GinerMaestro/Cap11/04

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11.04. Tres venerables carmelitas españoles

Al intentar descubrir el ambiente espiritual en que se mueve Calasanz en esos años críticos de su 'conversión', en los que pone los gérmenes de su Instituto, hay que acercarse necesariamente al convento de carmelitas descalzos, anejo a la iglesia de Santa María de ‘la Scala’, en el Trastevere romano, para conocer a tres venerables varones, españoles los tres, de excepcional importancia en la vida y obra de Calasanz. Fueron los PP. Pedro (de Villagrasa) de la Madre de Dios, nacido en Daroca el 10 de agosto de 1565; Juan (de San Pedro y Ustárroz) de Jesús y María, nacido en Calahorra el 27 de enero de 1564; Domingo (Ruzola) de Jesús María, nacido en Calatayud el 16 de mayo de 1559. Los tres ligeramente más jóvenes que Calasanz (septiembre de 1557), pero no tanto como para sentir la diferencia de edad en sus relaciones.

'No se comprende —escribió Sántha— la mayor parte de la vida romana de San José de Calasanz, si no es a la luz de su amistad íntima y espiritual con los primeros padres de la Congregación italiana del Carmelo reformado…'. Y, sin quitar valor a otras influencias, “es cierto particularmente —sigue diciendo Sántha— que fueron sus estrechas relaciones con los carmelitas las que dieron cauce definitivo a su vida, a su espiritualidad y a su apostolado. Fueron ellos sobre todo quienes aconsejándole, animándole y ayudándole incluso con limosnas contribuyeron al dichoso germinar y brotar de la primera Orden docente”.[Notas 1]

Se ha insinuado que esta amistad pudo haber nacido en las aulas universitarias de Valencia y Alcalá de Henares que frecuentaron, lo cual es verosímil respecto a Pedro, pero imposible respecto a Juan y Domingo.[Notas 2] Pedro fue el primero de los tres en llegar a Roma en septiembre de 1596. Venía de Génova, donde en 1583 se había fundado la primera casa de carmelitas descalzos en Italia, gracias al interés del venerable P Jerónimo Gracián. Hacia ya cinco o seis años que se había dado a conocer por Liguria como predicador, y su fama había llegado a Roma, adonde le llamó el cardenal Pinelli, protector de los Descalzos. Hizo el viaje por mar, en compañía del cardenal Alessandrini, ex nuncio en España, y al llegar a Roma fueron ambos recibidos y hospedados por Mons. Salustio Tarugi, comendador del Hospital de Santo Espíritu, en cuya iglesia predicó el P. Pedro de la Madre de Dios en Adviento de aquel año 1596.[Notas 3]

Los cardenales Pinelli y Alessandrini y Mons. Tarugi hicieron vivos elogios del predicador ante Clemente VIII, abogando por la conveniencia de fundar en Roma un convento de carmelitas descalzos. Y para obviar la oposición surgida en España, emanó el papa el breve ‘Sacrarum Religionum’, con fecha del 20 de marzo de 1597, por el que eximía de la jurisdicción de los Superiores españoles y sometía bajo la inmediata de la Santa Sede los conventos de Descalzos y Descalzas de Génova y el que se iba a fundar en Roma junto a la iglesia de Santa María de la Scala, que les asignaba para su servicio.[Notas 4]

También procedente de Génova, donde residía desde 1585, llegó a Roma a principios de 1598 el P. Juan de Jesús María[Notas 5] Y finalmente, el 26 de octubre de 1604 se añadía a la comunidad de carmelitas del Trastevere el P Domingo Ruzola de Jesús María, que no tardo mucho en ser conocido como 'P. Domenico della Scala'.[Notas 6] Los biógrafos contemporáneos de los carmelitas testimoniaron las relaciones de Calasanz con los tres venerables descalzos de la Scala, poniendo de relieve la asistencia espiritual y aprobación que los PP. Pedro y Juan conceden a Calasanz en los años en que germina su obra de las Escuelas Pías en la cercana iglesia de Santa Dorotea de Trastevere,[Notas 7] así como la ayuda posterior, larga y fructífera, y la estima sincera que le dispensó el P. Domingo tanto a él como a su obra.[Notas 8]

Ni son menos explícitos los primeros biógrafos escolapios, constatando la plena confianza que sentía Calasanz concretamente con los PP. Juan y Domingo, con quienes trataba sus problemas espirituales y los del naciente instituto de las Escuelas Pías.[Notas 9] El P. Domingo era su confesor y probablemente antes de su llegada a Roma lo fuera el P. Pedro o algún otro de aquella comunidad.[Notas 10] No parece, sin embargo, muy digna de crédito la afirmación coincidente de Berro y Caputi —aunque no se puede rechazar categóricamente—, según la cual la iglesia de Santa María de la Scala fue asignada a los recién llegados carmelitas gracias a la intercesión de Calasanz ante los cardenales Colonna y otros amigos suyos.[Notas 11] Y esto porque dicha iglesia les había sido concedida ya en 1597, antes de que llegaran a Roma los PP. Juan y Domingo, y porque el P. Pedro de la Madre de Dios —a quien silencian Berro y Caputi— encuentra en Roma, apenas llega, suficientes valedores para conseguir tal concesión, como eran los cardenales Pinelli y Alessandrini, y Mons. Tarugi, e incluso el interés personal de Clemente VIII, como vimos antes.

La brillante personalidad de estos tres descalzos españoles y su poderoso magnetismo espiritual convierten el convento de la Scala en uno de los centros más estimados e influyentes de espiritualidad en el primer cuarto del siglo XVII en Roma, en el que se deja arropar, aconsejar, ayudar e influir poderosamente el P. José Calasanz. He aquí a grandes rasgos las tres venerables figuras.

Fray Pedro de la Madre de Dios fue 'uno de los sujetos más doctos y santos que la Descalcez ha tenido…, uno de los mayores predicadores sagrados de su tiempo'.[Notas 12] De hecho, fue oficialmente el predicador del Sacro Colegio de Cardenales, nombrado sucesivamente por tres papas (Clemente VIII, León XI y Pablo V) que le quisieron, además, honrar con la sagrada púrpura, pero las tres veces consiguió su humildad rechazar tales honores. Predicó en Roma once cuaresmas sucesivas. Ni fue menor su fama como director de almas y confesor, y entre sus penitentes tuvo al papa León XI.

Al erigir Clemente VIII en 1600 la Congregación de Carmelitas Descalzos de Italia, con plena autonomía, nombró al P. Pedro Comisario General hasta el Capítulo General de 1605 en que fue elegido Prepósito General el español P. Fernando de Santa María, y al concluir su trienio le sucedió en 1608 el propio P. Pedro de la Madre de Dios, quien a los cuatro meses moría, con sólo cuarenta y tres años.[Notas 13]

Superó todavía los méritos y la fama del P. Pedro el calagurritano P. Juan de Jesús María: 'el Moisés de la Congregación de San Elías, como quiera que nadie influyó en sus leyes como él y además les dio forma y articulación conveniente'.[Notas 14] “El P. Juan es, sin disputa, uno de los religiosos más grandes que ha tenido en toda su historia el Carmen.[Notas 15] Maestro de novicios en Génova (1593-98) y en Roma (1601-1611); definidor de la Orden (1605-1608); consultor y confesor de Pablo V; miembro de la Congregación “de Auxiliis”; procurador general (1608-1611); Prepósito General (1611-1614); director espiritual de los cardenales Galli y Sfondrato y gran amigo del cardenal Bellarmino. Pablo V le visitó en su propia celda, estançlo una vez enfermo.[Notas 16]

Como escritor fue definido por Bossuet 'summus theologus ac summus mysthicus' y es “en boca de muchos el tercer místico de su Orden, precedido únicamente por Santa Teresa y San Juan de la Cruz”.[Notas 17] Por sugerencia e indudable inspiración de Calasanz escribió para las Escuelas Pías dos obras de suma importancia, que le convierten también en pedagogo ilustre, tituladas ‘Liber de pia educatione seu de cultura pueritiae’, y el llamado ‘Proiectum’, del que hablaremos luego.[Notas 18] En el prólogo del primero dice: “Lo escribí hace unos años para resumir los temas principales de la buena educación y para complacer con ello al Prefecto de las Escuelas, P. José Calasanz, varón dignísimo de toda alabanza por la insigne perfección de su vida cristiana”.[Notas 19] Y una tercera obra que dejó manuscrita, y que puede estar en relación con otra similar y famosa de Calasanz, fue “’Modo de hacer una Corona de doce estrellas a honra de la Beatísima Virgen María’”.[Notas 20] . Las innegables divergencias respecto a la Corona de las doce estrellas, que compuso Calasanz,[Notas 21] nos muestran, por una parte, la imposibilidad de una dependencia directa de la oración calasancia respecto a la del P. Juan y nos sugieren su común devoción mariana expresada en una fórmula tan característica, y de ascendencia quizá medieval.[Notas 22]

Con ser tantos los méritos del P. Juan, incluso respecto a Calasanz y su obra, hay que reconocer que le superó en fama universal —en Roma y en Europa— y aun en el apoyo personal que dispensó a la naciente obra de las Escuelas Pías el P. Domingo Ruzola. Ya en España fue aclamado por sus dotes de taumaturgo, sus raptos y sus éxtasis públicos, sus dones especiales para reconciliar desavenencias y convertir pecadores. Fue incluso admirado y tratado personalmente por los reyes Felipe III y Margarita de Austria.

Dentro de la Orden fue superior en varias casas de España, y luego —ya en Roma— definidor general y prior de la Scala (1608-1617) y Prepósito General (1617-1620). Estimado por los papas, cardenales, príncipes de la nobleza romana, y por el pueblo; su fama llega hasta la corte imperial de Viena y otros estados católicos de Europa, adonde es enviado como legado apostólico. Particularmente gozó de protagonismo en la batalla de Monte Blanco (1620), que terminó con resonante victoria y conquista de Praga para los católicos en aquella larga contienda de la Guerra de los Treinta Años. El general Tilly dirigía al ejército, pero el P. Domingo, montado en caballo blanco, arengaba a las tropas, llevando como estandarte un cuadro de la Virgen, a la que fue atribuida la victoria.[Notas 23] Antes de volver a Roma visitó al emperador Fernando II en Viena, al duque Maximiliano en Munich, a los príncipes Alberto e Isabel Clara Eugenia en Flandes, siendo agasajado por todos.

Su vuelta a Roma fue un triunfo. El nuevo Papa Gregorio XV le quiso hacer cardenal, pero el —a pesar de todo— humilde carmelita declinó el honor. Sus méritos provenían también de haber sido uno de los primeros promotores —junto con su compañero P. Pedro de la Madre de Dios y otros— de la Congregación de Propaganda Fide. Asistió a Gregorio XV en su lecho de muerte y tuvo luego cinco votos para papa en el inmediato conclave. El nuevo elegido, Urbano VIII, siguió apreciándole, como sus predecesores.

En 1629 fue requerido por el emperador para que mediara en asuntos graves surgidos entre Francia, España y Austria y volvió a Viena, donde murió en 1630 en el palacio imperial.[Notas 24] Y todavía tuvo tiempo en su azarosa vida de escribir obras de temas diversos, algunas de las cuales se imprimieron en varias lenguas, quedando otras inéditas.[Notas 25]

Es de justicia evocar las figuras de estos venerables carmelitas españoles, de quienes tenemos pruebas suficientes para reconocer su influjo en la espiritualidad personal de Calasanz y en la consolidación y configuración religiosa de su Orden, atisbando además la profundidad de espíritu a que debió llegar su amistad.

Notas

  1. Cf. G. SÁNTHA, ‘S. José de Calasanz y su amistad con los Padres Carmelitas Descalzos’. RevCal 2 (1955) 183-184.
  2. La insinuación es de Sántha (cf. o.c., p.184-185) y la acepta también Vilà (cf. C. VILÁ PALA, ‘Fuentes inmediatas de la Pedagogía Calasancia’ [Madrid 1960], P.63 y 68). Según propusimos, Calasanz estudió en Valencia el curso 1578-79, teniendo Veintiún años, y en Alcalá el de 1579-80. El P. Pedro, antes de vestir el hábito de carmelita el 22 de enero de 1582, estudió filosofía y teología en Alcalá (cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, ‘Historia del Carmen Descalzo’, t.VIII [Burgos 1938], p.17-l8). Es, pues, ‘verosímil que entre los miles de alumnos —'más de dos mil' tenía en 1548 (cf. C. AJO y SAINZ Y DE ZÚÑIGA, ‘Historia de las Univ. Hispánicas’, vol. II, p.307)— pudieran conocerse Pedro y Calasanz. El P. Juan cursó también en Alcalá los años 1583-85 (cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, o.c., p.57-58), estando Calasanz de nuevo en Lérida. El P. Domingo profesó en Zaragoza el 8 de diciembre de 1578 y en 1580 aún seguía allí. Fue luego mandado a Valencia a estudiar filosofía (cf. ib., p.84-85), donde no pudo, lógicamente, encontrarse con Calasanz. Y menos todavía en Alcalá, donde fue a estudiar teología Domingo en 1590-92 (cf. ib., p.89-90).
  3. Cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, o.c., p.3-4.
  4. Los españoles se oponían a la expansión de la reforma fuera de España y sus dominios y ya antes del breve habían pedido la intervención de Felipe II para que el papa formara con los conventos italianos una provincia independiente de España (cf. ib., p.6-8).
  5. Cf. ib., p.58 y 64.
  6. Cf. ib., p.98.
  7. 'Conferiva [Calasanz] i desideri che haveva delle Scuole Pie mentre ad esse diede principio in Sta. Dorotea colli nostri Padri Fr. Pietro della Madre di Dio, P. Fr. Giovanni di Gesú Maria...' (P. Pietro della Madre di Dio —A. ANGELINI, 157 1-1630—, ‘Vita del P. Domenico’, inéd., cit. en G. SÁNTHA, o.c., p.186, n.16); 'Il P. Gioseppe della Madre di Dio Fondatore e Preposito Generale di questa nuova Congregatione posto piú anni nel suo seno prima di partorirlo il virtuoso concetto di questo Pio Istituto, finchè con l’approvazione di due grandi Servi del Signore Carmelitani Scalzi, il P. Pietro della Madre di Dio Predicatore Apostolico et il P. Fr. Giovanni di Gesú Maria... l’espose alla luce nella chiesa di S. Dorotea in Trastevere' (P. Luigi di S. Giuseppe —L. MAGALOTTI, 1587-1669—, ‘Vita del Ven. P. Fr. Domenico di Gesú Maria’, inéd., cit. en ib.).
  8. '... il nostro P. Domenico amó sempre la virtú e la caritá di lui [Calasanz], approvando e lodando tal istituto cosi caritativo... Per la stima che il nostro Padre faceva di questo Istituto procuró sempre di dargli tutto quell’aiuto che poteva' (P. ANGELINI, cf. G. SÁNTHA, o.c., p.192, n.35); 'Haveva sempre il P. [Domingo] con orationi e consigli appogiato fin da principio questo lodevole Istituto' (P. MAGALOTTI, cf. ib.); 'Veniva ancora molte volte [Calasanz] a accomandarsi aile orationi del nostro Fr. Domenico, et a domandargli sopra giudizio aiuto e consiglio' (P. ANGELINI, ib., p.192, n.34). A pesar de estos antecedentes bibliográficos, el P. Silverio de Santa Teresa se olvidó —lamentablemente— de nombrar, siquiera una vez, a San José de Calasanz entre los grandes amigos y favorecidos de estos tres ilustres carmelitas, a quienes tantas páginas elogiosas dedica en su magna obra (cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, o.c., p. I-114).
  9. Calasanz 'tutte le cose conferiva con lui [P. Domingo] e il P. Giovanni di Gesú Maria suo compagno' (CAPUTI, cit. en G. SÁNTHA, o.c, p. 186, n. 16).
  10. 'Si confessava il P. Giuseppe Calasanzio dal P. Domenico della Scala e finito l’essercizio delle Scuole se ne andava quasi ogni giorno da lui, conferivali tutti i suoi pensieri per aiuto della novella pianta, dal quale portava ottimi consigli non solo per l’anima sua ma a pro del suo Istituto' (ib., p. 192, n.34). Sántha dice que lo fue al principio el P. José de San Gabriel (cf. ib., p. 185), pero parece inverosímil, pues en 1598 era aún novicio (cf. A. GARCÍA-DURÁN, ‘Itinerario’, p.80, n.448), mientras parece más probable que lo fuera el P. Pedro de la Madre de Dios hasta la llegada del P. Domingo (cf. ib.).
  11. '... essendo in quelli tempi venuti in Roma di Spagna li PP. Domenico di Giesú Maria, Giovanni di Giesú Maria et il p. Gioseppe et altri tutti Carmelitani Scalzi per piantar quella novella pianta in questa S. Cittá base della Santa Chiesa, poté tanto l’autoritá del nostro D. Gioseppe, che con il favore dell’Emo. Colonna et altri Sig.i Cardinali hebbero li detti, PP. licenza di apprire chiesa publica' (BERRO I, p.32). 'Venne in Roma il P. Domenico di Gesú Maria con altro Padre chiamato P. Giovanni di Gesú Maria che erano scalzi del Carmine... e perché erano spagnoli il P. Gioseppe che era tanto devoto di Santa Teresa l’aiutó molto che Ii fosse data una chiesina in Trastevere vicino alla Lungara et Santa Dorotea che peró quando li fu concessa lo chiamarono il P. Domenico della Scala' (CAPUTI. Cf. G. SÁNTHA, o.c., p.184, n.3). Ni puede tampoco suponerse que la influencia de Calasanz tuviera efecto hacia el año 1.612, en que concluyeron los pleitos por su cesión definitiva, pues entonces hacía ya tiempo que habían muerto los dos Cardenales Colonna, amigos de Calasanz, y la fama y ascendiente de los PP. Juan y Domingo superaba la del propio Calasanz (cf. ib., p.185, n.12).
  12. SiLVERiO DE SANTA TERESA, o.c., p.3.
  13. Cf. ib., p. 1-33. También el P. Fernando tuvo que relacionarse con Calasanz, y de él hablan los testigos procesales, como el P. Castelli: 'i primi Padri Carmelitani scalzi Pietro, Giovanni e Ferdinando, se ne servivano [de Calasanz] per br consigliere' (ProcIn, p.455).
  14. SiLVERiO DE SANTA TERESA, o.c., p.54. A él se debe la redacción definitiva de la Constituciones de la Congregación Italiana. Escribió, además, dos obritas fundamentales para plasmar el espíritu de la Congregación: ‘Instructio Magistri Novitiorum e Instructio Novitiorum’. El P. Caputi dijo que 'questo Padre stampó molte operette et ir particolare fece un libretto intitolato Instruttione per li Novitii delle Scuole Pie'. Debió de confundirlo con el citado últimamente (cf. G. SÁNTHA, o.c., p.190, n.25).
  15. SILVERIO DE SANTA TERESA, o.c., p.77.
  16. Ib., p.54-80.
  17. G. SÁNTHA, o.c., p.190. Véanse sus ‘opera omnia’ (Colonia 16221, 16502; Florencia 17713); numerosos elogios, en P. FLORENCIO DEL NIÑO JESÚS, ‘El Ven. P. Fr. Juan de Jesús María’ (Burgos 1919) p.256-260. BOSSUET, ‘De nova quaestione’, tract. I, cap.15.
  18. Véase un estudio detallado de ambos escritos en C. VILÁ PALA, ‘Fuentes inmediatas de la pedagogía calasancia’ (Madrid 1960), p.61-159, y una edición íntegra en latin-castellano del ‘Liber de pia educatione’, en Archivum 16 (1984) 209-225. En los catálogos de algunas bibliotecas escolapias del tiempo del Fundador se encuentran obras del P. Juan de Jesús María, no sólo el mencionado ‘Liber’ o la ‘Instrutione di Novitzi’, sino otras más espirituales, como ‘Stimulus compunctionis, Schola Jesu Christi, Disciplina claustralis’ (cf. G. SÁNTHA, o.c., p.189, n.25).
  19. Cf. C. VILÁ PALA, o.c., p.72. La obra fue escrita en 1606 y editada en 1613, dedicándose al Cardenal B. Giustiniani, nombrado aquel año Protector de las Escuelas Pías (cf. P. FLORENCIO DEL NIÑO JESÚS, o.c., p.280).
  20. Cf. G. SÁNTHA, o.c., p.199-2o2. Texto completo. Comentario en p.190-191.
  21. Cf. EGC III, p.206-207.
  22. Entre las obras inéditas de otro gran carmelita descalzo contemporáneo, P. Jerónimo Gracián (1545-1614), figura una Corona de doce estrellas, que él mismo recuerda en su ‘Peregrinación de Anastasio’ (cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, ‘Obras del P. Jerónimo Gracián’, t.III [Burgos 1933], p.180). Cf. también L. PICANYOL, ‘La Corona delle dodici stelle’: EphCal 4 (1954) suplem.
  23. Al volver a Roma trajo consigo la venerada imagen de la que se hizo una solemnísima procesión desde Santa María Mayor hasta la iglesia de los carmelitas, llamada entonces de San Pablo y construida a expensas del cardenal Scipione Borghese (1608-1620), y que desde entonces (1622) se llamó Santa María de la Victoria, en memoria de la batalla de Praga. Un incendio en 1833 destruyó la imagen de la Virgen y al restaurarse el templo se colocó una copia del famoso cuadro, centrado en un gran fresco alusivo a aquella victoria (cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, ‘Historia del Carmen Descalzo, VIII, p.107-108).
  24. Cf. ib., p.80-114. Hay que lamentar que no se haya escrito una biografia moderna, partiendo de las inéditas y publicadas en el siglo XVII. El personaje lo merece.
  25. Cf. ‘Collectio Scriptorum Ordinis Carmelitarum Excalceatorum’ (Savona 1884), p. 164, en que se enumeran once obras del P. Domingo.