General36/Dificultades que surgen en el tercer mandato del P. Tomek

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Capítulo General de 1961.
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Dificultades que surgen en el tercer mandato del P. Tomek

Dificultades en Cataluña.

Las Provincia de Cataluña, más abierta a Europa, era más sensibles a las nuevas ideas teológicas y pastorales que se iban a manifestar poco más tarde en el Concilio Vaticano II. Ya al presentar el sexenio anterior hemos expuesto algunas de estas dificultades; no vamos a repetirlas. Cataluña es como la punta de lanza de la Orden. Lo que en ella se vive en estos años, se vivirá en la mayoría de las provincias (especialmente en las españolas) en años sucesivos, pasado un decenio. Y el P. Tomek, un hombre 70 años, ya no está en condiciones de seguir el paso de los tiempos: en sus expresiones y decisiones actuará a la defensiva, convencido de que su misión es defender la tradición recibida, y que las turbulencias actuales pasarían, y todo volvería a la calma anterior, de la que gozó en los primeros años de su generalato. Creía que se trataba de incidentes propios de la adversidad de los tiempos; no era capaz de darse cuenta de que, en realidad, se trataba de un cambio de paradigma, cosa que algunos escolapios sí veían. Si nos detenemos en estos episodios es para comprender mejor la génesis del cambio que se estaba operando en las Escuelas Pías.

Al llegar los Capítulos Provinciales de 1964, llegan a la Congregación General una serie de 43 propuestas presentadas a los capítulos locales de la Provincia de Cataluña, que crean alarma en Roma, y contra las que protestan varios padres mayores de la Provincia. Tras leerlas, el P. Julián Centelles, ex provincial y entonces asistente general, escribe[Notas 1]: “Esa desviación que se nota en la provincia de Cataluña quiere cambiar la estructura de la Orden, torcer el fin de la misma Orden con respecto a la escuela, relajar la vida religiosa como si fuera una forma que con los tiempos se puede reformar, aflojar las relaciones con Roma. Los Superiores Mayores conocen los problemas de la Orden en su conjunto, están más en contacto con la Santa Sede y sus decisiones son más completas, más ecuménicas. Es mal síntoma infravalorar nuestros mártires cuando el proceso está en manos de la Sagrada Congregación de Ritos”. El P. Laureano Suárez, Asistente General por España, escribe el 5 de junio de 1964 al P. Provincial Trenchs una carta seria, advirtiendo sobre las proposiciones aprobadas en los capítulos locales: algunas son reprobables. O son obras de un grupo, o expresan el espíritu de la provincia. La cosa es grave en los dos casos. Si no se actúa con prudencia, se dará un frenazo al capítulo, y los superiores serán nombrados desde Roma[Notas 2]

¿Cuáles son esas 43 propuestas (que el P. Tomek califica de “proposiciones que de manera ilegal han sido transitadas a las comunidades de Cataluña por manos desconocidas antes de los Capítulos Locales”)? Las trascribimos, para que el lector juzgue sobre su peligrosidad[Notas 3]:

1.Es de desear que en todas las casas de la Provincia de Cataluña existan bibliotecas semejantes y con las mismas revistas. Por lo tanto,
a.El Padre Provincial todos los meses elija y compre los mismos libros para todas las casas de la Provincia y los envíe a ellas para que con el tiempo se formen bibliotecas iguales en todas partes.
b.Del mismo modo, se haga una lista mínima de revistas de temas científicos y pastorales para provecho de los nuestros, y se ordene que todas las casas deben suscribirse a ellas.
2.Para que los vocales al Capítulo Provincial representen mejor a los Padres de toda la Provincia elíjanse de la siguiente manera:
a.Además de los rectores, los vocales de cada casa se elijan según el número de religiosos de la casa, por ejemplo, uno por cada cinco religiosos de modo que de cada casa se nombre al menos uno, aunque el número de religiosos no llegue a cinco.
b.Para que los vocales representen mejor la opinión de todos, elíjanse a los que obtengan el primer lugar en la primera votación.
3.De acuerdo con el número 17 de la Sagrada Constitución sobre la Liturgia, en el que el Santo Concilio Vaticano desea que en los lugares en los que existe vida comunitaria, concretamente en los institutos religiosos, la vida esté totalmente informada por el espíritu litúrgico, se ve que es sumamente conveniente el cambio de nuestras oraciones, concretamente la meditación de la mañana, el examen de mediodía, la Pequeña Corona de la Virgen María y el examen de conciencia al final del día, por la recitación común de Laudes, Sexta, Vísperas y Completas respectivamente. Y que así nuestra vida muestre claramente que para nosotros “Laudes y Vísperas son el doble quicio del oficio cotidiano”, y se celebran entre nosotros como horas principales tal y como el Sagrado Sínodo, en el número 89 de la citada Constitución, guiada por el Espíritu Divino, recomienda insistentemente.
4.Puesto que nuestros juniores al hacer los estudios de filosofía y de teología están separados de la vida en la que más tarde deberán ejercer su acción como sacerdotes y maestros, con gran detrimento de su formación pastoral, suprímanse para nuestra Provincia los estudios en los junioratos interprovinciales y eríjanse junioratos provinciales en los que nuestros juniores hagan sus estudios sin estar separados del trato con los colegios de nuestra Provincia.
5.Para que nuestros alumnos entiendan mejor que el precepto de la misa dominical es algo que deben cumplir espontáneamente, y al mismo tiempo puedan, si quieren, ir con su familia a la Santa Misa, y, finalmente para que se les conceda que empleen como quieran ya desde el comienzo del día el ocio dominical, cosa que la Iglesia recomienda con insistencia, suprímase en el número 466 de las Reglas lo que se dice de la asistencia obligatoria a la misa dominical en nuestros colegios.
6.Para que el Sacrosanto Sacrificio de la Misa obtenga una eficacia pastoral en nuestros alumnos y no sea motivo de aburrimiento para ellos, cámbiese el n. 466 de las Reglas, estableciendo que nuestros alumnos de segunda enseñanza vayan a misa al menos una vez a la semana, y dos veces los alumnos de primera enseñanza, de modo que está misa única durante la semana, cuidadosamente preparada adornada con todos los apoyos pastorales, brille como el centro de la vida espiritual de nuestros alumnos.
7.Las proposiciones que se refieren únicamente al gobierno interno de alguna provincia de la Orden, después de ser aprobadas en el Capítulo Provincial tengan inmediatamente fuerza de ley, sin que sea necesaria la aprobación del Padre General. Al Padre General le sea lícitamente permitido suspender únicamente aquellas que se opongan a las Constituciones, o sean aprobadas en el Capítulo General si contradicen lo indicado en las Reglas.
8.Para que las cuestiones que se refieran al bien del colegio no solo puedan ser presentadas por los rectores respectivos, sino que también los religiosos que vean con evidencia que se ha de introducir alguna mejora para la marcha de la casa, puedan manifestar con eficacia su opinión sin que la obstrucción de los superiores les ponga algún obstáculo, se establezca lo siguientes: que cuando una tercera parte de los religiosos de una comunidad considere que se ha de modificar algo, tanto en el aspecto económico como en el pedagógico o el pastoral, puedan presentarlo a votación, quedando obligado el Rector a aceptarlo y ponerlo en práctica si las dos terceras partes de los religiosos consideran que debe introducirse aquella mejora.
9.Sobre ecónomos, administración y censura.
a.Teniendo nuestra Provincia una condición favorable en el sentido que casi todos los colegios distan poco del centro, y por tanto existe una gran facilidad para visitarlos a menudo e ir a ellos siempre que convenga, se pide, a tenor de los números 519 y 528 de las Reglas, que se confíe en la administración económica de todas las casas a un equipo (seis o siete personas bajo la dirección de un asistente provincial, verdaderamente expertos en esta materia), de modo que sean ellos los que pasen por los colegios y lleven la contabilidad los libros y la dirección económica.
b.Ante la imposibilidad de cumplir el número 526 de las Reglas, dado el trabajo que hay en todas partes, que sean también ellos los que hagan de censores del P. Provincial (cf. n. 525, 2 y 528) en todas las casas, informando de la marcha de la contabilidad a las respectivas comunidades. Razones: mejor eficacia económica y administrativa; una dirección correcta y continuada en lo que se podría llamar “política económica de las casas de la Provincia”.
10.Dado el hecho de que los capítulos tienen importancia para toda la provincia y no solo para los que asisten a ellos, se pide:
a.Que, conservando única y exclusivamente el número 9 del Directorio para los Capítulos (Congregación General, 1783) sobre el secreto a guardar en los escrutinios en las elecciones, se supriman todos los demás secretos, y se quite de la fórmula introductoria y otras la cláusula “se conservará bajo el sello del secreto todo lo hecho o lo que se haga después”.
b.Que “inmediatamente después de los Capítulos (sobre todo el Provincial) se publican las actas y un resumen de lo que se ha tratado en él, opiniones etc.
11.Dado que los estudios comerciales en nuestros colegios no están actualmente sometidos a ningún plan oficial; dado que los alumnos que acostumbran a asistir a ellos forman una categoría especial; dado que los planes de estudios los aprueba el P. Provincial, se pide: Que, aprovechando las experiencias que se tienen hasta ahora en los colegios, se estudie y se instaure un plan de estudios para toda la Provincia, con los correspondientes textos adaptados, de manera que se les prepare para el trabajo y de cara a un título, por mínimo que sea (un certificado de estudios primarios). Al mismo tiempo puede ser un plan más conforme con la pedagogía escolapia (por el hecho de que es menos oficial), dará a esta minoría de muchachos el lugar y la atención que merecen.
12.Sobre la caridad a ejercer con los huéspedes. Siendo los forasteros una imagen de Cristo (Cf. Mat 25, 35.40), siendo el trato con ellos una ocasión para practicar la caridad y a fin de que la virtud de la hospitalidad se conserve y sea característica en toda la Provincia, y dado que muchos de los nuestros y también extraños solo son huéspedes en nuestras casas para celebrar en ellas la Santa Misa (con motivo de viajes, vacaciones, etc.) se pide que se establezca la costumbre de servir a los forasteros para la Santa Misa con los mejores ornamentos y vasos sagrados, incluidos si es preciso los reservados a dignidades superiores o a las grandes festividades.
13.Que se urja la actuación y dedicación de los nuestros a otros campos fuera del bachillerato a beneficio de los muchachos…
14.Que se urja la atención eficaz a tantos muchachos salidos de nuestros centros y que se encuentran estudiando en otros centros superiores…
15.Según el sentido de la Constitución Vaticana sobre la Sagrada Liturgia, en el capítulo IV sobre el oficio divino,
a.Las horas de Laudes como oración de la mañana y Vísperas como oración de la tarde, según la venerable tradición de toda la Iglesia, deben ser consideradas como el doble quicio del oficio cotidiano, y de este modo deben ser celebradas (89, a).
b.Como el Oficio Divino es la voz de la Iglesia o todo el Cuerpo Místico alabando públicamente a Dios, se invita a que los clérigos no obligados a coro, conviviendo con sacerdotes o viviendo juntos, celebren al menos alguna parte del Oficio Divino en común.
16.Según el sentido de la Constitución Vaticana sobre la Sagrada Liturgia, en el capítulo IV sobre el Oficio Divino:
a.A los monjes y a los religiosos, tanto varones no clérigos como a las mujeres, de los Institutos de Estado de perfección, el Superior competente puede conceder que en el Oficio divino, incluso celebrándolo en coro, se use la lengua vernácula, con tal que la versión esté aprobada (101, 2º).
b.Si un clérigo obligado al Oficio divino lo celebra conjuntamente con un grupo de fieles o con los citados en el número 101 en lengua vernácula, satisface su obligación, con tal que la versión esté aprobada (101, 3º).

Se propone que las citadas Laudes y Vísperas, en las casas donde hay algunos religiosos hermanos, se reciten en la lengua vernácula.

17.Ejemplo del Romano Pontífice, que con ocasión del Concilio concedió nuevas facultades a los Obispos, se desea que se conceda mayor libertad a las Provincias.
18.Se propone que se pide al Ministerio de Educación la concesión de algún grupo escolar de las nuevas barriadas que se construyen alrededor de Barcelona, el cual quedaría convertido en un colegio con la condición de que la administración estaría a cargo de una junta de padres de familia, y los religiosos basarían su propia economía doméstica en unos honorarios que les asignaría esa administración.
19.Que se intente confiar la administración de los colegios a una junta de padres de familia de los alumnos verdaderamente representativa que
a.Asignaría las cuotas mensuales de los alumnos.
b.Asignaría los salarios a la comunidad, que haría vida económica totalmente aparte de la economía del colegio.
c.Supervisará el presupuesto de gastos y la marcha general de la economía del colegio.
20.Se propone que se interese más a los maestros en la marcha general del colegio teniendo reuniones de coordinación.
21.Que en cuanto el Provincial haya sido elegido, su primera tarea sea presentar a toda la Provincia el programa de acción por el que ese trienio se regirá la Provincia, habiendo elaborado este programa y sus principios en colaboración con el nuevo equipo de asistentes y el nuevo equipo de Rectores. Que durante el trienio se convoque el equipo de Rectores para poner siempre al día el programa.
22.Nombramiento del P. Provincial
a.Cada Capítulo Local nombrar a dos candidatos elegidos de la lista de provinciables por votación secreta, análoga a como se elige el vocal y el adjunto de la comunidad.
b.La Curia Provincial nombrará también su par de candidatos.
c.La Curia General, lo mismo.
El Capítulo Provincial elegirá la terna para ser presentada a Roma, o, mejor, decide ya quién es el Provincial, del elenco formado de este modo.
23.Mandato del P. Provincial. Será de 6 años. Lo cual no obsta para que se celebren “capítulos de negocios” como ahora, o, todavía mejor, cada 2 años.
24.Celebración del Capítulo Provincial. Por Navidad, para que el P. Provincial pueda conocer los religiosos y las casas antes de nombrar a los PP. Rectores, sin que tampoco obste para que, si inmediatamente quiere hacer algún cambio, lo puede hacer (véase la proposición 26).
25.Sobre los PP. Asistentes.
a.Se juzga que cuatro son pocos. Además, se cree que el P. Secretario Provincial y el P. Consiliario jefe del CEP deberían ser asistentes.
b.Son nombrados directamente por el P. Provincial, quien presenta una bina para cada cargo a la Curia General. Los cargos serían: a) de observancia regular (es decir, que vele por la vida sacerdotal, religiosa, pedagógica etc. de los religiosos). b) el del CEP (pastoral de los alumnos, ex alumnos, padres de familia, C.E.M., A.C., etc.). c) El de pedagogía. d) El de economía. e) El canonista (que podría tener alguna encomienda específica). f) El Secretario Provincial (este cargo no obsta para que el P. Provincial nombre otro secretario particular, si lo juzga necesario).
26.Nombramiento de los Rectores. A beneplácito de la Curia Provincial, como es actualmente. Si esta lo juzgara necesario, por mayoría de votos en vocación secreta, se presentarían a Roma las causas por las que conviene el cambio, acompañando la terna para el futuro rector.
27.Votación proporcional. Cada siete miembros o fracción igual o superior a 4 elegirán un vocal. Por ejemplo, una comunidad de 11 padres elige dos vocales; una de 18 padres elige tres vocales.
28.Libro de costumbres. Cada comunidad redactará un libro de los “usos y costumbres de la Casa”, tomados por acuerdo de la Comunidad y sancionados por la Curia Provincial. No podrán añadirse ni quitarse sin el acuerdo de la comunidad, sancionado por la Curia Provincial. En él se anotarían tanto las tradiciones de la comunidad como las del colegio, tal como es norma y costumbre en ellos).
29.A fin de proteger mejor los valores personales de cada escolapio, cosa muy conforme con el derecho natural y con el discurso de clausura de la 2ª sesión del Vaticano II, pronunciado por Pablo VI, proponemos que el número de vocales de cada casa esté de acuerdo con el número de sacerdotes que haya, en tal proporción que por cada seis o fracción de seis se nombre uno como vocal. A fin de proteger los diferentes criterios de la Comunidad, quedarán elegidos aquellos que hayan obtenido más votos en la misma votación, siempre que el que haya obtenido menos haya obtenido como mínimo un tercio de los votos. De no ser así, para el vocal que falte se hará una nueva votación.
30.Puesto que el mundo actual necesita signos sensibles de la presencia de Cristo en su Iglesia (la Escuela Pía es Iglesia), y uno de esos signos indiscutibles es la POBREZA, como se ha dicho en el Vaticano II, y como puede deducirse de la actual situación de miseria del mundo, que reclama que la Iglesia esté a su lado (el 72% de los hombres tienen hambre; el 44 % de la población mundial superior a los 15 años es analfabeta; la edad media para la mayoría de la humanidad es de 30 años; India tiene un médico por cada 50.000 habitantes; los 19 países más ricos del mundo, que representan el 15% de la población total, tienen una renta del 70% del total del mundo, mientras que los 15 países más pobres, que son el 50% de los hombres, tienen solamente el 10% de la renta mundial), PROPONEMOS: Que se constituya una comisión en cada Provincia presidida por los asistentes de Economía y de Pastoral que estudie cómo llevar a la práctica que los nuestros pasen de ser propietarios a ser asalariados, modo de convertirnos claramente en testigos de Cristo en el mundo de hoy, que es un mundo socializado.
31.Puesto que quienes están en contacto con la realidad de la Escuela Pía son los PP. Provinciales y no los Asistentes Generales, y movidos por el ejemplo del Vaticano II por lo que respecta a la importancia dada a los Obispos sobre la Curia Romana, PROPONEMOS: Que los consejeros natos del P. General sean los Provinciales a quienes DEBERÁ escuchar periódicamente para adoptar las medidas más importantes, convirtiéndose los Asistentes en simples ejecutores.
32.A fin de evitar defecciones y programaciones desilusionadas de los súbditos, PROPONEMOS: que los Superiores Mayores, dentro de sus posibilidades, se adelanten a los súbditos en el rejuvenecimiento y actualización de la Escuela Pía, después de haber escuchado a estos últimos.
33.A fin de guardar el respeto debido a las personas físicas y morales, PROPONEMOS: Que el P. General tenga muy presente la personalidad jurídica y colectivo-natural de cada una de las Provincias, absteniéndose de intervenir en todo aquello que les es propio (salvando siempre las Reglas y las Constituciones), y que no perjudique la esencia y el bien realmente común de la Orden.
34.Que funcione el CEP, viendo los buenos resultados del año pasado, y que se facilite y amplíe el mismo funcionamiento.
35.Multiplicar las experiencias tipo “Mina”.
36.Procurar cierta continuidad en las actuaciones personales.
37.Se pide que, siguiendo la tendencia de descentralización y respeto al criterio de cada uno, que se nota en el Concilio, el número de vocales sea más representativo, y, por lo tanto
a.Que, una vez con elegidos y conocidos los vocales, se haga otra votación del modo siguiente.
b.Los religiosos que tienen voz activa eligen otros 10 miembros entre los que tienen voz pasiva y no han sido elegidos.
c.Una vez hecha la lista se envía firmada y certificada al P. Provincial, quien abrirá las cartas en presencia de su Curia.
d.Los 10 miembros que hayan obtenido un número más elevado sean nombrados vocales, gozando de los mismos derechos que los primeros vocales.
38.Que se pueda leer el libro de meditación de propia elección. Después de la oración “Deus qui corda…” todos guarden silencio (Se pide que la firmen todos en cada casa).
39.Se pide una revisión de la oración de los hermanos vista la orientación del Concilio.
40.Se pide que los hermanos tengan voz activa y pasiva para elegir vocales y para ser elegidos vocales en los capítulos, a fin de representar su estamento y dar la opinión sobre nuestras cosas, aunque callen en los asuntos dogmáticos, morales y en las demás disciplinas eclesiásticas.
41.Se pide que continúe Catalaunia en su prístino esplendor.
42.Se pide que en todas nuestras fundaciones docentes se sigan impartiendo la iniciación al dibujo, el modelado, el solfeo, canto, instrumentación (armónica, flauta, guitarra, etc.), filatelia radio etc., y todo lo que represente un posible despertar de signo positivo en nuestros educandos.

43.Protección de nuestros profesores.

Se trata, como puede verse, de propuestas muy diversas, procedentes, seguramente, de diversas manos. Las que resultarían más inquietantes para la Curia General serían, probablemente, los nn. 4, 7, 22, 31 y 33. Otras son innovaciones que serían adoptadas uno años más tarde; las hay que son poco relevantes. Pero, sin duda, impresionaron al P. General. Por lo que este, después de tratar el asunto en Congregación General, envía una carta al Capítulo Provincial de Cataluña, en tonos realmente amenazadores. Les dice[Notas 4]:

“Muy queridos padres capitulares:

Es oficio nuestro recordaros la responsabilidad histórica que incumbe a ese Capítulo Provincial.

Durante los últimos años nos hemos alegrado con los numerosos eventos favorables de nuestra querida provincia de Cataluña (p.e., la misión en Senegal, el juniorato de los hermanos, La Mina-Pekín, las exhibiciones gimnásticas, Pineta), pero en estos últimos tiempos hemos visto con dolor y preocupación las desviaciones que han aparecido en la provincia por obra de algunos religiosos audaces.

No queremos presentar una enumeración detallada de esas desviaciones que os son mejor conocidas que a nosotros. La primera de ellas es aquel lamentable folio difamatorio que injuriaba a algunos padres beneméritos antes del Capítulo Provincial de 1961; luego aparecieron varias opiniones menos rectas incluso en el comentario oficial de la Provincia (ministerio del cuarto corto, “mártires”); frases ofensivas a los oídos piadosos se han pronunciado públicamente en algunas comunidades; no han faltado cartas escritas a nosotros. incluso anónimas e irreverentes, que ya hemos olvidado, a las cuales el Padre General, que no ignora en absoluto los límites de jurisdicción, responde según la norma de derecho (n. 396 de las Reglas) por sus actos tanto ante la Santa Sede como el Capítulo General. Y últimamente las comunidades de la Provincia han presentado en los Capítulos locales, en forma de 43 proposiciones compuestas por autores desconocidos, muchas afirmaciones contra la dependencia romana y en general contra la completa estructura esencial de nuestra Orden.

En su momento buscamos en vano a los autores de esas hojas; intentamos sin mucho éxito corregir varios errores, divulgados en primer lugar contra la doctrina tradicional calasancia. Sobre los autores de las cartas irreverentes contra nosotros nunca hemos querido investigar. Antes de los capítulos locales de este año teníamos la esperanza de que ninguna proposición menos recta de aquellas 43 sería promovida o aprobada en los capítulos locales. Confiando en ello, pero adoctrinados por la triste experiencia al indagar sobre los autores de aquella hoja de 1961, no intentamos averiguar los autores de esas lamentables proposiciones. Pero esa esperanza al menos en parte nos falló, pues, aunque la mayor parte de las comunidades se pronunciaron contra esas proposiciones como convenía, actuando dignamente y mereciendo nuestra alabanza, sin embargo, algunas cayeron dolorosamente ante la imprudente propaganda.

Esta última circunstancia es la causa principal por la que he escrito todo lo anterior y por la que digo todo lo que sigue.

Ese Capítulo Provincial debe procurar que las desviaciones de estos últimos años no continúen de ningún modo, e impedir que algunos religiosos imprudentes y sin escrúpulos intenten imponer en algunas comunidades o en toda la Provincia su propia manera de pensar y de actuar, contraria al espíritu Calasancio de las Constituciones y Reglas y a los sanos principios de la vida religiosa, y prohibir que continúen con su manera de actuar.

Este capítulo provincial debe tomar las debidas precauciones para que los peligros de que se trata no continúen en el futuro y que los abusos sean eficazmente corregidos por los superiores inmediatos.

Lejos de nosotros, queridos Padres Capitulares, el amenazaros; pero teniendo en cuenta el estado de las cosas y conscientes de nuestro oficio, declaramos lo que sigue:

Si este Capítulo Provincial no actúa según la anterior advertencia paternal, expone a la Provincia al peligro de un gobierno excepcional, y a que los Superiores sea nombrados no según las Constituciones sino por la autoridad de la Santa Sede.

Os recordamos de nuevo vuestra seria responsabilidad histórica, y confiamos amantemente a la iluminación del Espíritu Santo vuestros trabajos capitulares.”

Se trataba de una amenaza seria, que, naturalmente, el Capítulo tuvo en cuenta.

Tal vez inspirado en estas propuestas, aparecen otras en un folio anónimo que el P. Delegado General envía al P. Dionisio Cueva el 15 de junio de 1965.[Notas 5] No tienen el carácter beligerante de las de Cataluña, algunas incluso nos hacen sonreír. Tan solo las primeras son un tanto agresivas. Van precedidas de una dedicatoria: “Muy estimado Padre: te rogamos envíes copias a otros Padres e incluso a la Curia Provincial y General, dentro del anonimato. Estudia estas Proposiciones”. Y siguen estas:

1.“Ampliación de nuestro Ministerio. El centrarnos en la enseñanza de la clase media nos ha anquilosado y restado vocaciones. ¿Quién se hace hoy día maestro?
2.Es la hora de los seglares y la Iglesia necesita sacerdotes con cura de almas.
3.Cambiar la orientación de nuestros Colegios. Menos Padres. Menos alumnos. Menos clases, tres a lo sumo para prestigiar nuestra enseñanza. Más oración, estudio y apostolado sacerdotal.
4.Cambio de horario en nuestras Comunidades: de 7 de la mañana a 11 de la noche. La oración de la noche al mediodía. Y las clases de la tarde de 4 a 6.
5.Rezo de Vísperas los domingos como oración y Completas al menos los días alternos.
6.Fundación de todas las Provincias en Madrid. Se podría vender el solar de San Antón por más de 100 millones. Otras provincias suplirían. Castilla se beneficiaría económicamente y podría fundar en otras capitales.
7.Creación de una organización apostólica nacional de exalumnos. Una simple asociación por motivos sentimentales hoy no cautiva a nadie. Y un hogar en cada región.
8.Señalar Padres que se encarguen de los ejercicios de los alumnos en cualquier Provincia.
9.Que se tengan Ejercicios Espirituales interprovinciales por edades: hasta 30, de 30 a 40, de 40 a 50, de 50 en adelante. Ya este año.
10.Que se procure montar cursillos interprovinciales, en verano, de arte, sociología, liturgia, escritura o Biblia, pastoral, física, biología…
11.Desearíamos un año de prueba al terminar la filosofía y tres al final de carrera, antes del sacerdocio. Y vacaciones, al menos de una semana, durante todos los cursos.
12.Una Procura Nacional de Misiones y de Vocaciones, pero montada en plan científico.
13.Dar sentido a la Pompiliana como casa de escritores, directores de ejercicios, de movimientos de exalumnos y de espiritualidad y apostolado, de conferenciantes y procuradores de vocaciones y misiones, etc.
14.Nombrar en cada Provincia un Padre especialista en cada materia, con el fin de que señale los libros que han de adquirirse mensualmente y de forma obligatoria por cada Comunidad para poder vivir al día.
15.Que los nuevos Colegios sean de líneas austeras y funcionales, y que la vida religiosa se establezca en orden de eficacia perfeccionadora para nosotros y para los demás. No podemos sacrificarlos nosotros en contra de la justicia y de la caridad para con el prójimo. ¿Dónde está el bien común)
16.Que se funde una revista más asequible como órgano de información y de expresión.
17.Que se pueda mantener contacto con otros movimientos actuales.
18.Hacer realidad la integración en todos los Colegios y a todos los efectos.
19.Que los Capítulos sean más representativos y que se varíe el régimen electivo. Que las Casas propongan su candidato al Provincialato y que de esa candidatura se haga la elección. Ídem las provincias para el Generalato.
20.Que antes del capítulo general se nombren comisiones con el fin de estudiar la constitución sobre Religiosos que promulgue el Concilio y que algunos de estos miembros sean por votación o propuesta de las Casas o Provincias.
21.Que al declararse independiente una Viceprovincia, los religiosos puedan quedarse o volverse a su Provincia de origen. O si no, que se restablezcan los Generalicios.”

Las cosas, terminados los capítulos, no se han calmado. El 4 de octubre de 1965 el P. Magín Valls Rector de Tarrasa en 1961-64), escribe una carta al P. General diciendo que “aquí sentimos muy al vivo la crisis que atraviesa la Escuela Pía, dentro del contexto de la Iglesia en Concilio; pero al mismo tiempo miramos con optimismo las tensiones que se producen, porque son señales de vida”. [Notas 6] Propone una encuesta a la Orden, para ver las inquietudes comunes. Y envía un documento en el que, entre otras cosas, dice que nuestros colegios no sirven a los pobres, son un anti testimonio. Soluciones: mover al Estado a subvencionar las escuelas religiosas, para que puedan ir los pobres; ir al mundo del trabajo, donde están los pobres. Pequeñas comunidades en pisos. Apostolado nocturno. Faltan vocaciones porque no damos testimonio. El P. Tomek le responde el 26 de enero de 1966 diciendo que alaba su interés por los pobres, pero en el documento encuentra aserciones personales y unilaterales, que desaparecerán cuando pase la crisis actual de la vida religiosa. Relee nuestra circular, y serás más constructivo…

En octubre de ese año 1965 tiene lugar un incidente que tendrá importantes repercusiones en Cataluña[Notas 7]. Los PP. Botey y Mascaró, que están haciendo un curso de pastoral en Salamanca, piden una entrevista al P. Dionisio Cueva, Asistente General por América, que se encuentra de paso en Madrid. Hablan de los problemas de las casas de formación. Problemas en Salamanca. Sobre el ministerio. Adaptación al mundo moderno. Los jóvenes temen a la Escuela Pía. El P. Cueva se muestra muy empático con ellos. Les dice que hay que preparar el próximo capítulo, quedan dos años de sufrir. Pero luego, tal vez por una indiscreción, la entrevista es publicada, y una copia llega a Roma, con gran sorpresa por parte del P. Tomek, y gran vergüenza por parte del P. Cueva. El P. Tomek reprocha al P. Botey el haber publicado la entrevista, cuando Cueva les había dicho que la entrevista era exclusivamente personal, y no oficial. Y le exige una reparación para la buena fama dañada del P. Cueva.

Un incidente más serio es cuando 84 escolapios (68 de Cataluña), con nombre, escriben una carta de 5 folios a todos los Obispos al comienzo de la 4º sesión conciliar, el 11 de octubre de 1965, sobre el documento de la Educación Católica.[Notas 8] En ella exponen que los colegios escolapios de España y América están en zonas ricas. No los hay en las zonas pobres. Aparecemos como ricos. Somos infieles a las bienaventuranzas. Presentan el papel del sacerdote educador. “Quizás nuestro temor de que nuestros problemas respecto de la vida religiosa y sacerdotal no pudieran recibir luz de la misma aula conciliar eran infundados. La pregunta que constantemente nos dirigimos a nosotros mismos acerca de nuestro sacerdocio y de nuestro apostolado, de la validez de nuestro testimonio ante los hombres, del futuro de las escuelas frente a las leyes civiles, cada vez más exigente respecto a nuestra actual labor, nos han llevado a exponer a V. Exc. nuestras inquietudes. Esperamos con filial devoción las decisiones que emanarán de esta Sagrada Asamblea del Concilio”. Reivindican, sobre todo, una mayor dedicación a los sectores pobres, y una apertura del ministerio sacerdotal a otras actividades educadoras.

La carta, cuando es conocida, provoca malestar en la Congregacional General, y en muchos escolapios que manifiestan su descontento con ese grupo, y su apoyo al P. General, que había publicado poco antes circular en el boletín de la Orden, Ephemerides Calasanctianae (1965, pp. 269-287) una lectura más tradicional del Ministerio Escolapio. El P. Tomek en este amplio escrito presenta los principales problemas con que se encuentra nuestro ministerio, sus causas, y termina con la siguiente conclusión: “La finalidad de nuestro apostolado y ministerio no ha de cambiarse, pero los medios para ejercer este ministerio de manera más eficaz deben adaptarse a lo que se ha dicho antecedentemente.” Y en apoyo suyo trae la conclusión del documento conciliar Gravissimum educationis: “El mismo Santo Concilio, agradeciendo a los sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares, que con su entrega evangélica se dedican a la educación y a las escuelas de cualquier género y grado, los exhorta a que perseveren generosamente en su empeño y a que se distingan en la formación de los alumnos en el espíritu de Cristo, en el arte pedagógico y en el estudio de la ciencia, de forma que no sólo promuevan la renovación interna de la Iglesia, sino que sirvan y acrecienten su benéfica presencia en el mundo de hoy, sobre todo en el intelectual.” Algunos entienden que el documento de los 28 es una respuesta (un ataque) a la circular del P. General.

También el P. Agustín Turiel, Provincial de Castilla y ex Delegado General, le felicita por la circular.[Notas 9] Reprueba la carta de los escolapios catalanes a los obispos. Uno de ellos, Javier de Roselló, estuvo por Madrid solicitando firmas de adhesión a un escrito contra el P. General. En agosto. El P. Tomek le responde el 4 de noviembre: “Corren malos tiempos, y harán falta dos o tres años para que el río de la intranquilidad, que se ha desbordado, vuelva a su cauce. El mismo Sumo Pontífice ha mencionado este espacio de tiempo a algún General. Entre nosotros surgen dificultades por el hecho de que algunos Padres que hablan más del sacerdocio y menos de ejercer nuestro ministerio en las escuelas, por pasión política o nacional, y por ello trabajarían más a gusto en la vida pastoral con su propia lengua que en la escuela con la lengua española. De este asunto hablan poco, pero siempre lo tienen presente en su mente, como decía Gambetta: “toujours y penser, jamais en parler”[Notas 10]. Pero la solución de este asunto no depende de nosotros.” Estaba bien equivocado, pensando que las aguas volverían a su cauce después de dos o tres años.

El P. Francisco Llenas, Provincial de Cataluña, en medio del temporal escribe al P. Tomek el 28 de noviembre del mismo año:[Notas 11] “Dado que en nuestra provincia - y también en otras partes - existe entre los religiosos un estado de intranquilidad con motivo del Concilio y sus disposiciones sobre la reforma de la vida religiosa, y que puede convertirse en subversión por parte de algunos, creemos que convendría tomar alguna iniciativa por parte de los superiores. Para ello proponemos algunas reuniones de las Congregaciones Provinciales de las provincias de España, con el fin de estudiar el asunto. Creemos que el tiempo urge, y podrían tenerse tales reuniones durante las próximas vacaciones de Navidad. Dígame si cree conveniente que sigamos adelante con esta idea y la propongamos a las otras Provincias.” El P. Tomek le responde el 8 de diciembre diciéndole que ahora, en tiempo de Visita Canónica, no conviene hacer ese tipo de reuniones.[Notas 12]

A esa carta responde el P. Llenas, mostrando su impotencia para resolver los problemas de la Provincia[Notas 13]: “Celebro también y de manera particular que venga V.P. personalmente a hacer la visita y le agradezco de corazón ese propósito. Nuestra provincia pasa unos tiempos de inquietud y desorientación debido a las ideas, actitud y conducta de muchos. Se desprecian nuestras instituciones, se quieren reformas, se habla de otros campos de apostolado; y muchos de los que hablan de estas cosas no tienen el más mínimo Espíritu de vida religiosa. Otros en cambio parece que obran con recta intención y con buena voluntad. Para mí resulta muy difícil gobernar. Intento aprovecharlo aprovechable. Creo que desde arriba deberíamos tomar la iniciativa, y esa fue la razón de mi propuesta de reunión de las Congregaciones Provinciales de España”.

Pasan los meses y aumenta la tensión, en Cataluña y en las Escuelas Pías. El 24 de mayo de 1966 El P. Llenas escribe al P. Tomek, presentándole un nuevo problema, de carácter socio-político[Notas 14]:

“Estamos pasando unos días muy malos por causa del apasionamiento que ha levantado lo sucedido con un grupo de sacerdotes, entre los que se encontraban unos doce o catorce escolapios, que quisieron protestar ante la Jefatura de Policía por los malos tratos dados a un estudiante detenido, por cierto, marxista. La policía reaccionó violentamente y muchos de los manifestantes recibieron golpes de consideración, entre ellos el P. Alejandro[Notas 15]. El hecho ha causado mucha sensación y para unos ha sido escándalo; para otros, imprudencia; algunos lo desaprueban, otros lo aplauden. En fin, una situación de apasionamiento que puede tener consecuencias. He prohibido en una circular que se prosiga tomando parte en tales actividades por parte de los nuestros, pero dudo que obedezcan todos. Apelan a la conciencia y a los derechos naturales”.

Dificultades en los junioratos

En esta época hay pocos junioratos en la Orden: el de Budapest (reducido, pues el Gobierno solo permitía un total de 14 formandos, incluidos los novicios), el interprovincial de Monte Mario (que tenía en esta época unos 30-40 juniores, además del noviciado de 6-10 novicios al año), los tres españoles (Irache, Albelda y Salamanca, que sumaban más de 400 juniores normalmente), el de Bogotá, el de Washington y el de Argentina (en varias localizaciones), con un número reducido de juniores los tres. El P. Tomek tenía especial interés en que todos los juniores americanos hicieran al menos una fase de sus estudios en Europa, bien en Roma (y para ellos se pensaba en el SIR, Studentanto Internazionale Romano), bien en España. Lo cual en general traía consigo difíciles problemas de adaptación. En todos los junioratos se presentaba un problema común: el abandono de los juniores. Pero los junioratos más pequeños no tenían otros problemas mayores, como no fuera, por parte de los americanos, su reluctancia a ir a estudiar a España.

En España, el juniorato de Irache, en el que los juniores estudiaban la filosofía y se preparaban para ser maestros o entrar en la universidad, no daba mayores problemas. Se trataba de muchachos jóvenes, que venían de los noviciados, y tenían poco contacto con las nuevas corrientes y sociales: estaban aún sin “malear”, conservando aún buena parte de la inocencia propia de la adolescencia. Los problemas crecían al crecer los jóvenes; en Albelda eran ya considerables, y al llegar a Salamanca se hacían casi irresolubles. Nos vamos a detener en ellos, porque, comprendiéndolos, podremos entender mejor los problemas a que tendrá que enfrentarse la Orden unos años más tarde.

Dificultades en Albelda

El 3 de mayo de 1963 El P. Francisco Llenas, Vicario General de España, envía informe de su visita a las casas de formación[Notas 16]. El 9 le responde el P. Tomek, pidiéndole que en la próxima visita a las Casas Centrales examine el problema de los abandonos. Desde octubre de 1962 han salido 10 jóvenes de Irache, 10 de Albelda y 2 de Salamanca. Le pide que investigue discretamente si el junior, al presentar la dispensa de votos, ha hablado solamente con el maestro, o con el rector. Es necesario que además trate el asunto el junior con su director espiritual y con su confesor.

El P. Samuel García, maestro de juniores de Albelda, ha leído el informe de la visita que el P. Delegado ha enviado al P. General, y como parece que en algunas cuestiones se apunta a él, da algunas explicaciones en una carta de 6 folios fechada el 20 de enero de 1964[Notas 17]. Dice que, en efecto, concedió sendos permisos a dos juniores para asistir a bodas de hermanos suyos. Pero explica los motivos, y está de acuerdo en que tales permisos no se concedan. Él siempre ha asistido a los Consejos de Disciplina, que convoca el P. Rector, aunque con poca frecuencia. A la acusación de “dualismo” entre maestro y profesores, se defiende bien diciendo que se exagera; en los nueve años que lleva como maestro, no ha tenido roces con los demás padres; tiene buenas relaciones con todos. “Ahora bien –dice- puede haber otro dualismo ideológico, dar una formación más o menos austera o fácil, más o menos seriedad a la vida del juniorato, etc. Y aquí sí que se ha podido apreciar ese dualismo; pero esto ya es de antiguo. Además, es muy difícil que coincidamos, dada la desigualdad de edad, temperamento, enfoque de la vida religiosa, ascetismo, experiencia, etc.”. Reconoce la falta de compenetración con el nuevo rector (Pedro Turiel). Además, dice, el P. Delegado hace mucho caso de lo que le dicen los juniores, y entre ellos hay algunos muy arrogantes. “Querrían una formación ‘más abierta al mundo’, más puesta al día, con más libertades, etc. Como yo ya me he encontrado con estados de estos, no me ha extrañado mucho su estado de ánimo. Pero lo peor del caso es que han hecho propaganda entre los más afines a estas ideas con el fin de acudir al P. Delegado y ponerle estos motivos de descontento”. Finalmente, en relación con los abandonos, le escribe: “¡P. General, esté completamente tranquilo! Es posible que este ambiente raro, ligero, desigual en que se desarrolla hoy la vida del Juniorato, no sea lo más a propósito para un cultivo ideal de las vocaciones, pero por mí le puedo decir que la pérdida de una vocación me duele en el alma. No se puede imaginar qué sufrimiento es este. ¡Cómo no vamos a trabajar las vocaciones y retenerlas todo lo posible hasta cuando ya no se puede más!”

El 31 de enero de 1964 El P. Llenas escribe de nuevo al P. General sobre las tensiones de Albelda[Notas 18]. Le dice muchos juniores de Albelda están descontentos con el P. Samuel. No ha obedecido a lo que yo mandé en la Visita. Sugiere que hay que cambiar de maestro a finales del trienio. Cita algunos casos. El 11 de febrero le responde el P. Tomek. Lamenta lo de Albelda. Pero no se puede echar toda la culpa a Samuel. Los otros padres, y los juniores, tienen culpa también. Siempre hay algunos agitadores. Hay que reprenderlos, o echarlos.

Cambiado el maestro de juniores (ahora lo es el P. Ángel Ruiz, de 40 años, mientras el P. Samuel tenía 65), el P. Germán López de Juana, nuevo Delegado General de España, escribe al P. Tomek el 24 de octubre de 1964 que ha visitado Irache y Albelda, y ha encontrado un buen ambiente[Notas 19]. Le sorprende que en Irache aún usen bonete. Le dice que en Albelda hay 196 juniores, demasiados para un solo maestro.

También el P. Ángel Ruiz, casi al final del curso, se queja de que hay muchos juniores (aunque ya solo son 180) y que no puede atenderlos a todos individualmente[Notas 20]. En otras órdenes tienen menos. Se han salido muchos este año. Opina que no se les da un seguimiento personal desde el postulantado (tienen demasiados aspirantes). Considera que la formación de candidatos es el principal problema de la Orden. Hace 22 propuestas para corregir la cosa. Las reproducimos. Indudablemente, el P. Ángel las ha pensado bien, y las tendrá en cuenta cuando una decena de años más tarde sea él el General de la Orden.

1.“Montar en Madrid una oficina independiente de cualquier colegio al estilo de la que funciona en Sevilla OBVIAM CHRISTO[Notas 21]
2.Poner al frente de la misma a un escolapio de excepcionales cualidades, no a ningún idealista para llenar un puesto sobre el papel; colaboradores que se desplacen por los colegios para descubrir vocaciones.
3.El cultivo de las vocaciones descubiertas puede llevarlo un Padre o más del colegio, orientados científicamente por la OFICINA CENTRAL o Instituto Pastoral.
4.Nuestros aspirantados deben respirar un clima de naturalidad, no de complejo de inferioridad respecto de los de bachillerato. Para ello, o fundirlos con los internos o colegio aparte. Fomentar la espontaneidad para que se manifiesten tal como son.
5.El reclutamiento debe hacerse no base de datos oficiales, sino con un conocimiento atento y detallado de la familia. (De las bajas que aquí se han producido, puedo decir, de forma general, que ni uno pertenece a familia cristiana normal).
6.Educarles insistentemente en la adquisición de virtudes humanas, concediéndoles un margen mayor de libertad, siempre prudente y vigilada, pero libertad.
7.Pocos actos de piedad, con insistente educación litúrgica.
8.Formar a los futuros formadores escogiendo para tales menesteres los sacerdotes más completos, aunque haya que quitarlos de Prefectos o de Directores Espirituales de Colegios donde funcionan con excelentes resultados. ¿Tenemos nuestro mejor personal en los Aspirantados y Procuradores de Vocaciones? Juzgo que no.
9.Eliminar a todo el que ofrezca duda positiva en defectos de naturaleza. Está demostrado que va siempre a más.
10.No pensemos demasiado en el reclutamiento rural, ya que hoy, con el procedimiento de becas a los que están mejor dotados, nos encontramos que al cumplir los 10 años solo quedan en los pueblos aquellos peor dotados, Y que conste que no me fijo, o mejor, no concedo sino importancia secundaria a la capacidad intelectual pura.
11.Mayor contacto con las familias, tanto por parte de los Aspirantes como por parte de los Formadores.
12.Más apertura con el ambiente, que no les ponemos en fanal, sino en lo posible en familia.
13.Los aspirantados no deben tener más de un centenar, para que pueda darse ese espíritu de familia y responsabilidad. Multiplicar los aspirantados. Si se piensa en un GRAN ASPIRANTADO, que no vivan dentro del pabellón más de un centenar con sus instalaciones particulares completas.
14.¿Que las instalaciones suponen un gran desembolso? Pues acaso no tanto. En plan de dejar vacante las partes que en cada Colegio se destinan a los aspirantes, los respectivos Colegios podrían rellenar inmediatamente ese espacio de internos, que casi compensarían los desembolsos a realizar.
15.Bachillerato completo, tal como ya está planeado.
16.Antes del noviciado (nunca antes de los 17 años), un año de introducción a la teología, filosofía, y Sagrada Escritura.
17.Vacaciones en familia hasta el noviciado, mejor dicho, excepto el año de noviciado, porque después del noviciado tendrían también tres semanas en el verano, como los profesos sacerdotes.
18.A propósito de las vacaciones en familia (de los profesos simples), en la Semana de la Confer prevaleció como opinión común que debían ir con su familia, incluso defendido por algún maestro que pertenece a Orden religiosa cuyos sacerdotes no van oficialmente, por ejemplo, benedictinos, redentoristas.
19.Interrupción de la carrera al terminar la filosofía, con práctica de la misión escolapia en Comunidades escogidas. Irían en grupos de cuatro o cinco a cada Colegio. Aparte del Rector habría un Padre responsable de la dirección de los mismos. Que estuvieran muy cargados de trabajo.
20.Junioratos o bien provinciales (por lo menos hasta la teología) o bien con un solo curso, de forma que no pasen nunca del centenar.
21.Ubicación de las casas de formación en ciudades (o a proximidad), que puedan tener contacto con la civilización.
22.Que haya un Padre especializado en psicología que vaya recorriendo las casas de formación. Que permanezca en cada una el tiempo suficiente para que cada uno pase por sus manos con detenimiento, para poder llegar a conocer el fondo de una manera científica. Y esto desde la Aspirantado, máxime, diría, en el Aspirantado y Noviciado”

Obviamente, el P. Ruiz anuncia un nuevo estilo de reclutamiento y acompañamiento de las vocaciones. El P. Tomek le responde el 10 de octubre. Hace comentarios a su carta. Le lleva la contraria en algunas cosas: los que se van no es por culpa del aspirantado. Las razones para irse no son una mala formación; hay otras muchas causas fuera, en el aire. Es cierto que hay demasiados juniores para un maestro; para eso se hizo el Scío, y se quiere hacer el Instituto de pastoral en Madrid.

Al P. Tomek le llega una carta titulada “Algunas anormalidades que vienen sucediendo en Albelda”. El P. Tomek la copia, y la remite al P. Ángel Ruiz, preguntando si es cierto lo que en ella se dice. Está especialmente inquieto por los puntos 1,4,y 5. Envía copia al Delegado General y al Rector de Albelda[Notas 22]. Estas son las anormalidades señaladas:

1.Catequesis. Nuestros jóvenes desarrollan un apostolado catequístico en Albelda y en los pueblos limítrofes. Hay señoritas que les ayudan y se ve después como esas señoritas se acercan al colegio para hablar con los jóvenes catequistas. Es normal ver a un joven hablando particularmente rato y rato, paseando por delante del colegio o en la sala de visitas con una de esas señoritas.
2.Sotanas. Se explica que lo jóvenes deseen en ciertos momentos liberarse de la sotana. Pero en el viaje a Santiago, por ejemplo, ha sido el mismo maestro quien ha recomendado a los jóvenes despojarse de la sotana dentro de los autobuses.
3.Oración. Se introdujo la costumbre de rezar el Rosario los jóvenes paseando por la huerta, en grupos de 2 o 3. En este verano, al menos en algunas ocasiones, se ha seguido la misma norma para hacer la oración.
4.Visitas a casas de seglares. Se hacen con frecuencia, incluso para tomar café. Especialmente lo han hecho los juniores americanos, cada uno de los cuales tiene una familia particular a la que visita todas las tardes de los domingos. La práctica americana ha sido defendida por el P. Maestro, apoyado en la razón de que estos jóvenes tienen muy lejos a sus padres y necesitan un verdadero cariño familiar.
5.Cigarros y dinero. Se permite a los jóvenes que posean alguna cantidad de dinero y dispongan de ella. Fuman con frecuencia y sin ningún reparo y en público cuando están acompañados de sus familias que han venido a visitarles.

Responde a esta carta el P. Rector, Pedro Turiel, el 9 de octubre.[Notas 23] Le dice que los juniores tienen prohibido dar catequesis a las niñas, y que les ayuden catequistas chicas. Se quitaron el hábito en el autobús, por el calor, con permiso del maestro. Rezan el rosario por la huerta. Los colombianos recibieron permiso para ir a casa de un hermano de un escolapio en Colombia. Los jóvenes fuman a escondidas, y a veces con la familia cuando les vienen a visitar. Se perciben claramente los nuevos aires que el P. ángel Ruiz quiere dar al juniorato, y que provocan normalmente desconfianza en el P. Tomek.

También el P. Ángel responde al P. Tomek el 4 de noviembre de 1965 una larga carta de 5 folios, en la que da su propia respuesta a las “anormalidades”, y lamenta la denuncia del Padre que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo[Notas 24]. Pero, además va más allá, e, insistiendo en las ideas presentada en su reciente carta de 22 puntos, plantea nuevas ideas y propuestas. En primer lugar, defiende los junioratos provinciales. El 90% de los formadores que acudieron a la Semana de Estudios de la CONFER tenían junioratos provinciales. Propone también que se den vacaciones a los juniores, para que pongan a prueba su vocación antes de la profesión solemne, y puedan convivir con sus familias. Propone que haya mezcla entre los cursos de juniores, cosa prohibida entonces. Y además le ofrece unas estadísticas sobre la perseverancia de los candidatos, para que se cuide más la selección vocacional. Presenta los datos sobre los jóvenes que entraron en los diversos postulantados de España, y los que quedan en Albelda. Aproximadamente el 10%. De 96 juniores que entraron en Irache en el curso 1º, en 3º de Albelda quedan 42, menos de la mitad. Cada escolapio que termina (contando las salidas) cuesta a la Orden un millón de pesetas. Hay que ser selectivo al admitir al postulantado. Naturalmente, estas ideas no agradan al P. Tomek, quien más adelante escribirá al P. Germán López, Delegado General, sobre el P. Ángel: “Cometimos un error nombrándole maestro, y no sé cómo corregirlo. Ya que te escribe a ti, corrige sus errores”.[Notas 25]

El P. Félix Leorza se lamenta de los muchos abandonos tanto de sacerdotes como de juniores, en una carta fechada el 13 de octubre de 1965, y sugiere que puede ser el culpable, y ofrece su renuncia[Notas 26] (como había hecho antes F. Llenas de Cataluña). El P. Tomek le responde: “Querido Padre, es imposible no ver los lamentables acontecimientos que ha suscitado la mala interpretación del Concilio Ecuménico, tanto entre nosotros como en casi en todas partes en el mundo católico, pero principalmente entre religiosos y clérigos. Refiriéndome solamente a nuestra Orden, tengo ante los ojos la “crisis” acerca de nuestro ministerio que sufren las Escuelas Pías, de donde vienen varias instancias pidiendo la dispensa del celibato, secularizaciones y también mayor número de abandonos entre nuestros juniores que desde hace algún tiempo afectan principalmente a Vasconia y a Castilla. Pero, querido Padre, ¿acaso somos nosotros los responsables de estas calamidades y flagelos de los tiempos actuales? ¡En absoluto! ¿Y con tu renuncia o la mía o la de otros superiores cesarán las miserias citadas? ¡En absoluto! No hay médicos para eliminar estos males entre los hombres, sino que, con la ayuda de Dios, el tiempo los sanará. Nosotros únicamente debemos intentar que contra los males resista nuestra fortaleza de ánimo, y la propuesta de algunos remedios. En lo que se refiere a los abandonos de los juniores, será necesaria una selección más cuidada en la admisión, tanto al aspirantado como al noviciado, y tener en todas partes coloquios más frecuentes con los formandos por parte de los maestros. Permanece, pues, tranquilo, soporta con ánimo sereno la plaga que aflige también a otros y trabaja diligentemente por las vocaciones del futuro.”

El 22 de abril de 1966 Los Maestros de los junioratos de España (Irache, Albelda y Salamanca) presentan un “Proyecto de una nueva estructuración de nuestros junioratos”, en el que se perciben las ideas del P. Ángel Ruiz, expresadas anteriormente[Notas 27]. Desean adaptar la formación a las directrices del Concilio Vaticano II (Optatam totius). Señalan una serie de hechos nuevos: defecciones vocacionales en aumento; formación deficiente para salir a comunidad, creciente descontento por parte de los juniores, insatisfacción de los formadores, necesidad de adaptación a las peculiaridades de la juventud actual, que ha cambiado mucho. Hacen una propuesta: “A la vista de las exigencias conciliares y de los problemas enumerados, proponemos con todo respeto y sumisión, el cambio de los actuales junioratos por otros menos numerosos radicados en las Provincias, pero dependientes del Rvdmo. P. General para la elección, permanencia, modo de dedicación y atribuciones del profesorado y superiores, los cuales junioratos estén vinculados a uno o varios colegios donde los juniores en equipo con sus educadores realicen el aprendizaje de nuestra pastoral específica dentro de toda la gama de obras apostólicas escolares, para escolares post escolares y circum escolares, y a la vez tomen conciencia del modo de vida al cual definitivamente han de comprometerse por la profesión solemne”. Las propuestas del P. Ruiz coinciden con una de las propuestas de la lista de 43 presentadas a los capítulos locales de Cataluña dos años antes. Pero todas estas propuestas no hacen la actitud de la Congregación General.

El 4 de octubre de 1966 escribe desde España el P. Laureano Suárez al P. General.[Notas 28] Están preocupados por las casas de Albelda y P. Scío. El P. Francisco Cubells, maestro de juniores de Salamanca, dice que otras congregaciones están peor. “En general, todos dicen que hay que tomar medidas eficaces, suceda lo que suceda, pues con la situación actual ni aún los mismos juniores están contentos. Aun no queriendo ser disciplinados y obedientes, ellos, los juniores, sienten que las cosas no pueden seguir adelante de este modo.” Se reúnen los provinciales, y esperan presentar soluciones concretas al P. Tomek.

Unos días después, tras la reunión de los Provinciales de España en Cercedilla, el P. Suárez vuelve a escribir al P. Tomek[Notas 29]. Tiene una impresión positiva de la semana en Cercedilla. Sin embargo, “Los problemas de las Casas Centrales son realmente muy serios y la solución no se ve clara. No se sabe cómo acertar. Hay quien opina que se ha de resolver con mano fuerte y disciplina férrea; otros por el contrario opinan que eso sería contraproducente. Hay quien opina que la solución habría que buscarla en junioratos provinciales, cosa que a otros parece catastrófica. Por eso digo antes que no se impresione por lo que se dice, pues se necesita un poco de comentario.” Han buscado soluciones provisionales para Albelda y Salamanca.

Unos meses más tarde se presenta en Albelda lo que se había presentado también en Salamanca. Se había pedido a la comunidad que los informes de los juniores se leyeran en comunidad, y firmaran todos los Padres. El P. Rector Pedro Turiel presenta el 11 de febrero de 1967 una dificultad al P. Tomek: los Padres que no están con ellos no los conocen, y no les parece bien firmar algo que ignoran[Notas 30]. El P. Tomek responde que, aunque no den clases, pueden conocer a los juniores. En caso de duda, que apoyen el informe del maestro, y así ya cumplen.

Es evidente que en Albelda la presión ambiental iba aumentando. Surgen algunos problemas nuevos a los que los superiores no encuentran solución. Y cuando alguien más “visionario”, como el P. Ángel Ruiz, ofrece algunas salidas, no recibe apoyo, pues los superiores mayores (y especialmente el P. General, tienen miedo al cambio. Lo consideran innecesario, pensando que las aguas volverán a su cauce. O esperan, en vano, las soluciones que proponga el Vaticano.

Dificultades en el Colegio P. Scío.

El objetivo de la creación del juniorato interprovincial P. Scío es doble: por una parte, descargar de juniores el juniorato de Albelda; a mediados de los años 50, viendo los numerosos grupos de novicios y prenovicios que se estaban formando en las provincias españolas, se preveía que en un futuro próximo no cabrían todos los juniores en Irache y Albelda. El segundo objetivo era que algunos escolapios asistieran a la recién creada Universidad Pontificia, para obtener títulos que les permitieran impartir la docencia, incluso en nuestros propios junioratos.

El Colegio Mayor P. Scío de Salamanca se había erigido como juniorato dependiente del P. General el 14 de septiembre de 1961[Notas 31]. Ese mismo año es trasladado allí el primer grupo de estudiantes, desde Albelda. Se ha hecho una selección entre los juniores de 3º y 4º. El P. Agustín Turiel, Delegado General en aquel tiempo, dice que es mejor que no vayan todos a la Universidad Pontificia, no vayan a fallar[Notas 32]. En cambio, el P. Laureano Suárez piensa que cuantos más juniores vayan a la Ponti, mejor.[Notas 33] Se asignan profesores para los que harán los estudios en casa. Las clases se darán solo por la mañana. El curso de pastoral dependerá del P. Rector, Claudio Vilá[Notas 34].

El 12 de julio de 1962 el P. Francisco Cubells, Maestro de juniores de Salamanca, envía al P. General los informes semestrales y las notas de los juniores[Notas 35]. Tras un curso de experiencia, envía una serie de observaciones al P. General. Se han elegido a los que van a la Ponti solo por el criterio intelectual; deberían tener en cuenta el moral, para no dejar una mala imagen de la Orden. Se alegra de que vengan los juniores un año antes de la profesión solemne. Durante la teología no deberían abandonarse las asignaturas de ciencias. Sobre el curso de pastoral. Ahora están bajo el rector, mientras los que van a la Ponti, bajo el maestro. Sería mejor unificar. Escaso personal de esta casa. Hace falta un hermano enfermero. Se llevó a todos los juniores al psiquiatra, según manda la Santa Sede, y se hizo una ficha de cada uno. El P. Turiel dice que no se lleve a todos, sino a quienes lo necesiten. Hará lo que le manden.

Pasa el tiempo, y surgen los primeros problemas en el Scío. Mientras el P. Cubells en sus informes al P. General dice que el juniorato marcha bien y hay un buen ambiente[Notas 36], el P. Delegado General Francisco Llenas escribe al P. Tomek el 4 de junio de 1963[Notas 37]. Ha visitado las casas centrales de estudios. Bien en Irache y Albelda. Cubells actúa de modo que los juniores pierden la confianza en él. Por su parte, el P. Cubells escribe al P. Tomek el 24 de diciembre del mismo año, diciéndole que, siguiendo sus instrucciones, ha retirado de la biblioteca la revista Testimonianze (de Balducci). También obras de Ortega y Teilhard de Chardin[Notas 38].

El P. Llenas visita de nuevo Salamanca en 1964, e insiste en la desconfianza de los juniores con respecto al Maestro[Notas 39]. Los jóvenes se quejan de que hay un abismo entre ellos y los Padres. Harían falta directores espirituales en quienes confiaran los jóvenes. El P. General da largas al asunto: cuando vuelva de España el P. Suárez, trataremos el asunto.

El 19 de enero de 1965 el nuevo rector del colegio P. Scío, José Liñán (antes lo había sido el P. Germán López. Nuevo cambio generacional: el P. Liñán tenía 42 años al comenzar su rectorado; el P. Germán, 55) escribe al P. Tomek compartiendo sus impresiones tras un semestre en el cargo[Notas 40]. La Universidad es un valor positivo. Mejor que fueran todos allí. Pide algunas modificaciones para la oración comunitaria, romper la rutina. Hay una buena comunidad. Sería conveniente tener un televisor. El P. Tomek le responde el 27 de enero. Se pueden enviar más juniores a la Ponti, pero conviene que haya clases en casa. No es fácil modificar la oración, determinada por las Constituciones. Se esperan normas sobre la concelebración. Está en contra de la televisión en casas de formación, aunque este año han dado permiso ad experimentum en el juniorato de Monte Mario. Si lo pide el Delegado General, se concederá permiso para verla en ocasiones excepcionales. Mucha prudencia; pedimos al rector de Monte Mario que nos diga cuántas veces han visto la televisión en el año.

El P. Tomek envía una circular a los provinciales de España el 30 de enero de 1964[Notas 41]. Envía un memorial sobre “El problema de estructura institucional sobre la formación profesional de los escolapios docentes”, elaborado por el P. Julio Campos, quien lo había enviado al P. General el 12 de noviembre de 1964[Notas 42]. Para que lo traten en la próxima reunión de provinciales. Señala el autor del memorial que la casi totalidad de los escolapios decentes, que han de ser profesores de Enseñanza Media, deben recibir una preparación de sacerdote y otra de profesor de ese neivel, debiendo ser concebidas ambas preparaciones como bienes fundamentales para su misión, y de ahí, debidas a todos sus miembros docentes. Sin embargo, a los juniores escolapios no se les da la preparación científica y didáctica, algo muy distinto de la preparación sacerdotal. Nuestros profesores, que a sus 30 o 35 años descubren su incompetencia, sufren un efecto desmoralizador, pues existe mucha incompetencia en profundidad y extensión por desconocimiento del contenido de las disciplinas que enseñan. Existen remedios insuficientes, como el hecho de que un número reducido de escolapios, sin título, hayan conseguido una capacitación profesional. O que unos pocos estudien carreras de ciencias en la universidad. O que haya un buen número de profesores auxiliares de letras, título concedido a quienes han terminado los estudios sacerdotales. Es un remedio ficticio el hacer que muchos obtengan un título teológico en una Universidad Pontificia, que el Estado graciosamente reconoce para dar clases de letras, pues los juniores no reciben una formación específica en las materias que deberán enseñar. “Si el Estado Español lo ha concedido ha sido por una ficción jurídica y una benévola condescendencia, que resulta contraproducente por estimarlo la docencia oficial como intrusismo, y además con sello de privilegio clerical, tan recelado en tiempos que se tienen por democráticos”. Además, señala el P. Campos (que vive en el Scío, y es profesor de latín en la Universidad Pontificia), “Tal como se practica en la casa teológica o Colegio Mayor de Salamanca la discriminación entre aptos y no aptos para cursar y obtener el título de Licenciado en Sagrada Teología en la Universidad Pontificia, ofreciendo a la inmensa mayoría la posibilidad (para los individuos es una obligación) de graduarse, y negándosela a una minoría, y considerando esta situación y discriminación en su aspecto ético constitucional, probablemente es injusta, ya que se viola la comunidad de bienes fundamentales que la Orden debe proporcionar a sus miembros para su vida corporal, espiritual y profesional. Y en este caso se concibe esta obtención de grados como una condición de capacitación académica y oficial para la propia profesión. No será raro ni extraño que los postergados sientan el día de mañana, cuando se vean carentes de un título que obtuvo la mayoría, y con menos posibilidades y dignidad académica para su vida profesional, un amargo resentimiento de inferioridad, muy explicable y humano, pero también pernicioso y desmoralizador.” La consecuencia es evidente: “Habría que poner todo interés, como base y contenido cultural imprescindible para la didáctica, incluso para dar sensación real a estos estudiantes de su futuro ministerio y apostolado, en la preparación científica de su futura docencia en las diversas disciplinas de Ciencias y Letras. La formación universitaria del profesorado de enseñanza media es una de las conclusiones más claras y decisivas que se han consignado en el reciente III Congreso Pedagógico Nacional celebrado en Salamanca a fines de octubre”.

También el P. Cubells, en una larga carta fechada el 9 de marzo de 1965, indica el malestar que existe en casa: demasiados van a la Ponti, y los que quedan en casa son “los peores”.[Notas 43] Antes no había existido este descontento por parte de los que estudiaban en casa. Se consuela el P. Cubells diciendo que en todos los junioratos de Salamanca existe el mismo problema. E informa sobre un hecho nuevo: “Las causas de este estado de cosas está en parte condicionada por las promesas de democracia dadas por el nuevo Obispo de Salamanca[Notas 44] a los universitarios y a los seminaristas. Ya le presentó una comisión de universitarios una serie de puntos a reformar en la Pontificia. También en casa un pequeño grupo intentó presentar unas peticiones de reforma y democratización del reglamento. Pero la reacción de la parte sana, que es la mayoría, fue ejemplarísima, muy enérgica. Hasta tal punto que nos supuso más trabajo aplacar a los buenos que reducir los focos levantiscos. También ha influido la agitación de la Universidad civil. Lo cual se traduce en una actitud antigubernamental en una parte de nuestros juniores. La tendencia a identificarse y solidarizarse con los estudiantes civiles es grande en nuestros juniores actuales. Pero la causa principal está en la polvareda levantada dentro y en torno del Concilio. Si los Cardenales y los Obispos adoptan posturas de rebeldía que en cualquier cámara de diputados de un país demócrata hubiera motivado la suspensión de una sesión y desalojamiento de local; si se saltan el reglamento del Concilio con la anuencia y colaboración de los moderadores; si se dicen expresiones anárquicas que después reproduce la prensa; si no es posible tener todo esto oculto a los juniores porque por mil conductos les llegan a su conocimiento; dígame V.P. qué actitud hay que tomar frente a las destemplanzas y pequeñas rebeldías de jóvenes todavía inexpertos. Si en revistas se ataca la actuación del Papa; si circulan artículos firmados por eminentes teólogos en los que se dice que hay que desacralizar la sociedad actual y la Iglesia debe dejar a los laicos muchas cosas que antes por suplencia regentaba, entre otras la enseñanza…” Así sigue el P. Cubells exponiendo varios hechos turbadores, lo que demuestra que leía mucho y estaba muy al corriente de las cosas, pero estaba en escasa sintonía con un cambio de mentalidad que acabaría por imponerse en la Iglesia. Y en nuestra Orden.

El 19 de marzo de 1965 el P. Claudio Vilá, Catedrático de Pedagogía en la Pontificia, dice que ha oído el rumor que en Roma piensan que vayan pocos juniores a la Ponti. Le preocupa que los juniores salgan sin títulos, como antes. Otros religiosos en Salamanca buscan una asociación a la Universidad Pontificia de modo que todos los religiosos tengan un título universitario para enseñar religión en todos los cursos. Sería fatal que los escolapios diéramos marcha atrás. El P. General le responde el 24 de marzo, para tranquilizarlo. La Congregación General siempre ha buscado aumentar el número de títulos universitarios. El rumor carece de fundamento. Hemos exhortado a los provinciales a que animen a más gente a sacar títulos universitarios.

El P. Rector, J. Liñán, escribe al P. General el 31 de marzo sugiriendo que permita al P. Cubells, que tiene vocación de investigador, hacer una tesis en pedagogía; más tarde será peor. El Maestro de juniores, como van las cosas, cada vez tendrá menos trabajo. Los estudiantes de la Ponti han hecho una propuesta democratizadora (evaluar a los profesores, asistir a las clases que les parezcan más interesantes…). El P. Tomek le responde el 6 de abril que Cubells puede hacer su tesis siendo maestro.

Tanto el P. Cubells (6 de abril)[Notas 45] como el P. Claudio Vilá (4 de septiembre)[Notas 46] informan al P. General que hay un ambiente muy revuelto en la Universidad Pontificia. Los estudiantes se rebelaron contra el profesor Peinador porque quería dar la clase en latín. Y lo mismo ocurre en varios junioratos de la ciudad. El P. Vilá señala que la crisis aumenta con el Concilio. Naturalmente, ellos no podían saberlo, pero yo creo que en estas tensiones de la Universidad Pontificia de Salamanca se vive ya un anticipo de lo que será el “Mayo del 68” en otras universidades europeas. Hay que decir que a San Pantaleo y a Monte Mario, estando más cerca, no llega ningún rumor de inquietudes de este tipo en la Universidad Gregoriana de Roma.

El 18 de septiembre de 1965 el P. Liñán escribe al P. General manifestando una dificultad[Notas 47]. A la hora de renovar los votos, los padres votan a los juniores sin conocerlos, solo por referencias. Le parece injusto. Los provinciales no respetan la votación de la comunidad en cuanto a ordenaciones. No les apoyan. El P. Tomek le responde que esa votación es solo consultiva; son los Superiores Mayores los que deciden luego admitir o no a la profesión a sus juniores. Pero el problema tendrá graves consecuencias, a final de curso. En efecto, en la renovación de los juniores hay uno, Basilio González, que no es aceptado. El maestro de su curso, P. Ángel Ródenas, intercede a favor de él, expulsado por tener votación negativa. Pide otra oportunidad para él. Y dice que se malinterpretan los votos en blanco, que a veces quieren decir simplemente “no lo conozco”[Notas 48]. El P. Tomek le responde diciendo que han cambiado “expulsión” por “no admisión a la profesión solemne”, para que puedan acogerlo en otra parte. Y le dice que este junior escribió una carta clandestina insultando a los superiores. Pero la cosa no queda ahí. El P. Germán López informa que los de Pastoral guardaron un minuto de silencio en el comedor como protesta por su expulsión. El P. Cubells está excitado con los juniores[Notas 49]. El P. Tomek le responde que ese incidente es un signo de los tiempos; hay que identificar a los causantes, para evitar que provoquen incidentes mayores en el futuro.

El P. Pedro Sanzol, anterior maestro de novicios y ahora profesor en el Scío, escribe una carta muy pesimista al P. General el 29 de agosto de 1966.[Notas 50] “Hoy, P. General, sobre todo en estas casas, es frecuente acabar medio loco (...) Me considero también yo culpable de cuanto acontece en las Casas Centrales. Todos somos culpables. Lo cierto es que, según mi débil entender, esto se desmorona, se está corrompiendo. Las faltas más claras de disciplina colectiva (un minuto de silencio en el comedor para protestar de la decisión de V. P. en el caso del Cl. Basilio González no admitido a la profesión) … la falta más absoluta de respeto a mil cosas, y todo ello casi siempre impune… va creando un clima de descomposición que no sé dónde nos llevará (…) Hoy la masa es horrible, y, de modo particular, la masa de clérigos es sencillamente insoportable. Todos los centros de formación están, por las noticias que tengo, igual o peor que los nuestros. La Iglesia se está resquebrajando precisamente en los seminarios sacerdotales y religiosos. Y se requieren muchas cosas, pero ante todo hombres con autoridad.” Le explica que él necesita dejar esto, trabajar en otra cosa, para no volverse loco.

Por las mismas fechas, escribe también al P. General el P. Liñán, rector[Notas 51]. “Este curso que va a profesar ha sido del todo distinto de los demás, inobservante, tramposo, aprovechado, fumador, murmurador, poco estudioso, muy poco piadoso. En fin, un curso lamentable, a pesar de que el maestro ha intentado en vano comprender y dar más libertad, que ha servido la postre para aumentar los abusos.”

El P. Germán López, muy impresionado, escribe al P. General al final del cursillo de Pastoral, el 30 de agosto[Notas 52]: “Se puede sentar como primer mal de todos los males que ha desaparecido totalmente el principio de autoridad. Consecuencia: una total indisciplina en todas las manifestaciones, silencio después del examen de la noche (no digamos durante el día), puntualidad, permisos asistencia a los actos de comunidad, etc. Malestar y descontento general, falta de vida sobrenatural, obediencia, naturalismo. El fumar está muy extendido: ¿de dónde sale el dinero? (…) Resumiría el estado caótico actual con esto: existe la máxima libertad con la máxima indisciplina y frescura por parte de los jóvenes, y la máxima impotencia y descontrol por parte de los formadores.” Apunta indirectamente a la manera como vienen formados de Albelda, y a su maestro, Ángel Ruiz.

De otros lugares llegan también toques de alarma sobre el Scío. El P. Juan Manuel Díez, ex Provincial de Vasconia y profesor en Albelda durante muchos años, dice que el Scío es una casa de deformación[Notas 53]. El rector y el maestro han abandonado la autoridad. Hace falta una intervención desde arriba. El P. Félix Leorza, Provincial de Vasconia, escribe al P. General que ha visitado Salamanca[Notas 54]. El juniorato va mal. Insolencia, crítica de la autoridad. La comunidad está acobardada. El avanzado espíritu de renovación en las provincias influye negativamente en los juniores. Incluso desde La Habana llegan ecos al P. General. Un sacerdote, Julio González, que trabaja en La Habana con el P. Magri, informa en carta del 1 de marzo de 1967 sobre la situación del juniorato del Scío, por donde pasó. Hay inquietud, tensión entre los juniores que estudian en la Ponti y los de casa… Se trata de excesos propios de la juventud, que él disculpa[Notas 55]. Le responde el P. Tomek el 7 de marzo, y le dice: “Veo con admiración con qué exactitud ha conocido el estado de nuestras cosas en Salamanca. Sin duda, por el momento nuestros juniores constituyen nuestro mayor problema. Se aplican todos los remedios posibles para resolver este problema, pero en general nuestros remedios apenas mejoran el estado de las cosas. Solamente Dios y el tiempo pueden sanar esta enfermedad. Así que tú y todos nosotros debemos continuar orando para que Dios nos libre cuanto antes de este nuestro gran mal.”

Es triste ver que el P. General considere a los juniores el mayor problema, cuando en realidad son siempre la mayor esperanza para la Orden. El colmo es pedir a Dios que nos libre cuanto antes de este gran mal… Si fue realmente el P. Tomek quien escribió la carta (tal vez se la escribió alguien que no reflejó bien su modo de pensar; él no escribía en español), en este caso cometió un lamentable error.

El P. Germán hace una nueva visita al Scío, y a la vista del ambiente inquietante que existe, toma una decisión dramática que marcará el inicio del fin de los junioratos interprovinciales en España. Escribe al P. General el 7 de diciembre de 1966 que le preocupa el ambiente naturalista del juniorato; poco espíritu religioso[Notas 56]. Espíritu de crítica e insatisfacción. Hay que tomar medidas para atajar el mal. Habría que enviar a sus provincias a los más peligrosos. Van al cine, al bar, fuman… Y, en efecto, decide enviar 15 juniores de vuelta a sus provincias, para “sanear” el ambiente. Medida, en nuestra opinión (como en el caso de algunos escolapios que escriben al P. Tomek luego), exagerada y fuera de lugar. Los mismos juniores del Scío reaccionan escribiendo una carta el 18 de enero de 1967 al P. Delegado General, con copia para el P. Tomek, protestando respetuosamente por su decisión[Notas 57]. Le dicen: “Creemos injusto que algunos jóvenes hayan salido perjudicados por haber manifestado sinceramente su opinión en una visita canónica, y otros hayan sufrido idénticas consecuencias sin la debida atención a sus problemas. Aun juzgando válida para algunos la medida tomada, no la creemos oportuna para otros, y lamentamos aún más el procedimiento seguido. Por lo cual rogamos se vuelva a estudiar la situación de nuestros hermanos y se repare el error cometido con varios de ellos. Para nosotros esta medida no soluciona en absoluto nuestra situación ambiental; es más, ha aumentado en nuestro juniorato el clima de inquietud y de desconfianza hacia nuestros superiores”.

El P. Rector Liñán manifiesta al P. General en carta fechada el 20 de enero su desacuerdo con la medida tomada, que considera inconveniente. E incluso ofrece su dimisión[Notas 58]. Le dice: “Hace tiempo y desde que me incorporé a Salamanca, pude comprobar lo arraigadas que estaban en los jóvenes nuevas ideas sobre la obediencia, la responsabilidad, la libertad, la pobreza, nuestra misión escolapia, etc. Sería largo de enumerar. A los superiores se les considera, aunque no se llegue a formular abiertamente, como enemigos de los que hay que defenderse con las armas lícitas e ilícitas. Alguno ha dejado entrever que, si conviene mentir, se puede mentir en propia defensa contra superiores que, a su parecer, abusan de la obediencia sin respetar la persona. Cada día crece más el contagio que llega por revistas, libros, conferencias, contactos, etc. (…) Hoy es común entre eclesiásticos el deseo de parecer avanzados o de izquierdas. En una masa de jóvenes los hay que cumplen escrupulosamente y contra estos, a los que se tacha de comodones, de cobardes, de insolidarios, van dirigidos los dardos de los demás, hasta que se cansan de luchar y acaban por dejar arrastrarse para evitar las iras de la masa. En estas ocasiones se necesita ser muy inteligente y muy hombre para no dejarse envolver en el torbellino que se apoya en frases episcopales, en teólogos avanzados y en interpretaciones muy subjetivas de los mismos textos conciliares. El que resiste ha de tener el temple de un mártir y saber que está condenado a vivir completamente aislado” Se ha producido una crisis sentimental en los del último curso. La medida era necesaria para la mayoría. Pero no es seguro que en las comunidades (de Cataluña) les reciban bien y les controlen. El P. Germán quería tomar medidas duras, de varias expulsiones, pero esto no conviene. Él, Liñán, está dispuesto a dimitir. Le responde el P. Tomek el 30 de enero diciéndole que necesitamos más tiempo para pensar sobre esto.

En la misma fecha (escriben felicitando al P. Tomek por ser su santo, San Vicente) el P. Cubells expresa estar satisfecho con la mano dura del P. Germán[Notas 59]. Dice: “Aquí las cosas se calmarán si se sabe tratar con serenidad y con firmeza. Si hay tensión es porque en el pasado verano los juniores de Salamanca tuvieron ocasión de hacer un descubrimiento: que hay Padres en las comunidades que están dispuestos a apoyarles. Lo vieron en los profesores del cursillo de pastoral, lo oyeron en sus vacaciones al visitar los colegios, lo ven en la acogida que las comunidades de La Mina y de las Arenas (Tarrasa) dispensan a los que no fueron admitidos a la profesión solemne, aun a quien no era de la provincia de Cataluña.” El P. Cubells remite al P. General cartas interceptadas que desde Cataluña envían a los juniores de Salamanca[Notas 60]. Con este apoyo de fuera, dice, aquí no se arreglan las cosas. El P. Tomek remite lo enviado al P. Provincial de Cataluña, Francisco Llenas, y le dice que quiere que termine el asunto, por las buenas o por las malas. Pide más información.

El 10 de marzo de 1967, 28 religiosos de Vasconia firman una carta de protesta por el envío de 15 juniores de Salamanca a sus provincias.[Notas 61] Dicen al P. Tomek: “Creemos que una explicación se hace totalmente necesaria. Con la interrupción de estudios a que se obliga a estos religiosos se les causa un notable perjuicio, sobre todo a los tres que estaban preparando ya el examen de licenciatura. A la provincia se le carga un no pequeño gravamen económico, ya que está interrupción supondrá o bien la pérdida de cuatro títulos universitarios, o bien la prolongación de las respectivas carreras por un año escolar. También es de considerar que esa decisión, que a todas luces aparece como una sanción, compromete el buen nombre de los afectados ante la provincia. Todo ello sin una clara y definida razón aparente. Nos parece ver en estos hechos algo que tiene cariz de inadmisible arbitrariedad. Y ello nos hace elevar nuestra voz hasta aquellos que tomaron tal decisión, en los cuales siempre desearíamos ver un claro modelo de noble y justo proceder.”

Este hecho del envío de 15 juniores a sus provincias constituye un momento clave en la historia del Colegio P. Scío, y marca un cambio de rumbo en la formación de los juniores en España. Hace más de 50 años que la cosa ocurrió, pero algunos de los protagonistas de aquellos hechos viven aún, convertidos todos en venerables padres de la Orden, con brillantes y elevados servicios de responsabilidad a sus espaldas. He pedido información y evaluación de aquellos hechos a algunos de ellos, y me permitiré copiar algunas de sus respuestas, sin citar sus nombres.

“Escolapio 1” (E 1) era profesor recién estrenado en Salamanca. Me escribe en email de fecha 23 de octubre de 2020:

“Al acabar mis estudios en Roma, el P. Tomek me dio obediencia para el Scío de Salamanca. Se celebraba en el Scío el curso de pastoral que anualmente se tenía en alguna casa de España para los que habían acabado los estudios el año anterior. En el Juniorato se respiraba tensión, aunque yo no tenía ni idea del qué y por qué. La causa parecía ser, en ese momento, la expulsión de la Orden de un junior, que no sé quién era. Se consideraba que había sido injusta. Mi primera comida, al día siguiente, tuvo como incidente la llamada “huelga de silencio” por parte de juniores y cursillistas. Al permitir hablar el Rector siguió un silencio sepulcral que duró dos minutos y se acabó con un murmullo alto de volumen de sopetón. Me dije para mis adentros: ¡empiezo bien, dónde me han metido! (…) Se estaba cerca del 68 francés y en el hervor del posconcilio.

Al comenzar el nuevo curso 1966-1967, de nuevo el P. Delegado hizo una visita para ver cómo seguía la situación. Sé que pasaron a hablar con él los juniores. Los Padres, no sé. Al menos yo no pasé. Según nos informó el P. Rector después de volver a Madrid el Delegado, éste le había dejado una lista de Juniores que había que mandar a sus Provincias. Era larga, aunque no recuerdo el número. Según el mismo P. Rector la medida punitiva se imponía y habría sido mejor ejecutarla al final del curso anterior, como el Delegado se ve que había propuesto a la comunidad. Como esta se opuso, no se hizo y el Delegado se lamentaba que había sido un error. Había que “sanear” rápidamente el ambiente del juniorato para que no se “infectase”. El P. Rector dio una lista de juniores a mandar a sus Provincias a cada uno de los Padres responsables de los tres pisos de la casa: Angel Ródenas, Antonio Lezáun y yo. Había que comunicar a cada uno de la lista personalmente la decisión del P. Delegado al día siguiente para que se ejecutase rápidamente. “Mudé la color” y me entró mucho miedo. Recuerdo que en la tarde salí de paseo con Lezáun para hablar de cómo hacerlo y aquella noche ni dormí. Al día siguiente pasé habitación por habitación de los implicados de mi piso y les comuniqué la decisión. Todo fue tranquilo y no recuerdo que ninguno se manifestara airado contra mí. Lógicamente aquellos días en la casa fue un hervidero de comentarios, críticas, repulsas y tensiones. Algún junior de los implicados me contó que, según él, en la entrevista con el Delegado si alguno se había manifestado crítico o con tono altanero, lo señalaba junto a su nombre, y de los señalados se hizo la lista.

Ni en aquel momento, ni ahora sabría, calibrar los qué y los por qué. Hubo juniores que abandonaron la Orden y otros cumplieron trasladándose a las Provincias para acabar allí sus estudios. Varios son todavía escolapios y ejemplares. Hubo su eco entre las casas de formación de los religiosos en Salamanca. Algunos lo “admiraban” por la valentía que según ellos supuso un gesto así, que era necesario. Otros no se pronunciaban. En nuestras Provincias de España creo recordar que la medida provocó críticas y rechazos en general.”

“E 2” es uno de los juniores enviado a su provincia. En email de fecha 22 de octubre de 2020 me cuenta lo siguiente:

Quizás para entender lo que pasaba en Salamanca hay que remontarse un poco a lo que me pasó en Roma donde estuve tres años, dos de Filosofía y uno de Teología, Cursos 62/63 al 64/65. Hice la Licencia en Filosofía en la Gregoriana. Me costó porque no soy filósofo, pero la hice. La Teología me encantó. Tuve profesores excepcionales, por ejemplo, Latourelle. La Teología de la Gregoriana estaba en su apogeo.

Pero el ambiente de San Pantaleón era horrible. Los juniores estábamos como en la cárcel. Desde la ventana del pasillo encima de la puerta, Tomek vigilaba que todos salíamos con el “capello”, porque era absolutamente necesario que lleváramos el sombrero a clase. Mis padres pudieron venir a Italia en un viaje organizado y estuvieron en Roma menos de una semana. Yo no podía faltar a clase para acompañarles, solamente un rato por la tarde. Cuando en mi último año, Sántha era el que nos tenía a cargo, teníamos que salir de paseo de 2 a 3 de la tarde (incluso en verano) y al volver teníamos que avisarle por teléfono, uno por uno, que habíamos llegado. No se fiaba que uno diese el parte según el horario y otros llegasen más tarde. Y todo era así.

(…) Yo estaba muy contento con la Universidad, pero el clima de la casa era enfermante. Me enfermé. Una gastritis aguda que no se mitigaba con nada. Al tiempo, todo me sentaba mal, hasta un simple puré de patatas. (…) Y volví a Salamanca. Al Scío.

El maestro era Cubells y el Rector, Liñán. Pero dependían mucho del Delegado, que creo que era Germán López de Juana. Cubells estaba con sus estudios de Doctorado y Liñán era una persona buena y simpática con poca personalidad. El Delegado movía los hilos, pero desde Madrid. Supongo que por teléfono o carta.

Yo estuve en el Scío año y medio. Y estuve contentísimo. Me metí en la Expo-Scout con Luis Monté y Salvador Riera, trabajamos mucho, conseguimos dinero vendiendo publicaciones que nosotros mismos hacíamos (con permiso, por supuesto) y arreglamos la Expo-Scout hasta hacerla un centro de difusión del escultismo, por lo menos a nivel nacional. Trabajé también en lo que se llamaba la “Resi”, la Residencia Provincial de chicos huérfanos. Yo estaba feliz en la casa y con las actividades que llenaban mi vida.

Por el contrario, estaba profundamente disgustado del nivel de la “Ponti”.

Imagínate que después de los profesores de la Gregoriana, me encontré con gente como Arias, un Agustino que daba Gracia, totalmente aburrido y monótono al que no se le entendía nada y que no entusiasmaba para nada. O a un tal García Cordero, Dominico que tiene incluso varios libros, que te quería introducir en la Escritura con frases rotundas o chuscas como “Josué fue el mayor bruto de la Historia”, etc. etc.

Había Teología también en casa, (sin renombre, pero quizás de mejor nivel que en la Ponti) pero como yo ya había empezado en la Universidad, me mandaron para allí.

En resumen, feliz en casa, descontento con la Universidad. Probablemente hice algún comentario. No recuerdo nada especial, pero seguramente lo hice, probablemente a los compañeros y quizás también a alguno de los formadores. No recuerdo ningún altercado ni discusión. Probablemente, solo comentarios y comparaciones. Entre los profesores en casa me parece recordar a Antonio Lezáun y, ciertamente Angel Ródenas, que era mi confesor. Ya lo había sido en Irache, antes de ir a Roma.

A Ródenas lo recuerdo con especial cariño. (…) Pues Ródenas (el Maestro era Cubells) un día me llama y me dice que seguramente tendré que salir de Salamanca porque estoy en una lista del grupo que causa mal ambiente. Yo le pregunto y no me sabe decir más, simplemente que a los Padres se les ha comunicado eso. Voy al Maestro y Cubells me dice que no sabe, que le pregunte al Rector. Voy al Rector y me dice que el Delegado, Y así. Ródenas fue el único que me habló y me dijo que me confiase a las manos de Dios.

Yo estaba avergonzado, humillado y realmente no sabía qué pasaba. Nadie me había explicado nada. La cuestión es que salí de Salamanca con destino Zaragoza. Al llegar al Colegio y presentarme ente el Provincial, no sabía ni dónde meterme ni qué decir. (…)

Y esa es la verdadera historia. En las cartas habrán puesto palabras para justificar decisiones tomadas sin hablar y sin conocer a la gente. Y así pasó lo que pasó. No sé las razones en otros casos. Supongo que en cada caso era diferente. Pero seguramente la falta de diálogo, de verdadera formación, de acompañamiento personal, fue el denominador común.

“E 3” es otro de los enviados a su provincia. Me cuenta en largo email de fecha 25 de octubre de 2020 muchas anécdotas sabrosas de aquel tiempo. Entresaco parte de su información:

“Universidad Pontificia. Tiempos del Concilio. Antes de hablar del Scío, es bueno recordar el ambiente vivido en Salamanca en los años que envolvieron la Celebración del Concilio, y los inmediatamente posteriores. Nuestro espacio de convivencia con otros jóvenes religiosos era la Universidad Pontificia. Aquello comenzaba a entrar en crisis, no funcionaba. Entre las expectativas criadas por el Concilio y las clases de la Ponti había un abismo. Era un estudio tedioso, en torno de una interpretación muy cerrada de las viejas tesis tomistas, anclada en fórmulas que no decían casi nada. Nos pareció increíble que alguno de aquellos profesores participara en el Concilio como asesor de los obispos españoles; era incomprensible, visto el nivel de las clases. Y allí estábamos, obligados a asimilar contenidos que no transmitían ninguna animación; pero había que pasar en los exámenes. (…)

Un grupo llamado “Ecclesia”. Carlos Mascaró era muy animado; buen amigo de aventura. Suya fue esta propuesta interesante y que explica muchas cosas. Como el estudio de la Ponti se hacía demasiado pesado y no motivaba a nadie, surgió la feliz idea de que se podría inventar una manera diferente y más productiva de aprovechar aquel tiempo de estudio. Formamos parte de ese grupo Ecclesia un buen grupo, no todos. Esto era propuesta interna, dentro del Scío. Funcionaba de una forma muy sencilla, pero que tuvo buenos resultados. Había reuniones periódicas (¿cada dos semanas…?) y en ellas poníamos en común las lecturas que habíamos hechos durante ese tiempo. Repartíamos, a cada encuentro, lo que cada uno podría leer y después repasar a todos, para ganar tiempo. Había muchas ganas de saber. Lecturas, evidentemente, que nada tenían que ver con los contenidos da la Ponti. Circulaban entre nosotros muchos apuntes y fotocopias… que recibíamos de diversos lugares, en español y también en francés, principalmente. ¿Quién era aquel Rahner de quien se hablaba tanto… y aquel grupo de excelentes teólogos que habían colaborado en el Concilio…? Fuimos conociendo una lista muy interesante, “otro mundo de pensamiento”, que suscitó mucho interés. Aquel sistema de estudio en grupo funcionaba durante la mayor parte del año; mientras, las materias de la Ponti se quedaban en compás de espera… hasta que llegaban los dos últimos meses del curso; no había cómo escapar, y entonces había que estudiar un poco las tesis escolásticas bajo pena de perder el año académico. Leímos mucho. Evidentemente, este tipo de iniciativas acontecían por nuestra cuenta; en el Scío, oficialmente, no había un plan de estudios paralelo al de la Universidad.

El Scío. El Scío era parte del panorama. Ni más ni menos. Todos pasando, a duras penas, por un cambio que tardaría mucho en percibirse como respuesta a tantos anhelos. No había mucho contacto con los superiores de la casa. Era rector Liñán, buena persona, pero también víctima de la pandemia reinante. Cubells hacía lo que podía; un hombre bueno, pero tal vez un poco cuadrado, que intentaba guardar la disciplina de grupo, según las orientaciones que recibía, teniendo como referencia un Reglamento disciplinar que pretendía tener todo controlado. Sirva como ejemplo que en su cuarto tenía un “Cuadro de Control”, muy grande, cuadriculado, donde aparecía por un lado la lista de los juniores y, por otro, la posible lista de lugares más comunes donde se podían mover. Cuando un junior tenía que salir del Scío, iba al Maestro, le comunicaba a dónde iba… y el Maestro colocaba una marca en la casilla donde se entrecruzaban el nombre del dicho junior y del local a donde se dirigía. Era sólo mirar aquel cuadro para saber dónde estaba cada junior, en cada momento… Novelesco (o policíaco), pero auténtico (lo puedo afirmar, porque durante un buen tiempo fui encargado de limpiar diariamente el cuarto del Maestro, y podía observar el panorama). Cubells tenía cierta dificultad de hablar personalmente con cada uno, y tal vez se justificaba con aquel riguroso control que pretendía mantener; totalmente insuficiente, claro. Faltaban las condiciones para lo que hoy en día se pediría a un ambiente formativo que acompaña a grupo de jóvenes en su proceso vocacional (¿qué culpa podría tener Cubells… si le tocó esa lotería… y en aquellos tiempos?). Era un clima pesado, agobiante; pero nos ingeniamos para sobrevivir, con iniciativas que surgieron entre nosotros; paralelas al régimen que sustentaba la situación. Y dentro de la sobrevivencia, algunos recuerdos extravagantes de aquellos días que, dentro de lo anormal, permiten visualizar una realidad de poco diálogo y de mundos paralelos que casi no tenían contacto.

Un complemento del Cuadro de Control: el Reglamento decía que nadie podía ir solo a ningún lugar; siempre acompañado por otro. Se cumplía. Pero aparecían situaciones desconcertantes: si un junior había ido a estudiar a la biblioteca de la Universidad (acompañado, claro) y a la hora de volver se encontraba solo, porque el otro había vuelto con otro grupo… “no podía volver solo”. La única solución era llamar a casa y pedir que lo fueran a buscar; pero tenían que ir “dos”, porque uno solo no podría; una vez reunidos, podían volver los tres juntos amigablemente. Creo que en esto Cubells no fue muy original, porque este sistema era, evidentemente, un plagio del “encierro de Pamplona” pues, cuando un toro se queda solo, le mandan los mansos para recogerlo y así circulan “todos juntos”, como Dios manda.

La última Navidad en el Scío: habíamos juntados algunas pesetas, no muchas, y decidimos comprar un garrafón de vino de un monasterio (decían que era dulce y muy agradable); y también alcanzó para comprar unas cajas de pastas, muy normalitas. Todas las noches, durante la Navidad, nos reuníamos en una de las salas del juniorato, en la parte superior, sin hacer demasiado ruido…, y felices con un traguillo de vino dulce y cuatro pastas. En el fondo, bastante inocentes.

Las orillas del Tormes. Buen lugar para olvidar penas. Sólo alguna rara vez, cuando había condiciones y cuando conseguíamos reunir algunas pesetas, para comprar algo y merendar amigablemente a las orillas del río. Saliendo de Salamanca en dirección a Alba de Tormes (Santa Teresa). En honor a la verdad, las meriendas eran iniciativas de “los vascos”; una especie de escape para disolver problemas y para convivir. Los catalanes, más piadosos, se reunían de vez en cuando para alguna paraliturgia; Carbó también era aficionado a esas recitaciones de salmos. Los vascos… “al negocio”. Conservábamos nuestras peculiaridades propias de cada región; y había buen entendimiento. Interculturalidad.

Buenos recuerdos: también los hubo, claro, y muy buenos. Se podrían citar, sin tantos detalles, las salidas a Pineta, en verano; nosotros iniciamos la primera colonia. Fue muy bueno. Algunas excursiones: un campamento inolvidable por lugares maravillosos de la sierra de Gredos; a Alba de Tormes, en bicicletas alquiladas; a Ciudad Rodrigo; a Ávila y Segovia. A la central hidroeléctrica de Aldeadávila, en la frontera con Portugal.

Y entre esos buenos recuerdos: la lectura de muchos libros de literatura, con resúmenes para pasarlos a otros (¡qué atractivo se nos hizo Camus en aquel tiempo!). Y el famoso Cine-fórum, que funcionaba en el salón de colegio Calasanz y en el que participaban muchos seminaristas de otras órdenes. Buena selección anual de películas… Hubo buenas iniciativas, que nos ayudaron a ser creativos, además de disciplinados (régimen casi militar del Scío).

Tejares. Un recuerdo personal, para comprender mejor las circunstancias inmediatas antes de salir de Salamanca. En Tejares los salesianos tenían un colegio, con una biblioteca muy buena sobre catequesis. Ya en Albelda había tenido la oportunidad, junto con otros juniores del curso, de participar de la catequesis de un pueblo próximo, Sorzano; también la misma oportunidad en Salamanca, en una casa de acogida de niños abandonados o muy pobres, que estaba cerca del Scío. El caso es que aquello fue suscitando en mí un interés cada vez mayor por la catequesis. Y, no sé en qué momento concreto, me vi frecuentando (iba solo) aquella biblioteca de Tejares. Fue algo fantástico para mí; algo que tocó y motivó. Fue tanto, que comencé a pensar en hacer la Tesina de final de Teología sobre Catequesis. Y una vez decidido, me dediqué a leer todo lo que podía sobre este asunto; tomando nota escrita de todo. Allí había muchos cuadernos o folletos, generalmente a multicopia, venidos principalmente del Instituto Superior de París. Jean Honoré era el Director (un recuerdo siempre muy agradecido a él) y sus escritos me parecieron excelentes, animadores; tenían una sabia nueva, para nada parecida a la que recibíamos en la Ponti del tomismo, tal como nos era interpretado. Y partiendo de Jean Honoré, fueron apareciendo otros autores sobre catequesis, como el P. Arnold, que leía con mucho interés; y muchos otros. No recuerdo haber estudiado alguna otra cosa con el mismo interés; recogí muchísimo material; todo en hojas de cuaderno, con bolígrafo, único medio disponible. Y un día, sabiendo que Fernando Legarreta (de mi curso y muy conocido por Pedro Aguado) podría sentir el mismo impacto, le dejé sobre la mesa unas hojas con notas recogidas en Tejares. Poco después recibí su respuesta: Jesús, ¿dónde has encontrado esto? – En Tejares, ¿quieres venir conmigo…?. Y fue…; a partir de esa fecha hacíamos el viaje juntos; generalmente en bicicleta que, a veces, se hacía peligroso, principalmente en los días de invierno en que había mucho hielo en la carretera (Salamanca es muy fría en invierno). Lecun, como siempre le hemos llamado a Fernando, se entusiasmó también por la catequesis y creo que lo demostró muy bien en su dedicación pastoral posterior, en Bilbao. Y llegó el desenlace menos esperado, en el momento en que más estaba trabajando de todo ese período que viví en Salamanca.

Encuentro con Liñán. Así que terminó la Navidad, nos dieron la noticia; 15 teníamos que salir de Salamanca; cinco de Vasconia. Fernando Legarreta creo que se libró por intervención del Provincial; eso dijeron. Pero fue él mismo (Fernando) el que celebró “nuestro funeral”, la víspera de la salida; montó un catafalco de difuntos en el corredor del piso del juniorato, y armó una de aquellas que sólo él era capaz… con cantos, ceremonias, crespones negros, gritos y suspiros, mezclando español con latín… (creo que también colocó la bandera de España, pero no estoy seguro)… A pesar del ruido evidente, nadie de la comunidad se atrevió a subir al juniorato, para ver qué estaba sucediendo, a no ser el viejillo Juan Manuel Diez; llegó delante de Fernando y le pidió de rodillas “parar con todo aquello, por el amor de Dios”. ¡¡¡Qué escena!!! Y al día siguiente salimos. Pero en uno de los días anteriores, fui directamente al despacho del Rector, Liñán, y le pedí que me dijera cuál era la razón para tener que interrumpir estudios y salir a la Provincia… Me pareció que Liñán no tenía una respuesta clara; todo se redujo a decirme que “estaba desmotivado, que había perdido interés…”; y no recuerdo que hubiera salido de ese círculo de consideraciones, pero sin concretar nada. Al oír aquello, le pedí para esperar un poco, que volvía enseguida. Subí al cuarto y cogí todos los materiales que había ido copiando en Tejares. Era mucho, muchísimo… Lo llevé al despacho de Liñán y lo puse encima de su mesa. No recuerdo las palabras, pero le dije algo parecido…: “Padre Rector, mire cuál es mi desmotivación para los estudios…” No me aclaró nada más y me tuve que volver con todo en las manos.

Final de historia. A Pamplona, el día 14 de diciembre, que llamamos entonces “el 14 del mes de Nisán”, en recuerdo de viejas historias bíblicas. Cuatro meses después habríamos terminado la Licenciatura en Teología. Al llegar a Pamplona, nos encontramos con la orden de que no podríamos estudiar nada ese año; nos distribuyeron, cada cual para un lado. Terminó el año escolar y algo nuevo cambió el panorama: para el curso siguiente, los jesuitas abrían la Teología en Deusto. Pedimos poder ir allí, y de esta forma completar lo que faltaba en Salamanca y obtener la Licenciatura. Eso fue concedido; menos mal. Y pasé un año excelente en Bilbao, junto con mi amigo Fernando y estudiando en Deusto. Y la Tesina fue sobre “Catequesis”, como estaba previsto. El texto lo tengo conmigo hasta ahora. Doscientas cincuenta páginas, escritas a máquina; nada de ordenadores. Fue algo muy intenso y querido, que siempre me ha acompañado. ¡Qué buen recuerdo de aquel tiempo dedicado al trabajo hecho en Tejares!

Aclaración final: Sí recuerdo un enfrentamiento directo con Cubells; pero no recuerdo de ningún otro, ni con el mismo Cubells, ni con Liñán, mucho menos con el Delegado. Eso fue a la vuelta de uno de los años en que fuimos en verano a Pineta, para las colonias; pudo haber sido el último año. Al terminar en Pineta, pensamos hacer una excursión al Perdido, como despedida; sería en el día anterior a la vuelta a Salamanca. La excursión fue un desastre; sin conocer casi nada de aquellas soberbias montañas, fuimos en pequeños grupos, cada uno por su lado; y sin ningún equipamiento, ni suficiente comida… Nadie llegó al Perdido; nos “perdimos” todos. Unos cuantos llegamos hasta Ordesa, haciendo auto-stop… Pero nada de subir al monte; qué ingenuos. Al final del día, algunos, con suerte, conseguimos llegar de vuelta a Pineta a una hora razonable, haciendo auto-stop. Otros fueron goteando poco a poco, a horas intempestivas, cansados y hambrientos. Hubo quien llegó de madrugada, ya próxima la hora de coger el autobús para Salamanca. Al final, salimos de Pineta… y a casa. Dos días de mucho cansancio, hambre y sueño. Muchos detalles los tengo borrados. Sólo sé que, habiendo llegado al Scío, al día siguiente un buen grupo no se levantó para la oración de la mañana. Y a la hora de juntarnos para el desayuno, Cubells nos dio una bronca de buen tamaño. Recuerdo muy bien que perdí los nervios y, como representante del curso que era entonces, me levanté y le respondí con fuerza… delante de todos. Eso para mí era anormal, porque era muy tímido para todo. El asunto se quedó, al parecer, por ahí; no hubo ninguna consecuencia inmediata, que yo me acuerde.

¿Y la Ponti? El post-concilio estaba en marcha, pero dentro de la Universidad se mantenía el esquema monolítico de siempre. La tensión se acentuaba, y no había diálogo intermediario. Al año siguiente de salir de allí, hubo una verdadera revuelta de los estudiantes, ya sin paciencia para aguantar más tiempo. Fue tan fuerte que la Universidad tuvo que cambiar a varios profesores”.

“E 4” era junior en Salamanca en aquellas fechas, pero a él no le enviaron a casa. En un email del 24 de octubre de 2020 me cuenta sus recuerdos:

“Viví todo aquel embrollo del Scío. Se sufrió mucho, por ambas partes. Los responsables (Rector Liñán y Maestro Cubells) estaban muy desconectados de los cambios que se estaban produciendo en la sociedad – preparación de la Ley Orgánica, Libertad religiosa, etc.- y en concreto en los jóvenes religiosos, sobre todo de los que éramos alumnos de la Ponti. La incomunicación con los juniores era tan grande que cuando se aproximó, para los de mi curso, hacer la Profesión Solemne, me llamaron los ya citados para preguntarme que pensaban mis compañeros sobre lo de la profesión (yo era algo así como el Hermano 1º). Me quedé estupefacto. Mis compañeros y yo hicimos la Profesión en septiembre de 1966. Esa distancia entre los superiores y los jóvenes se fue agrandando. De cuando en cuando recordaban que había un Reglamento. Una vez profesos de solemnes, junto con los del curso anterior (el de Guergué), el distanciamiento fue cada vez mayor. Los de la Ponti, como yo, pasábamos gran parte del día en la universidad (por las tardes en la biblioteca…o en el cine). Como los de Valencia éramos muy pocos, el problema no nos afectó tan directamente. Cuando los 15 fueron remitidos a sus provincias, un día el Delegado General López de Juana comentó que algo había que hacer.

Menos mal que en el curso 67-68, para mí el último, vino Clemente Domeño. Su homilía en la toma de posesión fue incendiaria y nos quedamos asombrados… Al cabo de unos días, hubo una excursión y pasamos por varios pueblos. Clemente, en un momento determinado, nos dijo a los que tenía más cerca que todo iba bien. Nosotros le contestamos si es que esperaba otra cosa, como, por ejemplo, perseguir a las mozas del pueblo. Se rió y volvimos a Salamanca cantando en el autobús, animados por Clemente. Una de sus medidas fue pedir que algunos miembros de la Comunidad fueron considerados huéspedes, con el fin de que no pudieran votar en lo referente a las profesiones. El curso fue discurriendo con normalidad y es el recuerdo más grato que tengo del Scío. En ese verano ya estaba yo en París y todavía vi el final de la revolución de mayo del 68. ¡Vivir para ver!

 Personalmente puedo decir que, en perspectiva, el mundo tan cerrado de aquella época se me acabó de caer al volver a mi tierra, a las playas con turistas extranjeros y, la guinda, ir a París y poder comprar los libros prohibidos en España (¡Boulevard St. Michel!)”.

“E 5” era también junior en Salamanca en aquel tiempo. No fue enviado a la provincia, pero “escapó”, alegando razones de salud. Lo cuenta en un email de fecha 24 de octubre de 2020:

“En realidad, yo sólo estuve un trimestre en Salamanca. El curso anterior había finalizado Albelda antes de tiempo, pues un virus extraño me atacó la retina de mi ojo y me provocó una grave infección que los oftalmólogos aconsejaban de tratar con un reposo absoluto. Dejé Albelda para llegar a la Provincia, donde el médico recomendó un reposo drástico. (…) Llegué a Salamanca más tarde, sin pasar por Albelda. El ambiente del P. Scío estaba enrarecido. Una sensación entre los mayores de que la comunidad votaba a los jóvenes sin conocerlos, o solamente bajo la óptica del P. Maestro, que era quien insinuaba el sentido de la votación. Antes de la profesión solemne se mandaron a las provincias unos cuantos jóvenes, por razones diversas, pero que levantaron aún más la animosidad para con la comunidad ajena a la vida de los jóvenes. Personalmente, yo no tenía motivos para quejarme, pero me sentía mal en aquel ambiente enrarecido, sobre todo después de haber gustado otro ambiente en la Provincia, y busqué la manera de escapar de este antro. Comuniqué mis insatisfacciones al P. Ródenas, entonces maestro de nuestro piso, que me recomendó que visitara al psicólogo. No fui el único, muchos jóvenes pasaron por esta prueba de adaptación. El psicólogo debía dar luz verde a mi situación de angustia y yo pedí ir a la provincia para que el oftalmólogo revisara la lesión de mi ojo. Me concedieron, pues, ir a Barcelona por la Navidad. Fue entonces cuando pedí al P. Provincial dejar Salamanca y quedarme en la Provincia. No sé si fue el informe del psicólogo o la comprensión del Provincial, P. Llenas, a quien tengo que estar agradecido, porque me permitió quedarme en Barcelona y no regresar ya más a Salamanca”.

“E 6”, el último junior de Salamanca a quien he consultado, me responde en un breve email el 28 de octubre: “Pues sí, yo estuve en el Scío fugazmente, desde principios de octubre a principios de enero.   No tengo idea de ese acontecimiento. Ahora que lo nombras me suena algo, pero ni cómo ni por qué... ni quiénes ... No puedo añadir nada más. Lo siento”.

 Bien, este es el ambiente y los recuerdos de aquel tiempo. Como cuenta uno de los afectados, después del Capítulo General de 1967 hubo cambio de maestro y de ambiente, pero el mal ya estaba hecho, y el Scío ya no recuperaría la importancia de los primeros años de su fundación. Y los jóvenes que vivieron aquella crisis tomarían en sus manos el destino de sus provincias unos años más tarde.

Dificultades menores

Malestar en Argentina

Las tensiones entre Argentina y Aragón mencionadas en el sexenio anterior continúan, e incluso llegan a su culmen en el momento en que el P. General, con su Congregación, deciden resolverlas erigiendo Argentina como Provincial la primera del Continente.

El 23 de mayo de 1962 el P. José L. Cepero escribe al P. General[Notas 62]. Le dice que existe malestar en Argentina. Se habla de crear la nueva provincia; muchos no quieren volver después de las vacaciones. Existe desorientación, escepticismo. Critica al P. Vicario, Clemente Sáenz. El P. Tomek le responde airado: no le gusta que se critique a los superiores. En cuanto a la provincia, hay que crearla cuando se pueda, con vocaciones nativas. Hay problemas con varios juniores nativos, que se van o tienen que expulsarlos.

El P. Clemente Sáenz, Vicario Provincial, escribe al P. Tomek el 26 de julio de 1962[Notas 63]. Le dice que ha terminado la visita la Vicaría. Explica el problema de Argentina con Aragón: los escolapios aquí enviados se consideran desterrados, castigados. No quieren quedarse. Tienen dificultades para pagar los sueldos a los maestros. Pide que la provincial mande 20 religiosos. Varios candidatos se han ido. Lista de religiosos en Argentina: 57. Los más antiguos, de 1955-56. Nadie con más de 6-7 años, el tiempo suficiente para volverse en las primeras vacaciones y quedarse en España, según la tradición.

Un junior argentino, José Barcos, escribe también al P. General[Notas 64]. Explica que no dejó la Orden por falta de vocación, sino por las circunstancias de querer ejercer un sacerdocio pleno en Argentina. Existe entre los nativos un sentimiento antiespañol; los españoles consideran incapaces a los argentinos. Otros jóvenes hacen como él.

La tensión continúa hasta que llegan los Capítulos de 1964, y el de Aragón aprueba la erección de la Provincia de Argentina, confirmada por la Congregación General, y aprobada por la Santa Sede. Pero la noticia cae como una bomba, pues los religiosos aragoneses en Argentina comprenden que no van a poder quedarse en su tierra tan pronto como esperaban. Así lo explica al P. General el P. Valentín Hombrados, nombrado Provincial, en una carta que firma con su Congregación el 23 de octubre de 1964[Notas 65]. Le dice que han recibido decreto de erección de la Provincia “que nos ha producido verdadero estupor y consternación al mismo tiempo. Estupor, por lo inesperado y sorpresivo, ya que aquí en la Vicaría nadie sabía que se estuviera tramitando un decreto de tal trascendencia. Y de consternación, porque las consecuencias del Decreto, tal como está redactado, van a ser de influencia negativa para la Escuela Pía, a nuestro modo de ver. No dudamos de que en Roma se ha procedido con rectísima intención y con el deseo de ayudar y favorecer la expansión de la Orden, pero nosotros que estamos en el ambiente y que vemos de cerca los problemas tremendos que va a crear el Decreto, creemos que esta medida es inoportuna y hasta perjudicial. Y lo que más nos sorprende es que antes de tomar una decisión de tan vital trascendencia, sobre todo para los aquí residentes, que somos los más afectados, no haya precedido consulta. Otra cosa que nos sorprende es que se haya tomado esta decisión sin mediar ninguna solicitud por la parte interesada; al menos estamos seguros de que, oficialmente, nada se ha hecho aquí en este sentido. Es más, en el Capítulo Vicarial, celebrado en marzo de este año, no se presentó ningún pedido en este sentido, ni en él se trató esta cuestión para nada. Ignoramos si en el Capítulo Provincial de Zaragoza se tomó alguna decisión sobre este particular, pero si se tomó fue sin consultar a la Vicaría. Por todo esto y porque desconocemos las razones o fundamentos en que se ha apoyado la Curia Generalicia para dictar este Decreto, estamos todos sorprendidos y anonadados”. Aceptan la decisión, pero presentan las dificultades existentes: de los 55 sacerdotes, solo 8 son argentinos; hay 7 hermanos, 1 solo argentino. 16 religiosos tienen más de 60 años. El 30% de los jóvenes no tiene espíritu escolapio. Hay 6 juniores en España, 4 en Buenos Aires y 2 novicios. El futuro se presenta difícil. Temen que la decisión se deba a motivos materiales (no pagaban la contribución a Aragón). La incardinación forzada ha creado malestar. Todos quieren volver a su tierra; es de temer que algunos dejen la Orden. Están preparando un memorándum a la Sagrada Congregación de Religiosos. Proponen suavizar el decreto: que puedan volver a España los que quieran, y que Aragón envíe suplentes temporales. El P. General le responde el 12 de noviembre. Se separó Argentina de Aragón porque los que conocían la situación hace años piensan que era mejor así. Consultamos a quienes debíamos consultar, no a todos. El bien de la Orden exige que se sacrifiquen algo los que pensaban volver pronto. Conocemos vuestras dificultades, que nos son excesivas. Tenéis que resolver el problema de las vocaciones. Podéis recurrir a la Santa Sede, pero lo que hemos hecho responde al bien común, y la Santa Sede lo sabe.

Prueba del malestar general es una carta escrita al P. General desde Rosario por el P. Eduardo García Ríos, y firmada por otros cuatro religiosos, con fecha 27 de octubre de 1964. Dice los siguiente[Notas 66]:

“Recibida la decepcionante y totalmente inesperada noticia de la erección de la Provincia Argentina, nos preguntamos y quedamos con los siguientes interrogantes, que nos permitimos exponerle.

1)En el nº 26 de las Reglas se dice: ‘Nadie puede ser excardinado de su propia provincia contra su voluntad…’. Y en el nº 590: ‘Para hacer cambios en la Reglas, y para permitir su suspensión, hace falta la mayoría absoluta de votos en un Capítulo General”. Creemos que los excardinados ‘contra su voluntad’ de Aragón no profesamos exclusivamente para Argentina, que no la conocíamos desunida de Aragón, y nuestra profesión fue idéntica a la de todos los de Aragón y Argentina.
2)¿Se hizo la separación por tener religiosos nativos o voluntarios? Ni los hay, ni se nos consultó.
3)No creemos se haya hecho por el estado actual de vocaciones, insuficiente desde todo punto de vista, como los superiores saben.
4)Tampoco creemos se haya hecho por no poder solucionar desde Zaragoza los problemas de la Vicaría.
5)¿Será por sensacionalismo y orgullo de provincia, según lo del decreto de erección ‘…La Provincia de Aragón, de su cuerpo, después de las provincias de Castilla, Valencia y Vasconia, por cuarta vez da una nueva provincia, y lo hace por amor…’ ‘… la nueva provincia de Argentina, primera de ultramar…’?
6)¿Es por el orgullo histórica de que en tales generalato y provincialato inició una nueva provincia y la primera de América?
7)¿Será por no mandarles dinero, por las causas que las visitas generales y provinciales han podido comprobar? Si es por esto, ¿solo nos unía Aragón la cuestión económica? ¿Solo había trueque de Padres por dinero?
8)Si no consultar a los religiosos como noble y religiosamente mandan las Reglas (así se hizo con Vasconia y demás), por lo menos haber propuesto algo en Capítulo y votarlo.
9)¿Por qué no se consultó a los religiosos de todo Aragón para que libremente hubieran elegido?
10)¿Por qué de manera clandestina y a mansalva han opinado y concretado la separación?
11)¿Somos tan incapaces y tan malos para que se nos hayan impuesto el Provincial y la Curia Provincialicia, cuando mandan las Constituciones se haga por Capítulo?
12)Y por todas estas causas, dado el caso, ¿se nos darán las facilidades para buscar un Señor Obispo benévolos receptor?

Se percibe claramente el enfado y la agresividad del P. Eduardo García. Que no buscó obispo receptor, sino que en 1967 fue elegido Provincial, y luego perseveró en Argentina hasta su muerte, en 2009. No quiso volver a su Aragón natal.

Otro religioso de Córdoba, Eulogio González, también se queja de que le excardinen de Aragón, pues según las Reglas hace falta la voluntad del religioso.[Notas 67] Le responde el P. Tomek diciendo que las Reglas comunes obligan a superiores y súbditos, pero no a la Santa Sede. La creación de la provincia de Argentina, con incardinaciones, ha sido hecha por la Santa Sede. Todos deben soportar sacrificios en esta circunstancia.

El P. Provincial de Aragón, Teófilo López, que ha recibido las dos cartas anteriores, escribe al P. General el 9 de noviembre diciendo que no admiten la proposición de Argentina de enviar suplentes para los que vuelvan[Notas 68]. Que busquen vocaciones. Pregunta cómo se les puede ayudar. El P. Tomek le responde que habían previsto algunas protestas por parte de los de Argentina, pero sus temores son exagerados. Veremos qué ayuda se les puede prestar. De momento nos guiamos por los principios generales.

Pero no todos los escolapios en Argentina están descontentos. El P. Juan Langan, argentino, maestro de postulantes, y que será elegido Provincial en 1981, se alegra de la erección en provincia de Argentina. Lo ve como un signo de esperanza[Notas 69].

Con el paso del tiempo la tensión disminuye, los religiosos se resignan o se alegran, y la Provincia de Argentina comienza a trazar su propio camino.

Dificultades en México

Los escolapios tenían ya varias casas en México al comenzar el tercer mandato del P. Tomek: Puebla (a donde habían vuelto los escolapios catalanes en 1951), México D.F. (parroquia de Progreso Nacional, 1958), Santa Ana de Chiautempan (casa de formación prestada por los Franciscanos para 25 años en 1958) y Oaxaca (1961). Al presentarse buenas oportunidades, aceptaron dos fundaciones nuevas: Apizaco (1962) y Veracruz (1962). Hasta ahora los escolapios no habían construido nada por ellos mismos en México; tan solo aceptaban ofertas que les parecían interesantes. Ahora bien, tenían un problema grave: el Estado mexicano difícilmente daba visados a escolapios españoles para entrar en México, y no se empezó a trabajar en serio por las vocaciones hasta que se pudo usar el convento de Santa Ana. Si no hubiera sido por ello, varios de los escolapios catalanes expulsados de Cuba en 1961 habrían ido a México.

Son numerosas las cartas que llegan a Roma con quejas. El P. Miguel Comas escribe al P. General el 22 de marzo de 1964[Notas 70]. Le dice que son pocos, muy ocupados, no se hace pastoral vocacional. Sugiere intercambio de escolapios catalanes con otras provincias para que ellos vengan aquí, pues a los españoles no les dan visado. Son trece religiosos con cinco colegios y una parroquia a su cargo. Hay cuatro que no quieren cambiar de sitio. A él le cuesta ser a la vez rector y maestro de novicios. Pide que le quite uno de los cargos. El P. Tomek le responde el 13 de abril diciendo que lamenta la situación, pero antes del Capítulo no puede hacerse nada. Lo mismo le escribe el 6 de junio el P. José Solá desde Santa Ana[Notas 71]. La situación en México es grave: no logran entrar nuevos padres; están muy diseminados; acumulan muchos cargos; mal funcionamiento interno.

El nuevo Delegado Provincial, Ángel Oliveras, quiere suprimir dos presencias, Apizaco y Veracruz, para aliviar la carga de los religiosos. Pero esta idea no es aceptada por los escolapios que llevan trabajando años en esas presencias. El P. Manuel Arcusa escribe al P. General desde Apizaco el 21 de noviembre de 1964[Notas 72]. Él defiende la presencia en Apizaco, y envía un memorial de las fuerzas vivas de la ciudad pidiendo que los escolapios sigan. El P. Tomek le responde que la decisión corresponde a la provincia de Cataluña. Parece que no puede aceptar esa fundación. Le pide que contacte al Provincial, a ver si consigue hacer entrar algunos escolapios en México y salvar esa fundación.

El P. Provincial de Cataluña, Francisco Llenas, va a hacer una visita a México, Los Ángeles y Florida (donde trabajan varios escolapios catalanes en el colegio de Fort Lauderdale) en 1965. El 8 de abril de ese año escribe al P. Tomek mencionándole la situación desastrosa de México[Notas 73]. Doce padres se ocupan de cinco colegios, una parroquia, el noviciado y el postulantado. Están mal avenidos entre sí, además. El P. Tomek le responde que intente activar los visados para algunos. Si no, hay que abandonar Apizaco y Veracruz. En Veracruz, le escribe el P. Llenas, el P. Torrente tiene mucho prestigio[Notas 74]. Explicó al obispo que no podían mantener el colegio, y lo ofrecerían a los dominicos. Pero las familias quieren a Torrente. Situación económica difícil. Es interesante, a condición de que se pueda enviar más gente. Situación difícil en conjunto: los religiosos viven aislados, cada cual en su lugar, como exclaustrados.

Por fin el P. Miguel Ferrer, nuevo Delegado Provincial, escribe el 21 de octubre de 1966 al P. Laureano Suárez[Notas 75]. Se alegra porque ya han encontrado la manera de entrar legalmente en México religiosos de Cataluña, por medio del Nuncio. Así que ya podemos hacer planes para México. Los problemas de México eran dos: aumento de personal, y facilitar entradas. Ha organizado el personal de la Delegación. Le falta organizar la economía. Pasaron los momentos más difíciles, y no hubo que abandonar ninguna casa.

Dificultades en Santo Domingo

Ya vimos en el segundo sexenio las dificultades de tipo político que se presentaban a los escolapios en Santo Domingo. El P. Bruno Martínez abrió la casa de San José de Costa Rica, entre otras razones, por si era preciso preparar un lugar de refugio para los escolapios de Santo Domingo. Pero, como vemos en la dramática carta que sigue, a las dificultades externas se añadían las internas de la misma comunidad.

El 30 de mayo de 1962 el P. Ferragud escribe al P. Tomek[Notas 76]. Transcribimos parcialmente su carta para mejor comprender el ambiente que se respiraba en el país en aquellas fechas, y conocer un poco más a fondo al P. Joaquín Ferragud, el iniciador de la presencia escolapia en la República Dominicana.

“Amadísimo y venerado Padre:

Prometí pronta contestación a la carta última de V. P., pero no cumplí. Ni el tiempo ni la sucesión de los acontecimientos se han dado punto de reposo. Sus proyecciones afectan al conjunto de la vida nacional. Y en ella vamos todos envueltos. Hoy por la mañana ha sido derramada sangre de unos alumnos nuestros. ¿Ocasión? Una manifestación pública de parte de todos los estudiantes de las ramas de Educación Secundaria e Intermedia en protesta por la injerencia y desviación hacia el marxismo-leninismo del Comité Provisional de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) - todos universitarios - a la que, en los comienzos de la nueva etapa política de la nación se adhirieron con juvenil precipitación. Los estudiantes intermedios y secundarios piden su autonomía e independencia. Repudian la actitud - cada vez más patente - filocomunista de un sector activista de la clase universitaria. El proyectado mitin no pudo más que comenzar. Se produjo inmediatamente el choque con elementos destacados al lugar de la concentración por agentes comunistas, partidos de izquierda y miembros de la FED. Los primeros momentos fueron de desconcierto y confusión. Los enemigos supieron aprovechar el impacto de la sorpresa. Pero se repusieron pronto los estudiantes y acabaron - después de una verdadera batalla campal de piedras y palos - persiguiendo a los promotores del desorden y de la refriega.

Cinco, en total, han sido los muchachos heridos pertenecientes al Colegio Calasanz. El clima de inquietud y zozobra es lo que está caracterizando este periodo de transición de la dictadura absolutista y brutal a la incipiente y precaria democracia.

Adjunto algunos recortes de periódicos, para que pueda formar opinión acerca de nuestra situación actual y ambiente político. Incluyo, además, copias de las cartas escritas al M.R.P. Provincial y M.R.P. Vicario sobre el desenvolvimiento de la vida y problemas de la Comunidad[Notas 77]. He preferido hacerlo así para que V.P. Rvdma. pueda formar juicio más cabal y objetivo acerca de nuestra situación interior. Esto hay que vivirlo para comprenderlo. Es difícil concebir hasta dónde pueden extenderse las metas de la sinrazón y el absurdo de los hombres, cuando obran a impulsos y motivaciones fuera de la órbita de los intereses supremos de nuestra misión y destino sobrenaturales. Es un egoísmo feroz; una soberbia sin diques; un despotismo sin entrañas; una labor corrosiva subterránea, que mina los cimientos de la autoridad; un afán de predominio sin límites ni horizontes; una obsesión para ocupar la cima desde donde contemplar el mundo a sus pies; un frío de estepa glacial en los problemas del espíritu; una indiferencia olímpica en el interés por la problemática vital de la marcha corporativa; un absentismo irresponsable en todo cuando no es asunto personal o privativo; un encizañamiento en la siembra del candeal de la bondad que todo lo emponzoña y envenena; una desazón y angustia que mata los gérmenes de la ilusión y quiebra las bases de la convivencia; un vivir muriendo y un morir empapado de angustia y decepción.

¡Quam bonum et quam jucundum habitare fratres in unum! Pero, en cambio, ¡cuán trágicamente verdadera y terrible la expresión: homo homini lupus! Y, desgraciadamente ¡cuán abundante cosecha en los campos de la vida!

Siento tener que manifestar todas estas cosas a V. P. Rvdma., pero es un desahogo necesario para mi alma. ¿A quién, mejor que al Padre, hacerle confidente de nuestros sentimientos y de nuestras angustias?

Confío, según promesa de nuestro Padre Vicario en su última visita, que para el curso venidero se procederá a un cambio radical y profundo de la comunidad. Han llegado las cosas y actitudes a tal extremo de irreductibilidad que es imposible la supervivencia. Algunos están explotando hasta el máximo la “psicosis del miedo al escándalo” de nuestros superiores para chantajear con éxito sus absurdas exigencias. Esto, claro está, no puede continuar así. Se está viviendo una vida artificial, sin aliento, sin estímulo, sin ilusiones: como si fuéramos desconocidos, debiendo ser hermanos; como enemigos, debiendo tener un solo corazón; como extraños, debiendo edificar ideales comunes; cómo hechura del mundo, debiendo ser porción escogida de Dios…

(…) Me siento en el deber de exponer con cierto detalle un problema que me ha causado no pequeña preocupación y no pocos disgustos. Me refiero a mis relaciones personales con la Nunciatura Apostólica. Sabe V. P. Rvdma. que fui nombrado por la Santa Sede Agregado Provisional de la Nunciatura Apostólica, sin solicitarlo ni pretenderlo. Creo que la Santa Sede debió querer honrarme con su distinción y muestra de confianza, merced a los servicios que en diferentes ocasiones y en circunstancias extremadamente delicadas presté con toda fidelidad y fervor a la causa de la Iglesia a través de esta Representación Pontificia. Antes de este curso escolar 1961/1962, cuando estaba al frente del Colegio Mayor, solía acudir casi todos los días - después de cumplidas mis obligaciones para con el Colegio Calasanz y organizadas las del Mayor - de once y cuarto a doce y cuarto de la mañana para trabajar en la Cancillería. Después de haberme hecho cargo de la responsabilidad y dirección personal del colegio Calasanz y poner al frente del Colegio Mayor al P. Alfonso Esteve, solía ir tres o cuatro veces por semana, o algo menos, según las necesidades, durante tres cuartos de hora o una hora, a veces algunos minutos, pero siempre después de cumplidas a cabalidad mis obligaciones para con el Colegio. Solía ir de 5 a 6 de la tarde, hora en que habían finalizado todas las actividades del Colegio y que los Padres, especialmente los censores de oficio del Rector, se iban a dar su consuetudinario paseo en la guagua del Colegio hasta la hora de la cena. Pues bien, esos mismos Padres, cuyo derecho de descanso no lo discutí ni negué jamás, y que salían siempre de casa sin pedir permiso al Rector escudados en la razón de que el Rector debe estar siempre en el Colegio, consiguieron que el P. Bruno decidiera que no debía ir más a la Nunciatura. Manifesté al P. Bruno que acataba su decisión, pero que debía ser él quien la notificará a la Nunciatura. Yo no podía renunciar sin más, sin razones poderosas que lo justificaran, a ese cargo que graciosamente me había sido otorgado inmerecidamente por el Sumo Pontífice, sobre todo habida cuenta del origen bastardo de los motivos que impulsaban a los detractores a exigir aquella medida tan desdichada cuanto poco laudatoria para nuestra Orden. Fuimos, en efecto el P. Bruno y yo a la Nunciatura. El P. Vicario, valiéndose de mil rodeos, manifestó al Encargado de Negocios de la Santa Sede, Monseñor Antonio Del Giudice las razones que le obligaban a él a tomar la determinación de que no fuera la Nunciatura. Monseñor Del Giudice, con palabra dura y franca, expresión de su fuerte temperamento, manifestó que se hacía cargo y aceptaba las razones expuestas, pero le hizo saber al P. Bruno unas cuantas cosas, muy desagradables, por cierto, de los elementos que él suponía, con fundamento, eran los autores de la desdichada decisión, que dejaron perplejo al P. Vicario Provincial. La Nunciatura, que tiene, por supuesto, muchas y muy buenas fuentes de información, estaba al corriente de muchas cosas que ignoran nuestros propios superiores, y ayudó en caso de extrema gravedad y peligro de escándalo a la Escuela Pía para que el baldón no cayera como mancha negra sobre nuestro prestigio corporativo, No obstante, Monseñor Del Giudice manifestó al P. Bruno rudamente que, a pesar de su decisión, le hacía saber que cuantas veces la Nunciatura necesitase en cosas graves al P. Ferragud le llamaría, y este tendría que obedecer. Ante esta tremenda andanada del Encargado de Negocios de la Santa Sede, el P. Bruno hubo de manifestar que lo que él había antes expresado no era, ni mucho menos, una negativa sistemática de cooperación con la Nunciatura Apostólica - que jamás eso había pasado por su mente - y que con gusto estaríamos a su lado dispuestos a obedecer sus instrucciones.

Fue, desde luego, esta histórica visita un patinazo monumental de nuestro Padre Vicario y una decepción enorme de parte de la Nunciatura con respecto a los Padres Escolapios. Testimonio inequívoco del tremendo impacto recibido por el P. Vicario Provincial son estas palabras que copio de su carta de fecha 4 de enero del corriente año: ‘Si organizan lo del Catecismo a los pobres de algún barrio, se lo comunica al señor Nuncio, que siempre se alegrará y empezará a cambiar respecto de nosotros. No me puedo olvidar de la entrevista con él’.

Ahora, con la venida del nuevo Nuncio Apostólico, Monseñor Emmanuele Clarizio, se me ha planteado nuevamente la delicada cuestión. Monseñor Clarizio no sabe español, y me ha escogido como a su profesor. No he podido negarme, tanto más cuanto que, por tratarse de clase, cae dentro del ámbito de nuestras actividades específicas. Aparte de que me ha requerido en varias oportunidades para asuntos reservados de la Nunciatura. Bien puede comprender V. P. Rvdma. que no todos gozan de la confianza de la Nunciatura como para que esta les haga participes de sus secretos. Yo no sé lo que Monseñor Del Giudice - elevado a la dignidad arzobispal de Gerápolis de Siria y nombrado Delegado Apostólico de Corea - habrá informado de mi a Monseñor Clarizio; lo cierto es que para todos los problemas más delicados e importantes requiere mi personal cooperación. Ante esta situación, tan delicada y comprometida como honrosa y consoladora, desearía que V. P. Rvdma. fuera quien, con la suprema autoridad de que se halla investido, sancionara mi proceder, a fin de acallar de una vez para siempre las posibles manifestaciones de censura de los que encubren sus propósitos inconfesables con la postura hipócrita de un interés corporativo que no sienten ni viven. El trabajo en la Nunciatura se realiza ahora de 6 a 7 de la tarde, esto es cuando ya hace dos horas que han finalizado las actividades de todo género en el Colegio. Y no crea V. P. Rvdma. que el servicio de la Nunciatura constituye para mí un motivo de particular satisfacción o especial provecho. La verdad desnuda es que más bien es una fuente de sacrificio, pero que acepto y supero por servir a la Iglesia.

(…) El sector más extremista de los universitarios ha estado hostilizando con relativa frecuencia nuestro Colegio Mayor. Es presa envidiable que desean poseer a toda costa. No sé cómo nos irá el curso próximo si continúan con esos propósitos. (…)”

El P. Ferragud terminó el trienio en Santo Domingo, pero en 1964 fue enviado como rector a León. Falleció en Managua en 1979.

Dificultades del P. Balducci

Ya en el sexenio anterior hablamos de las dificultades del P. Balducci con el Santo Oficio, a causa de sus opiniones y actitudes demasiado modernas para algunos. Las dificultades continúan, pero se va produciendo un progresivo acercamiento (tal vez porque el Concilio en marcha apoyaba las posturas del P. Balducci). El 14 de octubre de 1964 el Papa Pablo VI le concede una audiencia, que el P. Balducci luego pone por escrito y envía al P. Tomek. La transcribimos[Notas 78].

“El coloquio con el Santo Padre comenzó a las 11:35 y terminó a las 12. Intento reconstruirlo lo más literalmente posible, cosa no muy difícil porque el Santo Padre habla con voz grave y lenta y con una precisión de términos y de periodo impresionante.

-(Mientras se sienta y me invita sentarme en el sillón a la izquierda de la escribanía) Padre Balducci, nunca hemos tenido ocasión de hablar cara a cara. Le he visto alguna vez. La última vez, si recuerdo bien, durante la audiencia al grupo de la Morcelliana.
-Hace mucho tiempo que deseo hablar con Usted, Santidad. Quería hablarle de mi situación. Creo que usted ya la conoce.
-Un poco a grandes rasgos. Me la exponga con más claridad.
-(Cuento sucintamente mi situación y concluyo expresando mi deseo de volver a mi vida normal en Florencia).
-Ahora falta esperar todavía un poco. Mientras tanto estoy seguro de que le será de gran consuelo saber que el Papa siente por Usted mucha estima como sacerdote, como religioso y como hombre de cultura. Incluso he pensado que sería bueno servirse de Usted. Me sugiera Usted algo.
-Santo Padre, no quiero pedir otra cosa que volver a tomar mi trabajo normal en la escuela y entre mis jóvenes de Florencia.
-¿Qué le han encargado los Superiores aquí en Roma?
-Resido en la casa parroquial de San Francisco en Monte Mario. La parroquia está confiada a los Padres Escolapios de la Provincia Romana. He enseñado en nuestro juniorato teológico cercano a la parroquia.
-¿Tienen muchas vocaciones?
-Santo Padre, también nosotros sufrimos la crisis general, que es particularmente grave en las órdenes dedicadas a la enseñanza…
-Lástima. La misión de la escuela cuando se ejercita con espíritu de apostolado es importantísima. Diga a sus superiores que el Papa confía mucho en el apostolado de la escuela. He conocido muy bien a algunos Padres Escolapios… el Padre Giovannozzi… el Padre Alessandro…
-El Padre Turchi, Alessandro Turchi. Murió en Florencia en mi comunidad. Recuerdo incluso que pocas horas antes de morir me llamó junto a su lecho y me dejó en herencia a sus pobres, dándome la dirección de los más necesitados. Había creado una Conferencia de San Vicente en nuestro Instituto. Después de su muerte me he ocupado yo de ella.
-Entonces, ¿Usted ha vivido mucho tiempo en Florencia? ¿Ha nacido en Florencia?
-Desde mi primera misa yo he vivido siempre en Florencia. Pero yo soy nativo de la baja Toscana, precisamente del Monte Amiata, de Santafiora.
-Estuve allí hace años con el padre Samuele de Chianciano. De Santafiora era también el Cardenal Valeri. Un pueblo bonito, pintoresco. Dígame, ¿y su proceso?
-Ha terminado mal, Santo Padre. La Corte de Casación ha ratificado la sentencia de la Corte de Apelación[Notas 79].
-Así que, humanamente, ¿ya no se puede hacer nada?
-Nada. Solo que se ha presentado una ley en el Parlamento que prevé la anulación del reato. Se espera que la aprueben. Pero en cuanto he sabido que la Iglesia no tenía objeciones que poner a lo que yo había sostenido en mi entrevista…
-(El Papa ha alargado el brazo y me ha apretado el hombro sonriendo y bisbiseando) ¿Y por qué habría tenido que objetar?
-…me quedé tranquilo. En cuando supe que había sido denunciado - al día siguiente - llevé mi artículo al Santo Oficio, a Monseñor Parente, pidiéndole su opinión. Monseñor Parente me telefoneó después de algunos días para decirme que desde el punto de vista teológico y moral no había encontrado nada que objetar…
-Le puedo decir, Padre Balducci, que también la Curia y como se suele decir el Vaticano (y aquí ha hecho un lento gesto circular) tiene de Usted buena estima. Usted puede hacer mucho. Tiene una buena pluma. Intente mojarla siempre en un buen tintero. Mientras tanto, escriba en el Osservatore Romano, en el L’Avvenire d’Italia…
-Lo hago de vez en cuando. Pero ciertamente, Santo Padre, mi pensamiento está siempre fijo en la solución de mi caso. En los primeros tiempos me fue fácil esconder las verdaderas razones de mi apartamiento de Florencia. Pero ahora todos las conocen. Mis hermanos no llegan a comprender por qué dura todavía aquella decisión… Me siento muy a disgusto.
-Quienes le conocen saben perfectamente que Usted es un buen religioso. En cuanto a los demás, no se preocupe demasiado. De todos modos, esté tranquilo. Resolveremos su caso (breve pausa). Durante este curso escolar lo volveremos a tomar y lo resolveremos.
-Gracias, Santo Padre.
-Dígaselo a su Padre General. Si lo cree necesario, se lo puedo decir yo directamente o por medio de la Secretaría de Estado.
-Ya pensaré yo en decírselo. Pero creo que él quedará satisfecho con lo que Usted, Santo Padre hace saber por medio mío.
-Usted, mientras tanto, no descuide a sus jóvenes de Florencia y aquellos grupos sobre los que Usted tiene influencia. Los siga.
-Lo he seguido haciendo también estos años, como he podido.
-Sígalos. Los católicos en Florencia son muy vivos: se parecen un poco a los franceses. Pero es fácil que caigan en la amargura. Aquel es un vino muy bueno, pero el vino bueno se vuelve más fácilmente vinagre. Les diga que el precepto evangélico ‘no juzguéis’ no es solamente un precepto negativo. Implica la paciencia, que es la virtud de saber esperar el momento justo. No todos los hombres son como quisieran. Se lo recuerde. Hace falta tomar a los hombres como Dios los ha hecho. Se las arregle para que tengan más confianza…
-Santidad, yo creo que aquellos fermentos se corrompen también porque faltan las personas que deberían hacer la mediación entre las diversas tendencias… Además, en este momento, con las elecciones a la vista…
-Hace falta fe para saber esperar. Como última cosa le quiero decir que cuando tenga ganas de tener una conversación con el Papa, me lo haga saber. Yo me ocuparé de facilitarle la audiencia.
-Santo Padre, le estoy infinitamente agradecido. Mientras tanto sepa que en Monte Mario hay un hijo suyo que espera. (El Papa hace el gesto de levantarse) Había preparado una pro-memoria, pero después de lo que me ha dicho, Santo Padre, me parece inútil.
-Al contrario, déjemela. Me podrá servir (le entrego el sobre con la pro-memoria. El Papa la pone sobre la mesa, delante suyo. Abre un cajón y toma una cajita con la Medalla del Concilio. Me la hace observar y me la entrega). Ahora le doy la bendición, que extiendo a sus seres queridos, a sus superiores, a sus jóvenes.
-(Me he arrodillado y he añadido:) En particular para mi comunidad de Monte Mario y para las personas que llevo ahora en el corazón.

(Me ha bendecido y le he besado la mano. Después me ha acompañado hasta la puerta).”

De nuevo el Santo Oficio se dirige al P. General, el 16 de septiembre de 1965.[Notas 80] Preguntan si es cierto que Balducci ha constituido en varias ciudades “Grupos de opinión” para entablar el diálogo entre católicos y marxistas, y si tiene permiso para ello. El P. General transmite al P. Balducci la pregunta, quien le responde que todo es cosa de la agencia Montecitorio, que sirve a la extrema derecha. Nunca ha intentado hacer política, ni desobedecer. El P Tomek envía al Cardenal Ottaviani, Prefecto del Santo Oficio (en adelante Congregación para la Defensa de la Fe) la respuesta de Balducci.

Terminado el Concilio, el P. Balducci tiene una entrevista con el Cardenal Ottaviani el 24 de enero de 1966. Él, como había hecho antes con Pablo VI, la transcribe para enviársela al P. General[Notas 81]. La reproducimos:

-“Le agradezco que me haya recibido. Perdone, Eminencia, si me atrevo a presentarle directamente mi situación, que dura ya desde hace 7 años. Como sabe Usted, me encuentro fuera de mi provincia religiosa, la Toscana. Los Padres de la provincia romana no pueden utilizarme, porque no soy uno de ellos y porque me consideran provisional. Los de mi provincia no quieren confiarme clases si no entro totalmente en la disciplina… Hace meses tuve una audiencia privada con el Santo Padre. Entre otras cosas muy consoladoras me dijo que me veía muy bien en Florencia, ciudad que necesita también sacerdotes como yo. Mi Padre General es de la misma idea. Quisiera saber si Usted tiene algo en contra de que yo hable con el Cardenal Florit para ponerme de acuerdo con él sobre mi vuelta a la provincia, al menos a partir del próximo curso escolar.
-Permita que le hable con el corazón, Padre Balducci. Usted debe ocuparse de escribir, de estudiar, de predicar y de enseñar. Para usted este es un campo inmenso de apostolado. Pero a veces se mezcla en asuntos que le provocan muchas críticas... Algunos días usted ha escrito en defensa de La Pira.
-He escrito una carta para testimoniar, como exigían la amistad y la justicia, sobre un asunto del cual solo yo era testigo y que servía para defender a un hombre convertido en objeto de pública burla a causa de su candor.
-Sí, sí, pero para estas cosas es mejor que Usted permanezca oculto. Por lo demás, vaya, porque puede hacer mucho bien…
-Gracias. Si Usted quiere decir que no me mezcle en asuntos políticos, no me cuesta nada prometérselo. No diré que yo apruebe siempre la política de mis amigos, pero no por ello yo debo alejarme de ellos o renunciar a ayudarles como sacerdote. Además, aquí en Roma me encuentro expuesto a la curiosidad pública: me resulta difícil escapar a la atención de un cierto mundo faccioso. También por esto deseo volver a la vida religiosa normal, y particularmente a la enseñanza…
-¿Qué enseñaba usted?
-Religión, filosofía e historia en nuestro liceo.
-Sí, sí; diga pues a sus superiores que por mí está bien. Y como usted va cada semana a Florencia, aproveche para encontrarse con el cardenal Florit y se ponga de acuerdo con él.
-Se lo agradezco, Eminencia. Quería saber si al hablar con el cardenal Florit podría asegurarle que por parte de Usted no hay nada en contra de mi vuelta. Por mi parte estoy siempre dispuesto a cumplir lo que él quiera decirme.

Me he levantado y le he pedido la bendición”.

Para el P. Balducci está claro que por parte de la Santa Sede no hay ningún impedimento para que él vuelva a Florencia. El único que pone pegas es el Cardenal Florit, Arzobispo de Florencia. En una carta del 7 de junio de 1966, el P. Balducci escribe al P. General contándole su diálogo con el Cardenal Florit celebrado el día anterior, y rogándole le dé obediencia para volver a Toscana, fuera de la diócesis de Florencia. Transcribimos su carta, para comprender el estado de las cosas, y la actitud el P. Balducci[Notas 82]:

“Paternidad reverendísima,

El lunes pasado, 6 de junio, tuve un largo coloquio con el Cardenal Florit. Él ya conocía las razones de mi visita: tenía delante, sobre la mesa, la copia de una carta suya al cardenal Ottaviani y algunos apuntes a los que acudía de vez en cuando, con el rabillo del ojo. Después de mi breve presentación, me leyó algunos fragmentos de la carta para que quedara clara su tesis: el Padre Balducci es muy bravo y puede hacer mucho bien, tanto hablando como escribiendo. Pero su vínculo con La Pira[Notas 83] o con Danilo Zolo, co-director de Testimonianze hacen desaconsejable su presencia en Florencia. La manera con la que ha hablado de los dos amigos y de otras personas me ha llamado la atención por la acritud y por la credulidad pasional con que acogía las denigraciones y las insinuaciones propaladas por la parte política que domina hoy en Florencia. He comprendido que en él había mucha amargura, debida en parte a la circunstancia electoral que lo ve metido en una batalla de éxito muy incierto, definitivamente dañosa para la imparcialidad de la Curia (el Cardenal se ha interesado directamente en la preparación de la lista).

Yo he hablado mucho y, me parece, con absoluta sinceridad y serenidad, evitando cualquier provocación polémica, de modo que al final el Cardenal me ha parecido muy diverso. Le he dicho en concreto:

1)Mis relaciones con La Pira siempre han estado marcadas por la amistad cristiana, de la cual me he servido a menudo para orientarlo hacia soluciones sabias. Por ejemplo, ya en las anteriores elecciones municipales yo le sugerí la oportunidad de que no se presentara, porque le faltaba, como le falta, el necesario espacio político. Y si en las circunstancias actuales él está fuera, muy sereno y sin espíritu de revancha, se debe en parte también a mí.
2)En cuanto a Zolo, también es por consejo mío que ya no está en la vida política, y hasta que todo se vuelva tranquilo no será el Director de Testimonianze. Yo he sostenido siempre que su verdadera vocación es la cultural, no la política.
3)En cuanto a Testimonianze, según las nuevas relaciones con la Curia, que excluyen la revisión eclesiástica, yo ya no seré más el Director, pero me consideraré moralmente implicado en sugerir a los colaboradores un espíritu de fidelidad a la Iglesia y, en concreto, a las directrices del Obispo. Por otra parte, solo pocos en el grupo de Testimonianze son ‘lapirianos’. El Cenáculo no crea dificultades, pues el Cardinal dice que está contento con él.
4)En cuanto a mí, nunca he recibido de Su Eminencia ni una orden ni un consejo que no haya tenido en cuenta, y, en cuanto me ha sido posible, siempre he favorecido en los demás la misma docilidad. La última prueba es la decisión con respecto a Testimonianze, seguida con mucha serenidad, sin la mínima protesta por parte mía.
5)Puesto que en la diócesis hay una grave división, yo estoy a disposición del Cardenal para usar mi prestigio a favor de la unidad de los espíritus.

A medida que exponía mis argumentos, he visto al Cardenal cambiar de tono, aunque no haya cambiado en absoluto dos actitudes que yo considero bajo todo aspecto graves: el resentimiento pasional contra La Pira y contra cualquiera que esté de su parte; la identificación entre su misión de pastor y el triunfo de un proyecto político particular. Estas dos actitudes están tan arraigadas en él que no se da cuenta de los reflejos de partidismo que le dan a los ojos de muchos, y no solo de los llamados ‘lapirianos’.

He sentido por él mucha pena, intuyendo su tristeza y las consecuencias que se derivan de su obstinación.

En relación con mis peticiones de volver a la provincia se han abierto dos rendijas:

1)Aludiendo a su decisión desfavorable contenida en la carta al cardenal Ottaviani, me ha dicho dos o tres veces: yo no soy dogmático… puedo cambiar de opinión… déjeme pensar un poco… ya veremos después de las elecciones… pediré consejo.
2)Al hablarle de las razones que hacen urgente me regreso a la provincia, y haciéndole notar que mi provincia tiene también institutos fuera de la diócesis, me ha dicho: “naturalmente, yo no entro en cuestiones que no son de mi competencia”.

Mi valoración: lo positivo es que ahora, con toda evidencia, mi vuelta a Florencia depende solo del Cardenal Florit. Él siente el peso de esta responsabilidad que desde hace siete años solía hacer caer sobre Roma, y sobre todo no es insensible a la idea de que yo pueda ser un instrumento para favorecerle la recuperación de las buenas disposiciones de parte de un largo estrato del mundo católico. Si el plan político al que se ha unido en este momento tuviera éxito, estoy seguro de que mi vuelta sería cosa hecha. Pero, aparte de que ese plan fracasará (lo sabremos dentro de una semana) para mí es un motivo de preocupación la idea de tener que colaborar con un obispo de ese tipo sin tener en cuenta un mínimo de coherencia moral. Está claro que él quiere ‘vender’ su permiso para mi vuelta, y yo estoy dispuesto a pagar. Pero ¿hasta qué punto? Yo he salido de este coloquio con una visión tan neta de las cosas, que he tenido, además de un sentido desolación, también un sentido de liberación.

Pienso que mis superiores deberían sentirse libres de todo escrúpulo, usando todos los derechos que tienen. Y entre estos derechos seguramente (el mismo Cardona Florit lo ha reconocido) está el de mandarme a una casa que esté fuera de la diócesis de Florencia. Yo podría sin ninguna dificultad por mi parte (tal vez incluso basado en una obediencia “formal”) renunciar a cualquier actividad pública en Florencia (tanto más que ahora he dejado la dirección de Testimonianze) y emplear mis energías en la escuela y en escribir. Mientras tanto, podré retomar los contactos con el Cardenal y darle pruebas concretas de mis buenas disposiciones.

He comprendido el embarazo que sentían mis superiores: en este punto (es decir, teniendo ya la certeza de que la Santa Sede no tiene por su cuenta objeciones a mi regreso a la provincia) yo pido al instante ser reintegrado a mis derechos, en el sentido que esta palabra puede tener para un religioso. Sobre todo, que en la fase de preparación de los capítulos yo esté ocupado en dar clase es de suma importancia para favorecer, especialmente en los hermanos jóvenes, una mejor interpretación de mi testimonio.

Con filial devoción

Ernesto Balducci”.

Y así, con la vuelta del P. Balducci a Toscana terminó esta tensión que duraba desde hacía siete años. Y el continuó dando clases y conferencias y escribiendo luminosamente, empeñado ahora en la batalla por la paz, hasta el día de su trágica muerte en 1992, haciendo de la Badia Fiesolana el centro de sus actividades.

Secularizaciones

En este último mandato el P. Tomek se encuentra con el problema de las numerosas peticiones de dispensa de votos por parte de juniores. Y, lo que era más grave, con muchas peticiones de secularización por parte de sacerdotes, especialmente en España (antes ya del Concilio). Para trata de atajar el mal, escribe una circular a los Superiores Mayores el 23 de mayo de 1962, en la que les dice[Notas 84]:

“Queridos Padres,

En la mayor parte de nuestra Orden se acerca el tiempo de las vacaciones de verano, en el que algunos religiosos inquietos suelen pensar que están llamados a dedicarse a la cura de almas fuera de las Escuelas Pías, y de este modo comienzan a buscar un Obispo benévolo receptor para obtener la secularización.

No desconocen Ustedes esta enfermedad por la cual nuestra Orden pierde tanta sangre. Entre el Capítulo General de 1955 y el de 1961 se han hecho 29 secularizaciones, y durante este curso pos capitular 1961-62, en el que el infrascrito ha debido mantener una verdadera lucha contra la epidemia de la secularización, ya se han hecho tres, hay dos en curso y al menos tres que se han retrasado para más adelante…

Uniendo nuestras fuerzas, debemos esforzarnos para que disminuya el número de secularizaciones. Según la legislación actual y la praxis de la Curia Romana, en esta acción apenas existe otra ayuda eficaz que la nuestra propia, lo cual impone una gran responsabilidad sobre vuestros hombros y los nuestros.

Para disminuir el número de secularizaciones, permitidme daros unos consejos prácticos.

a)A los religiosos que desean secularizarse no hay que negarle las vacaciones de verano, pero no convienen darles más tiempo del acostumbrado de vacaciones para buscar un benévolo obispo receptor. El religioso tiene derecho a buscar un obispo receptor, pero nosotros no tenemos la obligación de ayudar al religioso en este intento, pues a nosotros nos toca defender el vínculo de la profesión, y no relajarlo.
b)Si algún obispo nos pide información sobre algún religioso nuestro, debemos decirle claramente en general que el religioso no busca el apostolado, sino la libertad y la vida cómoda, y por eso no será de gran utilidad para la diócesis. En caso de duda, ya que más ven varios ojos que un ojo, hagan el favor de dirigirse al infrascrito Prepósito General.
c)Sabemos muy bien que hay religiosos a los que no nos conviene guardar con nosotros a causa de sus costumbres, y otros a los que no es posible retener a causa de sus intentos de secularización repetidos después de varios años. Sin embargo, también en estos casos hay que tener ante la vista que, si se permite fácilmente la secularización al religioso importuno, se atrae a la secularización a otro que tal vez es bueno, pero débil. Por lo cual, también en estos casos de secularización considerados ‘necesarios’ o ‘útiles’ hay que proceder cauta y lentamente, a pesar de que la presencia de los hermanos inquietos entre nosotros produzca alguna dificultad.

Todo lo que se ha dicho acerca de la secularización sirve también para los deseos de aquellos sacerdotes o hermanos de profesión solemne que buscan obtener la reducción al estado laical.

Recomiendo con insistencia todo lo dicho a vuestra atención, y me confieso de corazón vuestro en el Señor”.

Notas

  1. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1105/1964.
  2. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1112/1964.
  3. AGSP Fondo Tomek, Prot. 800/1964.
  4. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1105/1964.
  5. AGSP Fondo Tomek, Prot. 907/1965.
  6. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1524/1965.
  7. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1536/1965.
  8. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1570/1965.
  9. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1690/1965.
  10. Pensar siempre en ello, sin mencionarlo jamás.
  11. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1848/1965.
  12. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1888/1965.
  13. AGSP Fondo Tomek, Prot. 11/1966.
  14. AGSP Fondo Tomek, Prot. 738/1966.
  15. García-Durán.
  16. AGSP Fondo Tomek, Prot. 668/1963.
  17. AGSP Fondo Tomek, Prot. 200/1964.
  18. AGSP Fondo Tomek, Prot. 238/1964.
  19. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1892/1964.
  20. AGSP Fondo Tomek, Prot. 848/1965.
  21. En folio aparte explica en qué consiste esta institución: fue erigida en 1947 en la diócesis de Sevilla con finalidad vocacional. Pretende dirigir el movimiento vocacional con base teológica y con montaje técnico tanto para el descubrimiento como para el cultivo delas vocaciones. La media anual de vocaciones que consiguen es de 50. Habría que liberar, dice, un número suficiente de sacerdotes para la dedicación exclusiva a esta pastoral especializada.
  22. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1457/1965.
  23. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1583/1965.
  24. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1724/1965.
  25. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1006 /1966.
  26. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1610/1965.
  27. AGSP Fondo Tomek, Prot. 577/1966.
  28. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1461/1966.
  29. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1517/1966.
  30. AGSP Fondo Tomek, Prot. 290/1967.
  31. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1719/1961.
  32. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1724/1961.
  33. Ibídem.
  34. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1835/1961.
  35. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1284/1962.
  36. AGSP Fondo Tomek, Prot. 495/1963.
  37. AGSP Fondo Tomek, Prot. 868/1963.
  38. AGSP Fondo Tomek, Prot. 9/1964.
  39. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1156/1964.
  40. AGSP Fondo Tomek, Prot. 110/1965.
  41. AGSP Fondo Tomek, Prot. 154/1965
  42. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1993/1964.
  43. AGSP Fondo Tomek, Prot. 445/1965.
  44. D. Mauro Rubio Repullés, Obispo de Salamanca de 1964 a 1995.
  45. AGSP Fondo Tomek, Prot. 566/1965.
  46. AGSP Fondo Tomek, Prot. 582/1965.
  47. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1469/1965.
  48. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1163/1966.
  49. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1203/1966.
  50. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1213/1966.
  51. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1218/1966.
  52. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1228/1966.
  53. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1489/1966.
  54. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1936/1966.
  55. AGSP Fondo Tomek, Prot. 362/1967.
  56. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1826/1966.
  57. AGSP Fondo Tomek, Prot. 117/1967.
  58. AGSP Fondo Tomek, Prot. 135/1967.
  59. AGSP Fondo Tomek, Prot. 153/1967.
  60. AGSP Fondo Tomek, Prot. 208/1967.
  61. AGSP Fondo Tomek, Prot. 421/1967.
  62. AGSP Fondo Tomek, Prot. 921/1962.
  63. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1369/1962.
  64. AGSP Fondo Tomek, Prot. 373/1963.
  65. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1898/1964.
  66. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1905/1964.
  67. AGSP Fondo Tomek, Prot. 53/1965.
  68. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1905/1964.
  69. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1958/1964.
  70. AGSP Fondo Tomek, Prot. 546/1964.
  71. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1135/1964.
  72. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1988/1964.
  73. AGSP Fondo Tomek, Prot. 590/1965.
  74. AGSP Fondo Tomek, Prot. 768/1965.
  75. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1563/1966.
  76. AGSP Fondo Tomek, Prot. 941/1962.
  77. La primera carta, de fecha 3 de febrero de 1962, consta de 6 folios, dando información abundante sobre la vida dentro y fuera de la comunidad, y respondiendo a algunas preguntas del P. Vicario. La segunda está fechada el 11 de marzo. Informa, sobre todo, sobre la vida del Colegio Mayor y del Colegio Calasanz. La tercera es de fecha 7 de mayo, también de 6 folios. Habla de las dificultades comunitarias, y de sus esfuerzos para conseguir un amplio terreno en el que construir el nuevo colegio. La cuarta carta está fechada el 17 de mayo, y va dirigida al P. Provincial de Valencia (las anteriores, al P. Vicario Bruno Martínez), quejándose de los chantajes de algunos Padres de la comunidad durante la visita del P. Bruno.
  78. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1821/1964.
  79. Se refiere a su proceso judicial por haber publicado el 13 de enero de 1963 un artículo en el Giornale del Mattino titulado “La Iglesia y la patria”, en el que defendía la objeción de conciencia. El proceso concluyó con su condena, por apología de reato. Balducci había recibido ya una advertencia del Santo Oficio en marzo de 1962 (AGSP Fondo Tomek, Prot. 484/1962) por un artículo publicado en el mismo Giornale del Mattino, sobre fe y sectarismo. El Santo Oficio pedía al P. Tomek que controlar los escritos de Balducci. El P. Tomek responde al Santo Oficio que Balducci había prometido no ocuparse más de la actual situación política en Italia. Lo va a vigilar. Últimamente solo ha recibido alabanzas (del Asesor del Santo Oficio), y no quejas.
  80. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1451/1965.
  81. AGSP Fondo Tomek, Prot. 140/1966.
  82. AGSP Fondo Tomek, Prot. 796/1966.
  83. Giorgio La Pira (1904-1977) fue un político italiano y católico, elegido dos veces alcalde de Florencia (1950-1956 y 1960-64). En su vida pública y privada fue un defensor de la paz y los derechos humanos; trabajó por el bienestar de los pobres y los marginados. La Pira perteneció a la Tercera Orden de Santo Domingo y desde 1934 hasta su muerte vivió en el complejo de San Marco. El Cardenal de Florencia apoyaba a la Democracia Cristiana. La Pira, siendo demócrata y profundo cristiano, tenía sus propias ideas políticas, más abiertas y dialogantes que las de la Democracia Cristiana.
  84. AGSP Fondo Tomek, Prot. 871/1962.