GinerMaestro/Cap11/05

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11.05. El santo reformador de los trinitarios

El sábado santo de 1598 llegaba a Roma otro español insigne, el P. Juan Bautista de la Concepción, con el firme propósito de conseguir del papa la aprobación de la reforma de descalzos en su propia Orden de la Santísima Trinidad. La oposición de los calzados españoles corría pareja a la suscitada por los carmelitas calzados contra sus hermanos descalzos. Llegó, pues, a Roma con un compañero y se hospedó en el convento de trinitarios calzados de Santo Stefano in Trullo, pero duró poco allí, pues la convivencia se le hizo imposible. 'Todos los que antes favorecían [la reforma] —escribe un contemporáneo— con la instancia de los Padres Calzados y con su extraordinaria negociación e inteligencia, en lugar de favorecer se oponían poderosamente. No hubo vado que los Padres no probasen ni medio que no pusiesen fomentando la contradicción con el esfuerzo posible; y para que no quedase alivio alguno a nuestro Padre, aun su mismo compañero se hizo a la parte contraria y le dejó… Hallóse nuestro Padre solo, perseguido, pobre y enfermo en tierra extraña…'.[Notas 1]

El santo varón (canonizado por Pablo VI en 1975) recurrió a la hospitalidad del P. Pedro de la Madre de Dios, 'hombre —dice el Santo— cuyas partes y vida sería largo de contar, basta saber que era un hombre de quien Su Santidad hacía mucho caso… y como tan Siervo de Dios… dile cuenta casi de toda mi vida, y cómo había sido criado entre ellos, quánto los quería y que aunque trahía este hábito era más frayle Carmelita Descalzo que no Trinitario; y que… puesto caso, que las cosas andaban de aquella manera, que si gustaban de recibirme, aunque fuese por Donado, me quedaría muy contento…'[Notas 2] No obstante, queriendo agotar las posibilidades de su intentada reforma, propuso lealmente al P. Pedro esta extraña solución: “si a V. R. le parece, en este Hábito que tengo de Descalzo de la Sma. Trinidad guardaré mi Noviciado con los Novicios, acudiendo a todo lo que ellos hacen, en algunos meses haciendo algunas moderadas diligencias con Su Santidad: viendo que no se hace, echaré de ver ser voluntad de Dios el quedarme y que eso no pase adelante; si no saliere el negocio, podrá tomarme en cuenta del Noviciado el tiempo que aquí estuviere y así no se pierde tiempo, en no lo tomar luego, sino se gana el aquietarme yo”.[Notas 3] Y así se hizo.

El ambiente de honda espiritualidad que se respiraba en aquel convento de la Scala queda dignificado y exaltado por el juicio de este hombre de Dios, exigente como todos los reformadores de la descalcez de entonces, que lo evoca así: 'aquella quietud y sosiego, que aquellos Santos Padres allí pasan, de que yo había de participar; tanto recogimiento, tanto silencio, tanta oración, mortificación y penitencia (que sea Dios servido en otro lugar pueda hablar más despacio de los tesoros de aquella Santa casa)…'.[Notas 4]

Y en aquella 'Santa casa' estuvo casi año y medio, hasta el 16 de octubre de 1599, en que se despidió y volvió a España con el breve de la tan ansiada reforma que había firmado Clemente VIII el 20 de agosto. En aquel año y medio conoció también al P. Juan de Jesús María, al P. Juan de San Jerónimo, Procurador de España, al P. Francisco del Smo. Sacramento, que era el Maestro de Novicios antes de llegar el P. Juan de Jesús María, y a los PP. Francisco de Santa Ana y Francisco de Jesús. A todos ellos tuvo que conocer y tratar también José de Calasanz en sus frecuentes visitas a la Scala. Y ciertamente, no pudo pasarle desapercibida la presencia de San Juan Bautista de la Concepción en aquel convento, pues sin duda llamaría la atención de Ios visitantes asiduos el hábito característico de los trinitarios que llevaba entre la uniformidad de todos los demás carmelitas. Y lo más probable es que Calasanz sintiera desde el primer momento el deseo de hablar con él, recordando los años de su adolescencia pasados en la escuela de gramática de los trinitarios de Estadilla. Y no fue ésta la última ocasión documentada de la relación de Calasanz con sus estimados maestros trinitarios.[Notas 5]

Notas

  1. DIEGO DE LA MADRE DE DIOS, ‘Primera parte de la Crónica de los Descalzos de la Sma. Trinidad’ (Madrid 1652) (Buenos Aires 1944), p.26.
  2. Obras del Beato Juan Bta. de la Concepción, VIII (Roma 1831), p.101.
  3. Ib., p.108.
  4. Ib., p.104.
  5. Con fecha de 1 de septiembre de 1642 el P. Provincial de los trinitarios de Nápoles, fray Jerónimo Pacero, concedió 'Al diletto Figlio et Rmo. Pre. Gioseppe della Madre di Iddio Generale delli Padri delle Scole Pie con la Vostra famiglia' la carta de hermandad 'facendovi partecipe di tutte le Messe, orationi, predicationi, studii, vigilie, digiuni, astinenze, mortificationi, austeritá e travagli etiandio patiti e da patirsi per servitio dell’Opera della Redentione e dell’altre opere buone, quali per la gratia divina in tutto il Corpo del nostro Ordine li Religiosi nostri fanno e faranno, et a quelli vi ricevemo et ammettemo cosi in vita, come in morte...' (RegCal 13, 52').