General36/Expansión de la Orden en América.

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Aceptación de parroquias por los escolapios
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Expansión de la Orden en América.

Las Escuelas Pías estaban presentes de manera oficial en América desde 1857, con la fundación del Colegio de Guanabacoa en Cuba. A partir de 1886 hubo fundaciones en Chile, y desde 1891, en Argentina. Hubo algunas otras fundaciones de poca duración en América Central y Caribe. En 1913 los escolapios de Cataluña establecieron una fundación en Puebla, México. En 1935 tuvieron que abandonarla, pero volvieron a ella en 1951. Antes del generalato del P. Tomek dos escolapios de Cataluña, Enrique Pobla y Antonio Bargalló, llegaron desde Cuba en 1945 para trabajar en sendas parroquias de Los Ángeles. Los había enviado en 1940 el P. Buenaventura Rigola, Vicario de Cuba, en misión exploratoria. Pensaba que sería mejor que los juniores cubanos se formaran en Los Ángeles que en España; en aquellos años había una gran “sintonía” entre los Estados Unidos y Cuba. El P. Tomek apoyó siempre la expansión de las Escuelas Pías en América, y especialmente en Estados Unidos, que él consideraba una gran nación con muchas posibilidades para los escolapios. Por eso apoyó el envío en 1949 de tres escolapios húngaros, los PP. L. Meskó, S. Gerencsér y F. Rozsály, con el P. Salvador Pascual como superior, con la intención de fundar una comunidad en Los Ángeles. Pero el arzobispo de los Ángeles, que aceptaba fácilmente sacerdotes españoles para atender a las comunidades hispanas, no veía la necesidad de recibir más escolapios húngaros. Y, de momento, no estaba dispuesto a conceder permiso para que vivieran juntos en comunidad: cada cual debía ir a la parroquia a la que se le asignara. Así describe la situación el P. Salvador a su Provincial, el P. Juan M. Vives, en carta del 17 de marzo que este remite al P. General[Notas 1]:

“Muy respetado y apreciado P. Provincial,

Acabo de enterarme de la distribución que de nosotros han hecho y por consiguiente creo ha llegado la hora de que se estudie clara y minuciosamente cuál es nuestra situación en cuanto hace referencia al derecho canónico y cuál es la modalidad de nuestra vida religiosa. Antes voy a permitirme hacer un poquito de historia.

Los PP. Bargalló y Pobla, llevados de la mejor intención y sintiéndose escolapios de verdad, se han sacrificado muchísimo para procurarse la confianza de las autoridades eclesiásticas. Hicieron cuanto pudieron por lo que voy comprobando, y si más no hicieron es porque no pudieron.

Cuantas veces se les exigió que pidieran algo a la Cancillería Eclesiástica, tuvieron que luchar por compaginar dos puntos difíciles de verdad: el de obedecer a los que con la mejor intención ordenaban algo, desconociendo el medio ambiente, y el de evitar consecuencias perniciosas para la Escuela Pía, recabando negaciones que se traducen luego en un alejamiento de la meta que ellos, no menos que los mismos superiores, están ansiosos de alcanzar.

Dos veces se han estrellado ya en cuanto a esto. Fue la primera cuando se les obligo a pedir residencia para Estudiantes[Notas 2]. Lo de los estudiantes les complacía, pero negaron el permiso de fundación, al cual apuntaba la petición. Este punto de los estudiantes se lo han refregado por las narices repetidas veces a cada uno de los dos Padres.

Nuestra entrada aquí, en la forma que lo hicimos, les procuró la segunda negativa, que les dolió en el alma. Ciertamente hemos logrado entrar, pero a título precario, con lo cual, lejos de lograr una concentración, hemos dado con una disgregación de valor atómico. La meta, que tal vez no estuviera tan lejos, se echó para atrás y Dios sabe el tiempo que habremos de luchar para mejorar la situación. Por eso creo que no conviene forzar la máquina de nuevo, y digo esto llevado de los mejores deseos en favor de la Escuela Pía. Tengamos paciencia y no empeoremos la situación.

Han distribuido a cada uno de los que acabamos de llegar en parroquias separadas. De momento seremos unidades sueltas, sin más enlace ni trabazón moral que la que establezcan nuestros Superiores, recabando, si es preciso, las dispensas que haga falta para que podamos decir en verdad que somos Religiosos Regulares.

La situación queda pues como sigue: el P. Antonio Bargalló regenta una iglesia subsidiaria de la magnífica parroquia de San Andrés, de la cual es Párroco el Rmo. McGucken, Obispo Auxiliar y primer Vicario General del Arzobispado. Se le aprecia mucho y le ofrecieron el cargo para borrar la pésima impresión de su predecesor, que tuvieron que sacarlo a rajatabla. Todos los jueves come en casa de este Obispo.

El P. Enrique Pobla, párroco con todas las de la ley y muy acreditado, gracias a Dios. Su predecesor lo llevaba tan mal que la Cancillería del Arzobispado no se atrevía a imponerle una contribución superior a 13 o 15 $ anuales. La parroquia estaba prácticamente muerta y en estado de putrefacción. Por eso uno de los párrocos, que trata mucho con los Padres y es una potencia en Los Ángeles, se complace en repetir constantemente que la parroquia del P. Enrique debería tener por patrón a S. Lázaro en vez de Sta. Marta. Tanto este párroco como el superior de los Paúles, hablando conmigo privadamente, lo ensalza muchísimo y admiran su labor como verdadero prodigio.

(…) La situación de los que acabamos de llegar será de simples Asistentes o Vicarios, dispersos y a gran distancia unos de otros. Reunirnos de manera estable va a ser imposible de momento y la observancia regular habrá de establecérsela cada uno de propia cuenta.

Si me pregunta cuál es mi estado de ánimo, le voy a contestar con toda llaneza que no me siento pesimista en modo alguno. Es cuestión de tiempo y tacto, es cuestión de esperar la ocasión propicia. Hay que rogar y hacer rogar mucho y suprimir los desalientos. Se trata de un gran porvenir para nuestra amada Escuela Pía y para nuestra Provincia. Ciertamente que no se trata de una cosa inmediata, pero creo que fuera una gran equivocación dejar que se perdiera esta oportunidad. Las generaciones que nos sigan bendecirán la generación actual y a V.P., quién a pesar de sus años y de sus achaques tiene un espíritu joven y entusiasta. Es uno de los mejores florones que podemos ir preparando a nuestro glorioso Fundador José de Calasanz. Si nuestros predecesores hubieran actuado como lo hace V.P., cincuenta años atrás, otro gallo nos cantara. Hoy está esto algo organizado ya; temen la invasión de los de fuera, sobre todo de las Corporaciones que pueden actuar con independencia, pero no es cosa imposible.

Está el asunto de la escuela parroquial, pero ninguna de las iglesias confiadas a los Padres la tiene. Establecerla corresponde a la Cancillería del Arzobispado, no a los párrocos, que solo pueden pedirla, esperando luego que les llegue el turno. V.P. me dijo que atendiéramos y nos fijáramos en la legislación y en las maneras de proceder de aquí, y esto es lo que se hace y no se puede hacer otra cosa. Por otra parte, una escuela parroquial no es una fuente de ingresos sino una tragadera de los ingresos parroquiales. Una High School es cosa muy diferente, pero para ello se necesita personal formado y un capital de medio millón a lo menos. ¿Qué viene a representar y a componer el pequeño capital recogido por los PP. Antonio y Enrique?

(…) A partir del día 21 del corriente iré a fungir o desempeñar mi nuevo cargo[Notas 3]. Si uno este título a los que V.P. me tiene concedidos, me veo convertido en un acaparador de títulos, y el más molesto va a ser el último de asistente o vicario de parroquia. El amor a la Escuela Pía me lo va a hacer cumplir con alegría. Lo que más me complace es que tengo facilidades para salvar las vocaciones que se ofrezcan. Ansío esta posibilidad, no el título o los títulos. Por la Escuela Pía no repararé en hacer de barrendero si es preciso, y no creo que hable por hablar.

(…) ¿No le parece a V.P. que la educación escolapia, empapada del espíritu del Santo Fundador, puede contribuir a mejorar muchísimo el ambiente? Podemos, realmente, realizar una obra de apostolado de gran envergadura y a buen seguro que Dios, que da de lo secundario al que busca lo principal, sabrá recompensar incluso materialmente a nuestra amada Provincia.

(…) De V.P. afmo. hijo en Xto., b.s.m. Salvador Pascual”.

La presencia escolapia en Nueva York está relacionada con el P. Antonio Rivarés, de la provincia de Aragón, que había obtenido una beca de estudios mientras enseñaba en Argentina, y llegó allí a finales de 1948. Consiguió la confianza del Vicario General de la diócesis, Mons. Edward Gafney, y por medio suyo la autorización del cardenal Spellman, arzobispo de la diócesis, para acoger escolapios que trabajarían en parroquias. En agosto de 1950 llegó la invitación oficial al P. Provincial de Aragón, Valentín Aísa, para que enviase algunos religiosos, mencionando la posibilidad de encomendarles alguna tarea educativa en el futuro. El P. General aprobó la idea.

En el año 1951 el P. Valentín Aísa envió un grupo de religiosos para que aprendieran la lengua y se fueran preparando para la fundación. De momento, como en California y en Buffalo, tuvieron que acomodarse en diversas parroquias. Los que se reunieron con el P. Rivarés fueron Mateo Otal, José Gazulla, Ramón Aznar en 1950; Francisco Encuentra, Fermín Ramo y José Mateo en 1951; Fernando Negrillos en 1953. Estudiaban inglés y luego estudios universitarios, y colaboraban como coadjutores allá donde eran enviados.

El P. Encuentra escribe el 25 de octubre de 1951 al P. Manuel Pazos, Asistente General y amigo suyo[Notas 4], dando noticias noticas del grupo. Con clara visión, especula con las posibilidades de una fundación:

“Los pasos para la Fundación definitiva son muy lentos. No hemos de olvidar que tiene esta archidiócesis clero sobrante, que envía a las misiones de Oceanía, Brasil, etc., y Órdenes Religiosas antiguas y Congregaciones modernas asimiladas y muy prósperas. En esta ciudad hay una nube de sacerdotes hispanos, venidos so pretexto de estudios, que viven como pueden, casi siempre con mucho apuro económico, y no suelen estar bien conceptuado en la Curia porque no paran en las parroquias. Este prejuicio tenemos que desvanecerlo con nuestra estabilidad en los puestos asignados y con buen servicio.

Hay, sin embargo, una gran puerta abierta por la que pensamos entrar: es la de los Hispanos. Estos pasan de un millón, y en realidad están desatendidos. Poco a poco nos vamos poniendo en contacto eficaz con ellos. En septiembre y parte de octubre íbamos el P. Gazulla o yo, el que estaba libre, a preparar un grupo de unas 30 catequistas - todas hispanas - que desde hace 14 años vienen trabajando sin vinculación a ninguna parroquia. El día que tengamos una capillita las tendremos dispuestas a todo, porque la distancia aquí no es problema, se salva fácilmente. El día de la Virgen del Pilar conocimos otro grupo de señoras hispanas también, que forman o tienen una Conferencia de San Vicente de Paúl, y se alegraron mucho de saber que estábamos por aquí. Estas lamentan mucho el abandono en que están los hispanos, y van a presentarse al Señor Cardenal para entregarle un informe sobre el particular. Este informe se lo prepara en inglés un padre jesuita de la Universidad de Fordham. Esta misma semana voy a tratar de ponerme en contacto con ese mismo padre por medio de la Presidenta de esas conferencias, cuyo esposo es chileno y buenísimo como ella. Le presentaré de paso la tarjeta que V.P. me procuró del P. Asistente en Roma por esta Provincia de la Compañía. En el informe al Cardenal no convendrá que figuremos, pero sí deben saber el Padre y la Señoras que diez sacerdotes españoles pueden aliviar la situación. Digo diez porque llega esta semana el P. José Mateo, y los tres de Vasconia que estarán en Buffalo ¿no podrían aprender aquí el inglés si nos hiciera falta y los superiores convinieran en ello? Al terminar su año de aprendizaje podrían ser sustituidos por otros, ya de Aragón o como conviniera.

Podría suceder que al llegar el momento de la fundación nos colocaran de dos en dos o en grupos de tres en distintos sitios, y tuviéramos así más de una casa desde los comienzos. Así nos han hablado algunos sacerdotes que forman parte de un “Comité pro Hispanos” que hay en la Curia. Las escuelas primarias nacerían pronto junto a la parroquia y nos darían vocaciones. Este es el modo sencillo y sólido de empezar - a nuestro pobre juicio - y no con altos colegios. Estos vendrían después, a su tiempo.

(…) El P. Rivarés está muy bien preparado en inglés. El P. Aznar trabaja con los niños de sus escuelas parroquiales y predica en inglés a las monjitas los domingos. Nosotros preparamos una veintena de jóvenes casaderas para la primera comunión, de acuerdo con las señoras hispanas catequistas, que las reúnen y colaboran. Nos han solicitado al P. Gazulla y a mí para cursos de religión para adultos hispanos. Hay alguna dificultad, porque estos párrocos no ven bien lo que se hace fuera de sus parroquias, y tenemos que contemporizar con ellos. El día que seamos autónomos no llegaremos a todo lo que nos saldrá. También nos han pedido para tandas de ejercicios, y no podemos pensar en ello por ahora. Hay casas magníficas para estos retiros, dirigidas por religiosas que lo tienen como misión específica y lo hacen muy bien. Ellas reclutan los ejercitantes y lo administran todo, y hasta tienen sus consultorías para mujeres.

(…) Los fieles que nos conocen nos miran con simpatía, tanto más que la masa de estos católicos americanos es de procedencia irlandesa. El clero, en cambio, recela mucho del cura extranjero. No obstante, a nosotros nos distinguen de la turba irruente[Notas 5]. Hay varias comunidades de religiosas españolas o hispanas que nos aprecian mucho. Ellas son de muy buen espíritu, y por lo que conocemos de las americanas, que ciertamente es poco, no se diferencian de las de otros países. Viven recogidas, van muy modestas por la calle y el catolicismo de América les debe mucho, sobre todo a las de la enseñanza.

Suponemos que nos avisarán con alguna antelación de la llegada del P. General. ¡Qué fruto tan hermoso sería el de su visita si se consiguiera la definitiva fundación canónica! Pidámoslo todos así al Santo Padre, cuya es esta expansión actual de la Escuela Pía (…)”.

A finales de diciembre de 1951 el P. General fue a visitar al grupo de Buffalo. En enero de 1952 visitó a los de Nueva York. Fue a visitar al nuevo Vicario General, John Maguire. Vio que, de momento, no podía formarse una comunidad religiosa, así que constituyó una comunidad no jurídica, con oficios mayores y comunidad de bienes. La situación se mantuvo hasta el año 1953.

En marzo de ese año el canciller de la diócesis les comunicó que podían usar la casa rectoral de la extinguida parroquia alemana de San Nicolás, en el “Lower East Side” de Manhattan. Esto no significaba el permiso para fundar una comunidad, pero era un paso importante. El P. Francisco Encuentra fue nombrado “encargado” del grupo, hasta que la comunidad fue oficialmente aprobada por el Cardenal Spellman en 1957, y entonces él mismo fue nombrado Rector. Pasaba el tiempo, pero la situación de los escolapios no mejoraba, pue son recibían una obra propia. Y no mejoró hasta 1956, ya en el segundo mandato del P. Tomek, cuando el P. Encuentra viajó a Puerto Rico y encontró unos obispos más receptivos que los de Nueva York.

Después de la II Guerra Mundial un grupo de escolapios húngaros habían quedado en el exilio, y por diversos motivos temían regresar a su país, bajo gobierno comunista. Un grupo de 8-10 escolapios se reúnen el día de S. José de Calasanz de 1946 en el sur de Alemania y deciden intentar ir a fundar a algún país americano[Notas 6]. Un año más tarde es elegido Superior General el P. Vince Tomek, húngaro como ellos, que apoya el proyecto. A finales de septiembre de 1948 un primer grupo de escolapios húngaros sale hacia Estados Unidos, vía Cuba, en apoyo de los escolapios catalanes que habían llegado poco antes a Los Ángeles. Pero la diócesis de Los Ángeles no se muestra muy abierta a nuevas llegadas de escolapios, así que se intenta otro camino. Para entonces hay otro grupo de escolapios húngaros esperando el visado en Barcelona, y aprendiendo castellano. Por cierto, al despedirse y salir hacia América, uno de los Padres expresa su agradecimiento: “En los anales de las Provincias de Hungría y Rumania se leerá algún día que la mayor de nuestras Provincias, la de Cataluña, asumió una función ciertamente providencial aun antes del peligro, y empezó una obra santa, llevando nuestra corporación a nuevos países”[Notas 7]. Es entonces cuando el P. József Bátori, por medio de un sacerdote amigo suyo, Giula Szabó, párroco en Lackawanna, diócesis de Buffalo, Estado de Nueva York, consigue ser acogido por el Obispo O’Hara. Visita más adelante a los húngaros que estaban trabajando en parroquias en Los Ángeles, y les convence para que vayan a Buffalo, a trabajar juntos en una obra educativa. Copiamos un fragmento de la primera carta que el P. Bátori escribe al P. Tomek después de su llegada a Estados Unidos[Notas 8]:

“D) La conversación con el Señor Obispo. Tuvo lugar al mediodía del jueves en compañía del Rev. P. Szabó. Fue muy amable conmigo también. Le agradecí su bondad, le dejé que hablara de sus planes. Le pregunté dónde irían quienes recibieran el affidavit ahora. Hablamos de la calidad del niño americano, del escultismo, de mis asignaturas, de donde iba a estar en septiembre, etc. Me preparé muy bien para el encuentro y lo ensayamos todo con el Rev. P. Szabó. (Completando las respuestas recibidas con conversaciones con otros) Esta es la

2) Situación: El Obispo O'Hara, como maestro religioso, enseñó gestión de empresas durante años en la Universidad de Notre Dame en Chicago, y más tarde fue el presidente durante varios años de esta universidad católica, la más grande del país; más tarde fue nombrado obispo militar y luego de Buffalo. Está estableciendo escuelas de enseñanza media con pasión. Ya ha establecido siete y quiere siete más para que haya una en todas las grandes ciudades. No tiene suficientes profesores.

Este papel y posición del Obispo es crucial. Siento que Dios, a través de él y de otras buenas personas, está dedicando la fundación americana como regalo jubilar a nuestro Santo Padre. Seguramente, algunos de nosotros ya vamos a enseñar en septiembre. Ya he visto las dos escuelas de las que estábamos hablando. Si estuviéramos listos y preparados ahora, podríamos tomar una de ellas ya. Los Franciscanos van a recibir ahora una totalmente nueva que está casi acabada sin pagar un centavo. Los Oblatos no pueden presentar suficientes maestros, y así ya ahora se nos abre una posibilidad. El próximo año, tal vez Batavia (alrededor de 40 millas de Buffalo) está siendo seleccionada para nosotros.

C) No creo que tengamos suficiente gente para abrir en dos lugares a la vez. Pero aquí la ocasión mencionada se presenta de tal manera que sería una tontería no aprovecharla.”

El P. General envía también a varios escolapios polacos, con dificultades para regresar a su país tras la guerra, a los Estados Unidos, para trabajar con los húngaros. En 1954 había 12 escolapios húngaros y 5 polacos, pero con el paso del tiempo llegaron algunos más.

Los escolapios húngaros obtuvieron su primera residencia propia en Derby, diócesis de Buffalo, estado de Nueva York, en 1951. En 1953 establecieron una casa en Washington, para que sirviera como juniorato (los juniores irían a estudiar a la Universidad Católica de Washington). Abrieron el primer colegio en Devon, en 1955, y allí siguen hasta hoy. En 1957 se abrió en Buffalo el Colegio Calasanz para niños y jóvenes superdotados, pero se trató de una iniciativa ligada al P. I. Gerencsér, aunque fueron muchos los escolapios que colaboraron con él, y que terminó cuando el P. Gerencsér, por motivos de edad, se retiró de la docencia y la gestión. Finalmente, en 1961, tras la crisis cubana, los escolapios se hicieron cargo del colegio de Fort Lauderdale, entonces en la diócesis de Miami, que primero estuvo bajo la dependencia del P. General, hasta que en 1972 quedó incorporado a la Provincia de Estados Unidos.

Al principio no era fácil el entendimiento entre húngaros y polacos: los primeros eran más inclinados a lo escolar; los segundos, a lo pastoral. Los polacos, liderados por Chester (así americanizó su nombre polaco Ceslao) Naumowicz, intentaron separarse de los húngaros. Lo más sencillo era pasar a Canadá (Buffalo está cerca de la frontera). Y así, por su cuenta, acompañado del P. Simón Aleksa, en agosto de 1954 tomó un coche y marchó a la diócesis de Saint Paul en Alberta, donde encontró una buena acogida por parte del obispo. Sus primeras impresiones son buenas, según escribe el P. Naumowicz al P. Tomek el 30 de agosto de 1954[Notas 9]:

“Por medio del sacerdote José Kochan, hermano de nuestro religioso Ceslao Kochan de Polonia, me enteré de la benevolencia del Ordinario de la diócesis de St. Paul en Canadá (Provincia de Alberta) para admitir sacerdotes polacos que trabajen entre los polacos que viven en esta provincia y diócesis de St. Paul.

Con el voto unánime de los Padres Polacos residentes en los Estados Unidos, fui elegido delegado para ir a visitar la diócesis de St. Paul. Verdaderamente encontré muy amable a S.E. Philip Lussier CSSR, Obispo de esta diócesis, de cuya hospitalidad gozo ahora.

En esta diócesis hay solamente dos casas de religiosos: los Redentoristas y los Oblatos de María Inmaculada. La intención de S.E. Philip Lussier CSSR es que nosotros trabajemos con los polacos de esta diócesis, y quiere darnos la administración de una o dos parroquias polacas, y permitir una fundación canónica nuestra. Su Excelencia escribirá sobre este asunto a Vuestra Paternidad, y quisiera, si a Vuestra Paternidad le place, tratar personalmente con usted cuando haga su próxima visita a América.

Las condiciones de vida aquí son primitivas, pero se está progresando muy aprisa, pues se descubren campos petrolíferos, y así florecen la industria de producción de gasolina y la agricultura.

Yo volveré a Derby en la octava de N.S. Padre, e informaré al R.P. Bátori y a los demás Padres, y enviaré un informe más extenso sobre este asunto a Vuestra Paternidad.

S.E. Philip Lussier CSSR sabe que he venido aquí sin saberlo Vuestra Paternidad, y espero que este hecho dará mayor libertad a Vuestra Paternidad para tratar el asunto.

Nos alegraremos si en el Año Mariano nuestra Orden consigue una fundación en un nuevo país, en Canadá, extendiéndose así las ramas de nuestra Orden.”

Regresaron a Buffalo, y obtuvieron (arrancaron, sería más exacto) el permiso de los superiores para instalarse, a partir de noviembre, en dos parroquias pequeñas en medio de la inmensidad. Vieron más tarde que aquella situación era insostenible; el P. Aleksa enfermó, y el P. Naumowicz renunció a la parroquia (con gran disgusto del Obispo y del P. General) y regresó con él a Buffalo, antes de que se cumpliera un año de su llegada. Se vino debajo de este modo el proyecto de crear una demarcación canadiense con escolapios polacos. En lo sucesivo estos trabajaron codo con codo con los húngaros en los colegios existentes en USA. Hubo reclamaciones por parte del Obispo de Saint Paul, que apeló incluso a la Sagrada Congregación de Religiosos. Al P. Tomek le tocó el desagradable papel de disculparse ante unos y otros, explicando que no tenía personal para enviar a Canadá.[Notas 10] Ordena que en lo sucesivo nadie trate de fundaciones sin permiso del Delegado General Bátori[Notas 11].

Los escolapios de Valencia aceptaron en 1949 un colegio-seminario en León de Nicaragua. Valencia era entonces la única provincia española que no tenía fundaciones fuera de la península. Los PP. Remigio Mengual y Joaquín Ferrandis fueron los primeros en llegar a León. Respondían a la insistente llamada del obispo de la ciudad, Isidro Augusto Reyes, quien, a través del P. General Tomek, se relacionó con el P. Provincial, Jesús Gómez, y su Consejo. Los Padres tuvieron un recibimiento apoteósico y ocuparon el colegio-seminario «San Ramón», caserón viejo y ruinoso, propiedad del obispado y cedido a la Orden sin límite alguno. Así lo cuenta el P. Joaquín Ferragud, enviado como superior a la fundación, al P. Enrique Centelles, Asistente General por América:

“Es cierto, y extremadamente halagüeño, que los Padres han caído, como suele decirse, de pie. La población nos aprecia de un modo efectivo y extraordinario. Así lo han puesto de relieve con motivo de mi entrada en la ciudad, que ha revestido caracteres de verdadero acontecimiento. Salieron todas las autoridades a recibirme. Se ocupó la prensa. Participó el pueblo. Hubo desfile hasta la Catedral. Te Deum en acción de gracias. Salutación fervorosa de parte del Sr. Obispo. La impresión recibida de momento fue sinceramente confortante. La realidad ulterior ya se encargará de ratificar esa impresión grata y honrosa de un magnífico comienzo o rectificará una opinión forjada en el momento cálido de un flamígero entusiasmo de un pueblo que me ha dado la impresión, todavía más que de joven, de infantil.

Como Asistente para estas regiones apartadas de Europa, le tendré al corriente de cuanto suceda, se proyecte o se realice. De momento estamos atareados con el asunto del colegio como edificio, ya que de momento estamos ocupando el antiguo seminario de la diócesis, que fue clausurado por la Santa Sede por no sé qué irregularidades. Antes de tomar ninguna decisión referente a este asunto, he hecho indagaciones para saber cuáles eran las condiciones en que vinimos a esta ciudad. Los Padres, hasta el P. Remigio, que es de los que vinieron en primer lugar, las ignoran. Yo creo que algunas debe haber. Venir a la ventura me parece en extremo inadmisible. Si los Padres las ignoran y el P. Provincial nuestro no me dio ninguna instrucción en este sentido, es que tal vez se estableciesen ahí en Roma con el P. General, ya que con él fue con quien se entendió el Excmo. Sr. Obispo de ésta[Notas 12]. Le agradeceré que se informe y tenga la bondad de comunicarme el resultado de su gestión, ya que de ella depende, hasta cierto punto, el futuro de este Colegio.

Por mi parte, creo que debo declararle mi impresión, puramente personal, sobre la fundación, por si este informe mío arroja luz confirmando o corrigiendo el criterio que en Roma se hayan formado de la misma. Tenemos en la actualidad 214 alumnos. Existe otro Colegio religioso regentado por los Hermanos Cristianos de San Juan Bautista de la Salle. Llevan muchos años en la ciudad. Son apreciados. Cuentan con unos 300 alumnos. En cuanto a internos, en este Colegio o si se quiere en esa Ciudad, no habrá nunca número apreciable, ya que existen dos Internados acreditadísimos, uno en Diriamba y otro en Granada, en climas más frescos que el de León. Quedan favorecidos además por la falta de comunicaciones de ésta, que fue la antigua capital de la República. Por otra parte, se tiende a un centralismo, fanáticamente procurado por todos los medios, en Managua, capital de la nación. A lo sumo, este colegio puede darnos un alumnado externo de unos 300 alumnos, a lo sumo 350, aunque esta cifra quizás nunca se llegue a alcanzar. El Sr. Obispo nos facilita este Seminario, que se halla en estado precario, mientras edifiquemos el nuevo Colegio. Pero, por lo que se ve, con nuestros propios medios. ¿Son estas las condiciones de la fundación? Yo pregunto: ¿para esto se somete a una Orden religiosa al sacrificio de varios de sus miembros, obligándoles a abandonar su Patria, donde enjambres de niños están demandando la acción educadora de sus métodos y espíritu, en proporciones muy superiores a las que en la actualidad y en el futuro puede brindar una ciudad como León? No crea, Padre, que hablo impulsado por algún desaliento o por la añoranza de la Patria; porque ni el primero ha cabido nunca en mí ni la segunda cuenta en el Haber de mi conciencia, cuando existe, como en el caso presente, la realidad de un imperativo excelso, como es el de la libre y alegre sumisión a la Obediencia, y la convicción de que la verdadera Patria es el cielo y la llevamos en el corazón, y el corazón no lo abandonamos mientras vivimos. Me induce a expresar así mi pensamiento la responsabilidad de mis decisiones en una empresa de tanto momento y trascendencia, y la sospecha de que tal vez fueron informados muy a la ligera y alegremente por quien debió medir en todo su alcance las consecuencias de sus palabras y ofrecimientos.

Como digo, no vea V.P. ningún asomo de pesimismo y tristeza o desengaño en mis palabras. Soy hombre que no se arredra fácilmente ante las dificultades. Estoy acostumbrado a la lucha y a la brega difícil. Como otros Hernán Cortés, hemos quemado las naves de la cobardía que pudieran amparar nuestro fracaso. Hemos puesto el pie en América, y en América triunfaremos o moriremos en el combate denodado de una lucha sin desfallecimientos ni debilidades. Al menos esta fundación será siempre la cabeza de puente desde la que nos lanzaremos a la conquista de otros objetivos que satisfagan nuestras grandes aspiraciones. Y crea que en lontananza se advierten ya las auroras de nuevas y fecundas empresas que coronen con el laurel del triunfo las sienes purísimas de nuestra Madre la Escuela Pía.

Cuente, Padre, que han mandado buenos soldados a estas tierras, que tanto saben de glorias españolas, y, aun cuando adviertan las dificultades y sopesen la ponderación de sus sacrificios, cuentan con arrestos para superarlos y vencerlos. La comprensión no es signo de debilidad.

Espero, Padre, impacientemente sus noticias. Las necesitamos. Queremos contrastar hechos con palabras. Promesas con decisiones. Esperanzas con realidades”.

En 1953-54 los escolapios de León compraron un terreno propio, y construyeron el colegio que comenzó a funcionar en 1958. En 1950, además, llegaron a la capital Managua, donde compraron un amplio terreno (en el que se encuentra el actual colegio de Escolapios), pero de momento se quedaron en un antiguo edificio de los PP. Capuchinos, más céntricos. Y construyeron allí el colegio que sería destruido por el terremoto de 1972, en el que falleció el P. Vicario, Bruno Martínez.

El P. Joaquín Ferragud, rector de León, mientras tanto, había viajado a la República Dominicana en 1951, donde las autoridades le ofrecieron la gestión de un Colegio Universitario, y la posibilidad de construir un colegio propio. Se aceptó el colegio universitario (que se abandonaría en 1972), y en 1954 comenzó a funcionar el colegio Calasanz en locales provisionales, hasta que se construyeron los pabellones del nuevo colegio en 1964 y 1968. El P. Ferragud comparte con el P. Tomek su entusiasmo por la nueva fundación en una carta fechada el 29 de agosto de 1954[Notas 13]:

“¿Cosas nuevas? No muchas, pero las previstas. Este año se inicia nuestra labor docente en República Dominicana. Con cuatro clases habilitadas provisionalmente en los locales de la Residencia Universitaria, pero con el propósito y decisión de que constituyan el granito de mostaza que se convierta en día no lejano en árbol de frondosa fecundidad de vida escolapia. Lástima que los operarios de la viña calasancia son muy pocos, excesivamente pocos: dos. El P. Adolfo Catral Prieto y yo. Pero con la cooperación, bien sea de religiosas Escolapias o Calasancias, bien de elementos seglares de aquí, estamos dispuestos a poner en movimiento lo que se nos reclama angustiosamente por parte de la sociedad dominicana. Solamente cuenta Ciudad Trujillo con un colegio religioso de varones que merezca tal nombre, y es el Colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, pero está congestionado por imperativo de su misma unicidad. Y, naturalmente, con todos los defectos e inconvenientes de las clases excesivamente recargadas. Es la hora ideal para nuestra actuación en la palestra de la Enseñanza. Yo pregunto a V. P. Rdma.: ¿no habría forma de allegar refuerzos para este campo virgen de tan amplias perspectivas y de cosecha tan promisora en que la niñez y juventud están ávidas del pan de la enseñanza religiosa y resecas del rocío de la piedad que tan generosamente difunde nuestra amada institución?

Casi me atrevería a sugerir a V. P. Rdma. una solución para que a su vez plantease V. P. Rdma. a todos los Provinciales españoles. En virtud del Tratado Cultural firmado entre España y República Dominicana, son reconocidos recíprocamente en ambas naciones los títulos académicos expedidos por los Centros Oficiales de las mismas. Basta legalizarlos debidamente en las Embajadas respectivas, cosa de trámite fácil y rápido. En República Dominicana contamos con una ventaja y facilidad para la adquisición los títulos académicos, como en ningún lugar de la Tierra. Basta presentar debidamente legalizado por el Cónsul dominicano (cualquiera de los acreditados en las diferentes capitales de España) el Certificado de Estudios de toda nuestra carrera escolapia para obtener lo que se llama colación de estudios, que equivale a conferir validez académica a nuestros estudios y, previo un ligero examen de algunas asignaturas, obtener seguidamente el grado de Licenciado en Filosofía; todo en el periodo de un año. Para obtener el doctorado, dos años. Siendo esto así y constituyendo el problema de los títulos académicos en España un grave contratiempo y una torturante preocupación por parte de nuestros Superiores, y una sangría tremenda para la economía de nuestras provincias, pienso que sería una magnífica solución para aquellas mandar anualmente, o cada dos años, un grupo reducido de Padres para que se licenciaran o doctoraran en Filosofía, ya que este doctorado aprovecha para la enseñanza de las Letras en España. Como las clases en la Universidad se dan por las tardes, después de las labores docentes de las clases del Colegio, los Padres podrían desempeñar una clase de Primaria durante el día y asistir a la Universidad, para la que no se ha de preparar nada especial, ya que solo se requiere la asistencia a la misma. De esa manera se conseguirían dos grandes bienes: el primero, proporcionar maestros escolapios a nuestros alumnos; y el segundo, dotar a las provincias de los títulos universitarios que tanto necesitan. Yo me atrevo a proponerlo a V.P. por la convicción de que la autoridad del P. General es razón potísima para que los Padres Provinciales fijen la atención en problema de tanta trascendencia. ¡Cuánto bien, cuánto crédito, cuánto prestigio y cuánta vida sobrenatural se podría difundir a través de ese dispositivo circunstancial, pero de enormes beneficios corporativos! Ojalá que bien pronto lo pudiéramos ver convertido en consoladora realidad.

Supongo que mi P. Provincial le tendrá al corriente de las incidencias de la fundación en República Dominicana. Por eso no voy a extenderme en detalles, que si desea V. P. Rdma. puedo ampliar en carta sucesivas.

Hoy por hoy, la situación es la siguiente: con la ayuda generosa del Gobierno (8.000 dólares), estamos montando las cuatro clases de primaria; adquiriendo material norteamericano, el más moderno en el orden didáctico; ampliando la capacidad de la Residencia Universitaria, que inicia su cuarto periodo de vida con crédito creciente; vallando la finca, que comprende una extensión de más de 20.000 metros cuadrados; mejorándola en todos los órdenes, y con la perspectiva de comenzar el edificio nuevo de la futura Residencia el año próximo. En cuanto al Colegio Internado, tenemos reservados en el Ensanche Radhamés, de los de más brillante porvenir de la capital de la República, unos 45.000 metros cuadrados. Haré los posibles para conseguir para el año próximo que, al menos, se inicien las obras con la construcción de un pabellón donde se alojen los 5 primeros cursos de Primaria, cocina, comedor y vivienda para algunos Padres. Las perspectivas para el desarrollo de nuestra misión docente son en extremo halagadoras. En un futuro no muy lejano, si se le ayuda convenientemente, se puede constituir en una de las piedras angulares de la Provincia de Valencia. No exagero nada. Tengo la experiencia de Centroamérica, cuyo mejor exponente es el Colegio Calasanz de Managua. Hoy por hoy es un magnífico florón de la Escuela Pía. A pesar de contratiempos, dificultades, incomprensiones y defectos, propios de cualquier institución integrada por elemento humano, se advierte claramente la mano y el impulso de Dios.

Adjunto algunas fotografías de la Residencia Universitaria. Consta en la actualidad de cuatro pabellones. En el mayor, donde se halla la Capilla, es donde se están acabando de instalar las cuatro clases de Primaria. Incluyo cartel y octavilla de propaganda y prospectos.

No olvide en sus oraciones al Benjamín de las fundaciones escolapias en América.”

En 1957 los dos colegios de Nicaragua y la comunidad de Santo Domingo se convirtieron en la Delegación Provincial de Centroamérica, dependiente de la provincia de Valencia.

El Papa Pío XII había manifestado repetidamente al General, P. Tomek, su voluntad de proporcionar una mayor asistencia a los pueblos de América Latina en materia de educación. En ese ambiente acude a Roma, por razón de la visita «ad limina», el obispo de El Socorro-San Gil (Colombia), Ángel M. Ocampo, jesuita, quien se presentó ante el P. Tomek con el fin de solicitarle religiosos para su diócesis. La llamada pudo ser atendida por la abundancia de religiosos en España en esa época. Previamente salieron hacia el lugar el P. Provincial de Castilla, Juan Pérez, y los PP. Aurelio Isla e Eliseo Díaz con el Hno. Indalecio Baña. Zarparon de Cádiz el 19 de noviembre de 1947, y llegaron a Barranquilla el 11 de diciembre. Surgieron dificultades políticas y económicas, y no pudo llevarse a cabo la fundación en Socorro. El P. Juan Pérez, que había intuido el futuro, viajó a Medellín y Bogotá con intención de buscar mejores lugares. Los religiosos de El Socorro marcharon a Medellín al finalizar el curso de 1949, y en esta ciudad abrieron colegio en 1950. Así lo cuenta el P. Isla al P. Tomek, en carta del 14 de enero de 1950[Notas 14]:

“Con nuestro religioso saludo reciba también, Reverendísimo Padre, el testimonio de nuestra obediencia filial desde estas lejanas tierras de Colombia, donde la obediencia nos ha colocado y donde estamos laborando para plantar y arraigar el árbol calasancio de nuestra Amada Madre la Escuela Pía.

Suponemos que el P. Provincial de Castilla habrá informado oportunamente del traslado de la fundación de Socorro a esta nueva ciudad de Medellín, en donde es muy probable que encontremos el apoyo principal para el porvenir de nuestra Orden en Colombia. Después de varias vicisitudes y con gran oportunidad se ha hecho el traslado, y desde el 5 de este mes ya estamos en Medellín los tres Padres y el Hermano que estuvimos en Socorro los dos años anteriores, y hoy precisamente y en ese momento tomamos posesión de la casa en que establecemos por este año el colegio, y es precisamente el instante en que nuestro pensamiento está en Roma, en el sepulcro de Nuestro Santo Padre y en la sede de su dignísimo sucesor, para renovar nuestra total entrega a las órdenes de Nuestro Superior y para implorar la protección del cielo y del Santo Padre en favor de esta fundación.

La dirección postal de este nuevo colegio es: Colombia, Medellín, Ayacucho con Berrío, 39-85, COLEGIO CALASANZ.

Hace seis días que abrimos la Matrícula de los alumnos, y afortunadamente hay bastante movimiento, por lo que esperamos confiadamente llenar el cupo a que podemos aspirar este año. Como al final de mes esperamos la llegada de España del P. Rafael Fernández Vallejo, pondremos cuatro clases de Primera Enseñanza, esperando empezar el Bachillerato el año próximo.

La casa que ocupamos no puede ser la sede definitiva, pero sí es probable que nos sirva para dos o tres años.

El Sr. Arzobispo, muy poco partidario de dar entrada a las órdenes religiosas - aunque él es religioso eudista[Notas 15] - no nos puso dificultades, pero sí nos ha advertido que no nos puede ayudar con nada. Sin embargo, el ambiente religioso de este departamento de Antioquia es favorable a todas las obras religiosas, por lo que confiamos en Dios en que algún día nos llegue alguna ayuda conveniente. Nos dicen también que esta es la región mejor para el asunto de Vocaciones; y si tuviésemos recursos económicos podríamos empezar inmediatamente a preparar algunos aspirantes. De todas maneras, aunque tengamos que retrasar un poco esta importantísima obra, confiamos en que, a no tardar mucho, se podrá desarrollar.”

En Bogotá se había abierto antes, en 1949, pero en condiciones precarias[Notas 16].

En 1953, pensando en el futuro, y en la importancia del cultivo de las vocaciones nativas, se constituyó en Bogotá el Seminario Calasanz. Aparece el tema de las vocaciones nativas para poder crecer en América, y convertirse en viceprovincias o provincias. Aurelio Isla, Vicario Provincial de Colombia consulta al P. Tomek[Notas 17]: algunos padres de Colombia (son 40, de Castilla) dicen que antes de trabajar con las vocaciones hay que acabar de construir los colegios. Respuesta del P. Tomek: “El que firma y los Asistentes Generales estamos convencidos de que sin duda se ha cometido un gran error por parte nuestra en las demarcaciones americanas en el pasado, al descuidar la cuestión de las vocaciones nativas. Mientras otras congregaciones en las citadas demarcaciones al principio trabajaban casi exclusivamente por las vocaciones americanas, y luego ponían en marcha su propio apostolado, o desarrollaban de manera paralela la promoción de las vocaciones y su propio apostolado, nosotros descuidamos completamente el tema de las vocaciones con el pretexto de que primero teníamos que construir colegios para llevar a cabo nuestro ministerio, y solo después dedicarnos a la tarea vocacional. Desgraciadamente esta segunda parte no se ha llevado a cabo, y el resultado de actuar así es que, en Cuba, donde ahora se ha celebrado el primer centenario de nuestra presencia, solo tenemos tres padres cubanos; en Argentina, a donde llegamos hace casi 70 años, solo hay tres padres argentinos, y en Chile, donde los nuestros trabajan desde hace más de 70 años, no tenemos ningún padre nativo. El error cometido ya se ha corregido: en Argentina se trabaja muy bien por las vocaciones desde hace algunos años; en Cuba, bastante bien, y en Chile hay inicios prometedores, pero las circunstancias anteriores nos honran bien poco. En este sentido, Colombia actúa de acuerdo con las intenciones del Supremo Moderador, y ofrece un ejemplo magnífico a otras, ya que va por el buen camino. Por un lado, continúa, con gran esfuerzo, la construcción de los colegios, mientras por otra parte, a pesar de los sacrificios, trabaja por las vocaciones nativas: hace lo uno, sin descuidar lo otro”.[Notas 18] Por aquellas fechas no se hacía aún un trabajo serio por las vocaciones en Nicaragua, Venezuela, Brasil, Japón, NY-Puerto Rico, México, California, las fundaciones más recientes. Sí se trabajaba en Buffalo con mucho interés, pero con poco éxito.

Ese mismo año en Colombia se abre el colegio de Cúcuta, en locales provisionales hasta que se construye el definitivo. En 1954 se erige la Viceprovincia de Colombia, dependiente de Castilla.

La Provincia de Vasconia, con abundante personal joven, estaba abierta a nuevas fundaciones, en el momento en que se gestionaba la partida de los primeros misioneros a Japón. En el verano de 1950, Don J. N. Espinoza, párroco de Boconó, estado Trujillo en Venezuela, llegó a Pamplona. Ya había tenido conversaciones y había realizado gestiones con el P. Provincial de Castilla. Se puso en relación con el P. Juan Manuel Diez, Provincial de Vasconia, pidiéndole un grupo de sacerdotes que llevaran a cabo una fundación en su parroquia[Notas 19]. En el mes de noviembre se le envió al P. Jesús Nagore. En un primer momento se hospeda en el seminario interdiocesano de Caracas, regentado por los jesuitas, hasta que es acompañado por Espinoza a la ciudad de Boconó. Al cabo de una semana se percató Nagore de las exageradas pretensiones del sacerdote fundador y volvió a Caracas. Informó puntualmente al P. Provincial mientras gestionaba la posibilidad de abrir un colegio en la capital. Pero el arzobispo era opuesto a tal idea. En febrero de 1951 fue invitado por el P. Jiménez, párroco de Acarigua, estado Portuguesa, a que le ayudase en las tareas pastorales durante las fiestas de la ciudad. Es allí, y con tal ocasión, donde el P. Nagore conoció al obispo, luego arzobispo, de Barquisimeto, estado Lara, D. Críspulo Benítez Fontúrbel. Este conoció los deseos del escolapio y le indicó, a modo de sugerencia, la posibilidad de regentar en la ciudad de Carora un colegio parroquial, ya en funcionamiento provisionalmente. Así cuenta os hechos y sus proyectos el P. Nagore a su amigo P. Francisco Goñi en carta del 15 de mayo de 1951[Notas 20]. El P. Goñi remite la carta luego al P. General:

“Hagamos historia. En vista que lo de Boconó, 10.000 habitantes no más, no convenía por ningún concepto, población escasa, aislada, sin vías y sobre todo por su Párroco, arbitrario, reyezuelo, displicente… decidí acabar con él. El Provincial me apoyó decidido, en vista de mi Información y, después de una brega dura, hostil, descarada por parte del P. Espinosa, se rompió con una carta extensa que el Provincial escribió al Sr. Espinosa, diciéndole que no convenía la fundación. Así pues, libre, me quedé en Caracas, ojo avizor, a ver si por un lugar u otro salía algo para atraparlo. Nada, después de mes y medio. Los Jesuitas me trataron magníficamente. Pero su influencia en Caracas, donde tienen seminario, colegio, parroquia y son a la vez directores de todas las asociaciones habidas y por haber, de nada servía para mí. Total, oteando el horizonte de Caracas tenía que resolverme a alquilar una quinta que sirviera para el futuro Colegio. Son muy escasas, por la densidad de población. Así que sube el arriendo a 3.000 bolívares mensuales; echa mobiliario ad hoc, 25.000 bolívares; manutención de 5 padres, 1.500 bolívares mensuales, etc. Todo esto era para mí un vaivén que espoleaba mi espíritu a vivir inquieto. Decidí a mediados de febrero salir para el interior. Ello me llevó a conocer ciudades grandes y chicas. Me establecí en Acarigua por un mes, supliendo al párroco. Allí conocí al obispo de Barquisimeto, que, conociendo mis intenciones de fundador, se me ofreció generosamente. Me apuntó Carora (más de 16.000 habitantes) con su colegio de Cristo Rey en marcha, y en condiciones magníficas, a saber: 3 capellanías de monjas, cada una da 500 bolívares entre servicio e intenciones. La capilla del colegio que dará otro tanto, no menos de 500 bolívares, y luego la parroquia, que, por no haber más que un párroco, necesita ayuda de una misa, muchos días cantada (20 bolívares). Es decir, que sobrepasa los 2.000 bolívares (30.000 pesetas) solo el culto. Vamos al Colegio, hoy en decaimiento: dos sacerdotes y 3 profesoras componen el cuadro. Ha tenido 150 alumnos, pagando entre 25 y 30 bolívares cada uno y por mes. Hoy no llegan a los 100. Pero, siendo una ciudad muy religiosa y anhelando como están una comunidad religiosa, tengo la plena seguridad que el Colegio irá en aumento. Esto me lo expresó el Sr. Obispo en la primera entrevista, y así se lo comunique al Provincial a mediados de febrero. Y le añadía: estos datos que le aporto como informativos una vez que vaya yo a Carora se los concretaré. Luego también le exponía cómo mi presencia en Acarigua-Araure (25.000 habitantes) sin un colegio religioso, había despertado mi entusiasmo grande por instaurarlo. Y me ofrecían todo: casa, mobiliario, subvención ahora, y luego un solar de 6.000 a 8.000 m2 para levantar la segunda Parroquia y mi colegio. Y por fin le hablaba para más tarde de la ciudad de Barquisimeto (futura gran ciudad), pero hay que esperar, porque hoy no se presenta nada apetecible. Le descubría este panorama magnífico para ver por dónde empezábamos, si bien la mejor ocasión la presentaba Carora. Es decir, le presentaba al Provincial esas tres futuras fundaciones para un plazo de un año o dos, el tiempo lo dirá, en una carta, creo que parecida a la tuya.

Como pasaba el tiempo, más de un mes, y no recibía carta del Provincial, yo seguía adelante. A finales de marzo tuve ocasión de ir a Carora, en vista de que el Señor Obispo me empujaba. Estuve nada más que dos días. Vi la población, muy bien situada, a 100 km de Barquisimeto, en medio de las carreteras principales y centro de una gran comarca ganadera, mucho capital. Hablé con el Director del Colegio, un sacerdote culto y muy cordial, y con el otro sacerdote. Me confirmaron todo lo de las capellanías: ellos sacan de 500 a 600 bolívares mensuales, y las clases dan alrededor de los 3.000 bolívares y con 1.000 bolívares puede sostenerse la comunidad. Los dos sacerdotes, apenas vayamos nosotros, el obispo los empleará en Barquisimeto. Después hablé con la Junta Benéfica del Colegio, formada por cuatro señores muy honorables y de gran prestigio en la población. Estaban dispuestos a deshacer la Junta apenas nos instalemos. Les dije que no, que, siendo exclusivamente benéfica, los necesitaba. Entonces les expuse el carácter de nuestro Instituto y de nuestra misión altamente educadora, y quedaron tan gratamente satisfechos que ellos están preparados para todo: para las reformas del colegio, escuelas, cuartos de los padres. Más: por su cuenta corren los viajes de los padres y todas las reformas que haya que hacer en lo sucesivo.

El colegio se compone de una planta baja con las clases, 5, alrededor de un patio central, tipo colonial. Los cuartos de los sacerdotes, cocina y otras dependencias, alrededor del patio. Pero tiene adosado mucho espacio para construir. Contigua, una gran plaza que ahora le pondrán una cerca para que sirva de patio. Y rematando la gran manzana, una gran capilla colonial en muy buen uso. Todo ello es del Obispo en combinación con la Junta; todo pasa a nuestro servicio, cuidándonos de la conservación, al estilo de Tafalla, y ellos de todas las reformas. Después de esta visita a Carora, informé de nuevo al Provincial, y a esta carta me contestó enseguida diciéndome que si, efectivamente, Carora da a la provincia dos mil bolívares mensuales (30.000 pesetas), el P. Jesús habrá hecho un gran servicio, imponderable, que marcará nuevo rumbo a la Provincia. Que tenía además gran confianza, plena, en mis actividades. Que incluso había tomado nota de los padres que le pedía, a saber: el P. Gerardo, de Tafalla, para los parvulitos; P. Vides y P. Silvano como dibujantes y músicos; P. Valencia Melchor para que sus actividades y energías no se pierdan en política, sino que se emplean en predicar, confesar, etc., no solo en Carora sino en la comarca, región de muchos pueblos sin cura y de gran fondo religioso, que en todas las festividades piden sacerdote para bautizos, predicar y decir misa. Y esa región del “Blanco” da más bolívares que el colegio. Y más intenciones, también. Hay un sacerdote muy ancianito (Monseñor Montes de Oca) en Carora, muy amigo, que me dice: “P. Jesús, atiendan en las fiestas a la región “el Blanco”; eso les dará mucho prestigio moral ante Carora y en el Obispado, y además muchos miles de bolívares al año”. Así que, siendo los sábados por la tarde vacación en lugar del jueves, el P. Valencia y yo podemos realizar esa misión.

Pero me he alejado del cuadro que te presentaba. Junto con la carta última del P. Provincial apoyando en principio, no sé si definitivamente, la fundación de Carora, recibí el día siguiente dos cartas del Provincial escritas anteriormente a esta última. Son dos cartas profusas, desaliñadas, ordenancistas casi, raras, que me dejaron frío y desorientado. Me acusa de inocente, cándido, de poco mundo, que me creo lo que me prometen… que dejo las grandes capitales, donde pueden formarse los futuros grandes colegios… Que el P. Orcoyen es más experto, que ha fundado un colegio de porvenir[Notas 21], aunque por ahora da poco; que no exige más que los viajes de los Padres; que no le importa tanto el dinero cuanto la libertad… Que Carora qué puede dar en el porvenir; que a ver si no hay ciudades más grandes como Barquisimeto… Este es el extracto de la carta que aparece más agrio, pero ese es el contenido. Mira, Francisco, si la primera que te he citado, en que depositaba toda su confianza, no me atara las manos, iba a ir muy bien servido, porque le hubiera dicho que si no tenía la confianza en mi obra, como lo demostraba, que mandara otro. Pero que yo no volvía fracasado a España; que, gracias a Dios, el Señor Obispo, Vicario y Cabildo me guardan muy bien la espalda. Ellos tienen mucha confianza en mí y en nuestra obra. Gozo plenamente con su amistad.

Estoy muy conforme, Francisco, en que este año debo limitarme a Carora. Para el año siguiente estoy convenido con el Señor Obispo en empezar Acarigua, ciudad de más porvenir, de 25.000 habitantes con una gran comarca. El Obispo funda ahí una nueva parroquia apenas nos instalemos, en un terreno céntrico de 6.000 m2 para establecer Colegio y Parroquia. Para todo lo cual cuento, además del apoyo del Señor Obispo, cuya influencia en estas ciudades es extraordinaria, con el fervor entusiasta de una porción de amigos que hice en Acarigua, de mucha solvencia económica y de gran relieve civil. Me parece una ocasión magnífica que no debo perder y que debo sostener para el año siguiente. Nuestra estancia en Carora servirá de aliento y esperanza. Y después queda Barquisimeto, mi tercer objetivo. Aquí hay que esperar un poco más, quizás dos años. También hay perspectivas de poder instalar un colegio de planta en terrenos que quizás me ceda el Obispado.

Mi plan es este. Carola y Acarigua pueden dar cada una un contingente de 300 alumnos por lo menos de primera enseñanza. La primera enseñanza, con el kínder y 6 grados, abarca desde los 6 años hasta los 15. Se puede decir que comprende toda la instrucción. En Barquisimeto hará falta también la segunda enseñanza, que comprende 4 años y es preparatorio para la Universidad. En esta, un internado que recoja todos nuestros alumnos que han de cursar estudios superiores. Los 2 primeros colegios, con una comunidad de seis Padres cada uno basta y sobra. Para Barquisimeto, con 10 padres sería suficiente. Ahora bien, tengo echadas las antenas en Maracaibo (300.000 habitantes) y Caracas (800.000), ciudades que cuentan con Universidad y donde los Padres pueden ir al Pedagógico para habilitarse a la enseñanza de los cursos superiores. Visitaré estas dos ciudades con frecuencia, para aprovechar la nueva oportunidad.

Estos son mis proyectos, estudiados sobre el terreno y calculando todas las probabilidades posibles del presente y del futuro. Para tu conocimiento, debo advertirte que Carora lo han rodado Sacramentinos, Pasionistas y hasta Franciscanos, y el pueblo no los ha aceptado por no dedicarse a la enseñanza. Estos días estoy impaciente, esperando la aprobación definitiva del Provincial y los nombres de los Padres que vienen para moverlo todo. Hace falta que estén aquí para agosto y empezar la propaganda. Espero empezar con 150 alumnos.”

Al mismo tiempo que en septiembre se asumía tal fundación, el P. Constantino Garisoain comenzaba las gestiones para la fundación en Caracas, apoyándose en el hecho de que la Orden ya estaba establecida en el interior del país. Así en septiembre de 1952 se abre un colegio en la capital. Las erecciones canónicas fueron: Carora el 19 de marzo de 1953, y Caracas el 24 de octubre del mismo año. Hasta 1957 no se erigió la Delegación provincial de Venezuela, constituida por las dos casas antes citadas.

En 1950 surge una oferta en Belo Horizonte, Brasil. El P. Provincial de Vasconia envía al P. Francisco Orcoyen para que vea las posibilidades de fundar allí un colegio. Las Escolapias estaban ya presentes en la ciudad, y ofrecían su ayuda. En julio el P. Orcoyen sale para Brasil, y alquila un local para empezar las clases de primera enseñanza en marzo del año siguiente. El 25 de diciembre de 1950 el P. Orcoyen escribe al P. Tomek[Notas 22]:

“Como muy bien dice en su preciosa carta, el principio de la fundación de Belo Horizonte ha sido en verdad fácil y rápido. Tenemos fundadas esperanzas de que seguiremos en el mismo ritmo, una vez comenzadas las clases en febrero. Mas, conociendo la práctica de la Iglesia de no poner el “gloria” sino al final de los Salmos, tal vez sería presunción afirmar “categóricamente” que el final vaya a ser fácil y glorioso.

Por otra parte, hoy he tomado posesión del cargo de Presidente de esta incipiente Comunidad. No es poca la coincidencia, y ojalá sepamos agradecer suficientemente al Señor la gracia de haber nacido a la Escuela Pía como Comunidad el mismo día en que el Niño Jesús nacía de nuevo en Belén a los hombres necesitados, más que nunca, de paz y amor fraternal”

El obispo de Diamantina ofrece a los escolapios un colegio en la ciudad de Governador Valadares, y el P. Orcoyen es enviado allí como fundador en 1952. Se acepta el colegio, con la condición de pagar en seis años una deuda de 800.000 cruceiros que tiene[Notas 23]. El colegio se pone en marcha con éxito. Pero el P. Orcoyen mira lejos, y antes aún de llegar a Gobernador Valadares, escribe al P. Tomek el 30 de julio de 1952[Notas 24]:

“Una vez constituida la nueva Congregación y nombrados los Rectores, pensamos solicitar con urgencia el permiso para aceptar también en propiedad un liceo en Boa Esperança, sur de Minas, propiedad de la Mitra de Campanha. Lo visité hace un mes y conversé con el Sr. Obispo, muy deseoso di que vayamos a hacernos cargo de la enseñanza, comprometiéndose a darnos en propiedad desde el primer día el gimnasio con todos sus bienes y derechos, sin ninguna condición que restrinja o limite nuestra libertad de acción. Mide 16.000 m2. La edificación es moderna y firme y tiene muebles y capacidad para 100 internos y 200 externos.”

El mismo P. Orcoyen va a visitar el colegio ofrecido en Boa Esperanza en 1954, y le gusta; piensa además en él como casa de formación para la incipiente demarcación. Por dificultades de personal, y porque siempre hubo pocos alumnos, los escolapios cedieron el colegio a la parroquia en 1966.

Notas

  1. AGSP Fondo Tomek 402/4199.
  2. Se trataba de una residencia para juniores escolapios cubanos que se formarían en Los Ángeles.
  3. Presidente del grupo de escolapios en Los Ángeles, 6 en total.
  4. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1934/1951.
  5. En italiano: que entra con ímpetu, violento, vehemente.
  6. Cf. BURGUÉS J., Historia de los Escolapios en la Provincia de Estados Unidos.
  7. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 369/1948.
  8. El 25 de junio de 1949. Amablemente traducida del húngaro por el P. J. Urbán. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 789/1949.
  9. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1126/1954.
  10. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1430/1955.
  11. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1646/1955.
  12. El obispo era Mons. Isidro Augusto y Reyes. Escribió al P. Tomek el 16 de febrero de 1948, proponiendo la fundación. El P. General escribió al P. Jesús Gómez, Prov. de Valencia, pidiéndole que aceptara la fundación, que favorecía el espíritu misionero. El 30 de marzo de ese año el P. Provincial respondió al Obispo aceptando la fundación. Los primeros escolapios llegaron a León el 12 de marzo de 1949. Eran los PP. Remigio Mengual y Joaquín Ferrandis. Llegaron luego los PP. Ramón Barberá y Jesús Sanfeliú. En octubre llegó el P. Ferragud, nombrado rector de la comunidad. En el Archivo de Roma no hay ningún contrato con el Obispo.
  13. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1230/1954.
  14. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 124/1950.
  15. Mons. Joaquín García Benítez, C.I.M., Arzobispo de Medellín de 1942 a 1957.
  16. Cf. DENES I.
  17. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1785/57.
  18. Ídem.
  19. Cf. DENES I.
  20. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 769/1951.
  21. En Belo Horizonte, Brasil.
  22. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1964/1950.
  23. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1434/1955.
  24. AGSP Fondo Tomek, Prot.1243/1952.