GinerMaestro/Cap14/06

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14.06. Los cardenales Antoniano y Baronio en las Escuelas Pías

A mediados de 1602, pocos meses después de instalarse en el palacio Vestri, se respira un ambiente de optimismo, de esperanzas, de aprobación y admiración general. Así se refleja en las dos cartas de Gelio Ghellini, de julio y agosto de aquel año: el obispo que bendice la campana de las clases 'quedó plenamente satisfecho'; “no hay Prelado que venga, que no quede admirado del orden que reina”; “nuestro Visitador, el Cardenal Antoniano, es un señor dulcísimo y, aunque pobre, dejó diez escudos de limosna para el alquiler y para el papel y tinta que se da gratis y quiere volver con el Cardenal Baronio. En fin, las cosas toman gran progreso y este año tendremos con frecuencia visitas de Prelados”.[Notas 1]

Silvio Antoniano es una de las grandes figuras del siglo XVI en el campo de la pedagogía por su famosa obra de educación de los niños, escrita a instancias de San Carlos Borromeo,[Notas 2] y que con toda probabilidad leería Calasanz. Por ello, no es de extrañar que se interesara por aquellas nuevas escuelas populares que estaban naciendo y las quisiera conocer personalmente. Pero quien le informó de su existencia y preparó -quizá interesadamente- su visita fue Mons. Vestri, que ya trabajaba en la secretaría de Breves cuando en 1593 fue nombrado también Silvio Antoniano secretario de Breves latinos, y al ser creado cardenal en 1599 mantuvo todavía la inspección en dicha secretaría en la que seguía también Mons. Vestri.[Notas 3] Era, pues, un honor que los dos famosos y cultísimos cardenales Antoniano y Baronio visitaran las escuelas de Calasanz,y así lo consideró este último, pues en su Informe de 1623 no olvidó recordar que, al dar noticia Mons. Vestri a Clemente VIII sobre las Escuelas Pías, 'Su Santidad comisionó a los Ilmos. Sres. Cardenales Baronio y Antoniano para que visitasen dichas escuelas y le informasen, y por su relación ordenó a su limosnero Jerónimo Brusco que pagase cada año el alquiler de la casa que era de 200 escudos al año y los pagó los dos últimos años que vivió'.[Notas 4] En los años aciagos de la Visita Apostólica de Pietrasanta, en los memoriales que se dirigen a los cardenales y amigos en defensa de la Orden, se recordaba la visita de estos dos egregios purpurados como señal inequívoca de la complacencia de Clemente VIII respecto de las Escuelas Pías.[Notas 5]

Ni en las cartas de Ghellini ni en el informe de Calasanz se ve la razón de la visita de dichos cardenales. Ghellini llama a Antoniano 'nuestro Visitador' y Calasanz dice que fueron comisionados por Clemente VIII. ¿Qué estaba pasando en las Escuelas Pías? En otro informe oficial de 1625 escribió Calasanz: “El Instituto de las Escuelas Pías, introducido en Roma desde el principio del Año Santo 1600, tuvo origen en la iglesia de Santa Dorotea junto a la puerta Septimiana y, no obstante las persecuciones e impedimentos que le procuraron los maestros de los barrios y otras escuelas, ha ido siempre creciendo y avanzando en el servicio y erudición de los pobres muchachos”.[Notas 6] El P. Castelli declaraba lacónicamente en el proceso de 1652: “se unieron todos los Pedantes (maestros) de Roma para hablar mal de él y hacerle memoriales en contra”.[Notas 7] Berro aclara un poco más el asunto, diciendo:

'… el enemigo común se opuso… con motines públicos, haciendo que los maestros de barrio se soliviantaran y querellaran, dando al Emo. Card. Vicario (Camilo Borghese) un memorial muy apasionado, pareciéndoles que dicha obra fuese sú ruina y les quitase las ganancias, pero habiéndose descubierto sus fines, no tuvieron fuerza alguna para impedirla. Se le opuso también el Rector de la ‘Sapienza’ (Universidad de Roma), pretendiendo visitar las Escuelas y examinar a los Maestros, pero sabiendo que por orden del papa Clemente VIII habían sido visitadas por los Emos. Card. Baronio y Antoniano y la gran estima que sentía S. Santidad por esta Obra, reverentemente se retiró'.[Notas 8]

Eran, pues, dos frentes complementarios: la universidad y las escuelas municipales. La primera hacía valer sus derechos de control y monopolio oficial: nadie podía enseñar en escuelas públicas sin examen y licencia expresa del rector de la Sapienza, aunque la frecuente repetición de tales prescripciones hace sospechar que no se aplicaran con rigor o que prácticamente sirvieran sólo para las escuelas municipales de los barrios, que eran las únicas subvencionadas oficialmente por el erario público.[Notas 9] Por otra parte, junto a los derechos y obligaciones de los Rectores de la Sapienza de visitar las escuelas que se van perfilando a medida que aumentan las escuelas en Roma, estaba la incumbencia de quienes en nombre del cardenal vicario o de la Santa Sede giraban visita apostólica de vez en cuando a todas las iglesias e instituciones eclesiásticas de Roma, sin que escaparan a su control las diversas clases de escuelas.[Notas 10]

Es interesante el detalle que Gelio Ghellini escribe en su carta del 31 de agosto de 1602: '’nuestro visitador’ el Card. Antoniano…', dándole un sentido de Visitador oficial o mandado por alguien, y no venido tan sólo por curiosidad o simpatía. Su personalidad era, además, muy adecuada para una visita de control a aquellas nuevas escuelas, tanto por su relación directa con la Sapienza como por su experiencia y conocimiento personal de las escuelas romana.[Notas 11] No es de extrañar que quedara muy complacido de su primera visita y volviera luego con Baronio, si se tiene en cuenta el juicio peyorativo que merecían los maestros de las escuelas municipales de Roma: son con harta frecuencia -dice- (personas vagabundas e inestables y que tienen poco cuidado del aprovechamiento de los niños, antes bien, ellos mismos son tales a veces, que tendrían necesidad de ir a la escuela del temor de Dios y de las buenas costumbres, habiendo resultado por todo ello aunque sin razón, el enseñar a los niños, ejercicio vil y despreciable”.[Notas 12]

El rector de la Sapienza comprendió, pues, que bastaba la visita de los dos ilustres purpurados y desistió.

Notas

  1. EC III, p.1552-1555.
  2. La obra se titula ‘Tre libri dell'educatione christiana dei figliuoli’ (Verona 1583).
  3. Cf. PASTOR, o.c., vol.23, p.55-56. Es curioso encontrar la firma de Mons. Marcelo Vestri Barbiani en el breve del 10 de junio de 1593 en que se concede a Calasanz el beneficio de Fraga, primero que consiguió al llegar a Roma (cf. G. SÁNTHA, ‘Primum Beneficium ecclesiasticum…’: EphCal II [1960] 312).
  4. EGC II, p.170. Cf. n.17 de este cap. Ambos cardenales tienen su tumba en la ‘Chiesa Nuova’.
  5. 'L'istituto delle Scuole Pie fu approvato e grandemente commendato dalla f.m. di Clemente VIII che per ció a suo nome lo fece visitare da due Signori Cardinali Baronio e Antoniano, persone insigni nella chiesa…' (EC V, p.2498). Cf. también EC II, p.615 y 617.
  6. EGC 11, p.344-345.
  7. ProcIn, p.456-457.
  8. BERRO I, p.80.
  9. Cf .SÁNTHA, SJC, p.39-40; G. PELLICCIA, o.c., p.101-128, 134-135, etc., y doc. del Apend., p.436-443.
  10. Cf. G. PELLICCIA, o.c, p.65,74,163, etc.
  11. 'Negli ambienti della ‘Sapienza’ e delle Scuole Rionali romane doveva esser noto e far testo l’umanista Silvio Antoniano, che era stato lettore e vicerettore dello ‘Studío’ romano' (G. PELLICCIA, o.c., p.141).
  12. Cit. en SÁNTHA, SJC, p.41.