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06.06. Calasanz en Barbastro... 'maestro sacerdote'

El P. Catalucci en su célebre esbozo de 1648 nos dio la primera noticia de las relaciones del joven Calasanz con el obispo de Barbastro, escribiendo: 'fue elegido para ayudante de estudio por aquel gran letrado e insigne Prelado Obispo de Barbastro, del que fueron discípulos Báñez y Medina, de los primeros doctores de Salamanca'.[Notas 1]

No es fácil interpretar el significado de ese oficio que se atribuye a Calasanz: ayudante de estudio. Parece ser típicamente italiano, o al menos romano, pues lo hemos visto aludido expresamente en 1684 por el cardenal Albizzi, como equivalente a bibliotecario y amanuense o secretario[Notas 2] . Los biógrafos italianos no aclararon mucho la cuestión, pues Armini repitió simplemente el término, Talenti habló de 'compañero y ayuda de los propios estudios', y Tosetti dijo “compañero de habitación, mesa y estudio”.[Notas 3] Pero el P. José Jericó, contemporáneo de Talenti y Tosetti, había escrito ya a mediados del siglo XVIII: “Dicen comúnmente nuestros escritores que [Calasanz] había sido Maestro de Pages del Ilmo. Sr. D. Gaspar Juan de la Figuera, hallándose obispo de Jaca este Prelado…”.[Notas 4] Otras voces repitieron la idea relacionándola siempre con el obispo de Jaca, La Figuera.[Notas 5]

Sin embargo, tenía razón Catalucci al decir que el joven Calasanz había sido ayudante de estudio no del obispo de Jaca, sino del de Barbastro, es decir, don Felipe de Urríes y Urríes. Y lo curioso del caso es que ya en vida del mismo Calasanz, a principios del siglo XVII, al escribirse y editarse algunos esbozos biográficos del 'santo y docto' obispo dominico, junto a su administrador y limosnero Fray Andrés de Medina, empezó a figurar otro personaje anónimo, encargado de la educación de los pajes de palacio, definido incluso expresamente como maestro sacerdote, y que cabría identificar con el enigmático ayu da te de estudio, es decir, José Calasanz. Léase:

'Obligaba [el obispo Urríes] a estudiar a sus pajes, criándolos desocupados, para que, cuidadosos, se ocuparan en el estudio y ejercicios escolásticos, decentes a personas principales de quienes se servía. Asistíales con un capellán, ‘maestro sacerdote’, a quien diesen cuenta y los enseñaba con toda disciplina y buenas costumbres'.[Notas 6]

Probablemente este autor había leído a Fray Juan López, que editó su obra ya en 1613, y en ella, al hablar del obispo y 'Padre Maestro fray Felipe de Urríes', decía: “Tenía pages hijos de hombres nobles y ‘un sacerdote de buenas prendas’ que les enseñasse Gramática y virtud y los criasse en buenas costumbres y mandava que les enseñassen otros exercicios propios de hombres nobles christianos”.[Notas 7]

Esta escuela de palacio no era un caso excepcional, pues no faltan testimonios de su existencia en otros palacios episcopales de la época. Así, por ejemplo, al proponer Felipe lila desmembración de Albarracín y Segorbe del Arzobispado de Zaragoza, escribía hacia 1577: 'Assimismo… en su casa [del Prelado] se enseñarían y adoctrinarían los hijos de muchos principales, que sería causa para que todos le tuviessen más respeto'.[Notas 8] De mayor interés es la referencia a la escuela de pajes del palacio episcopal de Plasencia, por tratarse de un manuscrito de finales del siglo XVII, intitulado: ‘Orden que ha de observar el “Maestro de Pages” en casa del Obispo de Plasencia’, compuesto en tiempos del obispo Fray José Jiménez Samaniego, O. F. M. (1683-1692).

Dada la indudable semejanza de las obligaciones y quehaceres del Maestro y alumnos de las escuelas episcopales de Plasencia y Barbastro, véanse estos párrafos en los que podemos adivinar al joven José de Calasanz en sus funciones de Maestro de niños en Barbastro:

'Acabada la Misa el Maestro de pages los ha de llevar a su cuarto y darles lección de Gramática, que durará una hora. Y luego se les dará el desayuno, etc. En la antesala [del Sr. Obispo] ha de estar el Page de Guarda, sentado junto a un bufete, estudiando en su Arte [quizá el Arte de Nebrija], o leyendo en algún libro devoto… En el ínterin, los demás Pages han de estar recogidos en su cuarto estudiando, leyendo o escribiendo; y a todos los que no fueren de Guarda hará el Maestro que escriban una plana por la tarde o mañana, para que se vayan habituando a escribir… Uno de ellos leerá a la mesa [del Sr. Obispo] en el libro que el Prelado señale, para lo cual tendrá la lección bien aprendida. Al toque de la “Avimarías' (sic) en invierno y en verano, han de acudir todos a la Capilla o Oratorio a rezar la Corona de la Virgen, que dirán a coros con devoción y pausa. Acabada la Corona irán al cuarto del Maestro, donde les dará la segunda lección por el espacio de otra hora, etc. Cuidará el Maestro de que sepan muy bien la Doctrina Christiana, con conveniente intelligencia, y los instruirá en la vida devota y de oración, etc.”.[Notas 9]

Es verosímil que la expresión 'ayudante de ‘estudio’' (‘aiutante di studio’), recogida en la ‘Breve Notizia’, saliera de labios del anciano Calasanz evocando su “magisterio” en Barbastro, o que al menos usara la palabra “estudio” en sentido de “escuela”. En Barbastro, en aquellos años, existía una escuela de Gramática,[Notas 10] que llamaban normalmente “estudio mayor”.[Notas 11] Calasanz no fue maestro de esta escuela, sino de la de palacio, restringida a los pajes, pero el término “estudio” en este caso parece más probable que se refiriera, por analogía, a “escuela de gramática” y no a los estudios privados del obispo, como entendieron los antiguos biógrafos calasancios. Es sugestivo imaginar a José de Calasanz a sus veintiséis y veintisiete años como “maestro sacerdote” en el palacio episcopal de Barbastro, aunque sus alumnos fueran nobles y de gramática y no pobres y de leer y escribir, como serán más tarde los de Santa Dorotea en el Trastíber romano.

Notas

  1. Cf. BAU, RV, p.11. Se ha negado que Báñez y Medina, los famosos dominicos, catedráticos de Prima de la Universidad de Salamanca, hubieran sido discípulos de Urríes, como afirma Catalucci, sobre todo al constatar la presencia del P. Andrés de Medina junto al obispo de Barbastro (cf. J. POCH, o.c., p.302; BAU, RV, p.38). Sería una tergiversación —se dice— de supuestas confidencias del anciano Calasanz. Sin embargo, después de haber comparado fechas y andanzas de los tres dominicos, me parece muy probable que efectivamente Domingo Báñez y Bartolomé de Medina hayan sido discípulo le Felipe de Urríes en los Colegios de San Gregorio de Valladolid y Santo Tomás de Ávila. Urríes estaba en San Gregorio en 1541 y de allí fue llamado para ir al Concilio de Trento, y como fue procurador de Castellet, tuvo que ser en los años 1562-63 (cf. n.33 de este c.). Si su presencia en Valladolid no fue continua desde 1541 a 1562, se dice, al menos, que 'regentó dos veces la lección de Teología de San Gregorio' (cf. ib.). Pero hay quien afirma expresamente: 'Leyó después con aceptación filosofía y teología en su colegio de San Gregorio de Valladolid por espacio de 20 años' (‘España Sagrada’, vol. 48, p.47). Medina y Báñez fueron condiscípulos, como escribe el último hablando del primero: 'Meus et in religione et in litteris condiscipulus' (D. BÁÑEz, ‘Comment. in 2am 2ae’, q.1, a.7, cit. En ‘Anthologica Annua’ 26-27 [1979-80] 237, n.3). Tanto de Báñez como de Medina se dice que estudiaron en Salamanca, Ávila y San Gregorio de Valladolid. Medina profesó en 1546 y Báñez en 1547, ambos en San Esteban de Salamanca. La carrera teológica para los dominicos de entonces duraba de diez a doce años (cf. M. ANDRÉS, ‘La teología en el siglo XVI’, BAC, 1, p.52). Consta la presencia de Medina en San Gregorio en 1555, al menos (cf. G. ARRIAGA, o.c., II, p.203). Luego los estudios de ambos caen dentro del período 1541-1562, de probable presencia de Urríes en Valladolid y Ávila (cf. ‘Dicc. Hist. Eccles. España’, biografías de Báñez [1, p.182] y Medina [III, p. 1453]. Sí que es tergiversación, sin embargo, la deducción del P. Efisio de Soto Real, que hizo a Calasanz condiscípulo de Báñez y de Medina (cf. n.3 de este c.).
  2. Albizzi llama a Francisco Antonio Bucciarelli, en 1684, 'mio bibliotecario et aiutante di studio', y será quien luego le redacte el testamento (cf. L. CEYSSENS, ‘Le cardinal François Albizzi (1593-1684). Un cas importani dans l’histoire du jansénisme’ [Roma 1977] p.238).
  3. Cf. ARMINI, ‘Vita’, p.20; TALENTI, ‘Vita’, p.14; TOSETTI, ‘Compendio’, p.15. Naturalmente, dadas las confusiones ya comentadas, los tres autores hablan en este caso de don Gaspar J. de la Figuera, obispo de Jaca, y no de Urríes.
  4. Cf. J. POCH, ‘Aportación doc. a la hist. de la Univ. de Huesca…’, p.189, n. 113. Sería interesante saber quiénes eran esos escritores, pues ni los que hemos nombrado ni sus traductores traen la noticia. Tampoco la incluyó en su obra Timon-David, ni aludió a ella su traductor (cf. TIMON-DAViD, ‘Vida de San José de Calasanz’ [Zaragoza 1905] p.16).
  5. Cf. pasajes del P. Ramón Huesca en su ‘Teatro histórico’ (1802) y Latassa en su ‘Diccionario’ (1884), en J. POCH, o.c., p.189.
  6. G. DE ARRIAGA, o.c., vol. II, p.129-130. Este vol. II se editó en 1930, pero el P. Arriaga, que murió en 1656, llegó en su historia hasta 1634 (cf. vol. III, p.172, en que pone FIN). Arriaga le llama 'Don Fray Felipe de Viries', y entre paréntesis se añade '(lege Uría o Urías'.
  7. J LÓPEZ, o.c., p.276-277. Casi literalmente repetía este párrafo fray Alonso Fernández en su obra ‘Historia del Insigne Convento de San Esteban de Salamanca’, escrita entre 1616 y 1625: 'servían en su casa pajes, hijos de hombres muy nobles y tenía un sacerdote ejemplar y discreto que les enseñaba gramática y virtud, criándoles en buenas costumbres. Mandaba también que les enseñasen otros ejercicios propios de hombres nobles cristianos' (cf. J. CUERVO, ‘Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca’, t.I [Salamanca 1914] p.38).
  8. De un ms. de la Colección Salazar, de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (cf. J. POCH, ‘Aportación doc… Univ. Huesca…’, p.192-193, n.).
  9. Cf. J. POCH, I.c., p.193 n.
  10. En 1585 anotó Cock: 'Al ocaso vernal del sol tiene [Barbastro] una escuela razonable de estudiantes' (cf. J. GARCÍA MERCADAL, o.c., 1, p.1369). Y J. B. Labaña, en 1611, decía: 'Tienen también [en Barbastro] hospital para curar de fiebres y escuela de Gramática…' (cf. ID., o.c., II, p.232).
  11. Cuando los primeros escolapios llegados a España quisieron fundar un colegio en Barbastro en 1677, en las Capitulaciones se leía: 'Item assimismo los dichos Sres. Justicia, Prior, Jurados y consejo dan para dicha fundación las casas llamadas del estudio mayor (aulas de gramática)… Se hallan en calle y camino público que va a dicho ‘estudio mayor’', etc. (cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.295, n.76).