General34/Preocupación pedagógica del P. Viñas

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Formación y estudios de los nuestros
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La obra de redactar las nuevas Constituciones de la Orden
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Preocupación pedagógica del P. Viñas

La permanente preocupación pedagógica del P. Viñas, fomentada desde la primera juventud al calor escolapio, benefició no poco para recrear y corroborar el espíritu y fervor de nuestro Instituto. Además de nuestro Santo Padre, y luego los PP. Pirroni, Foci y Salistri, apenas se podrá encontrar otro Supremo Moderador de nuestra Orden se haya esforzado con tanto vigor, amor y pericia por el ejercicio de la enseñanza en nuestro Instituto en virtud del cuarto voto. Ya siendo sacerdote, mostró ser un excelente maestro para los jóvenes. Llamado a Roma, y “condenado” durante doce años al cargo de Archivero o Secretario General, junto al enorme esfuerzo de escribir muchas cartas, nunca cesó su preocupación por la educación, y siempre dejó un espacio para el tema en las Ephemerides Calasanctianae que él dirigía, destinado a reflexiones y problemas de carácter educativo. Promovido luego a Supremos Moderador de la Orden, comprendió que nuestro ministerio es el eje de nuestra vida y nuestra acción; una vez restaurado y correctamente ordenado, todo lo demás se puede recomponer de manera más fácil. Por ello, en sus visitas, en sus circulares y cartas privadas nunca descuidó el aspecto pedagógico de nuestra vida, sino que nunca dejó de llevarlo con diligencia a la perfección que los nuevos tiempos pedían. Principalmente en la Circular IV, escrita en Roma el 5 de octubre de 1913 y publicada en Florencia, dirigida a todos los religiosos, que es como la Carta Magna de la pedagogía calasancia propugnada durante toda su vida por el P. Viñas, y explicada luego más en detalle en 1912 en el Tríptico Calasancio. En esta Circular IV el P. Viñas no omite nada para que aparezca clara y eficazmente la verdadera imagen del educador calasancio de su tiempo, en la cual, unidas con una íntima vínculo de unión, deben aparecer estas tres características: profesión de religiosidad, dignidad de sacerdote y ejercicio del magisterio. Quiere por tanto que el educador ejerza su apostolado pedagógico movido por una clara conciencia de su propio oficio y obligación persona, adquirida en virtud del cuarto voto, y no movido por la ley y por una cierta inercia. Desea, en primer lugar, que no salga inerme a la palestra, sino formado con moderno y eficaz equipamiento pedagógico. Por ello manda “el asiduo estudio del corazón de los jóvenes”, cuidadosa selección y aplicación de métodos, conocimiento práctico de los expertos en educación, prudencia de ingenio en los ensayos y al aplicar nuevos métodos doctrinales. En todo este equipamiento pedagógico de ningún modo pueden faltar, afirma con fuerza el P. Viñas, los principios, renovados prudentemente de acuerdo con los tiempos, de la ya probada durante siglos pedagogía calasancia: auténtico amor por los pobres; simplicidad, facilidad y claridad en los métodos para enseñar cada materia; piedad a ser inculcada ante todo y en todas las cosas; diligente explicación de la doctrina cristiana, tanto en general como en particular; oración continua; frecuente práctica de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. El culto eucarístico a ser fomentado en los niños de nuestras escuelas constituye casi el fulcro central de este documento pedagógico; hablaremos de ello más adelante, al tratar de los llamados Turnos Eucarísticos.

En la Circular VIII, fechada en Roma el 15 de agosto de 1915, dirigida a los religiosos de España e impresa ese año en Zaragoza, se exponen de manera resumida los citados principios y fundamentos de la pedagogía escolapia, y se anima a los religiosos a adoptar los modernos estudios de pedagogía y los novísimos programas de estudios, ya probados por el uso, a la vez que se les advierte seriamente para que, seducidos por el deseo de las cosas nuevas, no tengan en menos la perenne pedagogía de nuestro Instituto. Principalmente se manda a los nuestros que observen fielmente los principios de vigilancia y disciplina heredados de los mayores. Se prohíbe fundar asociaciones contrarias a la pedagogía calasancia, o mantenerlas si ya están fundadas[Notas 1].

Por lo expuesto hasta ahora, se ve claramente que el P. Viñas, cuando se trataba de nuestro ministerio educativo debía navegar entre Escila y Caribdis, y enseño a los suyos a hacer lo mismo. Pues en medio de las inciertas oleadas de pedagogía moderna que agitaban el principio de nuestro siglo, quiso que los nuestros adoptaran algunos progresos bien probados de la llamada pedagogía activa, y al mismo tiempo que evitaran prudentemente sus errores manifiestos, a menudo muy seductivos para los ignorantes. Por ello, también en la Circular XI, fechada el 12 de septiembre de 1917 y dirigida a todos los religiosos, intentó corregir la manera personal de obrar y de enseñar de algunos de nuestros maestros en las escuelas, para que evitaran la blandura materna, y los encargados de internados debían usar la severidad paterna. En definitiva, para poder hacer el balance de tantos inventos pedagógicos modernos, el P. Viñas pensó que debían volverse a hacer reuniones semanales pedagógicas, cosa ya recomendada por N. Santo Padre.

Pero el corazón pedagógico del P. Viñas y su pensamiento verdaderamente escolapio se manifiestan de manera más espléndida en su magna obra pedagógica Pietas et Litterae. Trypticum Calasanctianum, publicada en el año 1921, con ocasión de celebrar mejor el III Centenario de la elevación de las Escuelas Pías a Orden religiosa. La obra tiene tres partes, dedicadas respectivamente a los alumnos, los religiosos y los superiores de las Escuelas Pías. Cada una de ella organiza su contenido en tres capítulos bajo cada uno de los títulos de Piedad y Letras. Se exponene de nuevo aquí los ya conocidos principios y medios de la pedagogía calasancia con buen orden y estilo, no sin cierto énfasis retórico, para que alumnos, religiosos y superiores de las Escuelas Pías, perciban inmediatamente, reunido con mano diligente y solicitud paterna, lo que deben practicar recta y santamente de acuerdo con su oficio en cuestión de doctrina o consejo.

A Los jóvenes recomienda en primer lugar que accedan frecuentemente a los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, que reciten devotamente sus oraciones diarias, que participen activamente en la Santa Misa, el culto filial a la Virgen María y al Ángel Custodio, la lectura de buenos libros y el estudio diligente del Catecismo Cristiano. Luego se enseña en este Tríptico la recta manera de enseñar a los niños a prestar a los maestros filial reverencia, docilidad, simplicidad, humildad.

A los religiosos de las Escuelas Pías se recomienda en primer lugar la piedad religiosa, sacerdotal y magisterial, y los estudios de las humanidades, filosofía, teología dogmática y moral, derecho canónico, Sagrada Escritura e Historia de la Iglesia. Se ofrecen útiles consejos para ejercer de manera eficaz el magisterio escolapio, principalmente sobre la manera de enseñar correctamente la lengua latina, y luego sobre las materias matemáticas, físicas, históricas, geográficas y otras materias del programa escolar. No faltan los sanos consejos pedagógicos de tener paciencia y mansedumbre con los niños, especialmente con los de menor inteligencia; de evitar la ironía; sobre el modo de corregir; sobre la distribución de premios y sobre recentísimos hallazgos o documentos pedagógicos. Es también magnífica la oración que les sugiere para pedir a Dios la gracia para la correcta formación de sus discípulos, a ser dicha antes de las clases, y con indulgencia de 300 días cada vez que se diga, concedida por Benedicto XV el 20 de enero de 1921[Notas 2].

A los superiores, finalmente, tras instruirles en primer lugar sobre sus virtudes, humildad, obediencia, arte de gobernar, etc., les recomienda el celo singular por la disciplina regular, la preocupación por promover la piedad y la vigilancia asidua por la buena marcha de las escuelas, y en particular el buen funcionamiento de los internados. Continúa recomendando a los superiores que sigan con gran atención también las escuelas técnicas o profesionales, las nocturnas, el trabajo extraescolar de todo tipo, las residencias universitarias, las asociaciones de exalumnos, la correcta educación social de todos, principalmente e los alumnos pobres.

Como el Trypticum Calasanctianum contiene todo lo que razonablemente se puede decir, se le puede llamar merecidamente el Código de la pedagogía calasancia, compuesto con amor e intuición pedagógica por el P. Viñas según los postulados más recientes y actuales de su tiempo.

Pero también constituyen un verdadero código preceptivo de pedagogía calasancia los capítulos relativos a ella de las Constituciones nuevamente redactados por el P. Viñas, concretamente los capítulos que tratan sobre El voto de enseñar a los niños según la obediencia[Notas 3], La Construcción de las casas de las Escuelas Pías[Notas 4], Los Confesores y Predicadores de las Escuelas Pías[Notas 5], El Prefecto de las Escuelas y los Maestros[Notas 6], La disciplina de las escuelas[Notas 7], Oratorios y explicación de la Doctrina Cristiana[Notas 8], La oración continua, la confesión, la comunión y otros ejercicios de piedad[Notas 9], El internado y sus ministros[Notas 10], donde se exponen y definen claramente, con terminología jurídica, cuestiones explicadas antes desde el corazón de manera más amplia.

Junto a estos principios pedagógicos ofrecidos o recomendados por el P. Viñas, él tuvo muy a pecho los llamados Turnos Eucarísticos, de los que fue fundador, propagador y custodio muy vigilante. La primera idea de establecer este tipo de Turnos se debe al P. Juan Arimón, de nuestro colegio de Calella, quien movido por las palabras y el decreto Quam singularis (8 de agosto de 1910) de Pío X sobre la comunión frecuente de los niños[Notas 11], no satisfecho con lo que había decidido el último Capítulo Provincial de Cataluña al respecto, quiso promover entre los alumnos de nuestros colegios una Alianza Eucarística de los niños en los colegios de las Escuelas Pías, y envío los Estatutos que él había elaborado en diez puntos al Viñas, junto con una carta fechada el 4 de diciembre de 1912, para que los viera y los corrigiera[Notas 12]. Según los Estatutos, se confiaba la protección de toda la obra al mismo P. General, o al Director General que él designara, y los Superiores locales por sí mismos o por otros debían hacerse cargo de esta Alianza en sus respectivos colegios. Los niños que se afiliaran a esta Alianza, debían acercarse a la comunión al menos los dáis festivos, pero había que actuar prudentemente para que desearan incluso recibir la Eucaristía con mayor frecuencia, de modo que durante la misa de los niños, siguiendo el ejemplo de la oración continua, se estableciera una especie de comunión continua. Había que nombrar algunos niños encargados para que contaran el número de comuniones hechas cada semana.

El P. Viñas adoptó el plan y los Estatutos[Notas 13], y tras hacer algunas correcciones[Notas 14], lo convirtió en ley, válida para toda la Orden, publicándolo en la Circular IV, fechada el 5 de octubre de 1913. Esta Asociación fue definitivamente fundada con el título “Turno eucarístico de las Escuelas Pías, bajo el patrocinio de la Virgen María y de S. Tarsicio, Acólito y Mártir”. Nombró director de la misma al P. Marcelino Ilarri, a la sazón director espiritual del Colegio Nazareno; directores provinciales a los respectivos secretarios provinciales, y directores locales a los rectores o prefectos de las escuelas. En lugar de los niños propuestos como encargados del P. Arimón, había que elegir en cada colegio un Comité responsable del Turno que, además del Sacerdote Director, debía tener un Presidente y seis consejeros elegidos entre los alumnos. Este comité estaba encargado de dirigir inmediatamente los turnos, controlar el número de comuniones y escribir el nombre de los miembros que no habían comulgado, y explicar lo escrito al Director, quien debía informar cada mes al Director Provincial, quien debía informar tres veces al año al Director General[Notas 15].

La creación de esta Asociación fue recibida con gran aplauso, principalmente en las provincias españolas, y en Cataluña en primer lugar[Notas 16]. De modo que, después de una experiencia de casi dos años, cuando ya se acercaban cada día alrededor de mil alumnos de las Escuelas Pías a la santa comunión[Notas 17], el P. Viñas acudió a la Santa Sede para que el mencionado Turno Eucarístico fuera por fin establecido, y erigido como Pía Asociación. Sin embargo, la súplica enviada con los Estatutos para que se aprobara la Pía Asociación a la S. Congregación del concilio el 9 de febrero de 1915 fue transmitida al Vicario de la Ciudad, y el Consultor designado por él consideró que el Turno Eucarístico se prestaba a fáciles abusos y sacrilegios, y que bastaba con que exhortaran con eficacia a los niños a practicar espontáneamente la comunión frecuente. Así que la aprobación de los Estatutos solicitada no fue concedida[Notas 18]. Poco contento con la respuesta, motivada, según creía el P. Viñas, por la antipatía del Rmo. Consultor, acudió al mismo Emmo. Cardenal Vicario, Protector de nuestra Orden, para que se dignara aprobar “una obra tan santa en honor de Jesús Eucaristía”[Notas 19]. Sin embargo, no se dio respuesta a esta súplica, por lo que toda la acción del Turno Eucarístico poco a poco se fue suprimiendo[Notas 20], aunque las exhortaciones de los Padres animando a la comunión frecuente e incluso cotidiana de nuestros alumnos no cesaron por completo. Tan solo se evitó escrupulosamente todo lo que pareciera impedir la libertad de conciencia de los alumnos en una cosa a la vez tan sublime y tan seria.

Ciertamente el objetivo del P. Viñas al instituir lo Turnos Eucarísticos había sido santo, y, aunque algunos medios pedagógicos y disciplinarios para lograrlo parecían óptimos, no se puede negar que algunos artículos de los Estatutos podrían violar la libertad de los niños y la dignidad del mismo Santo Sacramento, aunque fuera indirectamente.

Para que la formación de los alumnos fuera completa, el P. Viñas, que ya en la Visita de 1904 a Cracovia admiró las bien formadas líneas de jóvenes polacos con sus ejercicios gimnásticos[Notas 21], admitió de buena gana juegos, ejercicios y competiciones gimnásticas, concebidos para fortalecer el cuerpo, cosa en aquel tiempo vehementemente aceptada en todas partes, incluso entre los católicos. Por lo cual ya a finales de 1912 permitió que el P. Ramón Comaplá, Asistente General por España, se hiciera miembro de la denominada “Union Internationale des Oeuvres Catholiques de l’Éducation Physique”[Notas 22], y le encargó que introdujera en nuestras escuelas las normas para juegos y competiciones gimnásticas propuestas por la citada Asociación. el P. Comaplá se tomó en serio el encargo, de modo que ya en el año 1913 muchos colegios de España adhirieron a la citada Asociación[Notas 23]. Lo que había comenzado felizmente, fue condenado a muerte lenta en la segunda mitad de 1914 por el comienzo de la guerra mundial.

Además de estas Asociaciones gimnásticas de jóvenes, el P. Viñas aprobó y recomendó también promover entre los alumnos el cultivo de las letras y las ciencias, mediante las “Academias Calasancias” u otras asociaciones similares, “para que calienten el deseo de estudios más elevados y, alcanzado felizmente el objetivo buscado, conduzcan a la más elevada felicidad de la sociedad humana”[Notas 24].

El P. Viñas, para que la mente y el corazón de nuestros alumnos fueran movidos y nutridos de algún modo una vez terminados los estudios por el espíritu de S. José de Calasanz, fomentó mucho las Asociaciones de Exalumnos, y una vez fomentadas se ocupó de ellas[Notas 25]. Por lo demás, como estaba convencido de que en el futuro las Escuelas Pías apenas podrían mantener los gimnasios y liceos, a causa de los cambios en las condiciones sociales y técnicas, comenzó a urgir que se tomaran escuelas técnicas o profesionales para sordomudos, huérfanos, comerciantes, obreros con paterna solicitud[Notas 26].

Es de lamentar verdaderamente que las difíciles condiciones internas de nuestra Orden, y la gran agitación que agitó a todo el mundo cuando comenzó la guerra mundial, no permitieran que las felices y numerosas iniciativas pedagógicas del P. Viñas no cristalizaran en una praxis vital y estable.

La provincia de Hungría tenía ya su antiguo sistema pedagógico; las demás provincias ultramontanas apenas tenían escuelas. Italia sufría la enorme escasez de religiosos; tan solo España, y principalmente las provincias de Cataluña y Aragón, se esforzaban con diligencia y fidelidad singulares en entrar por el nuevo camino de pedagogía calasancia mostrado por el P. Viñas, que pretendía, conducida por su inefable amor a los niños, como siempre, también entonces sacar de su tesoro las cosas nuevas y las antiguas…

Pero la mayor parte de los nuestros, lamentablemente, no estaban aún preparados en aquel tiempo para acoger con celo apostólico las múltiples obras y actividades postescolares o a asumir escuelas técnicas y profesionales con la suficiente pericia y destreza[Notas 27].

Nadie de nosotros puede negar que el camino indicado con mirada calasancia por el P. Viñas puede ser también hoy actual y viable.

Notas

  1. Este tipo de Asociaciones, demasiado indulgentes con el nacionalismo, son prohibidas también en la Circular fechada en Mataró el 17 de septiembre de 1922.
  2. Esta oración aparece en la página 146 de esta obra.
  3. Parte II, c. 5
  4. Parte III, c. 2.
  5. Parte III, c. 10.
  6. Parte III, c. 11.
  7. Parte III, c. 12.
  8. Parte III, c. 13.
  9. Parte III, c. 14.
  10. Parte III, c. 15.
  11. Ya el Capítulo General de 1906 intentó promover la comunión frecuente de los niños, según el decreto de la S. Congregación del Concilio, de fecha 20 de diciembre de 1905, como consta en las actas de este capítulo, en las p. 20-21.
  12. Cf. la carta en RG 254 i, 20, y el Reglamento en RG 251 i, 21. El texto de los Estatutos es el siguiente: “El fin de esta Alianza es propagar el reino de Nuestro Señor Jesucristo mediante la comunión diaria o al menos frecuente entre los niños. El fin secundario es que las oraciones de los niños sirvan para mayor incremento de la piedad y gloria de las Escuelas Pías, y rezar por la Santa Iglesia y de Su Santidad Pío X. El Rvmo. P. Prepósito asumirá la protección de esta Alianza, y encomendará la dirección general de la misma a un Padre delegado por él, a quien se enviarán cada tres o seis meses los nombres de los niños y el número de comuniones hechas, para que aparezcan en Ephemerides. Se encomienda encarecidamente a los Padres Rectores que por sí mismos o por medio de otro Padre asuman la dirección de esta Alianza en su colegio, para lograr los fines de la asociación citados más arriba. Todos los niños y jóvenes inscritos en la Alianza procurarán acercarse a comulgar todos los días festivos como de costumbre, en la llamada misa de los niños, aunque están obligados a la comunión mensual y general. Si el número de niños que van a comulgar fuera muy grande, podría establecerse la comunión diaria por turnos; de este modo se establecería en la llamada Misa de los Niños la Comunión continua, similar a la Oración continua. Cada Director puede establecer las reglas privadas que estime convenientes para ejercer su tarea; por ejemplo, nombrar a algunos niños encargados de que cuenten el número de comuniones en cada semana. Si algunos niños desearan comulgar cada día o casi cada día, el Director tendría cuidado especial de ellos, animándoles siempre. Los Rectores o directores procurarán dar facilidades siempre a los niños comulgantes para que deseen frecuentar la comunión, por ejemplo, animándoles a leer libros piadosos, o con abundantes confesores en las vigilias o en una hora oportuna los días de fiesta. Se cuidará que, para que los niños tengan ganas de comulgar frecuentemente y de buena gana, el horario de la misa esté de acuerdo con las costumbres y los lugares, para que después de la Misa los que han comulgado no sean retenidos, sino que vayan rápidamente a desayunar, aunque para ello haga falta alguna dispensa. Esta Alianza no implica para nada que los niños o jóvenes deban inscribirse a alguna cofradía. De hecho, esta Alianza puede ser la unión espiritual de todas las cofradías”.
  13. Cf. las Circulares II (5 de febrero de 1913), pp. 7-8, y IV (5 de octubre de 1913), p. 25.
  14. ¡Los Estatutos del P. Viñas tienen 23 artículos!
  15. Cf. Circular IV, pp. 23-30.
  16. Cf. la carta del P. Tarín al P. General, fechada en Valencia el 17 de diciembre de 1913 (RG 252 m 2, 9): “En favor de este colegio debo decir que, antes del turno Eucarístico, ya se acercaban a la Sagrada Mesa todos los días una sección de niños de nuestras escuelas, y ahora ya ha quedado establecido y excelentemente organizado el Turno. Digo mal: tres Turnos, correspondientes a las tres secciones de colegiales, encomendados y externos. Porque es un aluvión de niños los que concurren a las escuelas”. Cf. también la carta del P. Vilar al P. General, fechada en Igualada el 26 de noviembre de 1914 (RG 255 i, 462): “Después de saludarle con respeto y amor de hijo, me cabe la gran satisfacción de comunicarle que son grandes y extraordinarios los frutos que los Turnos Eucarísticos, tan santa y sabiamente instaurados por V.P. Rma., producen en nuestros colegios. De aquí puedo asegurarle que es visible el cambio operado en algunos alumnos y todos los Padres que confiesan se admiran de la conducta inocente y santa que guardan los alumnos, fruto de la Comunión semanal ordenada por los Turnos Eucarísticos,”
  17. Cf. E.C. 1914, p. 134.
  18. La súplica redactada por el P. Viñas se encuentra en RG 58, Turno Eucarístico, y dice como sigue: “Santidad, Tomás Viñas de S. Luis, Prepósito General de las Escuelas Pías, prostrado humildemente a sus pies, expone que en el año 1913 envió una carta Circular para erigir un monumento espiritual en las Escuelas Pías mediante la comunión eucarística frecuente, incluso cotidiana, de los alumnos. Esta carta encontró una óptima aceptación por parte de religiosos y niños, de modo que en casi todas las escuelas y colegios se ha establecido un Turno eucarístico de las Escuelas Pías, bajo el patrocinio de la Virgen María y de S. Tarsicio, Acólito y Mártir como pía asociación, con gran aumento de la piedad, y con los estatutos adjuntos, para que de ningún modo sea perturbado el orden, tan necesario en las escuelas, a causa del ingente número de comuniones. Consta que esta institución existe saludable y ordenadamente por los informes de los directores espirituales, de los que se deduce que cada día reciben la comunión no menos de mil alumnos, con edificación de todos. Ruega, pues, a Su Santidad que bendiga y apruebe los estatutos de una obra tan provechosa que florece en nuestros colegios, para estímulo e incremento espiritual de todos nuestros religiosos y alumnos”. Con respecto a la respuesta negativa del Vicariato, a quien la S. Congregación del concilio había encargado que examinara los estatutos, véase las notas del P. José C. Homs, Procurador General en RG 58, Turno Eucarístico: “Turno Eucarístico. El Concilio lo ha pasado al Vicariato, y este a un consultor, que lo encuentra peligroso, expuesto a abusos y sacrilegios, y dice que conviene tomar la comunión con frecuencia e incluso cada día, pero de otro modo, sin reglamentarla ni hacer de ella un objeto fácil de predilección por parte de los alumnos. Roma, 9 de junio de 1915. J. c. Homs, Procurador”.
  19. La súplica, redactada por el P. viñas, y firmada por el P. C. Homs, se encuentra en RG 58, Turno Eucarístico.
  20. En el Tríptico editado el año 1921, p. 32 n. 80, de nuevo se menciona el Turno eucarístico. en el borrador de las Constituciones del año 1821, p. 131, n. 739, donde se habla de la comunión frecuente de los alumnos, ya no se menciona nada del Turno Eucarístico.
  21. Cf. las Memorias del Viaje a Austria, Bohemia, Polonia… (RG 371, ff. 64-65): “Por la tarde fuimos a pasear por una inmensa llanura a la que no dudo en llamar palestra pública, interrumpida artísticamente por vallas, zonas verdes, bosques y plataformas. ¡Hermoso lugar, a fe mía! allí los jóvenes practicaban juegos respirando un aire saludable, alimentados por la esperanza de la libertad de la patria. En lo más alto de este lugar hay un monte, sobre el que se alza un monumento dedicado a un famoso héroe de la patria, Kosciuszko, que nutre y estimula a los hijos de Polonia bajo un glorioso estandarte, para conseguir al fin la libertad de la patria (¿y quién rechazará unos votos y augurios nacidos de anhelos tan rectos y justos?). En grupos ordenados acuden al citado lugar en los días señalados alumnos de uno y otro sexo de los colegios de la Ciudad, y se distribuyen en palestras, bajo la dirección de formadores pagados mensualmente por el gobierno. Niños y niñas llevan a cabo diversos ejercicios con ganas, para adquirir una gran mejora de las costumbres y verdadera salud del cuerpo. Si comparamos esos ejercicios con los que se hacen en nuestros patios de recreo y en los paseos de los escolares, es evidente que pedagógicamente estamos retrasados. Tal vez en unos pocos colegios hacen los nuestros algo parecido, pero no mejor. Una vez terminados los ejercicios, se forman de nuevo las filas y vuelven al a ciudad, al ritmo de la música, lo que les hace amar aún más a la patria”.
  22. Cf. R.C. 1913, pp. 94-95.
  23. Cf. el fascículo “Sportive”, en RG 58.
  24. Cf. Trypticum, p. 132.
  25. Ibidem, pp. 134-135.
  26. Ibidem, pp. 130-132.
  27. No queremos dejar en silencio nuestros Institutos de sordomudos que había en aquel tiempo, en Italia, principalmente en Siena y en Génova, que el mismo P. viñas puso como ejemplo (Trypticum, p. 129), ni el Asilo Profesional llamado de Humberto I y dirigido por los nuestros durante unos cuantos años en Florencia (RP 65, Toscana), ni las asociaciones piadosas juveniles fundadas por el P. Everardo Boschi en Empoli y en Florencia, ni la escuelas técnica creada por los nuestros en Subiaco (Cf. la carta el P. Pasquale Vannucci al P. General, de fecha 17 de octubre de 1914, RG 252 a 3, 26).