GinerMaestro/Cap06/18

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06.18. Intervalo dramático

Con toda la pompa del ceremonial monástico fue enterrado el visitador apostólico y pusieron sobre su tumba un espléndido epitafio en sonoro latín, que empezaba con este dístico:

'Inclita marmoreo sita sunt hoc ossa sepulcro Eximii monachi, pontificisque pii'.[Notas 1]

La muerte sospechosa del visitador precipitó los acontecimientos. La intranquilidad y desasosiego de los monjes de la Corona de Aragón les forzaron a tomar una dramática solución: huir del monasterio… Pero es más emotivo leer la relación con que el Supremo Consejo de Aragón —a ruegos del rey— informaba al nuevo papa Sixto V de los hechos, al pedirle un Breve para continuar y concluir la visita interrumpida. Después de recordar todo lo sucedido hasta la muerte de Tocco, decía:

'… como la cassa quedasse sin cabeça y con la passión que entre ellos avía se perdiesse el respecto que se devía a los superiores, los que tubieron intento de acabar de destruir la hermandad que entre ellos havía de ayer, se valieron de la ocassión y perseveraron en decir que o los castellanos havían de salir del Monasterio o ellos lo avían de dexar; yéndose los de estos Reynos sin licencia del Prior…, se fueron a la casa de la Ciudad representando en presencia del Consejo sus miserias y lo que avían inventado y pidieron que fuessen amparados por ellos…'[Notas 2]

Efectivamente, con fecha de 21 de marzo, los diputados de la Generalidad de Cataluña mandaron un emisario para que informase de los últimos sucesos a Felipe II, y en una de las cartas firmadas por ellos le decían:

'Han aumentado cada día los males y escándalos de la casa de Na. Sra. de Montserrat… particularmente después de la muerte del obispo de Lérida que la estaba visitando. La mayoría de los frailes, monjes y hermitaños de esta Corona de Aragón, de edad madura, santidad y religiosidad ejemplar, afirman con lágrimas que han tenido justa causa para salir del monasterio de Montserrat y venirse al cenobio de S. Pablo del Campo de esta ciudad de Barcelona.[Notas 3] Dícese que muchos monjes forasteros van hacia Castilla por motivos que nosotros ignoramos, para no verse sometidos a la información que compete a nuestro cargo...'.[Notas 4]

Y era cierto que un nuevo éxodo forzoso se había realizado en Montserrat, esta vez de castellanos, y que tiene visos de represalia por el exilio anterior de los de la Corona de Aragón. He aquí cómo lo relata el Supremo Consejo de Aragón en su informe a Sixto V:

'… tres donados de la misma casa [Monasterio de Montserrat] y por caudillo un fray Guillem de Nación francés, solicitado y instigado (a lo que se puede creer) de otros assí religiosos como seglares, haviendo hecho secretamente junta de número de gente y entrellos mucha facinerosa y perdida, a la media noche con ardid que tubieron de llebar por fuerça al traginero que les solía llevar el pescado, al qual constriñieron que llamasse para que le abriessen, entraron en la casa con violencia y fuerçadamente entraron por la Mayordomía y parte por la Iglesia rompiendo con las maças de hierro y otros instrumentos que trayan las puertas que no estavan abiertas, y de allí se fueron al dormitorio y cerrando con los cerrojos las puertas a todos los monjes, fueron después sacando con violencia a los castellanos que trayan por memoria que eran 27, dexando otros de la misma nación sin dezirles nada, a los quales 40 vandoleros con mal tratamiento y amenazas los sacaron del Monasterio, parte a pie y parte a cavallo y assí los llevavan para sacarlos fuera de Cataluña para que viniessen a Castilla; y llegados que fueron junto a Cervera, las personas que el Virrey avía embiado para que los detubiessen juntamente con el Veguer de la dicha Villa de Cervera los libraron huyendo sin que se les hallara huviessen sacado cosa de ningún momento del Monasterio, como han querido publicar,[Notas 5] y los bolvieron azia el Monasterio de Montserrate, si bien los Vandoleros que allí avían quedado no les consintieron que entrassen, excepto cinco o seys los más moços que tampoco quisieron después quedar en la casa por no tenerse por seguros, y los demás truxeron al priorato de St. Pablo desta ciudad de Barcelona y los Monjes Cathalanes de la Corona de Aragón mudaron todos los officios que tenían los castellanos y los repartieron entre sí'.[Notas 6]

Es evidente que tanto la Generalidad de Cataluña como el Consejo de Ciento se interesan por el drama de Montserrat e intervienen con conciencia de que les corresponde 'como asunto que es de esta tierra'.[Notas 7] Más todavía, los monjes de la Corona de Aragón recurren a las autoridades civiles de Barcelona pidiendo protección y amparo. Y es evidente también que una de las obsesiones de Felipe II y los que le rodean es evitar las injerencias de tales estamentos catalanes, temiendo que su intervención complique aún más el ya enrevesado conflicto.[Notas 8] Por ello, al pedir al Papa nuevo visitador, suplica que en el mismo Breve “dicha comisión venga juntamente con la imposición de graves penas y censuras en las quales ipso facto incurran los seglares que directa ni indirectamente se entrometieren en dicha Visita, ni en las demás cosas que tocaren a aquella sancta Casa (aunque sea con voz y motivo de ayudarles) y assí mesmo que incurran en las mesmas censuras los frayles y eclesiásticos que procuren que seglares se entrometan directa ni indirectamente entre los religiosos, ni en cosa alguna tocante a la dicha Visita”.[Notas 9]

Otro de los puntos fundamentales e intocables para el rey era que la reforma que llevaran a cabo los visitadores debía dejar a salvo la pertenencia del Monasterio de Montserrat a la Congregación de San Benito de Valladolid.[Notas 10] Ambas cuestiones tendría que afrontar el nuevo visitador: la injerencia de los estamentos civiles de Barcelona y el forcejeo para independizar Montserrat de Valladolid, sin que faltara tampoco el estrépito de los arcabuces en manos de los bandoleros.

De ésta y otras cosas parecidas, no muy halagüeñas por cierto, irían hablando el obispo visitador y sus acompañantes, desde que salieron de Monzón el 22 de octubre hasta el 28, en que vieron aparecer la imponente mole de la montaña de Montserrat, impresionante maravillosa en sus afiladas cresterías y su vegetación salvaje. y lomos de mulo emprendieron la subida, lenta y sosegada, conscientes en su silencio interior de que allá arriba les aguardaba una aventura inédita.

Notas

  1. Cf. J. VILLANUEVA, ‘Viaje literario’, vol. 18, p.103.
  2. Cf. doc. íntegro en J. POCH, ‘El Fundador…’, p.451-453.
  3. Este monasterio benedictino, situado en el barrio antiguo de las Ramblas de Barcelona, fue anexionado en 1577 por Gregorio XIII a la abadía de Montserrat, pero la oposición de los monjes de San Pablo y de la Congregación Claustral, de la que había sido desgajado, hizo que en 1593 volviera a separarse de Montserrat (cf. ‘Gran Encicl. Catalana’, vol. 13, p.287).
  4. Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.370, n.151.
  5. Tal vez tenga relación con esto un apunte del 27 de marzo de 1585 que dice: 'Los Diputados de la Generalidad reclaman a los Diputados de Aragón dos cantidades (cargues) de moneda, que fueron incautadas a dos monjes vallisoletanos de Montserrat cuando las sacaban de Cataluña, con fraude' (cf. J. POCH, I.c.).
  6. Cf. ib., p.452-453.
  7. El mismo día 21 de marzo de 1585, la Generalidad manda a la Corte su emisario que informe al rey y lo mismo hacen los Consellers de Barcelona con otro mensajero. Incluso estos últimos informan el mismo día al virrey de Cataluña que 'ha mandado a Montserrat al ‘Conseller Terç’ para ocupar el convento y pacificarlo' (cf. 3. POCH, ‘El Fundador…, p.369, n.151).
  8. Cf. J. POCH, ‘Documents montserratins amb rerafons calassanci’: Cat 220 [1979] 4. Felipe II escribe al embajador romano el día 16 de marzo de 1585: 'Y porque podría ser que los Diputados de Cataluña o los Concellers de Barcelona con otros fines quisiessen intentar con Su Santidad algunas cosas en esta materia, os lo havemos querido advertir para que lo estéys mucho en no dar lugar a que se provea cosa alguna sin darnos primero muy particular noticia de ella' (cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.371).
  9. Cf. ib., p.373. La carta lleva fecha del 28 de mayo de 1585. El P. Poch comenta: 'Los seglares intrusos a los que se refiere repetidamente Felipe II no son ciertamente los miembros de los estamentos o autoridades civiles del Principado… Los seglares aludidos por el rey eran notorias personas que, partidarias de los 'monges de la Corona de Aragón', atizaron el conflicto hasta el extremo de poner a su servicio algunas partidas armadas, apellidadas 'bandoleros (ib., p.374, n.156). Los textos aducidos hasta ahora, como el de la nota anterior y otros más explícitos que citaremos luego, prueban con suficiencia que para la Corte 'los seglares' en cuestión eran sobre todo los diputados y consejeros de Barcelona.
  10. Cf. ib., p.372, 379, n.162, y p.384. El 23 de enero de 1585, antes de morir Tocco, Felipe II había conseguido ya de Gregorio XIII la 'Revalidatio litterarum Alexandri VI circa unionem monasterii Montisserrati congregationi Vallisoletanae' (ib.). Y esto quizá porque el mismo Tocco, en un informe secreto de fines de 1584, había sugerido al Papa separar la abadía de Montserrat de la Congregación de Valladolid (ib., p.384, n.168).