmente si se cuenta con los medios de que disponía el P. Viñas para llevar a cabo la reforma. Así el problema de la provincia de Austria quedó abierto también para el siguiente cuatrienio del gobierno del P. Viñas, y, de hecho, para los decenios siguientes. Quizás también porque nadie había investigado atentamente las verdaderas causas de la enfermedad de la provincia, o si las investigó y las llegó a conocer, quizás no tuvo paciencia para aplicar las medicinas que pudieran realmente sanarla. Y quizás aún más porque no se encontró a nadie en el seno de la misma provincia que conociera y aceptara las múltiples causas de la enfermedad, y, dejando de lado todo respeto humano, quisiera, pudiera y se atreviera a aplicar los remedios necesarios.

Notas

  1. Cf. las Actas de la Visita a Polonia en los años 1902 y 1910 (RP 57); también Memoria de la Visita a las Provincias de las Escuelas Pías de Austria, Bohemia, Polonia y Hungría, de 1904, (RL-Sc 371). Cf. finalmente el documento sometido el 7 de abril de 1912 al Capítulo Provincial de Nápoles (RP 11).
  2. Cf. el informe sobre la Provincia de Austria dado el 28 de enero de 1873 a la S. Congregación de Obispos y Regulares por el P. J. Calasanz Casanovas (RP 53 5, 34).
  3. Cf. la carta del P. Tomás Garí-Montllor al P. Viñas, con fecha 12 de diciembre de 1913 (RG 255 i, 2).
  4. Se encuentran en RP 53.
  5. Esta carta, enviada con fecha 31 de julio al P. Mistrangelo, se encuentra en RP 53 9, 5, y dice lo siguiente: “Excelentísimo y Reverendísimo Padre. Por necesidad de aprender la lengua alemana, y con la bendición de los Superiores llegamos aquí hace 15 días el P. Eugenio Salarrullana, hombre conocido de todos, y yo. Con gran estupor vemos que mujeres recorren toda la casa, pues no hay ninguna clausura. Y en toda la Provincia ocurre lo mismo. No hay hermanos religiosos, y sacerdotes no más de 25 en toda la Provincia, que no trabajan en las escuelas de los colegios, pues aquí (para no cerrarlas, imagino) debió hacerse cargo de ellas la autoridad civil; en Santa Tecla los nuestros las alquilaron a los Hermanos de la Doctrina Cristiana. Pero hay algunos en otros lugares que dependen del gobierno, y reciben su salario, en contra de los votos, y esto es la causa de todos los males. No existe la pobreza, ni la vida común; tan solo los que no pueden hacerlo más cómodamente en otro lugar, vienen a comer y dormir gratis donde nosotros. Cada cual se las arregla por sí mismo. Por la casa, por la corporación, sólo se ocupan alguno que otro. Ya saben, y algunos lo confiesan abiertamente, que el espíritu de la Corporación está desapareciendo aquí, y no hay ninguna esperanza en absoluto a no ser que se inyecte en las venas sangre nueva y vigorosa. Consideré necesario, Excmo, y Rvmo. Padre, decirte estas cosas, afectado y dolido por este espectáculo tristísimo, para ver si por medio de la cabeza se puede reparar lo que falta en los miembros. Para que V.P. conozca algún urgente remedio entre otros que en esta extrema angustia he pensado, le hablaré de él. La Provincia de Aragón, que el P. Salarrullana conoce bien, según él dice ya abundaba en religiosos. Y ahora, en estos días, vuelven a ella otro nuevo e importante grupo, que han terminado los estudios. Si dos o tres de ellos, con otros tantos hermanos operarios pudieran venir a la casa de Krems, viviendo allí la clausura, la vida común, la santa pobreza, se podrían instaurar el ejercicio de las escuelas, revivir el cuerpo oprimido por el hielo secular. Allí sólo están el P. Rector, un novicio y su Maestro que abrazarían con gran amor a los que vinieran, evitándoles dificultades. Para empezar a estudiar el alemán durante dos meses podríamos ayudarles yo o el maestro de novicios”.
  6. Cf. notas 29 y 38 en el Capítulo I.
  7. Cf. Actas de la Congregación General, 11 de abril de 1904 (RG 22), f. 34-35.
  8. Cf. Memoria de la Visita a las Provincias de las Escuelas Pías de Austria, Bohemia, Polonia y Hungría, de 1904, (RL-Sc 371), ff. 3-28. Concretamente, el coloquio del P. Mistrangelo con el Emperador Francisco José, que tuvo lugar el día 25 de abril de 1904 (ff. 21-24; también en RP 53 9, 15): “El Emperador de Austria, Francisco José, al que Dios conserve por el bien de su imperio y de su reino, quiso ser acreedor de nuestro obsequio y reverencia, y a la una y media de la tarde del 25 de abril se dignó recibir al Prepósito dela Escuelas Pías. La entrevista, en la que manifestó su amor hacia nuestro Instituto con claras manifestaciones por parte del Emperador, y al mismo tiempo su deseo ardiente de que nuestra Orden volviera a florecer, prometiendo su ayuda, se retrasó un cuarto de hora. Conviene transcribir íntegramente el coloquio, tal como fue escrito tras la recepción, para que no se olvidase ningún detalle: ‘Comenzó agradeciendo cortésmente la visita, y preguntando el objeto de la visita. Respondí: - Vine a ver las casas de mis religiosos. - ¡Ah! V.E. es General y Arzobispo de Florencia, hermosa ciudad, importante diócesis. - He pensado que no sería un descaro ante V.M., viniendo a sus Estados, acercarme a presentarle mis respetos, y el recuerdo de una ciudad cara a V.M. - Sí, ciertamente, y se lo agradezco de corazón. En cuanto al objetivo de la visita de sus religiosos, no encontrará mucho consuelo; aquí tienen el colegio de Loewenburg, donde están mis cantores. Pero son pocos, y a diferencia de otros institutos ya no tienen escuelas. En Hungría están aún peor: son buenos profesores, pero no tienen nada de eclesiásticos. - Por esto, Majestad, pienso verlos y buscar la manera de volverlos a restaurar en la disciplina, para que puedan trabajar según el espíritu de nuestro Fundador. - Hará muy bien, y me alegraré de ello. Entonces incluso encontrarán jóvenes para el noviciado. Los jóvenes que tienen vocación prefieren entrar en un ejército disciplinado. - Por eso, Majestad, pienso abrir el noviciado en Krems. - Bien, bien. Además, encontrara en Moravia y en Polonia el apoyo del episcopado, que es verdaderamente óptimo. El obispo de Lvov que es buenísimo, y ha estado enfermo en Italia, pero ahora está mejor; EL Cardenal Puzyna, y todos los demás. - Vi al Obispo de Lvov en Florencia. El emperador sonrió y dijo: - ¡Ah, aquel alto, el griego! ¿Es la primera vez que viene a Viena? - Sí, Majestad. Es una gran ciudad, hermosa, con mucha industria. - Pero tenemos pocas iglesias, hay que construir más. Tan pronto como construimos algunas nuevas, enseguida se llenan. - Y me ha dado gusto ver que la gente se comporta bien en la iglesia. - Si; por este lado las cosas van muy bien. Y hacen mucho bien las corporaciones Religiosas. Por ello es de desear que vuestros religiosos vuelvan a la disciplina para educar a la juventud. Incluso las Congregaciones femeninas son muchas y buenas, y hacen mucho bien. ¿Hace mucho que no está en Roma? - No mucho, Majestad. - ¿Está bien el Santo Padre? - Bien, pero está un poco fatigado. - Se entiende, con tantas preocupaciones y no poder moverse, es inevitable. - Cuando vuelva a Roma le llevaré noticias de Su Majestad. - Gracias, tanto más que antes con León XIII y ahora con Pío X tenemos excelentes relaciones, y ahora tenemos un Nuncio verdaderamente óptimo. - Ayer fui a verle y puedo asegurar a V.M. que no se equivoca al respecto; es un sacerdote óptimo. - ¡Ah! Sí, sobre todo un óptimo sacerdote que se ocupara con celo de su oficio, y me alegro de ello. - Majestad, le encomiendo el colegio de Loewenburg y a mis Padres. - Les ayudaré de buena gana en sus esfuerzos. - Al llegar a vuestros Estados y entrar en vuestras iglesias he orado por la conservación de V.M.; esta mañana he ido a rezar sobre la tumba de vuestros difuntos. (El Emperador se conmovió) - ¡Ah, muchas gracias! - Me alegro de ver que V.M. en buena forma, robusto, y deseo que Dios le conserve muchos años para el pueblo que le ama. - ¡Ah, soy viejo, Monseñor y esta es una enfermedad que no se cura (sonrió)! - La Reina de España, a la que vi en Madrid, me dijo que V.M. hablaba muy bien el italiano, y me alegro de constatar que decía la verdad. - Sí, me gusta el italiano, pero no lo practico mucho. Todavía hice algunos cumplimientos a los que respondió el Emperador, deseándome buen viaje, y agradeciéndome de nuevo la visita que le había hecho. El Emperador tenía un óptimo aspecto: erguido, de buen color, fresco, y tuvo una amabilidad singular. La visita duró diez minutos’.” Cf. también las notas del mismo P. Mistrangelo sobre la visita a Austria (RP 53 9, 11): “Viena, 24 de abril de 1904. Estado moral de la Provincia. Los religiosos tenían miedo de la venida del P. General. Para vencerlo y para evitar que se me escondieran, creí deber abundar en bondad, para que se persuadieran de que no había venido a reformar, sino a visitar como hermano sus casas. Logré mi objetivo y pude hacerme una idea clara de todo. Vi también al Nuncio, al Vicario General Mons. Schneider y a otros. En el pasado, a causa de las apostasías de algunos que incluso se casaron, entre los cuales el Provincial (así me dijo Mons. Schneider), los PP. Escolapios no tenían ninguna estima; ahora un poco más, porque se portan bastante bien. Vida religiosa y prácticas no existen. Yo sólo vi que la comunidad recitaba después de cenar, en el comedor, las Letanías: bastante bien. El Provincial me dijo que se dicen las oraciones en el oratorio cuando no hay impedimentos. Nuestra iglesia del Colegio Josefino es una parroquia. El Rector es el párroco. Bueno y celoso. Dos padres le ayudan. De los demás, 12 en total, los que son válidos dan clase en las escuelas civiles, o son maestros de religión. En el antiguo Colegio Loewenburg hay 4 religiosos y 22 internos. Parece que funciona bien. Los internos van a las escuelas públicas: 15 son mantenidos por el Emperador (cantores palatinos). En Santa Tecla hay 6 religiosos, algunos enfermos y otros ocupados como los anteriores. El rector se ocupa de la iglesia. Individualmente son buenos; visten a su modo; algunos llevan barba. Lujo en el vestir y en el mobiliario. No se hace recreación y no se lleva vida de familia. Es admirable que sigan adelante y con concordia. En el noviciado de Krems hay dos postulantes sacerdotes: se presentan muchos y luego se van. Algunos de los padres son jóvenes, “cantan bien pero fuera del coro”. Acostumbrados a esta vida que parece regular, pero en realidad es secular, no se acostumbrarían a otra. Tienen opiniones de mundanos. Incluso el Rector Hersan, que por otra parte tiene celo y una actividad fenomenal. Estado financiero. Los locales del colegio son nuestros. En Viena tiene dos casas que alquilan. El colegio Josefino tiene deudas, de las que pagan los intereses. Los religiosos satisfacen con las misas los legados del colegio, y el rector los mantiene con el interés. Lo que ganan con la escuela se lo quedan para sí y para sus parientes. Obtienen algún beneficio del colegio. La mesa no es suntuosa, pero está bastante bien. Cómo se podría reformar. Tanto el Nuncio como Mons. Schneider y el P. Schwartz, General de los Obreros Píos, son de la opinión que hay que abrir en Krems un noviciado formal, enviando al P. Rector Mestan un Maestro español y otro Padre. Dejar a los demás como están, y volver a empezar desde el principio. Yo también me convencí de esta necesidad. Mons. Schneider quisiera que los nuestros que son válidos fueran catequistas en las escuelas civiles, hasta que los jóvenes escolapios provistos de títulos pudieran abrir un gimnasio y escuelas primarias propias, como hacen los Jesuitas”.
  9. E.C. 1904, p. 120.
  10. Cf. Actas de la Congregación General, 8 de septiembre de 1904 (RG 21), f. 41. Sobre el P. José Soler Biel cf. Consueta de los religiosos españoles difuntos, año 1920, n. 28, pp. 37-39. Vivió de 1873 a 1920.
  11. Cf. Actas del Capítulo Provincial de Austria del año 1902, RP 53 9, 1.
  12. Cf Consueta del P. Garí-Montllor en E.C. 1932, pp. 130-132.
  13. Cf. Actas del Capítulo Provincial de Austria del año 1902, RP 53 9, 1. Sobre el P. Monfil como Delegado General en Polonia, cf. nota 78 en el Capítulo I.
  14. Cf. Actas de la Congregación General, 9 de abril de 1911 (RG 22), f. 176.
  15. Cf. el informe sobre esta Visita en RP 53 9, 25.
  16. Cf. Actas de la Congregación General, 3 de agosto de 1911 (RG 22), f. 182.
  17. Cf. el informe sobre esta Visita en RP 53 9, 24.
  18. Cf. la conclusión del informe del P. A. Gandolfi (RP 53 9, 24): “Según mi humilde parecer, el único remedio para los problemas de la Provincia de Austria y para las dudas no infundadas sobre la consistencia del estado financiero de Cracovia, es enviar para las tres Provincias de Austria, Polonia y Bohemia un Vicario o Delegado General, el cual Establezca un noviciado central para las tres Provincias en Horn, en Krems o, mejor, en Rakowice, bajo su dependencia inmediata. Impida cualquier contacto de los novicios, juniores y Padres nuevos con los Padres antiguos. Llame en su momento de España a los cuatro juniores alemanes y comience con ellos y luego con los nuevos Padres que vengan la reforma, primero en Krems, luego en Viden y finalmente en el Josefino y el Lowembourg de Viena. Se asegure de la consistencia y legalidad de los contratos hechos por los Padres de Cracovia. En cuanto a los Padres de Viena, imponga al Rector de cada Colegio bajo grave pena 1º el cierre del Colegio a una hora razonable de la noche, por ejemplo, a las 10, mandando al portero que le entregue las llaves de casa. 2º, que niegue a partir de ahora a los Padres la compensación económica que suele darse cuando cenan fuera del colegio. 3º, que contribuya a los gastos del noviciado central con el exceso de tantas comidas que se conceden diariamente aquellos Padres, no Pobres, sino Señores de la Madre de Dios. Añado finalmente que el Padre en mi opinión más indicado para el puesto de Vicario o Delegado General para las tres Provincias Austriacas sería el P. Mirats, ex Provincial de España. Florencia, octubre de 1911. P. Antonio Gandolfi de la Anunciación”.
  19. Cf. Actas de la Congregación General, sesión 178 (RG 22), ff. 187-188.
  20. Cf. las Actas del Capítulo Provincial de 1912 en RP 66. Según estas Actas, en abril de 1912 la provincia de Austria contaba con 5 casas, de las cuales 3 en Viena: Josefino, Löwenburg y Santa Tecla; Horn y Krems. Tenía 22 religiosos propios y 2 españoles. Ningún hermano, ningún novicio, un junior estudiante.
  21. Cf. las Actas del Capítulo General de 1912, pp. 15-16; 21. Acerca de la proposición sobre la formación de los juniores no se dice nada preciso (p. 21, 4): “El P. Provincial de Austria, buscando loablemente la formación religiosa de sus juniores, presentó varias proposiciones, cuya aprobación esperaba. Pero como en ellas no se trata de introducir nuevos usos y normas, no parece oportuno trasladarlas al Capítulo General, pero para su tranquilidad bastaría con que las presentara al P. General y su Congregación para que las recomienden”.
  22. Cf. carta del P. Garí.Montllor al P. Viñas, con fecha 5 de agosto de 1912. (RG 252 g 1, 1): “Rmo. P. Tomás Viñas. He recibido y agradezco infinitamente la tarjeta postal de V.P. Rma. Permítame que por carta le reitere mi felicitación más viva y expresiva por su elevación al Generalato de nuestra amadísima Corporación. De todas veras me alegro de su elección tanto por afecto personal, cuanto porque nadie como V.P. está al corriente de las necesidades de todas la Provincias y nadie tampoco conoce tan bien los remedios que hay que aplicar a esta desgraciada Provincia Austriaca en particular. Respecto a ello y hace cosa de un mes, escribí una carta a l M.r.P. Homs, la que confirmo con la presente, y aun me atrevo a suplicar a V. Rma. que se entere de la misma. Permítame, sin embargo, que insiste en la necesidad de que venga un Delegado, representante inmediato de V. P. Esta es mi convicción íntima, y lo es también del Sr. cardenal Nagl, quien ofreció prestar al que viniere todo su apoyo (…) Aquí, bien lo sabe V.P. Rma., ha llegado el momento de decidir: o bien una persona enérgica que ponga freno a las pasiones desencadenadas y vergonzosas que reinan, o no queda más remedio que decretar la disolución de esta Provincia (…) “.
  23. Copia de esta carta se conserva en RP 66, entre los documentos de la reforma de la Provincia de Austria en los años 1912-1913, u dice lo siguiente: “Es conocido el lamentable estado en que se encuentran con respecto a la disciplina regular y el espíritu religioso alguna Órdenes regulares en esta monarquía, y también son conocidos los esfuerzos hechos por la Santa Sede para su reforma. Entre estas se encuentran la Orden de las escuelas Pías o Escolapios, como son llamados, y V. E. Rma. conoce bien las gestiones hechas hasta ahora, aunque sin éxito, para mejorar su condición. Esta Orden tiene en Austria cinco casas, de las que tres están en Viena, y el número de religiosos vivos se ha reducido hoy a 15, habiendo partido hace pocos días dos buenos sujetos españoles, uno de los cuales era maestro de novicios. Por informaciones dignas de fe que he recogido, resulta que este Instituto continúa a declinar hacia la ruina. Ya no se puede decir que se trate de una Orden religiosa; es más bien un agregado de unos poco individuos, cada uno de los cuales vive por su cuenta, sin disciplina, sin regla, sin orden. Entre ellos no se conoce la vida común; cada uno tiene sus ingresos, como catequista en la escuela pública, o como profesor en el gimnasio de su colegio, o bien como como dedicado a la cura de almas que tienen en su parroquia de Viena, y los gastan como quieren. Además, reciben del convento ciertos emolumentos en dinero, así como para vestido, lencería, vino, etc., teniendo además el alojamiento, la comida y demás ventajas de la comunidad. El comedor es el único lugar en que se reúnen; por lo demás, nada de meditación, ni otras prácticas religiosas en común, y muchos de ellos ni siquiera rezan el Breviario. Me dice una persona que conoce bastante bien a estos religiosos que de todos ellos sólo quizás tres o cuatro cumplen esa obligación. Salen de casa cuando les parece; algunos no visten no diré el hábito religioso, sino ni siquiera el eclesiástico; visten ropas de burgués de colores, con corbata e incluso con la correspondiente aguja con brillantes. En casa no hay orden para las misas; cada cual la dice cuando quiere, y el párroco debe llamar a veces a algún sacerdote seglar para tener, en las fiestas, la misa a una hora tardía. Y, a propósito de misas, es cierto el hecho que me refirió una persona fidedigna, del que fue testimonio ocular, que uno de estos religiosos en una cena bebió de manera ostentosa después de medianoche, y a la mañana siguiente tuvo la osadía ce celebrar la Santa Misa. Reciben visitas de mujeres en sus habitaciones, no observándose la clausura, y se dice que tienen prácticas escandalosas. El Provincial puede ser un buen religioso, pero es tímido en exceso y no tiene ninguna autoridad sobre sus religiosos. Se impone una reforma. Es necesario que la Santa Sede por medio de un Delegado suyo tome el asunto en sus manos, y después de tener exacto conocimiento de la situación, provea enérgicamente para la reforma de este Instituto, que, si estuviera animado de un buen espíritu, y usando bien los medios de que dispone, podría aún prestar servicios útiles a la Iglesia de Austria”.
  24. Cf. la carta del P. José C. Homs al P. Viñas de fecha 11 de noviembre de 1912 en RP 66, Austria.
  25. Estos puntos o artículos se encuentran entre los documentos de la reforma de la Provincia de Austria en RP 66. Cf. la carta enviada por el Nuncio Scapinelli del 23 de noviembre de 1912 a la S. Congregación de Religiosos (ibídem): “Eminencia Reverendísima, en estos días ha venido a verme el R.P. General de los Escolapios, junto con el Provincial de Austria, P. Mestán. Me dijo que había recibido copia del informe que yo envié el 31 de octubre al Emmo. Cardenal Secretario de Estado sobre la deplorable de la Orden de los Escolapios en esta Provincia, y me prometió que haría todo lo posible para poner estas casas religiosas en un estado mejor del que hoy lamentamos. Añadió que había preparado un plan de oportunas reformas que se introducirán cuanto antes, y que lo quisiera someter al examen y a la aprobación de ese Santo Dicasterio. Yo también creo que con un poco de buena voluntad y de energía se podrá hacer algo a favor de esta Orden que, aquí mejor que en otros países, puede aún prestar útiles servicios a la religión. Pero para obtener en la práctica el objetivo deseado es necesario, en mi opinión, encontrar un hombre capaz y enérgico, que pueda realmente erradicar los abusos, introducir y mantener las reformas. El actual Provincial, P. Mestán, no me parece el hombre adecuado. Él, como ya dije en mi informe al Emmo. Cardenal Secretario de Estado, puede ser un buen religioso, pero carece de energía y teme a todos. Por otra parte, me dicen que cuando estuvo en Roma después del Capítulo tenido recientemente hizo muchas hermosas promesas a los Superiores de la Orden, de modo que el P. General depositó en él toda su confianza. A mí me parece que, si las cosas siguen en manos del P. Mestán, no se puede esperar un buen resultado de la acción que la S. Sede intenta promover para la reforma de estos religiosos. Es necesario actuar resueltamente ahora para lograr algo, y para que no se repita lo que ya ha ocurrido otra vez con estos mismos religiosos, con visitas apostólicas y medidas que quedaron sin efecto; es necesario actuar resueltamente para que todo no corra hacia una ruina irreparable.” Cf., finalmente, la carta del P. Tomás Viñas al Cardenal Vives y Tutó, Prefecto de la S. Congregación de Religiosos (RP 66, ibídem): “Eminentísimo Señor; Después de haber dispuesto con respecto a los asuntos de las Escuelas Pías en Polonia y en Hungría, a donde fui llamado con urgencia, me dirigí a Viena, para tratar los asuntos de la provincia de Austria, principalmente sobre la creación del Noviciado. Encontré allí una copia de la carta que el Emmo. D. Rafael Scapinelli, Nuncio Apostólico, había enviado al Secretario de Estado el 31 de octubre de 1912, sobre las principales causas que reclaman y exigen una pronta y eficaz reforma de la citada provincia. Estas causas ya las había señalado yo dos o tres veces siendo Delegado General; ahora, constituido supremo moderador de la Orden de las Escuelas Pías, no puedo permitir ni sufrir que nuestras cosas sigan en Austria como hasta ahora. De manera que, para satisfacer tantos avisos y deseos de la Santa Sede, y por el honor de nuestra Orden, el 19 de noviembre comencé la obra de la reforma, con la confianza puesta en el Señor. Recordé con dolor al Prepósito Provincial y a su Congregación las justas y merecidas quejas, muchas veces hechas, tanto del Emmo. Nuncio Apostólico como del Emmo. Card. Arzobispo Francisco Nagl, y les informé sobre mi plan de redactar unos artículos de reforma el mismo día 19, que leí para su información a todos los religiosos de los colegios de Viena reunidos. Los artículos son los siguientes (siguen los 12 artículos del texto). Mi intención era poner en práctica cuanto antes algunos artículos, pero asuntos de suma importancia me llamaban a Roma, y no podía quedarme en Austria el tiempo suficiente para comenzar la reforma. Quizás, si a la Sagrada Congregación le parece conveniente en el Señor, pueda volver a Viena el próximo mes de enero y quedarme el suficiente tiempo para aplicar los artículos de la reforma según el juicio y aprobación de la Santa Sede. En lo que se refiere a la continuación de la reforma, es cierto, como escribió el Excmo. Sr. Nuncio Apostólico a V. Em. Rvma. el 23 de noviembre de 1912, que el P. provincial de Austria, Francisco Mestán, aunque es un hombre íntegro y laborioso, es débil, y no creo que pueda continuar la obra comenzada. Así que me esforzaré para, con la ayuda de Dios, enviar allí un religioso con el cargo de Delegado General temporal, que pueda llevar a cabo la obra con su palabra y con su ejemplo. Tras informarle con reverencia y obsequio sobre lo referente a la reforma de la Provincia de Austria de las Escuelas Pías, beso la Sagrada Púrpura permaneciendo humilde siervo de V.E. Rma., Tomás Viñas de S, Luis, Prepósito General. Roma, 1 de diciembre de 1912.”
  26. Cf. Actas de la Congregación General, 23 de noviembre de 1912 (RG 22), f. 246; cf. también Libro Registro del Secretario de Oficios Generales (RG 22 d) f. 61.
  27. El texto íntegro del Decreto dice así: “En la reunión del 12 de diciembre de 1912, la Sagrada Congregación para los asuntos de los Religiosos, tras pensar maduramente el asunto, aprueba y manda observar las prescripciones de las que se trata, pero los puntos 5, 7, y sobre todo el 10, los tolera temporalmente por gravísimas causas. En Roma, a 18 de diciembre de 1912. Fr. J.C. Cardenal Vives, Prefecto”. Cf. también Libro de Actas del Secretario de Oficios Generales (RG 22 d) f. 65-66.
  28. Cf. Libro de Actas del Secretario de Oficios Generales (RG 22 d) f. 66-67.
  29. Cf. la carta del P. Viñas al Cardenal Vives, con fecha20 de marzo (RG 66, documentos de Austria).
  30. Cf. las notas del P. Viñas en RG 66, documentos de Austria.
  31. Cf la carta del P. Viñas al P. Cianfrocca con fecha 18 de marzo (RG 252 i, 16): “La reforma de Austria está ahora en su periodo crítico: hoy debe estallar el volcán. Hace tres días envié un oficio a cada casa de Viena diciendo a los religiosos que entre el 17 y el 18 los religiosos que no quieran la reforma me envíen por escrito e individualmente la petición de secularización. Hoy termina el plazo y solo he recibido una. Ayer por la tarde llegó el P. Provincial Mestan, al cual ocho Padres entregaron una carta colectiva para que me la diera. Y, de hecho, me la entregaron. Dice textualmente: ’Los infrascritos Padres de las Escuelas Pías de la Provincia de Austria responden humildemente a los artículos propuestos referidos a la reforma de esta Provincia: los Padres infrascritos declaran que no pueden aceptar los artículos, pues cuando ingresaron en la Orden y emitieron la profesión estaba vigente en esta Provincia una práctica y costumbre con respecto a la práctica de la observancia de los votos totalmente diferente; la cual costumbre había sido practicada y aprobada por los Superiores de la Orden durante muchos años, de modo que su modificación por medio de los artículos propuestos por los Superiores no parece conveniente. Los Padres infrascritos declaran que no pueden aceptar en primer lugar los artículos IV y V.’ Hice notar al P. Provincial y le dije que se lo transmitiera a los Padres, que yo no les había pedido ninguna respuesta al oficio de reforma; que los artículos no les son propuestos sino impuestos; que no puede aprobarse ninguna práctica y costumbre que atente a la sustancia de los santos votos; que la reforma no se impone a los jóvenes, sino precisamente a los viejos. Añadí: diga a cada Padre que uno a uno oyeron de mi boca todo lo que podían persuadirles a abrazar la reforma; por lo tanto, que no cambio de opinión: mañana termina el plazo para pedir la secularización. Veremos qué hacen. Me dijo el Provincial que quizás promuevan un escándalo en los periódicos. Yo le respondí: que lo hagan estos buenos Padres, porque así todo el mundo eclesiástico y civil, que saben lo bajo que han caído los escolapios en Viena, se alegrarán de la reforma, y el mismo Emperador recibirá una alegría indecible. Dígales que lo hagan, pero que cuiden que la cosa no se vuelva contra ellos mismos por la mala fama que públicamente tienen. Repito: estoy en medio del volcán. Dios me dé paciencia, tranquilidad y sacrificio. La Virgen, nuestra buena Madre, me guíe, y S. José de Calasanz haga que el espectáculo sea para bien”.
  32. Cf. esta carta del P. Viñas en RP 66, Doc. de Austria: “Eminentísimo Señor; di a conocer oportunamente el decreto de la S. Congregación de Religiosos acerca de la reforma de la Provincia de las Escuelas Pías de Austria con fecha 18 de diciembre de 1912, a cada religioso de esta Provincia mediante una carta circular, en la cual les exhortaba paternalmente a aceptar como verdaderos hijos de s. José de Calasanz la reforma, y a que se mostraran obsequiosos con la Santa Sede por su benignidad. Como había explorado la mente y el ánimo de cada uno de los religiosos al hablar con cada uno tiempo antes, les expliqué lo que quería que oyeran acerca de la reforma. Después de hablar con ellos, hice todo lo posible por hacerles ver en primer lugar de la indulgencia materna de la Santa Sede, que ‘toleraba temporalmente por gravísimas causas’ algunos de los artículos; que la reforma no era propuesta sino impuesta, y por lo tanto no era para los futuros religiosos sino para los actuales; y que eran tales los abusos que atentaban contra la esencia de la vida religiosa y contra la fama de la Orden de las escuelas Pías, que necesario erradicarlos cuanto antes, como habían dicho las autoridades tanto religiosas como civiles, y lo mismo los Superiores de la Orden. Algunos religiosos dijeron abiertamente que no querían someterse a la reforma, aunque tuvieran que secularizarse. Di a todos los religiosos una semana para que lo pensaran tranquila y prudentemente; pasado ese tiempo les ordené que cada uno, en el plazo de dos días, concretamente el 17 y el 18 del mes de marzo, debían declararme por escrito e individualmente si se sometían completamente a la reforma impuesta por la Santa Sede, y en caso contrario debían pedir por escrito e individualmente la secularización. Mi conciencia no podía persuadirme de obrar de otro modo, pues la naturaleza de esta reforma es tal que tiene a evitar los escándalos de los que el Nuncio Apostólico informó a la Santa Sede recientemente, y que los Superiores de las Escuelas Pía, en nombre propio y del Instituto, no pueden seguir tolerando. Ante esta invitación, los más astutos se reunieron tratando de eludir tanto la reforma como la secularización, y dieron la siguiente respuesta: ‘El infrascrito declara humildemente que no puede pedir en este momento la secularización propuesta’, cosa que de palabra habían pedido casi todos. No hay duda de que querían entorpecer la reforma posponiendo las cosas. Pero yo no puedo detenerme más tiempo en Austria, para darles gusto, puesto que los múltiples negocios de la Orden me llaman a otro lugar. Por ello creo (salvo mejor opinión) que lo mejor es que se proceda contra ellos por la vía de expulsión, aunque permitiéndoles, si el Ordinario lo estima conveniente en el Señor, celebrar el santo sacrificio de la Misa. Todos son catequistas en algún distrito de Viena y reciben pensión del gobierno. Los religiosos citados son: P. Johan Berner, P. Karl Till, P. Robert Novak, P. Johan Frank y P. Ludwig Kurane. Todas estas cosas manifestadas a Su Eminencia se aplican, de acuerdo con los deseos de la Santa Sede y de la Orden de las Escuelas Pías, para bien de la juventud, por el decoro de la disciplina regular y por la salvación de las almas.”
  33. Cf. Notas del P. Viñas en RP 66, Austria. Cf. también Libro Registro del Secretario de Oficios Generales (RG 22 d) f. 65: “3 de abril. De acuerdo con el rescrito 1716/13, los PP. Johan Berner, Karl Till, Robert Novak, Johan Frank y Ludwig Kurane, son expulsados de oficio por el P. General, tras oír antes al Rmo. Nuncio Ap. de Austria, por no querer admitir la reforma impuesta por la S. Sede ni pedir la secularización. Se les dio, sin embargo, permiso para celebrar la misa con el acuerdo del Ordinario”. El Nuncio Scapinelli dio su aprobación el 7 de abril, como puede verse en el documento auténtico en RP 66, Documentos sobre la reforma de Austria, nº 17.
  34. Cf. Notas del P. Viñas en RP 66, Austria.
  35. Cf. Notas citadas. Cf. también esta parte de la carta del P. Viñas al P. Comaplá, Asistente General en Roma, con fecha 18 de abril de 1913: “La Reforma va muy bien, gracias al Señor. En estos últimos días los diarios, casi todos los de Viena, publicaban artículos llenos de inexactitudes y mentiras (inspiradas por algunos de los expulsados) con el fin de levantar la opinión pública contra mí y la Reforma, y obligar al Gobierno a que me prohibiese continuar en la Obra. Hoy todos los diarios publican un largo artículo, que combinamos ayer con el P. Provincial Mestan, en el que se ponen las cosas en el debido lugar, se niegan las mentiras y se declara que la reforma no partió de Roma, sino a petición de las mismas autoridades eclesiásticas y civiles austriacas”.
  36. El primer borrador de esta carta se encuentra en las Notas del P. Viñas (RP 66), y dice lo siguiente: “Por la presente carta ordenamos que desde el 1 de abril se aplique en esa casa el Decreto de la S. Congregación de Religiosos de fecha 18 de diciembre de 1912. Aprobamos también el siguiente horario establecido por el P. provincial y colocado en la habitación de cada religioso: Mañana: 5.30, levantarse. 6, oración de la mañana con meditación. 6.30-7.30, celebración de la Misa. 11.50, examen de conciencia. 12, comida, y luego recreo. Tarde: 7.30, oración (Corona de la B.V.M.). 8, cena, y luego recreo. 9, oración común, letanía de los Santos. Todos los religiosos deben estar en casa antes de la oración de la tarde, y no salgan después sin grave motivo y con licencia expresa del Superior (art. 9 de la reforma). La presente carta, después de ser leída públicamente, consérvese en el archivo de la Casa. En Viena, a 28 de marzo de 1913. Tomás Viñas de S. Luis.”
  37. Cf. la carta del P. Viñas al P. Mestan, con fecha 9 de abril de 1913 que trata sobre este asunto, en las Notas del P. Viñas (RP 66).
  38. Cf. Actas de la Congregación General, 14 de abril de 1913 (RG 22), f. 252.
  39. Cf. Libro Registro del Secretario de Oficios Generales (RG 22 d) f. 65.
  40. El borrador de esta carta se encuentra en RP 66, documentos de la reforma de Austria, y dice lo siguiente: “Eminentísimo Señor. Ha concluido felizmente la reforma de esta Provincia, No faltaron gravísimas dificultades, principalmente la oposición de algunos religiosos, a los cuales debí expulsar a causa de su reluctancia para aceptar los artículos de la reforma aprobados por la S. Congregación de Religiosos. Lo cual, si bien es muy doloroso, deja el camino libre para la reorganización futura de esta Provincia, con mayor decoro. Como esta urgente reforma se venía retrasando ya por muchos años, he experimentado la acogida favorable por parte de las autoridades eclesiásticas y civiles, las cuales, a pesar de algunas habladurías en contra en los periódicos, prestaron ayuda y consejo para conseguir tal fin. Por tanto doy gracias de todo corazón a Dios por haberse servido de mi oficio, y quisiera que informara de la reforma lograda a Su Santidad, de cuya salud recobrada se alegra toda la Orden de las Escuelas Pías, y cuya bendición apostólica imploro, indigno sucesor de s. José de Calasanz, para poder promover cada día más el trabajo del Instituto por la educación de la juventud en la inteligencia y la piedad. Besando la sagrada púrpura, quedo…”
  41. El texto de esta respuesta se encuentra en Circular III, p. 5.
  42. Cf. RG 22, ff. 252-253. Cf. también las Notas en RP 66.
  43. Cf. Actas de la Congregación General, 25 de mayo, (RG 22), f. 257.
  44. Cf. Colección de Circulares en biblioteca escolapia, E 15-54.
  45. Cf. carta del P. Viñas al P. soler biel, Delegado General, enviada a Viena con fecha 24 de junio de 1913 (RG 252 j, 15): “Ciertas cosas (como V. muy bien me dice) conviene tenerlas en secreto. Me refiero a las pensiones, No hará mal que se lo diga la p. Mestan, cuando la oportunidad de ofrezca. De puerta afuera, va muy bien la omnímoda reforma; per en la práctica y de puertas adentro, ya es otra cosa”.
  46. Cf. carta del P. Mestán al P. Viñas, con fecha 17 de junio de 1914, en RG 252, Austria (1912-14).
  47. Cf. carta del P. Soler Biel al P. Viñas con fecha 4 de marzo de 1915 (RG 253 e, 24).
  48. Cf. E.C. 1914, pp. 128-130, sobre la visita del Nuncio Scapinelli a nuestro colegio de Viena y dela bendición de la gruta de Lourdes hecha entonces. En esa ocasión se puso una làñida con la siguiente inscripción: “III NON.IUN. MCMXIV SOLEMN. BNEDIX, ESC.COMES SCAPINELLI DE LEGUIGNO NUNCTIUS APOSTOLICUS IN RE PIARISTICA FOVENDA VIR EXIMIUS”. Cf. también la carta del P. soler Biel al P. Viñas acerca de esa bendición, con fecha 2 de junio de 1914 (RG 252 g 3, 52).
  49. Cf. la carta del P. Soler al P. General de fecha 22 de septiembre de 1913: “Siguen las cosas mejorando, pero con calma; en el Josefino tienen ya la clausura y el locutorio. Más aprisa irían si el P. Mestán no tuviese tanta autoridad, aunque la frase parezca una contradicción a quien sepa que no tiene energía alguna” (RG 252 g 2, 16).
  50. Cf. la carta del P. Gustavo Rodolfo Kalman al P. General con fecha 21 de julio de 1913 (RG 252 g 2, 4).
  51. Cf. la carta del P. Mestán al P. General con fecha 16 de junio de 1913 (RG 252 g 2, 46): “En el internado de Löwenburg las cosas van muy bien; estoy trabajando en la formación del juniorato. Transcribo y adapto a nuestro instituto las normas para los alumnos del juniorato que el Rmo. P. Anton Schwartz escribió para los suyos, y edito en un nuevo folleto. Ya informé de ello en el diario ‘Reichspost’; ya contaré el resultado V. Paternidad en su momento”.
  52. Cf. la carta del P. Delegado al P. General con fecha 12 de julio de 1913 (RG 252 g 2, 6): “La obra de la Reforma sigue adelante. Esta semana he tenido dos largas conversaciones con el P. Provincial. el resultado ha sido que el P. Mestan espontáneamente se ha ofrecido a nombrar un Procurador de la Provincia, de acuerdo con el decreto de un Cap. Prov. austriaco aprobado en Roma antes de la independencia de esta Provincia. El Procurador será el P. Hersan, que acepta gustoso el cargo para hacer algo por la causa. Este es un gran paso”.
  53. La versión española de esta circular se encuentra en RP 66, documentos de Austria. Cf. también la carta del P. Delegado al P. General con fecha 1 de mayo de 1914 (RG 252 g 3, 50): “El P. Mestán se ha portado como un hombre: ha hecho una Circular muy enérgica, en la que después de copiar integro mi mandato, da muy acertadas disposiciones. De todo está haciendo el P. Braun una traducción para mandarla a V.P.”
  54. Cf. carta del P. General al P. Delegado General en Viena con fecha 11 de julio de 1914 (RG 252 j 21): “Hoy he tenido audiencia particular del Santo Padre Pío X y hemos hablado de las cosas de Austria, y de las bendiciones que el Señor derrama sombre nuestras cosas después de la reforma. Estaba ya enterado de todo, y de cuánto gustó al Emperador, al gobierno, a la curia, a la Nunciatura, lo hecho allí por bien de las Escuelas Pías”.
  55. Cf. la carta del P. Delegado al P. General con fecha 22 de marzo de 1966 (RP 66, provincia de Austria): “En Horn el P. Reichling trabaja con universal aplauso en el Postulantado; cuatro de los postulantes harán el noviciado el año que viene, y lo harán además dos maestros superiores titulares, actualmente Hermanos de la Doctrina Cristiana, que piden con insistencia y con recomendaciones muy aceptables su admisión y cuyos votos terminan antes de agosto”.
  56. Cf. la carta del P. Mestán al P. General con fecha 27 de enero de 1916 (RP 66, provincia de Austria): “Actualmente no hay novicios; todos los Padres trabajan asiduamente por el bien de las Provincia y de las casas. En el postulantado de Horn hay 10 jóvenes estudiando, de los cuales con la ayuda de Dios el próximo año escolar dos podrían ser admitidos al noviciado”.
  57. Estos Padres se llamaban Francisco Braun, Guillermo Gärtner, José Calasanz Reichling, Clemente Fittkau y Pedro Lütz. Acerca de este asunto, cf. la carta del P. Delegado al P. General, con fecha 3 de octubre (RP 66, provincia de Austria): “Ahora sólo me queda una cuestión que me da que hacer, y es la cuestión legal de todos estos PP. alemanes. Es una cuestión que el P. provincial no debería revolver, y siempre la revuelve. En vez e estar contento y decir “alegrémonos de momento”, está preguntando siempre si estos Padres son de esta Provincia o no, pues está sancionado que ningún religioso puede ser incardinado sin estos tres consentimientos: el del religioso, el del P. Provincial de donde sale y el del P. Provincial a donde va. En vez de seguir una conducta política como yo he seguido…” Cf. también la carta del P. Provincial al P. General con fecha 28 de junio de 1920 (RG 254 g 2, 8): “Ya escribí sobre nuestra situación económica y de las crecientes dificultades para conservar nuestras casas a nuestro P. Asistente General y a la Congregación General. Y también sobre el deseo al Rmo. P. Mirats, Vicario General de España, de que 5, 3 o al menos 1 de estos padres alemanes que fueron ordenados sacerdotes en España antes de la guerra y ahora residen en nuestra Provincia, vuelvan a España y allí enseñen alemán a los niños en nuestros colegios. Ya sabe V. Paternidad, por la declaración adjunta, lo que respondieron los PP. Braun, Gärtner y Reichling a este deseo al Rmo. P. Vicario General, que les transmití. el P. Fittkau respondió lo mismo, pidiendo incardinarse a la Provincia de Austria. El P. Lütz, que no quiere volver a la Orden, no me ha respondido nada. Ruego a V.P. Rma. me indique qué hacer en este asunto”.
  58. Cf. la nota 152. También está el caso del P. Francisco Schörghuber (5 de agosto de 1916), que vino a nosotros junto con otro religioso de la Sociedad del Divino Salvador (RP 66, provincia de Austria).
  59. Había seis en la Casa Josefina, dos en el internado de Löwenburg, dos en Santa Tecla, dos en Horn y uno en Krems. Cf. la relación del P. Provincial enviada a Roma en el mes de septiembre de 1918 (RP 66, provincia de Austria).
  60. Cf. las Actas de estos Capítulos en RP 66, provincia de Austria. Sin embargo, en el Capítulo General de 1919 el P. provincial y dos vocales enviaron sus votos por escrito, y asistió también el P. Soler Biel, aunque como Delegado general de Polonia. De este modo la pequeña Provincia de Austria tuvo 4 votos en el Capítulo.
  61. Cf. el caso del P. Gustavo Rodolfo Kalman, depuesto del rectorado de Cracovia en el año 1902.