GinerMaestro/Cap11/07

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11.07. El P. Soto, oratoriano ilustre

En la decisión del cardenal Lante influyó quizás otro personaje, amigo —hasta ahora desconocido— de Calasanz. Era el P. Francisco Soto, oratoriano, a quien acaba de mencionar el P. Gracián como fundador principal del primer convento de carmelitas descalzas en Roma, llamándole, además, 'cantor del Papa y gran siervo de Dios'. Había nacido en Langa (Soria) hacia 1536. Ordenado sacerdote, se fue a Roma a proseguir sus estudios musicales, logrando entrar en 1562 en el Colegio de presbíteros cantores de la capilla pontificia, a la que perteneció hasta 1619, en que murió. De esa misma capilla pontificia formó parte durante cuarenta años Mosén Antonio Calasanz, de la que era decano cuando murió en 1577. Fueron, pues, compañeros de coro durante quince años (1562-1577), y siendo ambos españoles, es natural que su trato llegara a ser verdadera amistad.

Ya vimos la probable relación de parentesco, más o menos lejano, entre Antonio Calasanz y José,[Notas 1] por lo que puede sospecharse que cuando este último llegó a Roma en 1592 conocía ya de nombre y referencias al soriano P. Soto. Pero lo más interesante es constatar que ambos fueron simultáneamente miembros de la Cofradía de los Doce Apóstoles, que tenía su sede en la basílica homónima, contigua al palacio Colonna. Como luego veremos, Calasanz se inscribió en ella quizá en 1593 o principios de 1594 y su presencia está documentada hasta agosto de 1601. Es probable que el P. Soto se inscribiera mucho antes. El caso es que en los libros de la cofradía consta que José Calasanz tuvo como compañeros para visitar y atender a los pobres a cuatro cofrades, entre los cuales figura Francisco Soto, que no dudamos en identificar con el mencionado 'fundador' de las carmelitas y oratoriano.[Notas 2]

Perteneció, efectivamente, al oratorio, incorporándose ya en 1566 a la comunidad de sacerdotes discípulos de San Felipe Neri, que vivían junto a San Juan de los Florentinos y que luego pasaron a ocupar los locales anejos a la nueva iglesia (‘Chiesa Nuova‘) de Santa María a la Vallicella, inaugurada en I577. Entre los compañeros de comunidad del P. Soto estaba César Baronio, y juntos siguieron hasta que éste murió, siendo cardenal, en 1607.

El P. Soto, en su calidad de cantor de la capilla pontificia, se relacionó con los músicos y compositores famosos que dirigían las diversas capillas pontificias o basilicales. Especialmente tuvo que relacionarse con Juan Animuccia y Juan Pedro Luis de Palestrina, fieles devotos de San Felipe Neri y que luego fueron nombrados por el Santo, uno tras otro, directores y compositores de la música del Oratorio, muriendo ambos en sus brazos, primero Animuccia en 1571 y luego Palestrina en 1594. 'La Proviencia -escribe Capecelatro- le había deparado [a San Felipe] un digno continuador de la obra de Palestrina en la persona del P. Soto, que gozó de una gran longevidad, pudiendo dirigir la música el Oratorio y ser preclaro ornamento de la Capilla pontificia hasta la avanzada edad e ochenta y cinco años, puesto que murió en 1619. Sixto V le apreció mucho y le confió la reorganización del Coro de Capellanes cantores.'[Notas 3] Se distinguió como compositor de ‘Laudi spirituali’, tan típicas del Oratorio, y editó los libros en que coleccionaba sus propias composiciones junto con otras inéditas de Animuccia y Palestrina, por lo que su nombre ha pasado a la posteridad de la mano de sus famosos contemporáneos,[Notas 4] . Los biógrafos de San Felipe Neri no olvidan, por su parte, mencionar los méritos del P. Soto en el campo de la música del Oratorio, así como su decisiva intervención en la fundación de las carmelitas descalzas.[Notas 5]

Después de lo dicho, parece obvio reconocer la importancia del P. Soto para explicarnos algunas de las supuestas o reales amistades, relaciones y actividades que se aprecian en el Fundador de las Escuelas Pías. Tales serían: el haberse encargado de la dirección espiritual de las monjas carmelitas por un tiempo y la probable amistad o trato con el P. Gracián; el más que probable contacto directo con San Felpe Neri, muerto en mayo de 1595, y la profunda veneración que le profesó siempre y el interés que manifestó en que fuera venerado por los niños y los religiosos, tanto en las escuelas como en las iglesias de la Orden;[Notas 6] la estima que sintió toda su vida por el Oratorio y sus métodos pastorales, particularmente la sencillez en la predicación,[Notas 7] y sobre todo la importancia que dio a la música, no sólo como asignatura de clase y medio para promover a los niños pobres de Roma, sino como ingrediente en la piedad y en la pastoral, particularmente introduciendo el canto de las ‘Laudi spirituali’, de las que el P. Soto era autor y promotor.[Notas 8] . Ni se debe dejar de lado la influencia que pudo ejercer el P. Soto con su hermano en religión, el cardenal Baronio, no sólo en la protección el convento de carmelitas descalzas, sino también en la admiración y apoyo que dispensó a las nacientes Escuelas Pías.

Notas

  1. En 1563 había conseguido Antonio un beneficio simple en Fraga que poseyó luego en 1593 José Calasanz, apenas llegado a Roma. De Antonio Calasanz fue sobrino heredero Bartolomé Calasanz, el arcipreste de Monzón, que probablemente consiguió para José el primer beneficio de San Esteban de Monzón y el ingreso en el séquito de Mons. la Figuera (cf. J. LÓPEZ NAVÍO, ‘Ambiente histórico y social…’, p.211-212; J. POCH, ‘El Fundador de las E. Pías en la Hist. de la Corona de Aragón’, p.304-306; G. SÁNTHA, ‘Primum beneficium ecclesiasticum…’, p.306-308).
  2. Sántha enumera las veces que fueron de visita acompañando a Calasanz: Miguel Filomati, 48 veces; Tomás Tosto, 47 veces; Juan Bta. Cantarello, 22 veces; Francisco Soto, 16 veces, y añade: 'de quibus in praesens nihil amplius praeter supradicta scimus [es decir, las veces que les tocó ir con Calasanz] neque utrum clerici an laici fuerint certo asserere possumus' (G. SÁNTHA, ‘De S. Funatoris nostri in Archiconfraternitafe SS. XII Apostolorum praesentia et opera: EphCal 7 [958] 183).
  3. Cf. A. CAPECELATRO, ‘Vida de San Felpe Neri’ (Barcelona 1895) .359.
  4. De 'excelente compositor' le califica Pastor (cf. ID., o.c., vol. 19, p.171). Los libros del P. Soto son citados entre las 'fuentes clásicas de la ‘laude’ filipense' (cf. A. DELLA CORTE-G. PANNAIN, ‘Historia de la Música’ [Barcelona 1950] vol. I,.249). Otros elogios al P. Soto en A. CAPECELATRO, o.c., .357-359.
  5. 'Fue además hombre pío y virtuoso y a él se debe la construcción de la iglesia de San José del primer monasterio de Carmelitas descalzas de Roma' (A. CAPECELATR0, o.c.,p.357, n.3). 'Ayudó a la fundación el convento de carmelitas descalzas de Roma y tradujo al italiano la ‘Vida’ de Santa Teresa de Jesús' (M. TREVOR, ‘San Felpe Neri, apóstol de Roma’, Sal Terrae [Santander 1986]. 134).
  6. Scasellati declaró que Calasanz a 'San Filio Neri teneva in grandissima veneratione' (ProcIn, 207); Dionisio Micara dijo que solía hacer decir a los niños: 'loato e ringraziato sempre sia / il nome di Gesü e di Maria, / S. Carlo e S. Filio in compagnia'; (TALENTI, ‘Vita’, p.499) en los colegios se celebraba con solemnidad la fiesta de S. Felipe Neri (cf. SÁNTHA, p.247, n.37); en una carta a Nicolsburg dice.que 'manda con la presente il breve della indulgenza plenaria per il giorno di San Filippo nostro comuné et suo particolar avvocato' (c.4257), y en otra inculca que 'tenga ferma speranza nella devotióne di S. Filippo Neri' (c.4278); antes de morir pidió que le trajeran el bonete de S. Felie; entre los pocos libros que tenía en su habitación había una ‘Vita di S. Filippo Neri fiorentino', de P. G. BACCI (Roma 1622). para otros detalles sobre la propagación de la devoción a San Felipe Neri en Italia y Alemania cf. C. VILÁ PALA, ‘Calasanz y S. Felipe Neri’: Archivum 9 [981] 45-59.
  7. Lo expresó incluso en las Constituciones: 'In concinando in nostris Ecclesiis familiarem modum dicendi, quo utuntur reverendi patres Oratorii in Valicella de Urbe imitabuntur' (CC, n.331). Cf. también SÁNTHA, SJC,.220-221.
  8. Cf. SÁNTHA, o.c.,.494-496, 550-556; C. VllÁ PALA l.c. Ambos autores desconocen al P. Francisco Soto. En una carta de 1628 habla Calasanz de las ‘laudi del Grignani’ (c.794). El título exacto es ‘Cento Laudi spiritualí’, y las editó su autor, Ludovico Grignani, en Roma, en 1624, dedicándolas a los alumnos de las Escuelas Pías, que solían cantarlas. He aquí cómo empieza el prefacio: 'Alli spirituali cantori, li scolari delle Scuole Pie di Roma. Il vedere con quanto fervore e gusto spirituale venga essercitata in queste Scuole la frequenza delle dottrine Christiane et oratione vengono da voi con non poco diletto (anco di chi vi ascolta) cantate le Laudi spirituali, mi ha spinto per inanimarvi a ciò fare piú volentieri sceglier la presente raccolta delle più belle Laudi' (G. SÁNTHA, o.c., p.552, n.8).