GinerMaestro/Cap17/06

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17.06. La preparación de los maestros

Según las disposiciones dadas por clemente VIII, respecto a la nación y estudios de los religiosos,[Notas 1] una vez terminado el noviciado, los neoprofesos podían, continuar en la misma casa para hacer en ella el segundo noviciado o 'profesorio', si había lugar adecuado y posibilidades de mantenerlos; de lo contrario, podían residir en otro convento, siempre que hubiera un lugar en que pudieran vivir separados de los demás religiosos. Habrían de permanecer en este juniorato hasta que tuvieran edad para recibir las órdenes sagradas, o al menos durante un trienio, en cuyo tiempo deberían dedicarse al estudio “de las letras”, bajo la dirección de un superior de características similares al Maestro de novicios. Nada más dicen los decretos clementinos al contenido de dichos estudios o al sistema de vida de estos jóvenes estudiantes.[Notas 2]

Se añade, sin embargo, que de estas disposiciones quedan exentas Religiones que tienen más tiempo de noviciado que el habitual o prescito, que era de un año, pero se les permite que puedan atenerse a estas nuevas disposiciones.[Notas 3] Tanto la bula fundacional de Pablo V como las propias Constituciones prescribían dos años de noviciado,[Notas 4] lo cual fue una razón más para considerarse Calasanz exento de estas disposiciones. Y ésta fue su idea: 'Cada casa mantendrá al menos a dos de nuestros juniores, para que estudien, los cuales podrán suplir a quien esté impedido por enfermedad u otro motivo justo. Y esto hasta que la Congregación tenga en cada Provincia una casa que pueda proporcionar a las demás de aquella Provincia educadores capacitados'.[Notas 5]

Indudablemente, los Decretos Clementinos, al hablar 'del estudio de las letras' a que debían consagrarse los neoprofesos, entendían aquellas materias designadas por el Tridentino para los seminarios, es decir, gramática, canto, cómputo eclesiástico y otras materias similares, Sagrada Escritura, homilética, administración de sacramentos, ritos y ceremonias.[Notas 6] Calasanz-, sin embargo, no podía menos de pensar principalmente en una preparación científico literaria de sus juniores, que les capacitara para desempeñar su propio ministerio de maestros y educadores, sin descuidar al mismo tiempo las mínimas exigencias para poder ordenarse de sacerdotes, reflejadas en los exámenes oficiales de los obispados.

Para justificar razonablemente su propia concepción del período de estudios de sus clérigos; vuelve a la idea central de la fundación:

'Como la finalidad que pretende nuestra Congregación mediante el ejercicio de las Escuelas Pías es la formación de los niños en la piedad cristiana y letras humanas para que puedan así alcanzar la vida eterna, creemos necesario para conseguir ese fin, no sólo ofrecer ejemplo de vida espiritual, sino adquirir doctrina y el modo de enseñarla'.[Notas 7]

La doctrina abarcaba la gramática y humanidades hasta la Retórica incluida, la aritmética, la caligrafía y la Doctrina Cristiana con la moral práctica de casos de conciencia. Lo interesante, por más adecuado al propio ministerio, es que insiste en que aprendan el ‘modo de enseñar todas estas materias, y no sólo las materias en sí mismas;[Notas 8] es decir, deben aprender la metodología pedagógica para cada ciencia. Ello nos hace pensar espontáneamente en que tales casas de estudio de estos jóvenes escolapios eran verdaderas 'Escuelas Normales' o “Escuelas de Magisterio”.

Aunque la disposición de las Constituciones parecía transitoria, prácticamente se mantuvo durante la vida del Fundador, es decir, que junto a muchas casas que seguían acogiendo a unos pocos juniores hubo alguna en cada Provincia que por su mayor concentración de estudiantes se convirtió en una especie de juniorato o 'profesorio' provincial, sin que se llegara a tener nunca una casa autónoma y exclusivamente dedicada ello hasta 1660, en que se funda en Chieti un juniorato para todas las provincias de Italia.[Notas 9] Así pues, junto a los junioratos o estudios provinciales de Roma, Nápoles, Génova y Florencia para Italia, Nikolsburg para Germania y Podolín para Polonia, suenan los colegios de Cárcare, Narni, Nursia, Frascati, Moricone, Mesina, Palermo, Cáller, Strasnitz y Leitomischl, en los que también hay unos pocos estudiantes en cada uno.[Notas 10] Y que esta última práctica era preferida por el Fundador se ve claramente en la espontaneidad de esta queja, en una carta suya de diciembre de 1629: “Si todas las casas, como dicen las Constituciones, tuvieran dos estudiantes de humanidades, no estaríamos ahora tan exhaustos que no podemos dar satisfacción a ninguno de los que pide nuestro Instituto”.[Notas 11]

La 'insaciable voracidad' de las casas existentes y de las nuevas fundaciones, en efecto, fue sin duda la causa principal de mantener un sistema de formación inestable, sin la debida tranquilidad y entrega plenamente a los estudios, sin la garantía de que se terminaran en paz sin bruscas interrupciones, y aun con escasez de profesorado adecuado. En cierto modo imperaban las urgentes necesidades de las escuelas. Pero no era un problema exclusivo de las Escuelas Pías, pues las Órdenes con apostolado activo echaban mano igualmente de sus jóvenes estudiantes y aun novicios para llenar vacíos o simplemente prestar ayuda y colaboración.[Notas 12]

El sistema de estudio consistía en coordinar de tal manera las ocupaciones en la escuela que les quedaran a los juniores algunas horas libres. He aquí lo que dice Calasanz en enero de 1628 sobre lo que lo hace en San Pantaleón:

'En cuanto a mandarle ayuda para esas escuelas [de Nápoles], ahora no es posible, a no ser descomponiendo el estudio de nuestros clérigos que va muy bien y espero pronto gran provecho. Siento que no tengan ahí los clérigos tanto tiempo para estudiar como yo quisiera. Si se les pudiera dispensar de acompañar [los niños a casa], como hago yo aquí, tendrían algo más de tiempo. Aquí los que dan clase tienen cada día al menos cuatro horas de estudio, porque no les mando a acompañar y siendo 56 en casa, a veces no hay nadie a quien mandar fuera, pues todos están ocupados en el estudio, y son 22, o en otros oficios'.[Notas 13]

Es innegable que el Fundador tenía sinceros deseos de abrir y mantener estas casas de estudios,[Notas 14] y que urgía con clara preferencia que aprendieran humanidades y ciencias más que filosofía y teología.[Notas 15] Se dolía, por tanto, de que los PP. Casani y Castelli, con el al afán de promover en sus respectivas provincias de Nápoles y Génova la filosofía y teología, necesitaran humanistas para las escuelas y recurrieran a él para que les proveyera: 'Ahora se dan cuenta el P. Provincial de Génova y el P. Provincial de ahí -escribía a Nápoles en octubre de 1629- que por haber antes de tiempo mandado estudiar ciencias mayores a tantos estudiantes, les ha convertido en mendigos de individuos para humanidades, pues no los tienen para las escuelas y quisieran que yo les proveyera, pero no puedo. Así que cada cual se los debe preparar en su provincia, pues no teniendo aquí ni estudio [formado] ni posibilidades, no se puede ayudar a tantos'.[Notas 16] Y poco después repetía: “me parece que ha sido una tentación del enemigo el haber introducido tan pronto el estudio de ciencias mayores”.[Notas 17] Y todo ello compartía en la casa-estudio de Roma, con las graves consecuencias de que se lamenta el pobre General: “Yo he comenzado muchas veces aquí el estudio de humanidades, y si no me hubieran pedido con tanta insistencia más individuos, ahora tendría disponibles a muchos buenos para muchas casas, pero me han forzado a descomponer las casas de Roma para suplir a las casas de fuera”.[Notas 18]

Por lo que llevamos visto con los abundantes juicios personales del Fundador, parece lo más acertado concluir que su mentalidad era que sus maestros se formaran debidamente en las materias que debían enseñar en clase, ocupando en ellas la mayor parte de los años de estudio. Al final deberían prepararse para recibir las órdenes sagradas, cumpliendo con las mínimas exigencias requeridas para los exámenes obligatorios en las curias episcopales, atendiendo un poco más a los casos de moral más apropiados para los niños. Luego, se podría pensar en mandar algunos a estudiar con más profundidad filosofía y teología. Y no era un plan disparatado, teniendo en cuenta el ministerio específico de la Orden, al que todo lo demás debía subordinarse. Por otra parte, en las demás órdenes, junto a la mayoría que se contentaba con estudios de teología muy precarios -como queda patente por lo que exigía el Vicariato de Roma a los religiosos para ordenarse de sacerdotes- había algunos más cultos y especializados en cada casa.[Notas 19]

Es probable, pues, que el nivel ordinario de cultura teológica entre los sacerdotes de las Escuelas Pías fuera similar al de otras órdenes o al del clero secular. Sin embargo, en materias científico - literarias era un empeño manifiesto de Calasanz fomentar un ambiente de constante superación y perfeccionamiento, ya desde los años jóvenes de preparación al magisterio.

Notas

  1. Estos Decretos clementinos, ocho en total, promulgados desde 1596 a 1603, se refieren a todo el proceso de aceptación y formación de novicios y clérigos hasta la ordenación sacerdotal. Fueron confirmados en 1624 por Urbano VIII (cf. ‘Bullarium Romanum.’ Turín, t.XIII, p.202-220).
  2. El texto latino dice: 'ibique permaneant, quousque ad aetatem sacris ordinibus suscipiendis sufficientem devenérint, vel saltem per triehnium post professionem, quo etiam tempore poterunt quinimmo et debebunt litterarum stuiliis oberam navare sub directione ac regimine superioris…' (Bullarium Romanum, t.XIII, p.219).
  3. El texto queda muy vago: 'Ad hoc tamen illae religiones excipiuntur, quae suarum constitutionum seu institutorum vigore maioris temporis cursu novos professos intra novitiatum detinere consuescunt'. (ib.) Sántha resume: 'Quod quidem stricte praeceptum erat iis qui annum tantum probationis in novitiatu trahsegerant, commendatum vero ceteris' (G. SÁNTHA, o.c., p.213).
  4. Cf. ‘Bullarium Sch.’ P., p.19; CC, n.20.
  5. CC, n.204.
  6. Con. Trid., ses. XXIII, cap. XVIII.
  7. CC, n.203.
  8. '… doctrinam et modum eam tradendi'; 'de fundamento litterarum et modo proponendi' (CC, n.203): enséñeseles 'non solum modum docendi Doctrinam Christianam, sed etiam modum perfecte litteras formandi et computa faciendi' (CC, n.207). La semejanza con las Constituciones ignacianas es patente pues también allí se habla de 'doctrina et modus eam proponendi', 'de litterarum aedificio et modo eis utendi' (cf. C. VILÁ, ‘Fuentes inmediatas …’, p.227).
  9. Cf. L. PICANYOL, ‘Le Scuole Pie e Galileo Galilei’, p.179-181.
  10. Cf. SÁNTHA, SJC, p.150-151, n.24.
  11. C.1267.
  12. De San Camilo de Lellis se ha escrito: 'Deseando él grandemente ver cierto número de sacerdotes en la Congregación… lanzó a muchos jóvenes con patrimonio a los estudios. Y es verdad que cuanto más deseaba verlos sacerdotes, tanto más le parecía que no llegaban nunca. Particularmente, por verse dichos estudios tan interrumpidos y desmenuzados por las continuas ocupaciones con los enfermos (en lo cual los estudiantes no tenían privilegios de excepción por parte de Camilo) que apenas podían aprovechar en dichos estudios. Tenían que estar casi continuamente con el manteo puesto y robar un poco de tiempo; es más, quitárselo del sueño para ver algún libro y aprender algo' (P.S. CICATELLI, ‘Vita manoscritta. cit. en A. PRONZATO, o.c., p.170). En 1567 el P. Gil González Dávila, S. I., fue nombrado visitador de las Provincias de Aragón y Castilla, de los jesuitas, y advierte que 'si bien [el noviciado] tenía casa aparte en Valencia, pero apenas había novicios, porque todos se los llevaban al Colegio para que allí sirviesen de coadjutores temporales' (P. ASTRAIN, ‘Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España. II [Madrid 1905], p.261) Y lo mismo decía de los estudiantes: 'Falta seminario de estudiantes… Y no bastará haber lectores y buen orden de estudios en nuestro Colegio si no ordena nuestro Padre que no se interrumpan los estudios y cursos y que no les tasen por meses; que no se ha visto hombre hecho en esta provincia…'. (ib., p.262) Y Calasanz en 1627 escribe: 'pure tra Gesuiti che sono fondati da più di 80 anni vi sono molti gioveni della sua età di anni 20 che attendono alle scuole' (c.613)
  13. C.756.
  14. En octubre de 1626 desde Nápoles escribe al rector de San Pantaleón: 'ordini che li chierici attendano tutti allo studio… per spatio di due hore o due e mezza… che por col aiuto del Sig. metteremo studio formato che per noi è sommamente necessario' (c.549), 'Quanto poi a metter studio de nostri io ne ho una brama grandissima… questo è negotio molto principale et importante per il nostro istituto' (c.606, fecha del 10 de abril-de 1627). 'Io spero metter ún studio presto et procurar di far alcuni intelligenti de nostri che possano far scuole maggiori' (c.613, fecha del 7 de mayo de 1627)
  15. 'Mi dispiace che non si attenda costi (Nápoles) da nissuno allo studio della humanitá che tanto ci importa…' (c. 1283,fecha del 29 de diciembre de 1629). 'Haverò caro che V. R. (en Mesina) attenda a perfetionar nella retorica quel maggior numero che potrà de nostri studenti' (c.4208, fecha del 9 de julio de 1644). 'Quanto al andar il fratel Giuseppe (Apa) di S. Nicola alla theologia non si deve scandalizar alcuno de nostri perchè egli di intrar tra di noi haveva già fatto il corso della filosofia… poi quando haveremo humanisti sufficienti mandaremo alcuni a scienze maggiori… et se altri adesso pretende studiar logica e filosofia io lo mortificarò come si deve' (c. 1513, fecha del 18 de octubre de 1630).
  16. C.1226 (4 de octubre de 1629).
  17. C.1267 (1 de diciembre de 1629).
  18. C.1275 (15 de octubre de 1629).
  19. El mencionado visitador jesuita, P. González Dávila, escribía en la citada carta del 5 de agosto de 1567: 'Dícenme que el P. Cordeses era de esta opinión, que no eran menester letrados entre los nuestros; bastaban medianos confesores. ¡Como si los ministerios de la Compañía no pidiesen entero conocimiento de las letras-sagradas… y no sea necesario que en cada colegio haya siquiera uno, que sin miedo pueda dar parecer en cualquier cosa y que debajo de su amparo se bandeen los demás!' (A. ATRAIN, o.c., p.262).