GinerMaestro/Cap07/11

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07.11. Arcabuces para los canónigos

Bajo los pórticos de la calle Mayor, uno de los temas obligados de todos los corrillos era 'los bandoleros'. Desde la muerte del obispo Moncada (8 de diciembre de 1586) habían aumentado sus atrocidades y su arrogancia. Los períodos de sede vacante eran propicios a los desórdenes, y especialmente de aquél, de dos años, escribió Pujol: “Aquella larga temporada que el Obispado de Urgel estuvo sin prelado ocasionó al país grandes perjuicios. Son inenarrables los crímenes, opresiones y excesos de toda clase que se cometieron en este tiempo; los bandoleros y otra gente perdida, dándose cuenta de la falta de prelado y por tanto de señor de la ciudad, único que con eficacia podía dar órdenes al veguer, su representante, para que movilizara a su gente y se aplicara la justicia con todo rigor, se envalentonaron extraordinariamente”.[Notas 1] Y las doce cartas escritas por Calasanz, como secretario del cabildo, reflejan en todo su dramatismo los desmanes de los bandoleros y las angustias de los moradores de la ciudad, durante este aciago período de sede vacante.

En el verano de 1582 mandaba el virrey de Cataluña, duque de Terranova, al cabildo de Urgel que se proveyeran de 200 arcabuces para la defensa de la iglesia. Los canónigos hicieron una supervisión de su arsenal disponible y resolvieron comprar 70 arcabuces con sus frascos y suplementos y 100 picas, pidiéndolas al virrey mismo, confiados en que su criterio de selección era la mejor garantía de su buena calidad.[Notas 2] En la primavera del año siguiente vuelven a pasar revista a su armería y escriben al nuevo virrey, conde de Miranda, pidiéndole que mande escogerles y comprarles cien arcabuces con sus suplementos.[Notas 3]

Mas no sólo se preocupan los canónigos de tener el arsenal abastecido, sino también de designar a los jefes de grupos de diez, cincuenta y cien, y asignarles los sitios que deben ocupar en caso de necesidad.[Notas 4] Todo esto no debería ser cosa del cabildo, sino de los cónsules de la ciudad, pero —se lamentaban los canónigos en mayo de 1583— 'los cónsules de esta ciudad… se comportan tan flojamente en la guarda de la ciudad, que ni en centinelas, ni en hacer ronda, ni en procurar municiones se ve en ellos fervor de guerra…'.[Notas 5] Para colmo, añaden, los habitantes de esta ciudad no tienen experiencia de armas y son tan pocos que “apenas se puede contar en toda la ciudad con cien hombres para la defensa, y como la ciudad es muy antigua, tiene gran cerco y está muy poco poblada”.[Notas 6]

Este estado de cosas y escasez de brazos para empuñar arcabuces nos explican perfectamente la página escrita por Calasanz, recién nombrado secretario del cabildo, que empezaba así: 'Memorial de los arcabuces que se han dejado a los señores canónigos el 13 de abril de 1587…'. Y seguía la lista de todo el venerable cabildo con la asignación consiguiente de su arcabuz y adminículos, y al final constaba también: “Calasanz, un arcabuz con frasco y frasquillo sin bolsa”.[Notas 7]

La situación, en efecto, se agravaba de día en día. El 25 de mayo escribía Calasanz al virrey su primera carta oficial en nombre del cabildo, a la que seguirían otras nueve —todas ellas, naturalmente, en hermoso catalán— pidiendo auxilio desesperadamente y relatando hechos espeluznantes, casi como una crónica de lo que pasaba en la ciudad. He aquí una antología de párrafos selectos:

(25 de mayo de 1587) '… celosos de la honra de Dios y de su Majestad y afligidos por la tiranía de esta tierra y de tanta sangre derramada por los caminos, que tenemos presente por la muerte de dos hombres, que estos foragidos han degollado hace dos días, en tierra de su Majestad y en el camino real, al volver de esta ciudad, adonde habían sido llamados para declarar...'[Notas 8]
(25 de junio de 1587) '… bandoleros y gente facinerosa que va por las comarcas, y que nos tienen tan acosados, derramando sangre de los pobres pasajeros con tan horrendas crueldades que no podemos dejar de importunar y suplicar a V. Exa…; parece que las diligencias que se han hecho estos días los han encarnizado tan de veras que sin ocasión ni propósito matan y desfiguran a pares a los hombres en diversas partidas de esta tierra…'[Notas 9]
(Agosto de 1587) 'Por muchas otras cartas hemos escrito y avisado a V. Exa. de la tiranía grande y abusos que cometen los foragidos en esta tierra, y continuando en ello, hemos oído en este punto el estrago y crueldad que ahora, de nuevo, en nuestra villa de Alós han hecho, en la que han matado a dos o tres hombres y quemado algunas [casas?] y tienen sitiada a la mayor parte de la gente de dicha villa en la iglesia…'[Notas 10]
(Septiembre de 1587) '… ni la gente facinerosa deja de perpetrar cada día enormes crueldades matando y descuartizando a hombres por caminos y poblados, además de la tiranía de los caminos por los que de ninguna manera se puede pasar sin caer en manos de ladrones que los despojan… [y los hugonotes] ya se atreven a robar en las iglesias como han hecho en la villa de Andorra que han dejado sin el Santísimo Sacramento…'[Notas 11]
(Octubre de 1587) '… es ya tanto el descaro y nos tienen tan acosados que la mayoría de los días llegan hasta la puerta de la ciudad persiguiendo y matando a quien les parece y, como sus maldades van cada día en aumento y hay aquí tan poca justicia, lo cierto es que no sólo no nos dejarán salir de la ciudad, como ya no osamos hacer ahora, sino incluso de nuestras casas…'[Notas 12]
(Enero de 1588) 'Si esta ciudad, por estar sin justicia y —por observar la nueva constitución— desarmada, no pudo resistir a unos pocos bandoleros que la víspera de Reyes llegaron al único portal que estaba abierto y allí asesinaron a dos pacíficos ciudadanos y si diariamente tenemos avisos de que los herejes de la frontera de Francia arden en deseos de saquear esta iglesia, que Dios ha puesto para la defensa de estas comarcas, y si diariamente tenemos ejemplos de iglesias robadas, que están más adentro del Principado de Cataluña que la nuestra, considere V. Exa. los peligros que nos amenazan y lo que quizá hubiera sucedido ya, si los puertos no estuvieran cargados de nieve, pues en esto solo consiste nuestra defensa...'[Notas 13]

La viveza con que describe José de Calasanz la gravedad de la situación hace inútil cualquier comentario. Los hechos se comentan por sí mismos.

A raíz de lo sucedido la víspera de Reyes, determinó el cabildo adelantar las Completas, rezándolas en pleno día, después de Vísperas, y no al anochecer; igualmente dejaron los Maitines para el día siguiente, al alba. Decidió también que por las noches durmiesen en la sacristía de la catedral dos hombres, eclesiásticos los dos o al menos uno de ellos, para montar guardia y vigilar por turno.[Notas 14] Y seguramente más de una noche le tocaría a Calasanz el turno de vigilante, por ser uno de los más jóvenes y robustos, como veremos luego.

A pesar de las muchas razones que impedían la intervención de las fuerzas armadas del virrey, nos quedamos con la sensación de que no era justo abandonar a su suerte a aquella gente, tan lejana y aislada, sin dar una muestra de buena voluntad, mandándoles al menos a aquellos sesenta deseadísimos soldados. Pero nada. Y no hubo más remedio que decidirse: los canónigos cargaron sus arcabuces y…

Es la última carta de Calasanz al virrey, fechada el 1 de abril de 1588. Y dice: '… como hasta ahora no hemos conseguido el remedio que confiábamos obtener de mano de V. E. por tan justo título y por tanta necesidad, ha llegado la desconfianza de unos y otros a tal extremo que habiendo pasado estos días unos cuantos luteranos de Francia en número de 20 a 30, bajo las órdenes de un tal Plometa, demostrando con sus palabras que lo harían, hoy, acompañados de otros ladrones y gente facinerosa han venido a escaramuzar esta ciudad, de manera que velando por la honra de Dios muchos eclesiásticos han tenido la necesidad de tomar las armas y en la refriega, que ha durado desde mediodía hasta la noche, han matado a un hombre de la ciudad, pero de los enemigos ha quedado un muerto en el campo y se han llevado a algunos heridos, sin que sepamos con precisión lo que pasa; de lo cual han mostrado los enemigos de Dios estar tan irritados, que se han mantenido fuertes hasta ahora, que es de noche, obligando a la ciudad a hacer centinela continua y al cabildo a proveer muy bien la defensa de la iglesia…'[Notas 15]

Quizá la catedral se convirtió por un día en fortaleza y desde las galerías altas de su ábside exterior asomaron los arcabuces de los canónigos, y dispararon… Y se puso el sol. Y cayó la noche del primero de abril. Y en aquellas horas finales del día escribía Calasanz al virrey… 'ahora, que es de noche...'

El 27 de enero del año siguiente recibió Calasanz el sueldo que se le debía y 'se despidió' del Cabildo.[Notas 16] Y ese mismo día se escribía en el libro de actas: “A los 27 de enero de 1589 devolvió Calasanz al Cabildo dos arcabuces, esto es, uno por él y el otro por Rostoll, con sus frascos y frasquillos”.[Notas 17] ¿Llegó a dispararlo alguna vez?

Notas

  1. Ib., p.302.
  2. Ib., p.32O, c.XVII.
  3. Ib., p.321, c.XIX.
  4. Ib., p.318, c.XIII.
  5. Ib., p.297.
  6. Ib., p.321-322, c.XX.
  7. Ib., p.286.
  8. EGC X, p.395.
  9. Ib., p.398.
  10. Ib., p.401.
  11. Ib., p.404.
  12. Ib., p.408.
  13. Ib., p.411.
  14. P. PUJOL I TUBAU, o.c., p.306, n.62.
  15. Ib., p330, c.XXXVII; EGC X, p.415.
  16. P PUJOL I TUBAU, o.c., p.285 (cf. n.55 de este cap.).
  17. Ib., p.286. Al concluir este tema del bandolerismo en Urgel, merecen recordarse dos estudios, uno de ellos ya citado en la nota anterior 93 y el otro de E. SERRAIMA, ‘Hugonotes y bandidos en el Pirineo Catalán. La actuación de San José de Calasanz en Urgel (1587-1589)’: Estudios de Historia Moderna 4(1954)207-224.