GinerMaestro/Cap09/10

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09.10. De Barcelona a Roma

La tradición ininterrumpida de los biógrafos no ha dudado nunca en afirmar que Calasanz hizo su viaje a Roma por vía marítima.[Notas 1] Y ciertamente, las circunstancias históricas de los últimos meses de 1591 y primeros de 1592, con la fuga de Antonio Pérez al sur de Francia, la descabellada 'invasión bearnesa' de primeros de febrero, ya recordadas,[Notas 2] y la tensión general de la España de Felipe II contra el primer Borbón Enrique IV y a favor de la Liga Católica, desaconsejaban, si no impedían absolutamente, el viaje por tierras francesas.

La travesía del Mediterráneo se hacía normalmente bordeando las costas para evitar la furia del mar abierto y los peligros de la constante piratería, lo cual alargaba sin duda las jornadas de navegación. El cabotaje de Italia a España podía durar más de un mes cuando viajaban príncipes o grandes personajes que solían hacer escala en varios puertos con pretexto de visitas, recepciones y descansos o amagos de tormenta, y convertían el viaje en una fiesta continua.[Notas 3] Otras veces tenían que reducir la velocidad para sortear el mal tiempo, obligados incluso a fondear en puertos inesperados.[Notas 4] La travesía normal, sin embargo, era mucho más breve; así por ejemplo Adriano VI en 1522 hizo el trayecto de Palamós a Génova en unos 10 días;[Notas 5] Lamberto de Wyts, en la armada de don Juan de Austria, en 1571, embarca en Barcelona el 18 de julio y 'nueve días después —dice— llegamos a la grande y rica ciudad de Génova';[Notas 6] el P. Pedro de Ribadeneyra, en 1574, “aviendose embarcado en Génova a 8 de noviembre en un Galeón, llegó el 14 a la costa de Cataluña…”;[Notas 7] San Ignacio de Loyola, en 1523, hizo su viaje “con viento tan recio en popa, que llegaron desde Barcelona hasta Gaeta en cinco días con sus noches”,[Notas 8] aunque en este caso quizá fue travesía directa por las islas (Baleares, Córcega y Cerdeña) y no bordeando la costa. Podemos, pues, suponer que el viaje de Calasanz desde la costa catalana hasta Génova fue de unos diez días.

Desde Génova a Civitavecchia duraba la travesía marítima más o menos un día con sus dos noches.[Notas 9] Y de Civitavecchia a Roma solía hacerse el camino a pie, recorriendo los setenta y dos kilómetros en menos de dos días.[Notas 10] Aproximadamente, por tanto, el viaje completo de nuestro protagonista giraría en torno a dos semanas. Nos consta que el 27 de febrero de 1592 estaba ya en la Ciudad Eterna, lo cual da amplio margen para suponer que su nave pudo zarpar en los primeros días de febrero.[Notas 11]

Ha sido también casi constante la tradición al indicar Barcelona como puerto de salida de José Calasanz hacia Roma,[Notas 12] aunque, en realidad, competían con él como puntos de partida hacia Italia los de Palamós al norte y Vinaroz al sur, sin que podamos negar la posibilidad de que en uno de ellos pisara por última vez tierra española José de Calasanz.[Notas 13]

Las fechas del viaje dejan, pues, holgado margen para que antes de embarcar pudiera Calasanz acompañar a su querido obispo de Urgel a Montserrat, donde acudió gran parte de los participantes en el Sínodo Provincial que se había trasladado a Barcelona desde Tarragona. Y el motivo era la consagración de la nueva iglesia monástica, que tuvo lugar el día 2 de febrero. Casualmente se ha conservado una carta que escribió Capilla al Rey Felipe II el día siguiente a la gran solemnidad de la consagración, dándole cuenta de ella. Dice:

'Señor. La de V. Mag. de los 22 del pasado he recibido a los dos deste en esta Santa casa de N. Sra. de Montserrate por manos del Abad della. Hízose el día de la Purificación de N. Sra. la consagración de la nueva Iglesia con mucha solemnidad y concurso grande de pueblo, la qual ha salido muy acertada y hermosa y qual convenía a la devoción deste santo lugar. Oy, lunes, se ha transferido el Smo. Sacramento de la yglesia vieja a la nueva con una solemne procesión ordenada particularmente para rogar a N. Señor por la vida y salud y felice estado de V. Mag. como se ha hecho. Quanto a lo demás que V. Mag. me haze merced de mandarme acerca de la traslación de la imagen de N. Sr.a, yo he oído sobre ello al Abbad y a otros religiosos y para tomar mejor acuerdo he querido pensar más en ello y desde Barcelona (donde todos los obispos que aquí nos hemos hallado bolveremos para continuar la synodo Provincial, que porque pudiéramos hallarnos en esta jornada, se prorrogó para los cinco de éste) escriviré largamente cumpliendo lo mejor que supiere con lo que V. Magestad me manda. De N. Sra. de Montserrat 3 de Hebrero 1592. El obispo de Urgel'.[Notas 14]

La venerable imagen permanecía, pues, en la vieja iglesia románica, contigua a la nueva, y allí quedó hasta el 11 de julio de 1599 en se hizo el traslado solemne, ante el rey Felipe III.[Notas 15]

La presencia de Calasanz en Barcelona en torno a los primeros días de febrero para embarcar rumbo a Italia; la excepcional coincidencia de la consagración del templo montserratino, que tantos recuerdos personales le evocaba; el hecho de que su propio obispo Capilla tan delicado de salud, se animara a subir a la santa montaña; la oportunidad de visitar también la tumba de su protector y amigo, obispo de Lérida y Visitador del Monasterio, don Gaspar Juan de la Figuera, son todo razones de peso para admitir la hipótesis de que, efectivamente José Calasanz estuvo en Montserrat en aquella histórica fecha.

Y una vez más renacía su diálogo íntimo con la amabilísima Virgen Moreneta, interrumpido bruscamente seis años antes en otro aciago mes de febrero del que era mejor no acordarse.

Si el día 5 se reanudaba el sínodo en Barcelona y el 3 escribía Capilla su carta al Rey desde Montserrat, lo más probable es que el día 4 bajara de la montaña acompañado de Calasanz. Y ya en la Ciudad Condal, con las últimas recomendaciones, encargos, saludos y bendiciones despediría el obispo a su querido sacerdote diocesano, quien por primera vez subía a una nave y se dejaba mecer por el mar Mediterráneo.

Notas

  1. Uno de los primeros historiadores y más fidedignos confidentes del protagonista escribió; 'si imbarcó per la volta di Roma' (BERRO I, p.65).
  2. Véase el apartado 5 de este mismo cap.
  3. El nuncio extraordinario, Camilo Borghese (futuro Pablo V), enviado por Clemente VIII al rey Felipe II salió de Civitavecchia en una galera pontificia el 27 de noviembre de 1593 y llegó a Barcelona el 2 de enero. Pero se detuvo dos días en Livorno, tres en Génova, siete en Savona y nueve en Marsella para agasajos y otros motivos. Los días de navegación, sin embargo, fueron sólo quince o dieciséis (cf. J. GARCÍA MERCADAL, ‘Viajes de extranjeros por España y Portugal’ (Aguilar, Madrid 1952) vol.I, p.1464-1468).
  4. Andrés Navaggero emplea dieciocho días desde Génova a Barcelona en abril de 1525, pero dice que 'desde el día seis al doce navegamos muy despacio, porque el tiempo no era bueno', y de Marsella van a parar al norte de Córcega, llegando el 24 a Palamós (ib., p.840).
  5. Cf. J. LÓPEZ NAVÍO, ‘Ambiente histórico y social…’, p.222.
  6. Cf. J. GARCÍA MERCADAL, o.c., I, p. 1171.
  7. Cf. B. ALCÁZAR, S. I., ‘Chrono-historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo’, II, p.450.
  8. Cf. R. GARCÍA-VILLOSLADA, ‘San Ignacio de Loyola. Nueva Biografía’, BAC, p.239.
  9. El 14 de noviembre de 1643 escribe el P. V. M. Gavotti, Sch. P., al P. S. Pietrasanta, S. I.: 'il viaggio nostro con le Gallere é stato buono et in un giorno e due notti siamo gionti per la gratia di Dio a salvamento da Civitá Vecchia in Genova' (FC III, p.1525).
  10. S. Juan Bta. de la Concepción, Reformador de los trinitarios, en su viaje a Roma el año 1598, desembarcó en Civitavecchia y escribe que el Jueves Santo 'partimos de Civitavieja aquella misma tarde a pie, gustando de pisar tierra tan Santa, o por mejor decir gozar. Tardamos en llegar hasta el Sábado Santo [21 de marzo de 1598], porque no hay sino 21 millas era poco lo que andábamos y muy extraqueados y cansados de tan largo camino… Entramos por las puertas de Roma Sábado Santo al tañer las campanas al empezar los Alleluyas…' (Obras del B. Juan Bta. de la Concepción, t.VIII [Roma 1831] p.97). Entonces la misa de Sábado Santo se tenía por la mañana. Luego tardaron dos días, aun sin prisas.
  11. Sin tantos testimonios convergentes así lo creyó Sántha, comentando el nuevo documento del 27 de febrero de 1592, por él encontrado: 'Calasanctius enim die 27 mensis Februarii iam Romae commoratur et operatur, ita ut nunc iam maxima probabilitate asserere possimus eundem saltem initio mensis Februarii Barcinone solvisse sub ‘fledietatem eiusdem mensis ipsam Urbem ingressurum' (EphCal 2 [1959] 56).
  12. Cf. ARMINI, ‘Vita’, p.42; TALENTI, ‘Vita’, p.30. Nada dice Berro (cf. BERRO I, p.65), ni la ‘Breve Notizia’ (cf. BAU, RV, p.12).
  13. Esa parece la idea de J. LÓPEZ NAVÍO (cf. ID., o.c., p.219-223). El P. Jerónimo Gracián en los primeros meses de 1592, poco después de Calasanz, se embarcó en Vinaroz y llegó directo a Génova y desde allí 'tornamos —dice— a navegar hasta Civitá Vecchja, caminando desde allí a Roma por tierra con peligro de bandidos' (P. J. GRACIÁN, ‘Peregrinación de Anastasio’: Obras del P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, ed. por P. SILVERIO DE Sta. TERESA [Burgos 1933], t.III, p.113).
  14. Cf. J. POCH, ‘Montserrat i Calassanç, encara’: Cat 252 (1982) 19. Felipe II había escrito el 22 de enero de 1592 al Abad de Montserrat: 'Y en lo que ha respecto a la mudanza de la Santa Imagen son muchas las consideraciones que obligan a que no se haga, como vos muy bien las apuntais… Pero para que mejor se acierte, he querido pedir a cada uno de los prelados en particular… su parescer y escribirles sobre ello las cartas que aquí van…' (ib., p.18). He aquí los que asistían al obispo consagrante: 'el domingo de Sexagésima, a 2 de febrero, la consagró el obispo de Vique Pedro Jaime, con asistencia de Jaime Cassador, obispo de Gerona, Andrés Capilla de Urgel y Francisco Robuster y Sala, de Elna, y Fray Plácido de Salinas, abad del Monasterio. Hallóse presente el virrey de Cataluña, Pedro Galcerán, marqués de Navarrés' (VILLANUEVA, ‘Viaje literario’, t.VII, p.140-141).
  15. F. CRUSELLAS, ‘Nueva historia del Santuario y Monasterio de Na. Sra. de Montserrat’ (Barcelona 1896) p.74-75.