GinerMaestro/Cap01/08

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01.08. José de Calasanz y Zaragoza, San Lorenzo y la Virgen del Pilar

En 1592, Felipe II empieza a tratar con Roma la secularización del cabildo de Canónigos Regulares de San Agustín, de la Seo de Zaragoza. Dos años más tarde manda a su embajador una lista con 21 candidatos a las canonjías, que son 24. Y añade otros ocho 'que están en esa corte' de Roma, para que de ellos se elija a los tres restantes. Todos los elegidos “se han de tener por los mejores sujetos del Reino de Aragón”, dice el Rey. Y en 1952 (sic) aparece en el Archivo de la Seo de Zaragoza una lista de 28 futuros canónigos para aquel cambio de cabildo, y en el n.26 se lee: “El Dr. Josephed (sic) de Calasanz, natural de Peralta, junto a Monçón, que está en Roma”[Notas 1]. De no haberle tenido por aragonés, su nombre no figuraría en esa lista.

No se sabe si relacionado con la asignación de esta canonjía zaragozana, como esquema de un trabajo de concurso, o con qué finalidad, escribió Calasanz una página memorable en la que contrapone los méritos y deméritos de Roma y Zaragoza, quedando triunfante la última. El texto está en italiano, excepto una cita de San Ambrosio y el último párrafo, alusivo al Pilar, que están en latín. La exageración de los méritos de la cristiana Zaragoza frente a los de Roma es patente. Y se acentúa más el 'aragonesismo' al escribir que, “según afirma Prudencio, fue efecto de la sangre de S. Lorenzo aragonés el haber triunfado Roma de los ritos de los dioses falsos. Así que Roma mandó a Zaragoza tiranos que martirizaron a sus hijos y Zaragoza mandó a Roma al invictísimo mártir San Lorenzo, que la hizo triunfar de la falsa veneración de los ídolos”[Notas 2].

Es cierto que Prudencio exalta en esos términos la figura del mártir San Lorenzo en las cuatro primeras estrofas del segundo himno de su Peristefanon[Notas 3]. Pero ni en todo ese larguísimo poema de 584 versos, ni en el otro dedicado a los mártires de Zaragoza[Notas 4], alude una sola vez Prudencio a la nacionalidad de Lorenzo. Y, dado el tema, debía haberlo hecho, si lo consideraba de Zaragoza o al menos español.

A renglón seguido del citado párrafo añade Calasanz, como un mérito más de Zaragoza: 'Palabras de la Virgen a Santiago: Y permanecerá este Pilar en este lugar hasta el fin del mundo, y nunca faltarán seguidores de Cristo en esta Ciudad'[Notas 5]. El que dijo de sí mismo que era “aragonés de nación”, no podía menos de expresar de alguna manera su veneración por Zaragoza y especialmente por la Virgen del Pilar.

Notas

  1. Cf. J. POCH, Mossén Josep Calassanç a la diócesi d’Urgell (1587-1591): Cat 195 (1977) 38-40.
  2. Cf. fotocopia, transcripción y traducción del documento en A. CASTILLO GENZOR, Calasanz. Abolengo y ejecutoria: Raza y Fe: Doce de Octubre (Zaragoza 1966) 18-19.
  3. Cf. A. PRUDENCIO, Obras completas (BAC, Madrid 1950) p.488.
  4. Cf. ib., p.54O-551.
  5. El texto latino en este doc. calasancio dice: 'verba Virginis ad Sanctum Jacobum: Et erit Pilare istud in loco isto usque ad finem mundi et Christum colentes numquam ex bac urbe deficient'. El párrafo aparece en el famoso doc. (también latino) conservado en el Archivo del Pilar, pero se ha antepuesto la frase 'verba Virginis ad Sanctum Jacobum', y el texto original lleva alguna variante: 'erit que pilare illud in loco isto usque in finem mundi' (cf. España Sagrada, t.30 [1775] p.426-428. Traducción y comentarios interesantes en Z. GARCÍA VILLADA, Historia Eclesiástica de España [Madrid 1929], t.I, parte 1a., p.67-79). La versión cambiada debió de sacarla Calasanz del oficio propio de la Virgen del Pilar, que Clemente VIII acababa de aprobar para su templo zaragozano.