GinerMaestro/Cap14/03

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14.03. Algo más que una simple convivencia

Probablemente, en la reunión del 14 de julio de 1604, en que Sé decide la vida en común en presencia del P. Juan Leonardi y de Mons. Vestri, no se habló sólo de la contribución o aportación de cada uno al fondo común y de los salarios que debían darse a algunos de ellos. De esto ya había hablado más o menos claramente Gelio Ghellini dos años antes en sus cartas, así como de cierto género de convivencia. Aquella reunión debió afrontar cuestiones más importantes que las meramente económicas. ¿Qué sentido tenía para aquel grupo la convivencia? ¿Qué significaba la dedicación a aquellas escuelas gratuitas para los pobres? ¿Era un negocio o un simple modus vivendi? Indudablemente, para algunos era una ocupación como otra cualquiera, y no se les podía pedir mucho más de lo que se exigía a los maestros municipales. Eran quizá algo más que simples asalariados. Pero otros tenían motivos más profundos que justificaban su servicio desinteresado a los niños pobres.

Dejando aparte a Calasanz, no se pueden negar las buenas disposiciones y espíritu de servicio caritativo de los sacerdotes Fiammelli y Ghellini, así como las que manifiesta otro sacerdote, maestro del barrio de Sant'Angelo, cuando pide a finales de 1603 ser admitido en el grupo: 'Veo al R. P. Jerónimo Nicotera -se lee en la solicitud dirigida a Mons. Vestri- muy deseoso y solícito esperando de Su Santidad la libertad y facultad de aplicarse a las fatigas y sujeción de estas Escuelas Pías, siendo así que se ha privado de los ingresos de su iglesia y aun casi de los de su barrio por el gran deseo que tiene de ayudar esta obra'.[Notas 1]

Siendo, pues, la caridad y el amor de Dios lo que movía a los mejores a prestar sus servicios en las Escuelas Pías,[Notas 2] era lógico que se procurara intensificar el ambiente espiritual en el grupo, dando a aquella convivencia un matiz marcadamente similar a una comunidad religiosa, que llevaba ya desde hacía más de dos años el nombre de Congregación de las Escuelas Pías. Merece conocerse el Horario o Reglamento que se impusieron:

'En los meses de mayo, junio y julio, en que la campana del Colegio Romano toca a las diez y media, los Operarios se levantarán al son de la campanita de la escuela a las ocho[Notas 3] y tendrán media hora para vestirse y arreglar la cama.
A las ocho y media se reunirán todos en el oratorio y harán oración mental durante media hora, terminada la cual harán los ejercicios ordinarios durante otra media hora, y a las nueve y media dirán inmediatamente Prima y Tercia en un cuarto de hora.
A las nueve y tres cuartos los operarios que han de decir misa antes de las escuelas, la dirán, y los que la han de decir a los alumnos o bien después de las clases, podrán ir a tomar un poco de aire fresco y recreo, pero volverán a casa al tocar la campana del Colegio Romano.
Todos los Operarios entrarán en las Escuelas a las once al son de la campanita de la escuela y cada cual atenderá al ejercicio en la forma y manera que le será ordenado por la Congregación y recordado por el Prefecto por espacio de dos horas y media. A las 13 y media acabarán todas las clases y las cuatro clases de la planta baja irán con orden al oratorio para oír misa, de modo que entre el ir los alumnos, celebrar misa y despedirlos se acabe a las 14 y un cuarto; la misa para los alumnos del piso superior se podrá decir a las 12,30.
A las 14 y un cuarto se reunirán para rezar Sexta y Nona por espacio de un cuarto de hora.
A las 14,30 irán a la mesa, durante la cual se leerá después de la bendición por espacio de un cuarto de hora un libro espiritual y, acabada la lectura, se observará silencio hasta que el Prefecto de la señal para hablar sobre lo leído u otro tema espiritual con gravedad y sin disputas. En la mesa podrán estar tres cuartos de hora y dadas las gracias al Señor podrán estar en recreo hasta las 16, que serán unos tres cuartos de hora.
A las 16 podrán retirarse los Operarios cada uno a su habitación por espacio de tres horas, que será hasta las 19, y a las 19 se reunirán para rezar Vísperas.
A las 19,30 entrarán todos los Operarios en las clases al tocar la campanita y acabarán a Las 22 horas. Despedidos los niños, los Operarios que más lo necesiten podrán tener recreo hasta las 23.
Todos los Operarios se reunirán a las 23 y dichas las Completas tendrán media hora de oración mental y luego harán sus ejercicios, de modo que a las 24 y un cuarto vayan a la mesa. La cena durará media hora, es decir, hasta la una menos cuarto de la noche, observándose lo mismo que en la comida en cuanto a leer un libro espiritual y guardar silencio.
A la una menos cuarto de la noche (tendrán) charlas espirituales hasta que toque la campanita a las dos, y entonces se retirarán a sus aposentos para ir a dormir.
Y a medida que vaya cambiando la hora de la campana del Colegio (Romano), por la que se han de guiar los alumnos, se irán cambiando todas las horas dichas'.[Notas 4]

El documento conservado es autógrafo de Calasanz. Pudo ser, por tanto, obra suya personal, aprobado en alguna de las reuniones periódicas que tenía con el grupo. Todo él manifiesta que se vive ya en comunidad. En la primera página del documento, en su parte superior central, se lee, entre dos líneas, el año 1603. No obstante, el contenido nos fuerza a suponer que no pudo redactarse antes del 14 de julio de 1604 en que deciden implantar la vida común. Un horario así sería absurdo en un grupo que no viva vida comunitaria. Un atento examen grafológico de los guarismos 1603, cotejados con los otros números auténticos de la mano del Santo,[Notas 5] nos cerciora de que la fecha ha sido añadida por una de tantas manos que, lamentablemente, han ido poniendo notas y advertencias en los papeles venerables, y eso desde los principios hasta nuestros días.[Notas 6]

Evidentemente, la meticulosidad del horario, la distribución de actos comunitarios de oración y la abundancia de los mismos, junto con otras prescripciones típicamente claustrales como la lectura durante las comidas, dan idea de un ambiente de religiosos de observancia. Tienen media hora de oración mental por la mañana; media hora de 'ejercicios ordinarios' después de la oración mental matutina y vespertina, que es probable que fueran letanías, exámenes de conciencia y otras devociones vocales; rezan además en común todo el oficio divino, excepto Maitines y Laudes; una hora y cuarto de conversación o conferencias espirituales por la noche; tres horas de retiro en la propia habitación, etc. Parece que lo único que les faltaba para ser verdaderos ‘religiosos’ eran los votos

Notas

  1. Cf . G. SÁNTHÁ, ‘Sac. Hieronymus Nicotera…’, p.344, n.6.
  2. En el breve en que se permite a Nicotera entrar en las Escuelas Pías se dice: 'Exponi nobis nuper fecisti, quod tu… talentum tuum in servitio Scholarum Piarum in Urbe institutarum gratis et amore Dei iuxta dictarum Scholarum Piarum institutum exercere desideras…' (ib., p.346, n.7).
  3. Es decir, a las 6,30 solares. En efecto, el Colegio Romano de los jesuitas no estaba muy lejos del palacio Vestri, desde el que podía oírse perfectamente su campana. Según la costumbre romana, el día empezaba a contar sus horas desde el toque del Angelus de la tarde, que solía darse teóricamente media hora después de la puesta del sol. En la práctica, la campana del Colegio Romano seguía el horario establecido a través del año, según el cual la hora cero del Angelus, correspondiente a nuestro cómputo horario actual, era: en noviembre, diciembre y enero, las cinco y media de la tarde; en febrero, las seis y media; en marzo, las siete y media; en abril, las ocho y media; en mayo, junio y julio, las nueve y media; en agosto volvía a bajar a las ocho y media (como abril); en septiembre, a las siete y media (como marzo); en octubre, a las seis y media (como febrero). Con estos cambios resulta que la famosa campana que tocaba media hora antes de empezar las clases de gramática, lo hacía, según el horario actual, a las ocho de la mañana todo el año, de modo que las clases 'de gramático' empezaban exactamente a las ocho y media, y la primera de las facultades superiores, una hora más tarde. Aunque la hora del Angelus cambiara, el horario de los jesuitas se mantenía el mismo, empezando una hora antes o una hora después del mes anterior, de modo que se levantaban por la mañana siempre a la misma hora -a las 5,30- según nuestro cómputo actual. A esa misma hora -que en mayo, junio y julio eran las 8- se levantaba también la comunidad de Calasanz. No era muy temprano, pues las 5,30 solares en España son las 6,30 en Italia, más o menos. El sistema era, sin duda, complejo e incómodo por los excesivos cambios. En España, Francia y Alemania, al menos, se mantenía un horario fijo, basado simplemente en el reloj (cf. R. GARCÍA-VILLOSLADA, ‘Storia del Collegio Romano’, p.85-86).
  4. Cf. texto italiano con fotocopia en CCP, p.73-75; una traducción completa en C. VILÁ, ‘Las Escuelas Pía seglares’, p.222-224.
  5. Muy abundantes en libros de cuentas y de limosnas, catálogos de religiosos con fechas varias, etc. (cf. RegCal II y 12).
  6. Véase lo que escribe Picanyol de Talenti y de sí mismo, comentando el documento 7º del Epistolario: 'Documento molto importante… Il memoriale anzitutto si presenta senza data: il P. Talenti, ‘di cui sono le indicazioni o note’ poste in lato a destra di ciascuna lettera, vi appose la data 1610, evidentemente erronea, dovendosi essa riportare al periodo 1602-1605, ‘come ha notato lo scrivente’ sul dorso del documento' (EGC II. p.48-49). Y García-Durán, de otro documento: 'En el papel que la contiene ha escrito la mano de Picanyol 'forse verso I'anno 1610', a lo que después otra mano ha añadido 'e anche molto prima, 1603?' ' (A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.103, n.528). Ambos documentos son, pues, contemporáneos del que hemos citado, todos sin fecha ‘auténtica’.