GinerMaestro/Cap04/13

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04.13. Los primeros encuentros con los jesuitas

El prestigioso obispo don Antonio Agustín, desde que volvió de Trento, se había esforzado por implantar la reforma conciliar en su diócesis, chocando contra el Cabildo y la Pahería, como ya vimos. La reforma de los estatutos de la Universidad entraba también en cierto modo en sus aspiraciones y planes reformadores, aunque la iniciativa no había sido suya. Y en esa atmósfera espiritual de renovación conciliar llamaban la atención los jesuitas por sus misiones populares, particularmente en las grandes ciudades. Reunían a la gente a son de campanilla y predicaban en las plazas y en los templos sobre el esquema doctrinal de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

En la cuaresma de 1575 fueron llamados a Lérida los PP. Ayala y Montpalau, procedentes del Colegio de Barcelona. Era la primera misión popular que se predicaba en la ciudad del Segre. Los cronistas de la época, para poner de relieve el extraordinario fruto de esta misión, nos dan como telón de fondo esta descripción tenebrosa —y sin duda exagerada— de la depravación de costumbres y lamentable estado de la vida cristiana:

'La virtud estaba tan desterrada y hollada que hazían burla y escarnio de los buenos; la bandolina avía llegado a tanto que ninguno se tenía por seguro ni en su casa; los logros y usuras estaban en su punto; los juramentos, maldiciones y blasfemias se avían tan apoderado de los coraçones que apenas hablaban sin ellos; la ignorancia de los misterios de nuestra santa fe era tan grande que hombres, muchísimos con canas, los ignoraban; los eclesiásticos vivían tan dissolutos que no tenían por afrenta tener la amiga en casa con sus hijos'.[Notas 1]

El efecto de esta misión fue extraordinario, tanto entre la gente del pueblo llano como entre el clero y los estudiantes. Aquello fue, dicen los cronistas, 'la redempción de la tierra'. Y al año siguiente fue llamado el P. José de Ayala para predicar de nuevo la cuaresma, “con lo cual creció y se aumentó más el fruto de las misiones”. Todavía en las sucesivas cuaresmas desde 1577 a 1580 fue llamado a predicar en la parroquia de San Juan el P. Pedro Prado, varón de gran elocuencia y “recias austeridades”, que mereció ser llamado “el apóstol de Lérida”.[Notas 2]

Recordemos que el 17 de abril de 1575, terminada la primera cuaresma predicada en Lérida, recibió la primera tonsura José Calasanz. Y no es aventurado suponer que siguió y aprovechó la predicación de las cuaresmas desde 1575 a 1578. En su ancianidad recordaba algunas veces los primeros encuentros con los jesuitas, cuando él era 'jovencito' (giovanetto), confesando expresamente el aprecio y admiración que siempre les había tenido, y sin duda entre sus mejores recuerdos juveniles debían figurar estas cuaresmas leridanas. He aquí una preciosa carta, fechada el 14 de agosto de 1641, a sus ochenta y cuatro años:

'No podrá V.R. darme mayor consuelo que dando satisfacción y gusto a los PP. de la Compañía, como lo ha hecho en el caso del muchacho músico, que quería ir a la clase de V.R. Conserve, pues, V.R. la debida reverencia y servicio a dichos Padres, a los que yo desde muchacho he respetado como Padres mandados por Dios al mundo para iluminarlo con la doctrina y el ejemplo tan eficaces, como claramente se ve hoy, sobre todo a aquellos que recuerdan algo la antigua relajación. Y yo con afecto particular ruego al Señor que aumente el espíritu y el fervor de los PP. de la Compañía para que en este segundo siglo dupliquen el fruto del siglo primero a mayor utilidad y ampliación de la santa fe católica. Y a los Padres de ese convento nuestro dígales que en toda ocasión muestren la reverencia que se debe y que yo deseo a dichos Padres'.[Notas 3]

En otra carta más tardía, fechada el 5 de noviembre de 1644, recomienda los mismos sentimientos de afecto y honor para con los Jesuitas que dice haber conocido desde hace ochenta años.[Notas 4] Y si el cálculo es exacto, nos remontaríamos a la temprana edad de sus siete años, cuando todavía no había salido de Peralta. No es fácil adivinar dónde y cómo pudo conocer a los jesuitas hacia el año 1564. Pudo ocurrir que desde Zaragoza, donde habían fundado casa en 1555, o desde Barcelona, cuya fundación se remontaba al año 1545,[Notas 5] se hubieran desplazado algunos Padres para predicar misiones en alguna de las poblaciones grandes cercanas a Peralta, como Barbastro, Monzón, Benabarre, y allá acudiría José con alguien de su familia. No es improbable, por otra parte, que en vez de ochenta años debiera haber dicho setenta, con lo que llegaríamos casi exactamente al año 1575, el de la primera misión de jesuitas en Lérida. De todos modos, es indudable que en los años 1575-78 tuvo la oportunidad de conocerlos y calibrar el enorme influjo que ejercían en la reforma de la sociedad cristiana.

Y a pesar de las amarguras que le hicieron probar en su ancianidad, siguió admirándoles y estimándoles profundamente.

Notas

  1. Cf. R. GAYÁ MASSOT, ‘Los jesuitas en la Univ. de Lérida’, p.11.
  2. Ib., p.11-12; A. ASTRAIN, ‘Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España’, vol.III2 (Madrid 1925) p.231.
  3. CS, II, c.539. El 13 de diciembre de 1642 escribía a los de Polonia: 'advierta a los nuestros que procuren con todo cuidado no dar disgusto alguno a los PP. Jesuitas, a los que respeto con grandísima humildad y afecto desde que era jovencito, y deseo que los nuestros hagan lo mismo' (ib., c.599).
  4. 'la prego quanto posso a tenersi amorevoli Ii Pdri Giesuiti e l’honori in ogni occasione perché sono degni di tal ossequio come io ho conosciuto sempre da 80 anni in qua' (c.4232).
  5. Cf. R. GARCÍA-VILLOSLADA, ‘San Ignacio de Loyola. Nueva Biografía’ (BAC, Madrid 1986) p1027.