GinerMaestro/Cap17/04

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17.04. Selección de los candidatos

El Fundador de las Escuelas Pías fue plenamente consciente de que su corporación no era una simple asociación cultural y benéfica de maestros. Quizá no lo pensó nunca, al menos desde que a principios de siglo empieza a denominar su obra con el expresivo título de Congregación de las Escuelas Pías, formada por un grupo de Hermanos colaboradores que viven en común y se atienen a ciertas normas disciplinarias y prácticas de piedad que les asemejan a los religiosos. Pero desde que se funda la Congregación Paulina y luego la Orden de las Escuelas Pías, su Fundador y Superior General Calasanz empieza a legislar y exigir responsablemente todo lo que es característico de la vida religiosa.

Si su idea fundamental era que la reforma de la sociedad cristiana depende de la instrucción y educación de los niños, no podía menos de pensar también que el porvenir de su propia institución dependía de la decisión y formación de los candidatos, empezando desde el noviciado. No se cansa de repetir a los Superiores Provinciales y a los Maestros de novicios la importancia del noviciado: 'el fundamento de la Religión consiste en el buen progreso del noviciado'; “en educar a los novicios consiste el todo de la Religión”; “tengan particular esmero en educar bien a los novicios, que es el fundamento de nuestra Religión”.[Notas 1]

El problema de la formación de novicios y juniores tuvo desde el principio graves dificultades para la orden, debido en primer lugar a la complejidad de la vocación escolapia, en la que había que atender adecuadamente a sus tres elementos constitutivos: religioso-sacerdote-maestro. La suma pobreza institucional impidió tener casas debidamente dispuestas para noviciados y junioratos o casas de estudio, con fondos suficientes para su autónomo funcionamiento. Y al convivir en una misma casa los clérigos estudiantes y los religiosos activos, generalmente superocupados, era una tentación constante echar mano de jóvenes clérigos para llenar plazas vacantes o suplir ausencias de maestros.

El problema se agravaba con el tiempo por las muchas nuevas fundaciones; el instituto era pedido incesantemente no sólo en diversas partes de Italia, sino en otras naciones de Europa a medida que era conocido. Y las nuevas fundaciones exigían más y más religiosos con 'una increíble voracidad', como dice acertadamente Sántha.[Notas 2] Era sin duda, halagador para el Fundador y sus hijos el ver que de tantas partes eran requeridas sus escuelas y alabadas y estimadas por ciudades, pueblos, autoridades civiles y eclesiásticas. Ni faltan expresiones de Calasanz tan elocuentes como éstas: “si tuviera ahora -escribe en 1633- diez mil religiosos los podría repartir a todos en un mes en aquellos lugares que me los piden con grandísima instancia; así que nuestra Religión no es como muchas otras que procuran por varios medios entrar en las ciudades, pues la nuestra es requerida y procurada por muchos Sres. cardenales, obispos, prelados, grandes señores y ciudades importantes, como podría demostrar con diversas cartas”;[Notas 3] “son tantos los que quieren nuestro instituto -escribía en 1623- que si cada uno de los nuestros valiera por diez no bastarían”;[Notas 4] en noviembre de 1626, al ir a fundar en Nápoles, escribía: “hasta ahora me han ofrecido cinco o seis lugares en diversas partes de la ciudad… y si tuviéramos cien religiosos aquí no bastarían para satisfacer a tantos que pretenden nuestra obra”.[Notas 5]

No era posible atender a todos, pero muchas veces no podía menos de complacer las peticiones de grandes personajes eclesiásticos y seglares, con quienes le ataban beneficios recibidos o promesas repetidas. No sabemos, en realidad, hasta qué punto el pobre Fundador fue víctima del egoísmo o indiscretas peticiones de sus bienhechores y sinceros admiradores, a quienes interesaban menos los problemas provocados por la escasez de personal que el beneficio recibido en sus pueblos con las fundaciones. Es muy significativo que el mismo Fundador recurra al Papa para que le ate las manos y le prohíba nuevas fundaciones por un bienio al menos para poder atender mejor a la formación de sus jóvenes religiosos.[Notas 6]

La creciente necesidad de personal podría hacer pensar que el P. General cerrara un poco los ojos y abriera las puertas para dejar pasar fácilmente a los candidatos que con cierta excesiva abundancia pedían la sotana escolapia. O que incluso pasara por alto con ligereza las exigencias del estado religioso y sacerdotal, con tal de tener maestros para sus escuelas. Sin embargo, leyendo su copioso epistolario no puede menos de advertirse su doble preocupación por la selección de los candidatos y la seria formación de su espíritu religioso y sacerdotal. Véanse algunas recomendaciones sobre la selección:

'Pida al Señor que nos mande muchas y buenas vocaciones'; “es necesario andarse muy cautamente y conocer bien a cada uno antes de darles el hábito”; “insisto en que sean muy prudentes en admitir novicios”; “vea de no admitir al hábito más que a personas de buen ingenio”; “es mucho mejor ser pocos y buenos que muchos con líos y relajados”; “procure recibir pocos y que sean muy inteligentes, antes que admitir fácilmente gente que no sirva”; “sea muy prudente en dar nuestro habito si no es a jóvenes de óptimo ingenio”.[Notas 7]

Estas recomendaciones van dirigidas particularmente a los Provinciales, de cuya facilidad en admitir novicios se lamenta a veces, sobre todo de Casani, siendo Provincial de Nápoles.[Notas 8] No obstante, hay quien intenta disculpar a Casani de tal ligereza, echando las culpas al pobre General por urgir sus derechos de intervención en la elección y selección de candidatos.[Notas 9] Semejantes acusaciones fueron ya lanzadas contra Calasanz en los tiempos aciagos de la visita apostólica de Pietrasanta, haciéndole único responsable de todos los actos de gobierno, particularmente en la admisión de novicios y profesos, como si en todo ello hubiera decidido despóticamente, prescindiendo del asesoramiento de sus Asistentes generales. Por ello, los PP. Casani y Castelli, que habían ocupado esos cargos desde el principio de la Orden, en honor de la verdad y en defensa del calumniado General, testificaron bajo juramento en 1644:

'Nosotros infrascritos, los únicos supervivientes entre los cuatro Asistentes que Gregorio XV asignó a nuestro P. General para que con él representáramos el cuerpo de toda nuestra Orden y tuviéramos con el mismo voz activa y pasiva, damos fe indiscusa y testificamos con la presente escritura que en todas las acciones llevadas a cabo por el sobredicho P. General y particularmente en recibir a novicios y admitirlos a la profesión, ha concurrido siempre nuestro consentimiento. Y en fe de la verdad hemos suscrito dicha escritura de nuestra propia mano. Hoy, 16 de marzo de 1644, en Roma'. Y firman los dos.[Notas 10]

Naturalmente, no conociendo siempre a los individuos, tanto el Fundador como sus Asistentes debían atenerse al juicio y a los informes que recibían de los Provinciales y de los Maestros de novicios. De aquí que las quejas de Calasanz y sus machaconas insistencias en la elección estaban justificadas por la debilidad y transigencia de los responsables en informar.

Es cierto que alguna vez manifiesta deseos de que se admita a personas ya formadas para valerse de ellas apenas terminen el noviciado, pero aun en estos casos matiza mucho las ondiciones para que se las pruebe debidamente.[Notas 11] No es lícito, por tanto, sacar de aquí concesiones generales, como si el Santo rechazara a los jóvenes y prefiriese las personas mayores, adultos, ya formados.[Notas 12] Su táctica fue precisamente la contraria. En sus cartas habla mucho más de jóvenes que de adultos, y es indudable que sus preferencias eran por los alumnos de sus escuelas, como expresamente lo manifiesta con estas fortísimas palabras, tan poco recordadas desgraciadamente a través de los siglos

'Para nuestro fin, son preferibles los jóvenes que se educan en nuestras escuelas, que se ve si están bien o mal inclinados, si tienen buen ingenio o no, y educándoles bien dan buen resultado. Esto que escribo aunque no lo mando en virtud de santa obediencia, no obstante, se debe cumplir como palabra de Dios, venida a través del Superior'.[Notas 13]

Si algunas veces pone objeciones a la aceptación de jóvenes es porque tienen algo que no le gusta, por ser perjudicial a la Orden: 'no me decido -escribe en 1617- a recibir jóvenes pata clérigos, que no sepan bien la gramática'.[Notas 14] “Importa muchísimo no recibir jovencitos de poco juicio. Avise al P. Provincial que esté atento para no dar el hábito a muchachos tan jóvenes”.[Notas 15] “He oído decir… que hay un novicio de pequeña estatura y que tiene, su madre viuda y tres hermanas pobres. No se debía ni podía admitir dicho novicio, no quedando otro varón en casa”.[Notas 16] “Que sean de buen ingenio y costumbres, y no de familia pobrísima”.[Notas 17] “No dé nuestro hábito más que a jóvenes de óptimo ingenio, porque adocenados tenemos más de la cuenta”.[Notas 18] “En cuanto a jovencitos no me preocupo de que vistan, porque tengo aquí [en Nápoles] decenas de óptimo ingenio y óptimas costumbres, pero si sus padres no están satisfechos, tampoco nosotros, que no queremos disgustar a nadie”.[Notas 19] “En cuanto a los dos jovencitos que dice van a vestir, habrá que probarlos hasta la primavera -escribe el 25 de diciembre de 1632- y los primeros que han de tomar el hábito quiero que sean no sujetos ordinarios, sino buenos o nada”.[Notas 20]

Como complemento de lo dicho, no faltan advertencias del Fundador respecto a admitir personas adultas, como en 1630 escribe a Nápoles: 'Dígame en qué casa habita y qué novicios hay, y de qué edad y cualidades y advierta al P. Provincial [Casani] que sea muy cauto en vestir novicios, sobre todo si son mayores y de edad'.[Notas 21] Las mismas precauciones pide cuando se trata de sacerdotes: “Por amor de Dios -escribe en 1634-téngase cuidado de conocer primero a los sacerdotes a quienes se da el hábito, pues. vinieron el año pasado cuatro o cinco, que me parece no podrán servir más que para decir misa”.[Notas 22] Ni anduvo con muchos miramientos a la hora de despedirles, cuando había fundadas causas para ello.[Notas 23]

Hizo lo que pudo como General de la Orden por inculcar a los responsables, tanto Provinciales como Maestros de novicios, que por encima del número o cantidad estaba la calidad de las vocaciones, repitiendo hasta la saciedad y de mil maneras que es mejor pocos y buenos que muchos y malos.[Notas 24] Pero a pesar de su celo y vigilancia, no siempre pudo contener el afán desmedido e imprudente de algunos, más empeñados en aumentar el número que en sopesar, la calidad.[Notas 25] Y aun los informes que recibía, dependían lógicamente de los criterios personales de juicio y discernimiento de quienes los daban.

Notas

  1. n C.2947, 2616,3087. Véanse otras numerosas citas de sus cartas en D. CUEVA, o.c., n.351-385; M. A. ASIAIN, ‘El Noviciado en el pensamiento de Calasanz’: PanEs 39 (19e74) 31-36.
  2. Cf. G. SÁNTHA, ‘Probatio ac institutio juniorum nostrorum temporibus S. P. N.: EphuCal 6 (196') 202.
  3. c.2027.
  4. C.142.
  5. C.556.
  6. En 1627 suplicaba a Urbano VIII: 'En beneficio del Instituto de las Escuelas Pías que con grandes instancias viene pedido en muchas ciudades y lugares, que lo necesitan, importaría mucho que V. S. se dignara ordenar al P. General de dichas Escuelas Pías que por espacio de dos años no aceptara ninguna fundación, para que en este tiempo se prepararan sujetos hábiles y profesos para ejercer dicha obra con la perfección que se debe' (cf. EphCal 4 [1959] 199, n.38).
  7. Cf. estas y otras muchas citas en D. CUEVA, o.c., n.313-385.
  8. 'Averta al P. Provinciale che vada molto cauto nel vestire novitii massime grandi e di età' (c.1315). 'Ho scritto ancora che vada molto cauto [Casani] nel vestiré perrciocchè di queli che son venuti I'anno passato ne dovei mandar via alcuni che non hanno quell'umiltà che si doverebbe' (c.1160)-.'… il detto0 P. Provinciale [Casani] vada molto cauto e considerato nell'accettare novitii perciocchè dal conoscer la vocatione di essi consiste il profitto et progresso della Religione et consultarà prima con il Generale avisandolo minutamente delle qualità di coloro che domandano l'habito nostro' (PosCas p.604). 'il P. Provinciale non doveva così facilmente vestiré simili soggetti cosi presto, che senza dubbio se havesse differito un poco più I'haverebbe meglio conosciuti' (c.797). 'Avvertirà il P. Provinciale che vada pian piano in vestire che dubito si haverà pigliato costi nome di vestire facilmente ogni sorte di gente, massime di raccomandati che non sono a proposito'> (c.808).
  9. El P. Vilá escribe: 'No siempre tuvo acierto el P. Casani en la vestición de novicios… No obstante, creemos. que-la culpa principal fue siempre de Cálasanz, quien se reservo para sí el derecho de admisión y consta repetidamente que lo ejerció' (PosCas, p.579); 'no se puede inculpar de los fallos de las vocaciones únicamente a quien sólo tiene el derecho de presentación [Casani], sino a quien se reserva y practica en todos los casos, el derecho de admisión, -esto-es, en nuestro caso, el P. General, que entonces se llamaba Calasanz. Conviene no olvidarlo para saber interpretar la machacona insistencia con que repite se vaya con cuidado en admitir novicios' (ib., P.606)
  10. Cf. PosCas, p.1973.
  11. Ante la necesidad de gente para el recién fundado colegio de Mesina escribe Calasanz al P. Alacchi: 'sarà necessario che V. R. si serva per adesso di alcuni secolari et dia l’habito ad alcuni che siano soggetti da poter agiutar presto nelle scole ma è necessario che imparino ad osservar le ñostre Constituzioni perchè altrimenti saranno religiosi di habito solamente et non serviranno se non di inquietar la Religione'. (c.2194)
  12. Escribe Vilá: 'Queda claro su [de Calasanz] poco o ningún interés por dar el hábito a jóvenes, que desean recibirlo; parece se alegre de que sus mismos-padres se opongan. Es que desgraciadamente a él interesaba el ingreso de personas ya formadas y maduras, que tras el obligado noviciado de uno o dos años, los pudiera-emplear en la enseñanza' (PosCas, p.548)
  13. CCP, p.271
  14. C.20.
  15. C.1129.
  16. C.3771. Sobre la baja estatura ya dijo en otra carta del 1636: 'Quanto alli novizi, veda di non ammettere all’habito se non persone di buon ingegno e che non stano troppo piccoli di statura' (c.2559). El Provincial de Nápoles escribía en 1643: 'Un fratello laico, per essere di picciola statura e di brutte, anzi bruttissime fattezze, ancora l’habbiamo licentiato' (C., p. 1313). También de San Ignacio de Loyola se dice que 'se fijaba incluso en la apariencia física, excluyendo a los que tuviesen-algún defecto físico que pudiese resultar repelente. Una vez se quejó de que hubiese sido admitido uno que tenía la nariz torcida. Se le atribuía el dicho: Mala facies malum faciens' (C. DALMASES, ‘El P. Maestro Ignacio’, p.215).
  17. C.4552. Rechaza, por otra parte, donativos de los ricos, evitando compromisos: 'quiero que sepa que he rechazado de un novicio 5.000 escudos y 3.000 de otro, porque quiero que entren pobres'. (c.732)
  18. C.2685.
  19. C.607. Nótese; sin embargo, la sutil ironía con que escribe a unos señores bienhechores y amigos, de Nápoles, porque no quieren que su hijo sea escolapio, pero sí de otra Orden 'principal': 'opinando V. S. que debiendo Juan María hacerse religioso, entre en la religión de los dominicos u otra principal; no quisiera en manera alguna que se le causara disgusto a V. S. ni a su esposa ingresando entre los nuestros, que somos religiosos de poquísima fama, de poquísima virtud y de otros mil defectos. Con todo eso, tal como somos, pediremos aI Señor por V. S. y toda su caso' (c.3750)
  20. C.1937.
  21. C.1315.
  22. C.2177.
  23. En los años de Congregación Paulina (1617-1621) entraron en el noviciado 18 serdotes, de los cuales salieron 11, pero sólo de uno se dice ‘recesit’ (se fue), mientras de los otros diez se dice ‘dimissus’ (despedido). Es interesante notar que entre estos despedidos hubo un sacerdote y un diácono del pueblo de Calasanz, vecino a Peralta (cf. ‘Líber Congr. Paul.’, p.5-28).
  24. 'Hay que dar el hábito a pocos y bien conocidos'. (c.2739) 'Es mucho mejor ser pocos y buenos que muchos con líos y relajados' (c.4031); 'procure recibir pocos y que sean muy inteligentes, antes que admitir fácilmente a gente que no sirve' (c.4059); 'juzgo mejor no vestir y ser pocos que ser muchos religiosos materiales y sin espíritu' (c.4127) (cf. D. CUEVA, o.c., P.107-121)
  25. Por ejemplo, el P. Pedro Andrés Taccioni, responsable en cierto modo de las quejas de Calasanz contra Casani, durante su provincialato de Nápoles. 'Yo sé muy bien -escribe el General- que el P. Pedro Andrés (como escribe V. S.) tiene muchísimo celo en el servicio de Dios y de nuestra religión, pero yo no estoy en las Indias y podía haberme consultado qué individuos había que vestir, de qué edad y qué cualidades eran hasta ahora ningún Provincial ha osado vestir, no digo a catorce o quince, sino ni siquiera a uno solo sin consultar, pues la religión la debe gobernar y proveer el General… Quité la facultad al P. Pedro Andrés porqué hasta ahora hubiera vestido por sí mismo a treinta o cuarenta, pensando hacer bien a la religión y no conviene hacer las cosas tan de prisa-, pues en este asunto es muy cierto el refrán ‘es más vergonzoso despachar a un huésped que no admitirlo’'. (c.732)