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04.12. La reforma del Estudio General

Estaban ya muy lejos los tiempos en que el Estudio General de Lérida, por voluntad de su fundador Jaime II, era el único para toda la extensa Corona de Aragón. Los privilegios que defendían su exclusividad duraron sólo cincuenta años. En 1350 fue creado el Estudio General de Perpiñán, y en 1354 el de Huesca. En el siglo siguiente surgieron los de Gerona (1446), Barcelona (1450) y Mallorca (1483). Y en el siglo XVI nacen los de Valencia (1500), Zaragoza (1542-1583) y Tarragona (1572-1588). Cada nueva Universidad es un recorte de influencia y de clientela que repercute en la vitalidad y el prestigio del viejo y pionero Estudio leridano. A finales del siglo XVI había nueve Universidades en el ámbito geográfico de la Corona de Aragón en el que había nacido solitaria la de Lérida en 1300. Era lógico que la competencia se notara, particularmente al surgir Universidades en las grandes ciudades, capitales de cada uno de los reinos de la confederación (Barcelona, Valencia y Zaragoza), con las que tampoco podía competir en importancia y densidad de población.[Notas 1]

A ello hay que añadir el irresistible atractivo que ejercían no ya sólo en España, sino también en Europa entera, las dos celebérrimas universidades de Salamanca y Alcalá de Henares por su indiscutible y consolidada fama, a la que había contribuido sin duda la adaptación a los nuevos aires del Renacimiento y el Humanismo. La emigración de estudiantes de toda la Corona de Aragón hacia las dos famosas Universidades de Castilla era constante, sobre todo desde que Felipe II, en su pragmática del 22 de noviembre de 1559, prohibió que 'ningún natural de sus reinos vaya a estudiar fuera dellos'. Cervantes escribió respecto a Salamanca: “Hay también aquí una masa de aragoneses, valencianos y catalanes…”.[Notas 2]

La verdadera crisis de Lérida, sin embargo, empezó concretamente a mediados del siglo XV. 'La decadencia definitiva del Estudio de Lérida… el desplome vertical se precipita con las guerras de Cataluña contra Juan II… la rendición de Lérida a las fuerzas de Juan II (6 de julio de 1464) parte en dos mitades la historia del Estudio. Arruinado y lleno de miseria espantosa, el Estudio de Lérida pierde su mejor clientela de los tres reinos confederados… Las miradas se dirigen ahora hacia la Universidad de Salamanca'[Notas 3]. Esta emigración escolar empieza en el reinado de Fernando el Católico y sigue luego acentuándose con la fundación de las ya recordadas universidades de Alcalá en Castilla y de Valencia y Zaragoza dentro de la Corona de Aragón.

Algunas estadísticas en un arco de cuarenta años pueden darnos una idea concreta de la vitalidad de estas universidades. La de Salamanca se lleva la palma, pues en 1546 tiene 5.150 alumnos, que suben a 6.778 en el curso 1584-85.[Notas 4] La de Alcalá tenía en 1548 'más de dos mil alumnos'.[Notas 5] La de Valencia, en 1564 en que fue ofrecida a los Jesuitas, que la rechazaron, contaba con “dos o tres mil estudiantes”.[Notas 6] La de Zaragoza en 1583 tenía “harto número de oyentes, porque de Teología son 200; de cánones y leyes 60; de Medicina 10; de Artes 250; de Gramática más de 800”.[Notas 7] En ese mismo documento de 1583 se alude a la Universidad de Huesca y a los aragoneses que estudian en Lérida y en Castilla, diciendo: “En Huesca, todos los estudiantes assi de: gramática como de todas las facultades no llegan jamás a 400, de leyes son diez o doce y la metad del año ninguno; en Lérida estudiantes aragoneses no llegarán a 50 y en Salamanca y Alcalá no se hallarán 40”.[Notas 8]

Respecto de Lérida, en 1581, había unos 60 estudiantes gramáticos.[Notas 9] Y en los dieciocho años que median entre 1607-1624 se matricularon 560 legistas, cuyo promedio anual sería de 25 matriculados De ellos, 297 eran catalanes, 35 valencianos, 30 de Rosellón-Cerdaña, 26 aragoneses, 12 mallorquines, 5 de otras regiones y 155 cuya procedencia no consta.[Notas 10] Aunque las fechas sean posteriores a la época del estudiante José Calasanz, los datos son suficientemente indicativos, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de legistas, que fueron siempre el mayor contingente de universitarios leridanos, y que por esas fechas se habían llevado a cabo las reformas adecuadas para dar nuevo impulso al Estudio General.

El que más interés manifestó por esa reforma y revitalización fue el rey Felipe II, quien en la promulgación de los nuevos estatutos, el 27 de julio de 1575, manifestaba sin ambages su ardiente deseo de que la Universidad de Lérida descollara entre todas las de España, haciendo honor a su glorioso historial, pues tantos ilustres doctores habían salido de sus aulas, sirviendo a los Reyes con suma integridad, ciencia y prestigio.[Notas 11]

El mismo año en que dicho Rey subió al trono (1556), fue elegido obispo de Lérida don Miguel Despuig. Por esas fechas —precisa Josep Lladonosa— 'el Estudio se encontraba en plena decadencia y con unas disciplinas docentes anticuadas. A causa del predominio, cada día en aumento, de los hugonotes en el sur de Francia, buena parte de estudiantes católicos procedentes de Gascuña y de Languedoc venían a Lérida y al darse cuenta de la pobreza de las aulas y del poco prestigio de sus maestros, se marchaban'.[Notas 12]

Esta deplorable situación movió a la Pahería o Municipio ilerdense a tomar la iniciativa de la reforma del Estudio General y con fecha del 18 de mayo de 1557 escribieron a la Princesa y Gobernadora General, Isabel de Austria, recordando las antiguas glorias e innegables méritos del Estudio General y lamentando a la vez su actual postración, por lo que pedían que se nombrara al obispo don Miguel Despuig visitador y reformador del mismo, pues confiaban plenamente en que pondría el remedio adecuado.[Notas 13] Y, efectivamente, al concluir su visita, publicó Despuig nueve estatutos de reforma que entregó al Rector Jeroni Morell y a su consejo el 3 de junio de 1559. En ellos proponía estas medidas: prohibición de doctrinas peligrosas; impresión de conclusiones y su revisión; reglamentación de la graduación de bachilleres, de las conclusiones y consejos semanales y del vestido de los escolares; prohibición de toda clase de armas en poder de los estudiantes bajo pena de cárcel, cuestión muy vidriosa en todas las épocas; antigüedad y precedencia en la elección de las horas de clase y de títulos de los bachilleres.[Notas 14] Pero la muerte prematura del reformador, ocurrida cinco meses después (21 de noviembre de 1559), dejó en letra muerta sus estatutos.

Su sucesor, don Antonio Agustín Albanell (1561-1576), asistió a la tercera y última convocatoria del Concilio Tridentino (1562-1563), y apenas reincorporado a su diócesis fue nombrado visitador del Estudio General por Felipe II (8 de abril de 1564), a ruegos del Canciller de la Universidad y síndico de la ciudad. En la carta de nombramiento expresaba el Rey su deseo de enderezar y conservar 'tan importante y antigua Universidad, teniendo en cuenta que por los hijos que de ella salen son regidas y gobernadas muchas provincias, tierras y consejo nuestros'.[Notas 15]

Un decenio completo (1565-1575) dedicó este obispo a la visita- reforma de la Universidad, aunque su actividad y celo de reformador se ocuparon a la vez de toda la diócesis, pues desde un principio quiso imponer enérgicamente las reformas de Trento, incluso celebrando un sínodo diocesano. Por ello chocó violentamente con el cabildo y con la Pahería. Los canónigos le acusaban de absolutista y los paheres lamentaban su poco respeto a los usos y costumbres de la ciudad. La tirantez le obligó a ausentarse una larga temporada, refugiándose en Monzón. Ni faltaron tampoco desacuerdos y escenas tumultuosas al enfrentarse con la Universidad, como en el caso ya recordado del encarcelamiento del Rector Boil y consiguiente amotinamiento de la ciudad contra el obispo en septiembre de 1574.[Notas 16]

Los nuevos estatutos —de clara influencia salmantina— fueron promulgados y aprobados por Felipe II el 27 de julio de 1575. Los puntos más importantes de la reforma reglamentaban la provisión de cátedras (que serían trienales) para doctores y 'catedrillas' (que serían bienales) para bachilleres, exigiendo que todas fueran adjudicadas por oposición. Los candidatos debían tener alguna lección pública y los estudiantes debían dar su voto decisivo. Se daban también normas taxativas sobre las ausencias y suplencias de los profesores, y se prescribía que los catedráticos dejaran el método anticuado de dictar las lecciones y emplearan todo el tiempo disponible en interpretar y explicar las lecciones”.[Notas 17]

Las reformas no fueron aceptadas pacíficamente en el seno de la Universidad, por lo que tanto Felipe II como el virrey de Cataluña, don Fernando de Toledo, tuvieron que urgir su cumplimiento.[Notas 18]

Según dijimos, José de Calasanz entró en las aulas del Estudio General de Lérida en el otoño de 1571, y las abandonaría en el verano de 1578. Por consiguiente, durante este período vivió las inquietudes provocadas por la reforma de estatutos del obispo Antonio Agustín Albanell, y se acomodó también a sus exigencias, participando, por ejemplo, con su voto en todas las provisiones de cátedra de la Facultad de Derecho desde la promulgación de la reforma (27 de julio de 1575) hasta que se fue de Lérida.

Notas

  1. Lérida tenía 1.109 'fuegos' en 1553 (5.545 habitantes) (cf. J. IGLESIES, ‘El fogatge de 1553’, I, p.67); Barcelona, 6.432 (32.160 hab.) (ib., p.27); a finales de siglo, Zaragoza tenía 4.954 (24.770 hab.) y Valencia 12.327 (61.635 hab.) (cf. A. BLÁZQUEZ, ‘Geografía Española del s. XVI’: Boletín de la R. Soc. Geográfica, 51 [1909] 246).
  2. Cit. en C. AJO Y SAINZ DE ZÚÑIGA, o.c., p.246, n.805.
  3. R. GAYÁ MASSOT, ‘Influencia de la Univ. de Salamanca en la de Lérida’: Anal. Sacra Tarrae. 31 (1958) 103.
  4. Cf. C. AJO Y SAINZ DE ZÚÑIGA, o.c., p.247.
  5. Ib., p.3O7.
  6. A. ASTRAIN, ‘Historia de la Compañía de Jesús en su Asistencia de España’, vol. II (Madrid 1905), p.222, n. 1. El número lo da el P. Cordeses, Provincial de Aragón, que era partidario de aceptarla.
  7. M. JIMENEZ CATALÁN-J. SINUÉS Y URBIOLA, o.c., vol. III, p.88.
  8. Ib.,p.86; Se trata de un 'Alegato de la Ciudad de Zaragoza, en 1583, al Rey felipe II'. Cabe hacer notar que precisamente en ese año 1583, entre esos 50 aragoneses que estudiaban en Lérida, estaba José Calasanz.
  9. En un informe de 1581 del licenciado Burgués se lee: 'de sesenta estudiantes [de gramática] que salen al curso...' (cf. R. GAYÁ MASSOT, ‘Los jesuitas en la Universidad de Lérida’: Miscelánea de trabajos..., vol. III [Lérida 1949-1954], p.36).
  10. Cf. A. HERNÁNDEZ PALMÉS, ‘Matriculatio legistarum…’, p.79.
  11. 'Nos Philippus Rex... Vehementer optamus omnes Hispaniarum achademias esse quam auctissimas et florentissimas, sed in primis Ilerdensem ex qua tantum numerum doctorum hominum prodisse scivimus: qui et nobis et clarissimis nostris progenitoribus in regnorum nostrorum gubernatione summa integritate et doctrina ac laude inservierunt' (cf. C. AJO Y SAINZ DE ZÚÑIGA, o.c., p.593).
  12. J. LLADONOSA, ‘Humanisme i reformes a l‘Estudi General de Lleida durant ,el segle XVI’: VIII Congreso de Historia de la Corona de Aragón. III. La Corona de Aragón en el s. XVI. II, p.90. También Juan Reglá está de acuerdo en que 'la universitat de Lleida va entrar en un procés de decadéncia des de mitjan segle XVI... Els principals problemes plantejats sembla que eren els següents: la benevoléncia excesiva en els examens, l’exacerbació passional dels estudiants i els conflictes rnotivats per la provisió de les cátedres' (J. REGLÁ, ‘Els virreis de Catalunya’, [Ed. Vicens-Vives, Barcelona 19703], p.71).
  13. Cf. C. PÉREZ PÉREZ, o.c., p.170-171.
  14. Cf. P. SANAHUJA, ‘La universidad de Lérida y los franciscanos’: Archivo Íbero Americano 7 (1947) 208.
  15. Cf. texto completo en J. POCH, ‘Calassanç a l‘Estudi General de Lleida’: Cat 174 (1975) 7.
  16. Cf. texto correspondiente a la n.61 de este capítulo.
  17. Los Estatutos del obispo Albanell los publicó Villanueva (cf. ‘Viaje literario’, XVI, doc.X, p.240-246). En ellos ve Gayá Massot 'la fuente más auténtica donde podría alumbrarse la influencia salmantina' (cf. R. GAYÁ MASSOT, ‘Influencia de la Univ. de Salamanca en la de Lérida’, p.115). Véase también ID., ‘Provisión de cátedras en el Estudio Gen. de Lérida’: Anal. Sacra Tarrac. 30 (1958) 40; J. LLADONOSA, ‘Humanisme reformes…’, p.91-93; C. AJO y SAINZ DE ZÚÑIGA, o.c., p.312-313.
  18. Cf. dos cartas de Felipe II al Rector y Consejo de la Univ. fechadas el 14 de abril de 1576 y 14 de noviembre de 1576 en J. LLADONOSA, o.c., p.1O1-1O3, y otras dos del Virrey en J. POCH, o.c.. p.3-4.